La nueva carrera espacial: Un campo de batalla imperialista para el capitalismo

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El 20 de julio de 1969, dos hombres dieron los primeros pasos en la Luna. Estas hazañas concretaron uno de los más audaces sueños de la humanidad, un plan sin parangón ya imaginado por Lucien de Samosata en el siglo II, más tarde por el poeta Cyrano de Bergerac y más recientemente por Julio Verne. Pero con el capitalismo, todo lo útil, cada conquista, cada avance, tiene su lado negativo. La Misión Apolo II trajo consigo un frenesí de competencia y una mentalidad belicosa que a nivel de Estados se llama imperialismo. La militarización del espacio es una vieja obsesión de las grandes potencias. En efecto, la carrera espacial fue una apuesta crucial en la Guerra Fría entre los EE.UU. y Rusia. Era necesario que llegaran primero a la luna y, si era posible, ellos solos[1].

La "carrera espacial": una carrera hacia la militarización

En primer lugar, estos programas espaciales fueron una propaganda útil: el primer Sputnik, el primer hombre en el espacio fue transmitido triunfalmente alrededor del mundo por la URSS. Incluso hoy en día sigue habiendo un verdadero culto dedicado a Yuri Gagarin desde su viaje alrededor de la Tierra[2]. El vuelo de los tres astronautas del Apolo II fue presentado como el éxito de la avanzada tecnología americana.

Pero detrás de la propaganda, estos programas espaciales tenían una dimensión militar bastante concreta. El hecho es que todos los enviados al espacio procedían del ejército (el primer civil que puso un pie en la luna fue Harrison Schmitt en 1972... la última misión Apolo), la ciencia de los cohetes utilizada tanto por los americanos como por los rusos fue inicialmente desarrollada para misiles intercontinentales. La NASA apeló a Wernher von Braun, quien fue sacado de Alemania después de la guerra en una operación secreta que incluía a cientos de otros científicos que trabajaron para los nazis[3].

Después de su trabajo para el Tercer Reich y su éxito con su cohete V2[4], los EE.UU. lo emplearon para diseñar el cohete estadounidense Saturno V utilizado para ir a la luna. Los lanzadores soviéticos también fueron copias adaptadas de los V2 alemanes. El R-7, que puso en órbita al Sputnik I, no era más que un misil intercontinental. En cuanto a los europeos, Gran Bretaña y Francia también se beneficiaron de la tecnología alemana lanzando cohetes V2 y luego, en Francia, hubo un desarrollo a partir de esta base para su propio lanzador que terminó en el programa "Ariane". Los Estados ruso y americano construyeron primero misiles para transportar cargas nucleares antes de interesarse por la exploración espacial que la tecnología hacía posible.

Además, los primeros satélites enviados al espacio tenían un objetivo estrictamente militar: los 144 satélites del programa estadounidense Corona, iniciado en 1959, tenían como único objetivo espiar al enemigo. En 1962, los Estados Unidos realizaron su primer ensayo nuclear a gran altitud a 400 km ("Starfish Prime") mientras que los rusos desarrollaron sus "satélites kamikaze" para eliminar los satélites espías estadounidenses. La URSS incluso logró poner en órbita dos estaciones espaciales secretas armadas con cañones automáticos (Salyut 3 en 1974 y Salyut 5 en 1976).

Durante el mandato del presidente Reagan, el ejército de EE.UU. impulsó la "Iniciativa de Defensa Estratégica" popularizada bajo el nombre de "Star Wars" (Guerra de las Estrellas). El objetivo de este programa militar era poder interceptar los misiles balísticos cuya trayectoria (como el V2) saliera de la atmósfera terrestre. Durante este período se desarrollaron algunas armas reales, el antisatélite ASM-135 o el sistema antimisiles "Patriot", desplegado en particular durante la guerra del Golfo. La URSS intentó seguir el ritmo, pero rápidamente se rindió ante los enormes recursos que le lanzaron los estadounidenses: doce mil millones de dólares en cinco años, que les permitieron conseguir hasta 30.000 científicos para sus proyectos. Los avances tecnológicos realizados permitieron a los EE.UU. dominar completamente a sus rivales imperialistas en el ámbito del espacio. El esfuerzo realizado aquí por la URSS llevó a su ruina, terminando en su colapso económico y político en 1990[5].

Una nueva carrera hacia la militarización del espacio

Hoy en día, numerosos signos apuntan a un interés cada vez mayor de las principales potencias imperialistas por el espacio como campo de batalla, posiblemente en el enfrentamiento que les opone. Uno podría ver esto sólo como una cuestión tecnológica y científica, pero los corredores en esta carrera, cuando hablan abiertamente, ven las cosas mucho más "estratégicamente": "Frente a las disputas que tienen lugar en las agencias espaciales europeas y francesas, Thomas Husak (...) considera que 'dados los intereses estratégicos no podemos permitirnos estar divididos'. Una palabra para el sabio... Mucho más que los Estados Unidos y China, más allá de las cuestiones de soberanía, existe una participación en una verdadera guerra comercial en el desarrollo de las capacidades espaciales (lanzadores, aplicaciones...). La Unión Europea es muy consciente de ello, apostando fuertemente por el espacio con un presupuesto en constante aumento: cinco mil millones de euros en 2007, luego trece mil millones en 2018 y finalmente dieciséis mil millones en 2027"[6].

Hoy en día, además de los rusos, estadounidenses y europeos, hay otros actores que llegan a la escena de la competencia espacial: La India y China han mostrado sus ambiciones en este ámbito... ...demostrando su capacidad para destruir los satélites en órbita. Al lanzar satélites capaces de acercarse a otros satélites, Rusia ha preocupado a algunos otros estados lo suficiente como para empujar a Francia a dotarse de un comando espacial autónomo cuyo objetivo declarado es proteger los satélites franceses: "Podemos ver con esta intrusión que somos vulnerables, dijo Stéphane Mazouffre. Y eso es aún más cierto cuando Europa no ha desarrollado un sistema para destruir los satélites desde el suelo. En marzo de 2019, la India se convirtió en el cuarto país que destruyó, mediante un misil, uno de sus satélites en órbita baja"[7].

El General Friedling, líder del comando Inter ejércitos francés en el espacio, dejó claro en una entrevista que no era ilegal instalar armamento en el espacio "si su objetivo no era agresivo"[8]. ¡Cuando sabemos que los estados más desarrollados dependen para el 6 o 7% de su PIB del sistema de satélites GPS de EE.UU., podemos entender el interés que tienen en proteger sus satélites y sus comunicaciones espaciales!

La exploración "pacífica" del espacio enmascara su militarización

Evidentemente, cuando la burguesía desarrolla una estrategia abiertamente agresiva, sobre todo en el dominio del espacio que no parece estratégico a primera vista, también desarrolla toda una gama de propaganda con el fin de ocultar sus verdaderas intenciones. En Francia, tal ha sido el papel, consciente o no, del astronauta Thomas Pesquet, que se convirtió en una expresión principal de la propaganda del Estado que pretendía mostrar el lado más "pacífico" de la actividad espacial de las grandes naciones. Aparte de que el equipamiento de la Estación Espacial Internacional (ISS) siempre ha sido internacional, los vínculos entre escuelas, las experiencias científicas directas y las numerosas fotos de la Tierra tomadas por Pesquet han dado una imagen muy "pacífica" y "neutral" de la actividad espacial actual[9]. La participación del presidente Macron en la bienvenida oficial que el astronauta recibió cuando regresó a la Tierra ilustra todo el esfuerzo de comunicación del estado francés detrás de este episodio. La exploración de la Luna y Marte plantea muchos elementos científicos, pero también más claramente elementos prosaicos; en particular, quién puede reclamar los recursos que eventualmente podrían ser extraídos de los suelos lunares o marcianos.

