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Siguiendo el mismo guion mortífero y asesino, dictado por el autodenominado Estado Islámico, los atentados ejecutados en Barcelona y Cambrils el pasado 17 de agosto han acabado con la vida de 16 personas inocentes y más de 100 heridos (veintitantos de ellos de extrema gravedad).
El terrorismo islamista es la otra vertiente de la guerra imperialista que se extiende desde Libia hasta Paquistán y donde han intervenido o intervienen las llamadas “democracias”, bien con presencia militar directa, bien armando hasta los dientes a los diversos bandos locales en lucha.
Las víctimas iban paseando por una de las avenidas más populares del mundo. Es un paseo de los que quedan pocos, donde no son las tiendas de lujo que lo enmarcan lo que le da vida, sino el continuo ir y venir. Aquí, como en París, en el Bataclan, lo que la gente buscaba era vivir con los demás en la medida de lo posible. Esto decíamos en nuestro artículo sobre los atentados de París de 2015: “Estos nuevos crímenes fríamente planificados, inducidos por una ideología oscurantista y mórbida, digna del nazismo, no se deben a unos cuantos “monstruos” que bastaría con erradicar; esta lógica es la de la burguesía. Sólo sirve para justificar la guerra, para engendrar a su vez más odio y más crímenes, y, sobre todo, ocultar las verdaderas causas de semejantes atrocidades. Lo que en realidad está en la raíz de todos los males es el sistema capitalista entero, un sistema sin porvenir, sin perspectiva, que se está descomponiendo poco a poco, arrastrando tras él a toda la humanidad en su engranaje mortífero.”[1] [2]
Frente al sentimiento natural de rabia, por un lado, y de solidaridad por otro con las personas afectadas, toda la burguesía, los poderes, los media y sus secuaces, reaccionó como podía esperarse: su propaganda es siempre “la barbarie contra la democracia” con todas sus variantes y declinaciones posibles e imaginables. Para ellos, se trata de recuperar la solidaridad humana espontánea con aquello de la “unidad de los demócratas”. O “Los bárbaros que utilizan a las poblaciones civiles como escudo”. Pero también, tras este atentado, está muy presente como telón de fondo permanente la trifulca entre soberanistas catalanes y el Estado español como veremos más abajo.
Lo que se concreta en el Estado Islámico o Daesh, del que se reivindican los terroristas, es el capitalismo decadente, las luchas imperialistas y la descomposición del capitalismo. El Daesh es una expresión especialmente reveladora de la dinámica suicida del capitalismo. El Estado Islámico es un producto típico de la decadencia del capitalismo, segregado directamente por la fase actual de su descomposición. Así decíamos en dicho artículo: “La ausencia de perspectiva social firme en el plano histórico es la causa principal de la agravación y multiplicación de los conflictos imperialistas, de la delicuescencia acelerada de la sociedad. Ninguna de las dos clases fundamentales y antagónicas de la sociedad, ni la burguesía ni el proletariado, consiguen imponer su proyecto histórico, o sea, la guerra mundial para aquélla o la revolución comunista para éste. Desde mediados de los años 1980, la sociedad está así prisionera de lo inmediato, aparece sin porvenir y se pudre sobre sus propias raíces. El desmoronamiento de la URSS en 1990, producto de esa dinámica, agudizó todas las contradicciones del sistema. Las expresiones de la fase de descomposición son múltiples: individualismo y cada cual a la suya, gansterismo, repliegue identitario y sectario, oscurantismo, nihilismo y, sobre todo, incremento del caos bélico. Todo eso hasta el punto de desestabilizar los Estados más débiles, acarreando su desplome, llevando la lógica de los conflictos a hacer estragos en regiones enteras del planeta. Todo eso tiene un primer responsable: las grandes potencias imperialistas, sobre todo en África y Oriente Medio.” Y en ese artículo hacíamos “un breve recordatorio de la historia de los conflictos en esas regiones durante las últimas décadas que ilustra con creces esa realidad”, desde el hundimiento de la URSS, pasando por la primera guerra del Golfo hasta la de Afganistán e Irak….” La guerra imperialista ha amamantado, sin la menor duda, el Estado islámico…” “La responsabilidad de las grandes potencias no sólo se limita a desestabilizar regiones con sus intervenciones militares por razones de estrategia o, más simplemente, por la defensa de sórdidos intereses. También han sido a menudo y directamente, las creadoras de todas esas bandas asesinas y oscurantistas a las que han intentado instrumentalizar. El Estado Islámico está formado por las fracciones más radicales del sunismo, cuyo primer gran enemigo es, por lo tanto, la gran nación del chiismo, Irán. Por eso es por lo que todos los enemigos de Irán (Arabia Saudí, Estados Unidos, Israel, Qatar, Kuwait…) apoyaron política, financiera e incluso a veces militarmente al E.I. Turquía también se ha apoyado en el Estado islámico para usarlo contra los kurdos. Esta alianza de circunstancias y heteróclita muestra que las diferencias religiosas no son la base real del conflicto: son las disputas imperialistas y los intereses nacionales lo que ante todo diseña las líneas de separación y transforma las heridas del pasado en odio moderno.”, “Todos esos países se han visto obligados finalmente a cambiar de idea. Arabia Saudí ahora ha prohibido toda ayuda financiera a E.I y encarcela a todos aquellos que sigan ejerciendo de mecenas. ¿Por qué semejante vuelco? La respuesta dice mucho sobre el estado de delicuescencia del sistema capitalista. La dimensión oscurantista, religiosa y sobre todo destructora del EI es tal que ese grupo escapa a todo control. Los cambios incesantes de alianzas, esa política de cortas miras y cada vez más destructora son, como la existencia misma de ese proto-estado islámico, un revelador de la descomposición del sistema entero, del callejón sin salida capitalista, de la ausencia de solución duradera y de perspectiva alguna para todas las naciones.”
La utilización sistemática de la “población civil”.
Una de las dimensiones más criminales de esos atentados, los de las Ramblas como los de todos los países, es la utilización de manera indiscriminada de las poblaciones inocentes para ejercer el terror. El desconcierto, el aturdimiento por indefensión ante tales actos de barbarie, son utilizados por los dirigentes de los países occidentales para jalear su propaganda de unión “en torno a nuestros valores” y contra la barbarie. En la propaganda de la burguesía hay siempre la idea de que son “ellos”, los enemigos de la civilización, de la democracia y de occidente contra “nosotros”, los amigos de la paz y eso. Nada más cínico. Como decimos arriba, el terrorismo forma parte de la guerra imperialista, y no es solo la población de los “países occidentales” la que es rehén. Desde la Primera Guerra Mundial, la “población civil” forma parte íntegra de las guerras y sobre todo desde la Segunda y después: hay que aterrorizar a dicha población por todos los medios (bombardeos indiscriminados y comandos sanguinarios de todo tipo). Con el terrorismo, esto se ha vuelto un mecanismo incontrolable, una “descomposición” de esa estrategia de terror que, como decíamos antes, escapa cual Frankenstein a sus estrategas. A las grandes potencias les ocurre como a los propios terroristas: a veces les saltan a la cara sus mortíferas producciones.
¿A quién beneficia esta salvajada criminal?
Como decíamos, el “uso” del terror sobre la población civil no es un invento del DAESH. El terrorismo actual es un arma que no solo usan las bandas con ansias de establecer un Estado o proto-Estados como el DAESH. A ningún Estado del mundo le hace ascos la utilización del terrorismo cuando le sea necesario, en particular manipulando a grupos, dejándoles hacer. Hay ejemplos históricos que no vamos a tratar aquí[2] [3]. Tampoco vamos a ponernos ahora, aquí, a jugar a los “enteradillos” para saber si, aparte de los propios terroristas, éstos han sido manipulados por alguien para dejarles cometer tales crímenes. Pero lo que sí afirmamos es que la burguesía tiene una tradición de manipulaciones antes, durante y después de estos actos criminales sobre todo cuando se trata de tensiones imperialistas.[3] [4]
El enfrentamiento entre soberanistas catalanes y españolistas, telón de fondo
Como en Estados Unidos en 2001 o en Francia en 2015 la burguesía española ha tratado de crear la “unión sagrada” frente al terrorismo, aunque no ha podido tapar la actual desafección de la fracción independentista de la burguesía catalana que es el auténtico trasfondo putrefacto de los atentados terroristas.
La manifestación del 26 de agosto que en teoría quería mostrar la “solidaridad” con las víctimas y mostrar la “unidad” contra el terrorismo, realmente fue un enfrentamiento barriobajero entre los independentistas catalanes y los españolistas. Como decía Lenin “los pacifistas burgueses son auténticos lobos disfrazados con piel de cordero”. Frente a la solidaridad espontánea de la población y los trabajadores, la burguesía desata una campaña mediática totalitaria con una falsa e hipócrita “solidaridad” que trata de tapar y defender la brutal y despiadada esclavitud asalariada, donde la explotación inmisericorde y los bajos salarios es vendida como el mejor de los mundos posibles: los indignados del 15M de 2011 decían que “los salarios de 600 euros mensuales también son terrorismo”.
Lo “particular” de este atentado es que se ha producido en Barcelona, en Cataluña, en un momento de extrema tensión entre las fracciones burguesas defensores de la “unidad de España” y las que propugnan la “república catalana”. Sobre este tema, cuya dramatización está alcanzando cotas muy altas y copando horas y páginas informativas a mansalva, ya hemos escrito varios artículos cuyos títulos dan una idea de nuestra denuncia del nacionalismo, tanto el “Gran-español” como el “pequeño-catalán”.[4] [5]
A los pocos días de la matanza ha aparecido el maquiavelismo infame de la clase dominante: el gobierno catalán acusa al de Madrid de haberle ocultado información sobre el imán de Ripoll, auténtico factótum de los atentados y viejo conocido de los servicios secretos españoles. A su vez el gobierno de Madrid y sus medios de propaganda acusan al de Barcelona de negligencia y únicamente preocupados con llevar a cabo la “desconexión” con España.
Recientemente, Rajoy se ha descolgado con una extraña afirmación, algo así como: “los únicos responsables de los actos terroristas son los terroristas de DAESH”. Después, machaconamente, junto con sus adláteres no para de repetir que la unidad de las fuerzas de seguridad del Estado ha sido “ejemplar”, “sin fisuras” y que, eso, “no hay más responsables que los terroristas del DAESH”. Esa extraña insistencia tiene una lectura entre líneas: quienes sospechan de la ineficacia de las fuerzas catalanas, de su gobierno y su policía tienen razón. Luego se ha sabido por la prensa (no de Madrid, sino de Barcelona) que, en efecto, los mossos d’esquadra sabían cosas…Por su parte, los nacionalistas catalanes, ensalzaban el papel de sus fuerzas de seguridad, las cuales, “sin Madrid”, se las habían arreglado muy bien. La manifestación “unitaria” fue un ejemplo de cómo utilizar los muertos para la causa de cada cual. Todos han intentado sacar tajada de esta salvajada: los “estado-centralistas” y los independentistas, aunque el comedimiento de Rajoy y su entorno, su presencia “unitaria” en Barcelona junto con PSOE, Ciudadanos, Podemos y demás, obligando a Puigdemont y a Esquerra a ir casi del bracete con él, parece beneficiar a los estado-centralistas. Por no faltar, no faltaron los nacional-izquierdistas de la CUP la cual acabó convenciéndose de que tenía que estar allí para contrarrestar la presencia masiva, junto al rey, de partidos españoles y otra gente de “Madrid”. Para enmendarse de tal asistencia, los de la CUP se sacaron de la manga un eslogan “vuestras guerras, nuestros muertos” que sonaba a revolucionario (efectivamente la burguesía española se ha visto implicada en las guerras imperialistas: en 2003 en la guerra de Irak bajo el gobierno del PP y el gobierno socialista de Zapatero en las guerras de Afganistán y Libia…), pero que en boca de esos nacionalistas no podía significar sino: “nuestra patria, vuestros muertos”.
Van a cumplirse 100 años de la Revolución Rusa, que demostró que únicamente es la clase obrera con su lucha revolucionaria la que puede poner fin a la guerra imperialista. Con la Primera Guerra Mundial comienza la decadencia del capitalismo, y como afirmaban los revolucionarios se abría la época de las guerras y las revoluciones. El fracaso de la oleada revolucionaria de 1917-1923 llevó al mundo a la Segunda Guerra Mundial mucho más devastadora y brutal, y después de 1945 se han sucedido toda una serie de guerras locales que han inmolado a más seres humanos que las dos guerras mundiales juntas.
Los últimos 30 años asistimos a una verdadera descomposición del capitalismo, de sus bases económicas, de un mayor caos imperialista, a la putrefacción moral e ideológica de la clase dominante… Pero a pesar de las serias dificultades y debilidades de la clase obrera no parece muy dispuesta a perecer en las carnicerías imperialistas.
Mucha gente acudió sin lugar a dudas a la manifestación para expresar un sentimiento sincero de rechazo y de solidaridad contra la barbarie, a veces en familia. Como también hubo denuncias a la xenofobia contra los trabajadores magrebíes (sobre todo en las redes sociales) todo lo cual recuerda, aunque sea muy limitado, lo que significa solidaridad proletaria. Pero, en general, los que ocuparon todo el campo de visión fueron los colores nacionalistas rojo y amarillo, en el caso catalán con varias franjas rojos y amarillas junto con una estrella, en el caso español con la combinación rojo-amarillo-rojo. Símbolos de guerra con los que encuadrar a la población en general y a la clase obrera en particular. “¡Las banderas nacionales siempre han sido banderas de guerra!, esa es la realidad”, decíamos en el artículo citado. Sean de naciones grandes o pequeñas.
Acción Proletaria
[1] [6] “AtentadosenParís – ¡Abajo el terrorismo!, ¡abajo la guerra!, ¡abajo el capitalismo!” (Noviembre 2015), https://es.internationalism.org/en/node/4126 [7]
[2] [8] Puede leerse nuestro artículo “Pearl Harbor 1941, 'Torres Gemelas' 2001 : El maquiavelismo de la burguesía” (2002, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/233/pearl-harbor-1941-torres-gemelas-2001-el-maquiavelismo-de-la-burgue [9].
[3] [10]Por ejemplo Carrero Blanco fue ejecutado por ETA, pero fue utilizada por la CIA. El comando estaba totalmente infiltrado por los servicios secretos españoles.
[4] [11] "España y Cataluña: dos patrias para imponer la miseria [12]" (2012) y el reciente : “Ante el referéndum catalán: la alternativa es Nación o Lucha de clase del proletariado” (2017, https://es.internationalism.org/files/es/cataluna.pdf [13])
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Un grupo de compañeros en contacto con nuestra organización ubicados en Nicaragua nos plantean la cuestión siguiente: “en diferentes sitios encontramos temas que hacen mención a la pequeña burguesía y en algunos tratan de hacer una definición de las condiciones económicas y sociales para establecer quienes están comprendidos como pequeño burguesía, pero nosotros no estamos claro sobre el estatus de condiciones económicos y sociales para decir cuales son estas condiciones económicas y sociales que dan ese estatus”.
