Lucha obrera y maniobras sindicales en Venezuela

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"¡EL OBRERO BIEN ARRECHO EXIGE SU DERECHO!"
Reseña: El "aumento" salarial es un excelente pretexto para obtener dividendos políticos; pero la irrupción de una combatividad obrera, inesperada para algunos, tanto el 17 de Octubre en Aragua como el 25 en Caracas, permite explicar la aparente contradicción entre la gritería sindical de Septiembre y la "traición" a la huelga del magisterio. Se pretende en este material establecer un balance provisional de la situación de debilidad y fuerza de la clase trabajadora, haciendo hincapié en la necesidad de que impulse su tendencia hacia la autonomía social, política y organizativa, y así ponga término a la diversión parlamentaria.
LA HUELGA: PUNTO DE PARTIDA
Lo más importante de la huelga no reside en no trabajar, ni en el perjuicio causado a los patronos. Quién así piensa concibe la huelga desde el punto de vista del que pretende manejar la lucha de clases como una partida de ajedrez. Pero las piezas en el tablero social viven, sufren, y amenazan con actuar por cuenta propia tan pronto como las circunstancias les permitan tirar por la borda las reglas del juego. Antes que nada la huelga es la oportunidad de romper la rutina cotidiana, de juntarse con sus compañeros de fábrica para otra cosa que producir en beneficio del patrón (o del Estado), de imaginarse y crear nuevas formas de vida colectiva, de palpar en la calle, en los rostros asustados de los burgueses y en la prensa el poder que puede representar no ya la lucha de cada obrero sino la clase obrera como un todo. La huelga puede ser una formidable vivencia creativa que impregna los sentidos y los cerebros (las razones por las cuales se inicia un conflicto suelen ser cualitativamente distintas de los motivos por las que se mantienen: una vez lanzado puede encontrar en sí mismo su propia razón de ser); pueden forjarse nuevas relaciones humanas, nuevas formas organizativas que prefiguran una sociedad distinta. Sólo en el movimiento real, en la lucha cotidiana, surgen los elementos de la futura sociedad y no en los programas de los profesionales de la política. Claro está, no toda huelga tiene este carácter subversivo. Mientras no dé lugar al nacimiento de la iniciativa obrera puede muy bien ser un instrumento de chantaje y negociación para los que persiguen fines distintos a la superación de la sociedad actual, para los que buscan reformas compatibles con el orden existente basado en la explotación del trabajo asalariado, en su sujeción a unos imperativos de la producción que le son totalmente ajenos.
LA LIBERACIÓN DE PRECIOS: APARECE LA CTV
Los últimos acontecimientos en el mundo laboral revelan que el proceso antes descrito ha empezado a darse, en forma embrionaria indudablemente, en Venezuela. Pero partamos a partir del comienzo.
Todo empezó en Agosto con la liberación de precios, la cual provocó un alza en el costo de la vida (¿de cuál vida?) cercana al 20%, incluyendo artículos básicos como la leche (de Bs.12 a Bs.22 la "barata" que se consigue difícilmente y de Bs.19 a Bs.29 la otra). Puesto que se trataba de gobernar para los pobres no era inútil asegurarse que haya suficientes pobres en los años venideros. ¡La previsión gubernamental es admirable! Si a esto agregamos los 2 kilos en qué aumentó el jefe del Estado desde Marzo (¿qué pasará al final del período presidencial?) entenderemos que la población se sienta defraudada e insultada.
El descontento creció en forma acelerada y surgieron algunos conflictos importantes: los maestros portuarios, los ingenieros en funciones públicas; los trabajadores de la compañía de electricidad Enerven en el Zulia, etc..., la casi totalidad de los cuales tienen por patrón al Estado.
