Enviado por Accion Proletaria el
El 14 de Agosto, uno de los tanques de la refinería de REPSOL en Puertollano salta por los aires. Un accidente laboral más que añadir a la negra lista que no deja de crecer (1) (esa misma factoría ha sufrido 4 en los últimos 10 años). En este caso el balance es de 8 obreros muertos, hasta ahora, y dos trabajadores en estado muy grave.
Al día siguiente la empresa permanece cerrada ya que no han terminado los trabajos de extinción del incendio provocado por la explosión. En señal de duelo, Autoridades, Patronal y Sindicatos decretan tres días de luto durante los cuales la factoría también permanecerá cerrada. Eso, más una concentración de protesta contra los accidente laborales a cargo de los dos principales sindicatos, CCOO y UGT, en la que sus lideres leerán un comunicado conjunto bajo el título de “Accidentes de trabajo: Ni uno mas”, debería bastar para que los trabajadores se traguen su dolor, sus lagrimas y su rabia, y vuelvan dócilmente al trabajo. Al fin y al cabo se trata de un “simple” accidente. Esa idea se encarga de recalcarla el Secretario General de UGT, Cándido Méndez, saliendo en defensa de la empresa, al declarar que no ha habido fallos en la seguridad.
Pero, en lugar de dar por concluida la historia y volver sumisamente al trabajo, unos 2000 obreros que trabajan en la refinería para subcontratas de REPSOL (2) desoyen el llamamiento sindical de entrar a trabajar y permanecen concentrados a las puertas de la refinería. El mismo día 18 esos trabajadores deciden, de forma espontánea, no volver al trabajo hasta que se corrijan los fallos en la seguridad que dieron lugar al accidente. La existencia de esos “fallos” que denunciaban los trabajadores fue corroborada posteriormente por los bomberos que sofocaban el incendio. En ese momento se producen los primeros enfrentamientos verbales entre los concentrados y los trabajadores de la plantilla de REPSOL que en su mayoría entran a trabajar.
Por la tarde en la concentración que se realiza en Puertollano, los trabajadores de las contratas abuchean a los representantes sindicales, impiden que pronuncien el discurso que tenían preparado y hacen que los Secretarios Generales de CCOO y UGT tengan que salir precipitadamente del lugar.
El día 19 esos mismos trabajadores de las contratas eligen una Plataforma de representantes (dos por cada subcontrata) para defender sus reivindicaciones que van desde las condiciones de seguridad (instalación de un pequeños hospital en la propia refinería), pasando por las condiciones de trabajo (precariedad en el empleo, jornada de trabajo, stajanovismo) hasta cuestiones salariales (igualación del salario con los trabajadores de plantilla de REPSOL).
La división entre los trabajadores, las debilidades que arrastran y el fuego cruzado al que les someten los sindicatos (esperar a que la Comisión de Investigación del accidente aporte sus conclusiones, acusación a los huelguistas de “hacer el juego a sus patronos contra Repsol”) hacen que el día 21 de Agosto los trabajadores vuelvan al tajo sin haber conseguido sus reivindicaciones.
Este incidente protagonizado por los trabajadores en plena canícula veraniega, que rápidamente ha sido enterrado en el olvido por los telediarios y periódicos con otras noticias, es una ilustración de que dentro de las filas obreras va madurando el descontento y la combatividad, pero, al mismo tiempo, muestra las fuertes dificultades y los obstáculos con los que se encuentra. Por eso queremos abordar en este artículo algunas cuestiones que esta lucha ha planteado.
¿Los trabajadores de “plantilla” y los trabajadores “de contrata” tienen intereses diferentes?
Detrás de esta pregunta aparentemente tan simple y a la que muchos, desde un punto de vista simplón y superficial (cuando no interesado, en función de los intereses de la clase capitalista a la que sirven, como los sindicatos), responderían: “¡pues claro!, ¿qué acaso no le veis?, de ahí los enfrentamientos verbales entre los trabajadores de las contratas y los de REPSOL en Puertollano”, se esconde toda la esencia de lo que define a la clase obrera.
