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El mes de Septiembre en Chile estuvo marcado por la polarización política en la población respecto al plebiscito por una nueva constitución. Luego de un año de un proceso constituyente que se destacó por el “radicalismo” y la incompetencia de los representantes electos, luego de seis meses del gobierno Boric marcado por la crisis económica, la inflación, la continuación del conflicto armado en la Araucanía, entre otras miserias.
Como sabemos, el resultado del plebiscito fue una rotunda victoria del rechazo al proyecto de constitución que fue presentado por la convención. Este resultado ha sido interpretado por los medios burgueses de múltiples formas a través de diferentes mistificaciones ideológicas, atribuyendo este resultado a las acciones individuales de los representantes, el contenido “antipopular” del texto, las “campañas del terror” y la desinformación por parte de la derecha. Enfocarse en estos aspectos particulares solo lleva a la confusión, la clase obrera necesita claridad y para eso requiere de una visión general adquirida a través de la experiencia, la reflexión y el debate. Nosotros buscamos aportar a la discusión en el medio proletario con esta toma de posición, estamos abiertos a respuestas y debates sobre este texto.
El propio gobierno de Boric no quería que se aprobara la nueva constitución
Si el “Acuerdo por la Paz” del 12 de noviembre de 2019, organizado por la burguesía para dar fin a un mes de revuelta popular con la promesa de la nueva constitución1, le sirvió a la “nueva” izquierda para llevar a cabo una campaña con promesas de cambios que le permitiría llegar al gobierno, esta tuvo que arrastrar a un montón de elementos de extrema izquierda que apoyaban la revuelta para poder vencer a la derecha. Estas fuerzas “radicales” de la burguesía representaban diferentes ideologías: ultraizquierda, indigenismo, regionalismo, “movimientos sociales” varios como el feminismo, el ecologismo, el movimiento LGBT. Algunas de estas tendencias podían ser absorbidas por la izquierda, mientras que otras atentaban contra los intereses generales del Estado, pudiendo generar una ruptura en su unidad en un momento de crisis donde esta unidad se vuelve extremadamente necesaria para la burguesía.
Entre las propuestas más polémicas se encontraban:
- La proclamación de Chile como un estado “plurinacional”. Algo que se encuentra fuera de sintonía con el rumbo histórico del país, pero más aún, contra la necesidad del Estado de mantener su unidad frente a la descomposición social.
- La eliminación del estado de excepción, que tanto el gobierno de Piñera como el de Boric han empleado duramente. El primero durante la revuelta y ambos en la militarización de la Araucanía.
Cabe mencionar también la aparición de elementos “independientes”, provenientes del medio popular e intelectual que aprovecharon la situación para obtener dinero y fama, pero que eran políticamente ineptos para los intereses generales de la burguesía chilena. Estos se aglomeraron en la Lista del Pueblo, que representaba un populismo de izquierda sin pies ni cabeza, que sin embargo logró obtener 26 de los 155 puestos de la constituyente, ubicándose en tercer lugar después de Chile Vamos (coalición de los partidos de la derecha, 37 puestos) y Apruebo Dignidad (El Frente Amplio ahora sumado al PC, 28 puestos).
Es por estas razones que una vez que el Apruebo Dignidad llega al gobierno, su actitud se vuelve completamente diferente, se muestra ambivalente frente a la posibilidad de no aprobar la nueva constitución y presta cada vez menos apoyo oficial a la convención constitucional y el texto que esta genera. En un principio el presidente Boric revela que el gobierno se está “anticipando ante los escenarios” que podían resultar de la votación2, mientras que la ministra vocera de gobierno Camila Vallejo, ante la propuesta de Chile Vamos de formar una “vía alternativa”, se opone diciendo que “no hay más opciones” que Apruebo o Rechazo3. Mientras más se acercaba el plebiscito, se hacía cada vez más claro que el Gobierno estaba preparándose para la derrota, con el presidente declarando el 20 de agosto “yo me la voy a jugar por un Chile que se una por una nueva Constitución, ya sea que gane el Apruebo o el Rechazo”4.
Inmediatamente después de la aplastadora victoria del Rechazo con un 62% del total de los votos, el Gobierno realiza un cambio de gabinete, cambiando a varios de sus ministros de Apruebo Dignidad por figuras de la ex Concertación, a quienes siempre criticaron y llamaban “los mismos de siempre”. Al mismo tiempo, comienza un nuevo ciclo de teatro con la mesa de negociación entre los partidos políticos para decidir el mecanismo del próximo proceso constituyente. A mediados de diciembre se acordó que habrá una nueva convención constituyente, pero esta vez tendrá solo 50 representantes electos por sufragio y contará con 24 “expertos” designados por el congreso. Más allá de servir para golpear la conciencia con la exposición de las riñas internas por quiénes serán los expertos, esto muestra las dificultades del Estado por mantener los intereses del capital nacional contra dificultades económicas, políticas y sociales cada vez mayores. Para dar una respuesta al caos burgués, el proletariado debe aprender de estas experiencias, de lo contrario, seguiremos en una senda hacia la destrucción de la sociedad humana.
Las lecciones que el proletariado debe sacar
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Con la “nueva constitución” que enterrara la de Pinochet ´1980 prometieron que habría una “verdadera democracia” y la realidad es que la dictadura del capital SIGUE. La cuestión no es “más o menos democracia” sino comprender que el Estado se disfrace de “demócrata” o actúe sin disfraz (como la dictadura abierta de Pinochet) es siempre la dictadura del capital.
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Boric prometía un gobierno “a favor del pueblo” y no de la “oligarquía” (Piñera). La realidad es que Boric y Piñera son gobiernos del capital. Cambian los gestos y las promesas, pero sigue la miseria y la explotación y el beneficio de la minoría capitalista a costa de los trabajadores.
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Los grupos de extrema izquierda y los defensores de todo tipo de “causas sociales” (feminismo, LGTB, mapuches etc.) son auxiliares radicales de los partidos o coaliciones que gobiernan Chile desde que “jubilaron” a Pinochet. Los usan para el Gran Teatro de la “nueva constitución” y después los apartan de un manotazo con el “triunfo del rechazo”.
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El proletariado tiene que defender con uñas y dientes su AUTONOMIA POLITICA DE CLASE contra esas elecciones tramposas: Rechazo o Apruebo; Boric o Piñera; Democracia o Dictadura. Su fuerza está en su lucha como clase por sus intereses inmediatos e históricos buscando la unidad y la solidaridad con el conjunto del proletariado mundial.
Daniel
1 Para ver lo que pasa en Chile desde las revueltas de 2019 ver Chile: EL DILEMA NO ES DICTADURA – DEMOCRACIA SINO BARBARIE CAPITALISTA O LUCHA DE CLASES PROLETARIA https://es.internationalism.org/content/4615/chile-el-dilema-no-es-dictadura-democracia-sino-barbarie-capitalista-o-lucha-de-clases
2 https://www.latercera.com/politica/noticia/declaraciones-de-boric-por-un-plan-b-ante-eventual-triunfo-del-rechazo-le-abren-flanco-con-el-oficialismo/RDTGTJD3XFBATDSCEDZ5TETYKQ/
3 https://www.emol.com/noticias/Nacional/2022/05/23/1061837/gobierno-propuesta-chilevamos-plebiscito-constitucion.html
4 https://www.emol.com/noticias/Nacional/2022/08/20/1070441/presidente-expectativas-post-plebiscito.html