El aumento de los salarios se hacía ineludible. Gobierno y oposición se enfrascan en una disputa por ver quién podrá sacarle mayores dividendos políticos. Luís Herrera se rasga las vestiduras y pide poderes especiales. ¡Qué va! Responde la oposición, ¡eso me corresponde a mí!. Así juegan con los intereses de los trabajadores. A.D

A.D.: partido de Acción Democrática, de orientación socialdemócrata, uno de sus dirigentes más famosos es Carlos Andrés Pérez . buscaba de una u otra manera levantar la cabeza después de las derrotas electorales; era previsible que iba a darle un corte populista renovado a su quehacer político, pero es revelador de la situación social el que no sea el partido como tal que tome la cabeza de la ofensiva antigubernamental, sino que lo haga a través del control que ejerce en la CTV
CTV: Confederación de Trabajadores de Venezuela, sindicato ligado al partido AD. Esto ocurre por primera vez en 20 años. De esta forma, la central sindical, con el apoyo de toda la oposición, introduce un proyecto de ley de "aumento" salarial a congreso, y lanza simultáneamente una masiva campaña por la afiliación sindical, hecho que nunca antes había sucedido. A.D. sólo podía sacarle provecho de la situación si la CTV obtenía en plazos relativamente breve un éxito a nivel parlamentario (cosa probable vista la correlación de fuerza). Además era necesario que la CTV y AD se recrearan una nueva virginidad como abanderados de la clase obrera: empezaron a gesticular y a combatir, con bombos y platillos, la "resistencia" del gobierno y de una parte de la burguesía con la amenaza de la huelga, Ya la habían probado con éxito meses antes con la huelga de 24 horas en La Victoria.
HACIA EL PARO REGIONAL EN ARAGUA
La intranquilidad y combatividad mostradas durante la negociación del último convenio en la industria textil no han desaparecido. A raíz de una convocatoria del sindicato textil SUTISS, una asamblea elige un comité de conflicto a nivel regional con el fin de organizar una respuesta obrera. El que este comité esté dominado por los sindicalistas adecos
Vinculados al partido AD. no le resta importancia al hecho de que confusamente se expresa la necesidad de un organismo de lucha distinto al aparato sindical. Algo semejante sucede con los ingenieros que entre sus objetivos exigen la incorporación a la mesa de negociaciones de un delegado elegido en asambleas. Este Comité de Conflicto impulsa la idea de una huelga regional para el 17 de Octubre. Inicialmente Fetraragua se muestra reticente, pero en fin de cuentas no se opone a el (incluso le presta sus locales) y, después de algunas negociaciones tendientes a obtener el visto bueno de la CTV, se hace público el llamado al paro para el miércoles 17. Lo que ocurriría en Aragua era visto como una prueba y ello determinaría el curso ulterior de los acontecimientos. Así fue.
¡SEGUID EL EJEMPLO QUE ARAGUA DIO!
Aragua: estado de Venezuela. El himno nacional reza: «sigan el ejemplo que Caracas dio»
El día 17 Maracay
Capital del Estado de Aragua amanece paralizada; en algunas zonas periféricas, el tráfico es interrumpido por multitud de objetos diversos desparramados en la vía. Los obreros acuden a sus fábricas y de allí se dirigen hacia la plaza Girardot en el centro de la ciudad. Sólo se había divulgado la orden de huelga, no así la hora ni el lugar de una concentración. La dirigencia sindical estaba interesada en el éxito numérico por un lado y en el control de las masas por el otro. Ello explica el llamado al paro y el mantener el monopolio de la información relativa a los actos previstos. Los obreros sin embargo no querían desperdiciar la oportunidad de manifestar su descontento y aceptaron esas condiciones con tal de poder unirse en la calle con sus hermanos de clase. A las 10 la plaza está repleta de gente, en su inmensa mayoría proletarios: se notan multitud de pancartas hechas precipitadamente, alusiva a la presencia de sus respectivas fábricas, exigiendo aumentos salariales o simplemente afirmando una visión clasista (ejemplo: «ellos tienen el poder porque tienen la voluntad»). Vienen los consabidos discursos cuyos ejes son: el alza de los precios, la necesidad del ajuste salarial, la mala (¡sic!) administración gubernamental, la lucha contra Fedecámaras
Patronal venezolana y la preparación del paro nacional.