Para la clase obrera, desde los orígenes de incipiente desarrollo capitalista en el siglo XVIII hasta su decadencia en el siglo XX y su fase terminal de descomposición que se prolonga en el XXI, hay una verdad general que puso en relieve el Manifiesto Comunista en su apartado “Burgueses y proletarios”: “... El obrero obligado a venderse a trozos, es una mercancía como otra cualquiera, sujeta, por tanto a los cambios y modalidades de la concurrencia, a todas las fluctuaciones del mercado...Son todos, hombres, mujeres y niños, meros instrumentos de trabajo, entre los cuales no hay más diferencia que la del coste”.
Es decir, lo que caracteriza a los obreros, lo que les hace pertenecer a una misma clase social –y por tanto tener los mismos intereses- es ser el sujeto de la explotación capitalista, ser el sujeto del que la clase capitalista mediante la explotación obtiene su plusvalía, mientras que ella –la clase obrera– produce la riqueza de la que se apropia la clase capitalista.
En cuanto a las diferencias, reales, que existen dentro de las condiciones de explotación entre diferentes sectores de producción, entre diferentes formas contractuales de relación laboral (plantilla, contrata, fijos, eventuales, fijos discontinuos, trabajadores por horas, etc.) y que hacen decir a algunos que implican “diferencias de intereses entre unos trabajadores y otros” hay que precisar una serie de cuestiones:
- esas diferencias no son una novedad para la clase obrera, la han acompañado a lo largo de los más de dos siglos de su existencia y no han constituido un impedimento para su lucha y para su unidad porque constituyen solo diferencias en el nivel coyuntural de explotación de tal o cual parte de la clase obrera respecto a tal o cual otra parte de ella pero que no suponen ninguna diferencia de fondo o de naturaleza de esa explotación. A eso es a lo que se refiere Marx cuando dice que “no hay más diferencia que la del coste”.
- es más, dentro del capitalismo la tendencia general es a que el capital imponga al resto de los trabajadores no las condiciones más ventajosas que aún puedan quedar en tal o cual sector o grupo de obreros sino, todo lo contrario, que tienda a imponer las condiciones de explotación “a la baja” para el conjunto de los trabajadores. Esto tampoco en ninguna novedad para la clase obrera, Marx ya analizó ampliamente como el paro (3), el llamado “ejercito de reserva”, cuando aumentaba constituía un potente factor de presión a la baja de los salarios de los trabajadores en activo y del conjunto de la clase obrera.
El hecho de que, hoy en día, esas diferencias tiendan a aparecer como la razón que explica que, en Puertollano, sean los trabajadores de las contratas los que quieran seguir la lucha y los de REPSOL los que vuelven al trabajo, obedece no a la realidad de lo que diferencia las condiciones de trabajo de unos y otros, sino a la debilidad que aun pesa sobre la clase obrera a un nivel más general y que hemos analizado ampliamente en nuestras publicaciones (4). Debilidad que, entre otras cosas, se concreta en una fuerte heterogeneidad de la combatividad dentro de las filas obreras.
Porque si bien es cierto que los trabajadores de las subcontratas tienen otro patrón que los de la empresa principal, ambos patronos son igualmente capitalistas y despiadadamente explotadores. Es cierto que los trabajadores eventuales cobran menos que los fijos (sean de contrata o no) pero también es cierto que los trabajadores fijos han sido y son –por convenio- igualmente víctimas de la congelación salarial, de la pérdida de poder adquisitivo, cuando no de la baja de salarios pura y dura. Es cierto que los trabajadores de las contratas (así como los eventuales) no gozan de contratos de trabajo fijos, que son por tiempo determinado, por obra o servicio, etc. (por cierto modalidad de contrato que creó el PSOE, cuando estaba en el gobierno, con la complicidad de los sindicatos) y que una vez cumplidos sus contratos se van al “puto paro”; pero ¿acaso es mejor el destino que el capital tiene reservado a los trabajadores que aún conservan la etiqueta de fijos?: esta parte de la clase obrera está sometida a un chantaje permanente e igualmente pernicioso que el que sufren sus compañeros eventuales, discontinuos, subcontratas, etc.: el despido con una miseria de indemnización (gracias de nuevo a los recortes legislados por el Gobierno con la complicidad sindical vía Estatuto de los Trabajadores y sus sucesivas reformas) o la prejubilación que -como señalábamos en el artículo sobre Telefónica del número anterior de nuestra publicación- no es ningún “privilegio”: “Los obreros de más de 52 años pierden directamente un 30% de sus ingresos hasta los 61 años. A partir de esa edad percibirán la tercera parte de su salario actual, completada con la pensión de la Seguridad Social, una pensión eso sí penalizada en función del acuerdo sobre pensiones de la Patronal y CCOO”.
