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Los incidentes de Barcelona el pasado 29 de marzo han sido tomados por el Estado como excusa para un violento reforzamiento de la represión
En la manifestación del 29 marzo en Barcelona, la policía autonómica -los Mossos de Esquadra- atacó violentamente un sector de la manifestación con gases lacrimógenos, pelotas de goma, porrazos...
La escusa del vandalismo
La explicación que dieron al unísono tanto las autoridades catalanas como el gobierno central, es que había sido en respuesta a los actos de vandalismo de "violentos anti-sistema".
Sin embargo, existen motivos más que razonables para dudar de esta "explicación" y deducir otras motivaciones muy diferentes.
El consejero del interior de la Generalitat, repitió machaconamente los días previos a la manifestación que los "violentos" iban a aprovecharla para entrenarse cara a mayo donde se celebraría en Barcelona un acto del Banco Central Europeo. Tanta insistencia era una forma de incitarles a actuar, un "efecto llamada".
Resulta igual de llamativa la rapidez con la que se produjo el despliegue de la tropa policial, nada más producirse las primeras quemas de contenedores, lo que contrasta con la habitual tardanza de otras ocasiones. Pero lo que resulta más chocante aún es que no cargaron contra los causantes de los destrozos sino que la emprendieron directamente con cualquier manifestante y especialmente con gente mayor, jóvenes, mujeres, que nada tenían que ver con los actos violentos..
Otro hecho significativo es que los furgones policiales hicieron amago de retirarse por la zona de Urquinaona, dando la imagen de que retrocedían, lo que animó a los grupos de "violentos" a multiplicar sus acciones vista la aparente "derrota policial".
Pero lo que más nos debe llamar la atención es la rápida campaña mediática en la que han convergido unánimemente Gobierno y Oposición y todos los medios de comunicación (desde la extrema derecha hasta los "progresistas" de El País) no solamente en la "condena rotunda" de los incidentes y su atribución a los "vándalos anti-sistema" sino en la necesidad de adoptar medidas represivas inmediatas, los gritos reclamando "mano dura" y nuevas reformas del Código Penal se han hecho agobiantes.
Con inusitada celeridad el Gobierno se ha puesto manos a la obra. Según el diario digital Público «el Ejecutivo ha decido reformar el Código Penal la Ley de Enjuiciamiento Criminal y la ley orgánica de protección de la seguridad ciudadana", con objeto de «incluir como delito de atentado a la autoridad la resistencia pasiva o activa. En clara referencia a las movilizaciones estudiantiles de Valencia y el movimiento 15-M, con esta legislación podrían ser condenados por atentado todas las personas que acudan a las movilizaciones de los indignados, que suelen llevarse a cabo sin previa notificación a la Delegación de Gobierno», del mismo modo «se incluirá como delito de desorden público los supuestos en los que se penetre en establecimientos públicos o se obstaculice el acceso a los mismos. En este sentido, se ampliará la cuantía de los daños no sólo a los que se produzcan en establecimientos, sino también a los que se deriven por la interrupción de cualquier servicio público», y para dejar las cosas todavía más claras «La reforma propuesta prevé que sea considerado "delito de integración en organización criminal" difundir a través de Internet y las redes sociales las convocatorias "violentas" y que "alteren gravemente el orden público", que podrían ser todas aquéllas que no hayan sido notificadas y que se nieguen a abandonar el lugar pese al aviso de la Policía. Exactamente lo que pasó el 15 de mayo y los días posteriores en la Puerta del Sol de Madrid».[1]
Un ataque a la lucha autónoma y asamblearia
Estos planes no van dirigidos "contra el vandalismo" sino contra la repetición de las acciones de masas, espontáneas, autónomas y asamblearias que se dieron en el 15 M o en la movilización de los estudiantes en Valencia en febrero 2012; la ocupación de calles y plazas; la decisión libre de trabajadores y explotados. Por si queda alguna duda, el consejero del Interior catalán lo aclara: «Se trata de que la gente tenga más miedo al sistema».
