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Después del África Occidental[1], empezamos aquí una segunda serie sobre la historia del movimiento obrero africano con una contribución sobre las luchas de clases en Sudáfrica. Es éste un país conocido sobre todo por dos aspectos: por un lado sus inmensas riquezas mineras (oro, diamantes, etc.) gracias a las cuales se ha desarrollado relativamente, y por otro lado, a causa de su monstruoso sistema del apartheid del que pueden observarse todavía secuelas importantes.
El apartheid también alumbró a un enorme "icono", Nelson Mandela, considerado como la víctima principal pero sobre todo el exutorio de ese sistema retrógrado, de donde le vienen los “títulos” de "héroe de la lucha anti-apartheid" y de hombre de "paz y de reconciliación de los pueblos de Sudáfrica" admirado en todo el planeta capitalista. La imagen mediática de Mandela oculta todo lo demás hasta el punto de que la historia y los combates de la clase obrera sudafricana de antes y durante el apartheid son totalmente ignorados o deformados al ser catalogados sistemáticamente en la rúbrica "luchas anti-apartheid" o "luchas de liberación nacional". Es evidente que, para la propaganda burguesa, esas luchas sólo Mandela podía simbolizarlas. Y esto incluso ahora que es notorio que, desde que llegó al poder Mandela y su partido, el African National Congress (Congreso Nacional Africano, ANC), nunca fueron tiernos con la clase obrera[2].
El objetivo principal de este artículo es restablecer la verdad histórica sobre las luchas que han enfrentado a las dos clases fundamentales, o sea, la burguesía (de la que el apartheid fue uno de los medios de su dominación) y el proletariado de la República de Sudáfrica, un proletariado que las más de las veces se lanzó a la lucha por sus propias reivindicaciones de clase explotada, primero en la época de la burguesía colonial anglo-holandesa y después bajo el régimen de Mandela/ANC. El sudafricano es un proletariado cuyo combate se inscribe totalmente en el del proletariado mundial.
Breve resumen de la historia de Sudáfrica
Según algunos historiadores, el África austral estaba habitada por los pueblos Xhosa, Tswana y Sotho, los cuales se instalaron allí entre los años 500 y 1000. Sobre esto, el historiador Henri Wesseling[3] nos da las aclaraciones siguientes: "Suráfrica ya estaba habitada cuando, alrededor del año 1500 se presentaron por primera vez barcos europeos en la Meseta. El territorio lo ocupaban diferentes etnias, mayoritariamente nómadas. Los colonos holandeses los dividieron en hotentotes y bosquimanos. Fueron considerados como dos pueblos muy distintos física y culturalmente. Los bosquimanos eran de estatura más pequeña que los hotentotes y hablaban un idioma distinto. Eran también más “primitivos” –cazadores y recolectores- mientras los hotentotes se dedicaban al pastoreo, lo que significaba un nivel superior de desarrollo. Durante mucho tiempo, esta división tradicional ha dominado la historiografía de la zona. Actualmente ya no utilizamos esos términos: hablamos de Khoi o Khoikhoi para referirnos a los hotentotes y San para los bosquimanos, empleando el término Khoisan para ambos a la vez. En la actualidad, las diferencias entre ellos se enfatizan menos, debido principalmente a que ambos pueblos se distinguen claramente de los pueblos vecinos bantúes. A éstos, antiguamente se les denominaba cafres, término derivado de la palabra árabe kafir (persona no creyente). Esta palabra también ha pasado de moda…”.
Como se ve, los colonos holandeses consideraban a los primeros pobladores de la región según la ideología colonial que establecía clasificaciones entre "primitivos" y "evolucionados". Por otra parte, el autor indica que el nombre Sudáfrica o África del Sur es un concepto político reciente y que gran cantidad de sus pueblos son históricamente originarios de los países vecinos, sobre todo de lo que se llama, geográficamente, África Meridional.
Por lo que se refiere a la colonización europea, fueron los portugueses los primeros en hacer escala en África del Sur en 1488, y después los holandeses que desembarcaron en la región en 1648. Estos decidieron quedarse definitivamente a partir de 1652, lo cual marca el inicio de la presencia “blanca” permanente en esta parte de África. En 1795, Ciudad del Cabo fue ocupada por los ingleses, los cuales, diez años más tarde, se apoderaron de Natal, mientras que los bóeres holandeses controlaban Transvaal y el Estado Libre de Orange logrando que Gran Bretaña reconociera su independencia en 1854. Los diferentes estados o grupos africanos, por su parte, resistieron durante largo tiempo mediante la guerra a la presencia de los colonos europeos en su suelo, pero acabaron siendo definitivamente vencidos por las potencias dominantes. Los británicos, al cabo de una serie de guerras contra afrikáners y zulús, unificaron en 1910 África del Sur con el nombre de Unión Sudafricana que se mantuvo hasta 1961 cuando el régimen afrikáner decidió simultáneamente abandonar la Commonwealth (comunidad anglófona) y cambiar el nombre del país.
El apartheid se estableció oficialmente en 1948 y quedó abolido en 1990. Volveremos sobre el tema en detalle más adelante.
Sobre las rivalidades imperialistas, Sudáfrica desempeñó en el África austral el papel de "gendarme delegado" del bloque imperialista occidental y con ese encargo Pretoria intervino militarmente en 1975 en Angola, país éste apoyado entonces por el bloque imperialista del Este por medio de tropas cubanas.
A la República de Sudáfrica se la considera hoy país "emergente", miembro del grupo BRIC (Brasil, Rusia India, China), e intenta hacerse un sitio en el ruedo de las grandes potencias.
Desde 1994, Sudáfrica está gobernada sobre todo por el ANC, el partido de Nelson Mandela, junto con el Partido Comunista y la central sindical COSATU.
La clase obrera sudafricana emergió a finales del s. XIX y es hoy el proletariado industrial más numeroso y experimentado del continente africano.
Nos parece útil explicar dos términos próximos y sin embargo diferentes que vamos a usar a menudo en este texto: "bóer" y "afrikáner" palabras de origen holandés.
Se llaman bóeres (o Trekboers) a los campesinos holandeses (predominaban los pequeños campesinos) que entre 1835 y 1837, emprendieron una vasta migración en África del Sur a causa de la abolición de la esclavitud por los ingleses en la Colonia del Cabo en 1834. Este término sigue usándose hoy para nombrar a los descendientes, directos o no, de aquellos campesinos (incluso se usa para obreros de fábrica).
En cuanto a la palabra “afrikáner”, remitimos a la explicación que da el historiador Henri Wesseling[4]: "La población blanca que había fijado su residencia en El Cabo era de variada procedencia. Aparte de los holandeses, también se habían establecido muchos alemanes y hugonotes franceses. Esta comunidad había desarrollado un modo de vida propio. Incluso se podría hablar de una identidad nacional, la de los Afrikáners. Estos consideraban al Gobierno británico como un dominio extraño."
