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Acción Proletaria nº 171, 15 Julio - 15 Septiembre 2003

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Corriente Roja: gato por liebre

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El futuro cada vez más negro que nos ofrece el capitalismo - guerras y tensiones imperialistas; aceleración de la crisis económica con despidos masivos y ataque a las pensiones; barbarie e inseguridad por todas partes- provoca una inquietud creciente en amplias capas de la clase obrera. Como expresión avanzada de ese proceso, minorías de jóvenes tratan de encontrar una alternativa revolucionaria frente a este sistema de explotación.

La burguesía es consciente de ello y responde segregando en su aparato político anticuerpos destinados a desviar y destruir esos esfuerzos de toma de conciencia. El anticuerpo más importante es el llamado “movimiento anti-globalización” [1], un conglomerado de grupos, foros, centros sociales etc., controlado y articulado por un increíble arco iris de fuerzas políticas y sindicales: PSOE, IU, ONG’s, sindicatos, Iglesia, anarquistas, nacionalistas radicales etc.  

 

Lo que promete la Corriente Roja

En apariencia, el movimiento “anti-globalización” nace de “la base”, es “plural, asambleario y democrático”, en realidad, quien mueve los hilos y lo lleva adonde el Capital quiere, es el propio Estado Capitalista, a través de sus fuerzas de izquierda. El PSOE, tan denostado por muchos jóvenes por sus evidentes vínculos con el orden establecido, es, sin embargo, uno de sus promotores, a través de diferentes “Foros Sociales” que defienden “una globalización alternativa al neoliberalismo”

Sin embargo, el mayor protagonismo lo tiene IU. Esta plataforma “plural” (tras la que se esconde el viejo partido estalinista, el PCE), tiene dos caras: una “institucional”, con su cohorte de diputados, alcaldes y concejales, que participa en no pocas parcelas de la gestión del Estado burgués; y, otra, “alternativa” y “radical”, que aglutina toda una serie de foros, corrientes, movimientos sociales etc., que tiene un peso muy importante en el movimiento anti-globalización.

En esta otra cara de IU, se mueven grupos que pretenden representar una posición revolucionaria contra el capitalismo. Es el caso de Corriente Roja que en su Declaración de Principios[2] se propone “la construcción de un bloque político capaz de generar una alternativa global al sistema capitalista” (pag. 1), se reclama del “marco ideológico antiimperialista que inauguraron Lenin, Rosa Luxemburgo y otros marxistas revolucionarios” (ídem.) y denuncia el “reformismo hegemónico en la izquierda, que esteriliza tantas luchas y tanto esfuerzo con la inalcanzable finalidad de suavizar el neoliberalismo” (ídem.) frente a lo cual defiende cómo única alternativa a “la barbarie imperialista mundial”, “la destrucción del orden capitalista internacional y la construcción del socialismo a escala mundial” (pag. 5).

Estas frases resultan, a primera vista, muy atractivas. Se denuncia la barbarie del capitalismo, se plantea la construcción del socialismo a escala mundial, se pretende rescatar a Lenin y Rosa Luxemburgo… Es necesario, sin embargo, analizar de forma concreta el programa de esta Corriente, para juzgar sí nos está dando gato por liebre. En el programa y en el comportamiento político de una organización se puede ver la verdad de sus proclamaciones y promesas, se puede determinar si defiende realmente el proletariado y la lucha por el comunismo, o, por el contrario, es un defensor del sistema capitalista embozado en ropajes radicales.

La cuestión de la guerra

La posición de una organización sobre la guerra imperialista es clave para saber a qué clase pertenece, sí al capital o al proletariado. La Socialdemocracia cruzó el Rubicón cuando en 1914 apoyó la guerra en los diferentes Estados beligerantes con pretextos como la “lucha por la democracia” o la “defensa de la civilización amenazada”. En cambio, los internacionalistas revolucionarios, como Lenin o Rosa Luxemburgo, defendieron la lucha directa por el comunismo contra la guerra imperialista, denunciaron toda defensa del Estado nacional, propugnaron la unidad internacional del proletariado, llamándole a detener la masacre y trazaron la perspectiva de la guerra mundial de clases contra la guerra imperialista.

