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Grecia, Turquía, Portugal, España, Italia, Gran Bretaña, Irlanda, Francia, Alemania, Rumania, Estados Unidos, Japón, China...
¡Frente a las curas de austeridad, respondamos con la lucha!
En Grecia la cólera es inmensa y la situación social explosiva. En este mismo momento. el Estado griego lanza ataques terribles contra el proletariado. Todas las generaciones obreras y todos los sectores están afectados de lleno. Los trabajadores del sector privado, los funcionarios, los desempleados, los jubilados, los estudiantes-precarizados... Nadie está a salvo. Toda la clase obrera está amenazada de sumirse en la miseria.
Frente a estos ataques, el proletariado no ha dejado de reaccionar. Los obreros están saliendo a la calle a batirse, mostrando así que no están dispuestos a aceptar sin resistencia los sacrificios que les exige el capital.
Pero por el momento esta lucha no consigue desarrollarse, no es aún una lucha masiva. Los obreros de Grecia viven momentos difíciles ¿Qué hacer cuando todos los medios de comunicación y todos los responsables políticos afirman que no hay más remedio que apretarse el cinturón para salvar al país de la quiebra? ¿Cómo resistir la apisonadora del Estado? ¿Qué métodos de lucha emplear para construir una relación de fuerzas favorable a los explotados?
Todas estas cuestiones no conciernen únicamente a los obreros que viven en Grecia, sino a los de todo el mundo. Además no hay que hacerse ninguna ilusión, la tragedia griega es un anticipo de lo que espera a los obreros en todas partes. De hecho ya se han anunciado oficialmente Curas de austeridad a la griega en Portugal, en Rumanía, en Japón y en España (¡donde el gobierno acaba de bajar el salario una media del 5% a los funcionarios entre otras medidas!). Todos estos ataques simultáneos revelan una vez más que los obreros, cualquiera que sea su nacionalidad, forman una misma clase que tiene en todas partes los mismos intereses y los mismos enemigos. La burguesía hace que el proletariado cargue con las pesadas cadenas del trabajo asalariado, pero sus eslabones unen a todos los obreros, de país en país, por encima de las fronteras.
En Grecia, son hoy nuestros hermanos de clase los que son atacados y han empezado dolorosamente a intentar batirse. Su lucha es también la nuestra.
¡Solidaridad con los obreros de Grecia! ¡Una misma clase un mismo combate!
Rechacemos todas las divisiones que intenta imponernos la burguesía. Al viejo principio de las clases dominantes, divide y vencerás, opongámosle la consigna de agrupamiento del proletariado: Proletarios de todos los países, ¡Uníos!
En Europa, la burguesía en cada país trata de hacer creer a los obreros que van a tenerse que apretar el cinturón por culpa de Grecia. La falta de escrúpulos de los gobernantes griegos, que habrían dejado que el país viviera a crédito durante décadas y además habrían amañado las cuentas públicas, sería la causa principal de una crisis de confianza internacional en el euro. Los diferentes gobiernos utilizan todos este pretexto engañoso para justificar, uno tras otro, la necesidad de reducir los déficits y la adopción de planes de rigor draconianos.
En Grecia, todos los partidos oficiales, empezando por el Partido "Comunista", agitan los sentimientos nacionalistas: «las fuerzas extranjeras son las responsables de los ataques», «Abajo el FMI y la UE»,«Abajo Alemania»; esas son las consignas que lanzan en las manifestaciones la izquierda y la extrema izquierda, que así, ignoran voluntariamente el capital nacional griego.
En Estados Unidos, si las bolsas caen, sería a causa de la inestabilidad de la Unión Europea; si las empresas cierran, sería a causa de la debilidad del euro, que afecta al dólar y a las exportaciones.
O sea, cada burguesía nacional acusa al vecino y ejerce sobre el proletariado que explota este chantaje infame: «aceptad los sacrificios, sino el país se debilitará y los concurrentes se aprovecharán». La clase dominante intenta inocular el nacionalismo, verdadero veneno para las luchas, en las venas obreras.
Este mundo dividido en naciones concurrentes no es el nuestro. Los proletarios no tienen nada que ganar encadenándose al capital del país donde viven. Aceptar hoy los sacrificios en nombre de la defensa de la economía nacional, significa preparar otros sacrificios más duros aún para mañana.