Podemos pues decir que ese término se refiere a una especie de identidad revindicada por inmigrantes europeos de aquella época, una noción que se sigue empleando todavía en todo tipo de publicaciones recientes.
Nacimiento del capitalismo sudafricano
El capitalismo naciente estuvo marcado en cada región del mundo, como así fue en África del Sur, por características específicas o locales, sin embargo en general siguiendo tres etapas diferentes, como así lo explica Rosa Luxemburg[5] :
"En [el proceso de acumulación capitalista] hay que distinguir tres etapas: la lucha del capital contra la economía natural; su lucha contra la economía de mercancías y la competencia del capital en el escenario mundial en lucha para conquistar el resto de elementos para la acumulación.
El capitalismo necesita, para su existencia y desarrollo, estar rodeado de formas de producción no capitalistas. Pero no le basta cualquiera de estas formas. Necesita como mercados capas sociales no capitalistas para colocar su plusvalía. Ellas constituyen a su vez fuentes de adquisición de sus medios de producción, y son reservas de obreros para su sistema asalariado."
En el África austral, el capitalismo tuvo esas etapas. En el s. XIX existía allí una economía natural, una economía de mercancías y una mano de obra suficiente para que se desarrollase el asalariado.
“Hasta el sexto decenio del siglo pasado, en la colonia de El Cabo y en las repúblicas boers, reinaba una vida totalmente campesina. Los boers llevaron durante largo tiempo la vida de ganaderos nómadas, quitándoles los mejores pastos a los hotentotes y cafres, a los que exterminaban o expulsaban. En el siglo XVIII, la peste, transportada por los barcos de la Compañía de las Indias Orientales, les prestó excelentes servicios, extinguiendo tribus enteras de hotentotes y dejando libre el suelo para los inmigrantes holandeses.".
(…) En general, la economía de los boers siguió siendo de preferencia patriarcal y de economía natural durante el sexto decenio. Téngase en cuenta que hasta 1859 no se construyó en Sudáfrica ningún ferrocarril. Cierto que el carácter patriarcal no impidió en modo alguno que los boers dieran muestras de la dureza y brutalidad más extremas. Como es sabido, Livingstone se quejó mucho más de los boers que de los cafres. (…) En realidad, la lucha se hacía entre los campesinos, [los boers] y la política colonial gran capitalista [inglés] en torno a los hotentotes y cafres, esto es, por sus tierras y su capacidad de trabajo. El objeto de ambos competidores era exactamente el mismo: la expulsión o exterminio de las gentes de color, la destrucción de su organización social, la apropiación de sus terrenos y la utilización forzosa de su trabajo para servicios de explotación. Sólo los métodos eran radicalmente distintos. Los boers representaban la esclavitud anticuada, en pequeño, como base de una economía campesina patriarcal; la burguesía inglesa, la explotación capitalista moderna en gran escala.". (Rosa Luxemburg, Idem.)
La lucha entre bóeres y británicos por la conquista y la instauración del capitalismo en la región fue especialmente dura y, como en otros lugares, se hizo “entre sangre y fango”. Fue el imperialismo británico el que acabó dominando la situación, implantándose así el capitalismo en África del Sur como lo relata, a su manera, la investigadora Brigitte Lachartre[6] :
"El imperialismo británico, cuando apareció en el sur del continente en 1875, tenía otros objetivos: ciudadanos de la primera potencia económica de entonces, representantes de la sociedad mercantilista y después capitalista más desarrollada de Europa, los británicos impusieron en su colonia del África austral una política indígena mucho más liberal que la de los bóeres. Se abolió la esclavitud en las regiones por ellos controladas, mientras que los colonos holandeses huían hacia el interior del país para escapar al nuevo orden social y a la administración de los colonos británicos. Tras haber derrotado a los africanos por las armas (una decena de guerras "cafres" en un siglo), los británicos se dedicaron a “liberar” la fuerza de trabajo: primero agruparon a las tribus vencidas en reservas tribales cuyos límites restringían cada día más; se impidió a los africanos salir de las reservas sin autorización y el salvoconducto en regla. Pero el verdadero rostro de la colonización británica apareció cuando se descubrieron las minas de diamantes y de oro en torno a 1870. Se inició una nueva era que realizó una transformación profunda de todas las estructuras sociales y económicas del país: las actividades mineras acarrearon la industrialización, la urbanización, la desorganización de las sociedades tradicionales africanas, pero también de las comunidades bóeres, la inmigración de nuevas oleadas de europeos (…)".
Esta cita puede leerse como la prolongación concreta del proceso descrito por Rosa Luxemburg, de cómo surgió el capitalismo en África del Sur. En su lucha contra "la economía natural", la potencia económica británica tuvo que despedazar las antiguas sociedades tribales y deshacerse violentamente de las antiguas formas de producción como la esclavitud, que los bóeres representaban, viéndose obligados a huir para escapar al capitalismo moderno. Precisamente, fue en medio de esas guerras entre los defensores del antiguo y los del nuevo orden económico cuando el país aceleró el paso al capitalismo moderno gracias al descubrimiento de los diamantes, en 1871, y luego del oro, en 1886. La "carrera por el oro" se plasmó así en una aceleración fulgurante de la industrialización del país consecuencia de la explotación y comercialización de metales preciosos, atrayendo así masivamente a los inversores capitalistas de los países desarrollados. Hubo entonces que contratar ingenieros y obreros cualificados, y fue así como miles de europeos, norteamericanos y australianos vinieron a instalarse a África del Sur. La ciudad de Johannesburgo simbolizó ese dinamismo naciente por la rapidez con la que creció. En 20 años (de 1886 a 1913) la población europea de Johannesburgo pasó de unos cuantos miles a 250 000, de entre los cuales una mayoría de obreros cualificados, ingenieros y técnico. En poco menos de diez años, el producto interior bruto (PIB) pasó de 150 000 libras a unos cuatro millones. Así fue como Sudáfrica se convirtió en el primero y único país africano relativamente desarrollado en el plano industrial, lo cual no tardó, por otra parte, en abrir los apetitos de las potencias económicas rivales:
"El centro económico y político [de África del Sur] se desplazó de Ciudad del Cabo a Johannesburgo y Pretoria. Alemania, la potencia europea más poderosa, se estableció en el África Suroccidental, y había mostrado su interés por el África Suroriental. Si Transvaal no estuviese dispuesto a dejarse gobernar por Inglaterra, el futuro de Gran Bretaña en toda África del Sur se tambalearía.”[7].
