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Crisis económica : El capitalismo
La burguesía está dividida en cómo enfrentar la crisis…¡Pero está unida contra el proletariado!
Hambrunas, inflación y miseria… ¡Eso es el capitalismo!
Social : ¿Qué ha quedado del 15M?
Ecuador: Nebot y Correa…: ¡Dos caras de la misma práctica represiva! ¡Dos defensores del Estado capitalista!
Medio ambiente : En Perú como en todo el mundo, el capital destruye la naturaleza
Anton Pannekoek : El parlamentarismo es un obstáculo para la autoactividad del proletariado
El viernes, 13 de enero, la Agencia de calificación americana Standard & Poor´s (S & P) degradó la nota de crédito de 9 países de la zona euro. ¡Es el viernes “negro”! Francia, Austria, Malta, Eslovaquia y Eslovenia caen un punto e Italia, España, Portugal y Chipre, dos. ¡Esta decisión pone la nota de Italia al mismo nivel de Kazajstán (BBB+) y coloca a Portugal en la categoría de alto riesgo! S & P coloca también a 14 países de la zona bajo perspectiva negativa (un total de 15 países de 17 están con perspectiva negativa). En definitiva, solo Alemania está todavía designada con “AAA con perspectiva estable” en el seno de una zona euro a la deriva.
La pérdida de la triple A por Francia es el índice más revelador de la gravedad de la situación económica en Europa. Francia con Alemania formaron la columna vertebral de la zona euro. Son principalmente estos dos países los que aportaron fondos de asistencia a Grecia, Italia y España. Pero sin su AAA, Francia ya no puede ser una garantía creíble y Alemania tendrá que soportar la carga de la deuda Europea. Por ello, el Fondo europeo de estabilidad financiera (EFSF) también ha visto su nota degradada por S & P.
El panorama para la burguesía es catastrófico. Desde 2008, el sistema bancario está en riesgo, debe sobrevivir a permanente infusión de dinero de los bancos centrales. En Alemania por ejemplo, país que aún pretende ser el más fuerte de la zona euro, todos los bancos están sobre endeudados y nadie sabe cómo lograrán salvar los próximos choques inevitables por venir, como la quiebra de Grecia. Hoy, los bancos, fondos de inversión, grandes industriales, bancos centrales, instituciones internacionales (como el FMI)... todos se apoyan mutuamente como alcohólicos saliendo de un bar, se toman de los hombros para intentar caminar con equilibrio y no caer. El resultado es previsible: una marcha sinuosa e improbable, luego, la caída colectiva.
En parte, la burguesía sí es consciente de los oscuros días que esperan a su economía. Para Ben May de Capital Economics, “Portugal y Grecia sufrirán importantes recesiones que emprenderán los dirigentes en las semanas o meses que vienen para salvar a la zona euro” ([1]). ¡La economía portuguesa se va a contraer después de ello un 8 % el año próximo! La situación italiana y española no son mejores: ¡su PIB declinará un 2,2 % y 1.7 %!
Y la crisis no arrasa solamente la zona euro. La economía británica se contrajo un 0,2 % en el último trimestre de 2011 y hay temores de perder a su vez la famosa calificación triple A. Japón deberá conocer también la recesión (– 0,4 % para el actual año fiscal).
Más generalmente, el FMI ha revisado a la baja su previsión del crecimiento mundial en el año 2012. El escenario más optimista prevé un crecimiento de 3,3 % (y no el 4 % que presentó en septiembre pasado) pero, según admite su mismo jefe, el economista Olivier Blanchard, “Si la crisis de la zona euro se agrava, el mundo se hundirá en la recesión”.
El actual atolladero económico es nombrado por especialistas “la crisis de la deuda”. La montaña de deudas acumuladas en efecto desde la década de 1960 por todos los actores en la economía mundial, los bancos, desde los Estados a las empresas individuales, ha creado una especie de deuda generalizada que empuja a la economía mundial hacia la quiebra ([2]).
Ante esta situación, la burguesía no tiene solución. Cuando ella intenta desendeudar su economía, la recesión es inmediata y brutal. La actividad está como paralizada, todo se detiene. Y, finalmente, profundiza el déficit. Cuando ella intenta estimular el crecimiento mediante la inyección de enormes sumas de dinero, los déficits… se profundizan. Dos caminos, el mismo destino: la quiebra.
En Europa, especialmente en Grecia y Portugal, la austeridad es violenta, los recortes al presupuesto se realizan con hacha. ¿Resultado? Países al borde del precipicio. Hoy, el FMI también pide a los bancos aceptar pérdidas importantes de Grecia (que amenazará con activar la bancarrota de estas instituciones) y desea que la zona del euro agregue 1,000 millones al EFSF y al MES (Mecanismo europeo de estabilidad) a fin de cuidar a Irlanda, Portugal, España e Italia que están a punto de flaquear. Por supuesto, Alemania ya se posiciona contra tal eventualidad puesto que le corresponderá el “privilegio” de proporcionar la mayor parte de la suma.
En Estados Unidos, a pesar de los miles de millones de dólares inyectados desde 2008, la economía nacional no despega. El Estado tendrá que seguir manteniendo la actividad con infusión de dinero “a bajo costo”. La Reserva Federal acaba de anunciar que no prevé levantar sus tasas antes de finales de 2014, ahora son cercanas a cero (entre 0 % y 0,25 %), y muchos analistas siguen convencidos de que el Banco Central no escapará al lanzamiento de una nuevo ciclo de “estímulo cuantitativo” (“QE3”) ([3]) bajo la forma de 500 millones de dólares de reembolsos de activos titularizados (“valores respaldados por hipotecas”) y bonos del Tesoro en abril o junio. En suma, ¡la deuda seguirá agregándose a la deuda y en muy gran medida! Todo este dinero se vierte en olas sin ninguna recuperación real y sostenible algo así como si se vaciara en el barril de Danaos” ([4]).
La burguesía podrá vaciar todo el dinero que quiera en el caño de la economía mundial, y no pasará nada. Su sistema está moribundo, condenado. Si en la mitología un suplicio puede durar para siempre, en el mundo real, todo tiene un fin y el del capitalismo se acerca.
España en crisis acaba de cruzar la frontera “histórica” de los 5 millones de desempleados. Con menos de 25 años, uno de cada dos (51,4 %) está sin trabajo. En sólo 4 años, el país ha multiplicado su tasa de desempleo por 3!
Francia oficialmente tiene 2,8 millones de desempleados sin ninguna actividad. Con los departamentos de ultramar, el número de solicitantes de empleo llegó incluso a 4,5 millones. Aquí también, es llamativo el aumento vertiginoso.
Los proletarios de todos los países se enfrentan a esta misma realidad dramática. ¿Todos? ¡No! Alemania sería excepción… según quienes nos gobiernan. Nunca, la tasa de desempleo fue más baja desde la reunificación (6,9 %). Un verdadero “milagro económico”. Excepto cuando se considera que millones de desempleados precarios dependen de la asistencia social... Los amplios extractos del artículo: “Desempleo, la cara oculta del “milagro económico alemán” son edificantes sobre este asunto.
“En 2001, el Canciller socialista Schröder […] hizo un llamado a Peter Hartz, Director de recursos humanos de Volkswagen, que pensaba haber encontrado la solución a la mala gestión del sistema de asignación. Se trata de las famosas leyes Hartz, incluyendo la más conocida y controvertida ley Hartz IV, a la cual toda Alemania pronto llamó “Doktor Hartz”. Esta pretende abordar el “desempleo voluntario” y establece un sistema de enlace de búsqueda de empleo. Presenta el famoso “mini trabajo”, pagado a 400 euros al mes sin cotización social y por lo tanto sin seguro y el “un euro-empleo”, esencialmente trabajo de interés público. Todo el sistema alemán de subsidios puesto en un plato […] Sabemos lo que siguió: los impresionantes resultados, una farsa. Como dice Brigitte Lestrade, autora de un estudio sobre las reformas Hartz IV, apuntan a la creación de un sistema que, por vasos comunicantes gradualmente movería a millones de alemanes desempleados a “casi desempleados” o trabajadores precarios.
