Seísmos, tsunami y accidentes nucleares en Japón: el capitalismo es un horror

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"¡Nos tememos lo peor!". Tal es la tonalidad que domina los titulares de los periódicos, de las televisiones o que se expresa en la boca de los dirigentes del planeta. Sin embargo, ¡lo peor lo estamos sufriendo ya! Porque atrapada en la sucesión de terremotos, tsunamis y accidentes nucleares que no parecen acabarse, la población japonesa se encuentra en una situación espantosa. Pero igualmente porque son también millones de personas en el planeta que viven bajo la espada de Damocles de una nube nuclear provocada por los reactores de Fukushima Esta vez, no estamos ante un país pobre como Haití o Indonesia sino uno de los Estados más industrializados del mundo altamente especializado en tecnologías punta. Un país cuya población ha sido la primera en sufrir los peligros de la energía nuclear con las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945.

El capitalismo hace a la humanidad más vulnerable a las catástrofes nucleares

Una vez más, la locura del capitalismo y la irresponsabilidad de la burguesía, se muestran abiertamente. Hoy, el mundo toma conciencia de que 127 millones de personas han sido amontonadas en un territorio minúsculo, especialmente superpoblado en las costas, donde predominan casas de madera en áreas permanentemente expuestas a terremotos y olas gigantes que pueden tragárselo todo en unos minutos. Esta densidad de población aumenta evidentemente las pérdidas humanas en caso de catástrofe[1].

Como si esto no fuera bastante, las centrales nucleares que constituyen auténticas bombas de relojería, se han construido sin tener en cuenta el elevado riesgo de terremotos, la mayoría se ubican en zonas costeras fuertemente pobladas por lo que son muy vulnerables a los tsunamis. De los 55 reactores instalados en territorio japonés 11 de ellos se han visto afectados por accidentes. Se ha hablado de los accidentes nucleares pero apenas se ha comentado de complejos petroquímicos, construidos a orilla del mar y que algunos de ellos se han incendiado lo que ha venido a sumar a la catástrofe nuclear catástrofes ecológicas de difícil evaluación[2].

Se nos insiste que es un fallo de la naturaleza, que no se puede prever la fuerza de los seísmos y la amplitud de los tsunamis. Es verdad. Pero lo que resulta chocante es que el capitalismo que durante dos siglos ha desarrollado espectaculares avances científicos y técnicos -que podrían ser aprovechados para prevenir este género de catástrofes- siga haciendo sometiendo a la humanidad a situaciones de alto riesgo. El mundo capitalista actual cuenta con enormes medios tecnológicos pero es incapaz de utilizarlos para el bienestar de la humanidad, a sus ojos solo cuenta la ganancia capitalista... en detrimento de nuestras vidas.

Un ejemplo: tras la catástrofe de Kobe en 1995, el Estado japonés había desarrollado una política de construcción de edificios anti-sísmicos que se han mantenido muy bien... pero la mayoría se destinaron a viviendas de alto nivel y a inmuebles de oficinas.

La población se ve sometida a tasas de radiación que oficialmente[3] son 40 veces la normal en la línea de 250 kilómetros desde Fukushima hasta Tokio. Sin embargo, ¡esa tasa de radiación ha sido declarada"sin riesgo" por el gobierno japonés!

Las grandes mentiras que nos cuentan

Abundan las comparaciones con los precedentes de grandes accidentes nucleares, Three Mile Island (Harrisburg, Pensilvania) en Estados Unidos en 1979 y Chernobyl (Rusia) en 1986. Se nos asegura que "por el momento" en Japón se está muy lejos de la gravedad de este último.

¿Podemos sentirnos seguros antes estos razonamientos tan ostensiblemente optimistas? ¿Cómo podemos evaluar el peligro real que suponen los accidentes de Fukushima?

Hoy por hoy, Japón sufre una polución nuclear de altas proporciones, los responsables de TEPCO -la empresa que explota las centrales nucleares- trastean sin rumbo para evitar la explosión exponiendo desvergonzadamente a empleados y bomberos a tasas de radiación fatales. Provoca náuseas que el gobierno japonés califique a estos trabajadores kamikaze de héroes cuando es el principal responsable de esta política totalmente desorganizada. La impotencia de la burguesía es de tal calibre que tras una semana de tentativas desesperadas de enfriar los reactores dañados, tras haber proyectado conectar cables para servirse de los reactores en fusión para sacar electricidad -lo que los expertos han calificado de empresa de alto riesgo- han acabado por recubrir la central más afectada de arena y cemento... ¡haciendo lo mismo que en Chernobyl![4]

En 1979, Washington había mentido sobre las consecuencias radioactivas del accidente, a la vez que evacuaba 140 mil personas de la zona; si bien es verdad que no hubo que lamentar ninguna muerte, los cánceres se han multiplicado a continuación por centenares, lo que el gobierno norteamericano jamás ha querido reconocer.