En el ambiente se respira que los obreros interpretan esta concentración y huelga como el inicio del enfrentamiento con la burguesía y su Estado. Obviamente la masa obrera no se contenta con escuchar pasivamente, quiere expresarse como colectivo y ello sólo se logra marchando por las calles. La presión en este sentido es tan fuerte que a pesar de lo previsto (es decir la concentración) los dirigentes sindicales terminan por llamar a desfilar por la avenida Bolívar hasta la Asamblea Legislativa. Previamente grupos de jóvenes obreros se había dedicado a recorrer las calles céntricas, cerrando negocio tras negocio (.....salvo las farmacias) con una actitud decidida a hacer respetar el paro, pero sin ningún esbozo de violencia individual, de agresión hacia las personas. Igual sucedía al interceptar autobuses y taxis, haciendo que los pasajeros se bajaran para luego dejar que los vehículos se alejaran sin el menor inconveniente.
LA MANIFESTACION SE TORNA INCONTENIBLE
La clase obrera tomó prácticamente posesión de las calles céntricas de Maracay, impedía el tráfico, cerraba tiendas, hacia retumbar su cólera, imponía su poder. A partir de ahí los acontecimientos tomaron una dinámica propia. Los 10 a 15 mil manifestantes (la prensa habló exageradamente de 30 mil, quizás por el susto de marca mayor que le causó la jornada -infarto al suyo-cardio de Don Eugenio Mendoza
Gerifalte de la patronal venezolana) empezaron a corear consignadas improvisadas, destacando aquellas que simplemente resaltaban el aspecto clasista ( «el obrero bien arrecho exige su derecho» y «zapato, chancleta, la clase obrera se respeta!» entre otros) mientras que no lograba cuajar el tono pedigüeño del apoyo explícito a la ley de salarios introducida por la CTV. Si alguna cifra se manejaba era la del 50%, pero en general los manifestantes no podían, sólo expresaban su ira y su voluntad de lucha. A menudo se oyeron comentarios sobre la total inutilidad de la dichosa ley, sobre el inicio de la guerra de "pobres contra ricos". Pero ya volvemos sobre el tema. En las cercanías del palacio legislativo apareció de repente un pequeño destacamento de las "fuerzas del orden". La cabeza de la manifestación se abalanzó encima y los policías corrieron a refugiarse en el susodicho palacio donde se sintieron a salvo. Inmediatamente la gente se concentró frente a la entrada, cerrada por supuesto, de la Asamblea. La manifestación no estaba preparada y no se decidía a tratar de penetrar, pero sí palpó a las claras la diferencia entre el "pueblo" en la calle y sus "representantes" allí atrincherados. Como era de suponerse la burocracia sindical puso todo su empeño en pacificar la gente y en desviar la atención, llamando a regresar a la plaza Girardot para clausurar la jornada. ¡Bueno era el cilantro, pero no tanto! Por cierto que Francisco Prada, que reaparecía en público, perdió una bella oportunidad de quedarse callado, al unirse al coro sindical e incitar a los manifestantes a abandonar la puerta de la Asamblea Legislativa. Después de varias intentonas, el cortejo termina por arrancar de nuevo, pero en vez de dirigirse hacia la plaza Girardot, prefiere previamente cruzar y rodear el palacio legislativo por los 4 costados. Así anunciaba la clase obrera los lugares que mañana deberá ocupar. Montados sobre los carros los oradores espontáneos se sucedían y los manifestantes saboreaban ser dueños de la calle en contraste a las vejaciones e impotencia diarias a que son sometidos.
En la plaza Girardot, los esperaba otra tanda de discursos sindicales con el fin de ponerle un punto final a "esto". Más una parte de la manifestación, una vez llegada a la plaza siguió de largo y fue hasta la Inspectoría del Trabajo. Estaba cerrada. Regresaron a la plaza. Allí miles de obreros ya cansados estaban sentados en el suelo y las aceras. No sabían qué hacer, pero no tenían ganas de regresar a sus domicilios, para no volver a la monótona e insoportable vida cotidiana. Ya los líderes se marchaban y los militantes recogían sus pancartas. Aparentemente era el fin.
LA COSA SIGUE...