“La investigadora estima en 6,6 millones de personas –incluidos 1,7 millones de niños– “los beneficiarios de Hartz IV”. Los 4,9 millones de adultos son de hecho desempleados, “casi desempleados” (que trabajan menos de 15 horas semanales) o precarios.[…] Un responsable de la Arbeitsagentur de Hamburgo[la oficina de empleo alemán], desea permanecer en el anonimato, declara sin ocultar su cólera: “Que se deje de hablar de milagro económico. Hoy, el Gobierno reitera que somos alrededor de 3 millones de desempleados, que sería un hecho efectivamente histórico. La realidad es otra, 6 millones de personas reciben Hartz IV, todos son desempleados o grandes precarios. “La cifra real no es 3 millones de desempleados sino de 9 millones de precarios” ([5]).
De hecho, no hay ninguna isla paradisiaca en este planeta dominado por el capitalismo. El infierno de la explotación reina por doquier y lacera nuestras espaldas con el látigo de la crisis económica. Según la Organización Internacional del trabajo, 1,100 millones de personas en el mundo son desempleados o viven bajo la línea de pobreza. ¡450 millones de trabajadores pobres sobreviven con menos de 1,25 dólares al día! Y esta situación dramática continúa empeorando.
Sin duda, el sistema de explotación actual está agonizando. No hay más que una sola pregunta: ¿La humanidad se extinguirá con él o será capaz de construir otro mundo? En otras palabras, ¿Nosotros, los explotados, vamos a aceptar aún por mucho tiempo los mil sufrimientos que el capitalismo nos hace soportar?
Pawel, 28 de enero del 2012
[1]) Fuente: http ://lexpansion.lexpress.fr/economie/les-peripheriques-de-la-zone-euro-n-ont-pas-fini-de-souffrir_280330.html
[2]) Leer nuestro artículo : ¿”Porqué la crisis de la deuda?” (http ://fr.internationalism.org/icconline/2011/la_crise_de_la_dette_pourquoi.html [2] )).
[3]) Las QE1 y 2 también fueron planes de relanzamientos sucesivos e igualmente ineficaces de la economía estadounidense. En términos concretos, a través de ellos, 2000 $ millones de dólares fueron inyectados desde 2008, lo cual permitió al crecimiento no contraerse.
[4]) Alrededor del desagüe están las cincuenta hijas del rey Danaos. El rey trajo a sus cincuenta sobrinos quienes le explican su deseo de casarse con sus hijas. Danaos acepta. Para su boda, ofreció a sus hijas una daga y les hizo prometer matar a sus esposos durante la noche. Todas lo hicieron, excepto Hypemnestre, salvando a Linceo. Más tarde, Danaos organizó juegos para casar a sus 49 hijas. Pero Linceo asesinó a sus 49 hijas para vengar a sus hermanos. En el inframundo, las danaides reciben un castigo que consiste en llenar eternamente de agua un barril perforado.
Una pancarta de los Ocupa de Londres ante la Catedral de San Pablo decía: “Democratizar el capitalismo”. La voluntad de cambiar el sistema capitalista se afirmó y se extendió rápidamente en los últimos meses en el mundo, especialmente en la juventud, a través del movimiento de los indignados y de los Ocupa. Este movimiento de protesta, de dimensión internacional, está marcado al rojo vivo por la violencia de la crisis económica y la brutal degradación de las condiciones de vida. En España, en Grecia, Portugal, Israel, Chile, en los Estados Unidos, en Gran Bretaña… en las cuatro esquinas del mundo una misma angustia sobre el futuro atraviesa todas las discusiones. Pero más que el desempleo o la precariedad, lo que causa tanta preocupación es la ausencia de alternativa. ¿Qué hacer?, ¿cómo luchar?, ¿contra quién?, ¿las finanzas?, ¿el derecho?, ¿los dirigentes? Y lo más importante, ¿es posible otro mundo?
Hoy, una de las respuestas que emerge es la necesidad de reformar, de “democratizar” el capitalismo. En particular, los medios de comunicación, los intelectuales y la izquierda hacen una gran publicidad a esta “lucha por la democracia”. El movimiento que partió de España se denomina “Indignados” en referencia al breve folleto de Stéphane Hessel ¡Indígnense! quien se apresuró a publicar una segunda parte ¡Comprométanse ! con el fin de encauzar el descontento hacia las urnas y por lo tanto lejos de la calle. Las organizaciones altermundialistas han impulsado también el movimiento hacia la lucha por “más democracia”. La representación oficial del movimiento de los Indignados está a cargo de DRY, ¡Democracia real Ya!. Esta batalla democrática realmente ha tenido un cierto éxito. A principios de enero, los Ocupa del campamento de San Pablo en Londres han esgrimido una enorme pancarta pidiendo la democratización del capitalismo.
¿Por qué la consigna de “un capitalismo más democrático” tiene este éxito? Durante la “primavera árabe”, se reveló a los ojos de todos que las camarillas en el poder en Egipto, Túnez, Siria, Libia… que espolean a las poblaciones desde hacía décadas, mantenían su dominación por el miedo y la represión. La protesta, estimulada por el aumento de la miseria, ha logrado levantar la placa de plomo y ha sido un gran estímulo para los explotados del mundo. En Europa, es decir en la cuna de la democracia occidental, el descontento también se centró sobre una “élite dirigente” incapaz, deshonesta… pero rica. En Francia, la camarilla del Presidente Sarkozy ha sido denunciada por muchos libros, como El Presidente de los ricos y otros libros recientes como La Oligarquía de los incapaces, escritos por periodistas, investigadores e intelectuales, muestran cómo la burguesía francesa se hizo de clanes que arruinan toda la sociedad privilegiando sus intereses particulares. En México para nadie es extraño que los políticos se enriquecen descaradamente, que cada equipo de gobierno solo está preocupado por llenarse los bolsillos a costa de la inmensa mayoría. Esta moral burguesa sólo causa indignación y repugnancia. De Bush a Berlusconi, la misma constatación fue hecha. Pero ha sido en España donde el rechazo de las élites tomó el giro más político. Al principio del movimiento de los Indignados, un hecho fue particularmente impactante: en plena campaña electoral, periodo tradicionalmente deprimido y pasivo para la lucha, un amplio movimiento de protesta se desarrolló. Mientras que todos los políticos y medios de comunicación centraban su atención en el poder de las urnas, las calles estaban efervescentes. Había Asambleas Generales y discusiones de todo tipo. Una idea fue especialmente extendida: “derecha y izquierda, la misma mierda”. Al mismo tiempo retumbaba la consigna de “¡todo el poder a las Asambleas!”.
¿Qué significa esto? Que la idea creció, en todo el mundo, que todos los gobiernos son realmente “la misma mierda”. ¿Qué cambiaron las elecciones democráticas en Egipto, así como en España? ¡Nada! ¿Qué cambió en Grecia o Italia con las salidas de Berlusconi o Papandreou? ¡Nada! En México el cambio del PRI por el PAN en los últimos 11 años… ¿sirvió de algo?, los cambios en varios países de América Latina a gobiernos de “izquierda” ¿ha traído una mejora a las masas empobrecidas? ¡No! Los planes de austeridad se han reforzado y ahora se han vuelto aún más insoportables. Con o sin elecciones, la sociedad es dirigida por una minoría dominante que mantiene sus privilegios sobre las espaldas de la mayoría. Este es el sentido profundo de la famosa consigna del “1 % y 99 %” presentada por el movimiento de los Ocupa en Estados Unidos. De hecho, básicamente, hay una voluntad creciente por no dejar hacer, por tomar las cosas en nuestras manos… la idea de que las masas deben organizar la sociedad… A partir de “¡todo el poder a las AG!”, hay una real aspiración para construir una sociedad donde ya no sea una minoría la que dicte nuestras vidas.
Pero la cuestión es: ¿esta nueva sociedad pasa realmente por una lucha por “democratizar el capitalismo”?