Corriente Roja denuncia que “el imperialismo ha hecho desembocar a la humanidad en un estado de guerra permanente, y de forma simultánea pretende militarizar al conjunto de la sociedad” (pag. 4), añade que “la lucha contra la guerra no se puede disociar de la lucha contra el capitalismo” (pag. 5). También denuncia que “apostar por el fortalecimiento militar de la UE para constituir un hipotético contrapeso al imperialismo de EE.UU., es colaborar en la construcción de un nuevo imperialismo, cuyas primeras víctimas serán la clase trabajadora y la ciudadanía europea” (ídem.).

La primera impresión sigue siendo muy seductora, pero hilando más fino constatamos que Corriente Roja no plantea la lucha de clase del proletariado como único medio de alcanzar esos objetivos sino que confía para ello en las manifestaciones pacifistas entre febrero y abril de 2003 “contra la guerra”[3] , considerándolas como una “poderosa reacción antibelicista que se ha despertado entre la ciudadanía con motivo de la invasión y ocupación de Irak” (pag. 5). ¡Unas manifestaciones interclasistas donde “todos los ciudadanos” son arrastrados a un movimiento de “unidad nacional y democrática” son consideradas instrumentos de “lucha revolucionaria”!.

Corriente Roja grita ruidosamente contra el imperialismo de USA y de Europa Occidental pero considera “el derecho de autodeterminación de los pueblos parte central de la lucha social. Hoy (…) es incluso más importante que en el pasado. El legítimo derecho de cualquier pueblo a decidir colectivamente su propio futuro, y dentro de este, su organización social y su estructura política, es el reverso de las pretensiones de dominación violenta del imperialismo” (pag. 3).

Aquí tenemos otra de las “contradicciones” habituales de estos grupos: están contra las grandes potencias imperialistas pero están a favor de un instrumento del imperialismo que es el “derecho de autodeterminación”, el cual, sí se le quita la palabrería democrática que lo adorna, se reduce simplemente al derecho de cualquier burguesía nacional a tener su propio cortijo donde explotar obreros y organizar sus propias operaciones imperialistas. El “democrático” derecho de autodeterminación es la bandera de conveniencia que emplean los grandes imperialismos –tan denostados por Corriente Roja- para tener peones de brega contra las posiciones de sus adversarios.

Es de una caradura tremenda que Corriente Roja se reclame de Rosa Luxemburgo cuando esta denunció toda forma de lucha nacional estigmatizándola como un baluarte contra la lucha revolucionaria por el socialismo[4]. La contradicción entre el radicalismo verbal de los “fines” (por el socialismo mundial) y el carácter pro-capitalista de los “medios” (la “movilización ciudadana” y el “derecho de autodeterminación”) nos da una de las claves para comprender lo que hacen estos grupos: su misión es capturar a compañeros con eslóganes radicales para entramparlos y desviarlos hacia métodos que apuntalan y defienden el capitalismo.

Las elecciones y la defensa de la democracia

Corriente Roja afirma: “No nos mueve la finalidad de hundir la democracia, sino la de construir una verdadera democracia. Para ello entendemos que son elementos esenciales la democracia directa –capacidad de decisión del colectivo sobre temas concretos- y el derecho de revocación de dirigentes y cargos públicos” (pag. 2).

¡Y dice reclamarse de Lenin que denunció taxativamente la democracia como hoja de parra de la dictadura del capital[5]! El Estado Capitalista que es una dictadura de la burguesía y que controla de forma totalitaria hasta los aspectos más íntimos de la vida de sus súbditos, se enmascara detrás de la Democracia. Travestido tras este bello concepto (“el poder del pueblo”) deja de ser la dictadura de una minoría para convertirse en “un sistema integrador de todos los ciudadanos”; deja de ser una máquina de opresión y corrupción, para aparecer como “un medio de convivencia”; deja de ser el Consejo de Administración del conjunto de los capitalistas responsable de guerras, despidos y precariedad, para surgir bondadoso como el “árbitro de la justicia y el defensor de los más desfavorecidos”.

¡Y Corriente Roja “no quiere hundir la democracia”!, lo que significa sencillamente que no quiere hundir el Estado Capitalista, que quiere defenderlo con todas sus fuerzas.

Y como esa mística Democracia presenta crecientes fisuras a través de las cuales se puede entrever la dictadura del Capital, Corriente Roja saca el señuelo de luchar “por la verdadera democracia”, grita que “la llaman democracia pero todos sabemos que no lo es” para tenernos encerrados dentro de la cárcel del Estado Capitalista dando vueltas en el tiovivo de “alcanzar la Verdadera Democracia”.