Al medio día aparece de repente una pequeña manifestación de textileros; los ánimos se encienden de nuevo y se da inicio, ahora sin dirigencia organizada, a un demencial recorrido por toda la ciudad. En primer lugar democráticamente marchar hacia el Consejo Municipal, donde después de subir y rellenar la escalera del 4 pisos exigen una confrontación con los concejales. Estos no parecen apreciar la insistencia con que un obrero de avanzada edad golpea la puerta armado de su bastón. Posteriormente se lanza la idea de dirigirse a los locales de Fetraragua, donde curiosamente no había nadie salvo unos botellones de agua que fueron prestamente utilizados para calmar la sed colectiva. De allí toman la decisión de ir hasta el Terminal de pasajeros. En el camino interrumpen una obra de construcción y se busca el capataz para darle unos "conejos". Se repartieron, con alto sentido social y de socrático, los pollos y hallaquitas de una pollera que tuvo el descuido de permanecer abiertas.
Eran más de las 14 horas y habían recorrido unos 10 kilómetros. El hambre, el calor y el cansancio habían reducido considerablemente el número de manifestantes. Era tiempo de ponerle término al embriagamiento colectivo, había que hacerlos regresar a la triste realidad. Ya que la dirigencia sindical había fracasado, esta tarea les correspondía a otros organismos. A fuerza de planazos y otros argumentos contundentes se demostró por enésima vez que las calles aun no son del "pueblo" sino de la policía. A las 15 horas, el orden había vuelto a Maracay.
El día había sido extremadamente rico en experiencias Instintivamente, la clase obrera había identificado algunos puntos neurálgicos del poder: Asamblea Legislativa, Consejo Municipal, Ministerio del Trabajo, Sindicatos y Terminal de pasajeros como pivote para extender la lucha fuera de Maracay. Fue una especie de misión de reconocimiento del terreno que servirá para luchas ulteriores. Por la noche, según parece, hubo manifestaciones en algunos barrios. Fue un día de fiesta proletaria.
LA CTV: AGUAFIESTA
Si los obreros tenían la ilusión de que se trataba de un primer paso en el transcurso de una lucha aparentemente triunfadora, debido al apoyo de los aparatos sindicales, la prensa del día siguiente se encargó de recordarles su condición de clase explotada y manipulada. En efecto, por un lado la CTV, como por obra de magia, transforma el paro nacional en una movilización general .... A las 16 horas del día 25. Obviamente la CTV no quería que se reprodujera a escala nacional el desbordamiento de la iniciativa de las masas. ¡Que primero trabajen todo el día y si les quedan ganas que vayan a manifestar! Ya la noche se encargará de calmar los ánimos exaltados. Se trataba de intentar la fórmula de la manifestación sin la huelga, lo cual permitía mantener simultáneamente la apariencia de lucha y el control social. Por el otro lado algunas industrias aragüeñas aprovechando el carácter jurídicamente ilegal de la huelga del 17 proceden al despido masivo de obreros (especialmente en La Victoria donde hay unos 500 casos). Con ello ponen a funcionar proyectos de "reducción del personal". "traslados de industrias", "saneamiento administrativo" y de este modo poder enfrentar con menor costo la situación financiera particularmente crítica para pequeñas y medianas empresas. Este último de lugar a una situación tensa en La Victoria
Ciudad industrial de Aragua, con marchas y protestas, abriéndose perspectivas de nuevas luchas en las semanas por venir, pero ahora sin el remedo de apoyo de la CTV. Los obreros de La Victoria o aprenden a combatir por cuenta propia o tendrán que aceptar las condiciones de la dictadura del capital.