En referencia a las cuestiones que nos plantean sobre la pequeña burguesía, quisiéramos desarrollar algunos puntos.
Con la desaparición del comunismo primitivo “toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases.” (Manifiesto Comunista). “La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas” (ídem.). Lo determinante en la sociedad capitalista es “haber simplificado estos antagonismos de clase. Hoy, toda la sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado”.[1]
Burguesía y proletariado son las dos clases fundamentales de la sociedad, ésta solo puede evolucionar o en el sentido de la barbarie si triunfa definitivamente el Capital, o en dirección hacia la liberación humana en el comunismo que es la meta del proletariado. Es el dilema que planteó Engels en la última década del siglo XIX: COMUNISMO o BARBARIE.
Bajo el capitalismo, “toda una serie de elementos modestos que venían perteneciendo a la clase media, pequeños industriales, comerciantes y rentistas, artesanos y labriegos, son absorbidos por el proletariado; unos, porque su pequeño caudal no basta para alimentar las exigencias de la gran industria y sucumben arrollados por la competencia de los capitales más fuertes, y otros porque sus aptitudes quedan sepultadas bajo los nuevos progresos de la producción. Todas las clases sociales contribuyen, pues, a nutrir las filas del proletariado”.
Partiendo de estos elementos generales que son, sin embargo, determinantes en la evolución histórica, veamos a continuación cual es papel de la pequeña burguesía.
“Los elementos de las clases medias, el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el labriego, todos luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales clases. No son, pues, revolucionarios, sino conservadores. Más todavía, reaccionarios, pues pretenden volver atrás la rueda de la historia”.
La pequeña propiedad industrial se ve aplastada por la gran industria y su defensa es pedir al Estado un proteccionismo contraproducente. El pequeño comercio es barrido por las grandes cadenas comerciales y mendiga desesperadamente de las autoridades locales o centrales medidas de defensa que tienden a elevar los precios. El pequeño propietario agrícola desaparece arrollado por la producción industrial agraria a gran escala, trata de protegerse solicitando al Estado subsidios, cuotas de producción o aranceles.
En general estas capas se agarran desesperadamente a lo que creen ver como “intermediario” o “neutral”: por un lado, la Nación que según la demagogia democrática es la casa común de todos los habitantes de un país cuando en realidad es la finca privada del conjunto de capitalistas; por otra parte, el Estado que, igualmente siguiendo las mentiras democráticas, estaría “por encima de las clases” y sería el “servidor del interés común”, cuando es el aparato dictatorial, exclusivo y excluyente, de la clase capitalista.
Ahora bien, el Manifiesto no se limita al aspecto sociológico de las capas pequeñoburguesas, subraya también el elemento dinámico, en este caso de disolución, que las afecta: “Todo lo que tienen de revolucionario es lo que mira a su tránsito inminente al proletariado; con esa actitud no defienden sus intereses actuales, sino los futuros; se despojan de su posición propia para abrazar la del proletariado”.
Esta precisión es importante y por ello Marx criticó vivamente el pasaje del programa de Gotha de la socialdemocracia alemana que decía "La emancipación del trabajo tiene que ser obra de la clase obrera, frente a la cual todas las demás clases no forman más que una masa reaccionaria". Si el proletariado es capaz de defender sus propios intereses de clase y su perspectiva revolucionaria, podrá ganar a su combate a capas de la pequeña burguesía y neutralizar a otras. Como decíamos en nuestro folleto sobre la revolución rusa “Si el proletariado quiere ganar a su causa a las capas no explotadoras debe afirmar de manera aún más clara y rotunda sus propias reivindicaciones, su propio ser, su autonomía de clase. Debe ganar a las otras capas no explotadoras en aquello en que pueden ser revolucionarias”. [2]
Si interpretamos mecánicamente los pasajes anteriores del Manifiesto podríamos concluir que la pequeña burguesía sería un estrato social en extinción, que hoy habría sido reducido a algo puramente residual. Después de más de siglo y medio de ser escritos los párrafos citados, observamos que, en la estructura social, tareas anteriormente cumplidas por la pequeña burguesía son hoy ejercidas por asalariados pertenecientes a la clase obrera (personal sanitario, educativo, científico, servicios sociales, administración del Estado), mientras que, simultáneamente, el estrato pequeño burgués tiende a renovarse bajo nuevas formas.
De un lado, el tendero, el profesional liberal, el escribiente, el labriego acomodado o el pequeño rentista han desaparecido más o menos completamente. Sin embargo, la pequeña burguesía se encarna hoy en otras figuras, en su gran mayoría asalariadas: los cargos intermedios de la industria y de los grandes centros de trabajo, los pequeños emprendedores, un ejército numeroso de expertos, asesores, profesionales con funciones dirigentes o intermedias en campos como las finanzas, la administración pública, la ciencia, la cultura, el ocio etc.
El propio Manifiesto Comunista aportó elementos para comprender esta evolución. En primer lugar, “la industria moderna ha convertido el pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica del magnate capitalista. Las masas obreras concentradas en la fábrica son sometidas a una organización y disciplina militares. Los obreros, soldados rasos de la industria, trabajan bajo el mando de toda una jerarquía de sargentos, oficiales y jefes”. Esa “jerarquía de sargentos, oficiales y jefes” se ha convertido en un inmenso aparato burocrático en empresas, centros oficiales, educativos y sanitarios. El capital, en decadencia y crisis más o menos crónica, forzado por las necesidades de la guerra imperialista, se ve obligado a desarrollar un enorme aparato estatal, así como una gigantesca burocracia empresarial. En estos los trabajadores rasos soportan una pesada pirámide de jefes intermedios y controladores.
En segundo lugar, otra línea de evolución apuntada por el Manifiesto es que “la burguesía va aglutinando cada vez más los medios de producción, la propiedad y los habitantes del país. Aglomera la población, centraliza los medios de producción y concentra en manos de unos cuantos la propiedad” lo que conduce al sometimiento del “campo al imperio de la ciudad. Crea ciudades enormes, intensifica la población urbana en una fuerte proporción respecto a la campesina y arranca a una parte considerable de la gente del campo al cretinismo de la vida rural”.
Si ya en el siglo XIX, la concentración de la población en las grandes ciudades era un proceso manifiesto, desde mediados del siglo XX ha dado un salto cualitativo. En tiempos de Marx y Engels, la mayor metrópoli del mundo, Londres, apenas alcanzaba los 2 millones de habitantes, mientras que hoy la primera ciudad en número de habitantes, Tokio, cuenta con 39,2 millones y la décima, México, 22,2 millones[3]. Se ha producido una urbanización general de la población mundial, de tal forma que “la población urbana del mundo actual alcanza los 3.7 mil millones de personas, y se espera que este número se duplique para el año 2050. En 1950 sólo el 30% de la población mundial vivía en ciudades. Hoy en día el número llegó a tanto como 54%. En 2050 puede alcanzar el 66%”[4].
Este proceso de urbanización ha multiplicado servicios de todo tipo, centros de control de tráfico, redes de abastecimiento de aguas, reciclaje, basuras, control medioambiental etc., lo cual ha dado lugar a una nueva pequeña burguesía urbana centrada tanto en asalariados del ocio y servicios como en pequeños negocios ligados a éstos.
Otro factor de crecimiento de la pequeña burguesía reside en la naturaleza extremadamente dinámica que tiene el capitalismo, pues como señala el Manifiesto “la burguesía no puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos de la producción, que tanto vale decir el sistema todo de la producción, y con él todo el régimen social. La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás por el constante y agitado desplazamiento de la producción, por la conmoción ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica incesante”.
Este dinamismo otorga un papel temporal de vanguardia a sectores de la pequeña burguesía, pues como señaló Rosa Luxemburgo en Reforma o Revolución[5] “en el curso general del desarrollo capitalista los pequeños capitalistas desempeñan el rol de pioneros del progreso tecnológico. (…) Es falso que la historia de la empresa capitalista mediana avanza en línea recta hacia su extinción gradual. El curso de este proceso es, por el contrario, bien dialéctico, y avanza en medio de contradicciones. Los sectores capitalistas medianos se encuentran, al igual que los obreros, bajo la influencia de dos tendencias antagónicas, una ascendente y otra descendente. En este caso la tendencia descendente es el alza continua de la escala de la producción, que sobrepasa periódicamente las dimensiones de las parcelas medianas de capital y las elimina una y otra vez del terreno de la competencia mundial. La tendencia ascendente es, en primer lugar, la depreciación periódica del capital existente, que disminuye nuevamente, durante un cierto lapso, la escala de la producción en proporción al valor del monto mínimo indispensable de capital. La representa, además, la penetración de la producción capitalista en nuevas esferas. La lucha de la empresa mediana contra el gran capital no puede considerarse como una batalla de trámite. Antes bien debe verse como la destrucción periódica de las empresas pequeñas, que vuelven a crecer rápidamente para ser destruidas una vez más por la gran industria”
Lo que Rosa subraya es el papel dinámico que tienen sectores determinados de la pequeña burguesía en la evolución del capitalismo como punta de lanza de nuevas actividades y nuevos desarrollos tecnológicos, papel que es asimilado y eliminado por la gran empresa, aunque reaparece cíclicamente ante nuevos retos para la marcha del capitalismo. La industria del software empezó con jóvenes medio hippies californianos a fines de los 60 que, con el tiempo, y amparados por el capitalismo de Estado norteamericano (el Pentágono, la CIA) se convirtieron en grandes empresarios (Appel, Microsoft). Lo mismo sucedió con las redes sociales o las gigantescas bases de datos en Internet (Google, Facebook). En numerosos países, el Estado ha promocionado los “viveros de empresas”, los Start-Ups, como plataformas de innovación y exploración de nuevos mercados, que luego son absorbidos por las grandes empresas.
El capitalismo ha entrado desde hace casi tres décadas en su fase de descomposición[6]. Esta se caracteriza por la incapacidad de las dos clases fundamentales de la sociedad para imponer su propia alternativa y, por consiguiente, de dar una perspectiva a la sociedad. Esta ausencia de orientación provoca una dislocación de las relaciones sociales, produciéndose toda clase de tendencias a la irresponsabilidad, el cada cual, a la suya, la endogamia y la xenofobia, las tendencias centrífugas etc.
Esto exaspera a la pequeña burguesía que, por definición, es una capa social heterogénea, sin porvenir, dada a toda clase de aventuras inmediatistas y activistas, propensa a todo género de quimeras o refugios. Como decimos en las Tesis “la descomposición ideológica afecta, evidentemente, en primer lugar, a la clase capitalista misma y de rebote, a las capas pequeñoburguesas, que carecen de la menor autonomía. Puede incluso decirse que estas capas se identifican muy bien con la descomposición, pues al dejarlas su propia situación sin la menor posibilidad de porvenir, se amoldan a la causa principal de la descomposición ideológica: la ausencia de toda perspectiva inmediata para el conjunto de la sociedad”.
Por la razón anteriormente expuesta, la influencia de la pequeña burguesía y de su ideología, se hace mayor sobre el proletariado, puesto que propaga en su seno la irresponsabilidad organizativa, el rechazo de la teoría, la insolidaridad y el individualismo, el nihilismo y la pérdida de confianza en todo porvenir humano. Además, esa influencia negativa se ve acrecentada por factores ligados a la evolución del capitalismo en los últimos 40 años.
Por un lado, al menos en los países más industrializados, las barriadas de vivienda mayoritariamente obrera han tendido a desaparecer o a caer en manos de sectores lumpenizados. Hoy, los barrios son más “mixtos” conviviendo obreros y pequeña burguesía. Esto se ve agudizado por la proletarización de capas que antes se consideraban “clase media” como profesores, médicos, sanitarios, profesionales etc. Las dificultades y la pérdida de identidad que sufre el proletariado desde 1989[7] hacen que todo el mundo se considere “clase media” o “ciudadanos de a pie”, diluyéndose el necesario concepto de clase que es la auténtica realidad que subyace por debajo de esa aparente masa amorfa de “ciudadanos”.
De la existencia de la pequeña burguesía nace lo que se llama la ideología pequeñoburguesa que tiene efectos muy perniciosos sobre el proletariado y muy especialmente sobre sus organizaciones revolucionarias. La ideología pequeñoburguesa segrega el individualismo, el activismo, el inmediatismo, la irresponsabilidad y la ausencia de toda disciplina, el localismo centrífugo frente a la centralización. A nivel de pensamiento tiende al eclecticismo, la indefinición, la ausencia de toda referencia o continuidad histórica.
Reconocer estos problemas que brotan de la posición social de la pequeña burguesía no es caer en el insulto -como hace el estalinismo que para amedrentar lanza el epíteto oprobioso de “pequeño burgués”- sino darse la capacidad teórica y moral para luchar contra estas derivas. Nuestro texto La cuestión del funcionamiento organizativo en la CCI [8] analiza el peso de dicha ideología sobre la AIT refiriéndonos al Congreso de La Haya (1872) y sobre el partido ruso (2º Congreso del POSDR, 1903) y partiendo de estas experiencias ve los problemas que se han presentado en la historia de la CCI.
CCI
[1] Mientras no se señale lo contrario las citas son del Manifiesto Comunista.
[3] Datos tomados de think.allianz-assistance.es/2016/03/las-10-ciudades-mas-pobladas-del-mundo.
[4] Informe de la ONU publicado en 2014, https://www.un.org/es/development/desa/news/population/world-urbanization-prospects-2014.html [18]
[6] Ver "TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION [20]".
[7] Ver Derrumbe del Este: dificultades crecientes para el proletariado. https://es.internationalism.org/revista-internacional/199001/3502/derrumbe-del-bloque-del-este-dificultades-en-aumento-para-el-prole [21]
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Publicamos a continuación un artículo elaborado por los camaradas de Internacionalismo, nuestra sección en Venezuela, mediante el cual la CCI toma posición ante el proletariado mundial sobre la grave crisis que se vive en ese país. Se denuncia en él la hipocresía de la burguesía mundial y su complicidad con las facciones burguesas chavistas y opositoras que someten al proletariado y al conjunto de la población a la barbarie. Nuestros camaradas analizan cómo el chavismo, producto y expresión de la descomposición del sistema capitalista, utilizando la patraña ideológica del “Socialismo del Siglo 21” se ha instaurado sobre la base de un ataque a las condiciones de vida, la conciencia y combatividad del proletariado. Así mismo analizan cómo las tensiones interimperialistas son un factor que ha contribuido a agravar la crisis. El artículo plantea como perspectiva que la única salida posible a la situación de barbarie que se vive en Venezuela y el mundo sigue estando en manos del proletariado, quien con su lucha consciente puede llegar a derrocar el sistema capitalista que nos sume en la barbarie y la desesperanza.
