Crisis sanitaria, estancamiento económico, presión imperialista... La burguesía china en la tormenta

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Mientras que hace dos años muchos observadores afirmaban que China era la gran vencedora de la crisis del covid, los últimos acontecimientos ponen de relieve que, al contrario, se enfrenta a la persistencia de la pandemia, a una importante baja del crecimiento económico, a la burbuja inmobiliaria, a grandes obstáculos para el desarrollo de la "nueva ruta de la seda", a una fuerte presión imperialista de Estados Unidos, en resumen, a la perspectiva de grandes turbulencias.

La incapacidad de China para controlar la crisis sanitaria

Desde finales de 2019, China sufre una crisis pandémica que ha paralizado en gran medida a su población y su economía. Durante los últimos tres años, la política de "cero covid" puesta en marcha por el presidente Xi ha dado lugar a gigantescos e interminables confinamientos, como en noviembre de 2022, cuando nada menos que 412 millones de chinos fueron encerrados en terribles condiciones en diversas regiones de China, a menudo durante varios meses. Al afirmar que China sería la primera en domar la pandemia mediante su política de "cero covid", Xi y el PCCh rechazaron las estrategias internacionales y la investigación médica contra el covid. Como resultado, se han visto atrapados en una lógica económica y socialmente catastrófica, sin alternativas reales: Las vacunas chinas son en gran medida ineficaces, el sistema hospitalario es incapaz de absorber la oleada de infecciones derivada de una política menos restrictiva (Cuba tiene cuatro veces más médicos y camas de hospital per cápita que China), sobre todo porque la corrupción de la administración política en las provincias hace imposible obtener datos fiables sobre la evolución de la pandemia (tendencia a maquillar las cifras para evitar el descrédito político)

Las autoridades chinas se dirigían, pues, hacia un callejón sin salida. Ante el estallido de la protesta social contra la espantosa inhumanidad del confinamiento masivo, abandonaron abruptamente la política de "cero covid" sin poder proponer la menor alternativa, sin inmunidad lograda, sin vacunas eficaces ni reservas suficientes de medicamentos, sin una política de vacunación de los más vulnerables, sin un sistema hospitalario capaz de absorber el choque, y la catástrofe irremediable se produjo efectivamente: Los pacientes hacen cola para entrar en los hospitales desbordados y los cadáveres se amontonan ante los crematorios abarrotados, decenas de miles de personas mueren en sus casas, los depósitos de cadáveres rebosan, las autoridades están totalmente desbordadas e incapaces de hacer frente al maremoto: las proyecciones prevén 1,7 millones de muertos y decenas de millones de personas gravemente afectadas por el actual maremoto del virus.

La presión agresiva de Estados Unidos agrava sus dificultades económicas

Desde hace varios años, China está sometida a una intensa presión económica y militar por parte de Estados Unidos, ya sea directamente en Taiwán o mediante la formación de la alianza AUKUS, pero también indirectamente en Ucrania. De hecho, cuanto más se prolongue la guerra en Ucrania, más daño sufrirá China por la caída de su principal aliado en la escena imperialista, Rusia, pero sobre todo por la interrupción de las rutas europeas del proyecto de la "ruta de la seda". Además, la explosión del caos y el sálvese quien pueda, intensificados por la política agresiva de Estados Unidos también pesan, como demuestra la caída de Etiopía, uno de los principales pivotes de China en África, en una guerra civil. Los planes para ampliar la "nueva ruta de la seda" también están en apuros debido al agravamiento de la crisis económica: casi el 60% de la deuda contraída con China corresponde ahora a países con dificultades financieras, frente a sólo el 5% en 2010. Además, se intensifica la presión económica de Estados Unidos, en particular con la “Ley de reducción de la inflación” y la “Ley sobre los chips en EU”, decretos que someten las exportaciones de productos tecnológicos de diversas empresas tecnológicas chinas (por ejemplo, Huawei) a Estados Unidos a fuertes restricciones en términos de aranceles proteccionistas, sanciones contra la competencia desleal, pero sobre todo el bloqueo de la transferencia de tecnología y la investigación.

Los repetidos confinamientos y luego el tsunami de infecciones que llevaron al caos al sistema sanitario, la burbuja inmobiliaria y el bloqueo de varias rutas de la "ruta de la seda" por conflictos armados o el caos circundante han provocado una desaceleración muy brusca de la economía china. El crecimiento en el primer semestre de este año fue del 2,5%, lo que hace inalcanzable el objetivo del 5% fijado para este año. Por primera vez en treinta años, el crecimiento económico de China será inferior al de otros países asiáticos. Grandes empresas tecnológicas y comerciales como Alibaba, Tencent, JD.com e iQiyi han despedido entre el 10 y el 30% de su plantilla. Los jóvenes sufren las consecuencias, con una tasa de desempleo estimada en el 20% entre los universitarios que buscan trabajo.

El modelo neo-estalinista de la burguesía china en gran dificultad

Ante las dificultades económicas y sanitarias, la política de Xi Jinping había sido volver a las recetas clásicas del estalinismo:

- En el plano económico, desde el gobierno de Deng Xiao Ping, la burguesía china había creado un frágil y complejo mecanismo para mantener un todopoderoso partido único cohabitando con una burguesía privada, estimulada directamente por el Estado. Ahora, "a finales de 2021, la era de reformas y apertura de Deng Xiaoping está claramente acabada, sustituida por una nueva ortodoxia económica estatista.” ( ) La facción dominante detrás de Xi Jinping tiende así a reforzar el control absoluto del Estado sobre la economía y a cerrar la perspectiva de la renovación económica y de la apertura relativa de la economía al capital privado.

En el frente social, con la política de "cero covid", Xi no sólo aseguró un implacable control estatal sobre la población, sino que también impuso este control a las autoridades regionales y locales, que se habían mostrado poco fiables e ineficaces al principio de la pandemia. Ya en otoño, envió unidades de policía del gobierno central a Shanghái para llamar al orden a las autoridades locales que estaban liberalizando las medidas de control.

Sin embargo, aunque la política del Estado chino desde 1989 ha sido evitar a toda costa cualquier turbulencia social a gran escala, los movimientos de compradores engañados por las dificultades y quiebras de los gigantes inmobiliarios, pero sobre todo las manifestaciones y disturbios generalizados en muchas ciudades chinas, que expresan el hartazgo de la población con la política de "cero covid", han hecho sudar frío a Xi y sus partidarios. El régimen se vio obligado a dar marcha atrás a toda prisa ante el estruendo del descontento social y a abandonar en pocos días la política que había mantenido durante tres años contra viento y marea. Hoy, los límites de la política de Xi Jinping, una vuelta a las recetas clásicas del estalinismo, son patentes a todos los niveles: sanitario, económico y social, mientras que el hombre que la impuso, el mismo Xi Jinping, acaba de ser reelegido para un tercer mandato tras complejas negociaciones entre bastidores entre fracciones del PCCh.

En conclusión, el capitalismo de Estado chino supo aprovechar las oportunidades que le brindaron el haber abandonado el bloque ruso para unirse al bloque americano en los años setenta, la implosión del bloque soviético y la globalización de la economía propugnada por Estados Unidos y las principales potencias del bloque occidental. Sin embargo, las debilidades congénitas de su estructura estatal de tipo estalinista son ahora una gran desventaja ante los problemas económicos, sanitarios y sociales a los que se enfrenta el país y la agresiva presión del imperialismo estadounidense a la que está sometido.

La situación en China es una de las expresiones más características del "efecto torbellino" de la concatenación y combinación de crisis que marcan los años veinte del siglo XXI. Este "torbellino" de agitación y desestabilización está ejerciendo una fuerte presión no sólo sobre Xi y sus partidarios dentro del PCCh, sino más en general sobre la política imperialista de China. Una desestabilización del capitalismo chino tendría consecuencias imprevisibles para el capitalismo mundial.

R. Havanais, 15 de enero de 2023

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