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Introducción
El año 2015 ha sido testigo de la película de alto perfil Suffragette, así como del anuncio de una nueva biografía de Sylvia Pankhurst1. El artículo que estamos reimprimiendo aquí apareció originalmente en World Revolution en 1980. En aquella época, se había escrito muy poco sobre la vida y la política de Sylvia Pankhurst y sus propios escritos eran difíciles de conseguir. Como se señala en el artículo, los libros que trataban sobre Sylvia solían dejar un gran e inexplicable vacío desde 1914 hasta los primeros años de la posguerra; es decir, el periodo de su ruptura con el movimiento sufragista y su oposición internacionalista a la guerra, que la llevó a apoyar con entusiasmo a los bolcheviques en la revolución rusa y a reclamar el poder soviético en Gran Bretaña.
Con el colapso de los regímenes estalinistas y con las consiguientes campañas de la burguesía sobre el "fin del comunismo", el apoyo entusiasta de Sylvia al bolchevismo y a una revolución soviética se hizo aún más desagradable. En su lugar, vimos un esfuerzo por parte de la izquierda liberal para apropiarse de Sylvia como feminista, radical, rebelde, antifascista, anticolonialista y defensora de la paz mundial y la justicia social... Desde la década de 1990 ha habido una verdadera oleada de biografías y libros sobre diversos aspectos de su vida y política2. En 2007 se organizó un festival en Londres para celebrar su vida como "activista, artista y feminista", con oradores invitados como un antiguo diputado laborista, la célebre académica Germaine Greer y el embajador de Etiopía3. Incluso hubo una campaña, apoyada por barones laboristas y antiguos jefes sindicales en la Cámara de los Lores, para erigir una estatua suya frente al Parlamento.
La nueva biografía de Rachel Holmes, titulada Sylvia Pankhurst: ‘Feminism and Social Justice’, debe verse en este contexto.
Como decíamos en nuestro artículo sobre el "Festival Sylvia Pankhurst" de 2007: "Para la burguesía, Sylvia Pankhurst debe ser recordada como una feminista, una izquierdista o una liberal. Para el proletariado, sin ocultar los hechos de su abandono de la política revolucionaria y sus posteriores traiciones, es alguien que, bajo la influencia de la lucha de clases, rompió con la política burguesa y fue ganada para el comunismo (...). ) Gracias a la obstinada determinación de Pankhurst y de otros militantes de la clase obrera menos conocidos (muchos de ellos mujeres), la débil pero auténtica voz de la oposición comunista de izquierdas se hizo oír en este país, dejando un corpus de escritos que se convertiría en una fuente de fuerza y aprendizaje para una nueva generación de revolucionarios cincuenta años después, de la que la CCI sigue siendo una expresión organizativa hoy en día. Este es el verdadero legado de Sylvia Pankhurst; este es el legado que los comunistas defienden hoy; y por eso decimos a la izquierda y a los servidores liberales de la burguesía: ¡manos fuera de Sylvia Pankhurst!"
Este artículo se publicó por primera vez en 1980, en World Revolution 33 y 34. Creemos que los argumentos esenciales que contiene siguen siendo válidos hoy en día, aunque algunos enfoques y formulaciones podrían ser diferentes si hubiéramos escrito el artículo más recientemente. En los casos en que los términos o las frases parecen ser más claramente erróneos, hemos adjuntado "Notas del editor"
La lucha contra la guerra y por la revolución, el capítulo más ignorado de la trayectoria de Sylvia Pankhurst
Esta serie de artículos4 es un intento de contrarrestar las distorsiones de las feministas e izquierdistas actuales que ignoran convenientemente la política de Sylvia Pankhurst y el ‘Worker’s Dreadnought’, y prefieren la visión más respetable -en términos actuales- del sufrimiento heroico en la causa de los derechos de las mujeres.
Es muy notable cómo los libros que tratan de Sylvia, o de los Pankhurst en general, dejan un gran vacío en su vida durante la guerra y la posguerra. El Partido Socialista de los Trabajadores ha tenido incluso ocasión de intentar reivindicar la política de Sylvia como parte de su propia tradición. (véase Revolutionary Perspectives 16, la revista de la Communist Workers’ Organisation). Pero la ruptura de Sylvia con las sufragistas no debe permanecer enterrada, ya que muestra una clara crítica revolucionaria del feminismo. En estos artículos, pues, queremos extraer las implicaciones de las críticas más bien fragmentarias que hizo en su historia ‘The Suffragette Movement’: an intimate account of persons and ideals (1931) y mostrar el desarrollo de su política.
A principios de 1914, Sylvia y la Federación del Este de Londres de la Unión Social y Política de las Mujeres [WPSU] fueron expulsadas por Christabel y Emmeline Pankhurst de dicho grupo, siendo la razón fundamental la orientación obrera de la ELF (East London Federation):
"Tenéis una constitución democrática para vuestra federación, ¡no estamos de acuerdo con eso!". Además, ella (Christabel) insistió en que un movimiento de mujeres trabajadoras no tenía ningún valor; las mujeres trabajadoras eran la parte más débil del sexo, ¿cómo podría ser de otra manera? Sus vidas eran demasiado duras, su educación demasiado escasa, para equiparlas para la contienda. "Seguramente es un error utilizar a las más débiles para la lucha. Queremos mujeres elegidas, las más fuertes e inteligentes". (Sylvia Pankhurst, ‘El movimiento sufragista’).
Era una división que Sylvia siempre había tratado de evitar y que lamentó mucho en su momento. Sin embargo, con el comienzo de la Primera Guerra Mundial se hizo evidente lo necesaria que era. Aunque un examen exhaustivo del movimiento sufragista queda fuera del alcance de estos artículos, es necesario examinar brevemente algunas de las características importantes del movimiento, para ver en qué consistió esta escisión y qué significó el rechazo del feminismo para Sylvia Pankhurst.
La Unión Social y Política de Mujeres (WPSU - The Women’s Social and Political Union)
"Sin embargo, en sus demandas de igualdad política, nuestras feministas son como sus hermanas extranjeras, a ellas, los amplios horizontes abiertos por el aprendizaje socialdemócrata les siguen siendo ajenos e incomprensibles. Las feministas buscan la igualdad en el marco de la sociedad de clases existente; en ningún caso atacan las bases de esta sociedad. Luchan por las prerrogativas y los privilegios. No acusamos a las representantes del movimiento femenino burgués de no entender el asunto, su visión de las cosas fluye inevitablemente de su posición de clase" (Alexandra Kollontai, ‘The Social Basis of the Women Question’)
El marco de análisis que Kollontai aplica a la WSPU quedó ampliamente claro por el apoyo entusiasta que esta organización dio al esfuerzo bélico con el estallido de la Primera Guerra Mundial. De hecho, Emmeline y Christabel criticaron duramente al gobierno británico por no esforzarse lo suficiente en la lucha contra Alemania, en particular por el papel que debían darles a las mujeres. En su deseo de promover la causa del imperialismo británico, exigieron la contratación generalizada de mujeres en la industria y en el sector de los servicios para liberar a más trabajadores para ir a morir en las trincheras.
Los orígenes de la WSPU contrastan con este descarado chovinismo que se desarrolló a medida que se acercaban los años de la guerra. De hecho, Emmeline había cortado sus vínculos con la Sociedad Fabiana por su negativa a oponerse a la Guerra de los Bóers. El hecho de que la familia Pankhurst hubiera estado involucrada en el Partido Laborista Independiente a finales del siglo XIX, y en las luchas de los trabajadores de la zona de Manchester, ilustra aún más claramente la evolución negativa experimentada por la WSPU. Comenzó a hacerse evidente una oposición al movimiento socialista y a las luchas de los trabajadores; por ejemplo, exigiendo contra ellos un trato duro por parte del Estado, así, la WSPU se quejó de que el gobierno, "en lugar de arrestar a los líderes (de los mineros) estaba tratando de llegar a un acuerdo de paz con ellos" (Emmeline Pankhurst, Mi propia historia, 1914). Otro ejemplo es la campaña que inició en 1915, financiada por los industriales, contra el movimiento de delegados sindicales "bolcheviques".
La WSPU se formó en 1903 cuando Emmeline todavía estaba en el ILP5 y, de hecho, siguió siendo un miembro muy activo; incluso el nombre que eligió para la organización es indicativo de sus preocupaciones más amplias en ese momento. Sin embargo, con la posterior polarización sobre la situación de las mujeres (como división sexual de la sociedad y no como un aspecto de la división de clases), y en el parlamento como medio de cambio social, esta relación se volvió cada vez más tormentosa, y en 1907 se produjo la ruptura definitiva. Esto coincidió con una reorganización de sus miembros. A partir de entonces, las actividades de la WSPU estuvieron firmemente controladas por Emmeline, Christabel y un grupo selecto, que exigían a sus miembros una adhesión absoluta a su política. Esto significaba concentrarse en un solo objeto: el voto. A ningún miembro se le permitía luchar por otras reformas sociales o trabajar para cualquier otro partido político o incluso cuestionar la corrección de las políticas de la WSPU. La WSPU debía ser "un ejército sufragista en el campo". "Es un ejército puramente voluntario y nadie está obligado a permanecer en él". (Emmeline Pankhurst: Mi propia historia).
Su objetivo era simplemente la igualdad política con los hombres tal y como estaba en ese momento, e incluso se oponía al concepto de sufragio total de los adultos. No se trataba de una mera táctica, ya que si bien pretendía implicar a las mujeres de la clase trabajadora, también seguía una política consciente de atraer a las mujeres de la clase rica, media y alta a su dirección. Esencialmente, las intenciones de la WSPU eran utilizar a las mujeres de la clase trabajadora para establecer los derechos de las "damas" de la sociedad. Así lo expresó Christabel "... la esperanza inmediata de la nación está en aquellas mujeres que han conseguido tener una educación y cierta independencia y solidez económica. Florence Nightingale, una mujer de esa clase, hizo más por su país de lo que todo el Partido Laborista ha logrado o puede lograr. En este buen día que ya ha amanecido, no tenemos a una sola Florence Nightingale, sino a una multitud de mujeres así, felices en su propia vida y equipadas mental, moral y económicamente para el servicio de su país. Son ellas las que tienden a las mujeres más pobres y menos afortunadas la mano amiga que les permitirá salir del marasmo de la pobreza. Son ellas las que pueden concebir un mejor orden social y mostrarán con qué acciones prácticas y constructivas se puede lograr esa mejoría". (Christabel Pankhurst, The Suffragette, diciembre de 1913)
¡Política burguesa sin duda! Este apoyo abierto al capitalismo y el desarrollo de la política de "guerra de sexos" se derivan naturalmente del rechazo y la oposición a una comprensión de clase de la sociedad.
Aunque el simple hecho de un conflicto con el Estado no pruebe nada más que la ideología burguesa nunca puede producir una visión única del mundo, es obvio que un movimiento que adquirió proporciones tan masivas como el movimiento de "votos para las mujeres" no puede ser descartado puramente por la política de la WSPU. Está claro que la base de su fuerza no residía en las ideas de la WSPU, sino en las condiciones generales impuestas a las mujeres, y en la intransigencia del capital británico en su negativa a acceder a las demandas para mejorar la suerte de las mujeres burguesas y pequeñoburguesas, por no hablar de las mujeres de la clase obrera. El hecho de que la WSPU se convirtiera en el centro de esta lucha es realmente una crítica al movimiento obrero por su incapacidad de ofrecer una alternativa política clara.
Existían, bajo el paraguas del movimiento sufragista, algunos grupos con una orientación claramente obrera. Pero su preferencia por la falsa unidad de todas las mujeres y el eslogan "votos para las mujeres" permitió que la WSPU se convirtiera en la figura principal y que sus ideologías anti obreras tuvieran tanta influencia. Que el compromiso en aras de esa unidad es destructivo es una lección que Sylvia comprendió sólo después de su expulsión de la WSPU, y que quizás se pone de manifiesto por el rápido desarrollo de su política después de 1914.
La Federación del Este de Londres del WSPU
Los primeros pasos en el rechazo de este tipo de acuerdo llegaron en octubre de 1912, cuando Sylvia comenzó su actividad en el este de Londres. Al principio formaba parte de una campaña electoral y de una "Working Women's Deputation" sobre un proyecto de ley de reforma del sufragio, pero pronto perdió el pleno respaldo de la WSPU. En febrero de 1913 la financiación se había retirado, pero las ideas y la práctica se habían establecido y en mayo de ese año se formó la Federación del Este de Londres del WSPU. Aunque era una unión de varias ramas del WSPU, tenía una orientación definida y genuina hacia las mujeres de la clase trabajadora y perseguía una práctica radicalmente diferente a la corriente principal de esa organización. La Federación comenzó a establecer vínculos con organizaciones del movimiento obrero, en particular con la ILP [Independent Labour Party], y apoyó y participó en manifestaciones masivas de la clase. Fue el propio éxito de este trabajo y la escalada del conflicto social en el East End, ampliamente retratado en [la película] ‘The Suffragette Movement’, lo que hizo inevitable la ruptura con la WSPU. A fin de cuentas, es irrelevante que Emmeline y Christabel obligaran a la ELF a hacerlo: las cadenas del compromiso se estaban rompiendo de todos modos. En agosto de 1913, Sylvia había hecho un llamamiento para la formación de un "Ejército Popular; una organización a la que hombres y mujeres puedan unirse para luchar por la libertad y para estar preparados para hacer frente a la brutalidad de los funcionarios". Aunque esta organización nunca tuvo mayor importancia, el reconocimiento de los conflictos de clase que se avecinaban y el cuestionamiento básico del orden social existente prefiguraron la dirección que iba a tomar a medida que se desarrollaba la política del Women’s Dreadnought6 y del Worker’s Dreadnought.
En la primera parte de este artículo se analizan los fundamentos de la ruptura de Sylvia Pankhurst con el movimiento sufragista oficial, la WSPU. En esta parte se analizará más detenidamente el desarrollo de su política, haciendo hincapié en las cuestiones relevantes para el feminismo. (Tras la ruptura, su organización pasó a llamarse Federación de Sufragistas del Este de Londres. Este fue el primero de varios cambios de nombre, pero en lugar de fechar y referirnos a todos ellos simplemente llamaremos a la organización por el nombre más distintivo de su periódico, el ‘Dreadnought’).
El ‘Women’s Dreadnought’
En marzo de 1914 apareció el primer número de ‘The Women's Dreadnought’. En él hay una larga explicación de la actividad del grupo en el extremo este de Londres, de la que se desprende lo siguiente: "El principio esencial del voto es el de la igualdad entre hombres y mujeres:
El principio esencial del voto es que cada uno de nosotros tenga una cuota de poder para ayudarse a sí mismo y a todos nosotros. Se opone directamente a la idea de que unos pocos, más favorecidos, ayuden y enseñen y patrocinen a los demás. Seguramente es porque los sufragistas creemos en el principio de que cada individuo tiene derecho a compartir tanto el gobierno como el servicio, y porque hemos aprendido por una larga y amarga experiencia que toda forma de gobierno es una tiranía -por muy bondadosa que sea su intención- que estamos luchando por el voto". (Sylvia Pankhurst, WD, 8 de marzo de 1914)
Es una lástima que Sylvia nunca hiciera una crítica exhaustiva de la WSPU, ya que eso significa que debemos confiar en críticas indirectas como la de la primera parte de esta cita. Sin embargo, deja clara la orientación totalmente diferente del Dreadnought. A pesar de sus ilusiones iniciales en el movimiento sufragista (o más bien en el "poder de las mujeres") y la idea de que el voto equivale al autogobierno, lo importante es el énfasis en el objetivo del autogobierno. Esto está en total oposición a los puntos de vista de la WSPU, como se ha visto en la primera parte de este artículo, y al hecho de que esta última sólo abogaba por la acción ilegal porque a las mujeres se les negaba el voto (es decir, se les negaba la acción constitucional).
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Sylvia no tardó en denunciar la respuesta chovinista de la WSPU. Consideró su apoyo a la guerra como una traición a todo aquello por lo que el movimiento había luchado, pero lo que es más importante, la importancia de la división entre las mujeres que se oponían a la guerra y las que la apoyaban no pasó desapercibida y sería uno de los factores que, con el paso del tiempo, determinó su ruptura con el feminismo. Mientras Emmeline Pankhurst escribía sobre el placer de ver a las mujeres trabajando, el Dreadnought se oponía a la guerra y, aunque no veía ninguna forma clara y práctica de detenerla, iba más allá de las observaciones superficiales de Emmeline y dedicaba mucho espacio en su periódico a exponer las condiciones reales y terribles, en el hogar y en el trabajo, que sufrían las mujeres de la clase trabajadora.
En sus inicios, el Dreadnought parece haber estado muy influenciado por el Partido Laborista Independiente (ILP); su política era básicamente pacifista y declaradamente reformista, y dio la prioridad a conseguir el voto para las mujeres. Sin embargo, el Dreadnought se implicó rápidamente en cuestiones sociales más amplias, principalmente con la idea de ayudar a las mujeres a protegerse contra las condiciones que imponía la guerra (de hecho, su actividad en este campo constituye una lista impresionante, que incluye la gestión de un "Salón de la Mujer" para reuniones, etc., la gestión de centros de ayuda, un centro para madres y bebés y guarderías). Estaba representada en los comités de ayuda de los ayuntamientos, pero éstos le parecieron tan insatisfactorios que también gestionó sus propios planes de ayuda. Esta ampliación de su actividad contribuyó sin duda a la radicalización de su política, en el sentido de que el voto ya no podía considerarse la única cuestión. Sin embargo, el núcleo de esta radicalización se debió a la creciente oposición del grupo a la guerra y a la fuerza de su orientación obrera: señalaba claramente que la situación de los hombres y mujeres de la clase obrera era la misma en Alemania que en Gran Bretaña y, aunque su trabajo se concentraba en las mujeres, entendía que la lucha no era contra los hombres de la clase obrera, sino con ellos contra el sistema. Como es lógico, pronto abandonó la consigna del voto para las mujeres y empezó a pedir el voto para todos los hombres y mujeres.
Sobre esta base, se hizo más evidente, a medida que avanzaba la guerra, la tendencia socialista de la política del grupo y le obligó a buscar una mejor comprensión de la sociedad existente y cómo cambiarla. Aumenta sus vínculos con las principales organizaciones socialistas y da a conocer en su prensa las luchas obreras internacionales. De hecho, sus vínculos con individuos y grupos de otros países y la preocupación por informar sobre lo que ocurría en el extranjero fueron evidentes a lo largo de su vida y constituyeron una gran fortaleza tanto para el desarrollo de la política del grupo como para el crecimiento de su influencia en Gran Bretaña (otras organizaciones británicas sufrían de una visión más bien estrecha en este sentido). Ya en 1914 el periódico citaba los escritos antibélicos de los bolcheviques, Liebknecht, etc. Cuando, a partir de 1916, las luchas obreras comenzaron a intensificarse a nivel internacional, el Dreadnought pudo aprender mucho de estos acontecimientos y responder positivamente. Las revoluciones en Rusia en 1917, en particular, fueron un tremendo estímulo.
El Dreadnought los apoyó porque pudo ver un intento positivo de los trabajadores de tomar el control de la sociedad, de detener la guerra y de luchar por una sociedad más racional y humana. La Revolución de Febrero [en 1917 en Rusia] afectó rápidamente a la política del grupo en dos áreas básicas: en primer lugar, en el reconocimiento de la importancia de la huelga de masas, es decir, de la lucha colectiva y radical de los trabajadores en las fábricas y en las calles, como la única forma de poner fin a la guerra y de derribar el capitalismo; y en segundo lugar, la importancia de la forma de organización soviética como el medio por el que la clase obrera puede expresar sus propios intereses y organizarse eficazmente para la guerra de clases. Esto también tuvo otras consecuencias, ya que el Dreadnought comenzó a trazar una línea más definida entre él y la corriente principal del Partido Laborista (LP) y la socialdemocracia en general. Las experiencias de Sylvia con las sufragistas habían provocado, obviamente, muchas críticas al LP, pero ahora estas críticas se habían visto reforzadas por el apoyo activo del LP a la guerra, y cuando el ILP se opuso a la retirada unilateral de Rusia de la guerra, la ruptura entre la política del ILP y la suya propia se hizo evidente. De hecho, para entonces el grupo se asoció con los internacionalistas y revolucionarios minoritarios de la antigua Segunda Internacional. Comenzó a hacer críticas políticas mucho más fuertes a la socialdemocracia, incluso antes del final de la guerra, denunciando el papel del LP de desactivar y oponerse a una revolución obrera. Otra consecuencia fue que el Dreadnought empezó a definirse más claramente como una organización política y a perder su carácter de grupo de bienestar social. En parte, esto se debió a que su apoyo a Rusia y su radicalismo general ahuyentaron a muchos ayudantes y fuentes de financiación, pero también fue una decisión consciente, ya que, como escribió Sylvia más tarde: "... todos nosotros preferiríamos poseer comodidad y bienestar como un derecho, que tener un mínimo de ello conferido como una caridad, aunque sea gentil o simpáticamente dado". (SP, "Notas autobiográficas")
En poco más de tres años, el Dreadnought pasó de ser una sociedad sufragista obrera y reformista a una organización socialista de pleno derecho. Y si bien se perdieron miembros a causa de este cambio, el grupo pasó de tres o cuatro sucursales en el este de Londres a casi cuarenta en todo el país (aunque es cierto que su fuerza siempre estuvo en Londres y Manchester).
El Worker’s Dreadnought
Estos cambios en su política se reflejaron en el cambio de nombre del periódico a ‘The Workers' Dreadnought’ en junio de 1917. Durante el año siguiente, el grupo, aunque rechazaba al Partido Laborista y al Parlamento como medios para hacer la revolución, sostenía la necesidad de que los revolucionarios participaran e hicieran propaganda dentro de estas instituciones. Pero el desarrollo continuo de su comprensión de la forma en que crece la revolución de la clase obrera y el papel de los revolucionarios en este proceso llevó al rechazo de tal actividad.
El factor más importante en el periodo en que existió el Acorazado Obrero fue su participación y relaciones con la Tercera Internacional y su ala británica, el Partido Comunista de Gran Bretaña. El Dreadnought fue una voz importante, y de hecho políticamente el grupo más claro y coherente, en el intento de crear un partido comunista unido. Desgraciadamente, su desarrollo relativamente tardío obstaculizó su papel en los debates sobre la unidad y su mayor claridad no pudo alcanzar el nivel de influencia política que merecía sobre las demás organizaciones. Es interesante señalar aquí que, aunque el Dreadnought era relativamente pequeño en comparación con el Partido Socialista Británico (que era el grupo más grande en aquella época), su periódico vendía más que The Call del BSP. Cuando el PC se reunió finalmente a principios de 1921, el Dreadnought ya estaba bien establecido en el ala izquierda de la Internacional, pero fue también en esta época cuando los puntos de vista de la izquierda estaban siendo cada vez más atacados e incluso suprimidos. La inmadurez política y organizativa de la mayoría del CPGB hizo que fuera especialmente intolerante, y ocho meses después Sylvia fue expulsada y la mayoría de los ex miembros del Dreadnought se fueron con ella. La razón formal de su expulsión fue su negativa a detener la publicación del Dreadnought independientemente del control del partido. Los aciertos y errores de esta disputa no son realmente importantes; lo que sí cuenta es que en el fondo era una negativa a capitular ante el desarrollo del oportunismo en la Comintern.
Tras esta escisión, el PC continuó con su práctica de reprimir los puntos de vista de la izquierda, mientras que el Acorazado demostró su preocupación por el movimiento comunista en su conjunto sacando a la luz las diferencias políticas. Explicó y aclaró sus críticas a las posiciones del PC, mostrando las contradicciones en ellas y señalando los resultados negativos de su creciente énfasis en la táctica, así como el análisis más general de la decadencia de la Revolución Rusa. Este aspecto de la historia del Acorazado será tratado con mayor profundidad en el próximo número de WR7.
En el resto de este artículo queremos profundizar en otras cuestiones, más o menos relacionadas con el feminismo, que son centrales en sus experiencias. Nos fijamos en los detalles de los primeros años del Acorazado debido a nuestra preocupación por dar a conocer los hechos, pero también para observar cosas que siguen siendo relevantes hoy en día. En retrospectiva, los puntos fuertes que llevaron al grupo a desarrollarse de forma tan positiva son claros, pero las ideas y la práctica que rechazó más tarde también encierran lecciones para todos aquellos que desean la emancipación de la clase obrera. Estos hechos son necesarios no para justificar, digamos, la asistencia social en la actualidad, como vía para esta emancipación, sino para comprender las limitaciones de tales ideas. Teniendo en cuenta lo que se acaba de decir sobre las críticas de Sylvia al camino tomado por la Tercera Internacional, queda inmediatamente claro que no la llevaron a rechazar el marxismo y toda la experiencia de la Revolución Rusa, sino a buscar una comprensión aún más clara del camino a seguir. De la misma manera, hoy en día, condenar lo que Rusia es ahora no significa que deba equipararse con los objetivos originales de la revolución. Muchos individuos se han involucrado en los movimientos feministas y libertarios por reacción contra Rusia (y también los PC y los trotskistas) pero en realidad esto no es porque estos últimos sean marxistas sino porque son burgueses. Su comportamiento no debería llevar a nadie a rechazar el potencial de la clase obrera.
Parlamento
La participación de Sylvia Pankhurst en el WSPU antes de 1914 y sus actividades durante los años de la guerra significaron, obviamente, una gran acumulación de experiencia en el Parlamento y de lucha por las reformas. Al final, esto no la llevó a ser absorbida de una vez por todas por este circo. Al contrario, la llevó a una frustración total por la inutilidad de todo ello.
"Sabemos que el aliento de la intriga parlamentaria, el ambiente de la sala de la comisión parlamentaria, todo el ambiente de la Cámara de los Comunes y los malabarismos de los partidos políticos es antagónico al fuego blanco y limpio del entusiasmo comunista revolucionario. Los camaradas que no han presionado y se han sentado en la tribuna, hora tras hora, día tras día; que no han examinado año tras año las actas literales diarias, y han redactado y elaborado enmiendas a los proyectos de ley del Gobierno, no pueden conocer la mezquindad des vitalizadora ni el horrible fraude de la maquinaria parlamentaria". (SP, WD, 24 de septiembre de 1921)
Sin embargo, el rechazo al Parlamento no fue sólo por aburrimiento;
"...los que han elegido el camino de la acción parlamentaria se justifican que grandes masas de trabajadores inconscientes todavía tienen fe en el Parlamento. Así es, respondemos, entonces debemos socavar esa fe; pero horrorizados por la magnitud de la tarea de crear un cuerpo de trabajadores conscientes lo suficientemente fuerte como para efectuar cualquier cambio, los comunistas oportunistas proponen llevar a cabo la revolución con multitudes de trabajadores inconscientes. Nosotros, que creemos que la revolución sólo puede ser llevada a cabo por aquellos cuyas mentes están despiertas y que están inspirados por un propósito consciente, hemos decidido evitar la maquinaria administrativa del capitalismo. Hemos decidido esto debido a la clara e inconfundible dirección de las masas que da este rechazo, una dirección, más segura y efectiva, porque es una dirección dada por la acción, no simplemente por las palabras". (ibid.)
Este último punto es realmente muy importante: es el núcleo del abstencionismo, porque la lucha por una nueva sociedad es una lucha por una nueva forma de vivir y significa una nueva forma de organizarse, una nueva práctica. Rechazar las formas del capitalismo debe conducir a la búsqueda de una práctica mejor.
Esto nos lleva a la cuestión de las reformas y aquí radica la relevancia de lo anterior para el feminismo, porque para este movimiento se hace mucho hincapié en los aspectos aparentemente positivos de los proyectos de ley que llegan al parlamento. Pero si, como hizo el Acorazado, se rechaza el parlamento como medio de cambio, entonces también hay que rechazar la lucha por las reformas.
Este rechazo se basaba en la experiencia práctica de militantes como Pankhurst, pero debe situarse en el contexto del fin definitivo del periodo de relativa prosperidad capitalista que había hecho posible las reformas duraderas. Los revolucionarios más claros siempre lucharon contra la influencia corruptora del reformismo en el movimiento obrero, pero cada vez más fueron capaces de ver que sólo la revolución estaba a la orden del día en el nuevo periodo de decadencia.
Feminismo
La siguiente cita muestra muy claramente este vínculo entre el parlamento, las reformas y el feminismo. Muestra el motivo por el cual las mujeres (en parte, al menos) obtuvieron el voto durante la Primera Guerra Mundial. Desechando las leyendas sobre la utilidad de las mujeres durante la guerra y la militancia anterior a ella, Sylvia prosigue
"¿No empieza el Parlamento a saberse instintivamente una máquina condenada? El "bolchevismo", que no es más que el socialismo con otro nombre, pero el socialismo real, que implica la transformación -no un mero parche- del sistema social, se vislumbra en el horizonte. Cuando están en apuros, los hombres piden ayuda a aquellos a los que despreciaron. Fuera del juego de los partidos, las mujeres más activas e independientes siguen siendo una multitud descontenta de rebeldes; dentro, ¿no es de esperar que se conformen con las reglas? En todos los países los Parlamentos están amenazados y eso tan misterioso e inexplicable, la voluntad de las masas populares, seguramente y con velocidad creciente, avanza hacia un organismo social más nuevo. Al darse cuenta de esto, los viejos carcamales del Parlamento y los poderes que están detrás de ellos dicen: "Debemos hacer algo para popularizar la vieja institución; traigamos a las mujeres"". (SP, WD, 2 de noviembre de 1918)
Hay dos puntos que vale la pena subrayar aquí. En primer lugar, esto sigue siendo exactamente el uso que el capitalismo hace de las "reformas" en este periodo. Tanto si se trata de los requisitos para votar, como en este caso, como del Servicio Nacional de Salud o, más recientemente, de la Enmienda sobre la Igualdad de Derechos, siempre implican en cierta medida la necesidad de mantener a la población, y especialmente a la clase obrera, pasiva. No son más que una pretensión de cambio, y el Acorazado condenó con razón todas las "reformas" como meros retoques de un sistema que realmente requiere ser destruido. Esto es cien veces más cierto hoy en día.
En segundo lugar, también hay un rechazo implícito de cualquier supuesta "cualidad especial" de las mujeres como grupo separado. El "poder de las mujeres" aparentemente mostrado por las luchas de las sufragistas no fue un factor decisivo, poco más que una molestia: cuando los hombres y mujeres de la clase trabajadora se ponen en movimiento el capitalismo comienza a temblar, porque son las luchas de la clase trabajadora las que amenazan la base de todo el sistema.
En sus inicios, el Dreadnought creía que el remedio para todos los males de la sociedad era simplemente dar el voto a las mujeres. Es exactamente la misma idea que motiva a las feministas de hoy en día (incluso si el voto no es claramente una solución): si sólo las mujeres tuvieran más poder, la sociedad sería un lugar mejor. Pero, en realidad, ¿qué pruebas hay de esta creencia? A pesar de todas las supuestas "reformas" desde la Primera Guerra Mundial que han afectado a la situación de las mujeres y que aparentemente han permitido o conseguido más libertad para ellas, ¿no siguen siendo las condiciones de las mujeres básicamente las mismas?
"Denle a un hombre 5.000 libras al año para que sea ministro de Sanidad, nombrar empleados a 500 libras al año cada uno, ¡para que nos arrojen unas pastillas de quinina! ¿De qué sirve un Ministerio de Sanidad, mientras vivimos bajo el sistema capitalista?" (Citado en WD, 2 de noviembre de 1918)
Tal vez no sea una respuesta exhaustiva a esta pregunta, pero seguramente es reveladora.
Cuando el Acorazado llegó a rechazar esta idea lo hizo porque vio que la idea de la hermandad simplemente cubría las divisiones materiales muy reales entre los diferentes grupos de mujeres. No sólo entre las que apoyaban y las que se oponían a la guerra, sino que en todos los temas estos grupos tienen intereses diferentes, es decir, ambiciones monetarias y sociales distintas. Teniendo esto en cuenta, lo mejor que se puede decir de un intento de unificar a las mujeres es que está condenado al fracaso.
"Las mujeres no constituyen un grupo económico; y por esa razón no pueden, en las condiciones actuales, actuar juntas en cuestiones mundiales o nacionales; porque tales cuestiones implican consideraciones económicas. En la evolución de la sociedad humana, los que acaban marchando bajo la misma bandera son quienes se dejan llevar (directa o indirectamente) por la misma motivación económica" (F. Connor, WD, 13 de agosto de 1921)
Ciertamente hay algunos aspectos que atraviesan las fronteras de clase y afectan a todas las mujeres, pero sin el cemento de las condiciones económicas comunes no puede haber una verdadera unidad. La pura verdad es que las mujeres burguesas y las mujeres de la clase obrera viven vidas que son mundos aparte y sus reacciones a esta sociedad son completamente opuestas.
Ya debería estar claro que cuando el Acorazado abrazó la política revolucionaria no ignoró en absoluto la cuestión de las mujeres. Por el contrario, se esforzó por garantizar que la intervención a favor de las mujeres de la clase obrera se considerara una parte importante del conjunto de la intervención del movimiento revolucionario. En esta cuestión, su preocupación era muy similar a la del rechazo a la actividad en el parlamento, el Partido Laborista y los sindicatos: el rechazo al reformismo y los objetivos reformistas, y el establecimiento de una práctica revolucionaria. Su énfasis estaba en la autoorganización de los trabajadores. Como ejemplo de esta intervención, en un artículo titulado "Los soviets de la calle", Sylvia Pankhurst comparaba los partidos pacifistas, que habían surgido al finalizar la Primera Guerra Mundial y se habían extendido calle por calle por todo Londres, con la participación de las mujeres rusas en los soviets. El Estado intentó prohibir estos partidos, pero no pudo evitar que se extendieran. La Iglesia y los trabajadores de la caridad (¿los actuales trabajadores sociales?), a los que normalmente les gusta hacerse responsables de cualquier cosa de esta naturaleza, se quedaron "mirando con asombro":
"La revolución soviética se acerca, pero las mujeres trabajadoras no deben esperar a que llegue para crear sus comités de calle. Son los comités de taller de las madres, pues las calles y las casas son sus talleres. Deben poner en marcha los soviets de las calles lo antes posible... Las mujeres deben organizarse para protegerse a sí mismas y a sus familias y para ayudar en la lucha general de la clase obrera para conquistar el poder del gobierno y acabar con la esclavitud asalariada y la pobreza y el dominio de los ricos... Lo primero que deben hacer las mujeres trabajadoras es organizarse, celebrar sus propias reuniones en la calle y crear sus propios soviets". (SP, WD, 27 de marzo de 1920).
Hoy en día los soviets no son una posibilidad inmediata, pero estamos en un periodo revolucionario8 y recientemente ha habido una tendencia a la escalada de las luchas sociales y, de hecho, a formar parte de las olas de huelgas masivas que han tenido lugar. Así que el llamamiento a las mujeres de la clase obrera para que participen activamente en la autoorganización del proletariado, al margen de la dirección izquierdista y liberal, sigue siendo muy importante.
Por último, Sylvia Pankhurst no sugirió en ningún momento la necesidad de una organización femenina independiente. Reconoció que las mujeres de la clase obrera se enfrentaban a su propia situación específica, pero que ésta formaba parte de la división general de clases de la sociedad, y que si participaban en las luchas resultantes de esta situación, en general su lugar era "marchar junto a sus hermanos de la clase obrera" hacia la revolución comunista. Para alcanzar este objetivo se necesitan hombres y mujeres conscientes y unidos. Se trata de una conciencia de toda la realidad social, no simplemente de las divisiones sexuales. Lo que subyace es su reconocimiento de que la emancipación de la mujer sólo puede producirse con la revolución comunista. Los izquierdistas y las feministas de hoy en día regatean sobre si la liberación de la mujer puede llegar antes o después de la "revolución", pero seamos claros, no son las teorizaciones interminables las que cambian las relaciones9.
Si observamos de cerca los grandes movimientos y oleadas de lucha de los trabajadores, el cambio en la forma en que los proletarios se tratan entre sí es evidente. La participación colectiva en esas luchas exige nuevas relaciones porque lo vital es el éxito de la lucha, y la necesidad de una organización eficaz tiende a superar las divisiones sexuales que promueve el capitalismo. La liberación de las mujeres y los hombres de la clase obrera es ante todo un problema práctico que sólo se resuelve participando en los pasos prácticos hacia la revolución comunista, y creando una comunidad humana mundial.
El Acorazado Obrero desapareció en 1924. El hecho de que en su vida posterior Sylvia Pankhurst no siguiera formando parte del movimiento comunista de izquierda no debe llevar a nadie a desestimar las críticas que hizo al feminismo en este periodo de su vida. La existencia del Dreadnought entre 1914 y 1924 se corresponde estrechamente con el periodo de la ola revolucionaria, un periodo en el que los revolucionarios estaban en su punto más fuerte y claro. A mediados de los años veinte las luchas revolucionarias de clase estaban en declive y tendió a predominar en la mayoría de los revolucionarios la capitulación ante la contrarrevolución o el desencanto con la política. Muy, muy pocos grupos revolucionarios sobrevivieron a los años veinte. Si es lamentable, también es comprensible y de hecho era inevitable10.
DS
1 Sufragista es una película interesante porque se centra en la experiencia de un grupo de mujeres de la clase trabajadora del East End de Londres, en lugar de los partidarios feministas de la clase media. Describe con fuerza la brutal violencia ejercida por el Estado democrático contra los manifestantes pacíficos y los presos en huelga de hambre, así como su sofisticada vigilancia de cualquier persona sospechosa de actividad política. Y, sin embargo, a pesar de su ambientación, no se menciona el movimiento obrero más amplio ni sus luchas de la época, mientras que Sylvia Pankhurst, que fundó la Federación de Sufragistas del Este de Londres, sólo se menciona una vez, y sólo por su desacuerdo con la política de "acción directa" de los dirigentes, lo que deja entrever que era conservadora o pacifista. Al terminar con la muerte de la sufragista Emily Davidson en 1913, la película evita tratar la cuestión de la guerra y la división del movimiento sufragista
2Una lista incompleta incluye: Sylvia Pankhurst - Sexual politics and political activism, de Sheila Rowbotham y Barbara Winslow (1996); Sylvia Pankhurst: A Life in Radical Politics de Mary Davis (1999); Sylvia Pankhurst: The Life and Loves of a Romantic Rebel (2003) y Sylvia Pankhurst: The Rebellious Suffragette (2012) de Shirley Harrison, y Sylvia Pankhurst: Suffragette, Socialist and Scourge of Empire, de Katherine Connelly (2013)
3Véase el artículo de la CCI sobre este evento, Hands off Sylvia Pankhurst!
4 El plan original era producir tres, pero sólo aparecieron dos, en los WRs, 33 y 34. Se presentan aquí en una versión ligeramente editada como un solo artículo
5 Siglas en inglés del Partido Laborista Independiente (nota de la traducción)
6 Dreadnought: acorazado, nombre que tomó el periódico.
7 Nota del editor: De hecho, este tercer artículo nunca apareció, pero el papel del grupo Workers' Dreadnought en las negociaciones para formar un Partido Comunista en Gran Bretaña, y como parte de la oposición de izquierdas dentro de la Tercera Internacional, se trata con más detalle en el libro de la CCI The British Communist Left.
8 Nota del editor: Este libro fue escrito en un período en el que se estaban produciendo luchas masivas en Gran Bretaña y en otros lugares, dando la apariencia de una ola en continuo crecimiento y desarrollo. Cuando empezó a reflexionar sobre la relación de fuerzas entre las clases, la CCI cambió posteriormente su caracterización del curso histórico de un "curso hacia la revolución" a un "curso hacia las confrontaciones de clase", para dejar claro que el resultado revolucionario no estaba en absoluto predestinado. Pero también está en el proceso de criticar las ambigüedades restantes que han dejado la puerta abierta a una visión lineal y esquemática de la lucha de clases y no han reconocido suficientemente las dificultades, las derrotas y los períodos de retroceso experimentados por el proletariado desde mayo del 68 y, sobre todo, desde el inicio de la fase de descomposición a finales de los años 80.
9 Nota del editor: Esto es cierto, pero la verdadera cuestión aquí no es tanto la teorización en sí como la naturaleza burguesa de dicha teorización por parte de los izquierdistas y feministas
10 Nota del editor: La desaparición de grupos de revolucionarios en el periodo de la contrarrevolución capitalista no era inevitable y algunos grupos minúsculos sobrevivieron, incluso en Gran Bretaña (véase The British Communist Left). El verdadero problema fue que Pankhurst y el grupo Dreadnought no reconocieron la profundidad de la derrota sufrida por la clase obrera en la oleada revolucionaria y la necesidad de trabajar como fracción para sacar las lecciones