A diario la prensa mundial, infinidad de sitios en internet y redes sociales abundan en noticias sobre la dramática situación que se vive en Venezuela: acentuación de la escasez y desabastecimiento de alimentos, medicinas y productos básicos; aumento incontrolable de precios de los pocos productos que se consiguen, que ya mantiene a parte de la población padeciendo hambre; muerte por mengua de niños y enfermos debido a la crisis hospitalaria y de salud… A esta situación se le añaden los más de 120 muertos, miles de heridos y detenidos que dejó como resultado la confrontación entre las facciones del capital venezolano en su pugna por el poder, debido a la brutal represión de las fuerzas policiales y militares del régimen chavista de Maduro junto con sus bandas armadas durante las manifestaciones convocadas por la oposición y las protestas de la población durante los meses de abril a julio de este año.
La desesperación de la población es tal que miles de personas buscan la forma de huir del país. Los gobiernos de Colombia y Brasil reportan la llegada de miles de emigrantes venezolanos, algunos de ellos viviendo de forma miserable en las calles de las ciudades cercanas a las respectivas fronteras. El aumento de las tensiones políticas, la acentuación de la crisis económica y social amenaza con crear una ola de refugiados parecida a la producida por los desplazados de Siria, Afganistán o algunos países africanos que huyen de la barbarie de la guerra o la miseria.
Sin embargo, los medios de comunicación, tal como es su función, transmiten una visión completamente distorsionada de la realidad ya que toman partido por una u otra de las facciones burguesas chavistas o de oposición que luchan por el poder en Venezuela. Por otra parte, un gran número de gobiernos de la región y del mundo se rasgan las vestiduras denunciando la “crisis humanitaria” y la represión contra la población, calificando de “dictadura” al régimen de Maduro, exigiendo se respeten “la democracia” y “los derechos humanos”. Pretenden que olvidemos que muchos de ellos hasta hace pocos años elogiaban y exaltaban al gobierno de Chávez por haber “visibilizado” a las masas excluidas sociales, por supuestamente haber sacado a millones de venezolanos de la pobreza gracias a una “redistribución de la riqueza”; la ONU celebraba los logros del gobierno venezolano en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio. Lo que expresan esos gobiernos y organismos es la inmensa hipocresía de la clase burguesa a nivel mundial: al igual que las facciones burguesas chavistas (agrupadas en el Gran Polo Patriótico) o de oposición (agrupadas en la Mesa de la Unidad Democrática)[1] [25] , las clases dominantes de la región y del mundo tienen su cuota de responsabilidad ante la barbarie que vive la población y el proletariado en Venezuela.
Para contrarrestar esta campaña es necesario que el proletariado pueda dilucidar las causas profundas de esta tragedia, teniendo presente en primer lugar que no debe tomar partido por ninguna de las facciones burguesas que se confrontan en la lucha por el control del Estado. Esta crisis es producto de la decadencia y descomposición del sistema capitalista, el cual ya no es un factor de desarrollo de las fuerzas productivas, en particular de la fuerza de trabajo; más bien la sociedad se hunde día a día en la miseria y la barbarie; por otra parte, las facciones del capital (sean las que defienden modelos de izquierda supuestamente “socialistas” como el de Chávez-Maduro, o neoliberales de centro-derecha como los que defienden los opositores), ante este impase histórico, sólo se interesan por mantener el poder a toda costa; en su delirio de poder no les importa que sea la población trabajadora, que circunstancialmente les sigue, caiga abatida por el hambre o la represión.
La crisis que vive Venezuela es la expresión de que no hay país o región del mundo que pueda escapar a los efectos de la descomposición del sistema capitalista. Las causas de esta crisis son las mismas que ocasionan la barbarie que se vive en Siria, Afganistán o varios países africanos; o, de los atentados terroristas que se suceden cada vez con mayor frecuencia en Europa, EEUU y otros países centrales. El mundo se encuentra en una situación de impasse, a merced de los comportamientos de las facciones más irracionales de la burguesía y la pequeña burguesía.
La única salida a esta situación está en manos del proletariado, quien, a través de su lucha, conciencia de clase, unión y solidaridad pueda llegar a ser el referente para canalizar la indignación y rabia de las masas desesperadas de la población que quieren salir de esta miseria y barbarie a las que la somete el sistema capitalista en descomposición.
¿Cómo llegó Venezuela a esta situación?
Analistas e intelectuales son consultados acerca de la situación en Venezuela. Tratan de buscar una explicación a por qué este país después de haber sido un país “rico” y políticamente estable después de la década de los años 50 del siglo pasado entre los países de América Latina, en lo que va del siglo XXI su población ha caído de manera abrupta en una situación de pauperización y sometido a una situación de caos político que amenaza su gobernabilidad. Algunos se refieren al régimen de Maduro como expresión de un Estado fallido; otros lo muestran como el fracaso de otra dictadura “castro-comunista”. Como buenos defensores del orden burgués no pierden oportunidad para alimentar la asquerosa campaña de identificar a los regímenes totalitarios de corte estalinista con el comunismo. Intentan ocultar que el régimen implantado por Chávez, del cual Maduro es su seguidor, es un nuevo engendro del sistema capitalista en descomposición al que ellos sustentan con sus “análisis”.
Las causas del surgimiento del proyecto chavista las analizábamos en artículo publicado en el 2013[2] [26] escrito poco después de la muerte de Chávez:
“La emergencia de Chávez a la arena pública ocurre cuando lideró el intento de golpe de Estado de un grupo de militares contra el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez en 1992. Desde entonces creció su popularidad de manera vertiginosa hasta llegar a la presidencia de la república a inicios de 1999. Durante ese período logró capitalizar el descontento y la desconfianza de amplios sectores de la población hacia los partidos socialdemócratas y socialcristianos que se alternaban en el poder desde la caída de la dictadura militar en 1958, principalmente de las masas más empobrecidas de Venezuela afectadas por la crisis económica de los años 80, protagonistas de las revueltas de 1989. Dichos partidos habían entrado en un proceso de descomposición caracterizado por los altos niveles de corrupción y abandono de las tareas de gobierno, expresión de la descomposición que abarcaba al conjunto de la sociedad, principalmente a las clases dominantes, a tal punto que les resultó imposible cohesionar sus fuerzas para garantizar la gobernabilidad y la “paz social””.
Maduro recibió de Chávez un país y un proyecto político sumidos en una terrible crisis económica y en la descomposición. Chávez y los altos dirigentes civiles y militares del régimen siempre subestimaron el peso de la crisis económica mundial mientras: se mantuvieron altos los precios del petróleo, las arcas del Estado no habían sido vaciadas por los nuevos dueños del país y el Estado tuvo capacidad de endeudamiento. Ya en 2012, con Chávez todavía en el poder y con precios del petróleo sobre los 100$US inició la escasez y desabastecimiento de varios alimentos y productos de primera necesidad. La baja de los precios del petróleo a partir de 2013 contribuyó a agravar la situación. Desde entonces el gobierno de Maduro, al igual que lo hicieron otros gobiernos de la región productores de petróleo (Ecuador, Colombia, México, etc.), utilizaron la baja de los precios del petróleo como justificación para acentuar la desmejora de las condiciones de vida de la población y las masas trabajadoras. Con el fin de darle un colorido “socialista” a esas medidas, el régimen de Maduro inicia una campaña ideológica que mantiene hasta ahora planteando que la baja de los precios del petróleo obedecía a una “guerra económica” desatada por el “imperialismo norteamericano” aliado con los “oligarcas burgueses” venezolanos con el fin de debilitar y atacar a la “revolución bolivariana”. Sin embargo, la crisis económica mundial y la baja en los precios del petróleo no explican por sí solos la grave situación que se vive en Venezuela. A tal desenlace han contribuido también la aplicación de las medidas económicas, políticas y sociales requeridas por el proyecto chavista del “Socialismo del Siglo XXI”, así como el acelerado avance de la descomposición que se presenta a todos los niveles de la sociedad:
-a diferencia de otros gobiernos de izquierda aliados con el chavismo (Bolivia, Ecuador, etc.), Chávez desarrolló un modelo capitalista de estado totalitario de corte estalinista. Progresivamente asumió medidas para debilitar y excluir a sectores del capital privado y de la antigua burocracia estatal que controlaba las instituciones y empresas del Estado. A través de expropiaciones en la industria y la agricultura, nacionalizaciones y medidas económicas (control de cambio y de precios entre otras), fue desmantelando la infraestructura productiva del país. Esta política económica, al igual que en otros países donde se ha aplicado, creo distorsiones en la economía que junto con el manejo irresponsable de los fondos del Estado y la corrupción desenfrenada han llevado al país al colapso económico.
La anterior burocracia estatal fue sustituida por una nueva casta hegemónica que tomó por asalto las instituciones del Estado, predominantemente militar, sin ninguna experiencia en gestión económica y de administración pública. La “Nomenklatura” chavista prácticamente abandonó la gestión económica del Estado; se dedicó principalmente a manejar a discreción los recursos de la nación, los que utilizó para enriquecerse y crear redes de corrupción que amasaron inmensas fortunas en los paraísos fiscales. Muestra patética del grado de descomposición alcanzado por los sectores de la burguesía y pequeña burguesía venezolana.
-el carácter populista de izquierda del proyecto chavista con el fin de consolidar una masa de pobres y proletarios que le sirvieran de base electoral, transformando los programas sociales (llamados Misiones) en banderas del “socialismo bolivariano” con el fin de “superar la pobreza. Maduro continuó con la misma política económica de su mentor manteniendo un gasto público en ascenso, factor determinante en la agudización de la crisis económica y social que hoy se vive en Venezuela[3] [27].
-los altos gastos que implicó desarrollar una política imperialista con la intención de hacer de Venezuela una potencia regional dentro de un mundo multipolar, que llevó al régimen a rivalizar con los EEUU y otros países de la región. Con este fin desarrolló un plan de venta de petróleo “barato” a los países de la región, principalmente del Caribe y Centroamérica; incrementó la compra de armamento militar; dedicó cuantiosos recursos para desarrollar medios de comunicación con cobertura internacional e intervenir en varios países de la región y el mundo con el fin de apoyar a partidos y grupos de izquierda contrarios a los intereses de EEUU y otras potencias.
-Chávez, para reforzar su política populista, planteó en varias oportunidades que su gobierno no iba a “reprimir a los pobres que robaban por necesidad”. Sobre esta base, el régimen desarrolló una política sustentada en la impunidad, de “dejar hacer” a la delincuencia común, así como a los grupos armados formados por el propio régimen conformados por elementos lumpenizados; disminuyó la vigilancia policial, principalmente nocturna, dejando a la población a merced de las bandas de gánsteres quienes imponen su propia “ley”. De esta manera utilizó y acentuó los niveles de descomposición social que ya existían antes de su gobierno para implantar en el país un “toque de queda” nocturno y en parte diurno, no impuesto por el terror del Estado sino por el terror del lumpen. Esta política incrementó exponencialmente los índices de criminalidad que colocan a Venezuela como uno de los países más peligrosos del planeta[4] [28]; situación que también contribuye a incrementar los niveles de emigración.
El chavismo conformó un Estado sumido en la descomposición: un Estado gansteril, dominado por comportamientos del lumpen en los sectores de la pequeña burguesía y la nueva burguesía bolivariana. Ha consolidado un Estado maula, que no paga las deudas contraídas con sus pares capitalistas internos y externos, ni tampoco los contratos colectivos acordados con los trabajadores. La mentira y la impunidad es una norma en el seno del Estado. El chavismo, sustentado en los propios mecanismos de la democracia burguesa ha logrado enquistar una verdadera mafia en el poder del Estado venezolano
Crisis en Venezuela: una crisis internacional
El proyecto chavista se concibió como un proyecto regional y mundial. Se sustenta en el hecho que después del derrumbe del bloque ruso en 1989 el mundo dejo de ser dominado por los dos grandes polos imperialistas, EEUU y la URSS, y pasó a ser un mundo multipolar. Se desarrolló con la visión de ser uno de esos polos a nivel regional aprovechando: la estratégica posición geográfica de Venezuela en América del Sur, el hecho de ser una potencia petrolera y el debilitamiento de los EEUU como potencia mundial. Con ese fin Chávez desarrolló una agresiva política de corte imperialista a nivel regional, de confrontación con los EEUU y otros países de la región. Para ello utilizó el petróleo como arma para influir en la geopolítica regional, principalmente hacia las islas del Caribe y Centroamérica. Su política se sustentó en un antiamericanismo radical, por lo que buscó y promovió alianzas con otros gobiernos de la región y a nivel mundial que rechazan la política imperialista de EEUU.
Con ese fin estrechó lazos con Cuba, quien requería de suministro de petróleo y de capital después del derrumbe del bloque imperialista de la URSS. Con Cuba conformó la agrupación de los países del ALBA para contrarrestar el ALCA [5] [29] promovido por EEUU; estrechó alianzas con Lula en Brasil, los Kirchner en Argentina, los movimientos indigenistas del altiplano (Bolivia, Perú, Ecuador), el sandinismo en Nicaragua, etc... Así mismo abrió sus puertas al capital chino, a Rusia (principalmente a través de la compra de armas), con Irán y hacia los países del llamado “socialismo árabe” del Norte de África y el Oriente Medio.
Así mismo, tal como lo ha hecho Cuba durante años, Chávez desarrolló una estrategia de victimización hacia los EEUU, acusando de manera permanente a este país de querer apropiarse del petróleo venezolano y de conspirar contra la “revolución bolivariana” desde los tiempos de George W. Bush. En efecto, desde los inicios de la administración Obama EEUU desarrolló una política contra el régimen de Chávez y su influencia en la región a través de la OEA (Organización de Estados Americanos); lo que no pudo lograr debido a la influencia de Chávez sobre varios gobiernos del Caribe, Centro y sur América, a través de la venta de petróleo en condiciones ventajosas. Sin embargo, Obama sí pudo debilitar la influencia de gobiernos de izquierda en la región (mediante la estrategia de lucha contra “la corrupción y el narcotráfico”), que se expresó principalmente en los cambios de gobierno en Brasil y Argentina a tendencias de derecha, y en el acercamiento con Cuba.