Las elecciones son una farsa donde, a través de diferentes mecanismos de propaganda y manipulación, se decide lo que el Estado capitalista necesita. Lo único que contribuye a la lucha por el comunismo es denunciarlas poniendo en evidencia los objetivos políticos e ideológicos que cada una de ellas encierra. Corriente Roja, llama a participar en ellas. Así, en el 25-M, unas elecciones para hacernos olvidar el fracaso evidente de las movilizaciones pacifistas agitando el señuelo de “todos a por Aznar”[6], Corriente Roja participa de ese objetivo proclamando que “hay que decirle al PP en las urnas lo que le hemos repetido en la calle: ¡QUE SE VAYAN!”. Para guardar su pedigrí vocifera: “ningún voto de izquierdas para el PSOE” reconociendo que “el PSOE ocupa desde Ayuntamientos y Comunidades un espacio de primer orden en el cogobierno del país”, pide el voto para IU porque “en términos generales va a expresar el repudio al gobierno y es el voto más a la izquierda posible” aunque matiza que “este voto no puede representar confianza o apoyo incondicional a la política o a la dirección de IU” pues “IU apuesta por poner todo el rédito electoral al servicio del PSOE”.

Sí estas contorsiones no fueran suficientes, Corriente Roja hace la contorsión suprema: “para nosotros/as el camino de las transformaciones sociales imprescindibles solo puede venir de la mano de la movilización obrera y popular. De ahí que para nosotros/as cualquier cargo electo no es un fin en si mismo y solo tiene verdadera utilidad si se convierte en un tribuno de los trabajadores y la juventud y su cargo está al servicio de alentar la movilización social”.

El sentido de estos malabarismos es devolver al redil electoral a los jóvenes que desconfían de esa farsa empleando los argumentos radicales: “apoyo crítico” y “utilización de las elecciones como auxiliar a la lucha social”, o sea, utilizar la gasolina como “ayuda” para apagar el fuego.

El sujeto revolucionario

El comunismo no surgirá de un “movimiento de hombres de buena voluntad” sino de la lucha masiva y consciente del proletariado. Solo este puede liberar a la humanidad del yugo aniquilador del capitalismo. Los compañeros que quieren luchar por una nueva sociedad no pueden apoyarse sobre las arenas movedizas de un “movimiento anti-capitalista” sino que deben integrarse en la lucha de la clase proletaria, única capaz de derribar el capitalismo.

Una vez más, Corriente Roja empieza con bonitos piropos a la clase obrera: “para nosotros, la clase obrera, aun cuando hoy pueda ser sustancialmente más compleja y fragmentada, abarcadora de grupos sociales más variopintos y con vivencias y grados de conciencia muy diferentes, no solo sigue existiendo como clase social, sino que conforma el sujeto revolucionario central” (pag. 3).

¡Pero tras la zanahoria viene el palo!: resulta que “el movimiento antiglobalización y el movimiento obrero se necesitan hasta el punto de que si el primero se queda en un perfil vago, sin contenido de clase, corre el riesgo de diluirse o incluso ser absorbido a pedazos por le sistema; y si el movimiento obrero no aborda el carácter anticapitalista e internacionalista de la lucha antiglobalización, puede terminar por enquistarse y divorciarse de su propia base social de manera permanente” (pag. 4).

Esto significa que Corriente Roja le pide a la clase obrera que deje de ser clase para diluirse en el interclasismo del movimiento “antiglobalización”, que no es una clase social sino una amalgama, un cajón de sastre, de Foros, redes de Internet, grupos violentos, sindicatos etc.. El proclamado sujeto revolucionario se transforma en objeto amorfo de una expresión del Estado Capitalista, organizado para luchar contra él, que es el “movimiento antiglobalización”.

Pero hay una sorpresa aún más mayúscula: resulta que el “carácter anticapitalista e internacionalista” no estarían en la lucha obrera sino en ese magma indefinido que es el “movimiento antiglobalización”. La clase obrera, creadora del internacionalismo (LOS OBREROS NO TIENEN PATRIA) y la única irreductiblemente anti-capitalista, es desposeída de esos principios para atribuirlos al “movimiento anti-globalización”. ¡La clase obrera con “amigos” como Corriente Roja no necesita enemigos como Aznar o Zapatero!

En el aparato político de la burguesía hay una división del trabajo: por un lado, están la Derecha o la Izquierda “moderada”, cuya función es emplear el palo, con o sin guante de terciopelo. Pero tienen a la extrema izquierda cuya misión es agitar la zanahoria de las “posiciones proletarias” para llevar al mismo sitio: hacernos tragar el palo capitalista. Corriente Roja pertenece a este segundo escalón.

