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Polarización de las tensiones imperialistas en el Mar de China
La administración Biden no sólo mantiene las agresivas medidas económicas contra China, implementadas por Trump, sino que sobre todo ha aumentado la presión en el plano político (defensa de los derechos de los uigures y de Hong Kong, acercamiento a Taiwán, con el que actualmente negocia un acuerdo comercial, acusaciones a China de hackeo informático) y también en el plano militar en el Mar de China, y ello de forma bastante espectacular desde principios de abril:
- El 7 de abril, Estados Unidos desplegó un grupo de portaaviones (el USS Theodore Roosevelt, acompañado de su flotilla) en el Mar de China Meridional y el destructor de misiles USS John S. McCain transitó por el Estrecho de Taiwán (situado entre China y Taiwán);
- El 11 de mayo, buques estadounidenses, franceses (el portahelicópteros anfibio (PHA) Tonnerre y la fragata Surcouf), japoneses y australianos iniciaron unas maniobras militares conjuntas (ARC21) en el Mar de China Oriental, las primeras de este tipo en esta zona estratégica, no muy lejos de las Senkaku, islotes deshabitados administrados por Japón en el Mar de China Oriental y reclamados por Pekín, que los llama Diaoyu. Antes de estas maniobras, los buques franceses habían participado en los ejercicios de La Pérouse en el Golfo de Bengala con buques estadounidenses, australianos, hindúes y japoneses. Luego, el Tonnerre pasó al sur de Taiwán para llegar a Japón, mientras que el Surcouf también eligió el estrecho de Taiwán;
- A la presencia francesa en Japón le seguirá en 2021 la de la fragata alemana Hessen, ya que Berlín expresó en 2020 su deseo de tener una mayor presencia en el Indo-Pacífico, y el archipiélago acogerá en 2022 al grupo aeronaval británico Queen Elizabeth.
- En septiembre, Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia anunciaron un nuevo acuerdo de defensa, conocido como "Aukus", cuyo objetivo es ampliar la presencia militar de los países en los mares que rodean a China. Los tres países compartirán inteligencia militar y conocimientos tecnológicos que permitirán a Australia construir submarinos de propulsión nuclear. El pacto Aukus es una bofetada a Francia, ya que Australia cancela el contrato centenario de más de 50.000 millones de euros1 con Francia para construir una flota de submarinos. Reaccionando con furia, Francia retiró a sus embajadores de Estados Unidos y Australia. China denunció el pacto como el inicio de una nueva Guerra Fría, aunque sin duda se alegra de las nuevas divisiones entre sus rivales occidentales2.
China, por su parte, ha reaccionado airadamente a estas presiones políticas y militares, en particular las relativas a Taiwán:
- A principios de abril, en respuesta a la presencia de la flota estadounidense, el portaaviones Liaoning, acompañado de 5 buques de guerra, operó en las aguas al este de la "isla rebelde". Los cazas taiwaneses tuvieron que despegar a toda prisa para repeler la entrada de quince aviones chinos en la zona de identificación de defensa aérea de Taiwán;
- El 19 de mayo, un grupo de expertos con sede en Hong Kong y afiliado al Partido Comunista Chino publicó un estudio en el que se subrayaba que las tensiones en el estrecho de Taiwán habían llegado a ser tan elevadas que indicaban un riesgo "sin precedentes" de guerra entre el continente y Taiwán.
- El 15 de junio, en respuesta a la reunión de la OTAN que marcaba un cierto acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea sobre la cuestión China, veintiocho cazas chinos entraron en la zona de identificación de defensa aérea de la antigua Formosa, la mayor incursión de cazas y bombarderos del Ejército popular de liberación jamás registrada;
- A principios de julio, la revista china Naval and Merchant Ships publicó un plan para un ataque sorpresa en tres etapas contra Taiwán, que llevaría a una derrota total de las fuerzas armadas de la "provincia rebelde".