Antes de las últimas elecciones en EEUU y después del triunfo de Trump hubo un período de varios meses de estancamiento en la política norteamericana hacia la región, centrándose principalmente en lo relativo a la construcción del muro en la frontera con México; período en el cual no se sabía claramente cuál iba a ser el posicionamiento del nuevo gobierno con respecto a la situación en Venezuela. A mediados de julio, ante la convocatoria de Maduro a la Asamblea Nacional Constituyente, la administración Trump retoma la acción contra Venezuela con una política agresiva contra el régimen declarando que utilizaría todos los medios para enfrentarlo, incluso la “fuerza militar de ser necesario”; lo que muestra un cambio con respecto a la política más cautelosa de Obama. El gobierno de Maduro ha aprovechado las declaraciones de Trump y su impopularidad internacional para victimizarse y tratar de unificar su apoyo a nivel interno y externo.
Al día de hoy la geopolítica regional ha cambiado y se ha debilitado de manera significativa la influencia del chavismo en la región: Argentina y Brasil ya no son sus aliados; al parecer el nuevo gobierno de Ecuador llevará una política diferente a la de su antecesor Correa quien dio pleno apoyo al régimen de Maduro. Por otra parte, países importantes de la región como México, Perú y Colombia han asumido un papel más activo en la política regional en apoyo a la política de EEUU. La tendencia es a aislar al régimen de Maduro; varios de sus altos dirigentes han sido sancionados por el gobierno Trump por violación a los derechos humanos, narcotráfico y lavado de capitales. De igual manera España y los países de la UE presionan por la vuelta de la democracia en Venezuela. También se debilita poco a poco el apoyo de los países de la OEA.
Todo indicaría que el régimen de Maduro no tiene otro camino que doblegarse ante la presión interna y externa. Mas no es así. El régimen ha asumido el reto: se ha aprovechado de la amenaza de Trump para buscar apoyo internacional. Maduro ha declarado que está dispuesto a rechazar con las armas la agresión imperialista y dijo tener alianzas militares con Rusia para su defensa. Aunque es difícil que China y Rusia puedan intervenir directamente en un conflicto armado en el propio “patio trasero” de EEUU, sí es cierto que intervienen desde hace años apoyando al régimen de Chávez-Maduro con el suministro de armas, ayudas financieras, alimentos, etc.; también, con base al argumento de la “autodeterminación de los pueblos” bloquean cualquier acción del Consejo de Seguridad de la ONU contra Venezuela.
La radicalización del régimen de Maduro está creando una situación de desestabilización en la región a través del incremento de la emigración de venezolanos a otros países de la región. Por otra parte, la impopularidad del gobierno Trump a nivel mundial podría permitir que elementos radicales de izquierda e incluso partidarios del yihadismo pudieran llegar a Venezuela para apoyar al régimen de Maduro a través de acciones terroristas o de guerra de guerrillas.
La situación en Venezuela es impredecible. El gobierno de Maduro ha declarado que usará las armas para imponerse y por otro lado los sectores de oposición es posible que convoquen de nuevo a protestas de calle sabiendo que el gobierno responderá acentuando la represión. Las facciones de la burguesía en Venezuela están en una dinámica de llevar hasta sus últimas consecuencias sus respectivas estrategias de confrontación, hasta ahora han mostrado que no tienen la voluntad ni la capacidad de llegar a algún acuerdo mínimo de gobernabilidad. Las presiones internacionales aparentemente no hacen mella sobre el régimen de Maduro, más bien le sirven de excusa para arreciar la represión contra los opositores y la población. Un factor importante que aumenta el nivel de incertidumbre son las impredecibles acciones imperialistas de Trump, que de tomar una acción militar unilateral sería un factor de agravamiento de la crisis a nivel regional (como de alguna manera sucede en el mar de China con la confrontación entre EEUU y el régimen de Corea del Norte).
Como en otros conflictos a nivel mundial será la población venezolana quien pagaría las consecuencias de una confrontación militar. Ya de por sí está sujeta a una ruidosa campaña ideológica del régimen en contra del “imperio norteamericano”. El antiamericanismo es el chivo expiatorio que utilizan la izquierda y el izquierdismo a nivel mundial para confundir a la población y al proletariado: les sirve para a apoyar a otros regímenes tan despóticos e imperialistas como los de China, Corea del Norte o Cuba; también les permite encubrir las políticas imperialistas de regímenes de izquierda como el de Chávez y Maduro, que a su vez imponen su propio sistema autóctono de explotación y someten a la población a unas condiciones de miseria iguales o peores a la de los gobiernos de derecha.
El chavismo: Un ataque a las condiciones de vida, combatividad y conciencia del proletariado
El proyecto chavista se ha basado en un sostenido ataque ideológico, represivo y a las condiciones de vida del proletariado. Al igual que los demás proyectos de la clase capitalista, el liderado por Chávez, el llamado “Socialismo del Siglo XXI” se sustenta en una pauperización y precarización de la fuerza de trabajo. El régimen ha hecho un trabajo sistemático para desmejorar el salario y los beneficios que recibían los trabajadores formales; comenzó con los trabajadores petroleros y de las industrias básicas productoras de materias primas, luego siguieron los empleados públicos. Los planes sociales del chavismo, usados para el reparto de migajas al “pueblo”, fueron financiados en parte mediante la reducción de salarios y desmejora de estos trabajadores. Cuando Chávez muere deja una masa de trabajadores pauperizados y una mayor masa empobrecida y engañada recibiendo cada vez menos de las dádivas del Estado. Al igual que en el plano económico, Maduro lo que ha hecho es empobrecer a las masas trabajadoras hasta el punto de que los salarios y beneficios no alcanzan para cubrir la canasta alimentaria, y cada vez son menos los pobres que reciben las bolsas de comida que les vende el gobierno a precios regulados; mientras que la “Nomenklatura” chavista vive cual reyes.
La polarización política ha sido una estrategia mantenida y alimentada permanentemente por el régimen chavista hasta nuestros días; ha sido el factor determinante que repercute en toda la vida social y que ha llevado a los niveles de ingobernabilidad que existen actualmente. Chávez sustentó su política de polarización en el apoyo de las masas más depauperadas, excluidas sociales que vieron en él al nuevo mesías que les ofrecía las dádivas del Estado benefactor, que 4 décadas atrás le ofrecieron socialdemócratas y los socialcristianos. Pero el chavismo necesitaba incorporar a su favor a la masa de trabajadores que se había conformado durante esos años así que inició una estrategia de división y polarización en el seno de la clase obrera venezolana. A través de la ideología del “Socialismo del Siglo 21” desarrolló un ataque a la conciencia, combatividad y solidaridad existente al seno del proletariado venezolano. A la nefasta campaña de la burguesía mundial de declarar la “muerte del comunismo” después del derrumbe del bloque imperialista de la URSS, propuso la patraña del “socialismo bolivariano” como forma de superación del “capitalismo salvaje”. El chavismo, con el auxilio de los partidos de izquierda locales y de otros países, principalmente del PC cubano, desarrolló un verdadero laboratorio de trampas contra el proletariado: autogestión, control obrero, etc. mientras de manera progresiva pero sistemática acentuaba la división en las filas obreras y precarizaba las condiciones de vida de los sectores más avanzados de la clase obrera venezolana.
A pesar de este ataque ideológico, los trabajadores desde los inicios del régimen chavista desarrollaron luchas importantes contra el Estado en su terreno de clase, pero las mismas fueron sistemáticamente enfrentadas por los sindicatos controlados por el chavismo, o cuando estos no eran efectivos, por la represión de las fuerzas policiales y militares (tal como lo hicieron los gobiernos encabezados por partidos que se oponen al régimen) o por la bandas armadas lumpenizadas formadas por el chavismo. Hasta hoy hay infinidad de expresiones de lucha y descontento de los trabajadores en varios sectores, pero esas luchas se presentan fraccionadas, atomizadas y asfixiadas por la polarización política. Situación que permitió que la pequeña burguesía tomara el escenario político, desde sus sectores radicales de izquierda que en su mayoría apoyan al chavismo y promueven un mayor control del Estado, hasta los que defienden abiertamente las políticas neoliberales.
Debido a la gravedad de la crisis económica, la escasez y desabastecimiento de productos básicos, y al incesante aumento de los precios, disminuyó de manera importante la popularidad del gobierno de Maduro, incluso dentro de las propias filas del chavismo. Situación que se evidenció en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 en las que la oposición triunfó de manera amplia y tomó control de la Asamblea Nacional, que representó la derrota electoral más contundente que recibía el chavismo en sus 16 años de existencia. Desde entonces la confrontación política se agudizó debido a que el régimen se vio ante la amenaza de perder el poder. Su reacción, cual bestia herida, ha sido de buscar la forma de mantenerse el poder a toda costa.
Por su parte la oposición agrupada en la MUD ahora se presenta como la verdadera defensora de la constitución chavista del 2000, la cual rechazó por varios años. Al igual que los partidos políticos oficialistas, se presenta como la verdadera defensora de la democracia. Unos y otros se pelean por mostrar quien es el más demócrata: todos saben muy bien que la consigna de “lucha por la democracia” representa una potente arma ideológica para el control de la población y el proletariado, y para intentar ser reconocidos como tales a nivel internacional.
Entre ambos bandos plantean a la población que se ha llegado a una fase terminal donde se confronta “la dictadura” contra “la democracia”. La realidad es que ambas facciones defienden la dictadura del capital bien sea por las vías de la democracia republicana o por la vía de la democracia totalitaria del régimen chavista. La oposición venezolana y de otros países reivindican la política neoliberal, pero con “responsabilidad social”; es decir, la vieja consigna burguesa de pretender un capitalismo, pero con rostro humano. Plantean que el fracaso del gobierno de Maduro representa un nuevo fracaso del “comunismo” al querer implantar un régimen similar al de Cuba. La Izquierda Comunista ha mostrado desde el inicio de la supuesta “revolución cubana” que en ese país impera desde hace más de 50 años un régimen burgués de capitalismo de estado de corte estalinista. Chávez, Maduro y sus aliados aplican el mismo modelo a través de la gran mentira del “Socialismo del Siglo 21”.
Los trabajadores y los miles de personas que hoy protestan contra el régimen de Maduro muestran la indignación, desesperación e ira de una población que no quiere seguir “viviendo” en condiciones miserables. Aunque muchos tienen ilusiones en las propuestas burguesas de la MUD, otros utilizan la convocatoria de los partidos de oposición para expresar su descontento, más no significa que sean partidarios de ese agrupamiento opositor; entre ellos están los que se expresan a través de los movimientos de resistencia, en su mayoría conformado por jóvenes; varios de ellos fueron vilmente asesinados por las fuerzas represivas del régimen o por los asesinos a sueldo del régimen, mientras otros están encarcelados tras abrírseles juicios militares. De manera hipócrita los dirigentes de la MUD los llaman “mártires de la democracia” ya que le sirven como carne de cañón que utilizan para intentar implantar su modelo capitalista neoliberal que no representa ninguna salida a la crisis que vive la población.
¿Cuál perspectiva?
La difícil y peligrosa situación que se vive en Venezuela es la expresión de la descomposición del sistema capitalista como un todo, que se expresa en este país de forma tan caricatural. Varias burguesías de la región y del mundo muestran ahora al régimen chavista de Maduro como lo que no se debe hacer en materia de gobierno. En la situación que vive el capitalismo hoy, no hay garantías de que no puedan suceder situaciones como las de Venezuela donde un puñado de aventureros de izquierda o derecha, resentidos y lumpenizados asuman el control del Estado y sometan a la población y al proletariado a la miseria y la barbarie. De hecho, los EEUU, la principal potencia económica y militar del planeta tiene como Jefe de Estado a un aventurero populista de derecha cuya diferencia con un Chávez es que éste se reclamó de izquierda y se propuso un proyecto imperialista “amateur”.
No hay nación en el mundo que escape a la descomposición, expresión de que el mundo ha entrado en una fase avanzada de la decadencia del capitalismo en la que la humanidad se ve seriamente amenazada por las guerras, la pobreza, la hambruna, los desastres ecológicos, la barbarie. Este impasse es consecuencia de que las dos principales clases sociales, la burguesía y el proletariado, no han podido imponer sus respectivas salidas: el someter a la humanidad a una nueva guerra mundial por parte de la primera o la revolución comunista mundial en el caso de la segunda; impasse que va sumiendo a la sociedad en una atmósfera de pérdida de perspectivas y pudrición del cuerpo social.
Venezuela junto con Siria y otros países del Medio Oriente, Asia y África son el espejo en que debemos vernos los proletarios del mundo; son la muestra de lo que nos depara el capitalismo si no acabamos con este sistema. La descomposición desde hace años toca las puertas de los países más desarrollados de Europa, Asia y América a través del avance del terrorismo.
El régimen populista izquierdista implantado por Chávez es muestra de que ni la izquierda del capital ni la derecha, ni los sectores más radicales de estas expresiones burguesas, representan una salida a la explotación y la barbarie capitalista: ambas deben ser rechazadas y combatidos conscientemente por el proletariado y por las minorías de la clase que luchan contra el orden existente. El “Socialismo del Siglo 21” y la llamada “revolución bolivariana” nada tienen que ver con el socialismo; se trata de un movimiento patriota y nacionalista. Los defensores consecuentes del socialismo tenemos muy presente que el Manifiesto Comunista, el primer programa político del proletariado, desde 1848 plantea que “los proletarios no tienen patria ni intereses nacionales que defender”.
Debemos tomar conciencia de la fuerza que tiene el proletariado de ser la clase que produce y en cuya explotación se sustenta toda la riqueza social. La indignación que muestran los proletarios y la mayoría de la población venezolana que luchan por una vida digna, imposible bajo el capitalismo, debe servir de aliciente para desarrollar la indignación de los proletarios del mundo para una toma de conciencia de que sólo la revolución proletaria es la única salida real y posible a la barbarie que nos depara el capitalismo. Para acabar con la barbarie que amenaza al conjunto de la humanidad es necesario destruir la maquinaria del Estado burgués, sustento de una clase explotadora minoritaria que muestra cada vez más su incapacidad para gobernar, maquinaria que día a día se refuerza e impone el terror al conjunto de la sociedad. Es únicamente el proletariado quien con su lucha consciente y su solidaridad internacional puede detener este drama.
Hoy es una realidad que por ahora el proletariado mundial no tiene la fuerza para detener el avance de esta barbarie. Sin embrago, a pesar de la polarización política inducida por las facciones burguesas de derecha o izquierda, tanto en Venezuela como en otros países existe una inmensa masa de la población que no cree en las “salidas” propuestas por éstas; por otra parte, muchos de los que militan de manera honesta detrás de las banderas de unas u otras de estas facciones se confrontan con la realidad de que no ven salida a su situación. Así mismo, aunque representa una minoría de la clase, existen elementos en búsqueda de una perspectiva proletaria ante la barbarie que vivimos.