No debemos olvidar que el movimiento de los indignados estalló como respuesta solidaria a la brutal represión encargada por el hoy jefe de la oposición, Rubalcaba, y que las diferentes tentativas de criminalizar el movimiento fracasaron debido a la respuesta inteligente, masiva y solidaria[2]. Del mismo modo, la tentativa del Gobierno Rajoy de imponer el pasado febrero un clima de terror en Valencia tomando como cabeza de turco a los estudiantes fracasó gracias a la explosión de solidaridad que se dio en Valencia y se extendió a toda España[3].
El Capital y su Estado tenían dos cuentas pendientes con las masas explotadas, estaban sedientos de venganza, la maniobra del 29 M en Barcelona es una clara revancha.
De forma más general, vemos que con la agravación de la crisis el margen de maniobra del Capital para hacer concesiones aunque sean aparentes o temporales, se reduce de forma sustancial, de manera que -como lo muestra la experiencia de Grecia, Portugal o lo que estamos viendo en España- su única política posible es "sangre, sudor y lágrimas" para la inmensa mayoría[4] y ello requiere el reforzamiento de la máquina represiva del Estado tanto de la policía como de los tribunales, la legislación, las cárceles.
Tal endurecimiento del aparato represivo estatal no viene de ahora. Cabe recordar que la trampa a la que fueron sometidos los controladores aéreos en diciembre 2010 tuvo como finalidad crear el clima público apropiado para justificar un escarmiento represivo brutal[5]. Tampoco se trata de algo limitado a España. En Gran Bretaña el gobierno Cameron ha acentuado las medidas represivas y carcelarias, en Estados Unidos, cuna de la democracia y gobernada no por el derechista Bush sino por el "progresista" Obama, la brutalidad policial y las detenciones en masa han sido la respuesta al movimiento de ocupaciones.
Ahora bien, podemos ver con esta campaña represiva un objetivo suplementario directamente relacionado con la evolución de la lucha de clases en España. El 15 M inauguró una tendencia muy importante: la ocupación de calles y plazas por multitudes inmensas de todas las edades que expresaban en voz alta no solo su descontento sino también los primeros intentos de tomar en sus manos su propio destino. Desde enero de 2012, a pesar de que ahora las luchas han caído bajo el asfixiante tutelaje sindical, esa tendencia no solo no ha refluido sino que se ha acentuado: son miles y miles de personas de todos los sectores, de todas las edades, desde jubilados hasta jóvenes, padres con sus hijos de la mano, a hombros, en el cochecito de bebé..., los que desfilan una y otra vez mostrando su rechazo a las medidas de austeridad salvaje que se nos imponen. El 29 de marzo las calles fueron de nuevo tomadas por grandes multitudes.
Esta unión en la calle de todos los oprimidos y explotados, muy peligrosa para la clase dominante y para su Estado, permite que vaya germinando la confianza del proletariado en sus propias fuerzas; plantea preguntas, a muchas personas, sobre el hecho de que pese a la gran fuerza desplegada, los sindicatos no hacen nada y el poder no cede.
El Capital y su Estado necesitan romperle el espinazo a tanta masividad. Por una parte convirtiendo en algo delictivo la manifestación de masas unitaria y asamblearia. Por otro lado aterrorizando a jóvenes, mayores, padres de familia, niños, con ataques brutales de la fuerza policial. El señor Puig ha aducido el "argumento infalible" para "justificar" ese terrorismo sobre la multitud: «los violentos se confunden entre la gente y van vestidos como ella».
Esta táctica de criminalización legal de la acción de masas y de descargar sobre ella el terror policial tiene precedentes. El pasado 15 de octubre, durante la jornada de acción mundial, hubo manifestaciones masivas en Italia y especialmente en Roma, parecía que la llama iba a prender allí ¿Cómo pudieron apagarla? Pues se organizó con provocadores policiales violentos incidentes de guerrilla urbana con la que justificaron una "súbita" invasión policial de la manifestación. Fue el último servicio que el odiado Berlusconi prestó al capital. En Grecia las manifestaciones son cada vez menos masivas: el gobierno "socialista" de Papandreu puso en práctica mediante una sección especial de la policía la organización sistemática en toda manifestación de "incidentes violentos" (quemas de bancos, asaltos a comercios céntricos) que a continuación "justificaban" cargas policiales sobre todos los manifestantes.
