El
20 de agosto de 1940, Trotsky murió asesinado por los agentes
de Stalin. A 65 años de su muerte estalinistas, trotskistas y
otros izquierdistas vuelven a tomar el nombre del gran revolucionario
para remendar sus disfraces proletarios con los que pretenden desviar
a los trabajadores de su verdadera lucha. Toman su nombre y lo que de
su historia no le hace daño a la burguesía, para en
conferencias, mítines y hasta obras de teatro y radionovelas
convertir su legado en un cascarón hueco al esconder el
arsenal que para el combate revolucionario ha constituido y
constituye la vida de este hombre ejemplar. De frente a esta campaña
de confusión, los revolucionarios estamos obligados a
denunciar a aquellos que se esconden bajo el nombre de Trotsky para
jugar el papel de fieles lacayos de la burguesía llevando una
política diametralmente opuesta a la desarrollada por este
militante a lo largo de toda su vida.