LA CRISIS ECONOMICA MUNDIAL ACELERA LOS ATAQUES DE LA BURGUESIA PERUANA CONTRA LA CLASE TRABAJADORA

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Ya son más de 230 días de cuarentena y estado de emergencia sanitaria, lo cual profundiza la crisis económica mundial previa a la aparición del virus, descargando todos sus efectos sobre las espaldas de la clase obrera. La pandemia sólo vino a agravar una situación que lleva al menos 50 años en la vida del capitalismo. Desde la entrada del sistema en su período de decadencia a principios del siglo XX, pasando por la gran depresión en la década de los treinta de esa centuria, la humanidad ha tenido que soportar toda clase de penurias.  Esta crisis económica mundial, es producto de las propias contradicciones de este modo de producción, que encuentra cada vez más sus límites históricos y que con la entrada en la fase última de su larga agonía, esto es, la descomposición[1], se hace cada vez insoportable la vida para la clase trabajadora y la humanidad entera. Ya las terribles manifestaciones a nivel global se aprecian en la perdida y caída de los salarios, despidos masivos, precariedad agravada y empobrecimiento de las condiciones de vida.

LA RECESIÓN SE IMPONE EN EL PERÚ

Según fuentes oficiales, en el país existen ya más de 8 millones de desempleados, como parte de una recesión brutal en la que ha entrado la economía nacional y mundial. Más de un millón de empresas quebradas, más de 7 millones de endeudados y un largo etc., son algunos de los efectos de la crisis mundial; una crisis que se presenta como la peor en la historia del capitalismo, sin punto de comparación con aquella de 1929, según señalan los mismos expertos de la burguesía.

Mientras el programa Reactiva Perú[2] destinó 60 millones de "rescate" para las grandes empresas, gran parte de la población se ahoga en la miseria, hambre y el desempleo, además de las consecuencias psicológicas del encierro, que ya se empiezan a manifestar en la población, porque el miedo y la incertidumbre sobre el futuro han empezado a hacer su tarea[3]. Todo esto es consecuencia de un sistema putrefacto y nauseabundo, que ya no puede ofrecer otra cosa que no sea el deterioro sostenido de las condiciones de vida de los trabajadores.

Pese a esta terrible situación en el país, la burguesía nunca pierde. Por ejemplo, los bancos han obtenido ganancias en un 53% más, además de recibir dichos créditos del programa Reactiva Perú; hasta la fecha, tienen una utilidad neta de 2300 millones de soles (638$ mil millones) incrementando sus ganancias, que ya son mayores a la etapa pre - pandemia (aprox. 1500 millones de soles). Esto refleja que la crisis económica la sigue pagando la clase obrera en general y que la crisis económica solo azota a los trabajadores y a otros sectores no explotadores de la sociedad.

En el caso de las grandes empresas “afectadas” del país, han recibido con el programa "Reactiva" más de 60 millones de soles de ayuda, en créditos, préstamos que por cierto jamás se devolverán al Estado, pues la historia económica del país ha demostrado con muchos ejemplos que cuando se dan estos paquetes de “préstamos” y créditos en situaciones similares, nunca retornan a la fuente que los entregó. Es por ello, que ya los especialistas hablan de un mayor nivel de endeudamiento para el Estado para los próximos años, que en el trascurso de los últimos meses por la presencia del Covid-19, se ha incrementado exponencialmente. La deuda pública neta pasó de 13% en el 2019 a 25.6% para el 2020. Waldo Mendoza, presidente del consejo fiscal del Ministerio de Economía y Finanzas, señaló que “si las empresas que accedieron a esos créditos no llegan a pagarlos, el MEF tendrá que hacerse cargo de esas obligaciones. El aval estimado, según el MMM[4], es de más o menos US$ 4,000 millones”.

Sabemos que el Estado burgués es un instrumento indispensable para mantener el orden jurídico político que garantiza la explotación del trabajo humano, para transformar la naturaleza en beneficio del comercio y la producción capitalista y que, desde la fundación de la república democrática en 1821, este ha sido el instrumento de la clase dominante para exprimir al máximo las materias primas de moda en el mercado mundial: guano, salitre, lanas, azúcar o minerales. Todo ello, acompañado de un largo rosario de latrocinios y canalladas sin cuento, desatados por los sucesivos gobiernos en esta parte del planeta.