La diferencia con Valencia y con el 15 M
Como resultado de los "incidentes" de Barcelona ha habido 41 detenidos y la "justicia" se ha empleado con extremada saña. Por solo poner un ejemplo, dos estudiantes de física siguen encarcelados habiéndoles negado la jueza la libertad provisional. Familiares, profesores, compañeros de universidad, han planteado que no tienen nada que ver con la película de "guerrilla urbana" de la que se les acusa. Y sin embargo siguen en prisión.
La solidaridad con ellos y con todos los detenidos es una necesidad vital de la misma forma que la respuesta contra el paquete represivo que está cocinando el gobierno. Y sin embargo, estamos viendo que la movilización está siendo muy minoritaria. Concentraciones de pocos centenares de personas en Barcelona y menos numerosas en Valencia y otras ciudades.
Esto contrasta con la firme solidaridad de masas que se dio en Valencia hace mes y medio o la que practicó el 15 M frente a las diferentes maniobras represivas de las que fue objeto.
¿Por qué esta diferencia?
El 29 era una acción sindical mientras que tanto el 15 M como la movilización en Valencia eran espontáneas basadas en el impulso colectivo de masas. Se trata de una diferencia abismal.
Para empezar, los sindicatos se han desentendido de los detenidos en Barcelona, su silencio ante la brutalidad policial ha sido ensordecedor. ¡Y eso que muchos de los golpeados y gaseados por los mossos de esquadra eran afiliados sindicales! Ningún respaldo, ninguna solidaridad. ¡Peor aún! El sindicato policial catalán que está afiliado a la UGT felicitó a los mossos de esquadra por su actuación durante el 29 de marzo.
Pero hurguemos más profundamente en las diferencias entre el 15 M y Valencia por un lado y el 29 M por otro.
Tanto en el 15 M como en Valencia las acciones masivas contra la represión partían de la iniciativa autónoma, rápida y directa, de masas significativas de explotados. En cambio, la movilización sindical y más concretamente la convocatoria del 29 M se ha basado en anular toda iniciativa en los trabajadores. Su papel se ha reducido a la de simple número que engrosa la estadística de horas perdidas en la huelga, de soldadito de plomo que agita una bandera sindical o toca el pito baja la batuta de los directores de orquesta sindicales.
Tanto en las movilizaciones de Valencia como en las del 15 M la solidaridad estaba a flor de piel, constituía el primer y más importante sentimiento. Así el 15 M multiplicó las acciones masivas de solidaridad con detenidos, con desahuciados, con emigrantes. En contraste, la convocatoria del 29 M ha sido hecha para anular toda solidaridad colectiva porque la participación en la huelga se planteaba como un acto individual, de cada "ciudadano trabajador" que debía "tomar la decisión soberana de ir o no a la huelga" sometido al fuego cruzado de los empresarios y jefes que le presionaban para ejercer el "derecho constitucional al trabajo" y por el otro lado de los delegados sindicales que le hacían sentir culpable si no ejercía el "derecho constitucional a la huelga". ¡En tales condiciones de división la solidaridad se hace imposible!
El desarrollo de la solidaridad
El episodio de Barcelona nos proporciona dos lecciones claras que necesitamos aplicar en las próximas luchas:
1º El blindaje represivo del Estado que se dirige contra lo que más le amenaza: la acción colectiva y autónoma de la masa explotada.
2º Que esta acción colectiva y la solidaridad que es su más alta expresión no puede desarrollarse en el terreno sindical sino fuera de él y contra su asfixiante tutela.
Corriente Comunista Internacional 20-4-12
[1] Ver https://m.publico.es/429078
[2] Ver Represión en Valencia, solidaridad con los indignados, indignación con el Estado democrático https://es.internationalism.org/node/3330 y ¿Qué hay detrás de la campaña contra los violentos en torno a los incidentes de Barcelona? https://es.internationalism.org/node/3130
[3] Ver Ante la escalada represiva en Valencia https://es.internationalism.org/node/3324 y ¿Por que nos consideran sus enemigos? https://es.internationalism.org/node/3330
[4] Frase del político británico Churchill que se hizo famosa en la 2ª Guerra Mundial.
[5] Ver nuestro artículo Estado de alarma, militarización: ¡hoy son los controladores mañana puede ser cualquier grupo de trabajadores! /cci-online/201012/2999/estado-de-alarma-militarizacion-hoy-son-los-controladores-manana-puede-ser-cu