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¿Por qué ha surgido el Movimiento 15M?
Si bien los antecedentes más inmediatos han sido las recientes protestas en contra de la "Ley Sinde" y el hartazgo de los grandes partidos burgueses del arco parlamentario español por parte de la mayoría de la población, el movimiento de indignación que ha eclosionado en todo el Estado ha tenido como caldo de cultivo la sangrante crisis capitalista (especialmente virulenta en España), cuya consecuencia más destructiva han sido las elevadísimas tasas de paro (en torno al 45%) que la juventud explotada ha tenido que soportar desde hace años.
¿Es el Movimiento 15M algo que pueda transformar realmente la sociedad?
Desde el principio algunos de nosotros hemos visto que este movimiento adolecía de defectos de base, tales como la falta de un discurso sólido sobre la insostenibilidad del capitalismo, el papel del Estado y la cuestión de la imposibilidad de reformas que, en el marco del vigente sistema de explotación, puedan mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la sociedad.
Partiendo de esta premisa, es verdad que el Movimiento 15M ha representado en gran medida un despertar en la conciencia aletargada de las clases populares, anestesiadas durante años con el discurso de la "paz social" y la "reconciliación nacional" (productos genuinos de una mal llamada "Transición a la democracia"), el oportunismo de los partidos y sindicatos de la "izquierda" del capital, así como con una publicidad y una subcultura televisiva que, de forma machacona, nos han vendido la moto sobre las supuestas bondades del actual status quo.
El Movimiento 15M aún está muy lejos de poder representar un desafío serio para la clase dominante, pero sí puede ser, si confluyen una serie de circunstancias (1. presencia clara y determinante de una clase trabajadora, incluyendo a los millones de parados expulsados brutalmente del mercado laboral, que entre en escena para enfrentarse a los planes de miseria impuestos por la Patronal y su Estado, y 2.. conciencia de la necesidad de organizarse políticamente para desalojar al capital financiero del poder, auténtico poder fáctico en el capitalismo tardío), un sustrato para un futuro movimiento revolucionario que pueda cambiar radicalmente el actual modelo social.
¿Es el Movimiento 15M apolítico?
En una sociedad de clases como la nuestra (básicamente, los que detentan el capital y los que subsisten vendiendo su fuerza de trabajo como mercancía), no existe ningún movimiento social que pueda ser apolítico, puesto que todo movimiento de protesta es un fiel reflejo de conflictos de intereses entre clases sociales (en nuestra época, pugnan los intereses del capital monopolista y de las masas trabajadoras, que son la mayoría absoluta de la población) y, por tanto, es político lo quiera o no.
El "Movimiento de los indignados" debe superar el manido cliché de "no somos ni de izquierdas ni de derechas", ya que la neutralidad ideológica es lo que precisamente menos daño le hace al sistema; debe entroncarse, si quiere crecer en cantidad y sobre todo en calidad, con las distintas tradiciones revolucionarias que desde las clases explotadas han tratado, durante más de dos siglos, de destruir cualquier vestigio de opresión de unos seres humanos sobre otros.
¿Puede el Movimiento 15M modificar ciertos aspectos del sistema pacíficamente?
En primer lugar, una de las grandes debilidades de este movimiento es que reproduce fielmente el "programa" de organizaciones con un amplio bagaje oportunista y reformista (como IU o ATTAC), el cual venimos denunciando algunos desde hace años. Muchos de los que, ingenuamente, han asumido el "programa mínimo" de reformas de Democracia Real Ya y otras plataformas, deben darse cuenta de que el sistema ha entrado en una fase irreversible en el que no puede permitir ningún tipo de reforma de calado positiva para los intereses de la mayoría social y, por tanto, sólo la supresión revolucionaria de todo el tinglado actual puede garantizar la consecución de una vida digna. ¿No es suficiente prueba de lo que sostenemos las durísimas luchas que están llevando a cabo los trabajadores y estudiantes griegos, con diez huelgas generales en un año, que no han hecho retroceder al capital sino todo lo contrario, ya que justamente está apretando las tuercas todavía más a través de la UE y el FMI?