Adalen  16-7-03

Footnote

[1] Ver artículos en Revista Internacional nº 86 y en Acción Proletaria nº 159

[2] Fechada el 11-5-2003, ver www.corrienteroja.org [1]

[3] Ver Revista Internacional nº 113 y Acción Proletaria números 168 a 170

[4] Ver, entre otros, el libro La crisis de la Socialdemocracia. Es cierto, que Lenin defendió la posición errónea del “derecho de autodeterminación”. Pese a ello se mantuvo siempre dentro del internacionalismo aunque ese error fue aprovechado por el estalinismo para justificar su apoyo a “luchas de liberación nacional” en beneficio del imperialismo ruso.

[5] Ver las Tesis sobre la Democracia del Primer Congreso de la Internacional Comunista que hemos publicado en Revista Internacional nº 100

[6] Ver artículo en Acción Proletaria nº 170

 

Situación nacional: 

  • España [2]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Stalinismo [3]

ERE enTelefónica: ¡Contra los despidos masivos!

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A finales de Junio, la compañía Telefónica ha anunciado un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de 15 mil trabajadores (el 37% de la plantilla actual) en los próximos cinco años: el mayor plan de despidos masivos en una compañía “privada” (1) de la historia de España, que dejará la plantilla de Telefónica en poco más de 26 mil trabajadores, cuando en 1995 eran 75 mil.

Un hachazo tan descomunal, así como el hecho de que las compañías de telecomunicaciones hayan sido las abanderadas de la “nueva economía”, las principales beneficiarias de la “globalización”, etc., han hecho que la atención de muchos trabajadores se haya dirigido hacia este plan de despidos, y a la suerte que vayan a correr  los compañeros de Telefónica.

La causa de los despidos no está en las circunstancias particulares de Telefónica, sino en la crisis capitalista que afecta a todos los sectores obreros.

Para aislar a los trabajadores de Telefónica, las distintas facciones de la burguesía falsean la raíz de los despidos.

- El Gobierno, en boca de su ministro de Industria y Tecnología, Josep Piqué, explica el ERE de Telefónica “por la evolución de las tecnologías y los efectos de la liberalización, (...) algo muy usual en todo el continente europeo y Telefónica es probablemente la última gran operadora europea que ha hecho un planteamiento de estas características” (diario El País, del 26 de Junio). Lo que en plata quiere decir: todas las patrañas de la “nueva economía”, el “pleno empleo”,... han sido y son la tapadera de despidos masivos, aumento de la explotación para los que se quedan, liquidación de pensiones,... Efectivamente las “telecos” son un sector  “punta”... de los recortes de personal: France Telecom ha despedido a 22 mil trabajadores en los últimos 3 años; Deutsche Telekom 30 mil, Portugal Telecom acaba de anunciar 16500 despidos.

- la Patronal culpa al Gobierno por “haber propiciado con una legislación demasiado exigente, una situación de desventaja competitiva respecto a las nuevas compañías”. (El País, ídem). Pero lo cierto es que esas “nuevas compañías” se han lanzado igualmente a una auténtica cascada de despidos: 750 en Auna, 450 en ONO, 530 en Vodafone, 2000 en Avanzit,...

- por su parte los Sindicatos, a cuyo coro se unen la Izquierda (PSOE, IU), también atribuyen las causas de los despidos a la “mala gestión” de la dirección de la compañía (inversiones multimillonarias fallidas en Lycos, Endemol, Antena 3),  o a la avidez de los directivos que se “forraron” con salarios escandalosos, “stock options” etc. Con ello quieren hacernos creer que con una  “buena gestión”, “al servicio de los ciudadanos”, no se habría acabado poniendo en la calle a más de un tercio de la plantilla.

Pero ¿dónde está la “mala gestión” de los directivos de RENFE –y de los sindicatos, en este caso- que han acordado la reducción de la plantilla de los trabajadores de ferrocarriles en 1500 empleos, prosiguiendo un plan de ajuste pactado en 1992, con el gobierno “socialista”, para “adelgazar” la plantilla de 42 mil a 29 mil obreros?.

