La burguesía se une contra los trabajadores

Printer-friendly version

La burguesía mexicana, apenas renovó su equipo de gobierno federal entre bombos y platillos, no ha cesado ni un momento de machacar hasta el hartazgo su propaganda de la renovación de la esperanza que tanto se cacareó en las pasadas elecciones por todos los partidos políticos y sus candidatos. El gobierno federal del “nuevo PRI” sigue alimentando la idea de que ahora sí va a hacer bien las cosas y que los “ciudadanos” van a mejorar verdaderamente su nivel de vida en todos los aspectos. Incluso, se ufanan de haber logrado “un pacto histórico”, el llamado “Pacto por México”, que ha logrado el acuerdo entre los principales partidos para llevar a cabo sus medidas de gobierno que se implementarán en los próximos seis años. Por todos sus medios de difusión se presentó la escena palaciega donde desde el presidente, los gobernadores, legisladores, presidentes de los partidos políticos, militares, todos reunidos lanzan el mensaje de que tienen un gobierno fuerte.

Pero hay que decirlo muy fuerte: el susodicho “pacto” y la unidad que presume la burguesía son efectivamente en beneficio directo de la economía nacional, es decir, de la nación burguesa y por lo tanto completamente en contra de los trabajadores (por cierto, estas concertaciones políticas se están ensayando desde antes en otros países, por ejemplo en Francia). Basta recordar que con esta “unidad” se aprobó recientemente la “reforma laboral” que concreta  hasta lo indecible la agravación de los ataques que los trabajadores han venido resintiendo en los últimos años. En medio de una verborrea tan asquerosa como cínica con declaraciones sobre derechos y libertades, acerca de la seguridad y la justicia, acuerdos para la transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción, acuerdos para la gobernabilidad democrática, etc., menciones que buscan endulzar y esconder las reales pretensiones del “pacto” y que en realidad se enfocan en la determinación de los capitalistas para lograr apuntalar su economía como lo muestran todas las medidas anunciadas y que van precisamente en el sentido de lograr un crecimiento económico y sobre todo buscan mejorar la tan ansiada competitividad que repunte las ganancias de la burguesía, medidas que en paquete con otras como la austeridad ya anunciada, la reforma fiscal que significa más impuestos y por lo tanto una disminución real de los salarios son enteramente a costa del sufrimiento y la destrucción de la salud física y mental de los trabajadores y de sus familias. Cuando la burguesía busca medidas para “atraer inversión y para ser más productivos” en realidad quiere decir: “¡Vengan capitales a México, aún tenemos una clase obrera dócil, barata y rendidora!”, su lenguaje “globalizador” significa a una vil explotación de millones de seres humanos reducidos a condiciones infrahumanas.

Y ya está en marcha la maquinaria para ir asestando los golpes de manera ordenada y controlada, por ejemplo, con el anuncio de la enésima “reforma educativa” que más bien se trata de una profundización de la reforma laboral ya en marcha en ese sector en contra de los trabajadores de la enseñanza. Las bellas palabras sobre educación, cultura y arte con que se adorna este nuevo ataque esconden también el hecho de que las demandas de eficiencia y eficacia del sistema educativo van a recaer precisamente sobre las espaldas de los trabajadores que resentirán peores ritmos de trabajo, mayores cargas horarias, inestabilidad y flexibilidad laboral como nunca lo habían experimentado. Las estridencias mediáticas que se han desatado por el supuesto ajuste de cuentas contra la cacique del SNTE, Elba Esther Gordillo, no son sino distractores para intentar evitar que veamos el fondo de la cuestión. Al final de cuentas,  los grupos de poder van a negociar la permanencia o retiro ordenado de la cúpula de este sindicato y eso nada importa a los intereses de los casi millón y medio de trabajadores del sector pues,  con esta camarilla o con otra,  los ataques van a seguir y serán cada vez peores e insoportables y en ello el sindicato como institución está implicado de manera completa. Es también una campaña ideológica el hacernos pensar que el Estado y los sindicato son cosas distintas;  “el gobierno de Peña contra el SNTE”, ¡nada más falso! Todos defienden el statu quo de la  explotación asalariada: desde Peña Nieto a Elba Esthér Gordillo, pasando por Gómez Urrutia, Hernández Juárez, CNTE u Obrador… su función es precisamente mantener incólume la explotación de una minoría hacia una inmensa mayoría de la población… ¡Esa es su sucia faena!

El dúo dinámico

Pero además, hay otro indicador espectacular de la evidencia de que la burguesía como un todo está unida en ese “pacto” contra la clase trabajadora. Como nunca antes en la Ciudad de México la popularidad mediática del Nuevo Jefe de Gobierno está complementando la campaña mencionada poniendo a “Súper Mancera” como segundo héroe de la película quien llama a confiar en su gobierno de izquierda y ciudadano pues tomará medidas para elevar, como por arte de magia, las condiciones de vida de los habitantes de esta entidad (ya hasta hizo anuncios estruendosos de medidas contra la inseguridad).