Empezando por la propuesta más ajena a los intereses de la clase trabajadora y, al mismo tiempo, más interesadamente publicitada por los grandes medios de comunicación (como es la Reforma de la Ley Electoral, que no solamente no se cuestiona el trasfondo del circo electoral, sino que no tiene en cuenta el carácter de clase de todas las instituciones del Estado, inservibles para defender y representar los intereses de la mayoría social), y siguiendo por otras medidas sin duda bienintencionadas como la supresión del trabajo precario o el cumplimiento del derecho a una vivienda digna, ninguna de las propuestas de Democracia Real Ya (la democracia real, por cierto, es incompatible con un sistema de explotación de una minoría sobre la mayoría) apuntan a la raíz del problema, que es la organización económica de la actual sociedad: la propiedad privada de las riquezas fundamentales y la concentración de estas en cada vez menos manos.
La verdadera cuestión no es solamente que no debamos conformarnos con poner parches sobre un sistema en fase terminal (que también), sino sobre todo que ni siquiera se nos va a permitir mantener lo poco que nos queda de "Estado del Bienestar". Luego la alternativa es clara: o revolución o barbarie. Ni regeneraciones ni reformas son posibles , sino sólo una transformación radical. Tratar de reformar el sistema sería tan inútil y absurdo como tratar de mantener en estado vegetativo a un paciente en coma irreversible.
Respondiendo a la pregunta sobre los cambios pacíficos, este es otro de los grandes tópicos que mucha gente ha asumido sin rechistar. No, no es posible cambiar de modelo social pacíficamente, por la sencilla razón de que el actual orden capitalista se asienta sobre una base doblemente violenta: por un lado, mediante la violencia, amparada por la Ley, que supone la propiedad privada de los medios de producción en cada vez menos manos, excluyendo a la mayoría de los ciudadanos (condenados así al paro y la precariedad) del acceso a los frutos de la riqueza generada por ellos mismos; y, por otro lado, haciendo uso de la violencia del Estado (cuerpos represivos y sistema penal) para la defensa de sus intereses.
En este sentido, poca gente entiende aún que el Estado actual no es el de "todos los ciudadanos", sino que es un Estado con un carácter de clase muy claro: el Estado de la Patronal, del capital financiero, en el que todas las instituciones responden a los intereses de la clase dominante.
Por eso es iluso e incluso suicida pensar que un orden radicalmente violento puede ser derrocado pacíficamente. ¿Pensamos de verdad que la clase dominante va a renunciar a sus privilegios "de buenas maneras"? La Historia ha dado sobradas muestras de que esto no puede producirse, y sólo los movimientos de masas que han tomado por la fuerza lo que es suyo han conseguido triunfar y hacer frente a la inevitable violencia del Estado capitalista.
La brutal represión de los Mossos d'Esquadra contra manifestantes pacíficos y desarmados debería servir para que muchas personas, con buenas intenciones pero profundamente equivocadas, se den cuenta de que es necesario cuestionar el monopolio de la violencia estatal y actuar con inteligencia y cautela hasta que, por número y calidad, estemos en condiciones de desalojar a la clase dominante del poder de la forma menos violenta posible (porque no somos nosotros los que hacemos de la violencia nuestra seña de identidad, sino los actuales dirigentes, los mismos que promueven guerras de rapiña fratricidas y que reprimen a "sus" ciudadanos en cuanto rechistan más de la cuenta). La Historia ha demostrado que sólo la justa y medida violencia revolucionaria contra la actual violencia estructural puede traernos la justicia y la paz.
¿Existe alternativa a este sistema?