LA IRA ESTALLA A PESAR DE TODO
La jornada de "movilización nacional" del 25 dio pie a nuevas manifestaciones de combatividad obrera no obstante el carácter antes señalado porque en Carabobo y en Guayana
Zona con concentraciones industriales hubieron paros regionales con marchas multitudinarias y carácter entusiasta. En Caracas, donde era necesario, para el prestigio sindical que la manifestación fuera numerosa, la CTV se encargó de traer contingentes obreros, por su parte aprovecharon la oportunidad que se les ofrecía por primera vez desde varios años de expresar su odio de clase. El gobierno, consciente después del 17 del peligro de desbordamiento obrero, no podía permitir que la manifestación tomara todas las calles del centro de la capital como había sucedido en Maracay. De allí que las fuerzas del "orden" decidieran enfrentar la gigantesca masa obrera prácticamente desde el inicio. No se trata pues de un exceso o de un error, se trata simplemente de la función clasista cumplida a cabalidad por las fuerzas policiales. El enfrentamiento se dio. La gente no corrió despavorida como de costumbre sino que opuso resistencia durante varias horas; se atacaron y destrozaron los signos de la opulencia burguesa que estaban en los alrededores y se generó un clima de violencia que continuo por algunos días en los barrios obreros y en particular en el barrio 23 de Enero, con el saldo de varios muertos.
Mientras tanto en Maracay la masa obrera que había saboreado lo del 17 no estaba ganada para participar en lo que a todas luces era una pálida repetición. Muy pocos se molestaron en venir. En contrapartida el falso rumor de que un estudiante había sido asesinado en Valencia
Capital del estado de Carabobo (en realidad sí hubo un muerto posteriormente en Valencia: un obrero) lanzó a la calle unos 2 mil estudiantes. Es típico del estudiantado el escandalizarse por la muerte de un estudiante a manos de la policía y ser ciego a lo poco espectacular destrucción diaria de la clase obrera en las fábricas: 250 accidentes mortales al año y más de un millón de enfermos por causas industriales revelan de sobra la violencia capitalista. La manifestación fue de corte estudiantil, el carácter obrero del 17 desapareció, se diluyó en el mar de consignas ucevistas, juveniles y otras. A pesar de ello también se nota la ausencia de los organismos estudiantiles tradicionales y la participación de muchos estudiantes "independientes" que podrían en un futuro converger con la naciente rebeldía obrera. Sólo un grupo de maestros - ellos sí estaban en huelga - mantenía un cierto carácter clasista.
De esta forma quedaba demostrado que la clase obrera estaba dispuesta a manifestar su "arrechera" siempre que le ofrecieran la oportunidad, pero de que no estaba ni está actualmente en condiciones de buscar, de crear por iniciativa propia, en forma autónoma, esa posibilidad. No hubo huelga en ninguna fábrica de Maracay. En esa contradicción de fuerza y debilidad se mueve la combatividad obrera en el país.
DE LA CALLE AL PARLAMENTO
La CTV, ni corta ni perezosa, concluye en evitar a toda costa darle a la clase obrera esa oportunidad. De hecho asistimos a una cierta pacificación momentánea, que bien podría quebrarse en ocasión del pago de aguinaldos y utilidades en Diciembre, debido a las dificultades financieras alegadas por ciertos industriales. De ahí adelante se habla cada vez menos de movilizaciones y cada vez más de negociación parlamentaria sobre la ley, pero ahora sin capacidad de presión en la calle. Incluso el 29 de Octubre el Consejo Consultivo de la CTV, materializando las componendas de alto nivel adeco-copeyanos
COPEI: Partido de la Democracia Cristiana, gubernamental, acuerda, con el fin de poder controlar toda situación potencialmente peligrosa, la necesidad de que la CTV sea consultada previamente a todo movimiento huelguístico que federaciones locales o gremiales pueden decretar. Sobre esta base se declarará posteriormente ilegal la huelga magistral. Si esto hace con sus propias federaciones, ¿qué no harán de surgir un movimiento obrero autónomo de los aparatos sindicales? Con ello se ve a las claras que a la pretendida alternativa de los sindicatos: ¿agencias de reclamo o instrumentos de lucha? Se opone la cruda realidad: agencia de reclamos en época de tranquilidad laboral y organismos de saboteo de las luchas al emerger el proletariado.
