Con
su nuevo plan de «salvamento de la Seguridad social»,
el primer ministro francés, Raffarin, se apresta de nuevo a
reducir los costes del salario social. Esta vez le toca a la
sanidad asumir las consecuencias de este plan de austeridad. Lejos
de ser una especificidad nacional, estos ataques se desarrollan y
se generalizan en el conjunto de países capitalistas que
habían desarrollado el llamado «Estado del bienestar»
a finales de la IIª guerra mundial para reconstruir su
economía devastada, y que por eso necesitaban una mano de
obra saludable. El ataque actual al sistema de asistencia médica
en Francia, como el de hace unos meses en Alemania, y como se
avanza en México, significa el fin del «Estado del
bienestar» y hace volar en pedazos el mito de los «logros
sociales». Este ataque desvela que, frente a la
profundización de la crisis económica, al desarrollo
del paro masivo, la burguesía no puede seguir manteniendo
una gran cantidad de fuerza de trabajo. La supervivencia del
capitalismo pasa por una intensificación de la
productividad del trabajo, la búsqueda de mano de obra lo
más barata posible, reduciendo además sus gastos de
mantenimiento.