En fin, una euforia tremenda que trata de convencer al proletariado que ahora sí las cosas van a cambiar. Sin embargo, como dice el refrán, “el diablo está en los detalles”. Esto está condicionado a que los que históricamente siempre han sido sacrificados acepten una vez más… otro ajuste y algunas “molestias” más pero que habrán de tener su recompensa en el “bienestar” del futuro. ¿Dónde habremos oído eso…? ¿dónde?

Esta unidad de la burguesía demuestra que los diferentes partidos políticos, su discurso diverso, sus colores, etc., no son sino ropajes necesarios para poder cumplir su función dentro de la división del trabajo encomendada por el Estado para el encuadramiento de los trabajadores; y de esto ya dieron una pequeña muestra de lo que viene por delante: acción coordinada en la provocación policiaca y la consiguiente represión contra los manifestantes y transeúntes  (ver artículo en este RM) el pasado 1o de diciembre mostrando el músculo del Estado omnipotente dispuesto a masacrar las protestas sociales que son inevitables por los ataques redoblados e inmisericordes que están en marcha. Por cierto, hay versiones equivocadas por ingenuidad o por interés en el sentido de que “Súper Mancera” puede ser cómplice pues evitó condenar la represión hecha por la policía federal de Peña Nieto… ¡NO! En realidad, como lo muestran todas las evidencias, las policías federales y del DF actuaron juntas y bajo una coordinación y un plan preconcebido.

La solución a nuestras penurias no pasa por las elecciones

Esta situación va a recordarle una vez más a los trabajadores, aunque sea con amargura, que ir a votar por tal o cual personaje político de la burguesía solo significa que estamos eligiendo al verdugo que dirigirá la explotación y la represión en los años siguientes. El objetivo de la farsa se cumplió a plenitud al dejar una aureola de falsa reflexión en torno a lo que puede venir con el relevo en la presidencia o incluso con la sensación que dejó en amplias masas movilizadas de haber quedado cerca de la posibilidad de un “cambio verdadero” si hubiera ganado el candidato de las llamadas izquierdas: “las cosas fueran mejor si hubiera ganado López Obrador”. Nada más falso y tóxico para la conciencia de clase. Tanto las elecciones como su glorificación posterior en base a una exaltación de falsas bondades “democráticas”, expresan en última instancia la forma en que la clase dominante, la burguesía, ejerce su imperio sobre la sociedad en su conjunto mediante la propagación de ilusiones y fantasías que intentan hacer creer  a supuestos ciudadanos libres que ejercen su derecho a conducir los destinos de una nación mediante la elección de los administradores del aparato gubernamental y del parlamento, y mediante ellos incluso, un modelo económico determinado. Y todas las alternativas que se votan representan a grupos determinados de la clase dominante y solo se diferencian por su discurso. Nada más hay que acordarse cómo les ha ido a los trabajadores en los innumerables países donde la burguesía ha ascendido al poder nacional o regional a partidos o políticos de izquierda.

Por cierto, el proletariado tendrá que ocuparse en el periodo que viene de las ansias de renovación e innovación que tiene la burguesía en México y que está preocupada por el desgaste de algunos de sus instrumentos y mecanismos de mistificación y dominación y se apresta a mejorarlos. Está el caso, por ejemplo, del proyecto del nuevo partido “Morena” ante el desprestigio y la debilidad organizativa y política del PRD. En efecto, la radicalización de AMLO y el grupo político que encabeza es una medida que toma la burguesía, entre otras, para dar respuesta al descontento generalizado dentro de los trabajadores que ya están desconfiando de la “izquierda moderada y responsable” que representa el PRD. Es decir, el Estado busca ocupar todos los flancos sociales a fin de encuadrar a todos los trabajadores. Por lo pronto, desde ahora se les dice de nuevo a los trabajadores que apoyando esta nueva opción política en 2018 podrán elegir a un político que les beneficie, ahora sí al más honesto… el partido de Obrador será una muralla a derribar en el camino a la revolución proletaria.

Es cierto que las campañas de la burguesía son amplias y apabullantes causando una desorientación y confusión generalizadas en el conjunto de la clase obrera, sin embargo, en un escenario de profundización de la crisis económica y sus consiguientes ataques sobre las espaldas de los trabajadores, éstos van a ser obligados a luchar para defenderse, lo cual necesariamente deberá ir acompañado de la reflexión y la discusión colectivas para clarificar las mejores condiciones de la lucha: cuáles son sus métodos de lucha, quienes son sus enemigos políticos, cuál es su terreno de clase. Este proceso es difícil pero es el único camino para el proletariado.

RR, diciembre 2012

Rubric: 

Pactos y reformas