Sí, estar dirigidos por una minoría de privilegiados es insoportable. Sí, es hora de que “tomemos” en nuestras manos nuestras vidas ¿Pero qué es ese “nosotros”? En la respuesta dada mayoritariamente por movimientos actuales, el “nosotros” es “todo mundo”. “Todo mundo” debe conducir a la sociedad actual, es decir, el capitalismo, hacia una verdadera democracia. Pero allí aparecen los verdaderos problemas: el capitalismo… ¿no pertenece… a los capitalistas? ¿Este sistema de explotación no es la esencia misma del capitalismo? Si la democracia, tal como existe hoy en día, es la gestión del mundo por una élite, ¿no es porque este mundo y esta democracia pertenecen a esta misma elite? Reflexionemos más a fondo, imaginemos por un momento una sociedad capitalista animada por una democracia perfecta e ideal donde “todo el mundo” decida todo colectivamente. Aún en esos modelos de “democracia participativa” gestionar una sociedad de explotación no significa eliminar esa explotación... En los 80s, conocimos varios intentos autogestionarios donde los obreros tomaron a cargo las empresas para gestionarlas (la refresquera Pascual Boing en México es un ejemplo incuestionable): colectivamente han administrado y de manera igualitaria “su” empresa. Pero siguiendo las leyes infranqueables del capitalismo, han tenido que aceptar la lógica del mercado… el autodespido y los bajos salarios toman una forma muy “libre” y muy “democrática”. Hoy en día vemos, en el capitalismo, que aún la democracia más cercana a la perfección no cambiaría nada para construir una nueva sociedad. La democracia, en el capitalismo, no es un órgano para la conquista del poder por el proletariado ni para la abolición del capitalismo… ¡es un modo de gestión política del capitalismo! Para poner fin a la explotación solo existe una solución, la revolución.
Cada vez somos más los que soñamos con una sociedad donde la humanidad tome su vida en sus manos, donde tome sus propias decisiones, donde no sea dividida entre explotadores y explotados, sino unida e igualitaria… Pero la pregunta es ¿quién puede construir ese mundo? ¿Quién podría permitir que la humanidad tome mañana en sus manos la sociedad?, ¿”Todos”?, ¡no! Porque “todos” no tienen ningún interés en poner fin al capitalismo. La gran burguesía luchará siempre con uñas y dientes para mantener su sistema y su posición dominante sobre la humanidad, así sea al precio de sangre a raudales, ello incluye evidentemente a las “grandes democracias”. Y en ese “todo el mundo”, también hay artesanos, intelectuales, propietarios de tierras…, en definitiva la pequeña burguesía, que o bien trata de mantener el tren de vida que ofrece la sociedad y en ese sentido es conservadora, o bien (cuando la proletarización la amenaza), se vuelve presa de la nostalgia de un pasado idealizado. Poner fin a la propiedad privada no es ciertamente parte de sus proyectos.
Para convertirse en dueña de su propio destino, la humanidad debe salir del capitalismo. Sin embargo, sólo el proletariado puede derrocar este sistema. La clase trabajadora incluye a asalariados de fábricas y oficinas, privadas y públicas, a jubilados y jóvenes trabajadores, a los desempleados y eventuales. Este proletariado forma la primera clase en la historia a la vez explotada y revolucionaria. Anteriormente, fueron los nobles los que dirigieron la lucha revolucionaria contra el esclavismo, después fueron los burgueses contra el feudalismo. En cada ocasión un sistema de explotación ha sido derrocado y reemplazado por… un nuevo sistema de explotación. Ahora, finalmente, son los mismos explotados, a través de la clase trabajadora, los que pueden derribar el sistema dominante y así construir un mundo sin fronteras y sin clases. Sin fronteras porque nuestra clase es internacional; en todas partes es el mismo yugo capitalista, en todo el mundo tiene los mismos intereses. Desde 1848, nuestra clase se ha dotado de este grito de combate: “¡Los proletarios no tienen patria! ¡Proletarios de todos los países, únanse!”. Todos los movimientos de los últimos meses, en el Medio Oriente, los Indignados, los Ocupa... se reclaman unos y otros de ello, de un país a otro, de un continente a otro, mostrando nuevamente que no hay fronteras para la lucha de los explotados y oprimidos. Pero estos movimientos de protestas también tienen una gran debilidad : la fuerza de los explotados, la clase obrera, todavía no tiene conciencia de sí misma, de su existencia, de su fuerza, de su capacidad para organizarse como clase… de hecho, hoy se ahoga en el “todos” y sigue siendo víctima de la trampa ideológica que proclama “un capitalismo más democrático”.
Para hacer triunfar la revolución internacional y construir una nueva sociedad, es necesario que nuestra clase desarrolle su lucha, su unidad, su solidaridad y sobre todo su conciencia de clase. Para ello se requiere que pueda organizar en su seno el debate, amplias discusiones, lo más vivas posible, las más efervescentes posible para desarrollar su comprensión del mundo, de este sistema, de la naturaleza de su combate. Los debates deben ser libres y abiertos a todos aquéllos que quieran intentar responder a las numerosas cuestiones que se plantean a los explotados: ¿Cómo desarrollar la lucha?, ¿cómo organizarnos?, ¿cómo enfrentar la represión? Y deben ser muy firmes contra quienes vienen a ser los portavoces del orden establecido. ¡No se trata ciertamente de salvar o reformar este mundo agonizante y bárbaro! Es de cierta manera un espejo de la democracia ateniense, su imagen invertida: en la Grecia antigua, en Atenas, la democracia era un privilegio de los dueños de esclavos, de los ciudadanos varones, las otras capas de la sociedad estaban excluidas. Ahora bien, en la lucha revolucionaria del proletariado, la más grande libertad existe en su seno pero excluye a aquéllos que tienen como interés mantener la explotación capitalista.
Los movimientos de los Indignados y los Ocupa llevan la marca característica de esta disposición para debatir, esta efervescencia increíble, esa creatividad de las masas en acción que caracterizan a nuestra clase cuando lucha ([1]). Pero su fuerza creativa está ahora diluida, incluso paralizada, por su incapacidad para excluir de su lucha y de sus debates a aquéllos que realmente trabajan en cuerpo y alma por la supervivencia del sistema actual. Si realmente queremos enviar un día al basurero de la historia las palabras como ganancia, explotación, represión y finalmente ser los dueños de nuestras propias vidas, el camino a seguir deberá necesariamente separarse de los llamados ilusorios para “democratizar el capitalismo” y de todos los cantos sobre un “capitalismo más humano”.
CCI, 28 -01-12
[1]) En México, el movimiento de los Indignados del Monumento a la Revolución fue copando rápidamente todo intento genuino por debatir y reflexionar. Los simpatizantes o partidarios de “Democracia Real Ya” han llevado todo a las “medidas concretas” y a las decisiones de comisiones fuera del control de las asambleas.
La situación es ya insoportable. Por todo el mundo la única opción de la clase dominante para limitar un poco los efectos del avance de la crisis, y contrarrestar la caída en sus niveles de ganancia, es elevando la explotación mediante planes de austeridad draconianos nunca vistos hasta ahora obligando a las familias de los trabajadores a vivir al filo del hambre y de la angustia. Por ejemplo, en Grecia se ha anunciado una reducción directa del salario en general en 22 %, y para los jóvenes menores de 25 años en 32 %. Y esos golpes no son hechos aislados, en Francia se ha impuesto el retraso de la jubilación hasta los 62 años, en los EUA, la tasa oficial de desempleados es de 8.5 %, pero si se añaden los miles de desempleados que no han tenido la oportunidad de encontrar trabajo y por tanto ya no pueden cobrar el seguro de desempleo, la tasa de desocupados se eleva hasta cerca del 20 %... la agresión directa a los asalariados sin importar sin son jóvenes o viejos es ya abierta y sin ningún miramiento.
