Hace ahora unas semanas que estallaron los dos “dispositivos explosivos improvisados”, como se les denominó burdamente, colocados entre el público en la línea de meta del maratón de Boston de 2013, matando a tres personas e hiriendo a docenas, muchas de ellas con lesiones severas y traumáticas, incluyendo mutilaciones de miembros. Lo que se suponía que era el día de la celebración del evento deportivo más antiguo en el país, se convirtió en el telón de fondo de unos de los peores ataques terroristas en suelo estadounidense desde el 11S