Esta "ayuda o salvataje" lanzada por el gobierno de Vizcarra a las grandes empresas, es similar a la que recibieron los bancos y grandes empresas en EEUU en medio de la crisis de las subprime el 2008. Esta situación supone que el Estado ha echado mano hasta el agotamiento de las reservas fiscales y ha usado préstamos internacionales hasta entrar en déficit fiscal, déficit que pasaría en términos del PBI de 1.6% en el 2019 a 10.7% para este año. Por cierto, a los trabajadores solo les tocó en algunos casos bonos miserables o dádivas para paliar el desempleo y el hambre.

Estas medidas del Estado no son nuevas. Siempre ante estas crisis, el Estado sale a cumplir su papel como aparato político de la burguesía, son las formas y mecanismos que ofrece el capitalismo de Estado[5], en su intervención permanente frente a la crisis económica.

Debemos sumarle a esta situación la batería de ataques contra la clase obrera que el Estado y la burguesía organizada en la Confiep[6] preparan. La presidenta de dicho gremio, María Isabel León, presentó al gobierno un listado de propuestas laborales que incluyen la creación de un régimen laboral de emergencia, con duración de por lo menos un año, para ayudar a las empresas afectadas por la crisis. Este nuevo régimen planteado durante el Gobierno de Martín Vizcarra dispone, por ejemplo, reducción de salarios a los trabajadores, así como el alargamiento de sus jornadas (trabajando domingos y feriados inclusive) otorgándoles en "compensación" acceso a su CTS, AFP[7] o a subvenciones estatales. Esto se suma a las ya dadas anteriormente, como la "suspensión perfecta", eufemismo inventado para encubrir el despido de miles de obreros, sin más ni más.

Proponen también, que se permita a los empleadores realizar contrataciones temporales de emergencia, “sustentadas en la necesidad de superar la emergencia”, o sea, más contratos basura. Los gremios empresariales sugieren otorgar a los empleadores la posibilidad de prorratear el pago de las gratificaciones y CTS a sus trabajadores para generarles un ahorro a las empresas. Por si fuera poco, la Confiep le propuso al gobierno, crear un régimen de incentivos para la contratación de personal, incluyendo el poder incrementar la deducibilidad tributaria para los pagos realizados en la capacitación de nuevo personal. De igual manera, se plantea incrementar la deducibilidad en el gasto de contratación por un plazo de dos años para los empleadores que contraten trabajadores a tiempo indefinido. Además, se recomendó inafectar de tributos el pago realizado al desvincular a un trabajador si este pago se destina a crear nuevas empresas.

Toda esta agenda técnica/política de la burguesía que se ha planteado al Estado y que ya empieza a implementarse, está diseñada para seguir atacando las condiciones laborales de los trabajadores, precarizando sus contratos, cada vez más y desprotegiéndoles frente al futuro; la necesidad de la burguesía de mantener e incrementar sus ganancias frente a la crisis económica mundial, es un esfuerzo permanente de la clase explotadora que en plena crisis económica presenta también mayores dificultades en sus procesos de acumulación de capital.

EL DESEMPLEO SE GENERALIZA

Una de las mayores mistificaciones que vende el capitalismo decadente es la del "emprendedurismo", el "todos podemos ser empresarios", concepto que se empieza a difundir por todos lados, mientras el monstruo del desempleo va en aumento generando cada vez más miseria y empobrecimiento. Este concepto que implica una propuesta de autoempleo, pero que no es más que una ilusión laboral y alternativa del “recurseo”[8], incrementa la informalidad laboral y la precariedad. La idea de autogenerarse un ingreso es la premisa, en este espejismo, que lo único que demuestra en el fondo es una profundización de la precariedad de la vida obrera y una fragmentación y debilitamiento cada vez mayor del trabajo, así como un deterioro mayor del nivel de salarios en el mercado laboral. El cuento del emprendedurismo sólo oculta la miseria extrema, producto del desempleo.

La quiebra de más de un millón de empresas arroja a miles de trabajadores a la calle, una ola masiva de desempleados en las calles empieza a generar más y más mercados informales de vendedores y ambulantes, donde la clase trabajadora se ve forzada a buscarse la vida, en medio de una salvaje competencia, vendiendo cualquier cosa para poder alimentarse día a día. Ya hemos mencionado los más de 8 millones de desempleados que existen hasta la fecha y es posible que esa cifra vaya en aumento.

El fenómeno creciente de la informalidad en el mercado laboral, constituye un factor que puede obrar en la perdida actual de la conciencia política de clase la obrera en la región y específicamente en el Perú, en la pérdida de su identidad y de su autonomía de clase, debido a la dispersión que produce en sus fuerzas, reforzando también una visión de “sálvese quien pueda” y porque es posible caer en el terreno de las ilusiones de “triunfar con su propio negocio” que prende naturalmente en el  terreno ideológico de la pequeña burguesía[9]. Los trabajadores no podemos renunciar a la búsqueda de nuestro sustento y de nuestras familias. Pero a lo que sí debemos renunciar es a las ilusiones de que habrá un nuevo “desarrollo económico”, que nos abrirá un espacio seguro y cómodo en el terreno de la competencia capitalista. Por sus mismas contradicciones, el capitalismo lo único que puede ofrecer es el sacrificio de millones de trabajadores, de pequeños comerciante o propietarios, para salvar a los grandes capitales.

LA VIDA POLITICA DE LA BURGUESIA:

Los efectos de la fase de descomposición en la que se encuentra el sistema capitalista se evidencian en la agudización de la guerra de facciones que mantiene la burguesía nacional. Esta confrontación, contiene dos elementos que se potencian con la putrefacción capitalista, por un lado, el crecimiento vertiginoso de mafias que pululan en el aparato de Estado y por otro, las dificultades cada vez mayores para la burguesía en su conjunto de controlar sus propias fuerzas. La lucha a muerte por sobrevivir en las aguas pantanosas del juego político, dan paso al cada cual para sí y a la inestabilidad que socava la gobernabilidad. La llamada "lucha contra la corrupción", no es más que una hipócrita campaña, que encierra un problema real, pero que es utilizada por estas facciones como un medio de ajustar sus cuentas y neutralizar enemigos políticos. El caso de corrupción del presidente Vizcarra y su destitución del cargo (vacancia) es un capítulo más de todos los que han ocurrido al menos en lo que va de siglo XXI, lo que muestra que este comportamiento de la burguesía no es una cuestión pasajera ni coyuntural, ni tampoco se soluciona con “campañas ciudadanas”. Como se ha mencionado, ocurre en un marco histórico social, donde esta pudrición del sistema se ha vuelto su elemento dominante, afectando de manera irreversible todos los aspectos de la sociedad.   Las facciones burguesas en el Estado se acusan mutuamente de latrocinios, de compras amañadas del Estado que se han hecho en plena pandemia y que derrochan irregularidades. Frente a esta situación, la población ha reaccionado, harta de la corrupción imperante, pero también, en medio de una situación económica y social que empeora y que siembra incertidumbre y desesperación. La vacancia vino a extremar la tensión creada por las medidas de restricción por la pandemia, que ocasionaron el cierre de empresas, la disminución de la actividad comercial, privando de su sustento a millones de peruanos. Sin embargo, la clase trabajadora no puede ser víctima de los cantos de sirena de la burguesía, engancharse en la ilusión de un sistema político “más ético” o “más responsable” de sus acciones. No puede caer en el terreno de las luchas ciudadanas, de la revuelta social o del vandalismo, ese no es su terreno de clase. Participar en estas luchas contra la corrupción o contra Merino, por el regreso de Vizcarra, etc., no es más que sumarse al coro de las facciones burguesas en pugna, que mañana asestarán más golpes contra sus condiciones de vida. Por otro lado, los trabajadores no deben ser ni carne de cañón, ni parte del teatro electoral, en donde ya las facciones burguesas empezaron a barajar sus cartas para las próximas elecciones presidenciales del 2021, alistando candidatos, coaliciones, apoyos a proyectos mineros, entre otros temas de la agenda política de la burguesía, que nada, pero nada tienen que ver con los intereses de la clase trabajadora, por el contrario, solo buscan renovar y aceitar todo su aparato político apuntándolo contra los trabajadores.