Por ello es urgente que las minorías revolucionarias de la clase obrera intervengamos en el sentido de la recuperación de su conciencia política y su identidad de clase. Debemos retomar el camino de la lucha por el verdadero comunismo, tal como lo hicieron el Partido Bolchevique y los soviets hace 100 años, protagonistas de la primara gran tentativa de desarrollo de la revolución mundial: la Revolución Rusa.
Ni “Socialismo del Siglo 21” ni democracia, ni populismo de derecha al estilo Trump ni populismo de izquierda al estilo de Chávez y Maduro. El proletariado requiere buscar su propia salida a través de la retoma de la lucha en su propio terreno de clase.
Internacionalismo
Sección en Venezuela de la Corriente Comunista Internacional
25 de septiembre de 2017
[1] [30]Gran Polo Patriótico (GPP): agrupa a las fuerzas políticas que han dado su apoyo al proyecto liderado por Chávez. Lo conforman varios partidos, entre los que predomina el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) fundado por Chávez; también están otros partidos minoritarios de Izquierda como el Partido Comunista de Venezuela (PCV), Patria Para Todos (PPT) y otros.
Mesa de la Unidad Democrática (MUD): coalición de partidos que se oponen al GPP, conformado por partidos socialdemócratas, socialcristianos, de centro de derecha y liberales.
[2] [31] El legado de Chávez: Un proyecto de defensa del capital. Un gran engaño para las masas empobrecidas. Artículo cuya lectura recomendamos para comprender mejor la crisis actual en Venezuela. https://es.internationalism.org/en/node/3694 [32]
[3] [33] Los indicadores económicos hoy muestran una economía colapsada: recesión económica desde 2014 con caídas más fuertes año a año, a tal punto que entre 2014 y 2017 se estima que la economía habría perdido 1/3 del PIB; el déficit fiscal fue mayor al 15% en el 2016 (uno de los más altos del mundo), cuyo financiamiento se sustenta generando dinero inorgánico lo que dispara los índices inflacionarios, que se estiman serán este año del 1000% y superior al 2000% en el 2018; el pago de la deuda pública, calculada en cerca del 95% del PIB, eroga una parte importante del ingreso de divisas al país que en un 96% depende de las exportaciones petroleras, las cuales disminuyen cada año debido a la merma en la producción; la política del gobierno de restringir las importaciones (que cayeron en un 75% en los últimos 4 años en un país donde el 70% de lo que se consume es importado) ha acentuado el déficit de materias primas y ha contribuido a acentuar la escasez de insumos necesarios para la producción agrícola e industrial.
[4] [34] El Observatorio Venezolano de Violencia (https://observatoriodeviolencia.org.ve/ [35]) estima 28.479 muertes violentas en 2016, equivalente a una tasa de 91,8 muertes violentas por cada 100 mil habitantes. Según este informe “Venezuela se ubica en el segundo lugar de los países con mayor violencia letal en el mundo” detrás de El Salvador. Se estima en 283.000 los homicidios durante los gobiernos Chávez-Maduro. La ONG COFAVIC estima en 98% el índice de impunidad. Ver artículo en nuestro sitio en internet: Incremento de la violencia delictiva en Venezuela: Expresión del drama de la descomposición del capitalismo https://es.internationalism.org/cci-online/201206/3417/incremento-de-la-... [36]
[5] [37] ALBA: Alternativa Bolivariana para las Américas de la cual también forman parte Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Cuba y otros países. ALCA: Área de Libre Comercio de las Américas, proyecto que nació con el propósito de expandir al Tratado de Libre Comercio de América del Norte para abarcar a los demás países americanos, con la excepción de Cuba.
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La escalada del independentismo catalán a través del procés y las dificultades del gobierno del PP, y más en general de todo el aparato de Estado para confrontar el problema en un marco de acuerdos y negociaciones, significan una importante crisis política para la burguesía en España, y son un catalizador que hace saltar por los aires el “consenso de 1978” (las reglas de juego que el Estado se había dado desde la transición democrática en 1975) que ya estaba fuertemente debilitado por la crisis del bipartidismo (PP-PSOE) y las dificultades para dar una alternativa con la formación de nuevos partidos (Podemos y Ciudadanos)[1] [2].
Las causas inmediatas de esta situación son la intensificación de las pugnas entre fracciones de la burguesía y la tendencia a la irresponsabilidad de poner por delante los intereses particulares a los intereses globales del Estado y el capital nacional; y la crisis del hasta ahora principal partido del Estado desde la transición: el PSOE. Las causas históricas son la agravación de la crisis y la descomposición del capitalismo[2] [3].
En ausencia por el momento de una alternativa proletaria a la situación, los trabajadores no tienen nada que ganar y mucho que perder. Las movilizaciones en Cataluña, el cerco a la Consellería de economía y las confrontaciones con la guardia civil tras las detenciones de varios cargos de las instituciones de la Generalitat, o el boicot de los estibadores a los barcos de la policía, no expresan la fuerza de los trabajadores, que, al contrario, se ven empujados:
- por los partidos abiertamente independentistas, a la defensa de destacados miembros del gobierno autónomo (el mismo que recorta sus salarios y ataca sus condiciones de vida) y dirigentes de partidos como el PdCat o ERC, que son partidos declarados de la burguesía, y que por el hecho de ser catalanes no son mejores para nuestros intereses que sus rivales del PP o de Ciudadanos;
- y por Podemos o los “Comunes” de Colau, a la “defensa del Estado democrático”, contra la represión del PP.
Es decir, existe el peligro de que los trabajadores seamos arrastrados fuera de nuestro terreno de clase, de la confrontación con la burguesía, al terreno podrido de los enfrentamientos entre fracciones de la burguesía, y encadenados a la defensa del Estado democrático, que es la expresión de la dictadura de la burguesía, ¿es que, acaso, la explotación, la barbarie moral, la destrucción ecológica, las guerras, van a cambiar en algo porque la democracia se vista de la rojigualda española o de la estelada catalana?
El problema de los separatismos en España
Tomemos distancia. Tratemos de comprender el conflicto catalán en un marco internacional e histórico.
Comencemos por el marco internacional. El enquistamiento del conflicto catalán tiene lugar al mismo tiempo que el referéndum kurdo echa gasolina al fuego de la tensión en Oriente Medio y el enfrentamiento, con amenazas nucleares por medio, entre dos matones- Corea del Norte y Estados Unidos- muestra una degradación creciente de la situación imperialista. Todo ello en un contexto donde la situación económica mundial presenta gruesos nubarrones.
Pasemos ahora al análisis histórico. Ya hemos reivindicado antes en nuestras publicaciones el análisis marxista que explica que en España no existe un problema de «cárcel de naciones»[3] [4], sino de mala soldadura del capital nacional[4] [5]. El capitalismo se desarrolla en España arrastrando un fuerte desequilibrio entre regiones más abiertas al comercio y la industria- las del litoral- y el resto, mucho más encerrado en el aislamiento y el atraso. El país llegó a la decadencia del capitalismo (1914, primera guerra mundial) sin que la burguesía hubiera encontrado ninguna solución al problema que, al contrario, frente a los embates de la crisis, agudizaba las tensiones particularmente entre los sectores de la burguesía en Cataluña y el país vasco y la burguesía central.
Cada vez que el capital español se ha planteado la necesidad de reestructurar su organización económica o política, las fracciones separatistas han hecho valer sus aspiraciones por todos los medios a su alcance sin escamotear la violencia (ETA, o Terra Lliure), e intentando utilizar al proletariado como carne de cañón.
Así lo analizaba la publicación de la Izquierda Comunista italiana, BILAN, respecto al separatismo catalán y los acontecimientos del 36:
«los movimientos separatistas, lejos de ser un elemento de revolución burguesa son expresiones de las contradicciones irresolubles e inherentes a la estructura de la sociedad capitalista española que realizó la industrialización en la periferia mientras las mesetas centrales quedaban sumidas en el atraso económico. El separatismo catalán en lugar de tender a la independencia total queda atrapado por la estructura de la sociedad española haciendo que las formas extremas en que se manifiesta vayan en función de las necesidades de canalizar el movimiento proletario»[5] [41]
De hecho, la relación entre el separatismo catalán y el proletariado, a pesar de los discursos actuales “de izquierdas” de la CUP, no es de compañeros de viaje, sino de antagonismo de clases.
Maciá, fundador de ERC, venía del carlismo reaccionario y en una trayectoria que muchos años después seguiría el nacionalismo vasco, integró al nacionalismo catalán elementos del discurso ideológico estalinista. Su partido acabó organizando en la 2ª República una milicia especializada en perseguir y torturar militantes obreros: los Escamots.
Cambó, dirigente de la Liga Regionalista, pactó con la burguesía centralista para confrontar las huelgas que en España representaban la oleada revolucionaria mundial en 1917-9, y apoyó la dictadura de Primo de Rivera.
Companys hizo en 1936 de la Generalitat de Cataluña independiente el bastión que sostuvo al Estado nacional y que movilizó a los obreros en el frente de la guerra imperialista contra Franco desviándolos del frente de clase contra el estado y la Generalitat[6] [42].
Y Tarradellas, líder entonces de ERC, pactó en 1977 con la derecha tardofranquista la restauración de la Generalitat.
Las autonomías y el consenso del 78
El marco que dio la transición democrática frente al problema de los separatismos fueron las autonomías, que, sin llegar a perfilar un estado federal, otorgaban competencias en materia de recaudación de impuestos, sanidad, educación, seguridad, etc a las diferentes regiones y particularmente a Cataluña y el país vasco.
El pilar de esa política fue el PSOE que supo darse una estructura “federal” manteniendo organizaciones regionales disciplinadas. A ella se sumaron -y fueron convenientemente empujados[7] [43]- el PNV vasco y CiU catalán.
Tanto el PNV como CiU acabaron jugando por largo tiempo un rol de tampón, canalizando las reivindicaciones de los sectores nacionalistas desde los más moderados a los más anacrónicos hacia el marco de la negociación, sirviendo de muleta principalmente a los gobiernos de derecha; pero también al PSOE cuando los ha necesitado para gobernar[8] [44].
Eso no significa sin embargo que todo el mar de los conflictos nacionalistas estuviera en calma. Bajo la fachada del fairplay parlamentario del PNV ha crecido el independentismo intransigente de HB y de ETA. Igual que junto a CiU, ERC. Por lo demás, en el PSOE se han ido desarrollando baronías regionales que cada vez más han puesto en cuestión la disciplina centralizada.
Los sectores del nacionalismo vasco han utilizado los atentados de ETA en sus negociaciones en la misma medida que se han visto presionados por HB y ETA a poner en cuestión el marco de las autonomías y avanzar hacia la independencia.
No solo eso sino que, por las coordenadas del problema del separatismo en España, que no tiene solución, pero que no deja de agravarse, el impacto de la agravación de la crisis y la descomposición ha producido el fenómeno de «una creciente espiral de desafíos cada vez más descarados, que tienden a callejones sin salida más y más insalvables por el capital español», donde además «los sectores más radicales (desde el abertzalismo al nacionalismo español más ultramontano) en vez de perder relevancia, recuperan en realidad más protagonismo»[9] [45].
En el país vasco, el Plan Ibarretxe, auténtica declaración de independencia, fue la confirmación de esta dinámica. El estado central sin embargo, supo desactivar el órdago separatista, haciendo creer que podría encajar en la legalidad constitucional. Ibarretxe llevó su plan al parlamento, donde fue ninguneado y rechazado sin contemplaciones.
En Cataluña ha sido la formación de los dos tripartitos de Maragall y Montilla y el desgaste de CiU y su implicación en los casos de corrupción lo que ha aupado a los independentistas radicales. Ante su notable pérdida de apoyo electoral y de hecho la amenaza de desaparición a medio plazo entre el auge de ERC y el impacto del declive del “Pujolismo”, CiU reconvertida en PdCat para tapar sus vergüenzas de corrupción, ha lanzado un OPA hostil al independentismo de ERC; pero el resultado, en lugar de ganar espacio electoral de ERC, ha hecho al PdCat rehén de ésta, y de rebote de la CUP.
Por otro lado el PSOE emprendió una maniobra de “reforma de las autonomías” que se saldó con un sonoro fracaso y que acabó afectando a su propia cohesión como partido. En la Resolución sobre la situación nacional que publicamos en AP 179 dimos cuenta de este fiasco: «la realidad es que el famoso talante ZP no ha conseguido rebajar las pretensiones soberanistas del nacionalismo vasco, todo lo contrario, pues Ibarretxe se ha ratificado en su órdago al nacionalismo español. Otro tanto cabe decir de la situación en Cataluña, donde la tentativa de controlar a los sectores más radicales de ERC a través del gobierno tripartito encabezado por Maragall está desembocando en que Maragall aparezca (de grado o a la fuerza es difícil de saber) como un rehén del ultra nacionalista Carod Rovira. Los problemas de cohesión del capital español tienden a agravarse, por cuanto la política de ‘gestos’ de ZP, sin contentar a nacionalistas vascos y catalanes (que califican su propuesta de reforma constitucional de estafa), está sirviendo más bien para estimular en otros nacionalismos periféricos ese mismo sentimiento de “irredentismo”, de “agravio comparativo”, etc., lo que a su vez lleva a destapar la caja de los truenos del nacionalismo español que no se circunscribe únicamente al PP, sino que cuenta con ramas importantes dentro del propio PSOE».
Los dos tripartitos catalanes no sirvieron ni para calmar las pulsiones independentistas en Cataluña, ni para sujetar a ERC que, al contrario, se radicalizó en sus pretensiones “soberanistas”, y acabaron por dislocar a la rama catalana del PSOE que perdió gran parte de su fracción pro-catalana. Condujeron, en realidad, a sentar las premisas de la enorme radicalización actual.
El Imbroglio catalán, producto de la descomposición
Todo esto confirma lo que habíamos planteado en las Tesis sobre la Descomposición: «Entre las características más importantes de la descomposición de la sociedad capitalista, hay que subrayar la creciente dificultad de la burguesía para controlar la evolución de la situación en el plano político (…) La falta de la menor perspectiva (si no es la de ir parcheando la economía) hacia la cual puede movilizarse como clase, y cuando el proletariado no es aún capaz una amenaza para su supervivencia, lleva a la clase dominante, y en especial a su aparato político, a una tendencia a la indisciplina cada vez mayor, y al sálvese quien pueda»[10] [46]
Y lleva a la situación actual en la que el gobierno del PP y más en general la burguesía española ha subestimado ampliamente el envite del 1-O.