En México la situación que viven los trabajadores no es diferente a la que viven sus hermanos de clase de otros países. Desde 2007 los golpes más fuertes se han visto con la “Reforma a la Ley del ISSSTE”, que impuso una modificación a las condiciones de jubilación, aumentando los años de labor, elevando los descuentos para los servicios de salud y bajando los salarios. Durante varios meses los trabajadores buscaron organizarse y expresaron su descontento mediante la movilización, pero la estructura sindical tanto la “oficial” como la “democrática” se encargaron de nulificar el descontento ya sea reprimiendo directamente mediante sanciones en los centros de trabajo en el caso de los primeros, ya sea desuniendo y desmovilizando además de fomentar la esperanza en los amparos jurídicos y en los alegatos y “buenos oficios” de los diputados y abogados de todo tipo, en el caso de los segundos.
Esa es una lección que debe estar presente entre los trabajadores de la educación ahora que el Estado, valiéndose de sus mecanismos de control sindical y político, busca imponer la denominada “evaluación universal”, presentada con argumentos educativos “muy nobles”, y que en realidad es el último eslabón de los ataques que ya se han venido implementando de manera “sigilosa” desde hace ya varios años, como la sustitución de los contratos definitivos con los temporales y la contención salarial.
“Con la Evaluación Universal se pretende degradar aún más las condiciones laborales y de vida de los trabajadores de la educación y sus familias: acabar con la estabilidad laboral que brindan las plazas con carácter de definitivas; establecer la flexibilidad laboral regulando la contratación a partir de la evaluación; desconocer las diversas formas de promoción anteriores a las reformas; negar la antigüedad y la permanencia indefinida como trabajadores. En otras palabras, la imposición de la evaluación universal como parte integral de las reformas al sistema educativo, significa un ataque artero a los derechos laborales de cientos de miles de trabajadores” (RM 126, enero 2012).
Y sobre todo, son las nuevas generaciones de trabajadores los que ven cancelado su futuro y el de sus familias, si tenemos en cuenta, por ejemplo, que todos los trabajadores que iniciaron su vida de asalariados después de 2007 no tienen derecho a una pensión y solo si ahorran por su cuenta podrán tener un “ahorro para el retiro”. Pero, sería una ilusión peligrosa pensar que todos aquellos que hoy tienen derecho a una pensión vivirán en la gloria y por tanto les son ajenas estas medidas… Lo que ocurre ahora mismo en Europa muestra el terrible futuro que nos depara esta sociedad basada en la explotación del trabajo asalariado: se imponen cada vez más años de trabajo, los gobiernos se las arreglan para inventar e imponer leyes con las cuales justifiquen la apropiación de los fondos de las pensiones… ante la agudización de la crisis el capital solo tiene una propuesta: hacernos trabajar más y con menos salarios.
La burguesía siempre apuesta a dividir. Siempre presenta un problema como exclusivo de una parte de los trabajadores para aislarlos del resto de sus hermanos de clase. El golpe a las pensiones de los trabajadores del IMSS como el despido masivo de los electricistas de Luz y Fuerza se justificó diciendo que eran “ineficientes y privilegiados”, ahora esa campaña se repite diciendo lo mismo de los maestros y en un tiempo se reciclará esa cantaleta y se usará contra otros trabajadores. Así, la burguesía va atacando sector por sector para aislar, confundir y dividir, nulificando todo descontento.
En este caso, la burguesía cuenta con un tema presuntamente de “interés común para toda la sociedad”, el de la educación. Todos los medios saturan sus espacios con acaloradas discusiones que invariablemente concluyen con la “necesidad de elevar la calidad de la educación por el bien de México”, de ahí que cualquiera que cuestione este propósito tan “loable” aparezca como un mezquino y negativo. Entre otras razones, es por esto que los maestros tienen ante sí un reto tan difícil para desarrollar su lucha pues se enfrentan a una campaña muy bien orquestada. Se les acusa de no querer mejorar su trabajo y negarse a ser evaluados en su desempeño con la consiguiente afectación de los estudiantes y de las familias. Incluso se ha preparado un documental de cine (De Panzazo) ([1]) en el que fundamentalmente se responsabiliza a los maestros por el bajo nivel educativo y, por lo tanto, prepara a la población y en particular al resto de los trabajadores en el sentido de que exijan a los maestros una mejor educación y, sobre todo, busca evitar cualquier posibilidad de solidaridad con la lucha que están intentando librar en defensa de sus condiciones laborales.
Si la campaña de linchamiento y aislamiento social en contra del sector de los maestros prospera entonces no podrán impulsar una verdadera movilización y se verán condenados al fracaso. Para hacer frente a los ataques es necesario sumar a los trabajadores de otros sectores, a los jubilados y los desempleados, de esa manera la masividad y la extensión harán del descontento una sola y una misma lucha. No se trata solo de ganar a los “padres de familia” de sus alumnos, a quienes se suele presentar como simples “ciudadanos” y que son en realidad sus hermanos de clase, y quedarse encerrados en los centros de trabajo, se trata de buscar la solidaridad y la unidad de todos los explotados y extender la lucha.
Los maestros aún no se plantean ir con los trabajadores de otros sectores del proletariado que están siendo atacados por igual, pero para poder extender la lucha es imprescindible que salgamos en búsqueda de la solidaridad de otros trabajadores del entorno geográfico, sin importar su oficio o condición (activo o desempleado, jubilado, etc.) haciéndoles ver que se trata de su propia lucha pues los trabajadores compartimos la misma condición de explotados y oprimidos.
Para poder avanzar en esta dirección los maestros deberán recordar la experiencia acumulada durante décadas para poder reflexionar acerca de los mismos temas que son siempre recurrentes en sus movilizaciones como la llamada “democracia sindical”, “el juicio a Gordillo”, la “defensa de la economía nacional”, la “defensa de la educación pública” o el apoyo a algún “candidato redentor” y así poder determinar si son positivos o negativos para su movimiento, si responden o no a sus verdaderas demandas como trabajadores y que son invariablemente las referidas a las condiciones de trabajo y al salario.
Hasta ahora, las dos manifestaciones multitudinarias de los pasados 18 de enero y 3 febrero (alrededor de 30 mil en la primera fecha y más o menos unos 100 mil en la segunda) de este año, sobre todo en la ciudad de México (que recuerdan las movilizaciones de finales de los 80), han evidenciado el enorme descontento acumulado por décadas y la voluntad real de los profesores para resistirse contra la andanada de ataques que ya son insoportables.
Esta combatividad innegable, combinadas con una gran indignación por las medidas tan inhumanas en su contra y que retratan de cuerpo entero la arrogancia y el desprecio de la burguesía por la clase trabajadora, esta voluntad de luchar, puede quedar atrapada y esterilizada si los trabajadores no permanecen alerta y se interesan realmente por cuidar cómo llevar su combate.
En particular los trabajadores deberíamos tener siempre presente algunas lecciones de nuestra propia lucha en el pasado:
• Para agrupar el descontento e impulsar la lucha de los trabajadores se requiere ante todo de un lugar donde se pueda discutir y reflexionar de manera colectiva y abierta, al que se asista ya no para escuchar los discursos de los de siempre y al final se impongan decisiones y se impida la discusión de todos. Por eso se requiere de Asambleas Generales que se pueden organizar de manera espontánea en los centros de trabajo, en las colonias, al inicio o al final de las manifestaciones, en las que sin importar el sector o el oficio se pueda debatir y definir las orientaciones de la lucha. Es este el primer paso para reaprender a actuar juntos y para ir ocupándonos de nuestro propio combate.
• Todo aquello que divida o lleve al aislamiento del resto de los explotados debe ser reconocido como una trampa a la que hay que enfrentar. La unidad es la fuerza que tienen los trabajadores, por eso la burguesía busca impedir que se presente. Solo en la lucha de clases, que es la verdadera escuela de los trabajadores, se puede avanzar en la conciencia sobre nuestros propios medios, quiénes son nuestros enemigos y quiénes los falsos amigos, cuáles son trampas que hay que sortear.
• En particular, los maestros que están reanudando los combates de clase, deben plantearse la necesidad de saber formular demandas unificadoras en las que se identifiquen el resto de los sectores proletarios y así puedan sumarse conscientemente. Hacer esto requiere de reflexiones y discusiones colectivas que solamente pueden hacerse en esas asambleas generales.