Desde inicios de ese siglo hemos visto proyectos más o menos fantásticos, desde el "turismo en el espacio" hasta la pura y simple explotación de los recursos minerales de los asteroides o incluso de la Luna y Marte. En la remota posibilidad, varios países se han dotado de legislación relativa a la propiedad de los objetos celestes[10]. El objetivo es establecer un apoyo jurídico para una eventual prospección minera en el espacio. Cierto número de empresas y multimillonarios como Richard Branson han proclamado su interés en estas oportunidades y en la creación de un turismo espacial, pero cierto número de elementos demuestran que en realidad se trata sólo de un espejismo. La empresa Virgin Galactic, fundada en 2004, sigue siendo incapaz de conseguir aquello para lo que fue creada, enviar "turistas" a la órbita terrestre. Si la creación de un "avión orbital" capaz de seguir una trayectoria saliendo de la atracción gravitatoria de la Tierra es una posibilidad, enviar turistas a la luna es otra historia completamente distinta: ¡incluso los cohetes de la NASA no pueden llevar más de cuatro pasajeros! Sin embargo, cosmológicamente hablando, la luna no está lejos, pero, técnicamente, nada está listo.

Si el "turismo espacial" parece una quimera, ¿qué pasa con la explotación de los recursos minerales del espacio? Para explotar recursos naturales extravagantes en el espacio sería necesario, en primer lugar, enviar un gran número de trabajadores al espacio con un equipo pesado particularmente sofisticado y, por tanto, costoso. Los beneficios de tal operación parecen así totalmente ilusorios, mucho más cuando la tecnología necesaria está aún por inventar. Nada de esto puede resolver los problemas del capitalismo, en cualquier caso; ¡lo que le falta no son materias primas sino compradores!

Finalmente, un reciente informe independiente publicado en febrero de 2019 concluyó que en las condiciones actuales no existe un objetivo preciso, ni la capacidad técnica, ni las finanzas para enviar a nadie a Marte desde ahora hasta… (2033) “Observamos que, incluso sin restricciones presupuestarias, una misión orbital a Marte en 2033 no puede planificarse de manera realista en el marco de los planes y la teoría actuales de la NASA” [11]. Cuando sabemos que el informe anterior pone una cifra de al menos 217 mil millones de dólares en el costo de un programa espacial para Marte, podemos ver la amplitud del esfuerzo exigido a la economía estadounidense en un momento en que las perspectivas económicas globales se están oscureciendo día a día. En cuanto a la razón que empuja a la agencia espacial estadounidense a planificar una expedición marciana, el informe concluye que ¡no hay ninguna! Es curioso observar que los problemas de costos no ahorran a la industria espacial “pacifica”: el presupuesto de la NASA representó el 4.5% del PIB de los EE.UU. en 1966, pero ahora solo representa el 0.5%. En septiembre pasado, India lanzó un módulo lunar cuya característica principal fue su bajo costo (seis veces más barato que un programa idéntico desarrollado por China). Pero los retrocesos de este alunizaje fueron precedidos de varios incidentes que afectaron el lanzamiento, lo que demuestra que tratar de hacer demasiado con tan poco no es realmente una estrategia que valga la pena en el espacio… Lejos de dopar la economía, estos proyectos no solo cuestan una fortuna sin ningún rendimiento, pero ya son presa del enfoque de “bajo costo” que está agrediendo a toda la economía capitalista. De todo esto solo podemos concluir una cosa: las perspectivas científicas y “pacíficas” que los estados están desarrollando para la conquista del Sistema Solar no son más que propaganda; ¡propaganda contra el objetivo real y oculto de proporcionarse una serie de satélites militares en el marco de una confrontación imperialista!