La impresión es que, tras el fracaso del plan Ibarretxe, habían pensado que podrían lidiar igualmente con el desafío independentista catalán, y que tras el fracaso del referéndum de 2014, los sectores independentistas harían marcha atrás. Pero al contrario, no solo han aumentado su determinación, sino que la burguesía “españolista” no ha tomado en cuenta el impacto de la descomposición sobre el aparato político del Estado, particularmente:
- La crisis del PSOE, un partido dividido en reinos de taifas regionales y que ha perdido una parte de su capacidad de iniciativa política y de vertebración del conjunto de partidos del capital nacional[11] [47];
- La deriva independentista de CIU; el partido se ha visto cada vez más mediatizado por una banda de talibanes ultranacionalistas, asentados en las comarcas más atrasadas de Cataluña, lo cual le ha llevado a purgar sucesivamente a todos los sospechosos de “proclividad españolista”: primero fue Duran i Lleida y después todos los que preconizaban la vieja política de grito nacionalista y acción colaboracionista con el conjunto del capital español.
- ERC un viejo partido independentista que, sin embargo, prestó grandes servicios al capital español (ver antes), ha tomado como bandera la consecución inmediata de la independencia (antes era un objetivo “histórico”) y ha desarrollado un discurso nacionalista y xenófobo[12] [48], todo lo cual puede convertirlo en el partido central del espectro político catalán desplazando a la vieja CIU, hoy PDCat
- La irrupción de la CUP, una mezcla indigesta de estalinistas, antiguos terroristas catalanistas y anarquistas, que practica un discurso de catalanismo extremo, endogámico, excluyente, de cuasi pureza étnica y xenofobia, que habla de unos “Paísos Catalans” independientes y republicanos y cuya acción es la de comprometer al dúo ERC-PDCat para obligarlos a ir siempre lo más lejos posibles en los desafíos a la burguesía central española.
El Plan Ibarretxe se “resolvió” y en apariencia se restableció la “tranquilidad”, El PNV se convirtió en un “alumno ejemplar” de la mano de Urkullu. Esto ha hecho confiarse a la burguesía central española creyendo que la historia volvería a repetirse con el desafío catalán. De entrada, los catalanistas no cometieron el error garrafal de Ibarretxe de acudir a las Cortes españolas. Han seguido la única vía posible que es la del referéndum unilateral que deja a la burguesía central española sin margen de maniobra pues su constitución no permite “trocear la soberanía nacional” en 17 autonomías.
Lo que estamos asistiendo es a la crisis del “consenso de 1978”, los acuerdos que en 1977-78 firmaron todas las fuerzas políticas para asegurar una “democracia” cuyo eje ha sido hasta muy recientemente, el bipartidismo, la alternancia PSOE-PP, aunque con un peso político y de capacidad de orientación mucho mayor en el primero.
Todo eso ha volado en pedazos y la burguesía española se ha encontrado con el peligro de que la primera región económica de España -que representa el 19% de su PIB- podía escapar a su control. Ha apostado todo a la respuesta represiva: medidas judiciales, detenciones, suspensión de facto de la autonomía catalana…
Es decir, es incapaz de poner en marcha alternativas políticas que permitan un control de la situación. Los partidarios de esta vía (Podemos, Colau…) carecen de la fuerza suficiente para ponerla en práctica y ellos mismos están divididos por tendencias contradictorias. El socio de Podemos, IU, ha declarado rotundamente su rechazo al referéndum catalán y su defensa incondicional de la “unidad española”. Pero por otra parte Iglesias se enfrenta a la rebelión de su variante catalana, proclive a apoyar “críticamente” al independentismo. Por su parte, Colau, juega a mediadora y se ve obligada a equilibrios inverosímiles entre unos y otros lo que le ha valido el apelativo jocoso de la Cantinflas catalana.
El mismo PSOE es incapaz de una política coherente. Un día apoya al gobierno hasta defender incluso el artículo 155 de la constitución que permite suspender la autonomía catalana. Otro día, proclama que España es una “nación de naciones”. Su propuesta de una “comisión parlamentaria para dialogar sobre la cuestión catalana” ha sido rechazado con desdén por los distintos adversarios.
Sin embargo, el fracaso de la vía política no tiene como principal causa la torpeza de unos u otros sino el propio enconamiento de la situación, la imposibilidad de encontrar una solución. Y esto solo puede explicarse por el análisis mundial que hemos desarrollado de la descomposición del capitalismo.
Esta trae, como ya hemos visto, algo que hoy es evidente: la crisis general del aparato político español, que, con el asunto catalán, va a salir aún más cuarteado.
Pero es necesario señalar otro elemento de análisis muy importante y que está igualmente ligado a la descomposición: el bloqueo político.
Aunque la situación es muy diferente, es algo que vemos en Venezuela: ninguno de los dos bandos en liza es capaz de ganar la partida. Se ve igualmente en los conflictos imperialistas donde la autoridad de Estados Unidos tiende a debilitarse como gendarme del mundo -más aún con el triunfo de Trump- y ello produce un enquistamiento sin solución de los numerosos conflictos esparcidos por el mundo.
El bando independentista tiene un “techo”: su fuerza está en las comarcas catalanas del interior, pero es más débil en las grandes ciudades y, especialmente, en el cinturón industrial de Barcelona. La alta burguesía catalana los mira con reservas pues sabe que sus negocios están vinculados a la odiada España. La pequeña burguesía anda dividida, aunque, desde luego, en las comarcas de la “Cataluña profunda” apoya masivamente la “desconexión de España”. Pero la enorme concentración económica de Barcelona -más de 6 millones de habitantes- tiende a inclinarse más hacia la indiferencia. Esta concentración tiene de todo menos de “pureza racial catalana”, es un enorme “melting pot” donde conviven gentes de más de 60 orígenes nacionales diferentes.
Debemos completar el análisis poniendo de manifiesto la importancia de las tendencias centrífugas, endogámicas, identitarias, de refugio excluyente en “pequeñas comunidades cerradas”, que alimenta sin cesar la descomposición capitalista. El capitalismo decadente tiende fatalmente «a la dislocación y desintegración de sus componentes. La tendencia del capitalismo decadente es el cisma, el caos, de ahí la necesidad esencial del socialismo que quiere realizar el mundo como una unidad»[13] [49]. El creciente desamparo, agudizado por la crisis, lleva a “agarrarse como clavo ardiendo a todo tipo de falsas comunidades como la nacional, que proporcionen una sensación ilusoria de seguridad, de «respaldo colectivo».[14] [50]
En los 3 partidos catalanistas se ve claramente. La propaganda completamente absurda que presenta la Cataluña “libre” como un oasis de progreso y crecimiento económico porque “nos habríamos librado de la carga de Madrid”, la persecución que propugna la CUP de los turistas porque “encarecerían la vida en Cataluña”, las alusiones descaradas a los emigrantes y a los andaluces, todo ello muestra unas tendencias xenófobas, identitarias, que poco se diferencian de las prédicas populistas de Trump o de Alternativa por Alemania.
Estas tendencias excluyentes están en la sociedad y son impulsadas descarada y cínicamente por los 3 socios del JuntsXSi, aunque la palma se la lleve la CUP.
Pero el monopolio de esta barbarie no lo tienen en exclusiva los catalanistas. Sus rivales españolistas practican un doble discurso: los grandes dirigentes se llenan la boca de “constitución”, “democracia”, “solidaridad entre españoles”, “convivencia” etc., sin embargo, por bajo mano, azuzan el odio a “los catalanes” y “lo catalán”, propugnan boicots a los productos “catalanes”, llaman a “reforzar la identidad del pueblo español” y su política anti-emigración está cargada de tintes racistas.
La verdadera cara del Estado democrático
En realidad, el conflicto barriobajero entre españolistas y catalanistas muestra en ambos bandos lo que dijo de forma preclara Rosa Luxemburgo «Avergonzada, deshonrada, nadando en sangre y chorreando mugre: así vemos a la sociedad capitalista. No como la vemos siempre, desempeñando papeles de paz y rectitud, orden, filosofía, ética, sino como bestia vociferante, orgía de anarquía, vaho pestilente, devastadora de la cultura y la humanidad así se nos aparece en toda su horrorosa crudeza» (La crisis de la socialdemocracia, cap. I).
La situación muestra la verdadera cara del Estado democrático. Todas las fuerzas políticas en escena reivindican la democracia, la libertad, los derechos, que serían el patrimonio del Estado. Los unos en nombre de la “defensa de la constitución” y la “soberanía nacional” (PP, Ciudadanos, PSOE). Los otros en nombre de la “libertad democrática” de organizar un referéndum e igualmente de la constitución (Podemos, Comunes, independentistas).
Pero por debajo del discurso democrático oficial, lo que se reparte realmente son golpes bajos, escándalos de corrupción que se buscan y se sacan cuando interesa, trampas, etc
Los unos reparten “golpes” en el más estricto sentido del término, enviando a la guardia civil y a la policía (aunque sea en barcos pintados de dibujos de la Warner[15] [51]), los otros “golpes de efecto”; pero la cuestión es que lo que cuenta no son las urnas (a pesar de lo perseguidas que están) ni los votos; sino las relaciones de fuerza, los chantajes, en el más puro estilo mafioso.
Los “antisistema” de la CUP tampoco se quedan ni mucho menos cortos en esto, con sus escraches y carteles de delación señalando a los alcaldes que se oponen al referéndum en el más puro estilo de “poner estrellas amarillas”.
Ese es el verdadero funcionamiento del Estado democrático. Sus engranajes no se mueven por efecto de los votos, los derechos, las libertades y demás farsas, sino por maniobras, golpes bajos, conspiraciones secretas, calumnias, campañas de acoso y derribo…
La situación del proletariado
El proletariado está desorientado. Su pérdida de identidad, la resaca y el reflujo del movimiento, muy débil, pero con apuntes de futuro, del 15 M[16] [52], lo lleva a una confusión, a una dificultad para guiarse según sus intereses de clase. El mayor peligro es que todo su pensamiento quede encerrado en ese pozo pestilente que es el conflicto Cataluña – España, obligado a razonar, sentir, según el dilema “con España o con la independencia”.
Los sentimientos, los pensamientos, las aspiraciones ya no gravitan alrededor de la lucha por las condiciones de vida, el futuro para los hijos, cómo será el mundo etc., pensamientos que pertenecen al terreno de clase proletario, aunque sea embrionariamente, sino que están polarizados sobre si “Madrid nos roba” o “España nos quiere”, sobre si la estelada o la rojigualda, sobre una telaraña de conceptos burgueses: democracia, derecho a decidir, autodeterminación, soberanía, constitución…
El pensamiento del proletariado en la mayor concentración obrera de España está secuestrado por esa basura conceptual que únicamente mira al pasado, a la reacción, a la barbarie.
En estas condiciones las medidas represivas que el 20 de septiembre ha adoptado el gobierno central pueden crear una serie de mártires, pueden alimentar el victimismo irracional, y, de esta forma, empujar en una situación emocional de alta tensión a elegir bando y, probablemente, por el lado nacionalista.
Sin embargo, el mayor peligro es verse desviados hacia la defensa de la democracia.
La burguesía española tiene una larga experiencia en enfrentar al proletariado desviándolo hacia el terreno de la defensa de la democracia para, a continuación, masacrarlo o endurecer violentamente la explotación.
Recordemos como la lucha inicial en un terreno de clase el 18 de julio de 1936 frente a la sublevación de Franco, fue desviada al terreno de defensa de la democracia frente al fascismo, de elegir entre dos enemigos: la república y Franco, que dio como resultado UN MILLON DE MUERTOS.
Recordemos igualmente como en 1981, ante los riesgos representados por los últimos restos del franquismo, el “golpe” del 23 de febrero permitió una amplia movilización democrática del “pueblo español”. En 1997, un paso clave para aislar a ETA fueron las movilizaciones masivas “por la democracia contra el terrorismo”.
El embrollo catalán está en un callejón sin salida, haya o no haya referéndum, del 1 de octubre solamente podrá desprenderse una conclusión: el enfrentamiento entre independentistas y españolistas seguirá radicalizándose, como en el cuadro de Goya Duelo a Bastonazos, seguirán dándose golpes sin compasión, sin embargo, ello dislocará aún más el cuerpo social, acentuará la división y los enfrentamientos más irracionales. Lo más peligroso es que el proletariado quede atrapado en esa batalla campal, sobre todo porque todos los contendientes van a emplear sin descanso el arma de la Democracia para legitimar sus propósitos, van a pedir nuevas elecciones y nuevos “derechos a decidir”.
Somos conscientes de la situación de debilidad por la que hoy atraviesa el proletariado, sin embargo, eso no puede impedirnos reconocer que solamente de su lucha autónoma como clase puede emerger una solución. La contribución a esa orientación requiere oponerse hoy a la movilización democrática, a la elección entre España y Cataluña, al terreno nacional. La lucha del proletariado y el futuro de la humanidad solo pueden dirimirse fuera y contra esos terrenos podridos.
Acción Proletaria, 27 de septiembre 2017
[1] [6] Ver ¿Qué le pasa al PSOE? https://es.internationalism.org/revista-internacional/201611/4182/que-le-pasa-al-psoe [53] y los análisis que desarrollamos en Referéndum catalán: la alternativa es Nación o lucha de clase del proletariado, https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201708/4224/referendum-catalan-la-alternativa-es-nacion-o-lucha-de-clase-del-prole [54]
[2] [8] Ver "TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION [20]".
[3] [10] La expresión se ha utilizado para referirse a naciones que, por intereses imperialistas, han sido creadas artificialmente sometiendo diferentes nacionalidades: uno de los mejores ejemplos es Yugoslavia
[4] [11] Ver en Acción Proletaria nº 145, «Ni nacionalismo vasco, ni nacionalismo español; autonomía política del proletariado»: «¿Cómo empero dar razón del singular fenómeno consistente en que tras casi tres siglos de una dinastía habsburguesa seguida de otra borbónica –cada una de las cuales se basta y se sobra para aplastar a un pueblo- sobevivan más o menos las libertades municipales en España y que precisamente en el país en que, de todos los estados feudales, surgió la monarquía absoluta en su forma menos mitigada no haya conseguido sin embargo echar raíces la centralización? La respuesta no es difícil. Las grandes monarquías se formaron en el siglo XVI y se asentaron en todas partes con la decadencia de las antagónicas clases feudales. Pero en los demás grandes estados de Europa la monarquía se presentó como un foco civilizador, como la promotora de la unidad social… En España en cambio, mientras la nobleza se sumía en la degradación sin perder sus peores privilegios, las ciudades perdieron su poder medieval sin ganar en importancia moderna. Desde el establecimiento de la monarquía absoluta sobrevino la ruina del comercio, de la industria, la navegación y la agricultura. Al declinar la vida industrial y comercial de las ciudades se hizo cada vez más escaso el tráfico interior y menos frecuente la mezcla de habitantes de las diversas regiones…La monarquía absoluta encontró en España una bae material que por su propia naturaleza repelía la centralización y ella misma hizo todo lo que pudo para impedir que se desarrollaran intereses comunes basados en una división nacional del trabajo y en una multiplicación del tráfico interior… Así pues, la monarquía española a pesar de su superficial semejanza con las monarquías absolutas europeas debe ser más bien catalogada junto con las formas asiáticas de gobierno. Como Turquía, España siguió siendo un conglomerado de repúblicas mal regidas con un soberano nominal al frente. El despotismo presentaba caracteres diversos en las distintas regiones a causa de la arbitraria interpretación de la ley general de virreyes y gobernadores; pese a su despotismo el gobierno central no impidió que subsistieran en las varias regiones los varios derechos y costumbres, monedas y regímenes fiscales. El despotismo oriental no ataca al autogobierno municipal sino cuando éste se opone directamente a sus intereses y permite muy gustosamente a estas instituciones continuar su vida mientras dispense a sus delicados hombros de la fatiga de cualquier carga y le ahorren la molestia de la administración regular» («Revolución en España», Marx/Engels, Ariel 1970, pag 74-76)
[5] [55] BILAN«La lección de los acontecimientos en España», publicado en nuestro folleto, «Franco y la República masacran al proletariado»
[6] [56] Ver nuestro libro España 1936: Franco y la República masacran al proletariado. https://es.internationalism.org/cci/200602/539/espana-1936-franco-y-la-republica-masacran-al-proletariado [57]
[7] [58] Hay que recordar que si se ponían en plan díscolo o intentaban ir demasiado lejos en sus pretensiones “soberanistas” el PSOE lograba siempre meterlos en cintura. Por ejemplo, frente a los catalanistas de Pujol echándoles a las narices el escándalo de Banca Catalana que tuvo que ser intervenido o respecto al PNV con el caso de las máquinas de juego que les obligó a plegarse a una coalición con el PSOE.