EL VIEJO TOPO SE ASOMA Y LOS LIDERES
CONTEMPLAN EL FIRMAMENTO
La situación actual es de la reaparición de la clase obrera en la escena nacional, fenómeno simular a lo que fue a comienzos de los años 60 y a los años 69 - 72. Esta reaparición está condicionada por la finalización del período de extrema bonanza petrolera y de los sueños de grandeza de la burguesía criolla. Ahora hay que pagar la cuenta, lo que en dos patadas implica racionalización de la producción incluyendo la quiebra de pequeñas y medianas empresas (cuyas ganancias constituyen motivo de preocupación de nuestros "socialistas" - ¡qué lindo era el capitalismo cuando no existían monopolios, verdad!) y acentuando el grado de explotación de la clase obrera. La liberación de precios no es sino una pieza en la necesidad de provocar cambios en la estructura productiva del país, cambios que sólo son posibles mediante el único camino capitalista para ello: crisis y recesión. No se trata, como pretenden algunos insignes profesores universitarios, de una política económica desacertada, al contrario, estamos frente a una inevitable política en el marco del sistema capitalista. Luchar contra esta política sin atacar de raíz sus cimientos capitalistas (pidiendo la remoción del gabinete económico "mal" informado o "ignorante") es hacer gala de una miopía socio-política que linda con la renuncia a la lucha revolucionaria. Ante los problemas que el desarrollo capitalista impone a las masas obreras, hay que resaltar la imperiosa necesidad de superar las relaciones mercantiles y monetarias a través del control de la producción y la distribución de los productores libremente asociados.
Se pretende distraer la atención orientándola hacia una ley salarial, la cual, debido al terror sindical de movilizar a las masas, es reducida a su mínima expresión, cubriendo a penas la inflación que reconoce el banco central de Venezuela desde la liberación de los precios. Los más "radicales" creen serlo al pedir porcentajes mayores o incluso el non-plus-ultra de una escala móvil (lo cual equivaldría, en el mejor de los casos, a atar definitivamente el ingreso obrero al vaivén de la economía burguesa). A este respecto es interesante señalar que los obreros brasileños acaban de oponerse a una ley semejante por que, según ellos, les coartaba su capacidad de lucha a nivel fabril para alcanzar incrementos netamente superiores a la inflación, como ocurrió efectivamente a comienzos del año. No es un problema de porcentajes sino de impulso de todas las luchas que tiendan a evidenciar la autonomía de los intereses obreros frente a la sociedad burguesa que tiendan a desarrollar formas organizativas que sean a la vez precursoras del poder obrero, que tienden a generalizarse, unificando por encima de la estrechez gremialista a todos los sectores en conflicto, que tienden a atacar la existencia misma del trabajo asalariado. Los motivos particulares de los conflictos no son tan importantes como las experiencias organizativas adquiridas en el transcurso de ellos.
Por cierto que se puede notar una ruptura en el comportamiento del proletariado al comprobar que si bien el número de huelgas ha ido en aumento desde 1976 NO OCURRE lo mismo con los pliegos conflictivos introducidos. Esto parece señalar que la clase obrera se preocupa cada vez menos por la legalidad burguesa y tiende a actuar crecientemente en función directa de sus intereses. Así frente a la liberación de los precios los trabajadores tendrán que imponer una liberación de hecho de los salarios; de igual modo tendrán que hacer añicos los plazos estipulados en los contratos colectivos, tendrán que prepararse a una lucha diaria y permanente en su lugar de trabajo y en la calle.
LOS TRABAJADORES DE VENEZUELA NO ESTAN SOLOS
Lo que acontece en Venezuela no es único en el mundo; por el contrario, recién ahora estamos incorporándonos a lo que es un fenómeno de dimensiones universales. Ni aquí ni allá el capitalismo ha podido, ni podrá, satisfacer establemente las necesidades de la humanidad. El desempleo en Europa y en China, la inflación en USA y en Polonia, la inseguridad alimenticia o atómica que cunde por el mundo, y las luchas sociales a que dan origen así lo atestiguan.
Queda vigente aún el grito de guerra de la Primera Internacional:
LA EMANCIPACION DE LA CLASES OBRERA DEBE SER LA OBRA DE LA PROPIA CALSE OBRERA"
Venezuela, noviembre 1979.

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