LA CLASE OBRERA Y SUS PERSPECTIVAS:

Los trabajadores formamos parte de una clase mundial, que resiste a una serie de ataques permanentes que desmejoran nuestras condiciones de vida. Al igual que nuestros hermanos de clase a nivel global, el proletariado peruano no está derrotado, aunque sí está muy golpeado por la crisis, el desempleo, las secuelas del Covid y ahora la difteria, además, el stress de toda esta situación viene agobiando a los trabajadores. Las huelgas aún son pocas y aisladas. Principalmente han salido a las calles los obreros de la salud, los más expuestos por el Estado al contagio, negándose a ser carne de cañón, como ha pasado en varias partes del mundo, reclamando por la falta de mascarillas y demás protocolos de seguridad ante la precariedad en que trabajan. En Lima y provincias, dentro o fuera de los hospitales, hay protestas de enfermeras, médicos, obstetras. Pero también hubo trabajadores de otros sectores como la minería que se inscribieron en la resistencia, por ejemplo, oponiéndose a entrar al socavón por temor al contagio, como sucedió con los obreros de la zona de Antapacay. También, hubo luchas contra los ataques directos a los obreros municipales en Lima y Chiclayo, quienes han protestado por la falta de implementos, contra los despidos o la falta de pagos.

Los trabajadores se defienden como pueden de la ofensiva Patronal-Estatal. La gran mayoría aún está muy golpeada, muchos trabajadores desmoralizados por la falta de ingresos o acosados con el exceso de trabajo, la exigencia de horas extras o la amenaza de despido, así es como se resume esta situación. El panorama económico es oscuro en los próximos años y sobre los trabajadores se seguirán descargando las más pesadas consecuencias de la crisis del Capitalismo.

Sólo la unidad y la solidaridad de clase en sus luchas serán decisivas para resistir a la próxima ola de ataques a sus condiciones de vida. La evolución de la crisis económica nos llevara cada vez más a escenarios de terror, pero la clase obrera internacional tendrá que dar batalla para recuperar su consciencia política a través de la lucha de clases, que se presentara tarde o temprano frente a los ataques de la burguesía y las convulsiones de este moribundo sistema. Solo el proletariado, desarrollando luchas en su terreno de clase, de forma autónoma, unida y solidaria, puede representar una alternativa futura para la humanidad.

Internacionalismo, sección en Perú de la Corriente Comunista Internacional

[1]https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo

[2] Es un programa del gobierno del Perú sin precedentes, que tiene como objetivo dar una respuesta rápida y efectiva a las necesidades de liquidez que enfrentan las empresas ante el impacto del COVID-19.

[3] Ver Confinamiento ante la pandemia: El Estado burgués pone de manifiesto toda su brutalidad https://es.internationalism.org/content/4614/confinamiento-ante-la-pandemia-el-estado-burgues-pone-de-manifiesto-toda-su-brutalidad

[4] Marco Macroeconómico Multianual, documento relevante del gobierno del Perú, en materia económica, el cual contiene proyecciones macroeconómicas y los supuestos en la que estas se basan proyectas para un periodo de cuatro años

[6] Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP)

[7] Administradores de Fondos de Pensiones (AFP) y la Compensación por tiempo de servicios (CTS)

[8] En concreto, el que no tiene trabajo se lo inventa, esto es, crea su puesto de trabajo (el famoso recurseo), sobre la base de buscar desarrollar un emprendimiento generalmente categorizado en la provisión de servicios con bajo valor agregado

[9] Nuestra organización en las Tesis sobre la Descomposición antes citada había alertado, hace ya 30 años, de este peligro: “Uno de los factores que está agravando esa situación es evidentemente, que una gran proporción de jóvenes generaciones obreras está recibiendo en pleno rostro el latigazo del desempleo, incluso antes de que muchos hayan podido tener ocasión, en los lugares de producción, junto con los compañeros de trabajo y lucha, de hacer la experiencia de una vida colectiva de clase. De hecho, el desempleo, resultado directo de la crisis económica, aunque en sí no es una expresión de la descomposición, acaba teniendo, en esta fase particular de la decadencia, consecuencias que lo transforman es aspecto singular de la descomposición. Aunque en general sirve para poner al desnudo la incapacidad del capitalismo para asegurar un futuro a los proletarios, también es, hoy, un poderoso factor de "lumpenización" de ciertos sectores de la clase obrera, sobre todo entre los más jóvenes, lo que debilita de otro tanto las capacidades políticas actuales y futuras de ella

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