Desde entonces, en efecto, podía verse ya que detrás de los intereses económicos se ocultaban intereses imperialistas entre las grandes potencias europeas que se diputaban el control de la región. La potencia británica lo hizo todo por limitar la presencia de su rival alemana al África Suroriental, en lo que hoy se llama Namibia (colonizada en 1883), y eso después de haber neutralizado a Portugal, otra potencia imperialista con medios mucho más limitados. A partir de entonces, el imperio británico podía ufanarse como único dueño de la economía sudafricana en plena expansión.
Sin embargo, el desarrollo económico de África del Sur, impulsado por los descubrimientos mineros, se enfrentó muy pronto con una serie de problemas, en primer término, los de orden social e ideológico:
"El desarrollo económico, estimulado por el descubrimiento de las minas, no tardará en poner a los colonos blancos ante una profunda contradicción (…). Por un lado, la instauración de un nuevo orden económico necesitaba la constitución de una mano de obra asalariada; por otro, la liberación de la fuerza de trabajo africana de sus reservas y de su economía de subsistencia tradicional ponía en peligro el equilibrio racial en el conjunto del territorio. Desde finales del siglo pasado [el XIX], las poblaciones africanas fueron así objeto de une multitud de leyes con efectos a menudo contradictorios. El objetivo de algunas de ellas era hacer emigrar a aquéllas hacia las áreas de actividades económicas blancas para someterlas al salariado. Otras tendían a mantenerlas, en parte, en las reservas. Entre las leyes destinadas a producir mano de obra disponible, las había que castigaban el vagabundeo y debían "arrancar a los indígenas de su afición por la ociosidad y la pereza, enseñándoles la dignidad del trabajo y haciéndoles contribuir a la prosperidad del Estado". Las hubo para someter a los africanos a los impuestos. (…) Entre otras leyes las referentes a los salvoconductos cuyo objetivo era filtrar las migraciones, orientándolas en función de las necesidades de la economía o impidiéndolas en caso de abundancia". (Brigitte Lachartre. Ídem.)
Puede observarse que las autoridades coloniales británicas se encontraron en contradicciones debidas al desarrollo de las fuerzas productivas. Puede decirse que la más fuerte de esas contradicciones en aquel tiempo lo era en lo ideológico cuando la potencia británica decidió considerar a la mano de obra negra bajo criterios administrativos segregacionistas, por ejemplo las leyes sobre los salvoconductos y el encierro de los africanos. Esta política estaba en contradicción flagrante con la orientación liberal que desembocó en la supresión de la esclavitud.
Hubo también otras dificultades debidas a las guerras coloniales. Tras haber sufrido derrotas y haber ganado guerras frente a los adversarios zulúes y afrikáners entre 1870 y 1902, el imperio británico tuvo que digerir los altísimos costes de sus victorias, en particular la de 1899/1902, tanto en lo humano como en lo económico. La Guerra de los Boers fue, en efecto, una carnicería: "… fue la mayor de todas las guerras que se libraron en la época del imperialismo moderno. Duró más de dos años y medio (11 de octubre de 1899-31 de mayo de 1902). Los británicos reunieron aproximadamente a medio millón de soldados, de los cuales 22 000 encontraron la muerte en África del Sud. La cifra total de muertos, heridos y desaparecidos ingleses ascendía a más de cien mil. Los boers emplearon casi cien mil hombres en la guerra. Ellos perdieron más de 7 000 combatientes y 30 000 personas más murieron en los campos de concentración. Un número indeterminado de africanos lucho en ambos bandos. Sus bajas tampoco se contabilizaron; probablemente ascienden a decenas de miles. El ministerio de Guerra británico calculó que además murieron en la guerra 400 346 animales, entre caballos, asnos y mulas. También resultaron muertos millones de cabezas de ganado de los boers. Esta guerra costó al contribuyente británico 200 millones de libras esterlinas, diez veces el presupuesto habitual por año del Ejército, el 14 % de los ingresos nacionales británicos del año 1902. Los costes del sometimiento de los futuros ciudadanos británicos de África ascendía como promedio a quince peniques por cabeza; en cambio, someter a los boers costó mil libras por persona". (H .Wesseling, Ídem, p.403.)
O sea una sucia guerra inauguraba la entrada del capitalismo británico en el siglo XX. Sobre todo ha de hacerse notar que los campos de concentración hitlerianos encontraron sin duda una fuente de inspiración: el capitalismo británico instaló en total cuarenta y cuatro campos para los bóeres donde encerraron a 120 000 mujeres y niños. Al final de la guerra, en 1902, 28 000 detenidos blancos habían perdido la vida en dichos campos, entre los cuales 20 000 niños de menos de 16 años.
Y fue sin el menor remordimiento que el general en jefe del ejército británico Lord Kitchener justificó las matanzas diciendo que los bóeres eran "una variante de salvajes producida por generaciones de vida en solitario en la selva" (citado por Wesseling, Ídem).
Términos cínicos dignos de un gran criminal de guerra. También es verdad que en esa carnicería, las tropas afrikáners no se quedaron atrás en materia de matanzas de masa y atrocidades diversas, y que hubo dirigentes afrikáners que se aliaron a los ejércitos alemanes durante la IIª Guerra Mundial sobre todo con la idea de ajustar cuentas con la potencia británica. "Vencidos por el imperialismo británico, sometidos al sistema capitalista, humillados en su cultura y tradiciones, el pueblo afrikáner (…) se organiza a partir de 1925-1930 en un fuerte movimiento de rehabilitación de la nación afrikáner. Su ideología revanchista, anticapitalista, anticomunista y profundamente racista designa a los africanos, mestizos, asiáticos y judíos, como otras tantas amenazas contra la civilización occidental que pretenden representar en el continente africano. Organizados a todos los niveles, escuela, iglesia, sindicato y en sociedades secretas terroristas (Broederbond es la más conocida de entre ellas), los afrikáners se mostrarán más tarde ardientes partidarios de Hitler, del nazismo y de su ideología". (Brigitte Lachartre, Obra citada.)
Los obreros afrikáners se vieron arrastrados en tal movimiento con semejantes posiciones. Eso ilustra el inmenso obstáculo que debía saltar la clase obrera en Sudáfrica para que se unieran las diferentes etnias en el mismo combate.
Ese conflicto configuró duraderamente las relaciones entre los colonialismos británico y afrikáner en el territorio sudafricano hasta la caída del apartheid. A las divisiones y odios étnicos entre blancos británicos y afrikáners, se añadían los de estas dos categorías contra los negros (y demás personas de color) y que la burguesía utilizó sistemáticamente para romper todo intento de unidad en las filas obreras.
