Enviado por CCI Online el
La crisis política de Bolivia ha dejado en los últimos meses un saldo de por lo menos 30 muertos y cientos de heridos; principalmente en la localidad de El Porvenir, del departamento de Pando, donde la confrontación entre las fuerzas que apoyan al gobierno de Evo Morales y quienes se le oponen dejaron un saldo sangriento de 18 muertos y decenas de heridos el jueves 11 de septiembre.
Como siempre, entre las víctimas de uno y otro bando no se cuentan los altos dirigentes del gobierno central ni los prefectos que promueven la autonomía de varios de los departamentos bolivianos. Las víctimas han sido en su mayoría proletarios y campesinos empobrecidos que sirven de carne de cañón a uno u otro bando. Son víctimas de la polarización inducida por las facciones burguesas en pugna, quienes en su lucha por defender sus intereses de clase explotadora, no tienen el menor escrúpulo en enfrentar a sus fuerzas de choque.
El proletariado boliviano debe romper el cerco de la polarización, que lo lleva a confrontarse entre sí en aras de los intereses del capital nacional. Para hacerlo, necesariamente debe posicionarse en su terreno de clase, desarrollando una lucha contra la burguesía (oficialista y opositora) en la defensa de sus propios intereses. Así mismo, debe rechazar el indigenismo, trampa ideológica que lo mantiene atado a otras clases y capas sociales, y atenta contra su autonomía de clase.
La lucha sinfín de las facciones de la burguesía boliviana
Desde que llegó a la presidencia de Bolivia a comienzos del 2006, el presidente Evo Morales asume una de las estrategias que ha caracterizado el ascenso de los gobiernos izquierdistas de la región: crear una verdadera burguesía nacionalista, enfrentando de manera "radical" a las facciones del capital que han detentado el poder. Con este objetivo se desarrolla un ambiente de polarización política entre las "viejas" facciones del capital que pujan por preservar sus privilegios y las "nuevas" facciones de la burguesía en el poder, apoyándose éstas en las masas mas excluidas de la sociedad, las cuales debido a la miseria en que viven, depositan sus esperanzas en el nuevo líder carismático.
Para sustentar jurídicamente su "nuevo" proyecto, la nueva facción burguesa en el poder promueve una nueva constitución hecha a su medida, a través de una Asamblea Constituyente donde cuenta con la representación mayoritaria. En el plano económico, el proyecto se sustenta en una fuerte concentración de las empresas básicas (principalmente productoras de materias primas) en manos del estado, a través de un proceso de nacionalizaciones. Este es el libreto del llamado "socialismo del siglo 21" del cual Chávez es su mayor expresión, y al que varios sectores de izquierda e izquierdistas califican como "revolucionario", cuando en realidad es la expresión del reacomodo de los intereses del capital nacional a los nuevos tiempos en países con altos niveles de ingobernabilidad política y social.
Bolivia se encuentra inmersa en este proceso, que necesariamente conlleva a una confrontación con las clases dominantes de las regiones que detentan los mayores recursos del país, establecidas en 5 de los 9 departamentos que conforman la llamada Media Luna oriental (Pando, Beni, Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija), quienes se oponen a la nueva constitución y han promovido procesos electorales a favor de la autonomía de sus departamentos con respecto al gobierno central. Éste, como medida de presión, les ha cortado los beneficios del Impuesto Directo a los Hidrocarburos bajo el pretexto de utilizar los fondos para otorgar pensiones a los ancianos; medida que está a la base de los últimos conflictos. En respuesta, los grupos civilistas iniciaron una serie de bloqueos de carreteras y tomas de oficinas e instituciones del gobierno central (telecomunicaciones, transporte, hidrocarburos, etc.), principalmente en el departamento de Santa Cruz, el más importante del país; con la amenaza de anexarlas a los gobiernos departamentales. En algunos de esos enfrentamientos fueron enfrentados e incluso desarmados contingentes de la policía y el ejército.
Como reacción, el gobierno promovió la movilización de sus fuerzas de apoyo (en las que participan principalmente campesinos, pero también estudiantes, obreros, etc.), para enfrentar a los civilistas. Esta confrontación en El Porvenir dejó el saldo de 18 muertos, situación previsible pero no evitada ni por el gobierno ni por los opositores. En este sentido, no se descarta que el propio gobierno haya utilizado estos acontecimientos para fortalecer la represión del ejército contra los opositores y detener al prefecto de Pando Leopoldo Fernández, férreo opositor al régimen.
Debido al vertiginoso avance de la confrontación política, la recién creada Unión de Naciones Suramericana (UNASUR), a iniciativa de Brasil y Chile promueve una reunión de emergencia el 15 de septiembre para presionar el diálogo entre las partes, en la cual se le da un apoyo a Morales; situación que el gobierno utiliza para presionar al Consejo Nacional Democrático (CONALDE), organización que agrupa a los representantes de las provincias autonómicas, en la mesa de negociaciones y también a través de movilizaciones de calle. Es así como son movilizados decenas de miles de campesinos hacia Santa Cruz, centro del movimiento autonomista, quienes armados con palos, picos y armas de verdad amenazan con tomar la capital. Por su parte, el vicepresidente y los ministros hacen llamados a los trabajadores a defender las instalaciones del sector en manos de los opositores. La COB, quien en algunas oportunidades ha querido jugar a la "independencia" con respecto al gobierno, sin ningún tapujo llama a apoyarlo ante la amenaza de desintegración nacional promovida por los autonomistas.
Como se puede evidenciar, la polarización política, expresión de la descomposición de la burguesía, está llevando a una peligrosa confrontación donde el proletariado y la población empobrecida están siendo las principales víctimas.
