«Porrismo» en la UNAM

Printer-friendly version

En los últimos meses han crecido los ataques hacia estudiantes de bachillerato por parte de «porros». En México los estudiantes llaman porros a los grupos de golpeadores a sueldo de alguna instancia gubernamental. Estos grupos en las universidades de México, son creados tradicionalmente a partir de los grupos de football americano y sus animadores[1] , en tanto que por medio de becas y calificaciones el Estado los compra, pidiendo a cambio atacar a los estudiantes politizados, o a alguna manifestación. En México tienen una larga historia como cuerpos represivos del Estado. En 1961 nace el MURO (continuador del Frente Universitario Anticomunista y brazo visible del Yunque) como proyecto político-militar en el que se involucra el clero católico, no obstante pronto potencia sus fuerzas al integrarse a la estructura del Gobierno, sirviendo en una especie de fuerza paramilitar, muchos de sus integrantes son contratados directamente por la DFS (policía política de ese entonces), y son conocidas sus actuaciones al estilo gangster durante las manifestaciones estudiantiles en 1968. En una continuidad de esta estrategia se encuentra la formación de los Halcones, que tuviera su actuación más abierta en la masacre del 10 de junio de 1971.

Durante los 70, en Universidades de Guadalajara, la federación de estudiantes (FEG) y los Tecos, extienden el terror entre los alumnos y maestros; muchos de estos porros años después se convirtieron en flamantes diputados o funcionarios de gobierno. En Sinaloa, por el mismo período el grupo José Maria Morelos (los chemones), sirven como instrumento de represión y amedrentación de los jóvenes politizados. En la actualidad dentro de la UNAM y el IPN se ha formado una red de grupos de porros que están al servicio de diversas instancias de gobiernos. Antes el PRI y el PAN mantenían el monopolio del control de los porros, no obstante como lo dice una periodista al hacer el seguimiento de este problema: «...con la transición política de los últimos años también han encontrado apoyo en personajes del PRD, del PAN y del PT...» (La Jornada, 06-06-04). Es decir son verdaderos mercenarios que están al servicio del que primero pague, por ejemplo a la Federación de estudiantes de Naucalpan, se le asocia lo mismo con el gobierno del estado de México, en manos del PRI, que con el ayuntamiento de Naucalpan, controlado por el PAN, así mismo, es conocida la cercanía de los porros de la FEP y ODET, que actúan en el IPN, COBACH y CONALEP con funcionarios del PRI, pero también con el PRD, por ejemplo la perredista Lizbeth Rosas del grupo de Bejarano, pero también el mismo Joel Ortega, actual funcionario de la policía del DF, según articulistas, fue promotor del grupo de porros «3 de marzo» que actúa en la UNAM aunque cuenta con lazos en la FEP-ODET. En la UNAM, el grupo «Alianza Universitaria» toma diferentes membretes (Apocalipsis, Pedro de Alba, Reflexión Estudiantil, Universitarios en Movimiento...) con los que aparece continuamente en actos de agresión y provocación. Las últimas agresiones se han centrado en las Preparatorias 5 y 6 y en algunos Colegios de Ciencias y Humanidades de la UNAM. De frente a ello, jóvenes estudiantes se han visto envueltos en continuos enfrentamientos y acciones contestatarias con las que pretenden poner fin al porrismo, no obstante más que un proceso reflexivo, las respuestas que han dado muestran un inmediatismo desesperado y estéril.


Los porros, la policía y el ejército: instrumentos de represión

El hostigamiento continuo de los porros ha dado oportunidad a que el izquierdismo desarrolle una campaña ciega entre los jóvenes estudiantes, conduciendo hacia una falsa reflexión, que a fin de cuentas los encierra en el terreno que buscan las autoridades al soltar la jauría de porros, es decir, someter a pensar todo en función del porrismo: cómo responder sus agresiones y pretender que el sistema puede vivir sin la existencia de sus instrumentos de represión.

Es evidente que es indignante ver la agresión y notar la protección de funcionarios y policías, no cabe duda que esto obliga en ocasiones a la autodefensa, sin embargo la actitud de los sectores radicaloides que pretenden reducir todo al enfrentamiento, o a la de quienes exigen justicia, son cómplices del mismo accionar represivo, unos pretendiendo que de frente al aparato represivo del Estado hay que oponer otro, otros alentando la idea de que el capitalismo puede ser mejorado con una mayor dosis de democracia.

Hay que recordar que frente a los porros de la FEG se crearon grupos como la FER, transformada luego en el grupo guerrillero FRAP, o ante los «chemones» se presenta la FEUS (incorporada luego al grupo guerrillero LC-23 de septiembre) y aunque podía haber un verdadero coraje por las acciones de los porros, ese coraje se anuló por la actuación desesperada y no reflexiva. De la misma forma con tan sólo exigir la salida de porros o la destitución de funcionarios no logra sino alentar esperanzas en el sistema; es conocida la consigna levantada por el CNH en 1968, sobre las libertades democráticas y en particular sobre la desaparición del cuerpo de granaderos y la destitución de algunos funcionarios, y lo que queda demostrado es que los cuerpos represivos del Estado no pueden desaparecer sin antes haber derrocado el sistema capitalista, esa misma experiencia muestra que podrán cambiarse de funcionarios, pero la esencia represiva del capital se mantiene.

No pretendemos decir que los jóvenes deben esperar cruzados de brazos las agresiones de los porros, lo que es necesario insistir es que debe entenderse el significado del sistema y su forma de actuación, y por tanto la necesidad de transformarlo. Es evidente que estas agresiones son expresión de las pugnas presentes en la burguesía y que se agudiza por el proceso electoral, en particular son provocaciones en la que cada grupo lanza a su jauría para medir fuerzas y presionar para obtener una parte mayor del botín, y en esto están metidos lo mismo el Rector de la Fuente (que ha sonado como posible candidato de unidad), que directores de facultades y escuelas, partidos (PRI, PAN, PRD y PT) y funcionarios del gobierno del DF. Por ello de frente a la brutalidad de los porros no bastan las acciones desesperadas o los llamados estériles de justicia, los estudiantes como masa heterogénea no forman una clase social y no pueden alcanzar en unidad una conciencia de su ser social, no obstante los sectores que están unidos a la clase obrera por sus lazos familiares, o que se reconocen ya como fuerza de trabajo asalariada potencial, deben salir del laberinto de la ideología estudiantilista, que es un medio aprovechado por el izquierdismo de toda laya para extender la confusión y evitar la reflexión, deben comprender que el capitalismo no puede humanizarse ni ser justo, por eso deben reflexionar y hacer suya la teoría revolucionaria, pero además la tradición de lucha de la clase obrera, reconocer que no pueden desperdiciar sus fuerzas en luchas estériles, toda su fuerza, su coraje y convicción de lucha debe ser orientada al verdadero combate histórico. La verdadera forma de combatir los ataques de los cuerpos represivos del Estado y su brutalidad, es luchar, masiva y concientemente, por la destrucción del capitalismo.

Tatlin/1-diciembre-2005



[1]En Argentina en los gobiernos militares las «barras bravas» eran también usadas como cuerpos represivos.

Situación nacional: