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Revolución mundial nº 100, septiembre-octubre 2007

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Revolución mundial nº 100, septiembre-octubre 2007

Geografía: 

  • Mexico [1]

Ley del ISSSTE: El aparato sindical se esfuerza por anular la combatividad de los trabajadores

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Desde los primeros meses de este año, cuando se anuncia la aprobación de la ley del ISSSTE, el aparato sindical y la izquierda del capital se han empeñado en evitar que los trabajadores expongan de forma libre su descontento. Primero los llevan a centrar su atención en los amparos jurídicos, logrando que miles de trabajadores no vieran a la jubilación y los servicios médicos como un problema que afectan al conjunto de la clase, sino como un asunto que pueden ser resueltos por medios individuales, invocando al sistema jurídico, distrayendo así la atención, pero además fomentando la esperanza en las instituciones de la clase en el poder.

Como complemento de esa trampa, el sindicato ha impuesto movilizaciones en la que los trabajadores quedan como masas inertes, dado que ellas no deciden ni las formas ni las consignas; un ejemplo de ello es la formación del pretendido Consejo Nacional de Huelga y el “plantón” organizado por la CNTE.

El sindicato para justificar la puesta en práctica de medidas por encima de los trabajadores, argumenta la existencia de un ambiente de apatía, sin embargo es el mismo sindicato quien ha fomentado esa respuesta. Cada que los trabajadores buscan pasar por encima del sindicato este refuerza su control, con lo que atrapan, utilizan y conducen hacia caminos sin salida, o bien logran que la desconfianza que se tiene hacia esa estructura envuelva en una apatía, que aunque lleva a que los trabajadores tomen conciencia de que el sindicato no los representa, no encuentren más respuesta que la desmoralización. Por eso seguir al sindicato es ir a la derrota.

 

Sindicatos: instrumento de la burguesía contra los trabajadores

Por casi un siglo los sindicatos han mostrado que son instrumentos que no responden a las necesidades de los explotados, por ello hay una gran desconfianza hacia ellos. Justamente esa desconfianza es la que permitió que durante las movilizaciones de abril y en los primero días de mayo los trabajadores, pese al trabajo de sabotaje que ya se había extendido a través de los amparos, pudieran romper con el sindicato y expresar su descontento hacia la ley del ISSSTE. El paro de labores del 2 de mayo, que en algunos lugares de trabajo se realizaron, fue en una gran parte de ellos organizados por Asambleas Generales, dejando atónitos a los sindicaleros, que ante la manifestación de esa fuerza tuvieron que plegarse y cambiar hacia un discurso pretendidamente radical. Es esa misma respuesta la que obligó a la burguesía a buscar medidas para fortalecer al sindicato. Así, aprovechando el desprestigio de las viejas estructuras sindicales, lanza a las fuerzas “opositoras”, con la finalidad de hacer el relevo en el trabajo de sabotaje, haciendo creer al mismo tiempo que con el cambio de personajes, de planilla o “ganando” carteras, podría dejar de ser el sindicato un engrane más del aparato de dominio del capital.

Esta trampa es la que en el SNTE y el STUNAM (fundamentalmente) buscan usar como ariete para hacer pasar la ley del ISSSTE. Ambos sindicatos vienen poniendo como “premisa de la lucha” el cambio del secretario general y la democratización… con esto buscan dejar como aspecto marginal la lucha contra las medidas que afectan las condiciones de vida, y ofrecen como “premio de consolación” el pretendido “triunfo” de la democracia sindical.

Los trabajadores deben tener presente en su reflexión que en la oleada de huelgas y movilizaciones de los años 70 (levantadas en contra de los efectos de la crisis que a fines de los 60 se abría nuevamente) esta trampa se uso para someter el descontento. El impulso de los sindicatos “independientes”, o con la democratización de algunas de estas estructuras, se distrajo y contuvo la combatividad y se golpeo a la conciencia, en tanto logro revertir la claridad que los trabajadores tenían sobre el significado del sindicato. Esa reflexión queda de alguna forma sintetizada en una consigna que los obreros gritaban y pintaban en las paredes: “Sindicato, gobierno y patrón: el mismo cabrón”… por ello la lección que de estas experiencias puede sacarse es que la esencia de los sindicatos “charros”, blancos, “independientes”, de base, o democratizados es anti-proletaria.

En ese sentido la huelga convocada para el 31 de agosto por los sectores “opositores” tanto del SNTE, como del STUNAM, no tiene como fin impulsar el combate, es claro que no pretenden impulsar la discusión colectiva y la reflexión para que de esta salgan las orientaciones, solamente hacen este llamado para “dar brillo” a las fracciones sindicales de “oposición” y presentarlos como radicales. Pero ni la estructura oficial ni la opositora reflejan una defensa de la clase, el único camino que tienen los asalariados es tomar en sus manos las movilizaciones y ante las imposiciones sindicales expresar su fuerza en Asambleas Generales masivas y abiertas. La campaña que convoca a la renovación del sindicato no responde a la necesidad de los trabajadores, sino a los intereses de la burguesía que requiere fortalecer la careta de su estructura sindical para poder hacer pasar de forma mejor sus golpes y extender mejor su dominio…

¡Ni “charros” ni democráticos, los sindicatos son instrumentos de la burguesía, no de los trabajadores!

Rojo/12-agosto-2007

Situación nacional: 

  • Mexico [2]
  • Lucha de clases [3]

Oaxaca, PEMEX... Terrorismo y violencia ciega, expresiones ajenas al proletariado

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El lunes 16 de julio la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) se enfrenta a fuerzas policiacas en el cerro del Fortín para tratar de realizar una “Guelaguetza popular” en contrapartida a la “Guelaguetza oficial” del gobernador Ulises Ruiz. El boicot a la “Guelaguetza oficial” terminó en marchas y enfrentamientos con las fuerzas del Estado. A pesar que la APPO insiste en que su movimiento es “civil y pacífico”, no desaprovecha momento para conducir a sus agremiados a enfrentamientos estériles que en nada hacen avanzar la conciencia proletaria.

Por otro lado, en este periodo se suscitaron también atentados contra las instalaciones de PEMEX, los atentados en Guanajuato y Querétaro han sido reivindicados por el Ejército Popular Revolucionario (EPR)[1]. A principios de agosto ha habido otro atentado en un centro comercial de Oaxaca, este atentado también ha sido reivindicado por el EPR. Tanto la violencia del enfrentamiento estéril de la APPO así como la violencia terrorista de minorías “decididas” son expresiones de la desesperación y del aislamiento; el proletariado expresa su violencia de forma masiva, organizada y, sobre todo, de manera conciente.

 

La violencia obrera contra la violencia ciega y desesperada

Ya se ha hecho un lugar común que al hablar de las acciones de la APPO las vinculemos casi automáticamente con enfrentamientos con los cuerpos de seguridad del Estado. Las acciones recientes de la APPO por tratar de boicotear la “Guelaguetza oficial” han conducido, una vez más, a las masas a enfrentarse a los antimotines y a la quema de algunos hoteles.

Uno de los primeros aspectos que debemos señalar es que los objetivos de la APPO siguen atados a intereses oscuros de grupos enquistados en el Estado mexicano, la consigna de la salida del gobernador priísta Ulises Ruiz sigue siendo el eje de su programa, no es raro que fracciones de la burguesía utilicen a las masas empobrecidas como carne de cañón en sus luchas intestinas.

Las demandas de una “Guelguetza alternativa” y detrás de la cual se ha movilizado a maestros y otros explotados, es completamente inofensiva para el capital. Mientras que las masas son arrastradas a enfrentamientos con la única perspectiva de imponer una “Guelaguetza popular”, las condiciones de vida se siguen degradando y la conciencia de qué métodos de lucha implementar sigue sin abordarse.

La historia reciente está repleta de ejemplos donde la violencia ciega se ha mostrado impotente ante el capital: Argentina 2001, Francia 2005, Zapatistas y APPO en México, etc. Si bien esas expresiones son producto de la pauperización a la que el capitalismo somete a la población y son una reacción que se enfoca contra los guardianes del régimen y que, en ocasiones, logran hacerlos retroceder (como el 16 de julio en Oaxaca), están fincadas en el plano inmediatista y no ofrecen una perspectiva de trastrocamiento del capitalismo. Por violentas y radicales que parezcan sus acciones, no cuestionan el modo de producción capitalista y su accionar se reduce a reaccionar en lo inmediato.

Si los medios de comunicación le dan tanta difusión a los enfrentamientos de la APPO se debe, principalmente, a que quiere inculcar en los jóvenes que este tipo de acciones condenadas al fracaso sería “la única opción” de lucha, intenta así desmoralizar y dispersar a las nuevas generaciones que intentan abrirse un camino en la lucha contra el capitalismo.

Se nos podría objetar que la quema de hoteles es “un ataque a la propiedad privada” y ello sería, a fin de cuentas, un ataque al capitalismo, empero quemar un hotel (o una fábrica) no altera en lo más mínimo la relación social que es el capital, esos actos podrán afectar individualmente a una propiedad o podrán afectar a sus dueños, pero el capitalismo sigue en pie como si nada. Detrás de esas frases radicaloides de ataque a la “propiedad privada” se esconde una mentira entera, el hacernos creer que la violencia destructora sería el camino para la liberación de la humanidad de la explotación y la miseria. La violencia del proletariado no está enfocada a la “destrucción” material de edificios o personas, su violencia está dirigida la destrucción de las relaciones actuales de explotación. El hecho que puntualmente tenga que ejercer su violencia masiva contra el régimen, no significa que esa violencia en sí misma sea un objetivo.

 

Atentados terroristas, métodos ajenos a la lucha obrera

Toda la intelectualidad mexicana se “divide” entre los que condenan todo acto terrorista por “ilegal” y los que alaban y glorifican los recientes atentados a las instalaciones de PEMEX por la sencilla razón de que “no cobraron vidas humanas”. Las acciones reivindicadas por el EPR están dirigidas a contestar al Estado mexicano por la guerra sucia que se ha profundizado (desaparición de personas) y por la represión que el Estado ha desatado en Atenco y Oaxaca. Es evidente que los revolucionarios y el proletariado no podemos sino repudiar al ejercicio del terror estatal, luchamos contra toda forma de opresión. Sin embargo los métodos de la violencia minoritaria y aislada, por espectacular que parezca, pertenecen al terrorismo y no a la lucha revolucionaria del proletariado.

Recordemos cómo hemos ya analizado estas acciones: “La combatividad de esos elementos, procedentes sobre todo de los artesanos y de la intelectualidad desclasada, nace más de su situación de individuos desesperados que de la lucha de clases del proletariado, lucha ésta que, por otra parte, les cuesta mucho integrar y entender. Lo que les caracteriza es, antes bien, el individualismo, la impaciencia, el escepticismo, la desmoralización, por lo que sus acciones tienen más que ver con el suicidio espectacular que con un combate para alcanzar una meta. Habiendo perdido “su pasado”, y sin porvenir alguno ante sí, esos elementos viven en un presente miserable, y se rebelan desesperados contra la miseria de ese presente que sienten en lo inmediato y como algo inmediato (…) La expresión política de esas corrientes toma formas muy variadas que van desde la mera acción individual hasta las diversas formas de las sectas cerradas, conspirativas, preparadoras de “golpes de Estado”, de acciones ejemplares y, en última instancia, el terrorismo.” (Revista Internacional 14, 1978).

Esta posición de la CCI no es nueva, es la posición que el marxismo ha ido precisando y clarificando al calor del desarrollo de la lucha de clases. Así, en 1903 Rosa Luxemburgo tomaba una posición de claridad meridiana sobre el asunto del terrorismo así señalaba que los revolucionarios: “... no considera al terrorismo como una forma de lucha objetiva y conducente a la meta (…) el terror no puede combinarse con las formas de lucha obrera, más bien las dificulta y compromete”[2]. En efecto, cada acción del terrorismo sólo contribuye a que el Estado tenga los mejores pretextos para reprimir las expresiones de lucha obrera así como el justificante ideal para aumentar los gastos tendientes a militarizar cada vez más la sociedad, es decir, cada acto del terrorismo incrementa el terror estatal.

No podemos cuestionar las intenciones individuales de los actores del terrorismo, seguramente son honestas; dicho esto, no podemos, sin embargo, aprobar esos métodos. “El proletariado no tiene lección alguna que sacar del terrorismo radical, sino es la de separarse de él rechazándolo, pues la violencia del terrorismo se sitúa, fundamentalmente, en el campo burgués de lucha. El proletariado comprende la necesidad indispensable de la violencia a partir de su existencia misma, de sus luchas, de sus experiencias, de sus enfrentamientos con la clase dominante. Esta violencia, por su naturaleza y por su contenido, por su forma y métodos, se distingue tan radicalmente del terrorismo pequeño burgués como del terror de la clase explotadora dominante.”[3].

Además, en la situación actual, los grupos “guerrilleros” que pueblan el horizonte mexicano adolecen de una pobreza teórica que no rebasa el marco del nacionalismo y el “mejoramiento” del capital nacional (EZLN, EPR. ERPI, etc.) por lo que encuadran muy bien con los intereses de alguna fracción de la burguesía, si no es que desde sus orígenes la lleva como “patrocinadora”. La historia mundial ha demostrado cómo estos grupos han terminado como peones de uno o de otro bando imperialista en la arena mundial. No hay motivos para suponer una situación “inédita en México”.

 

¿Cómo ejerce el proletariado su violencia?

Para empezar tenemos que afirmar que la violencia que desarrolla el proletariado, es una violencia impulsada por las circunstancias históricas en que debe hacer su revolución, no expresa un culto ciego a esta. Lo que caracteriza la naturaleza revolucionaria de la clase obrera no es la violencia, sino la conciencia y su capacidad de organización. No decimos que la clase obrera es pacifista. Decimos simplemente que su violencia esta subordinada a su capacidad de organización y, sobre todo, a su capacidad de toma de conciencia. La forma masiva de su combate así como la claridad en sus metas hacen que la lucha proletaria no tenga punto de comparación en la historia.

Las discusiones y decisiones colectivas del proletariado son el medio para avanzar en su combate, el futuro pertenece a estos métodos. Los bombazos de pequeñas minorías y las acciones de la violencia por la violencia son caminos que alejan a los explotados de su emancipación.

Marsan. 2-08-07

 



[1] Surgido a la luz pública en 1996 durante el primer aniversario luctuoso de la matanza de campesinos en Aguas Blancas Guerrero, este grupo guerrillero se supone continuidad con el PROCUP-PDLP, ha conocido varias escisiones y se dudaba ya de su existencia. El EPR se reclama de la tradición de los grupos guerrilleros de los 70 que fincaban su actividad en la Guerra Popular de carácter prolongado.

 

[2] Rosa Luxemburgo, “En memoria al partido ‘Proletariado” (1903).

[3] Revista Internacional 14, arriba citada.

 

Situación nacional: 

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Cuestiones teóricas: 

  • Terrorismo [4]

100 números de Revolución Mundial

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En octubre de 1989 salió a la luz Revolución Mundial nº 1, desde entonces han pasado 18 años y un cúmulo de experiencias se ha condensado en sus páginas. RM inició siendo una publicación trimestral, cambiando a bimensual a partir del número 18, manteniendo hasta ahora esa periodicidad. De frente a las mentiras lanzadas por la burguesía a través de su sistema de difusión y de la prensa de su aparato de izquierda del capital, las fuerzas proletarias aún son insuficientes, no obstante la constancia y rigor de los argumentos han hecho de RM, en México, un verdadero referente para la clase obrera y las minorías revolucionarias y en búsqueda, que han encontrado en ella lecciones de combates proletarias del pasado y de otras regiones.

 

Crisis, guerra y campañas de la burguesía

Cuando la sección de la CCI en México surgía, se vivía en el mundo el fin de la oleada de la lucha de clases y la apertura de una campaña escandalosa contra la clase obrera, llevando como cantaleta lo de la “muerte del comunismo”, desde las páginas de RM se puso en evidencia enseguida que la caída del bloque imperialista comandado por la URSS no representaba tal “muerte del comunismo”, sino la quiebra capitalista que se hallaba envuelta desde su faceta estalinista. Así mismo, ante la guerra imperialista (en medio oriente o en ex Yugoslavia) mientras se lanzaban los cantos de justificación, de pacifismo o de apoyo simulado a algunos de los bandos imperialistas en pugna, RM ha mantenido y extendido el internacionalismo proletario, poniendo en claro que el único camino en contra de la guerra es la Revolución.

 

Prensa revolucionaria: “hilo fundamental” entre la organización revolucionaria y el conjunto de la clase

La organización de revolucionarios no existe para sí misma, sino en vistas a satisfacer las tareas históricas por las que la clase la ha engendrado, y uno de los papeles fundamentales de los revolucionarios es tomar parte en el desarrollo de la conciencia de la clase obrera. Dentro del movimiento obrero la prensa regular ha sido el arma principal de los revolucionarios para intervenir en la clase y defender la perspectiva del comunismo. En ese sentido ha sido una preocupación de RM desarrollar análisis históricos sobre los problemas que están presentes en la vida de los trabajadores. Tal es así que hemos desarrollado seguimientos históricos sobre el papel del sindicato en México (RM 16-24), o el desarrollo de argumentos que esclarecen el carácter contrarrevolucionario del EZLN. Desde enero del 1994, yendo a contracorriente de la campaña de la izquierda del capital que animaba a la clase obrera a entregar armas y bagajes ante la guerrilla, en RM explicábamos que los objetivos y los medios del EZLN nada tenían que ver con los trabajadores (RM 18); el desarrollo de los acontecimientos han confirmado estos argumentos, por ello ha habido necesidad de hacer un seguimiento más puntual en series donde se pueden ampliar los argumentos y explicar las orientaciones (RM 72-75).

Otras denuncias, de no menor importancia se han destacado a lo largo de 100 números: el combate a mistificaciones sobre Cuba socialista (RM 9), la glorificación del Che Guevara (RM 41), sobre los piqueteros (RM 69), los gobiernos de izquierda (RM 40), las privatizaciones (RM 71), las elecciones (RM 51-59)… En todos estos artículos se recobra la tradición teórica del proletariado, lo que permite establecer, en los hechos, la defensa intransigente del marxismo y con ello el impulso de la conciencia proletaria.

 

Revolución Mundial: instrumento dinámico de intervención en la clase obrera

El instrumento fundamental de intervención de los revolucionarios es sin duda la prensa, por ello RM en cada uno de sus números no deja de tomar posición sobre los problemas que la clase obrera enfrenta, de manera que, mediante la prensa se ha podido estar presente en los combates, orientando, denunciando, presentando experiencias de trabajadores y sacando las lecciones de cada momento. Eso es lo que ha permitido estar presente en las movilizaciones de los trabajadores del IMSS (2003), y en las actuales manifestaciones contra la ley del ISSSTE… Pero además la prensa es instrumento de combate dinámico que permite ampliar la discusión. La discusión abierta y fraterna, es el medio principal por el que la clase obrera desarrolla su conciencia y fortalece su unidad, por ello a través de RM se empuja a la discusiones, no sólo mediante el desarrollo de artículos de polémica con otros grupos proletarios, sino en discusiones directas (con contactos, simpatizantes o proletarios en búsqueda de una alternativa revolucionaria) por medio de la sección “Correo del Lector”…

Así pues, la aparición y desarrollo de RM es en realidad expresión del proceso de clarificación del conjunto de la clase, por ello para fortalecerlo requiere de hacer de él un mejor instrumento de combate, leyéndolo y discutiéndolo en colectivo, construyendo círculos de discusión, pero además escribiendo comentarios, enviando artículos y apoyándolo en su difusión y financiamiento.

RM, agosto-2007

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  • Intervenciones [5]

Correo del lector: ¿Es López Obrador un aliado de los trabajadores?

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Hace unas semanas hemos recibido un e-mail del Grupo Socialista Libertario (GSL), en el que presenta un análisis sobre el significado de las movilizaciones convocadas por López Obrador y la CND-PRD. Hay un aspecto fundamental en este correo que no es posible dejar de remarcar, que es la apertura al debate que el GSL presenta, animando a discutir los problemas que afectan a la clase obrera. Dicho esto, y siguiendo esa misma actitud, hay que decir que compartimos gran parte de sus argumentos, aunque encontramos algunas posiciones poco claras[1], sin embargo el centro de sus argumentos permite definir que las movilizaciones encabezadas por el PRD y Obrador son veneno contra los trabajadores. Reproducimos grandes fragmentos del texto y presentamos algunos comentarios en notas de pie de página, y una toma de posición sobre un solo aspecto que nos parece habría que clarificar.

 

Breve Análisis a un año de las elecciones en México

…Son muchas las evidencias que hacen suponer que efectivamente hubo un fraude el dos de Julio del 2006, que los empresarios, al menos la cúpula más poderosa de ellos, se encargaron de llevar al poder a Felipe Calderón, temerosos de que Andrés Manuel pudiera representar un peligro para los privilegios de los cuales gozan…

Y bien, es cierto, probablemente AMLO pudo haber representado un riesgo para ciertos intereses burgueses, pero no y bajo ninguna circunstancia, para el sistema de explotación capitalista, ni para la existencia de la clase burguesa como tal. Andrés Manuel es un nacionalista de la izquierda del capital, su militancia se remonta hasta aquella vieja ala nacionalista y estatista del PRI, ala a la cual veían con agrado muchos individuos como él, con ciertas inquietudes sociales, y que identificaban a esta tendencia como la “política popular”, en contrapartida a la derecha panista, abiertamente empresarial, anti-popular, y muy retrograda en cuanto a la cuestiones sociales.

Sin embargo, esa “política popular”, no era otra cosa que el aparato del odioso corporativismo que empleaba el Estado mexicano (dirigido en aquel entonces por el PRI) para controlar perfectamente, con mano férrea, a los trabajadores del país, los cuales les servían, a través de los aparatos sindicales del Estado como la CTM, la CROC, para mantenerse en el poder, vía la movilización forzada de los trabajadores a favor de los candidatos priístas, elección tras elección.

Los defensores de ese estatismo nacionalista, lo eran en tanto que como funcionarios del Estado vivían precisamente gracias a ese duro corporativismo, de los recursos provenientes de las estructuras sindicales gobiernistas, y aún más, de la plusvalía generada en las empresas estatales por los trabajadores de las mismas.

Así que dicha concepción de administración social, defendida por el viejo PRI, y ahora defendida por AMLO y el PRD, es más que una forma distinta de administrar al capitalismo, a la sociedad actual de clases, de explotadores y explotados. El proyecto político de AMLO, como el de aquel viejo PRI, no se contrapone, a pesar de la fuerte intervención del Estado en la economía, a la existencia de la propiedad empresarial privada, ya que si bien, a lo largo del régimen priísta hubo diferencias entre la burguesía y los representantes del Estado, aquella nunca tuvo ningún problema serio para llenarse los bolsillos libremente gracias al trabajo de los brazos de millones de trabajadores, y siempre supo servirse del Estado, como buen garante de los intereses de los explotadores, para reprimir la lucha del proletariado y de los pobres del país.

El lopezobradorismo, por tanto, no es más que un proyecto que no se sale de los márgenes de este sistema de exclusión, es decir, no es más que un proyecto capitalista, tanto como el de Felipe Calderón y el PAN.

El PRD, precisamente, es hoy la expresión de aquel capitalismo semi-estatista del que hemos hablado con anterioridad, su misma fundación así lo demuestra, pues ésta fue consumada por esa “izquierda nacionalista” del PRI, que tenía como máximo dirigente a Cuauhtémoc Cárdenas, y por gran parte de la izquierda reformista de aquellos tiempos, identificados con el leninismo[2], provenientes del antiguo PMS…

 

La oposición lopezobradorista al gobierno derechista de Calderón ¿El campo de batalla de los explotados?

No es difícil darse cuenta que Felipe Calderón encabeza un proyecto “neo-liberal”, que busca llevar adelante las reformas anti-obreras y anti-populares que su antecesor, Vicente Fox, no puedo lograr pasar. Calderón fue llevado a los pinos, a cualquier precio, por la burguesía industrial y financiera, nacional e internacional, porque era el mejor postor para emprender esas políticas, que tanto beneficiarán a los dueños del capital, y por lógica, tanto afectarán a su contraparte, la clase trabajadora. Por tanto, Calderón debe de encontrarse con una oposición implacable por parte de la clase trabajadora a lo largo y ancho del país, pues si se le permite actuar libremente, no titubeará ni un instante para acabar con todos los derechos históricos adquiridos por los trabajadores [ver nota 1], más está oposición debe de ser autónoma, debe de estar libre de compromisos con intereses ajenos a los de los proletarios…

Entre el mundo de la politiquería oportunista del perredismo, y el mundo obrero, hay la misma distancia que del cielo a la tierra, porque sus aspiraciones son ampliamente opuestas. Los oportunistas [ver nota 1] dirigentes de la CND sólo buscan protagonismo que se transforme en “capital político” para elecciones futuras, mientras que los proletarios, incluidos todos aquellos que hoy están detrás de Obrador, más allá de las consignas que levanten hoy día para apoyar a un político capitalista, llevan en sus más hondos instintos y aspiraciones la lucha por su emancipación económica, política y social.

El proletariado lleva en sus instintos (aunque aún no en su plena conciencia) la destrucción de todo aquello que le explota y que le oprime, a pesar de que aún no lo tenga completamente clarificado; el PRD, por su parte, lucha por administrar al Estado capitalista, o sea, lucha por mantener el dominio explotador de la burguesía sobre el proletariado. Y entre una fuerza reformista-burguesa [ver nota 1] como el PRD, por una parte, y las masas populares por otro, no puede haber cooperación ni solidaridad…

Toda confianza en las fuerzas reformistas-burguesas del Frente Amplio sólo arrastrarán al conjunto de nuestra clase, la trabajadora, a nuevas desilusiones y nuevas derrotas, como a las que ha llevado el reformista Lula, a los hermanos proletarios de Brasil, donde aquel presidente, supuesto representante de los trabajadores, hoy es el principal promotor de las reformas “neo-liberales” empobrecedoras.

 

¡Por la Autonomía de Clase!

La vía parlamentaria es una vía falsa para los trabajadores, nuestra clase debe de empezar a forjar, a través de los pequeños núcleos obreros y populares más avanzados, su necesaria independencia política y organizativa de clase, que impida que la lucha proletaria se subordine a los intereses mezquinos de los políticos burgueses.

Nadie mejor que los propios proletarios para defender sus conquistas históricas, para conseguir nuevas victorias frente a la patronal explotadora, y finalmente, para abolir este podrido sistema que no puede ofrecer a las masas populares mas que pobreza, marginación y muerte. Lo que se requiere para sacar a las masas trabajadoras de la pobreza no es llevar presidentes con discursos populistas a que dirijan el Estado (institución que no tiene otra función que la de preservar la dominación de una clase sobre otra), sino una Revolución Social que barra con la verdadera fuente de todas las iniquidades: la desigualdad económica, producto de la propiedad privada sobre los medios de producción.

Mientras que los medios para producir la riqueza social sigan perteneciendo a unos cuantos, y por consecuencia, dicha riqueza social siga siendo privada, puesta en circulación a través del mercado y prácticamente toda lejos del alcance de quienes la producen (los trabajadores), el absurdo sistema burgués seguirá cobrando vidas mediante el hambre, mediante la guerra (producto inherente de éste sistema), o mediante la represión, así sea que gobierne la izquierda o la derecha del capital.

¡Contra el PRI, PAN, PRD y todas las caras de la política capitalista!

¡Ni Estado, Ni Capital! ¡Socialismo y Libertad!

Grupo Socialista Libertario.

México, Julio 2007.

 

Algunos comentarios

El texto del GSL fundamenta adecuadamente la idea de porqué el proletariado no puede confiar en ningún partido burgués y en ningún gobierno, ya sea de derecha o de izquierda; el balance que presenta sobre el papel que juega la izquierda del capital en el sometimiento del coraje de los trabajadores lo compartimos, sin embargo, en la intención de ampliar la discusión y presentar elementos de reflexión, es preciso analizar si es cierto, como afirman, que Calderón fue “el mejor postor” para la burguesía, dado que sólo él podría dar continuidad a las políticas anti-obreras.

El primer aspecto que tendríamos que plantear es que la derecha y la izquierda del capital cuentan con proyectos tan similares que es difícil de diferenciarlos. La actuación de Lula en Brasil no es muy diferente a la emprendida por Calderón, por ejemplo ante la jubilación. Pero habría que agregar un aspecto adicional, es decir, el avance del proceso de descomposición del sistema, que hace que la burguesía cuente con dificultades para mantener una homogeneidad política en tanto clase. La ruptura de unidad de la burguesía en México se demostró en la pugna para la designación del equipo de gobierno. Es evidente que diversos sectores de la burguesía en México impulsaban a la formación de un gobierno de izquierda porque a través de él podían hacer pasar los programas que aseguran la mayor y mejor explotación de los trabajadores, sin embargo la falta de disciplina hace que la designación se lleve de última hora, recurriendo incluso a mecanismos como el fraude y con alianzas tan endebles que ante el menor motivo se rompen y engendran enfrentamientos más agudos, por ello se explican las pugnas de Calderón y Espino, los enfrentamientos entre los grupos dedicados al tráfico de droga, o las complicaciones presentes alrededor del asunto Zhenli Ye Gon...

Algo que pese a la existencia de esta pugna sobresale, es la preocupación de la clase dominante por atrapar a los asalariados y empujarlo a tomar partido por algunas las fracciones burguesas, de forma que utiliza su propia descomposición como una carga adicional en contra de los trabajadores. En ese nivel es que acordamos con el GSL que el proletariado no tiene ningún aliado en la burguesía y las únicas armas con que cuenta para enfrentar a este sistema de explotación es su CONCIENCIA Y ORGANIZACIÓN.

Tatlin/25-julio-07



[1] Un ejemplo de estas ideas poco claras es llamar oportunistas a los dirigentes de la CND, lo cual contradice su propia conclusión (mucho más clara) cuando define a esta estructura como burguesa. El oportunismo representa la penetración de la ideología burguesa en las filas del proletariado, pero ni el PRD ni la CND son estructuras proletarias, son abiertamente burguesas. Una confusión parecida es cuando habla del reformismo. Las corrientes reformistas son propias del capitalismo del siglo XIX, cuando el sistema estaba en su fase de ascenso y permitía se llevaran a cabo reformas, pero la apertura de la decadencia capitalista (en los primeros tres lustros del siglo XX) impide la posibilidad de la existencia de estas, por tanto aún cuando un sector de la burguesía se presente como buscador de reformas, no es sino una manera de tomar una apariencia atractiva para los trabajadores y busquen en ellos a un “mal menor”. En ese sentido es que cuando se habla de la defensa de los “derechos históricos adquiridos por los trabajadores”, se comete el error de suponer que medidas como la “seguridad social” son reformas (de mediados del siglo XX) surgidas de la lucha, sin embargo basta revisar la historia para ver que estas son producto de la exigencia del mismo proceso de acumulación capitalista. Para ampliar sobre esto, recomendamos ver en RM 82, “En México como en Europa el desmantelamiento de la seguridad social muestra la quiebra del capitalismo”.

 

[2] Aunque el término “leninismo” es una construcción que el estalinismo realiza, es común, en las campañas burguesas contra el marxismo, hacer de Stalin un continuador de Lenin, ese argumentos lanzado por la burguesía para generar confusión, gran parte del medio anarquista lo repite sin establecer la reflexión de la diferencia existente entre las posiciones defendidas por Lenin y las actuaciones ajenas al proletariado de Stalin.

 

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Vida de la CCI: 

  • Correspondencia con otros grupos [7]

A 90 años de la Revolución Rusa: El proletariado mantiene en alto la bandera del comunismo

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Ahora que la clase obrera se esfuerza por retomar sus luchas de resistencia ante los ataques del capital y que se está planteando preocupaciones políticas relacionadas con el futuro que le depara el capitalismo, le conviene recordar esta experiencia que demuestra que su perspectiva comunista no sólo es posible sino más que nunca una necesidad histórica. Para contribuir a esta reflexión presentamos algunos elementos que ayudan a entender el proceso de conjunto que preparó este grandioso asalto al cielo. En efecto, hace 90 años la oleada revolucionaria internacional de la clase obrera que se desarrolló contra la barbarie de la primera gran guerra mundial y en particular su vanguardia rusa que produjo la revolución rusa en octubre de 1917, cuando por primera vez en su historia el proletariado logró tomar el poder político en un país, demostraron la capacidad del proletariado para llevar a cabo su tarea histórica de revolucionar al capitalismo y crear una nueva sociedad comunista.

Tras un primer momento en que los trabajadores fueron arrastrados por sus gobiernos tras las banderas nacionalistas y democráticas y sobre todo por la desorientación producida debido a la traición de la mayoría de los partidos socialdemócratas y de los sindicatos, la reacción ante la barbarie guerrera no se hizo esperar; desde finales de 1915 se produjeron en varios países de Europa huelgas, protestas contra el hambre y contra los sacrificios en general que la guerra imponía y, además, en el frente de guerra, en particular en los ejércitos alemán y ruso surgen motines, deserciones colectivas, fraternización entre soldados de ambos bandos. Como siempre, en primera fila se encuentran los militantes comunistas que como los bolcheviques, los espartaquistas y el conjunto de la izquierda de la Segunda Internacional, quienes denunciaron el carácter imperialista de la guerra desde el principio, en agosto de 1914, como la manifestación incontestable de la decadencia capitalista, en lo subsiguiente no dudan en llamar al proletariado de todos los países a convertir esta guerra imperialista en una guerra de clases para cumplir con su misión histórica.

En este contexto, para fines de 1916 el movimiento revolucionario en Rusia avanza a la vanguardia sumando todas las manifestaciones de descontento en un enorme e incontenible torrente de energía obrera que reclama el derecho de tomar su destino en sus propias manos: mítines, huelgas reivindicativas, huelgas políticas, fraternización entre soldados y obreros, extensión geográfica del movimiento, la intervención de los bolcheviques está presente desde el principio dirigiendo políticamente el movimiento, una vez cubierto el primer paso de la insurrección que es la huelga (como lo dice Trosky en su Revolución Rusa), esta se convierte en huelga generalizada de masas. En fin, todo un proceso social de masas que es generado por la clase trabajadora que demuestra que la huelga de masas no es una utopía y que no sólo es posible sino una necesidad la transformación de los obreros de una masa atomizada, apática y dividida, en una clase unida capaz de asumir su combate revolucionario.

 

De febrero a …

Las masas proletarias asediadas por el hambre y la guerra, van tomando conciencia y asumiendo el combate sin retorcer, retomando la experiencia de 1905. En ese sentido la principal experiencia de 1905 es recobrada creativamente por los explotados: la creación de los Soviets como organizaciones unitarias de clase. Sin embargo, a pesar de este empuje tumultuoso y decidido, hay partes de la clase obrera que todavía resiente los estragos de las confusiones derivadas del cambio del periodo histórico y estos consejos obreros son dominados inmediatamente por los partidos menchevique y el social-revolucionario (que mostraban dificultades para mantenerse en el campo proletario, dado su colaboracionismo con la burguesía), lo cual desemboca en la creación de un Gobierno provisional en el mes de febrero. Este gobierno, enarbolando supuestas conquistas democráticas y libertades políticas se dedica a sabotear desde el principio el combate revolucionario de los obreros para que vuelvan a la “normalidad” y permitan continuar con los negocios capitalistas y con la guerra imperialista.

Ante esto, en la segunda mitad del mes de abril, los obreros, campesinos y soldados se resisten y reactivan sus luchas en las principales ciudades como Petrogrado y Moscú y hacen retroceder sus planes guerreros desplegando una febril actividad revolucionaria caracterizada particularmente por una labor de organización masiva consistente en la extensión de los Soviets a todos los rincones del país a la vez que van apareciendo a su alrededor toda una red de órganos de masas como los Comités de fábrica, Comités de campesinos, Soviets de barrios, Comités de soldados… a través de los cuales las masas se agrupan, discuten qué hacer[1]. Cansados de las interminables peroratas y promesas incumplidas del Gobierno provisional copado por los partidos socialtraidores, las masas oprimidas convierten su hartazgo en una comprensión conciente de que es necesario asumir las consecuencias finales de sus acciones y se plantean “¡Todo el poder a los soviets!”, una aspiración que en los agitados días del mes de junio había ganado a amplias capas de esas masas.

Las frenéticas jornadas del mes de julio en Petrogrado son la confesión del ímpetu incontenible de la energía revolucionaria de las masas oprimidas quienes despliegan masivas manifestaciones armadas de obreros y soldados por mar y tierra; sin embargo, son frenadas en su intento de asaltar el cielo de manera prematura por el partido bolchevique que denuncia y desactiva los planes provocadores de la burguesía para derrotar a esas masas. Las razones de los bolcheviques se imponen: la situación todavía no está madura para la toma del poder dado que los soldados no se solidarizan completamente con los obreros, los campesinos continúan presas de ilusiones con respecto a los social-revolucionarios además de que el movimiento mismo está retrasado en las provincias con relación a la capital[2].

A continuación, en los meses de agosto y septiembre, después de la amarga derrota y ante los avances de las fuerzas reaccionarias lideradas por el gobierno democrático de Kerenski y por Kornilov quien como jefe supremo de los ejércitos organiza un golpe de Estado para masacrar a los trabajadores; una intentona que se encuentra con la firme organización del Comité de defensa de la Revolución -que se convertirá a la postre en el Comité Militar Revolucionario- que la hace fracasar al neutralizar por múltiples medios a las tropas de la burguesía. Esta batalla aportó enormemente a la revitalización de los soviets quienes descubrieron que tanto el Gobierno provisional de Petrogrado como los generalísimos habían estaban implicados mano a mano no sólo en ese último complot sino en todos los intentos anteriores para descarrilar a la revolución. Un aprendizaje necesario para tomar conciencia de que aquellos partidos menchevique y social-revolucionario, al que pertenecía Kerenski, se habían convertido en una verdadera ala de izquierda del capital, lo cual permitió que se inclinaran hacia los bolcheviques.