¿Cuáles han sido las “aventuras bursátiles” de los directivos de las empresas automovilísticas que anuncian suspensiones temporales de empleo, que preludian recortes definitivos de las plantillas: suspensión temporal para 9 mil trabajadores de la SEAT, 420 en FORD – Valencia- cierre de la NISSAN en Madrid (550 trabajadores), “plan de viabilidad” de FIAT (probable cierre de las plantas de IVECO en Madrid – la histórica Pegaso-, y de Magnetti Marelli en Barcelona), cierre de la factoría de Valeo cerca de Barcelona?

¿ Son los salarios de los directivos la causa de las “prejubilaciones” de 3.168 empleados de Iberdrola, de los 1500 del Banco de Santander, o los 1200 del BBVA, de los recortes de plantillas en el sector azulejero, o de las decenas de miles de despidos que se anuncian para los dos próximos años en el sector textil –2-?.

Justificar los despidos por causas particulares de tal o cual sector o empresa sólo conduce a que sus trabajadores se vean solos y separados del resto de la clase obrera. La realidad es que la causa de los despidos en España, es exactamente la misma que los millones de trabajadores que han perdido su empleo en USA, Francia, Alemania (ver artículo en este mismo AP): la imparable crisis de la economía capitalista, que se hunde cada vez más en un abismo de paro, miseria, liquidación de prestaciones sociales, guerra y barbarie,...

Contradiciendo abiertamente los grotescos mensajes triunfalistas sobre la salud de la economía española que nos lanzan los políticos de la Derecha y la Izquierda (aunque a estos les parezca “injusta”), la realidad es que los explotadores españoles se están preparando para una verdadera catarata de despidos masivos. Como reconocía el diario El País del 13 de Julio: “Las empresas han pasado del primer ajuste de plantilla basado en los contratos temporales de los dos últimos años, a una auténtica oleada de despidos colectivos, bajas incentivadas y prejubilaciones”.

 

Patronal y Sindicatos se compinchan para aplicar los despidos.

Aprovechando los recursos legales que le otorga la “democracia” o sea la Dictadura de los intereses del Capital, la empresa ha planteado los despidos a través de un Expediente de Regulación de Empleo, que fomenta la pasividad de los trabajadores (se da un plazo de 1 mes para que los “representantes” sindicales negocien) y la división en las filas obreras, separando a los despedidos ¡hasta en 23 categorías! según la edad de los trabajadores, de si estos se pueden “acoger” a la prejubilación o a las bajas incentivadas,... Con esta estrategia, además, se induce un espíritu de competencia entre los propios trabajadores, de “sálvese quien pueda”,... No en vano Patronal y Sindicatos han dado al recorte de plantilla el "muy democrático” carácter “voluntario y universal”, es decir que depende de la voluntad individual de los trabajadores mayores de 52 años aceptarlo o no, amenazando eso sí a quienes no lo acepten con condiciones más draconianas en el futuro. Con semejante barniz “democrático” lo que Patronal y Sindicatos pretenden es aislar a los compañeros que se oponen frontalmente a los despidos, o al convenio entre los explotadores y sus compinches sindicales.

Efectivamente, en apenas quince días, CCOO y UGT han sellado, por enésima vez, un acuerdo bajapantalones. Con algunas concesiones cara a la galería  (pasar del 30 al 34% el porcentaje de su salario que percibirán los prejubilados entre 61 y 65 años; incremento anual de estos salarios en un 2%) han avalado lo que pretendía la Patronal:

- los obreros de más de 52 años pierden directamente un 30% de sus ingresos, hasta los 61 años. A partir de esa edad percibirán la tercera parte de su salario actual, completada con la pensión de la Seguridad Social, una pensión eso sí penalizada en función del acuerdo sobre pensiones de Patronal y CCOO del año 2000.

- los trabajadores no “afectados”, van a verse sometidos a un brutal deterioro de sus condiciones laborales: aumento de ritmos (el ERE tiene el objetivo de que el número de líneas telefónicas por trabajador pase de 460 a 700), traslados forzosos,...