Respecto a Chernobyl, afectada por graves deficiencias en su estructura y su mantenimiento, el gobierno ruso había escondido durante semanas la urgencia de la situación. Solamente cuando explotó un reactor y se liberó una inmensa nube nuclear que se extendió tanto en altura como en longitud, el mundo entero captó la amplitud de la catástrofe. Pero no creamos que se trate de una especificidad estalinista. Los responsables occidentales hacen exactamente lo mismo. En esa época el estado francés lanzó una mentira XXL diciendo que la nube radioactiva procedente de Chernobyl ¡se había detenido en las fronteras orientales de Francia!. Hoy todavía la OMS (Organización Mundial de la Salud), estrechamente ligada a la AIEA (Agencia Internacional de la Energía Atómica), saca un balance ridículo de la explosión de Chernobyl: habla solamente de 50 muertos, 9 muertes de niños por cáncer y ¡4000 cánceres potencialmente mortales! En realidad, según un estudio de la Academia de Ciencias de Nueva York, 985 mil personas perecieron a causa del accidente[5].

Pero son precisamente esos organismos los que se encargan de sacar un balance de Fukushima y de informarnos sobre los riesgos en curso. ¿Cómo darles un mínimo crédito? Por ejemplo, ¿qué va a ser de los que se llama "liquidadores" de Fukushima (los que intervienen en las centrales para tareas de urgencia) cuando sabemos que «los 830 mil "liquidadores" que intervinieron en Chernobyl, tras los hechos murieron entre 112 y 125 mil de ellos?»[6]. Todavía hoy, los medios de comunicación insisten en ocultar que el núcleo de la central sigue en situación de alto riesgo porque no paran de añadirse nuevas capas de cemento. Igualmente se oculta que la central de Fukushima registró más de 200 incidentes en los últimos 10 años.

Todos los países mienten sobre la realidad del peligro nuclear. El Estado francés no cesa de declarar con aplomo que los 58 reactores nucleares del hexágono están en perfecto estado de revista, cuando resulta que la mayoría de las centrales están encima de zonas sísmicas y en áreas marítimas o fluviales con riesgo de inundación.  En 1999, el curso de una tempestad que causó importantes estragos en el territorio francés y 88 muertos, la inundación de la central de Blayais, próxima a Burdeos, estuvo a punto de provocar la fusión del reactor. La central de Fessenheim cuya obsolescencia es tal que ya debería estar cerrada. Sin embargo, mediante piezas de recambio (muchas de ellas no homologadas) continua funcionando a trancas y barrancas lo que debe provocar tasas de radiación muy nocivas para el personal de mantenimiento. ¡En eso consiste el "control" y la pretendida "transparencia"!

Desde el 11 de marzo, los medios de comunicación nos habían insistido sin mover una pestaña que las centrales nucleares japonesas eran las más seguras del mundo. Dos días después nos decían que la empresa TEPCO había ocultado en el pasado ciertos incidentes nucleares con efectos radioactivos. ¿Por qué serían no menos "seguras" las centrales francesas donde «en el espacio de 10 años, el número de incidentes menores o anomalías en las instalaciones se ha doblado»[7]? , «Alrededor del 20% de los 440 reactores civiles en actividad en el mundo están situados en zonas calificadas de "importante actividad sísmica", según la Asociación Mundial de lo Nuclear (World Nuclear Association, WNA), una agrupación de industriales. Algunos de los 62 reactores en construcción están igualmente situados en zonas de riesgo sísmico, al igual que otros 500 proyectos, en particular dentro de economías emergentes. Numerosas centrales- incluidos los 4 reactores dañados de Fukushima- se encuentran cerca del "círculo de fuego", un arco de 40.000 kilómetros de fallas tectónicas que engloba el Pacífico»[8]

Informaciones serias «dejan entender que los elementos radioactivos circulan sueltos cada vez más. Por ejemplo, mientras el plutonio no existía en la naturaleza antes de 1945, hoy los encontramos en los dientes de leche de los niños británicos»[9], ¡y eso que Gran Bretaña ha cesado su programa nuclear civil!

El capitalismo empuja a la humanidad a cada vez más desastres

En Japón junto con la catástrofe nuclear hay en curso una catástrofe humanitaria. La tercera potencia económica mundial se halla sumida en una situación de crisis sin precedentes desde la 2ª Guerra Mundial.

Los mismos ingredientes aterradores están presentes: destrucciones masivas, muertes por millares, irradiaciones que podrían ser comparables a las de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki.

Millones de personas sobreviven en el nordeste del Japón sin electricidad ni agua potable y con alimentos que escasean, la mayoría contaminados. 600 mil personas están desplazadas y sobreviven precariamente expuestas al frío y la nieve. Mientras el gobierno nipón subestima la situación y da las informaciones en cuentagotas, se pueden contar por decenas de miles el número de muertos. El mar no cesa de arrojar cadáveres sobre las costas. Las destrucciones en viviendas, escuelas, hospitales etc., son gigantescas.

Pueblos, trenes, inmuebles, ciudades enteras, han sido arrasadas por el tsunami que ha golpeado la costa nordeste. Algunas poblaciones, atrapadas en estrechos valles como es el caso de Minamisanriku, han visto perecer o desaparecer la mitad de sus 17 mil habitantes. Con el tiempo de alerta de 30 minutos anunciado por el gobierno, las carreteras se han visto rápidamente embotelladas y los más atrasados han perecido a la merced de las olas.

La población ha sido saludada por los media occidentales por su "ejemplar coraje" y su "disciplina"; una población a la que el primer ministro japonés ha llamado a «reconstruir el país a partir de cero», lo que puede traducirse en palabras claras que la clase obrera de ese país debe ahora aprestarse a nuevas privaciones, a una explotación redoblada, a una agravación de la miseria.

Todo esto hace las delicias de los que nos presentan a los trabajadores japoneses como una población servil, que hace deporte con su patrón por las mañanas, que se calla y aceptar ser explotada sin rechistar y que espera pasivamente órdenes mientras los edificios se hunden. Estamos seguros del coraje extraordinario de la población de Japón, pero la realidad de su "estoicismo" que tanto cantan los periódicos es diferente. Centenas de miles tratan de huir de Tokio. Pero los que se quedan no es para hacerse los héroes sino porque no tienen otra elección. Por falta de medios financieros pero también por no saber adónde ir o no tener a nadie que les pueda acoger.

Ser refugiado medioambiental no tiene ningún estatus según la convención de las Naciones Unidas aunque sea por una catástrofe reconocida. Se calcula que 50 millones de personas tienen que emigran anualmente debido a catástrofes medioambientales en el mundo.

Este sistema de explotación furiosa es cada vez más inhumano. Como decía el Foro de nuestra publicación «nosotros no tenemos otra opción frente a este infierno capitalista que Socialismo o Barbarie. Luchar contra él o morir».

Traducido de Révolution Internationale, publicación en Francia de la Corriente Comunista Internacional


[1] Según Google la densidad es de 340 habitantes por Km2, una de las más altas del mundo. Sin embargo, esta cifra es equívoca puesto que de los 127 millones de habitantes, 80 millones se concentran en 14 áreas metropolitanas cuya extensión es apenas de 30.000 km2

[2] Una muestra: «La región de Tohohu, al noreste del país, la más afectada por el seísmo, aporta el 8% del PIB de Japón. Sólo la zona de Sendai, parte de Tohohu, aporta casi un 2% del PIB, en parte a través de su producción agrícola, pero muy especialmente por concentrar varias plantas de fabricación de automóviles y complejos petroquímicos. Sendai, con más de un millón de habitantes, ha quedado anegada prácticamente en su totalidad. La reconstrucción de las viviendas, plantas industriales, reparación de estaciones hidroeléctricas, centrales nucleares y refinerías de petróleo afectadas en distintas zonas del norte del país puede suponer un trabajo de años». Fuente: sur.elargentino.com/notas/la-recuperacion-economica-tendra-que-esperar-anos.

[3] La experiencia nos muestra el escaso crédito que puede acordarse a las cifras oficiales y muy particularmente a la cuestión nuclear: la mentira, la manipulación y la subestimación de peligros constituyen la regla de oro en los dirigentes de todos los países.

[4] La catástrofe había sido prevista: según informa Le Canard Enchaîné del 16-3-11 «Muy cuerdamente, los 8 ingenieros alemanes de Areva que se encontraban en la central de Fukushima sorprendidos por el terremoto en plena operación en un tramo del reactor número 4, desde el viernes 11 de marzo fueron enviados a 40 kilómetros para ponerse al abrigo de lo que pudiera pasar y el domingo 13 enviados a Frankfurt»

[5] Fuente: Le Monde 19-3-11, artículo La inquietante discreción de la Organización Mundial de la Salud.

[6] Fuente: https://www.monde-diplomatique.fr/2010/12/KATZ/19944

[7] Fuente: "En France, les incidents nucléaires en hausse".

[8] Fuente: https://www.lemonde.fr

[9] Fuente: https://blog.mondediplo.net/2011-03-12-au-Japon-le-seisme-declenche-l-alerte-nucleaire

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