Nacimiento de la clase obrera
El nacimiento del capitalismo acarreó la dislocación de muchas sociedades tradicionales africanas. A partir de los años 1870, el imperio británico emprendió una política colonial liberal, aboliendo la esclavitud en las regiones controladas por él con el propósito de "liberar" la fuerza de trabajo formada hasta entonces por trabajadores agrícolas bóeres y africanos. Cabe señalar que los colonos bóeres, por su parte, seguían explotando a los agricultores negros bajo el antiguo sistema de la esclavitud antes de que fueran vencidos por los británicos. Pero, en última instancia, fue el descubrimiento del oro lo que aceleró bruscamente a la vez el nacimiento del capitalismo y el de la clase obrera: “Capital no faltaba. Las bolsas de Londres y Nueva York se prestaban gustosamente a facilitar los fondos necesarios. La creciente economía mundial pedía oro a gritos. Los trabajadores también acudían masivamente. La minería atrajo grandes masas de población a Witwatersrand; aquí no se trataba de miles, sino de decenas de miles. Johannesburgo era la ciudad con mayor rapidez de crecimiento del mundo”[8].
En un plazo de 10 años la población europea de Johannesburgo pasó de unos miles a más de cincuenta mil, de entre los cuales un una mayoría de obreros cualificados, ingenieros y otros técnicos. Fueron ellos los que hicieron nacer la clase obrera sudafricana en el sentido marxista de la palabra, o sea de quienes, bajo el capitalismo, venden su fuerza de trabajo a cambio de una remuneración. El capital necesitaba, con urgencia, mano de obra más o menos cualificada y en gran cantidad, imposible de encontrar in situ, de ahí que se recurriera a inmigrantes procedentes de Europa y especialmente del imperio británico. Y a medida del incremento económico, el aparato industrial se vio obligado a reclutar cada vez más trabajadores africanos no cualificados tanto de dentro como de fuera del país, especialmente de Mozambique y el actual Zimbabue. A partir de entonces la mano de obra económica sudafricana "se internacionalizó" de hecho.
Como consecuencia de la llegada masiva a África del Sur de trabajadores de origen británico, la clase obrera fue organizada y encuadrada de entrada por los sindicatos ingleses. A principios de los años 1880, fueron muchas las sociedades y corporaciones que se crearon siguiendo el "modelo inglés" (trades unions). Así, los obreros de origen sudafricano, como grupos o individuos sin experiencia organizativa, podían difícilmente organizarse fuera de las organizaciones sindicales prestablecidas[9]. Hubo, sí, disidencias en el seno de los sindicatos como en los partidos que se reivindicaban de la clase obrera con intentos de desarrollar unas actividades sindicales autónomas por parte de proletarios radicales que ya no soportaran la "traición de los dirigentes". Pero fueron muy minoritarios.
Como por todas las partes del mundo en donde existen enfrentamientos de clases bajo el capitalismo, la clase obrera acaba siempre por hacer surgir minorías revolucionarias que reivindican, con mayor o menor claridad, el internacionalismo proletario. Y así fue también en África del Sur. Hubo obreros que, además de estar en el origen de luchas, también tuvieron la iniciativa de la formación de organizaciones proletarias. Entre ellos queremos aquí presentar a tres figuras de aquella generación haciendo un breve resumen de sus trayectorias.
- Andrew Dunbar (1879-1964). Inmigrante escocés, fue secretario general del sindicato de los IWW (Industrial Workers of the World, Obreros industriales del Mundo) creado en 1910 en África del Sud. Era ferroviario en Johannesburgo y participó activamente en la huelga masiva de 1909 tras la cual fue despedido. En 1914, luchó contra la guerra, participando en la creación de la Liga Internacional Socialista (ISL), tendencia sindicalista revolucionaria. Luchó también contra las medidas represivas y discriminatorias contra los africanos, lo cual le recabó la simpatía de los trabajadores negros. Estuvo en el origen de la creación del primer sindicato africano "Unión Africana" según el modelo de IWW en 1917. Y su simpatía por la revolución rusa fue en aumento hasta decidirse, junto con otros camaradas, a formar el Partido comunista de África del Sur en octubre 1920, del que fue secretario, basado en una plataforma esencialmente sindicalista. En 1921, su organización decidió fusionarse con el Partido Comunista oficial que acababa de nacer. Pero unos años después fue excluido de él, abandonado tras ello, sus actividades sindicales.
- TW Thibedi (1888-1960). Se consideró como un gran sindicalista, miembro de IWW al que se adhirió en 1916. Era natural de la ciudad sudafricana de Vereeniging, ejerció de profesor en una escuela que dependía de una iglesia de Johannesburgo. Propugnaba, en sus actividades sindicales, la unidad de clase y la acción de masas contra el capitalismo. Formaba parte del ala izquierda del partido nacionalista africano Congreso Nacional Indígena Sudafricano (SANNC). Thibedi, miembro, también él, de la ISL, durante un movimiento de dirigido por ese grupo en 1918 sufrió, junto a sus camaradas, una dura represión policiaca. Miembro del PC sudafricano desde el principio, lo excluyeron en 1928, pero, ante la reacción de muchos de sus compañeros, volvió a ser integrado antes de ser expulsado definitivamente del partido. Después simpatizó brevemente con el trotskismo antes de entrar en el anonimato total. Las fuentes de las que disponemos[10] no dan una idea de la cantidad de militantes trotskistas sudafricanos en aquel entonces.
- Bernard Le Sigamoney (1888-1963). De origen indio, de una familia de agricultores, fue miembro activo del sindicato IWW indio y al igual que sus camaradas antes citados, fue también miembro de la ISL. Lo hizo todo por la unidad de los trabajadores de la industria en África del Sur, y, junto a sus compañeros de la ISL, estuvo a la cabeza de importantes movimientos de huelga en 1920/1921. No integró, sin embargo, el Partido Comunista, decidiendo abandonar sus actividades políticas y sindicales e irse a estudiar a Gran Bretaña en 1922. En 1927 volvió a África del Sud (Johannesburgo) de misionario anglicano a la vez que retomaba sus actividades sindicales en organizaciones cercanas a IWW. Las autoridades lo denunciaron entonces por "perturbador" y acabó desanimándose y contentándose con sus obras en la iglesia y de promoción de los derechos civiles de las personas de color.
Son esas tres unas semblanzas de militantes con trayectorias sindicales y políticas bastante parecidas aun siendo de origine étnico diferente (un europeo, un africano y un indio). Pero lo que sí comparten es algo común esencial: la solidaridad de clase proletaria y el espíritu internacionalista con una gran combatividad contra el enemigo capitalista. Fueron ellos y sus camaradas de lucha los precursores de los combatientes obreros actuales en Sudáfrica.