A finales de agosto, el informe anual del Ministerio de Defensa taiwanés advertía de que China "puede ahora combinar operaciones digitales de su ejército que inicialmente paralizarían nuestras defensas aéreas, centros de mando marítimos y capacidades de contraataque, lo que supone una enorme amenaza para nosotros" (P.-A. Donnet, China en condiciones de paralizar la defensa de Taiwán, según Taipéi, Asialyst, 02.09.21)
Así, las advertencias, amenazas e intimidaciones se han sucedido en los últimos meses en el Mar de China. Subrayan la creciente presión ejercida por Estados Unidos sobre China. En este contexto, Estados Unidos está haciendo todo lo posible para atraer a otros países asiáticos detrás de ellos, preocupados por las ambiciones expansionistas de Pekín ("El ejercicio ARC21 es un medio de disuasión ante el comportamiento cada vez más agresivo de China en la región", afirma Takashi Kawakami, director del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Takushoku (Japón), citado el 14 de mayo por el diario Les Echos). Así, Estados Unidos intenta crear una especie de OTAN asiática, la QUAD, que reúne a Estados Unidos, Japón, Australia e India. Por otra parte, y en el mismo sentido, Biden quiere reactivar a la OTAN para implicar a los países europeos en su política de presión contra China.
Para completar el panorama, tampoco hay que olvidar las tensiones entre la OTAN y Rusia: tras el incidente del vuelo de Ryanair secuestrado e interceptado por Bielorrusia para detener a un disidente, que se había refugiado en Lituania, se produjeron las maniobras de la OTAN en el Mar Negro frente a Ucrania en junio, donde se produjo un enfrentamiento entre una fragata británica y barcos rusos, y, en septiembre, las maniobras conjuntas entre los ejércitos ruso y bielorruso en las fronteras de Polonia y los Estados bálticos.
Estos acontecimientos confirman que el aumento de las tensiones imperialistas está generando una polarización entre Estados Unidos y China, por un lado, y la OTAN y Rusia, por otro, lo que a su vez está empujando a China y Rusia a reforzar sus vínculos entre sí para enfrentarse a Estados Unidos y la OTAN.
La descomposición genera inestabilidad
Sin embargo, la "debacle de Kabul" (véase nuestro artículo "Detrás de la decadencia de Estados Unidos, la decadencia del mundo capitalista"3 en nuestra página web) subraya hasta qué punto la descomposición y la persistente desestabilización acelerada por la crisis de Covid-19 estimulan las fuerzas centrífugas, exacerban el "sálvese quien pueda" de los distintos imperialismos, frustrando así constantemente cualquier estabilización de las alianzas:
- La precipitada retirada de Estados Unidos de Afganistán, destinada a concentrar fuerzas militares frente a China, se llevó a cabo sin ninguna consulta a los aliados, mientras que Biden había prometido unos meses antes en la cumbre del G7 y en la reunión de la OTAN el retorno de la consulta y la coordinación; esta retirada significa también de facto el abandono por parte de Estados Unidos de sus aliados sobre el terreno (véase el anterior abandono de los kurdos y el enfriamiento de las relaciones con Arabia Saudita) y sólo puede reforzar la desconfianza de países como India y Corea del Sur hacia un aliado que está demostrando ser poco fiable, así como la determinación europea de crear estructuras de defensa más independientes de Estados Unidos.
- Por otra parte, la vuelta al poder de los talibanes constituye un grave peligro potencial de infiltración islamista en China (a través del "problema uigur"), sobre todo porque sus aliados, los talibanes paquistaníes (el TTP), están inmersos en una campaña de atentados contra las obras de la "Nueva Ruta de la Seda", que ya ha provocado la muerte de una docena de "cooperantes" chinos. Esto está llevando a China a intensificar sus intentos de establecerse en las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central (Turkmenistán, Tadjikistán y Uzbekistán) para contrarrestar el peligro. Pero estas repúblicas forman parte tradicionalmente de la zona de influencia rusa, lo que aumenta el peligro de enfrentamiento con este "aliado estratégico", con el que, de todos modos, sus intereses a largo plazo son fundamentalmente opuestos: la nueva Ruta de la Seda pasa por delante de Rusia y ésta recela del creciente control económico de China sobre sus territorios siberianos;
- El caos y la actitud imperialista de sálvese quien pueda en el mundo acentúan constantemente la imprevisibilidad del posicionamiento de los distintos Estados: Estados Unidos se ve obligado a mantener la presión con bombardeos aéreos regulares sobre las milicias chiíes que acosan a sus fuerzas en Irak; los rusos tienen que "hacer de bomberos" en el enfrentamiento armado entre Armenia y Azerbaiyán, instigado por el interés imperialista de Turquía; La propagación del caos en el Cuerno de África a través de la guerra civil en Etiopía, con Sudán y Egipto apoyando a la región de Tigray y Eritrea apoyando al gobierno central etíope, está perturbando en particular los planes chinos de utilizar Etiopía como base para su proyecto de la ruta de la seda en el noreste de África, y para ello han instalado una base militar en Djibuti.