• En la medida en que seamos capaces de ir integrando a otros trabajadores en un mismo combate la fuerza proletaria se irá reconociendo y ganando confianza… y es esa confianza y unidad lo que nos recordará que el futuro nos pertenece. Pero no se trata del futuro ilusorio de las elecciones, de las mentiras esgrimidas por los personeros del capital que nos dicen que su crisis tiene solución, se trata de un futuro de emancipación contra el capitalismo al lado de todos los explotados y excluidos de este sistema, para construir otro mundo. En ese camino, estas luchas deben ser una promesa de futuro.
• ¡Que todo el descontento se unifique y que la lucha se extienda!, Sí, pero bajo nuestro control y con nuestros propios medios.
RR, febrero del 2012
[1]) Próximamente haremos una reseña de este documental en nuestro sitio web.
La crisis capitalista, pese a los discursos y declaraciones de funcionarios y personeros del capital, se acelera cada día y al hacerlo la clase dominante, para aliviar en algo a sus ganancias, aplica medidas tan fieras que la vida de los trabajadores y demás explotados se degrada a niveles impensables. Es facil para Felipe Calderón decir que “con acciones firmes y contundentes sí es posible resolver la crisis financiera en el mundo y estimular el crecimiento económico global…”, mientras la magnitud de la crisis ensancha la pauperización de las masas de explotados. A mediados del año 2011 el ex secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, sin un viso de vergüenza decía que “hace mucho tiempo que México dejó de ser pobre…” Por eso, teniendo esa percepción tan mistificada de la realidad, la burguesía califica a la hambruna que sufren los grupos de indigenas Raramuris (habitantes de la sierra de Chihuahua) como un accidente causado por efectos climáticos; aquellos sectores de la misma clase en el poder que desean mostrarse más “radicales” afirman que se trata de la ejemplificación de una falla del modelo económico, o bien lo minimizan diciendo que es un problema marginal, por ser apenas poco más de 54 mil los Raramuris censados. Pero todos estos argumentos son para negar lo que la realidad hace ver, es decir, que las causas de la miseria y la hambruna general o de algunos grupos poblacionales, es por la existencia del capitalismo.
Los discursos que la burguesía realiza para deslindar al capitalismo de la miseria y las hambrunas, se acompañan de campañas “humanitarias”, como lo viene haciendo ante la hambruna de los Raramuris. Más hipócrita se ve esta medida, cuando se sabe que la situación de hambre y de despojo que vive este grupo es continua. Es cierto que las poblaciones de indígenas, por su condición de campesinos despojados de forma continua y arrojados a la depauperación viven en una dolorosa condición de miseria, no obstante el problema del hambre y la miseria creciente no se concentra solo en ellos, en las ciudades y en los campos de labor, los asalariados viven de forma directa esa realidad. Por eso las acciones “humanitarias” de los gobiernos federal y estatal no solucionan nada, porque el hambre se va convirtiendo en un problema generalizado.
Los propios datos oficiales, por más maquillaje que se les quiera poner, dan cuenta de cómo los bajos salarios y la precariedad en los trabajos se han acentuado desde 2008. Por eso no es fortuito que la alimentación de los trabajadores mexicanos haya tomado como base a las calorías más baratas: azúcar y cereal… de manera que gran parte de su energía proviene del alto consumo de gaseosas, provocando, como consecuencia, que ahora México sea el país con la mayor población adulta con problemas de obesidad y por tanto con mayores enfermedades crónicas (como la diabetes e hipertensión) lo cual marca la degradación de la vida de los millones de explotados. El problema de la obesidad y el crecimiento del hambre y la miseria no son problemas con origen diferente, todos ellos son expresión de la degradación de la vida que crea el capitalismo.
Incluso los hijos de los trabajadores sufren de forma directa los ataques de la burguesía: la degradación de los salarios ha llegado a tales extremos, que cada vez hay un número mayor de niños entre 12 y 17 años que se ven obligados a laborar (según la CEPAL, 25 % en las zonas rurales y 15 % en las ciudades). Y para las jóvenes generaciones de proletarios las dificultades que enfrenta para lograr un empleo son crecientes, y como ejemplo está la situación vivida por los estudiantes normalistas que (en el pasado mes de diciembre) se manifestaban (entre otros aspectos) en demanda de plazas laborales para los egresados de esa escuela y lo que reciben son balas de la policía que terminan asesinando a dos de los estudiantes.
Los técnicos de la burguesía nos dirán que no podemos hablar de hambruna generalizada porque no hay por efecto del hambre una tasa de mortalidad diaria de más de dos adultos, ni está el 30 % de los infantes en desnutrición aguda. Y efectivamente la situación no se ajusta a esos parámetros, pero la dificultad para obtener el alimento, que es la necesidad inmediata de los trabajadores crece cada día y afecta a todas las generaciones del proletariado y demás explotados.
Otro de los grandes discursos de la burguesía es que a través de sus medidas ha logrado contener la inflación y por ese medio crea una protección a la capacidad adquisitiva de los salarios. En cada momento nos muestran sus cifras para confirmar que las contracciones monetarias han tenido éxito, pero si esas mismas cifras son analizadas, encontramos que el índice con el que miden la inflación representa diversas mercancías y solo una parte de ellos forman parte de las consumidas por trabajadores (a la que ellos mismos denominan como canasta básica), de manera que la burguesía puede mantener un dato de inflación general que expresa una contención de precios generales, con lo que esconde el incremento de los precios de las mercancías de consumo obrero.
De manera que la estrategia de la burguesía es aplastar los salarios y elevar precios de los alimentos y demás mercancías de subsistencia, y de esa manera se apropia del fondo destinado para consumo de los obreros, elevando así los niveles de explotación y llevando por este medio una carga mayor de la crisis sobre los hombres de los asalariados. Si analizamos las cífras de 2002 a enero de 2012, notamos que mientras el índice general de precios se eleva en 44 %, los salarios lo hacen en 43 % (en promedio), lo cual muestra un desfase pequeño, tal vez poco significativo, pero si vemos el comportamiento de los precios de los bienes que forman la “canasta obrera”, este se ha incrementado, en el mismo período, en 82 %.
Pero si el hambre crece y el incremento de los precios es una medida que la burguesía puede usar para ampliar la explotación, también existe la fuerza de los trabajadores para oponerse a ese accionar.
Los trabajadores asalariados no son una clase pasiva que solo ven pasar la historia lamentándose por su calamitosa vida, el proletariado es una clase capaz de tomar conciencia de su condición social y mostrar su rechazo a las leyes económicas del capitalismo a través de la unidad y la movilización masiva. La demanda de salario es el aspecto que debe permitir unificar el descontento de los explotados, pero también debe ser premisa para la reflexión de que una sociedad diferente sin explotación y sin hambre es necesaria.
Tatlin, febrero del 2012
El viernes 3 de febrero ocurrió un hecho en Guayaquil que para muchos pasó a engrosar los actos de violencia social que se viven a diario, la mayoría de los ciudadanos se enteraron por comentarios que unos y otros hacían en diferentes sitios, ya sea porque uno lo vio en la TV o porque otro lo escuchó en la radio o el de allá tuvo la suerte de escuchar el relato a través del amigo que vive en el emblemático barrio obrero llamado desde tiempos lejanos “Barrio Cuba”; el cual nació, creció y se alimentó a la rivera del Río Guayas y del Camal Municipal, sitio de acopio y faena del ganado que llega a la urbe porteña; barrio en donde hombres, mujeres, ancianos y jóvenes defendieron con dignidad sus modestos y precarios puestos de venta de vísceras que son obtenidas, muchas de las veces como parte de pago en sus labores precarias dentro del Camal –matando y descuartizando las reses y preparándolas para el consumo- precisamente fueron familias enteras que defendieron con su vida la necesidad básica de subsistir en medio de la debacle del sistema capitalista. El sol apenas lograba mostrar su presencia cuando las fuerzas represivas del Municipio, la Policía Metropolitana, empezaron a ejecutar la orden impartida por el Alcalde Nebot: “desalojar a los vendedores de las inmediaciones del Camal Municipal”. La agresión contó con la participación de la Policía Nacional como árbitros de la refriega. Dicho por un periodista de un noticiario local: “…los unos son gente del Alcalde los otros responden a Correa...” (Refiriéndose al Presidente del Ecuador). Lo dicho es vox pópuli, mas no refleja el fondo de la relación entre el Alcalde Nebot y Correa, ambos son caras de una misma moneda, ambos defienden el capitalismo y protegen los intereses de la burguesía y sus lacayos.