Otras organizaciones, de naturaleza y origen diferentes actuaron en la en el seno de la clase obrera, o sea de los partidos y organizaciones principales[11] que se reclamaban en su origen, más o menos formalmente, de la clase obrera o que pretendían defender sus intereses, dejando de lado al Partido Laborista que se mantuvo fiel a su burguesía desde que participó activamente en la primera carnicería mundial. Para ser más precisos, haremos aquí un esbozo[12] de la naturaleza y el origen del ANC y del PC sudafricano como fuerzas de encuadramiento ideológico de la clase obrera desde los años 1920.
- El ANC. Esta organización se creó en 1912 por y para la pequeña burguesía indígena (médicos, juristas, docentes y demás funcionarios, etc.), gente que reivindicaba la democracia, la igualdad racial y el sistema constitucional inglés como lo ilustran las propias palabras de Nelson Mandela [13] : "Durante 37 años, o sea hasta 1949, el Congreso Nacional Africano luchó respetando escrupulosamente la legalidad (…) Creíamos entonces que las reclamaciones de los africanos podrían ser tenidas en consideración al término de discusiones pacíficas y que se iría lentamente hacia el pleno reconocimiento de los derechos de la nación africana".
Así, desde su origen hasta los años 50[14], el ANC realizó sobre todo acciones pacíficas respetuosas del orden establecido, distando mucho de querer echar abajo el sistema capitalista. Así, Mandela se jactaba de su combate "anticomunista" como lo pone de relieve en autobiografía Un largo camino hacia la libertad. La orientación de la política estalinista, sin embargo, que propugnaba una alianza entre la burguesía ("progresista") y la clase obrera, permitió al ANC apoyarse en el PC para acceder al medio obrero, sobre todo por medio de los sindicatos, controlados por ambos partidos juntos desde entonces hasta hoy. - El Partido Comunista Sudafricano. El PC lo crearon personas que reivindicaban el internacionalismo proletario, siendo así miembro de la Tercera Internacional (en 1921). En sus inicios, el PC defendía la unidad de la clase obrera dándose la perspectiva del derrocamiento del capitalismo y la instauración del comunismo. Pero a partir de 1928, se convirtió en un simple brazo ejecutor de las instrucciones de Stalin en la colonia sudafricana. En efecto, a la teoría estaliniana del "socialismo en un solo país" se agregaba la idea de que los países subdesarrollados tenían que pasar obligatoriamente por "una revolución burguesa" y, por lo tanto, según tal planteamiento, el proletariado siempre podría luchar contra la opresión colonial, pero, ni mucho menos, instaurar un poder proletario del tipo que fuera en las colonias de entonces.
El PC sudafricano aplicó esa orientación hasta la absurdez transformándose incluso en perro fiel del ANC en los años 1950, como lo ilustra lo siguiente: "El PC ofreció sus servicios al ANC. El secretario general del PC le explicó a Mandela: "Nelson, ¿qué tienes contra nosotros? Nosotros luchamos contra el mismo enemigo. No hablamos de dominar el ANC; nosotros trabajamos en el contexto del nacionalismo africano". En 1950 Mandela aceptó que el PC pusiera su aparato militante al servicio del ANC, poniéndole así en bandeja el control de una buena parte del movimiento obrero y una ventaja importante para que el ANC fuera hegemónico en el movimiento antiapartheid. A cambio, el ANC serviría de vitrina legal para el aparato de un PC prohibido."[15]
De ahí que esos dos partidos, claramente burgueses, se hicieran inseparables y se encuentren hoy a la cabeza del Estado sudafricano para la defensa de los intereses perfectamente entendidos por del capital nacional y contra la clase obrera a la que oprimen y, llegado el caso, aplastan sin miramientos como ocurrió con el movimiento de huelga de los mineros de Marikana en agosto de 2012.
El apartheid contra la lucha de la clase
Apartheid: término que significa una realidad inhumana aborrecida hoy en el mundo entero, incluso entre sus antiguos secuaces, pues ha simbolizado durante mucho tiempo la forma de explotación capitalista más infame contra las capas y las clases pertenecientes al proletariado sudafricano. Antes de ir más lejos, propongamos una definición, entre otras, de ese término: En la lengua afrikáans hablada por los afrikáners, apartheid significa "separación", y más precisamente separación racial, social, cultural, económica, etc... Detrás de una definición así, formal, de la palabra se oculta una doctrina acarreada por capitalistas y colonialistas "primitivos" que combina fines económicos e ideológicos: "El apartheid surgió a la vez del sistema colonial y del sistema capitalista; por estas dos razones ha marcado la sociedad sudafricana con las divisiones de razas características de aquél y las divisiones de clases inherentes a éste. Como muchos otros lugares del planeta, hay una coincidencia casi perfecta entre razas negras y clase explotada. En el otro polo, sin embargo, la situación es menos clara. En efecto, la población blanca no puede asimilarse a une clase dominante de manera tajante ni mucho menos. Está, sí, formada por un puñado de poseedores de medios de producción, pero también de la masa de quienes no poseen ninguno: obreros agrícolas y de la industria, mineros, empleados del sector terciario, etc. No hay pues identidad entre raza blanca y clase dominante. (…) Ahora bien, nada de eso [que la mano de obra blanca se relacione con la negra en un plano de igualdad] ha ocurrido ni ocurrirá nunca en Sudáfrica mientras el apartheid esté vigente. Pues la finalidad de tal sistema es evitar toda posibilidad de creación de una clase obrera multirracial.[16] Es ahí donde el anacronismo del sistema de poder sudafricano, con sus viejos mecanismos de otra época, vienen en ayuda del sistema capitalista que tiende generalmente a simplificar las relaciones en el seno de la sociedad. El apartheid – en su forma más plena – vino a consolidar el edificio colonial, en el momento en que el capitalismo podría haber echado abajo la omnipotencia de los blancos. El medio ha sido una ideología y una legislación cuyo objetivo es anular los antagonismos de clase en el seno de la población blanca, extirpando los gérmenes, difuminando los contornos y sustituyéndolos por antagonismos de razas.
Al desplazar las contradicciones de un terreno difícil de controlar (división de la sociedad en clases antagónicas) al más fácilmente controlable de la división no antagónica de la sociedad entre razas, el poder blanco ha alcanzado prácticamente el resultado esperado: constituir un bloque homogéneo y unido del lado de la etnia blanca - bloque tanto más sólido porque se considera históricamente amenazado por el poder negro y el comunismo – y por el otro lado dividir a las poblaciones negras entre ellas, en tribus distintas o en capas sociales con intereses diferentes.