Cuando los contertulios de los medios de comunicación dominantes (sobre todo los de la ultraderecha del "TDT Party", con Intereconomía y Veo7 a la cabeza) preguntaban estos días a algunos portavoces de las acampadas de Sol o de la Plaza de Catalunya sobre las alternativas que proponían, salía a la luz la falta de claridad ideológica de este movimiento, algo de lo que también adolece buena parte de nuestra "izquierda revolucionaria". Y es que el sistema lleva años luchando en nuestro país para que los trabajadores y jóvenes precarios no se formen en la crítica política, sino en la sumisión y la fe ciega en los nuevos dogmas sociales. (No es de extrañar que en la Universidad, por ejemplo, cada vez tenga menos presencia el marxismo en las ciencias sociales: no van a tirar piedras sobre su propio tejado.)
Por eso lo primero y más urgente que muchos jóvenes (y no tan jóvenes) deben plantearse es que este sistema no puede ser derribado solamente con buena fe y voluntad, sino con una concienzuda preparación en lo político y lo ideológico que pueda plantear una alternativa seria y una táctica y una estrategia acordes con los fines que se desean conseguir. ¡Y claro que existe alternativa! Una alternativa que no va a ser inventada por "mentes brillantes", sino que va a ser la actualización del patrimonio que nos legaron los grandes movimientos revolucionarios durante los siglos XIX y XX. Conformar un movimiento de las clases explotadas que, fundidas con su Partido revolucionario, pueda proceder a la demolición programada del capitalismo mediante una serie de medidas fundamentales:
-Disolución del actual Estado y de sus tribunales y fuerzas represivas, sustituyéndolo por un Estado que, asentado sobre la autoridad de las Asambleas de Trabajadores y Estudiantes, garantice el poder efectivo de la mayoría de abajo a arriba, dando paso a la constitución de una verdadera Cámara de la mayoría social, con sus subdivisiones territoriales a nivel estatal, nacional, regional y municipal (esta sería la única democracia real posible), aprobando la posibilidad de revocar en todo momento a nuestros representantes y la asignación del salario medio de un obrero para todos los funcionarios públicos. Se derogarían, asimismo, todas las antiguas leyes represivas que atentaban contra los derechos políticos de la mayoría, como la Ley de Partidos.
-Expropiación de las grandes empresas en los tres sectores económicos (agricultura, industria y servicios), poniéndolas bajo la nueva jurisdicción estatal, sometiendo su producción -así como las de las PYMES, que seguirían temporalmente en régimen de propiedad privada hasta su inclusión progresiva y pacífica en cooperativas y colectividades del Estado- al control democrático permanente y directo de sus asalariados en cada lugar de trabajo. Distribución de la riqueza generada (el fondo social de consumo) según el principio: de cada cual según su capacidad y a cada cual según su necesidad.
-Sustitución del principio de la competencia capitalista por el de la colaboración y cooperación de todos los trabajadores agrupados en empresas y sectores unificados, favoreciendo la más absoluta transparencia en materia de investigación y desarrollo tecnológico, prohibiendo por Ley todo secreto comercial, patentes de fabricación y cualquier otro copyright que pudiera obstaculizar el progreso social.
-Al convertir la propiedad de los grandes monopolios en propiedad colectiva (garantizada por un Estado controlado por las Asambleas de Trabajadores, ante las cuales el Estado sería un mero instrumento de gestión de las directrices y decisiones de los órganos de poder asambleario), y al posibilitar la incorporación de cada vez más trabajadores en paro al haber abolido el beneficio privado en las grandes empresas (dicha incorporación, que sería paulatina, se podría realizar al haber más masa monetaria procedente de las ganancias colectivas, que servirían para aumentar la plantilla en empresas donde hiciera falta o para realizar trabajos de interés general), esto repercutiría en una mejor asignación de recursos y en que más trabajadores, gracias en parte a la tecnología, pudieran ver reducidas sus jornadas laborales hasta casi la mitad y se dedicasen así cada vez más al ocio, la cultura y las relaciones interpersonales.
¡Nos queda tanto por construir, no tenemos nada que perder más que nuestras cadenas!
¡Que nuestros hijos y nietos vivan en un mundo digno de ser vivido!
¡Que el 15M sea el principio de un cambio en la mentalidad de los explotados, un cambio que pueda propiciar una transformación revolucionaria de la sociedad!
J V B, trabajador en paro y estudiante de Económicas de la UNED