De hecho, el espacio es una apuesta esencialmente militar y estratégica: el espionaje, las telecomunicaciones, el rastreo por GPS y las comunicaciones militares convergen para hacer del espacio el actual campo de operaciones estratégicas de los principales imperialismos. "El espacio ya está militarizado, advierte Stéphane Mazouffre, director de investigación del laboratorio Icare del CNRS, en Orleans-La Source. Todos los países tienen satélites espías, satélites de comunicación dedicados a los militares que también utilizan sistemas GPS... Un satélite en sí mismo es un arma. ¿Por qué? Porque si su órbita puede ser alterada, es suficiente con que se acerque a otro satélite para perturbar su órbita y hacerlo inoperante. El simple hecho de poder acercar un satélite a otro puede considerarse como un posible ataque"[12]. Todos los despliegues de los ejércitos, desde el movimiento de tropas hasta los bombardeos estratégicos, dependen del sistema GPS o de su competidor europeo, Galileo. Todas las comunicaciones aseguradas pasan a través de satélites que, por consiguiente, deben ser protegidos del riesgo de ser totalmente desarmados frente a un enemigo. En esta óptica se puede entender por qué las grandes potencias se proveen de una operación espacial específicamente militar con su propio presupuesto. El colapso de los bloques imperialistas y el desarrollo del "cada uno para sí” han significado en gran medida que nuevos actores están constantemente buscando involucrarse en este dominio vital para sus propios intereses imperialistas. Estas intenciones son claras en el caso de Francia, que tiene cierta experiencia en este asunto[13]: "La ley sobre el programa militar francés (LPM) 2019-2025, prevé un presupuesto de 3,6 millones de euros para la defensa espacial. En particular, debe permitir la renovación de los satélites franceses de observación (CSO) y de comunicaciones (Siracusa), así como el lanzamiento en órbita de tres satélites de escucha electromagnética (Ceres) y la modernización del radar de vigilancia espacial de Graves"[14].

El capital hace la guerra en todas partes, incluyendo el espacio

Como vemos, y a pesar de las tranquilizadoras declaraciones de intención, el espacio ha sido un campo de rivalidades entre los principales tiburones imperialistas durante mucho tiempo; y hoy más que nunca es un elemento clave en la afirmación de su poder militar. Más allá de los objetivos económicos que la propaganda burguesa y algunos operadores privados han difundido (turismo espacial, extracción de minerales de los asteroides, exploración planetaria, viajes regulares de ida y vuelta a la luna) que constituyen en sí mismos un componente del imperialismo, es también objeto de una intensa batalla para la protección de la tecnología avanzada de las grandes potencias frente a eventuales nuevos competidores. Pero sobre todo eso, lo que realmente está en juego en la militarización del espacio sólo puede ser la preparación para futuros conflictos.

"El capitalismo trae la guerra como las nubes traen la tormenta" dijo Jaures. Nunca podría haber imaginado que el capital, lejos de detenerse al nivel del suelo y del cielo, traería un siglo después la guerra y el militarismo mucho más alto que las nubes, por lo que la necesidad de destruir este sistema para detener este militarismo universal se hace cada vez más urgente.

H.D.

 

[1] En nuestra página web: https://en.internationalism.org/icconline/2009/10/apollo-11-lunar-landing "... la aventura que no fue".

[2] El culto que el complejo militar-espacial dedica a Gagarin es objeto de burla en el cómic de Marion Montaigne publicado en 2017: Dans la combi de Thomas Pesquet (En el traje espacial de Thomas Pesquet), dedicado con humor a la personalidad del último astronauta francés

[4] El V2 fue un misil desarrollado por la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial. La ventaja obtenida por Alemania con la V2 fue que este misil abandonó la atmósfera durante su trayectoria, lo que hacía imposible su interceptación

[6] "El espacio, una apuesta vital y estratégica para la competitividad de la Unión Europea". En francés en La Tribune (27 de junio de 2018)

[7] "La militarización del espacio: un satélite es en sí mismo un arma". En francés, France 3, Centre-Val de Loire (26 de julio de 2019)

[8] "Francia podría enviar armas al espacio". Le Point, (18 de marzo de 2019)

[9] Este punto fue desarrollado muy explícitamente en el cómic, En el traje espacial de Thomas Pesquet, que cuenta todo su viaje espacial

[10] ¡Los EE.UU. en 2015, Luxemburgo en 2017!

[11] Citado de: "Informe independiente concluye que una misión humana a Marte en 2033, no es factible", Space-news (18 de abril de 2019)

[12] "Militarismo en el espacio: un satélite en sí mismo es un arma", France 3 Centre-Val de Loire (26 de julio de 2019)

[13] Así ha sido desde la política de "autodeterminación" de De Gaulle sobre "la disuasión nuclear", paralela pero también al margen de la OTAN. La creación del Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) en 1961 es una ilustración de ello, aunque éste se integró entonces en un marco europeo en los años 70, Francia siguió siendo el miembro más activo de la Agencia Espacial Europea

[14] "Francia pasa a la ofensiva en el espacio", Le Figaro (14 de julio de 2019)

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