[8] [59] Entre 1993 y 1996, CIU, el partido de Pujol que hoy ha heredado con nuevo nombre Puigdemont, apoyó al gobierno PSOE y entre 1996-2000 al gobierno PP
[9] [60] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200602/572/el-plan-ibarretxe-aviva-la-sobrepuja-entre-fracciones-del-aparato-polit [61]
[10] [62] "TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION [20]".
[11] [63] Ver: 1) /content/4214/primarias-y-congreso-del-psoe-el-engano-democratico-de-las-bases-deciden [64]; 2) https://es.internationalism.org/revista-internacional/201611/4182/que-le... [53]
[12] [65] El actual gerifalte del partido, Oriol Jonqueras, escribió “en el diario Avui un sesudo artículo glosando las diferencias que, según él parece saber, distinguen la estructura del ADN propio de los catalanes de las formas de las hélices del ácido desoxirribonucleico características de los homo sapiens oriundos del resto de la Península Ibérica”, artículo que encabezó con un viejo dicho catalanista xenófobo “bon vent y barca nova”, utilizado para invitar a marcharse a los forasteros no deseados. Y uno de sus inspiradores es un antiguo presidente del partido, Heribert Barrera, que decía que “los negros tienen menor coeficiente intelectual que los blancos”. [Datos tomados de https://www.elmundo.es/cataluna/2017/09/17/59bd6033e5fdea562a8b4643.html [66] ]
[13] [67] Internationalisme, (publicación de la Izquierda Comunista de Francia) «Informe sobre la situación internacional», 1945
[14] [68] La barbarie nacionalista, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200712/2116/la-barbarie-nacionalista [69]
[15] [70] El alojamiento de la policía nacional en el puerto de Barcelona en un barco pintado con dibujos gigantes del Correcaminos y Piolín recuerda la película de Blake Edwards: «Operación Pacífico», donde un submarino americano pintado de rosa y que lanza ropa interior femenina como torpedos deja perplejos a los acorazados japoneses; esta anécdota muestra el grado de improvisación de la respuesta del PP a medida que comprendía que el desafío catalán se le iba de las manos
[16] [71] Ver El 15 M cinco años después, /content/4169/el-15-m-cinco-anos-despues [72]
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INTRODUCCION DE LA CCI
Publicamos una contribución de dos compañeros muy próximos a nuestra organización en la que desarrollan una tesis que compartimos: la Redes Sociales e Internet han pasado a formar parte de la vida cotidiana de muchos millones de obreros y de sus militantes comunistas. Como tal es una parte de la realidad social del capitalismo actual que expresa y amplifica los fenómenos contradictorios que en el ocurre: en un bando está el reflejo de la crisis y la descomposición social e ideológica del capitalismo con todos los elementos de barbarie que conlleva (desde los repugnantes acosos hasta las manifestaciones de xenofobia, pornografía etc.) e igualmente la vida cotidiana del capitalismo con la atomización, la competencia, el ansía desesperada por valorizarse etc.; en el otro bando, los esfuerzos muy minoritarios de comunicación mundial de elementos de la clase y de reflexión que de forma, muchas veces confusa y dispersa, se expresan.
Las redes sociales son un terreno relativamente nuevo al que los revolucionarios han de enfrentarse y que presentan muchas particularidades; desde que en muchas ocasiones llegan a condensar y moldear gran parte de la opinión pública bajo el gobierno de la burguesía, hasta la apariencia que toman para muchos de estar apartadas de la ''vida real'' o de las acciones o pensamientos ''reales'' de la gente.
En sí, consideradas en su dimensión más puramente social e histórica, las redes sociales son un buen ejemplo de dos hechos que bien pueden extenderse a todas las dimensiones de la producción y reproducción social del ser humano bajo la sociedad burguesa, más específicamente: primero, la necesidad cada vez mayor para la producción capitalista (que no podría existir tal y como existe hoy sin la ayuda de Internet) de cubrir del primero hasta el último de sus engranajes del mayor automatismo posible, del mayor y más rápido intercambio de información posible para que ningún pedido llegue con retraso, para que ningún cliente quede insatisfecho por lejanía geográfica u otro impedimento físico, para que no quede ningún rincón del mercado sin acotar. Por otro lado, no podemos sino señalar de forma evidente su marcado potencial social: un ejemplo de la naturaleza social del hombre llevada ya a un considerablemente alto exponente y la capacidad potencial que esta herramienta podría tener en la ordenación de una producción mundial consciente, lejos de ser no obstante un producto perfecto de tal naturaleza. A través de las redes sociales, sin embargo, podemos comunicarnos casi instantáneamente con cualquier miembro de nuestra clase en la otra esquina del mundo, podemos tener acceso a todo tipo de información y podemos conocer las necesidades y problemas que aquejan a cualquier persona o colectivo sin importar lo lejos que esté. Su potencial en este sentido como herramienta para una humanidad liberada de las cadenas de clase queda, pues, sobre la mesa.
Las redes sociales ayer y hoy
Desde el origen de Internet como una herramienta militar, el implacable ritmo de la acumulación de capital ha provocado que éste se transforme, de un producto de acceso más limitado, exclusivo a ciertos países, en casi una realidad virtual que ha llegado a tener un papel de suma importancia, cuando no a fagocitar directamente una parte considerable de la vida social de muchos de los que tienen acceso a ella. Mientras que en sus orígenes solía utilizarse de forma más puramente orientada a la búsqueda de información y a la satisfacción pasajera de la curiosidad académica, hoy ha llegado a ser uno de los principales canales de relación social e incluso por el que se dan fenómenos especialmente llamativos como el de las empresas que las usan para mantener una odiosa vigilancia sobre los trabajadores que explotan, controlando cada una de las partes de su ritmo vital.
A lo largo de este texto trataremos principalmente uno de los principales rasgos que, inevitablemente, iban a permear todos los poros de este fenómeno social: la descomposición de la sociedad burguesa[1].
La descomposición social en la red social
Es evidente que las redes sociales e Internet han sido uno de los lugares privilegiados en los que la descomposición social del capitalismo ha encontrado un poderoso altavoz. Baste mencionar de pasada la vomitiva cantidad (y naturaleza) de los vídeos que pueden encontrarse en las partes más oscuras de Internet, en los que abundan muestras, en forma de aparentemente inofensivos vídeos o imágenes, de los peores comportamientos del ser humano bajo una sociedad que se está descomponiendo (asesinatos, violaciones, mutilaciones, y un largo y desastroso etc.) que a su vez vienen acompañados del trauma y la posterior insensibilización que provocan en los a veces inadvertidos espectadores. Al mismo tiempo la pornografía, lejos de ser algo inocente y que se limita a la red social, va postulándose cada vez más como un complemento ''extraoficial'' de la represión sexual y emocional que cualquiera de nosotros puede experimentar bajo la religión de la vida cotidiana en la sociedad burguesa.
Tampoco nos limitaremos aquí a señalar la capacidad de gran cantidad de capitales de vigilar escrupulosamente el tiempo libre de sus trabajadores e incluso las ideas que publican y difunden por Internet, sino que hemos de insistir también a la notoria intrusión del Estado, el gran Leviatán de la decadencia del capitalismo, en el tráfico de datos en Internet y en las redes sociales, realizando un auténtico esfuerzo de espionaje masivo en su cada día más penosa labor de intentar mantener los pedazos del tejido social atados con su sangrienta cadena de hierro. Huelga mencionar que Internet, en las relaciones entre las facciones imperialistas del mundo, se ha convertido en un auténtico campo de batalla de virus informáticos e intentos de robo de información que se producen entre casi todos los Estados. A esto, se le suman otras cosas como la proliferación de un sinfín de páginas y grupos de propaganda estatal y paraestatal, que ya cuando se dan conflictos armados o fuera de ellos, se dedican, empleando un término al uso, a hacer ''spam'' de propaganda a favor de cualquier facción imperialista por las cuatro esquinas del mundo virtual.
Más ''a nivel de calle'' hay más efectos de la descomposición a tratar. Los puntos definidos en las tesis sobre la descomposición bien pueden describir muy bien el panorama que se ha trasladado desde la sociedad a las redes sociales:
- la acción colectiva, la solidaridad, encuentran frente a ellas la atomización, el «sálvese quien pueda» el «arreglárselas por su cuenta»;
- la necesidad de organización choca contra la descomposición social, la dislocación de las relaciones en que se basa cualquier vida en sociedad;
- la confianza en el porvenir y en sus propias fuerzas se ve minada constantemente por la desesperanza general que invade la sociedad, el nihilismo, el «no future»;
- la conciencia, la clarividencia, la coherencia y unidad de pensamiento, el gusto por la teoría, deben abrirse un difícil camino en medio de la huida hacia quimeras, drogas, sectas, misticismos, rechazo de la reflexión y destrucción del pensamiento que están definiendo a nuestra época.
El paradójico potencial para el aislamiento que tienen las redes sociales hoy día es algo casi digno de admirar. Cómo es posible que la sociedad burguesa haga, de una herramienta con semejante capacidad, algo que acabe aislando aún más a los seres humanos en la manifestación de su sociabilidad, es una de las contradicciones quizá más ilustrativas del impacto que tiene la acumulación de capital, la alienación, en definitiva, el capitalismo, en las relaciones humanas. En la red se suelen ''subir'', ''colgar en el muro'' (como si se tratase de un museo del cotilleo o de escribir en una pizarra colgada en el patio de vecinos) cosas que rara vez se dicen claramente en la vida cotidiana, lo que provoca que la red social se convierta también en un arma en manos de la burguesía a la hora de canalizar las frustraciones del día a día y las expresiones emocionales hacia el ''mercado virtual'', donde pronto serán olvidadas, en lugar de discutirlas y reflexionar sobre ellas cara a cara, con compañeros, amigos, etc. En este sentido llevan a todo un nuevo nivel la cháchara estéril de la taberna y se perfilan, como tantas otras cosas, como un verdadero síntoma de resentimiento de la vida en comunidad.
La expresión del ''mercado virtual'' aquí no es una licencia que nos hemos dado. Las redes casi se podrían decir que funcionan como un mercado de lo personal, fundamentado en cierto sentido del valor de cambio (los ''me gusta'', los ''retweet'') que determina qué publicaciones aparecen antes sugeridas en nuestro menú del día, dependiendo de lo ''demandadas'' que sean por su popularidad, etc., lo que al final acaba haciendo emerger el tipo de publicaciones más inofensivas para el estado actual de las cosas por encima de las demás.
El anhelo de ser valorado en sentido cuantitativo como una mercancía es un impulso que anima el funcionamiento de las redes. A su vez ni siquiera favorece, por lo general, una cierta creatividad genuina en la forma de transmitir las cosas, sino la repetitividad, el simple ''copia y pega'', el ''comparte y dale a me gusta''... cabe aquí hacer mención especial a los tan virales y populares vídeos de contenido político que suelen llevar por título algo del estilo ''mira cómo este ideólogo 'experto' destroza a este otro ideólogo o ideología particular en 2 minutos''. Casi pareciera que se intenta transmitir una doble sensación: primero de miedo a pensar por uno mismo, puesto que se corre el riesgo de caer en el ridículo de que el ''experto'' de turno desmonte tu opinión en minutos; y segundo, fomentar no obstante la ideología democrática del buffet libre de sub-ideologías, que ya nos lo dan todo pensado en un marco bien definido y que hacen innecesaria la inventiva propia y la discusión (como no sea la del choque y ataque frontales)[2].
Así, por masticada y machacada que esté esta idea, la personalidad y la espontaneidad genuina de cada ser humano a la hora de transmitir sus emociones e impresiones se diluye en la superficialidad, que a su vez cierra el círculo vicioso contaminando el impulso de escapar de esa misma superficialidad con una abundante riada de artículos, blogs y publicaciones de todo tipo sobre cómo ''ser alternativo'', ''ser feliz con uno mismo sin depender de nadie más'', y de cómo buscar lo ''especial'' de cada uno con respecto a la ''plebe'' en los rasgos y hábitos más peregrinos que se puedan imaginar. Todo es cuestión de buscar qué es lo que nos puede valorizar mejor frente al resto de las mercancías humanas. La lógica democrática, también aquí, se hace patente con gran fuerza al transmitirse la idea de que a base de me gusta, tweets y compartir cosas en un muro se puede transformar o desarrollar la personalidad de cada uno o incluso crear una realidad propia y aislada al gusto del consumidor. La ilusión ridícula, tan empleada por las ONGs, de que recoger firmas digitales es una forma de participación y transformación política que va a forzar al capital a hacer algo o dejar de hacerlo, es especialmente significativa en este sentido.
Para todo aquél que pase cierto tiempo en las redes sociales, todas estas palabras le sonarán a algo. Como se mencionaba en otro artículo de la CCI a raíz de ataques recibidos vía redes sociales por elementos del parasitismo, las redes sociales son además terrenos abonados para todo tipo de fenómenos del tipo lobo solitario, para francotiradores anónimos y para la destrucción de cualquier tipo de responsabilidad e intransigencia en los principios. Basta un vistazo rápido en cualquier foro, en cualquier discusión que se forme en torno a cualquier cosa, para notar tarde o temprano que por un lado y por otro surgen esporádicamente auténticos corrales de gallinas, donde proliferan insultos, provocaciones, el menosprecio, los ataques personales ya descarados o encubiertos como diferencias de opinión, etc[3].