Del lado blanco, se minimizan, se ignoran y se difuminan los antagonismos de clase, mientras que del lado negro se cultivan, se subrayan y se provocan. Tal labor de división, facilitada por la presencia en suelo sudafricano de poblaciones de orígenes muy diversos, se ha ido llevando a cabo sistemáticamente desde la colonización: ruptura tribal de una parte de las poblaciones africanas y mantenimiento en las estructuras tradicionales de otra parte; evangelización e instrucción de unos, privación de toda posibilidad educativa de los demás; instauración de pequeñas élites de jefes y de funcionarios, pauperización de las grandes masas; y, en fin, establecimiento, acompañado de gran ruido publicitario, de una pequeña burguesía africana, mestiza, india, compuesta de individuos-tampón listos para interponerse entre sus hermanos de razas y sus aliados de clase"[17].
Estamos globalmente de acuerdo con el marco de definición y análisis del sistema de apartheid de esa autora. Somos especialmente de su parecer cuando ella afirma que el apartheid es ante todo un instrumento ideológico al servicio del capital contra la unidad (en la lucha) de los diferentes miembros de la clase explotada, de los obreros de todos los colores, en el caso que nos ocupa. Dicho de otra manera, el sistema del apartheid es ante todo un arma contra la lucha de clases como motor de la historia, la única que sea capaz de echar abajo el capitalismo. Si bien el apartheid fue teorizado y aplicado a fondo, a partir de 1948, por la fracción afrikáner, la más retrograda de la burguesía colonial sudafricana, fueron, sin embargo, los británicos, portadores de la "civilización más moderna" los que pusieron los jalones de un sistema tan inmundo. "En efecto, ya desde principios del siglo XIX, los invasores británicos tomaron las medidas legislativas y militares para agrupar una parte de las poblaciones africanas en las "reservas", dejando u obligando a la otra parte a salir de ellas para emplearse a través del país en diferentes sectores económicos. La superficie de esas reservas tribales se fijó en 1913 siendo ligeramente aumentada en 1936 para acabar ofreciendo a la población (negra) únicamente el 13 % del territorio nacional. A esas reservas tribales construidas artificialmente por el poder blanco (…) se les puso el nombre de Bantustanes (…) "hogares nacionales para bantús", debiendo cada uno de ellos agrupar teóricamente a los miembros de una misma etnia". (Brigitte Lachartre. Ídem.)
Así, la idea de separar las razas y las poblaciones la puso en práctica primero el colonialismo inglés aplicando metódicamente su famosa estrategia de "divide y vencerás", implantando una separación étnica, no sólo entre blancos y negros, sino, con mayor cinismo si cabe, entre etnias negras.
Los celadores del sistema no pudieron, sin embargo, impedir que estallaran sus propias contradicciones generando inevitablemente el enfrentamiento entre las dos clases antagónicas. O sea que, aún bajo un sistema tan bárbaro, hubo muchas luchas obreras llevadas a cabo tanto por obreros blancos como por obreros negros (o mestizos e indios).
Cierto es que la burguesía sudafricana logró, las más de las veces y con maestría, hacer impotentes las luchas obreras, envenenando durablemente la conciencia de clase de los proletarios sudafricanos. Esto se plasmó en que hubo grupos obreros que se batían a menudo contra sus explotadores, y a la vez también contra sus compañeros de etnia diferente de la suya, cayendo así atrapados en la trampa mortal que les tendía el enemigo de clase. En resumen, fueron escasas las luchas que unieron a obreros de origines étnicos diferentes. También se sabe que hubo cantidad de organizaciones dizque "obreras", o sea sindicatos y partidos, que le facilitaron la tarea al capital avalando esa política de la "división racial" de la clase obrera sudafricana. Los sindicatos de origen europeo junto con el Partido Laborista Sudafricano, por ejemplo, defendían ante todo (o exclusivamente) los "intereses" de los obreros blancos. De igual modo, los diferentes movimientos negros (partidos y sindicatos) luchaban ante todo contra la destino reservado a los negros por el sistema de exclusión, exigiendo primero la igualdad y después la independencia. Fue el ANC el que representó principalmente esta orientación. Subrayemos aquí el caso particular del PC sudafricano, el cual, en un primer tiempo (principios de los años 1920), intentó unir a la clase obrera sin distinción en el combate contra el capitalismo, pero no tardó en abandonar el terreno del internacionalismo, decidiendo privilegiar "la causa negra". Fue el inicio de su "estalinización" definitiva.
Movimientos de huelga y otras luchas sociales entre 1884 y 2013
Primera lucha obrera en Kimberley
Como por casualidad, el diamante, que hizo nacer simbólicamente el capitalismo sudafricano, fue también el origen del primer movimiento de lucha proletaria. La primera huelga obrera estalló en Kimberley, "capital del diamante" en 1884, donde los mineros de origen británico decidieron luchar contra la decisión de las compañías mineras de imponerles el sistema de "compound" (campo de trabajo obligatorio) reservado hasta entonces a los trabajadores negros. En esta lucha, los mineros montaron piquetes de huelga para imponer una relación de fuerzas por la satisfacción de sus reivindicaciones. Los patronos, para doblegar a los huelguistas, contrataron a “esquiroles” y, por otra parte, acudieron tropas armadas que se pusieron de inmediato a disparar contra los obreros. Hubo 4 muertos entre los huelguistas, que, sin embargo, continuaron la lucha con fuerza, lo que obligó a la patronal a satisfacer sus reivindicaciones. Ese fue el primer movimiento de lucha que opuso a las dos fuerzas históricas bajo el capitalismo sudafricano que, aunque terminó con muertes, fue victorioso para el proletariado. Ahí se inició la verdadera lucha de clases en el África del Sur capitalista, plantando así un mojón indicador para los enfrentamientos siguientes.
Huelga contra la reducción de salarios en 1907
No contentos con los ritmos que imponían a los obreros para incrementar los rendimientos, los empleadores del Rand [18] decidieron, en 1907, bajar los sueldos un 15 %, en especial los de los mineros de origen británico, considerados como "privilegiados". Igual que cuando la huelga de Kimberley, la patronal contrató a esquiroles (afrikáners muy pobres) los cuales, sin ser solidarios de los huelguistas, se negaron, sin embargo, a hacer el trabajo sucio que se les mandaba. Pero la patronal logró doblegar a los huelguistas, especialmente gracias al desgaste. Cabe señalar que las fuentes de las que disponemos hablan, sí, de huelga de envergadura, pero no dan cifra alguna sobre la cantidad de participantes en el movimiento.
Huelgas y manifestaciones en 1913
Frente a la reducción masiva de salarios y la degradación de sus condiciones de trabajo, los mineros entraron masivamente en lucha. Durante el año 1913, los obreros lanzaron una huelga en una mina contra las horas extras que la empresa quería imponerles. Fue la chispa que hizo prender el movimiento a todos los sectores con manifestaciones de masas, que acabaron siendo aplastadas violentamente por las fuerzas del orden. Al final se contaron (oficialmente) unos veinte muertos y cien heridos.