- La propagación incontrolada de la pandemia ligada a la generalización de la variante delta requiere una mayor atención de los Estados a la situación interna, que puede tener un impacto imprevisible en sus políticas imperialistas. Por ejemplo, el estancamiento de la vacunación en EE.UU., tras un fuerte arranque inicial, está provocando una nueva oleada de infecciones en los estados del centro y del sur. Esto lleva a nuevas medidas coercitivas por parte del gobierno de Biden, lo que a su vez reaviva las recriminaciones de los partidarios de Trump. Del mismo modo, en Rusia, el gobierno se enfrenta a un resurgimiento de la epidemia, mientras que la vacunación está estancada y la población desconfía enormemente de las vacunas rusas, lo que ha llevado al alcalde de Moscú (donde el 15% de la población está vacunada) a tomar medidas que hacen la vacunación casi obligatoria.
En China, donde el gobierno confía en la inmunidad de rebaño antes de abrir el país, la preocupante situación sanitaria requiere una atención constante. Por un lado, hasta que se consiga, China impone estrictos cierres cada vez que se identifican infecciones, lo que dificulta gravemente las actividades comerciales. Por ejemplo, el pasado mes de mayo, después de que algunos estibadores del puerto de Yantian se infectaran, el tercer mayor puerto de contenedores del mundo estuvo totalmente aislado durante una semana, y los trabajadores se vieron obligados a permanecer en cuarentena en el lugar. Ahora de nuevo, regiones enteras están confinadas debido a la expansión de la variante delta, la erupción más fuerte desde Wuhan en diciembre de 2019. En segundo lugar, esta búsqueda de la inmunidad de rebaño ha llevado a varias provincias y ciudades chinas a imponer fuertes sanciones a los recalcitrantes. Estas iniciativas fueron muy criticadas en las redes sociales chinas y el gobierno las frenó porque tendían a "poner en peligro la cohesión nacional". Por último, quizá el problema más grave sea la evidencia cada vez más convergente sobre la limitada eficacia de las vacunas chinas.
En este contexto, el aumento de las tensiones bélicas es ineludible. Por un lado, indica una cierta polarización, especialmente entre Estados Unidos y China, subrayada por una creciente agresividad por parte de Estados Unidos, que sabe que, a pesar de las enormes inversiones de China en la modernización de sus fuerzas armadas, éstas aún no pueden igualar el poder militar de Estados Unidos, especialmente en el aire, en el mar y en términos de su arsenal nuclear.
Sin embargo, el caos y el sálvese quien pueda exacerbados hacen que cualquier alianza sea constantemente inestable, estimulan los apetitos imperialistas en todas las direcciones y empujan más bien a las grandes potencias a evitar un enfrentamiento directo entre sus ejércitos, con un compromiso masivo de personal militar sobre el terreno ("botas sobre el terreno"), como ilustra la retirada de los soldados estadounidenses de Afganistán. En cambio, recurren a empresas militares privadas (la organización Wagner por parte de los rusos, Blackwater/Academy por parte de los EE.UU., ...) o a milicias locales para llevar a cabo acciones sobre el terreno: uso de milicias suníes sirias por parte de Turquía en Libia y Azerbaiyán, milicias kurdas por parte de los EE.UU. en Siria e Irak, milicias chiíes de Hezbolá o Irak por parte de Irán en Siria, milicias sudanesas por parte de Arabia Saudí en Yemen, ....
La forma que está tomando la expansión de estas tensiones anuncia, por tanto, la multiplicación de enfrentamientos bélicos cada vez más sangrientos y bárbaros en un entorno marcado por la inestabilidad y el caos.
18.09.21/ R. Havanais
1 https://www.rfi.fr/fr/asie-pacifique/20210917-australie-apr%C3%A8s-la-rupture-du-contrat-du-si%C3%A8cle-avec-la-france-la-question-du-co%C3%BBt-de-ce-revirement
2 Analizaremos este episodio imperialista en un futuro artículo