Desde que se posesionó Correa como líder de la “Revolución Ciudadana” las pugnas con el Alcalde, que expresa los interese de una burguesía de derecha opuesta en la forma al correismo que gestiona la conducción del Capital Nacional en las aguas turbulentas del mercado mundial altamente saturado, han sido numerosas:
– en el segundo trimestre del año 2008 en Guayaquil los vendedores informales (desempleados que salen a las calles a vender cualquier cosa para poder sobrevivir) fueron duramente reprimidos por parte de las fuerzas represivas del Municipio. La Policía Metropolitana y el gobierno central tomaron partido en la reyerta y se usó a la Policía Nacional para contrarrestar la acción de los municipales a favor de los vendedores. Pero esto que puede pensarse como una confrontación entre jefes de bandas es en realidad un reparto de tareas ya que, al momento de golpear directamente a los trabajadores, se unen todos contra el proletariado;
– a finales de julio de 2009, trabajadores de aseo de la ciudad del Consorcio Canadiense Vachagnon protagonizaron protestas por los despidos intempestivos con ínfimas liquidaciones, contra el maltrato de los jefes, por malas condiciones sanitarias en el trabajo y por aumento salarial… ¡fueron brutalmente reprimidos con saldo de un trabajador herido! En esa acción actuó la Policía Nacional en coordinación con la Policía Municipal. En la semana del 28 de julio de 2010 despidieron a 400 trabajadores de dicha empresa canadiense;
– no olvidemos Dayuma y la salvaje represión a la comunidad Shuar a mediados de 2007. Tampoco podemos olvidarnos de Yamanunka cuya población se movilizó porque pretendían construir un gaseoducto que pasaría por sus viviendas…;
– y a inicios de 2008 la represión salvaje a las comunidades agrícolas del austro ecuatoriano que se oponían a la ley minera por cuanto ésta permitía una alta contaminación, afectando de forma directa sus áreas agrícolas.
La burguesía, ya sea vestida de derecha o de izquierda, a la hora de defender los intereses del capital nacional o extranjero, a la hora de aplicar políticas de austeridad o de relanzamiento de la economía, no duda en atizar garrotazos en las espaldas de la clase obrera y de las capas no explotadoras.
El 17 de diciembre de 2010 un hombre desempleado, graduado en la Universidad y que tenía un puesto de ventas de legumbres y frutas en la ciudad Sidi Buzid, ubicado en Túnez; fue víctima de la agresión de la Policía Municipal de dicha ciudad, ésta le confiscó sus frutas y al verse desposeído del medio de subsistencia éste se prendió fuego. Este acto de horror perpetrado por el terror del Estado tunecino a través de sus órganos de represión generó una ola de protestas que contó con la participación decidida de toda la población no explotadora e incluso con participación de la clase trabajadora entre los manifestantes.
Lo que asemeja a ambos acontecimientos esparcidos en el tiempo es la brutalidad con la que actuaron las fuerzas represivas del Estado capitalista, no importa si son árabes, occidentales, chinas, tailandesas, africanas… el Estado capitalista siempre protegerá los intereses de la burguesía.
Lo ocurrido en Tunez, como en Egipto y que luego, cual reguero de pólvora se extendiera a otros países de la región, tiene su explicación en la tormentosa vida que transita, para millones de seres humanos pertenecientes a la clase obrera y las capas de la sociedad no explotadora, en la más pavorosa miseria. La diferencia de los sucesos de Tunez con respecto a los del Barrio Cuba estriba en que en Tunez el descontento se extendió, movilizando a sectores pauperizados e incluso atrayendo a sectores medios en curso a proletarizarse por la crisis y contagiando al proletariado a pesar de su relativa debilidad. Los casos de agresión, como los vividos por los habitantes del Barrio Cuba, están presente a lo largo del planeta, estas agresiones efectuadas por los Estados y sus gobiernos en complicidad con todos los partidos políticos de todas las banderas del espectro faunístico de la burguesía se viven cotidianamente en tanto el capitalismo como sistema económico político y social está viviendo su descomposición en el marco de su decadencia. Por eso el único camino es hacia la construcción de una verdadera sociedad humana: el Comunismo.
Internacionalismo Ecuador,
sección de la CCI en Ecuador,
febrero del 2012
Presentamos una toma de posición del “Círculo de Debate Proletario” de Lima, en torno al proyecto minero “Conga” que al instalarse en la norteña región de Cajamarca profundiza el despojo y la destrucción de la naturaleza. El Círculo lleva un proceso de reflexión y profundización sobre el significado del capitalismo, pero su preocupación está muy alejada de la actitud del intelectual que se regocija en la contemplación su visión es claramente militante, ejemplo de esto se expresa en intervención mediante una distribución de la octavilla, que enseguida reproducimos:
Hoy en plena Crisis profunda del capitalismo, a las burguesías no le queda otra vía que refugiarse y proteger su dinero en un metal precioso que les da cierta estabilidad en pleno desmoronamiento de su sistema. El oro es el metal que hasta ahora ha cumplido el papel de metal “refugio” para los capitalistas en naufragio. El capitalismo está a la deriva y nadie lo puede negar, no es imposible ahora, darnos cuenta con facilidad y ver cada vez más su hundimiento. Este panorama de catástrofe capitalista que ha traído consigo la devaluación internacional de monedas como el dólar y el euro, está originando una fuerte especulación y sobrevaloración de los comodities/materias primas, como el oro.
Es por ello que el capitalismo ha puesto su interés en intensificar la explotación de dicho metal. Confirmando lo que hoy crecientemente viene ocurriendo en los terrenos extractivos, tales como Perú, y como hace varias décadas atrás, pasó con el Boom del caucho y el salitre, pues hoy los capitalistas generalizan y destruyen aun más las zonas cuya concentración de recursos naturales es significativa para hacer frente a su inexorable declive. Las minas de Cajamarca se conocen por sus grandes reservas acuíferas y sobre todo por las características polimetálicas de sus minas. Pero también por sus grandes manantiales, ojos negros, excelentes pastos, suelos y óptimos climas. Todo esto amenazado por la actividad destructiva de las empresas mineras.
El capitalismo decadente en su fase de descomposición nos empuja cada vez más a la extinción como naturaleza, como planeta, como humanidad. El desastre ambiental hoy en día es una muestra de ello (el desastre nuclear en Japón, la deforestación del amazonas…).Ya en Cajamarca hay muchas zonas con grandes problemas de contaminación de aguas, tierras y aires. Lugares donde la población sufre puntualmente enfermedades a la piel y enfermedades respiratorias; otras con problemas más crónicos y mortales. Existe también un registro de especies en extinción como las liebres, lagartijas, venados y zorros. Así como también contaminación de lagunas, ríos y manantiales. Todo esto es una forma más de como el capitalismo arremete contra las condiciones de vida.
Muchas veces escuchamos que la actividad y explotación minera mejora y cambia la vida a las poblaciones cercanas a los centros mineros, que les brinda progreso y desarrollo. Cuando los pobladores campesinos, en condiciones de miseria y pobreza pueden mantener con lo poco que les da sus tierras a sus familias, aparece la actividad minera como la panacea a todos sus males. La actividad minera los atrapa en su dinámica, haciéndolos abandonar los campos y cultivos por completo, hasta cambiarles la visión negativa que tenían de la minería. Por ello el caso de Conga y de muchos conflictos mineros en el Perú, tienen ese grado de chantaje y condicionamiento que arrastra a poblaciones enteras a defender intereses de las Burguesías locales, nacionales o internacionales (Gobierno central, gobiernos regionales, Empresas mineras nacionales o extranjeras, etc.)