Huelga de ferroviarios y de mineros de carbón en 1914
A principios de 1914 estalló una serie de huelgas en la minería de carbón y en los ferrocarriles contra la degradación de las condiciones de trabajo. Pero el movimiento de lucha se desarrollaba en un contexto particular, el de los terribles preparativos de la primera carnicería imperialista mundial. En aquel movimiento, se pudo notar la presencia de la fracción afrikáner, pero separada de la fracción inglesa, y, claro está, cada una de ellas bien encuadradas por sus sindicatos respectivos, defendiendo cada uno a sus propios "clientes étnicos".
Así las cosas, el gobierno se apresuró a instaurar la ley marcial para romper físicamente la huelga y a sus iniciadores, encarcelando o deportando a cantidad de huelguistas. Se ignora hoy todavía el número exacto de víctimas. Por otra parte, hay que señalar aquí el papel particular de los sindicatos en ese movimiento de lucha: fue en ese mismo tiempo de represión de las luchas en el que los dirigentes sindicales y del Partido Laborista votaron los créditos de guerra en apoyo a la entrada en guerra de la Unión Sudafricana contra Alemania.
Agitaciones obreras contra la guerra de 1914 e intentos de organización
Aunque, globalmente, se amordazó a la clase obrera durante la guerra 1914/18, algunos proletarios intentaron oponerse a ella propugnando el internacionalismo contra el capitalismo. "(…) En 1917, apareció un cartel por los muros de Johannesburgo, convocando a una reunión para el 19 de julio: ‘Venid a discutir puntos de interés común entre obreros blancos e indígenas’. Este texto lo publicó la International Socialist League (ISL), una organización sindicalista revolucionaria influida por los IWW norteamericanos (…) y formada en 1915 en oposición a la Primera Guerra mundial y a las políticas racistas y conservadoras del Partido Laborista sudafricano y de los sindicatos de oficio. Al principio contaba sobre todo con militantes blancos, pero la ISL se orientó rápidamente hacia los obreros negros, llamando en su semanario La Internacional, a construir ‘un nuevo sindicato superador de los límites de oficios, de colores de piel, de razas y de sexo para destruir el capitalismo paralizando a la clase capitalista’”[19].
A partir de 1917, los obreros de color se organizan en la ISL. En marzo de 1917, la ISL funda un sindicato de obreros indios en Durban. En 1918, funda un sindicato de trabajadores del ramo textil (que se declaran después también en Johannesburgo) y un sindicato de conductores de caballos en Kimberley, ciudad de la extracción de diamantes. En Ciudad del Cabo, una organización hermana, la Industrial Socialist League, funda el mismo año un sindicato de trabajadores de azucareras y confiterías.
La reunión del 19 de julio es un éxito y es la base de reuniones semanales de grupos de estudio llevados por miembros de la ISL (especialmente Andrew Dunbar, fundador de los IWW en Sudáfrica en 1910). En esas reuniones se discute sobre capitalismo, sobre lucha de clases y sobre la necesidad para los obreros africanos de sindicarse para obtener aumentos de sueldo y suprimir el sistema de salvoconductos. El 27 de septiembre siguiente, los grupos de estudio se transforman en sindicato, Industrial Workers of Africa (IWA, Obreros industriales de África), siguiendo el modelo de IWW. Su comité de organización está enteramente compuesto de africanos. Las demandas de los nuevos sindicatos, sencillas e intransigentes, se resumen en la consigna: “Sifuna Zonke!” ("¡Lo queremos todo!").
Surge ahí por fin la expresión del internacionalismo proletario en ciernes. Un internacionalismo portado por una minoría de obreros pero tan importante en aquel entonces, pues eso sucedía cuando tantos proletarios estaban maniatados y arrastrados a la primera matanza imperialista mundial por le Partido Laborista traidor junto con los sindicatos oficiales. Otro aspecto que ilustra la fuerza y la dinámica de esas pequeñas agrupaciones internacionalistas fue que de ellas (en especial de la Liga Internacional Socialista) salió gente para formar el Partido Comunista Sudafricano en 1920. Fueron esos grupos, dominados sin duda por los valedores del sindicalismo revolucionario, los que favorecieron activamente la emergencia de sindicatos radicales, en particular entre los trabajadores negros, mestizos, etc.
Ola de huelgas en 1918
Hubo huelgas, a pesar de la dureza de la época con leyes marciales contra cualquier reacción o movimiento de protesta: "En 1918, el país se vio sumido en una oleada de huelgas sin precedentes contra el coste de vida y por aumentos de sueldo, huelgas que agruparon a obreros blancos y de color. Cuando el juez McFie mandó a la cárcel a 152 obreros municipales africanos en junio de 1918, ordenándoles que siguieran "haciendo el mismo trabajo que antes" pero ahora desde la cárcel, vigilados por una escolta armada, los progresistas blancos y africanos lo consideraron insultante. El TNT (Transvaal Native Congres, antepasado del ANC) convoca a una manifestación de masas de obreros africanos en Johannesburgo el 10 de junio". (http//www-pelloutier.net).
Hay que poner aquí de relieve algo importante o simbólico: fue esa la única implicación (conocida) del ANC en un movimiento de lucha de la clase en sentido propio. Fue sin duda una de las razones que explica que esa fracción nacionalista haya tenido después una influencia entre la clase obrera negra.
Huelgas masivas en 1919/1920 reprimidas en la sangre
Durante el año 1919, un sindicato radical (Industrial and Commercial Workers Union, Unión de Trabajadores de la Industria y el Comercio) formado por negros y mestizos, sin blancos en sus filas, lanzó un amplio movimiento de huelga, en particular entre los estibadores de Puerto Elisabeth. Una vez más, la policía secundada por grupos de blancos armados quebró el movimiento por las armas, acarreando más de 20 muertos entre los huelguistas. Una vez más, vemos aquí a huelguistas aislados, con la derrota segura de la clase obrera en un combate tan desigual en el plano militar.
En 1920, fueron esta vez los mineros africanos los que iniciaron una de las mayores huelgas habidas en el país, que afectó a unos 70 000 trabajadores. Un movimiento que duró una semana, antes de que lo aplastaran las llamadas fuerzas del orden, cuyos disparos mataron a muchos huelguistas. A pesar de lo masivo del movimiento de los obreros africanos, no pudo contar con la menor ayuda de los sindicatos blancos que se negaron a convocar huelgas y acudir en ayuda de las víctimas de los disparos de la burguesía colonial. Por desgracia, esa falta de solidaridad por parte de los sindicatos fue sistemática en cada lucha.