Poner por delante esas diferencias constituye un suicidio para la clase obrera, pues en el plano político fomenta la división entre los trabajadores, y en el plano reivindicativo hace imposible crear la fuerza capaz de imponer a los patronos las reivindicaciones.
Los sindicatos cómplices del Estado y la Patronal.
La protesta de los subcontratados de Puertollano es, indudablemente, una reacción espontánea de los trabajadores contra la degradación manifiesta y creciente de sus condiciones de vida y trabajo, catalizada por el dramatismo de la explosión en la refinería y la muerte de los compañeros.
Esos trabajadores han desoído y desobedecido los llamamientos sindicales a volver al trabajo. Han abucheado a los representantes sindicales. Han impedido leer su comunicado a los Secretarios Generales de CCOO y UGT y les han hecho abandonar apresuradamente la concentración. Han sabido ver que los sindicatos son tan responsables del accidente y la muerte de sus compañeros como la Patronal REPSOL.
Efectivamente, los sindicatos han actuado en connivencia con la patronal y el estado, forman parte de los Comités de Seguridad de las fábricas y empresas, y son directamente responsables del accidente. De la misma forma que los trabajadores de SINTEL que en la manifestación del 1 de Mayo en Madrid zarandearon al Secretario General de CCOO en respuesta a la negativa de CCOO a facilitar la colocación de los trabajadores en nuevas empresas.
En ambos casos esa contestación a los sindicatos parte del hecho de que estos aparecer abiertamente, a los ojos de los trabajadores, como agentes directos de las medidas antiobreras. En el caso de Puertollano las declaraciones de Cándido Méndez, o de las secciones sindicales de la empresa, en defensa del cumplimiento del plan de seguridad en REPSOL y exonerando de responsabilidad a la empresa resultan realmente desvergonzadas, hasta tal punto que días después tiene que “justificar” sus palabras diciendo que fueron para “tranquilizar a la población en unos momentos de fuerte carga emocional (...) Si hubiera hecho una declaración alarmista, las críticas me habrían llovido desde otro ángulo”.
Los sindicatos no sólo son cómplices de la explotación capitalista y de la degradación de las condiciones de vida de los trabajadores, también son el instrumento más afinado con que cuenta el Estado burgués para dividir a los trabajadores, para sabotear sus luchas y para boicotear su toma de conciencia (5).
En Puertollano se han dedicado a fomentar al máximo la división entre los trabajadores de plantilla y los de las contratas. Así llaman abiertamente a los trabajadores de la plantilla de REPSOL a no secundar el paro que están haciendo sus compañeros de las contratas entre el día 18 y el 21 con el “argumento” de que como sólo concierne a esos trabajadores y sus respectivos patronos, que se apañen entre ellos. Es más, los sindicatos llegan a insinuar que los trabajadores de las contratas están actuando en connivencia con sus patronos para renegociar las condiciones de los contratos entre estas y aquella. El cinismo y la desvergüenza que destilan esos carroñeros es ciertamente indignante y supone, ni más ni menos que trasladar a los trabajadores lo que es propio a su enemigo de clase: la concurrencia. Para el capitalismo la concurrencia (ya sea entre capitalistas, entre empresas, entre Estados,...) es su forma natural de relación porque se basa en la propiedad privada de los medios de producción; en cambio para el proletariado (separado de cualquier propiedad de esos medios de producción) que “es una mercancía como otra cualquiera, sujeta, por tanto, a todos los cambios y modalidades de la concurrencia, a todas las fluctuaciones del mercado” (Marx) la concurrencia y la división le es ajena, le viene impuesta desde fuera por las leyes capitalistas.