Pero si los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT (esos que hace apenas un año montaron la pantomima del 20-J para proclamar su “oposición” a las agresiones a los derechos obreros), han podido aparecer descaradamente como lameculos de la Patronal, es porque tienen las espaldas bien cubiertas por la cohorte de sindicatos “radicales”. En un pérfido reparto de faenas, mientras unos sellan la claudicación de los trabajadores a las exigencias de los explotadores arrastrando a los compañeros más vacilantes, otros desvían el descontento de los compañeros más combativos hacia un callejón sin salida de acciones aisladas y estériles, que refuerzan la sensación de impotencia de los trabajadores. Es el caso por ejemplo de la CGT, que convocó una “Huelga de 4 horas”, 48 horas después del anuncio del ERE, aprovechando una convocatoria planteada con anterioridad. El seguimiento de esta huelga fue de apenas un 13% de la plantilla. Otro tanto cabría decir, de sindicatos como COBAS recién creados para ofrecer un sindicalismo “alternativo” al de las grandes centrales, pero que con un lenguaje más radical, siguen defendiendo el orden capitalista. No en vano en la página web de este sindicato puede leerse la intervención del Presidente del Comité de Empresa de Madrid (de la “cuerda” de estos sindicalistas “radicales”), que tras amonestar a la Junta de Accionistas de la empresa por ser “malos gestores”, proclama que “los trabajadores estamos por devolver a esta empresa el respeto y los beneficios de los que han gozado siempre”. Pues eso, para defender la sacrosanta ley del beneficio, las empresas despiden, recortan salarios, liquidan prestaciones sociales,...

 

¿Qué podemos hacer?

No podemos claudicar pasivamente ante la avalancha de ataques. Los sacrificios sólo conducen a más y mayores sacrificios. Recordemos el ERE de 1999 cuando   Telefónica se comprometió a no reducir más la plantilla y hoy presentan 15 mil despidos más.

No podemos confiar en los sindicatos, cuyas “negociaciones” y también sus “movilizaciones” conducen a la derrota.

La avalancha de ataques a nuestras condiciones de vida y de trabajo obliga a los trabajadores a luchar. Lo estamos viendo en Alemania. Austria, Francia,... (ver artículos en este mismo número de AP). Pero también vemos como la burguesía siembra de trampas ese camino: la división por sectores y categorías, la pasividad de los obreros a la espera de las “movilizaciones” que planteen los sindicatos, etc., con objeto de debilitar la respuesta de los trabajadores, de llevarnos a la desmoralización, a la desconfianza en nuestra propia clase. Para enfrentar esas trampas, para ganar fuerza, los obreros tenemos medios:

- no dividirse entre categorías, sino poner por delante las reivindicaciones que nos unen a todos. Todos los trabajadores de Telefónica han de luchar juntos contra los despidos.

- no dejarse aislar del resto de los trabajadores que están sufriendo (véase la lista de despidos que hemos señalado en este artículo) los mismos ataques. No convocar manifestaciones en el aislamiento, para “sensibilizar a la opinión pública”, sino para sumar a los trabajadores de otros sectores.

- no dejarse arrebatar el arma de las asambleas por los sindicatos, que las convierten en “monólogos informativos” estériles, sino defenderlas como lugar de reagrupamiento (los trabajadores de Telefónica están dispersos en muchos centros de trabajo), de discusión colectiva, de organización de las movilizaciones,...

No nos hacemos ilusiones. Sabemos que estas orientaciones, que son lecciones de las grandes luchas obreras del pasado, les parecen hoy a muchos trabajadores necesarias pero imposibles de materializar. Por ello llamamos a los trabajadores más combativos y decididos, a que se agrupen para defender estas propuestas en las asambleas, con hojas que se difundan en los puestos de trabajo.

Será sin duda un proceso largo y muy difícil, en el que los trabajadores sufriremos sin duda derrotas y se acabarán aplicando los ataques que quiere imponernos la clase enemiga. Pero a través de esas batallas el proletariado irá redescubriendo sus verdaderas armas de lucha, las que fortalecen su unidad, las que incrementan su conciencia de que sólo la lucha de clases puede abrir un futuro de esperanza frente al futuro de miseria y barbarie al que nos conduce el capitalismo.

Acción Proletaria. 14 de julio de 2003.

1) El Gobierno quiere aparecer al margen del ataque a los trabajadores de Telefónica arguyendo que se trata de una compañía “privada”, pero lo cierto es que el Gobierno “sugiere” el nombre del Director General, controla su accionariado (a través de la “acción de oro”), y autoriza las “tarifas de interconexión” (el precio que cobra Telefónica a otras operadoras por utilizar su red).

2)  Un reciente informe del Observatorio de este sector compuesto por empresarios y sindicatos calcula que la aplicación en los 2 próximos años de las nuevas directivas de la UE va a suponer un recorte de plantillas de este sector de  72000 trabajadores (el 27% del total). De hecho ya hay despidos planteados en Puigneró, Toar, Belcor, Textil Lorca, Paduana,...

Situación nacional: 

  • España [2]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La lucha del proletariado [4]

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Enlaces
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