En 1922, huelga insurreccional aplastada por un ejército fuertemente armado
A fines de diciembre de 1921, la patronal de las minas de carbón anuncia bajas masivas de sueldos y despidos para sustituir a 5 000 mineros europeos por indígenas. En enero de 1922, 30 000 mineros deciden luchar contra los ataques de la patronal minera. Frente a las dilaciones de los sindicatos, un grupo de obreros toma la iniciativa de la respuesta dotándose de un comité de lucha y llamando a la huelga general. Así los mineros forzaron a los dirigentes sindicales a seguir el movimiento, pero tal huelga no fue ni mucho menos "general" pues sólo concernía a los "blancos".
Frente a la pugnacidad de los obreros, el Estado y la patronal unidos deciden emplear mayores medios militares para atajar el movimiento. Para enfrentar la huelga, el gobierno declara la ley marcial, agrupando a unos 60 000 hombres equipados de ametralladoras, cañones, carros e incluso aviones.
Por su parte, ante la abundancia de armas en sus enemigos, los huelguistas empezaron a armarse con fusiles y escopetas y a organizarse en comandos. Se asistió entonces a una batalla campal como en una verdadera guerra. Al término del combate, se contó por parte obrera a más de 200 muertos y 500 heridos. Hubo 4750 detenciones y 18 condenas a muerte. Fue pues una verdadera guerra, como si el imperialismo surafricano, parte activa en la Primera Guerra Mundial, quisiera prolongar su acción bombardeando a los obreros de las minas como si se enfrentara a las tropas alemanas. Con esa acción, la burguesía colonial británica mostraba su odio rotundo hacia el proletariado sudafricano pero también el miedo que éste le infundía.
¿Qué lecciones extraer de ese movimiento?: tras su carácter tan militar, ese enfrentamiento sangriento fue sobre todo una verdadera guerra de clases, proletariado contra burguesía, aunque, eso sí, con medios muy desiguales. Esto no hace sino poner más aún de relieve que la fuerza primordial de la clase obrera no es militar sino, ante todo, la de su unidad más amplia posible. En lugar de buscar el apoyo del conjunto de los explotados, los mineros (blancos) cayeron en la trampa que les tendió la burguesía con su proyecto de sustituir a los 5 000 obreros europeos por indígenas. Esto se concretó en una tragedia, pues durante toda la batalla campal entre mineros europeos y fuerzas armadas del capital, los demás obreros (200 000, entre negros, mestizos e indios) acudieron al trabajo o se quedaron de brazos cruzados. Está claro también, que, desde el principio, la burguesía era claramente consciente de la debilidad de unos obreros que iban al combate tan profundamente divididos. De hecho, la repugnante receta de "divide y vencerás" se aplicó aquí con éxito, mucho antes de que se instaurara oficialmente el apartheid, cuyo objetivo principal, como decíamos antes, fue servir contra la lucha de clases. Y la burguesía se aprovechó además de su victoria militar sobre los proletarios sudafricanos para reforzar su control sobre la clase obrera. Organizó elecciones en 1924 de las que salieron vencedores los partidos populistas clientelistas que se presentaban como defensores de los "intereses de los blancos", o sea el Partido Nacional (bóer) y el Partido Laborista que formaron una coalición gubernamental. Fue esta coalición gubernamental la que promulgó las leyes que instauraron las divisiones raciales llegando incluso a considerar un crimen la ruptura de contrato de trabajo por parte de un negro; o, también, imponiendo un sistema de salvoconducto para los negros e imponiendo zonas de residencia obligatoria para los indígenas. Y "La barrera del color" ("color bar") era para reservar a los blancos los empleos cualificados asegurándoles un salario bastante más alto que el de negros o indios. A eso se añadieron otras leyes segregacionistas como la llamada "Ley de Conciliación Industrial" que permitía que se prohibieran organizaciones no blancas. Fue ese dispositivo ultra-represivo y segregacionista en el que se basó, en 1948, el gobierno afrikáner para instaurar jurídicamente el apartheid.
La burguesía consiguió así paralizar durablemente toda expresión de lucha de clase proletaria. Habrá que esperar hasta la víspera de la Segunda Guerra mundial para ver a la clase obrera levantar cabeza reemprendiendo el camino de sus combates de clase. De hecho, entre finales de los años 20 y 1937, el terreno de la lucha estuvo ocupado por el nacionalismo: por el PC sudafricano, el ANC y sus sindicatos, de un lado, y por el Partido Nacional afrikáner y sus satélites, del otro.
(Continuará)
Lassou, diciembre de 2013
[1]. Ver la serie "Contribución a la historia del movimiento obrero en África” (centrado, especialmente en Senegal, en Revista Internacional nos 145, 146, 147, 148 y 149.
[2]. Un ejemplo reciente: en agosto de 2012, la policía del gobierno del ANC asesinó a 34 huelguistas de las minas de Marikana.
[3]. Henri L. Wesseling, Divide y vencerás. El reparto de África, (1880-1914) Barcelona, Península, 2ª ed. 2011.
[4] Ídem.
[5]. Rosa Luxemburg, La acumulación del capital, tomo 2, los tres capítulos: ‘‘La lucha contra la economía natural”, “La lucha contra la economía de mercancías” y “La lucha contra la economía campesina” ed. Orbis.
[6]. Brigitte Lachartre, Luttes ouvrières et libération en Afrique du Sud, Ediciones Syros, 1977.
[7]. Henri Wesseling, Ídem, p.154 .
[8]. Henri Wesseling, ídem, p. 353.
[9].El Estado sudafricano contribuyó ampliamente en esa labor mediante leyes con las que reprimir toda organización no blanca.
[10]. Lucien van der Walt (Bikisha media collective), https://www.zabalaza.net.
[11]. Volveremos más tarde sobre las organizaciones sindicales que se reclaman de la clase obrera.
[12]. En el próximo artículo detallaremos las funciones de los partidos/sindicatos que actuaban en el seno de la clase obrera.
[13]. Citado por Brigitte Lachartre, ídem.
[14]. Fue tras la instauración oficial del apartheid en 1948 cuando el PC y el ANC iniciaron la lucha armada.
[15]. Cercle Léon Trotski, Exposición del 29/01/2010, página Internet www.lutte-ouvrière.org
[16]. Subrayado nuestro.
[17] Brigitte Lachartre, Ídem.
[18]. Rand es la forma abreviada del nombre de la región llamada Witwatersrand, la región de Johannesburgo.
[19]. Une histoire du syndicalisme révolutionnaire en Afrique du Sud, página web: https://www.matierevolution.fr/spip.php?article1066.