Enviado por Accion Proletaria el
Se suele describir al presidente de EEUU como "el hombre más poderoso del mundo". Cada cuatro años hay unas elecciones para votar quien será "el líder del mundo libre" a cargo del país con la economía más pujante, el Comandante en jefe que dispone del botón nuclear. El presidente de EEUU tiene muchas prerrogativas formales, pero al cabo es la representación más prominente del Estado capitalista. Tras el recuento de votos pueden cambiar las caras, pero el mismo Estado capitalista es el que continúa dominando todos los aspectos de la sociedad norteamericana.
En las elecciones presidenciales de EEUU del 2008[1], Barack Obama es el favorito, y si ganara John McCain sería la mayor sorpresa desde 1948, cuando Harry Truman derrotó a Thomas Dewey. La ventaja de poner a Obama es que toda su campaña está centrada en la idea del "cambio" para Norteamérica y para la escena mundial. La clase dirigente siempre invoca, si puede, la ilusión del cambio en época electoral. «¿Las cosas van mal? Pueden ir mejor». Esta vez incluso McCain ha tratado de aclarar que él es diferente de Bush, atacando la duplicación de la deuda nacional de EEUU desde 2001 y criticando la mala gestión de la guerra en Irak.
Los detalles de los candidatos no son lo esencial. El padre de Obama era de Kenia y el padre y el abuelo de McCain eran almirantes. ¿Y qué? Lo fundamental es que el circo de la democracia pueda dar su representación de turno y se haga creer a la gente que algo puede cambiar.
Lo que sucede a puerta cerrada
La crisis financiera ha sido un buen test para los candidatos. Cuando se adoptaron medidas financieras, tanto Obama como McCain votaron a favor de la inyección de 700 billones de rescate en el Congreso, y apoyaron el salvamento de Fannie Mae, Freddie Mac y AIG. Estas operaciones no fueron idea suya, ni tampoco de Bush; se produjeron porque la lógica del desarrollo capitalista ha llevado a que el Estado juegue un papel crucial.
El New York Times (14.10.08) informaba de cómo otros personajes e instituciones del mundo financiero aceptaban lo inevitable:
«Los principales ejecutivos de los nueve mayores bancos de Estados Unidos se reunieron en el salón dorado de conferencias del Departamento del Tesoro a las 3 de la tarde del lunes. Para su sorpresa se les entregó a cada uno un documento de una página que decía que estaban de acuerdo en vender acciones al gobierno; luego el Secretario del Tesoro (Ministro de Hacienda -NdR-) Henry M. Paulson Jr dijo que tenían que firmarlo antes de irse. El representante de JP Morgan Chase, Jaime Dimon, fue receptivo y dijo que pensaba que la propuesta pintaba bastante bien, tras haber hecho números de cabeza. El representante de Wells Fargo, Richard M. Kovacevich, protestó enérgicamente ya que, a diferencia de sus rivales de Nueva York, su banco no tenía problemas debido a inversiones en exóticas hipotecas, y no necesitaba ningún plan de salvamento; de acuerdo con las informaciones de la reunión.
Pero hacia las 6:30 todos los ejecutivos, los nueve, habían firmado [...]
Mr. Paulson anunció el plan el martes, diciendo que "lamentaban tener que tomar esas medidas", que "verter billones de dinero público en los bancos", dijo, era "cuestionable", pero "inevitable para restaurar la confianza en los mercados y para persuadir a los bancos de que empezaran a prestar otra vez". En otras partes con planes similares, como en Gran Bretaña u otros países europeos, ha habido consultas previas "pero a diferencia de Gran Bretaña, el Secretario de Estado presentó su plan como una oferta que los bancos no podían rechazar"»
Esto es el capitalismo de Estado manos a la obra. La charada democrática no tiene ninguna conexión con el verdadero proceso burgués de toma de decisiones, que mayormente se produce a puerta cerrada. Los bancos saben cuando tienen que consentir. En ningún momento los representantes de "lo público" han dicho ni mu sobre el desembolso de "dinero público".
Políticas de guerra y represión
Obama ha prometido "el cambio", pero se trata sólo de los detalles. Ha dicho que es necesario intensificar la guerra en Afganistán. Y planea enviar una fuerza extra de 15000 soldados tan pronto como asuma el poder. También ha prometido que, para atacar los objetivos Talibanes o de Al Quaeda en Pakistán, no pedirá permiso de Islamabad. En el frente doméstico, Obama ha apoyado leyes para ampliar los poderes de agencias como el FBI y la Agencia Nacional de Seguridad que refuercen la vigilancia y las escuchas telefónicas.
Todo esto ha disgustado a algunos personajes "de izquierdas" como Alexander Cockburn[2], que en un artículo en The Independent on Sunday ("Obama, un Republicano de primera", 26.10.08) critica los planes de Obama «para ampliar las fuerzas armadas en 90000 soldados... para intensificar la guerra de EEUU en Afganistán,... para conducir la guerra contra el terrorismo en cien países, creando una nueva infraestructura para reforzar la inteligencia así como la legislación internacional». Este periodista piensa que «Obama es mucho más agresivo que McCain respecto a Irán» y que «Obama ha hecho hincar la rodilla a los banqueros y a Wall Street, a las compañías petroleras, al lobby nuclear y a las grandes agrupaciones agrícolas».
No hay nada exclusivamente "Republicano" en estas posiciones. Los presidentes Demócratas del siglo XX son un ejemplo a seguir para Obama. La Primera Guerra Mundial se libró bajo la presidencia de Woodrow Wilson, que había sido reelegido con la consigna «El nos mantendrá apartados de la guerra». Roosevelt preparó al imperialismo norteamericano para la Segunda Guerra mundial y garantizó durante su transcurso la ejecución de sus estrategias más implacables y brutales. Bajo la presidencia de Truman se lanzaron las primeras bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki y cerca de 6 millones de norteamericanos fueron enviados a combatir a la guerra de Corea. Kennedy y Jonson intensificaron y sostuvieron la ofensiva USA en la guerra de Vietnam. Con Clinton vimos el bombardeo de Serbia y las devastadoras sanciones y ataques aéreos contra Irak.
Sin considerar siquiera las perspectivas que la crisis económica plantea a la clase obrera norteamericana bajo un nuevo presidente -ataques continuos y brutales contra sus condiciones de vida- es obvio que Obama se sitúa en continuidad con la política democrática.
Según nos presentan los media de todo el mundo, cada una de las elecciones presidenciales son momentos vitales de toma de decisión que afectan a todos y cada uno de los habitantes del planeta. La verdad es que las facciones de la burguesía norteamericana toman sus decisiones según los golpes de la realidad material. La profundización de la crisis económica; la dificultad como única superpotencia que queda, para hacer la guerra en numerosos frentes; la amenaza de las luchas obreras: esto es a lo que se confronta la clase dirigente en EEUU. El nuevo presidente solo tiene austeridad y represión que ofrecer a la clase obrera en EEUU, y más conflictos para el resto del mundo.
Car 29.10.08
[1] Este artículo se escribió antes delas elecciones; por tanto no se conocía aún el presidente electo
[2] Periodista político irlandés-norteamericano, instalado en EEUU; junto a Jeffrey St Clair edita el semanal CounterPunch. También escribe una columna: "Beat the Devil" para The Nation y una columna nde agencia para Los Angeles Times, así como para The First Post. (Wikipedia)