Todo lo que habla el gobierno del ciudadano K sobre la “fantástica recuperación” de la economía argentina tras la debacle del 2001 son milongas. La realidad que padecen los trabajadores y la inmensa mayoría de la población es cada vez más angustiosa. Algunas cifras lo ilustran: la población con ingresos por debajo del umbral de pobreza que era el 5% en 1976 pasó en 2004 al 50%; 11 millones de personas tan solo tienen para vivir 150 $ mensuales cuando la línea de indigencia está establecida en 389$. El hambre, al principio limitada a provincias norteñas como Tucumán o Salta (adonde el 80% de los niños padecen malnutrición crónica) empieza a afectar a las zonas más pobres del terrible cinturón de villas miseria del sur de Buenos Aires.