La situación de “doble poder” suscitada desde febrero fue necesariamente un periodo corto e inestable pero decisivo en la guerra que se libraba entre el capital y el trabajo. La tarea central de la clase obrera desde entonces fue convencer a todos aquellos sectores de la población susceptibles de ganarse para su causa como los soldados y los campesinos pero también a otras capas de trabajadores no muy cercanas a sus filas. Un esfuerzo que había dado amplios frutos en vísperas de la insurrección que se avecinaba.

 

…la insurrección de octubre

Esta iniciativa creadora de las masas proletarias, su organización práctica, las discusiones y debates plasmados en resoluciones claras y decididas producto del alto grado de conciencia que se va adquiriendo, la determinación de persuadir para lograr sus fines a las capas de la población menos convencidas, son características inconfundibles de un movimiento de masas que se encamina a su emancipación. Esta toma de conciencia culmina al fin con la insurrección de octubre preparada sobre todo, aparte de la intervención indispensable del partido bolchevique, por la paciente labor de propaganda y agitación que llevaron a cabo tanto los obreros como los campesinos y soldados anónimos en todos los rincones de Rusia para vencer las últimas vacilaciones y dudas, educando a millones de trabajadores otrora acostumbrados a la sumisión y la pasividad y que ahora despertaban a la vida política y ya no quisieron retroceder y reclamaron como su derecho la toma de su destino en sus propias manos: “Toda revolución instruye, y lo hace rápidamente. En ello está su fuerza. Cada semana aportaba a las masas algo nuevo. Dos meses equivalían a una época. A fin de febrero la insurrección. A fin de abril, las manifestaciones armadas de los obreros y soldados de Petrogrado. Al iniciarse julio nueva manifestación, con proporciones mucho más vastas y con consignas más resueltas. A fin de agosto, la tentativa de golpe de Estado de Kornilov, descartado por las masas. A fin de octubre, conquista del poder por los bolcheviques. Bajo estos acontecimientos, que sorprenden por la regularidad de su ritmo, se operan profundos procesos moleculares, que funden a los elementos heterogéneos de la masa obrera en un todo político”[3]

Pero esto no son simples anécdotas o datos culturales, son hechos que demuestran que fueron las masas obreras quienes realizaron la insurrección de octubre, la cual sólo fue posible bajo las premisas del desarrollo de la conciencia política y la auto organización de las amplias masas; los bolcheviques en ningún momento obligaron al proletariado a seguir un plan de acción, pues el principio marxista reconoce que la acción directa de las masas es una gigantesca energía creadora.

La burguesía en su odio a la Revolución rusa, acusa a Lenin y a los bolcheviques de ser unos vulgares golpistas, sin embargo, como lo demuestra Trosky (en su libro sobre la Revolución Rusa), la fuerza principal de Lenin y los bolcheviques estaba en “comprender la lógica interna del movimiento y reglaba su política de acuerdo a ella. No imponía su plan a las masas. Ayudaba a éstas a concebir y realizar su propios planes”.

Como hemos visto, la Revolución Rusa es desde el principio la revelación de la toma de conciencia colectiva del proletariado, producto de las lecciones, de reflexiones, de consignas, de recuerdos; es decir, de reapropiación de sus propias experiencias como una clase unitaria a nivel internacional. El accionar de las masas proletarias rusas en 1917 no sólo es continuación de la revolución de 1905, sino recoge el cúmulo de lecciones que la clase obrera a nivel internacional ha legado en sus combates pasados: la Comuna de París de 1871, las batallas de la Liga de los comunistas, la experiencia de la Primera y Segunda Internacionales, de la Izquierda de Zimmerwald... Se trata pues de una respuesta consciente, guiada por la continuidad histórica y mundial del movimiento proletario. Así, podemos también constatar la huella de la enorme experiencia de los obreros rusos acumulada por las luchas de 1898, 1902, la Revolución de 1905 y las batallas de 1912-14. Todo un proceso de lucha a la vez acompañado con el desarrollo de su propia organización política de combate, el partido bolchevique.

Este protagonismo directo de las masas proletarias fue preparado con decenas de años de enfrentamientos contra el capital y este asalto revolucionario en que culminó todo el proceso[4] que hemos presentado sigue siendo la única esperanza de liberación no sólo para los trabajadores que soportan cotidianamente la explotación y la opresión más agobiante en todo el mundo, sino también la única y la última oportunidad para la supervivencia de la humanidad. En este sentido, la revolución rusa de 1917, es un faro que guía los esfuerzos de las masas proletarias en todo el globo para intentar resistir a los ataques cada vez más feroces del capital a sus condiciones de vida y que en este proceso se están planteando poco a poco la incapacidad del capitalismo para ofrecerles mejoras reales y que es necesario levantar la vista hacia el futuro, y que tiene en octubre rojo su cimiento más firme.

RR/agosto-2007

Notas



[1] Una situación compleja que la mayoría de los bolcheviques no alcanzaba a clarificar y donde las Tesis de Abril de Lenin tuvieron el mérito de llamar a sobrepasar el Gobierno provisional y todas las ilusiones democráticas para preparar el combate final y llamar a la toma del poder por los Soviets.

[2] Ver RM Nº 99, jul-ago 2007

[3] Totsky; Historia de la revolución rusa, capítulo I

[4] En los límites de este artículo no es posible tratar la degeneración que sufrió la Revolución rusa, causada por la derrota de la oleada internacional de luchas y a su aislamiento. Para un análisis completo recomendamos nuestro folleto “Octubre del 17 inicio de la revolución mundial. Las masas obreras se apoderan de su propio destino”.

 

Historia del Movimiento obrero: 

  • 1917 - la revolución rusa [8]

URL de origen:https://es.internationalism.org/rm/2007/100

Enlaces
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