En una sociedad en la que la atomización campa a sus anchas y la desconfianza, la competencia, las manías comparativas y conspirativas, fruto de la lógica de la mercancía, el pogromo y el chivo expiatorio, son el pan nuestro de cada día, las redes sociales demuestran ser un auténtico amplificador de esos fenómenos si uno no se guarda todo lo posible de no reproducirlos. Casi pareciera que, precisamente porque estos medios te dan la oportunidad de decir lo que te venga en gana sin más consecuencias directas, una considerable parte de sus usuarios tomaran manga por hombro para volcar todas las frustraciones del día a día en el primero que se les cruza, causando para otros tantos que meterse a participar en una red social no sea sino sinónimo de rechazo, cuando no incluso de ansiedad y siempre de aún más desconfianza.
Los revolucionarios y las redes sociales: la falta de responsabilidad o la intransigencia
Todo este clima de la posibilidad de ataque anónimo, de irresponsabilidad con lo que se expresa en las redes sociales, fomenta el que mucha gente incluso cercana a las posiciones proletarias opine que ''lo que se dice, se difunde o se expresa por las redes sociales, no tiene tanta importancia, no es la vida real''.
Pues bien, aún a riesgo de llevar a malinterpretaciones sobre el verdadero contenido de la actividad revolucionaria, las redes sociales sí forman parte de la <<vida real>>. Son un medio en el que se pueden y de hecho se expresan muchas opiniones, posiciones políticas, intuiciones y actitudes y no pocas veces hasta se imponen como uno de los muchos canales de manifestación de las emociones sociales. A parte, son un medio por el que se puede mantener un contacto relativamente regular con camaradas de otros países, y mediante el cual se pueden hacer nuevos contactos con posibles simpatizantes o gente que llega a acercarse a las posiciones comunistas. Decir que sumergirse de lleno en comportamientos como ironizar de forma continua, mostrarse altivo con otros camaradas o con gente con la que se discuta, pasar opiniones ajenas como cosas ridículas o ''sin valor'', pensar que insultar o que ''relajar las formas'' en una red social no tiene mucha importancia... sería lo mismo que decir que bien podrían imprimirse en un panfleto todas las expresiones y párrafos fruto de ese tipo de comportamientos, firmarlos y colgarlos en una vía pública con la excusa de que como sólo lo va a ver un montón de gente anónima que no sabe nada del autor, no tiene mayor importancia. Y no sólo eso, sino que ese tipo de actitud está relacionada con lo que intentábamos explicar antes, de que casi pareciera que el verdadero carácter se demuestre en medios en los que expresar una u otra cosa no conllevara represalias ni consecuencias negativas directas e inmediatas. Un militante o un simpatizante que se toma el ambiente de anonimato y falta de una ''autoridad'' externa a él, como el que proporcionan las redes sociales, como excusa para publicar lo primero que el capricho le dicte, para dirigirse a gente en el tono y con las palabras que le dicten las frustraciones cotidianas, que se deje llevar por la lógica de la provocación y la falta de principios, sin responsabilizarse de lo que ha dicho con la excusa de que por las redes sociales ''importa menos''... es un militante o un simpatizante que no ha aprendido nada de los principios morales del proletariado, que no hace suyo, internamente, ese compromiso, y que cuando cumple con él solo lo hace para ''quedar bien'' por pura presión de grupo, viendo la organización revolucionaria como algo ajeno a él, que se le tiene que imponer (punto de vista típico del izquierdismo en el que la organización y sus militantes están separados, se les echa de comer aparte, como suele decirse). Suele ser bajo esta lógica, y bajo esta contradicción que señalamos, que señalar este tipo de cosas puede ser respondido con el reproche de que nuestro punto de vista ''conllevaría que <<la organización>> vigilara cada cosa que publicamos''.
Amén de lo dicho, las redes sociales también encarnan otro riesgo más directamente político; y es el peligro de caer en uno de los extremos habituales que acechan a la actividad revolucionaria: por un lado la apatía y el rutinarismo intelectual, que hace que el militante se pierda en la desgana y la falta de interés por leer, discutir y profundizar al ver que pocos o ningún contacto se interesa por los textos que comparte por las redes o al abrumarse por la cantidad de estos que otros publican, textos que acaban viéndose como un ''ladrillo'' (y además, un ladrillo impopular en muchos casos si el texto no recibe la atención o los ''me gusta'' suficientes) causando además, si no nos prevenimos contra ello, una gran desorganización a la hora de compartir materiales; y por otro lado, puede potenciar una cierta forma de inmediatismo, de activismo de rápidas e inmediatas decepciones que pueden llevar al militante a quemarse rápidamente si se queda expuesto durante demasiado tiempo a la apatía y el cinismo general que suele abundar en las redes sociales (y por experiencia propia, especialmente en los grupos de discusión política).
Todo esto, hay que dejar claro, no pretende usarse como excusa para defender alguna especie de labor inquisitorial de la organización de cara a lo que publican o no los camaradas en sus perfiles en redes sociales. En este tipo de medios, al menos para nosotros particularmente, no hay problema alguno en difundir contenidos de arte, música, efemérides, publicaciones de tipo humorístico o de cualquier tipo que bien puedan formar parte del interés personal de cada camarada y que no tengan por qué estar relacionadas directamente con las posiciones proletarias o la política en sí.
De lo que se trata aquí es de entender que nuestro compromiso con el método de nuestra clase, sobre todo a la hora de tratar las diferencias, de ser claros en lo que expresamos y en cómo lo expresamos y de mantener la cultura del debate proletario, es un compromiso que sigue vigente en las redes sociales, y que la mentalidad de los ''espacios libres'' en los que supuestamente operaran ''otras'' normas, como si de un tiempo muerto con respecto a la perspectiva organizada se tratara, es una mentalidad ajena a esa misma perspectiva. Y aún más cuando por esa vía pueden contactar con nosotros, como decíamos antes, miembros de nuestra clase interesados en nuestras posiciones.
Aparte de las ya mencionadas, cosas que ocurrían por ejemplo con los ex-militantes turcos[4], que llevaban adelante todo un esfuerzo de debate y discusión en foros tipo libcom sin en ningún momento hablar de ello a ningún otro camarada de la organización que no fuera de allí, sin saber en qué clave se debatía, sin discutir cómo debe ser una intervención organizada en un espacio como las redes sociales, son un buen ejemplo de cómo éstas, por lo general, tienden no sólo a limitar una comunicación clara y consciente, sino que fomentan la irresponsabilidad y la ignorancia de las consecuencias de lo que se dice y cómo se dice.
¿Qué hacer?
Lo que mejor se nos ocurre aportar a este respecto, es el señalar la necesidad de que todos los camaradas comprendan que hay que evitar la ambigüedad política en todos sus sentidos, en las redes sociales tanto como lo hacemos en el mundo exterior. Y todo lo que ello conlleva, empezando por tratar y por discutir las razones que llevan a tanta gente a adoptar un determinado comportamiento en este ''espacio libre'' que es como se quiere vender Internet, cómo abordar y solucionar las peores partes de este comportamiento y cómo amplificar lo máximo posible la claridad tanto en formas como en contenido. Aquí no se trata de fomentar un clima al estilo de la llamada ''corrección política'', basado en la censura de lo que no nos ''gusta'' y empleando mecanismos como la vergüenza o la exclusión del debate de compañeros que hayan cometido errores en algunos de estos sentidos, que hayan reaccionado mal en algún momento o hayan malinterpretado una situación[5]. Tendremos que echar mano de nuevo de la muy empleada cita de Spinoza aquí: ni reír, ni llorar: ¡comprender! Comprender por qué ocurren esas cosas, aprender a reaccionar frente a las MUCHAS provocaciones que se lanzan tan a la ligera en la red social de forma íntegra y acorde con nuestros principios, al menos, lo máximo que se pueda y lo que sea humanamente posible, y por qué no, evitar el esfuerzo que supone discutir con quien haya demostrado sobradamente que es un caso perdido para el debate proletario.
Las redes sociales no son una dimensión aparte de la vida real. Los recursos y energías escasos de nuestra minoría, la necesidad de precaverse frente a las influencias de la ideología dominante y de la potencial amenaza directa de agentes del Estado y elementos relacionados, todo ello existe también en las redes sociales. Toda la miasma de la descomposición social y el peligro de la infiltración de comportamientos ajenos al proletariado, también son reales en las redes sociales. Es perfectamente comprensible la actitud que no pocos camaradas han podido mostrar en el pasado, que se asquean de la red social, en medio de un periodo determinado de reflujo profundo de lucha de la clase, en el que el debate vivo en asambleas y en movimientos de masas tenga, en lo inmediato de la normalidad cotidiana y la alienación doméstica, un más que pobre sustitutivo en sus ordenadores, donde las tensiones que provocan las diferencias parecen amplificarse y enfangarlo todo aún más. Es comprensible, y es también indicio de que las redes sociales no deben estar ni cerca siquiera de los elementos centrales de la actividad organizacional de los revolucionarios. Pero la necesidad sigue siendo la misma: hemos de aprender a manejar esta herramienta en acorde a nuestros principios, cosa que hay que reconocer que es, y hasta no poco útil en muchos aspectos tanto técnicos como de comunicación, sin darle ni mayor ni menor importancia de la que tiene.
Rakov y Teivos, agosto de 2017
[1] Ver "TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION [20]".
[2] Esto está en los antípodas de lo que es el debate proletario que busca un esfuerzo común para comprender lo que pasa y darse perspectivas de acción, ver La cultura del debate, un arma de la lucha de clases, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200711/2088/la-cultura-del-debate-un-arma-de-la-lucha-de-la-clase [75]
[3] Ver Respuesta a unas amenazas, /content/4086/respuesta-unas-amenazas [76]
[4] Ver Respuesta a los ex – miembros de la sección turca, https://es.internationalism.org/cci-online/201602/4138/respuesta-a-los-ex-miembros-de-nuestra-seccion-en-turquia [77]
[5]Se puede destacar aquí una de las peores formas de ataque que existen en el ambiente político general de las redes, como lo es el publicar la foto de perfil de alguien con quien no se esté de acuerdo para reírse de su aspecto, o lo que es su lógica llevada al extremo: la práctica del ''doxxing'', consistente en levantar toda una campaña de acoso y derribo, publicando fotos y datos personales de todo tipo sobre una persona para intimidarla de forma agresiva y fomentar el ambiente de pogromo y chivo expiatorio. Se trata de una práctica que ha llegado a ser muy popular en todo el abanico de las ideologías burguesas, desde el feminismo izquierdista hasta los grupúsculos de racistas que pululan por algunos foros y redes
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/files/es/atentado_barna.pdf
[2] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn1
[3] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn2
[4] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn3
[5] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn4
[6] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref1
[7] https://es.internationalism.org/en/node/4126
[8] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref2
[9] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/233/pearl-harbor-1941-torres-gemelas-2001-el-maquiavelismo-de-la-burgue
[10] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref3
[11] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref4
[12] https://es.internationalism.org/content/3482/espana-y-cataluna-dos-patrias-para-imponer-la-miseria
[13] https://es.internationalism.org/files/es/cataluna.pdf
[14] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/conflictos-nacionalistas
[15] https://es.internationalism.org/tag/geografia/espana
[16] https://es.internationalism.org/files/es/sobre_la_pequena_burguesia.pdf
[17] https://es.internationalism.org/cci/200602/741/el-desarrollo-del-movimiento-de-febrero-a-octubre-del-17
[18] https://www.un.org/es/development/desa/news/population/world-urbanization-prospects-2014.html
[19] https://www.marxists.org/espanol/luxem/01Reformaorevolucion_0.pdf
[20] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[21] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199001/3502/derrumbe-del-bloque-del-este-dificultades-en-aumento-para-el-prole
[22] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200204/3283/documentos-de-la-vida-de-la-cci-la-cuestion-del-funcionamiento-org
[23] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/cartas-de-los-lectores
[24] https://es.internationalism.org/files/es/art_culo_venezuela_ltmo.pdf
[25] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_edn1
[26] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_edn2
[27] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_edn3
[28] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_edn4
[29] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_edn5
[30] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ednref1
[31] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ednref2
[32] https://es.internationalism.org/en/node/3694
[33] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ednref3
[34] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ednref4
[35] https://observatoriodeviolencia.org.ve/
[36] https://es.internationalism.org/cci-online/201206/3417/incremento-de-la-violencia-delictiva-en-venezuela-expresion-del-drama-de-la-d
[37] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ednref5
[38] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/conflictos-interburgueses-0
[39] https://es.internationalism.org/tag/3/45/descomposicion
[40] https://es.internationalism.org/files/es/la_escalada_del_independentismo_catalan_a_traves_del_proces_y_las_dificultades_del_gobierno_del_pp.pdf
[41] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn5
[42] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn6
[43] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn7
[44] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn8
[45] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn9
[46] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn10
[47] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn11
[48] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn12
[49] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn13
[50] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn14
[51] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn15
[52] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftn16
[53] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201611/4182/que-le-pasa-al-psoe
[54] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201708/4224/referendum-catalan-la-alternativa-es-nacion-o-lucha-de-clase-del-prole
[55] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref5
[56] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref6
[57] https://es.internationalism.org/cci/200602/539/espana-1936-franco-y-la-republica-masacran-al-proletariado
[58] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref7
[59] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref8
[60] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref9
[61] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200602/572/el-plan-ibarretxe-aviva-la-sobrepuja-entre-fracciones-del-aparato-polit
[62] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref10
[63] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref11
[64] https://es.internationalism.org/content/4214/primarias-y-congreso-del-psoe-el-engano-democratico-de-las-bases-deciden
[65] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref12
[66] https://www.elmundo.es/cataluna/2017/09/17/59bd6033e5fdea562a8b4643.html
[67] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref13
[68] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref14
[69] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200712/2116/la-barbarie-nacionalista
[70] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref15
[71] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=5897#_ftnref16
[72] https://es.internationalism.org/content/4169/el-15-m-cinco-anos-despues
[73] https://es.internationalism.org/tag/2/33/la-cuestion-nacional
[74] https://es.internationalism.org/files/es/redes_sociales.pdf
[75] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200711/2088/la-cultura-del-debate-un-arma-de-la-lucha-de-la-clase
[76] https://es.internationalism.org/content/4086/respuesta-unas-amenazas
[77] https://es.internationalism.org/cci-online/201602/4138/respuesta-a-los-ex-miembros-de-nuestra-seccion-en-turquia
[78] https://es.internationalism.org/tag/6/708/internet-y-redes-sociales