Lo que queremos dejar acentuado aquí es que la clase trabajadora no es la única clase que sufre pobreza, explotación y opresión, sino también el campesinado pobre de las diversas zonas del campo donde se desarrolla la actividad minera. Por ello las luchas de Conga aunque no defiendan ninguna bandera, ni objetivo de la clase obrera, son movimientos que nos deben hacer llamar a la reflexión y a nuestra conciencia, mostrándole toda nuestra solidaridad a todos los elementos del proletariado que allí se encuentran envueltos sin una identidad de clase y a todos los campesinos pobres que padecen la explotación más vil de un sistema decadente.
No podemos situar las luchas de Conga dentro de un territorio nacional, debemos situarla en un contexto de luchas a nivel internacional. Estos abusos inhumanos no solo se han dado en el Perú, la empresa minera (Newmont-Yanacocha) tiene proyectos por todas partes del mundo, pero no es la única empresa minera en el mundo, le siguen otras con la misma lógica de destrucción y muerte. Entonces, por eso la lucha es mundial y se inscribe en un proceso de maduración de la conciencia y de las luchas a escala internacional. No podemos ver la lucha de Conga como una lucha que se da solamente en Cajamarca de manera aislada del mundo; porque si es así, lo veríamos como una lucha ya perdida, sin porvenir.
Por ello la clase trabajadora, el proletariado por su combate y programa histórico y su situación bajo el capitalismo de vendedor de su fuerza de trabajo, son los únicos capaces de proyectar un porvenir a la humanidad entera. La solidaridad es un arma que tiene el proletariado en su combate y ésta es una fuerza social y material capaz de hacer frente a cualquier situación que se le presente al conjunto de la clase. Por ello la solidaridad a los proletarios y demás sectores de explotados bajo el capitalismo en Cajamarca y en cualquier rincón del planeta.
¡Ante los ataques del capital: respondamos, con solidaridad, unidad y lucha!
¡Proletarios de todos los países unidos!
Círculo de Debate Proletario, enero del 2012
En estos momentos de crisis económica y mayores sacrificios impuestos a la clase trabajadora, la burguesía difunde a través de todos sus medios una y otra vez la consigna de que solamente participando dentro de los sindicatos –oficiales o de base– y en el marco de la democracia y el parlamento podrán los trabajadores obtener mejoras en sus condiciones de vida. Sin importar los matices el mensaje resulta ser el mismo: la única salida que tiene el proletariado está en la democracia y los sindicatos. Durante todo el siglo XX, sin embargo, esta mentira quedó expuesta.
Anton Pannekoek fue uno de los teóricos que, junto a Lenin y Rosa Luxemburg entre otros, supo distinguir el cambio en la situación histórica de la lucha de clases. Este cambio significaba que los tradicionales medios de lucha de la clase trabajadora que se habían venido dando durante décadas en el interior de los sindicatos y por reformas de las leyes en los parlamentos no eran más un instrumento efectivo para el proletariado, pues el capitalismo había llegado ya a la fase final de su desarrollo, esto es, a su decadencia.
En 1920, Pannekoek analizó a través del método marxista las consecuencias de la revolución de 1917 en su folleto Revolución mundial y táctica comunista. En dicho documento, Pannekoek alerta sobre la necesidad de extender la revolución so pena de sufrir una derrota por parte del proletariado mundial. De dicha obra proviene el texto que transcribimos abajo y que es el capítulo IV del documento mencionado donde se abordan de manera clara y sucinta las posiciones que la Izquierda Comunista continúa defendiendo actualmente y cuyas reflexiones se mantienen vigentes al permitir a los trabajadores la identificación de la falsa consigna democrática y sindical. Para la época en que Pannekoek redactó este folleto la socialdemocracia de los principales países capitalistas se había tornado en cómplice y verdugo ejecutor de la burguesía en su lucha contrarrevolucionaria. En esos años, León Trotski ([1]) también escribía:
“A medida que la socialdemocracia se ha hecho inerte y conservadora, y el proletariado, traicionado por ella, ha tenido que gastar fuerzas, sangre y vida, en sus ataques perseverantes contra la sociedad burguesa para forjarse, en el curso de esta lucha, una nueva organización capaz de conducirle a la victoria definitiva, [...]. La democracia, persistiendo, no resuelve ningún problema, no borra ninguna contradicción, no cura ninguna herida, no evita las insurrecciones de la derecha ni de la izquierda: es impotente, insignificante, falaz, y sólo sirve para engañar a las masas atrasadas de la población y especialmente a la pequeña burguesía.”
Por lo tanto, el texto de Pannekoek forma parte de un análisis que se estaba dando entre los grupos más consecuentes del marxismo y que adquiere relevancia ante los constantes embates ideológicos de la burguesía.
La actividad parlamentaria y el movimiento sindical fueron las dos formas principales de lucha en la época de la Segunda Internacional. Los congresos de la primera Asociación Internacional de Trabajadores pusieron la base de esta táctica, rebatieron concepciones primitivas pertenecientes al periodo precapitalista y pequeñoburgués y, de acuerdo con la teoría social de Marx, definieron el carácter de la lucha de clase proletaria como una lucha continua del proletariado contra el capitalismo por los medios de subsistencia, una lucha que conduciría a la conquista del poder político. Cuando el periodo de las revoluciones burguesas y de los levantamientos armados hubo llegado a su fin, esta lucha política sólo podía llevarse adelante dentro del marco de los viejos o recientemente creados Estados nacionales, y la lucha sindical estaba con frecuencia sujeta a restricciones aún más firmes. La Primera Internacional estaba, por consiguiente, predestinada a disolverse; y la lucha por las nuevas tácticas, que ella misma era incapaz de llevar a la práctica, la hizo estallar; entretanto, la tradición de las viejas concepciones y métodos de lucha permanecía viva entre los anarquistas. Las nuevas tácticas fueron legadas por la Internacional a aquellos que tendrían que ponerlas en práctica, los sindicatos y partidos socialdemócratas que estaban floreciendo por todas partes. Cuando la Segunda Internacional se elevó como una federación holgada de los últimos, todavía tenía, de hecho, que combatir la tradición en la forma del anarquismo; pero el legado de la Primera Internacional ya formaba su base táctica indiscutible. Hoy, todo comunista sabe por qué estos métodos de lucha eran necesarios y productivos en ese momento: cuando la clase obrera se está desarrollando dentro del capitalismo ascendente no es todavía capaz de crear órganos que le permitan controlar y ordenar la sociedad, ni puede aún concebir la necesidad de hacerlo. Debe primero orientarse mentalmente y aprender a entender el capitalismo y a su clase dominante. La vanguardia del proletariado, el partido socialdemócrata, debía revelar la naturaleza del sistema a través de su propaganda y mostrar a las masas cuáles son sus objetivos elevando las reivindicaciones de clase. Era, por consiguiente, necesario para sus portavoces entrar en los parlamentos, los centros de la dominación burguesa, con el propósito de elevar sus voces en las tribunas y tomar parte en los conflictos entre los partidos políticos.