Sin embargo, la lucha de los obreros de las contratas, reducida al aislamiento, separada del resto de sus compañeros, ha sido derrotada. Pero esta derrota no está exenta de enseñanzas: ella muestra que en sectores –todavía minoritarios- de la clase empiezan a aparecer ciertos signos de malestar hacia los sindicatos, de cuestionamiento de su papel (en especial cuando aparecen abiertamente como cómplices de la patronal o del Estado). Pero el camino a recorrer es todavía muy largo: por una parte, esta toma de conciencia tiene que extender a capas más amplias de trabajadores; por otro lado, en el fragor de las luchas hay que ir pasando del mosqueo frente a ciertas acciones de los sindicatos al cuestionamiento abierto de su papel antiobrero, del mero desoír los llamamientos a la vuelta al trabajo a llevar las luchas fuera y contra el control de los sindicatos.
La respuesta de los trabajadores de las subcontratas frente al accidente de la Refinería de Puertollano es un episodio dentro del proceso de desarrollo difícil, contradictorio y heterogéneo de la combatividad del conjunto de la clase obrera. Es un incidente que pone de manifiesto de un lado el aumento de la tensión y el descontento entre los trabajadores ante la continua degradación de sus condiciones de vida y trabajo, que a veces estalla como un fogonazo, pero que al mismo tiempo, por las condiciones actuales de heterogeneidad en el desarrollo de la combatividad dentro de la clase obrera, el peso de la desconfianza en sus propias fuerzas, la dificultad para verse como parte de una sola y misma clase, que padece una misma explotación por parte del capitalismo, por encima de las divisiones (fijos/eventuales, plantilla/contratas, etc) a las que éste le somete, y por la acción enérgica y coordinada de las distintas fuerzas de la clase enemiga (especialmente los sindicatos), está condenado –en el terreno inmediato- a la derrota. Al mismo tiempo es la escuela inevitable por la que tiene que pasar la actual generación de proletarios para retomar las lecciones de dos siglos de luchas obreras, para recuperar su confianza en la perspectiva histórica de la que es portadora –la de la revolución proletaria que abra las puertas al comunismo- y el camino que a ella puede conducirle.
Alba, 14/09/03.
Notas:
(1).- Lista negra que continua creciendo. A las pocas semanas de Puertollano, un accidente minero se lleva por delante la vida de dos trabajadores mientras reparaban un ascensor. Las cifras son escalofriantes, sólo en el País Vasco, entre Enero y Junio, 91 trabajadores murieron como consecuencia de accidentes laborales. En la Comunidad Valenciana, sólo en los meses de verano han sido 22 los muertos por la misma causa. La causa principal en la mayoría de esos accidentes es el aumento de los ritmos de trabajo así como la eliminación, en la práctica, de las medidas de seguridad. Por ejemplo, los 30 obreros que quedaron atrapados durante horas en el túnel en construcción del AVE Madrid-Valladolid viajaban en unos vehículos de transporte que ¡ni siquiera se habían probado!
(2).- En REPSOL, como en la inmensa mayoría de empresas, públicas o privadas, de cualquier sector, conviven trabajadores de plantilla (cuyo contrato de trabajo es directamente con la empresa en cuestión) tanto fijos como eventuales, y trabajadores que trabajan para otras empresas que han sido subcontratadas para la realización de ciertas de las actividades de la empresa principal.
(3).- El paro que en el periodo ascendente del capitalismo constituía el “ejército de reserva”, que aumentaba o disminuía en función de los vaivenes del desarrollo capitalista, se ha convertido en la decadencia del capitalismo en un fenómeno crónico e irreversible que pone de manifiesto la incapacidad del capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas y la espiral de destrucción de ellas en las que se ha envuelto.
(4).- Ver en la Revista Internacional nº 113 la “Resolución sobre la Situación Internacional del XVº Congreso de la CCI” y en la nº 114 el artículo “Movimientos sociales en Francia: Frente a los ataques masivos del capital es necesaria una respuesta masiva de la clase obrera”.
(5).- Ver nuestro folleto “Los sindicatos contra la clase obrera”.