Un callejón sin salidas
Con la intervención de UNASUR se ha pretendido detener la crisis, pero en realidad no se vislumbra una salida. La mesa de negociación compuesta con representantes de ese organismo no llegó a suscribir acuerdo alguno y la "solución" ha escalado al Congreso. Por otra parte, hay factores geopolíticos que complican la situación: gobiernos como el de Venezuela, que da su apoyo irrestricto a Morales, ha ejercido presiones sobre las Fuerzas Armadas Bolivianas y presiona por una salida violenta, la cual parece ser asumida por Morales, ya que no sólo mantiene la presión a través de las fuerzas represivas, sino que las fuerzas de choque sólo están esperando sus órdenes para entrar de nuevo en acción contra los opositores.
Al gobierno de Evo Morales, debido a presiones internas y externas (donde juegan un papel importante las presiones ejercidas por los EEUU) no le queda otro camino que arreciar su proyecto mediante la agudización de la polarización política. Es la manifestación del drama que vive la burguesía en muchos de los países de la periferia: coloca a gobernantes en el poder para enfrentar la ingobernabilidad, ya que tienen la mayor credibilidad para controlar el malestar social; pero a su vez se transforman en un factor activo contra la gobernabilidad, ya que la polarización, base del populismo al estilo evista o chavista, conlleva a mayores niveles de confrontación política. Es el impasse de un sistema y una clase dominante en descomposición, donde se agotan en corto tiempo los proyectos de gobierno.
La agudización de la crisis capitalista, aunque es un factor estimulante para la lucha proletaria, también exacerba los niveles de polarización política, debido a que la burguesía no tiene salidas reales para esa gran masa de pobres que son las mayorías de la población.
La perspectiva para estos regimenes es asumir posiciones totalitarias, a través de un marco legal sustentado en su apoyo popular y justificado por las acciones radicales de las fuerzas opositoras. Al final sirven para justificar cualquier acción represiva contra el proletariado y contra las propias masas que le sirven de sustento social.
Esta crisis es consecuencia inevitable de la crisis política de 2003 que ocasionó la renuncia del entonces presidente Sánchez de Losada, que fue presentada en su momento por varios grupos izquierdistas y altermundialistas como una "revolución", o como un momento con potencialidades revolucionarias por grupos del medio político proletario como Battaglia Comunista. También varios grupos y elementos ven como "progresivo" al movimiento indigenista aymara, que tuvo una participación de primer plano en dicha crisis, debido a que éste se propone el restablecimiento del Collasuyo (nombre del ámbito geohistórico aymara dentro del imperio incaico). Nada mas ahistórico y contrarrevolucionario que intentar retrotraer la sociedad actual a unas condiciones históricas basadas en la explotación, la precariedad y el despotismo incaico. La burguesía boliviana ha sabido sacarle buen provecho a este fundamentalismo indigenista, de la misma manera que lo hacen varias burguesía de la región con el bolivarianismo. De esta crisis salió fortalecido Evo Morales y su partido el Movimiento Al Socialismo (MAS)[1].
En esa oportunidad fuimos duramente criticados cuando tomamos posición diciendo que el "movimiento de masas" boliviano de 2003 no era más que un movimiento interclasista donde el proletariado boliviano fue arrastrado junto con las otras capas hacia la confrontación interburguesa[2].
Con la crisis actual vemos que la polarización se ha incrementado y el peso del interclasismo también. Buena parte del proletariado boliviano sigue atrapado en la división, máxime cuando ahora está en el poder un gobierno "indigenista" y "antiimperialista".
El proletariado boliviano ha hecho intentos por defender sus intereses de clase; como por ejemplo se observa en la lucha contra el ataque a las pensiones, que dejó un saldo de 2 obreros muertos y varios heridos debido a la represión policial en un cierre de carreteras en Oruro a comienzos del mes de agosto; o la de los jubilados, pidiendo que se deje sin efecto el descuento del 8% a sus rentas. Aun así, debemos preguntarnos si el proletariado boliviano tendrá la fuerza de sobreponerse a la polarización en un país donde la pauperización es grande y donde las capas empobrecidas no explotadoras o mas débiles de la clase tienen un peso enorme y son fácil presa de las políticas populistas.
¿Cuál perspectiva?
La perspectiva es hacia un mayor grado de confrontación, hacia el establecimiento de una situación de confrontación interburguesa permanente, a la que inevitablemente será arrastrado el proletariado boliviano si no saca fuerzas para romper este corsé infernal.
La situación en Bolivia es la expresión de que no hay salidas bajo el capitalismo para los depauperados del mundo; el evismo, el chavismo, el lulismo y todos estos "ismos", y el llamado "socialismo del siglo 21", no son mas que una mascarada ideológica para justificar a una fracción burguesa y pequeño burguesa del capital en el poder; en contraposición con la ideología democrática y "anti-totalitaria" defendida por las facciones burguesas opositoras.
La salida positiva depende de la lucha que pueda emprender el proletariado boliviano, pero sobre todo el proletariado de los países centrales y de la región, principalmente de Brasil, Argentina, Perú, Chile, etc.
Las minorías revolucionarias debemos denunciar de manera contundente estas ideologías que vienen al auxilio del capital y oscurecen el proceso de toma de conciencia del proletariado en lucha por su emancipación y la del conjunto de la humanidad.
Internacionalismo, sección en Venezuela de la CCI 08/10/2008
[1] Al respecto ver el artículo "Evo al desnudo" https://es.internationalism.org/ap/2006/190_evo.
[2] Al respecto ver el artículo "Revueltas populares en América Latina: La indispensable autonomía de clase del proletariado" https://es.internationalism.org/rint/2004/117_revu.html