Las cosas cambian cuando la lucha del proletariado entra en una fase revolucionaria. No nos concierne aquí la cuestión de por qué el sistema parlamentario es inadecuado como sistema de gobierno para las masas, y por qué debe dejar paso al sistema de soviets, sino la cuestión de la utilización del parlamento como un medio de lucha por el proletariado. Como tal, la actividad parlamentaria es el paradigma de luchas en las cuales sólo están involucrados activamente los dirigentes y en las que las masas mismas juegan un papel subordinado. Consiste en diputados individuales que sostienen la batalla principal, lo que está ligado al despertar entre las masas de la ilusión de que otros pueden realizar su lucha en su lugar. La gente solía creer que los dirigentes podían obtener importantes reformas para los obreros en el parlamento; e incluso surgió la ilusión de que los parlamentarios podrían llevar a cabo la transformación al socialismo mediante los actos del parlamento. Ahora que el parlamentarismo se ha vuelto más modesto en sus demandas, uno oye el argumento de que los diputados en el parlamento podrían hacer una importante contribución a la propaganda comunista. Pero esto siempre significa que el énfasis principal recae en los dirigentes, y se toma por algo dado el que los especialistas determinarán la política –aun si esto se hace bajo el velo democrático de los debates y resoluciones, a través de congresos–; la historia de la socialdemocracia es una serie de infructuosos intentos de inducir a los miembros mismos a determinar la política. Todo esto es inevitable mientras el proletariado está sosteniendo una lucha parlamentaria, mientras las masas tienen todavía que crear los órganos de su autoactividad, es decir, mientras la revolución tiene todavía que realizarse; y tan pronto como las masas empiezan a intervenir, a actuar y a tomar las decisiones en su propio nombre, las desventajas de la lucha parlamentaria se vuelven abrumadoras.
Como argumentábamos anteriormente, el problema táctico es cómo vamos a erradicar la tradicional mentalidad burguesa que paraliza la fuerza de las masas proletarias; todo lo que proporciona nuevo poder a las concepciones establecidas es nocivo.
El elemento más tenaz y obstinado de esta mentalidad es la dependencia de los dirigentes, a quienes las masas dejan determinar las cuestiones generales y manejar sus asuntos de clase. El parlamentarismo tiende inevitablemente a inhibir la actividad autónoma de las masas que es necesaria para la revolución. Pueden hacerse finos discursos en el parlamento exhortando al proletariado a la acción revolucionaria; no obstante, esta última no se origina por tales palabras, sino por la dura necesidad de que no haya otra alternativa.
La revolución también exige algo más que el ataque masivo que derriba a un gobierno y que, como sabemos, no puede ser convocado por los dirigentes, sino que sólo puede brotar del impulso profundo de las masas. La revolución requiere que sea emprendida la reconstrucción social, tomadas las decisiones difíciles, envuelta la totalidad del proletariado en la acción creativa –y esto sólo es posible si primero la vanguardia, luego un número más y más grande, toman los asuntos en sus propias manos, conocen sus propias responsabilidades, investigan, agitan, luchan, se esfuerzan, reflexionan, evalúan, se dan cuenta de las ocasiones y actúan en ellas–. Pero todo esto es difícil y laborioso; así, en tanto la clase obrera ve una salida más fácil a través de la actuación de otros en su nombre, dirigiendo la agitación desde una alta plataforma, tomando las decisiones, dando las señales para la acción, haciendo leyes –los viejos hábitos de pensamiento y las viejas debilidades le harán dudar y permanecerá pasiva.
Mientras por un lado el parlamentarismo tiene el efecto contrarrevolucionario de fortalecer la dominación de los dirigentes sobre las masas, por el otro tiene una tendencia a corromper a esos mismos dirigentes. Cuando la habilidad política personal tiene que compensar las carencias del poder activo de las masas, se desarrolla la pequeña diplomacia; cualesquiera intentos que el partido pueda haber puesto en marcha, tienen que verificar y adquirir una base legal, una posición de poder parlamentario; y de este modo, finalmente, la relación entre los medios y los fines se invierte; ya no hay ningún parlamento que sirva como medio hacia el comunismo, sino el comunismo el que se pone en pie como consigna anunciadora para la política parlamentaria. En el proceso, sin embargo, el propio partido comunista asume un carácter diferente. En lugar de una vanguardia que agrupa la clase entera detrás suyo con el propósito de la acción revolucionaria, se convierte en un partido parlamentario con el mismo status legal que los otros, uniéndose a sus disputas; una nueva edición de la vieja socialdemocracia bajo los nuevos sloganes radicales. Siendo así que puede haber un antagonismo no esencial, un conflicto no interno entre la clase obrera revolucionaria y el partido comunista –puesto que el partido encarna una forma de síntesis entre la conciencia de clase proletaria más lúcida y su creciente unidad–, la actividad parlamentaria hace pedazos esta unidad y crea la posibilidad de tal conflicto: en lugar de unificar a la clase, el comunismo se convierte en un nuevo partido con sus propios jefes de partido, un partido que cae en lo que los otros y que perpetúa así la división política de la clase. Todas estas tendencias se atajarán sin duda, una vez más, por el desarrollo de la economía en un sentido revolucionario; pero incluso en los primeros inicios de este proceso sólo pueden dañar al movimiento revolucionario, inhibiendo el desarrollo de una lúcida conciencia de clase; y cuando la situación económica favorece temporalmente la contrarrevolución, esta política allanará el camino para una desviación de la revolución al terreno de la reacción.
Lo grande y verdaderamente comunista de la Revolución rusa es, por encima de todo, el hecho de que ha despertado la autoactividad de las masas, y ha puesto en ignición su energía espiritual y física para construir y sostener una nueva sociedad. Abrir a las masas a esta conciencia de su propio poder es algo que no puede lograrse súbitamente, todo de una vez, sino únicamente en fases; una fase en este camino a la independencia es el rechazo del parlamentarismo. Cuando, en diciembre de 1918, el Partido Comunista de Alemania, recientemente formado, resolvió boicotear la Asamblea Nacional, esta decisión no procedía de una ilusión inmadura en una victoria rápida y fácil, sino de la necesidad del proletariado de emanciparse de su dependencia psicológica de los representantes parlamentarios -una reacción necesaria contra la tradición de la socialdemocracia- porque el camino a la autoactividad podía ahora verse ubicado en la construcción del sistema de consejos. No obstante, la mitad de los componentes en ese momento, aquellos que hubieron de permanecer en el KPD, readoptaron el parlamentarismo con el reflujo de la revolución: con qué consecuencias está por verse, pero en parte ya se ha demostrado. También en otros países la opinión está dividida entre los comunistas, y muchos grupos quieren abstenerse de la actividad parlamentaria incluso antes del estallido de la revolución. La disputa internacional sobre el uso del parlamento como método de lucha será, de este modo, claramente uno de los principales problemas tácticos dentro de la Tercera Internacional durante los próximos años.
De cualquier modo, todo el mundo está de acuerdo en que la actividad parlamentaria sólo constituye un aspecto subsidiario de nuestras tácticas. La Segunda Internacional fue capaz de desarrollarse hasta el punto de que había sacado a la luz y puesto al desnudo la esencia de las nuevas tácticas: que el proletariado sólo puede vencer sobre el imperialismo con las armas de acción de masas. La Segunda Internacional misma no era ya capaz de emplearlas; estaba constreñida a derrumbarse cuando la guerra mundial situó la lucha de clase revolucionaria en un plano internacional. El legado de los primeros internacionalistas era la fundación natural de la nueva internacional: la acción de masas del proletariado hasta el punto de la huelga general y la guerra civil constituye la plataforma táctica común de los comunistas. En la actividad parlamentaria el proletariado está dividido en naciones, y no es posible una intervención genuinamente internacional; en la acción de masas contra el capital internacional las divisiones nacionales se desvanecen, y cada movimiento, a cualquiera de los países que se extienda o esté limitado, es parte de una sola lucha mundial.
Anton Pannekoek
[1]) León Trotski, Terrorismo y Comunismo, 1920.
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/files/es/RM_127_bat_0.pdf
[2] https://www.microsofttranslator.com/bv.aspx?from=fr&to=es&a=http%3A%2F%2Ffr.internationalism.org%2Ficconline%2F2011%2Fla_crise_de_la_dette_pourquoi.html
[3] https://www.microsofttranslator.com/bv.aspx?from=fr&to=es&a=http%3A%2F%2Ffr.myeurop.info%2F2011%2F10%2F04%2Fchomage-la-face-cachee-du-miracle-economique-allemand-3478
[4] https://es.internationalism.org/tag/geografia/ecuador
[5] mailto:[email protected]
[6] https://es.internationalism.org/tag/geografia/america-central-y-sudamerica
[7] https://es.internationalism.org/tag/personalidades/pannekoek
[8] https://es.internationalism.org/tag/2/31/el-engano-del-parlamentarismo