Si Grecia está al borde del abismo, si España, Italia, Irlanda y Portugal siguen el mismo camino, si Gran Bretaña, Francia, Alemania o Estados Unidos están en plena tormenta económica, es porque el capitalismo es un sistema moribundo. Todos los países están condenados a hundirse irremediablemente en este marasmo. Desde hace 40 años la economía mundial está en crisis. Las recesiones se suceden unas a otras. Sólo una huída adelante desesperada en el endeudamiento ha permitido al capitalismo obtener, hasta ahora, un poco de crecimiento. Resultado: hoy los hogares, las empresas, los bancos, los Estados, están todos sobre-endeudados. La quiebra de Grecia es la caricatura de la quiebra general e histórica de este sistema de explotación.
La burguesía quiere dividirnos, ¡Opongámosle nuestra solidaridad!
La fuerza de la clase obrera es su unidad
Los planes de austeridad anunciados constituyen un ataque frontal y generalizado a nuestras condiciones de vida. La única respuesta posible es un movimiento masivo de los trabajadores. Es imposible hacerles frente batiéndose desde la empresa o la administración donde trabajamos, o la universidad donde estudiamos, aislados, por grupos. Luchar masivamente es una necesidad, so pena de ser todos derrotados y condenados a la miseria.
¿Y qué hacen los sindicatos, esas oficinas etiquetadas de «especialistas oficiales de la lucha»? Organizan huelgas en múltiples centros de trabajo... sin buscar nunca que se unifiquen. Mantienen activamente el corporativismo, oponiendo particularmente los trabajadores del sector público y del privado. Pasean a los obreros de jornada en jornada acción estériles ¡Son de hecho los "especialistas de la división obrera"! Incluso se emplean a fondo en destilar el nacionalismo. Un solo ejemplo: la consigna más gritada en las manifestaciones de la GSEE (Confederación General de Trabajadores en Grecia) desde mitad de marzo ha sido...«¡comprad griego!».
Seguir a los sindicatos significa siempre ir a la división y la derrota. Los obreros han de tomar a cargo sus luchas, organizando por sí mismos las asambleas generales y decidiendo colectivamente las consignas y las reivindicaciones, eligiendo delegados revocables en todo momento y enviando delegaciones masivas a discutir con los trabajadores de los centros más próximos, las fábricas, las universidades, los centros de administración, los hospitales..., para animarlos a sumarse al movimiento.
Prescindir de los sindicatos, atreverse a tomar el control de las luchas, dar el paso de ir a buscar a nuestros hermanos de clase..., todo esto puede parecer enormemente difícil. Y ese es uno de los frenos actuales al desarrollo de la lucha. El proletariado tiene una falta de confianza en sí mismo; no tiene aún conciencia de la fuerza que representan sus formidables capacidades. Por el momento, la violencia de los ataques que lleva a cabo el capital, la brutalidad de la crisis económica, la falta de confianza del proletariado en sí mismo, actúan como factores paralizantes. Las respuestas obreras, incluso en Grecia, están bien lejos de lo que la gravedad de la situación exige. Sin embargo el porvenir pertenece a la lucha de clases. Frente a los ataques, la perspectiva es al desarrollo de movimientos cada vez más masivos.
Algunos nos preguntarán: «¿Por qué emprender esas luchas? ¿Dónde van a llevarnos? Puesto que el capitalismo está en quiebra, ninguna reforma es realmente posible y por tanto no hay alternativa». Y efectivamente, en el seno de este sistema de explotación, no hay ninguna salida. Pero negarse a ser tratados como perros y luchar colectivamente significa batirnos por nuestra dignidad, tomar conciencia de que la solidaridad existe en este mundo de explotación, y que la clase obrera es capaz de hacer vivir ese sentimiento humano inestimable. Entonces empieza a aparecer la posibilidad de otro mundo, un mundo sin fronteras ni patria, sin explotación ni miseria, un mundo hecho para la humanidad y no para el beneficio. La clase obrera puede y debe tener confianza en sí mismo. Es la única capaz de construir esta nueva sociedad y reconciliar a la humanidad consigo mismo, pasando «del reino de la necesidad al de la libertad (Marx)».
El capitalismo es un sistema en quiebra...
Pero otro mundo es posible: el comunismo
Corriente Comunista Internacional, 24 de mayo 2010, hoja distribuida a nivel internacional