Enviado por CCI Online el
Bajo el imperio romano era conocida la frase de “al pueblo pan y circo”, una divisa que los emperadores aplicaban ya que conocían sus resultados para apaciguar el descontento y evitar la rebelión de los desposeídos. Hoy ni a pan llegamos y nos están conteniendo a base de capítulos espectaculares y escandalosos, para mantenernos atiborrados y sin pensar durante semanas. Todos los medios de comunicación (los “media”) se sumaron a la gran campaña de la detención del “Chapo” Guzmán. Largas disertaciones de lumbreras intelectuales opinando sobre este personaje y como colofón, el Estado vanagloriándose de esta captura presentándola como un gran logro, como si se tratara de un acontecimiento que beneficiaría las condiciones de vida de millones de trabajadores que vivimos al borde de la angustia porque no llegamos a fin de mes. Es evidente que este escándalo obedece al hecho ineluctable de que la situación que vivimos sigue empeorando, cada vez el dinero alcanza para menos, la inflación “oficial” es ridícula en relación a la inflación concreta, la que encontramos todos los días en el mercado; las promesas de mejora son solo eso… ¡promesas!, por tanto, se impone como necesidad del capitalismo el buscar distractores, usar elementos producto de su agonía para nublar nuestra conciencia y ocupar el terreno de reflexión.
La descomposición del capitalismo nos arrastra a la barbarie
El mundo de la droga nos invade, desde los cárteles que antes eran una referencia folklórica de ciertos estados del país y que hoy pululan en todos los rincones, hasta la invasión íntima, familiar, cercana, de este flagelo; hoy la droga está en las escuelas, en las oficinas, en los antros, en las calles… México ha dejado de ser “tránsito de drogas” para convertirnos también en un jugoso mercado. La pregunta obligada es ¿por qué la población demanda drogas?, ¿por qué una sociedad necesita huir ciegamente en los terrenos de la drogadicción? Desde luego que no se trata de un juicio moral sobre los “buenos” (que no se drogan) y los “malos” (que se drogan), tampoco se trata de defender una supuesta “libertad” de meterte lo que esté a tu alcance con tal de evadir la realidad apelando a un derecho del individuo a hacer lo que se le venga en gana (aquí la democracia se muestra como lo que es: en aras de una supuesta defensa del individuo se hunde con él). La cuestión es más profunda y se debe abordar sin culpabilizar a las personas. El fondo es que estamos viviendo una decadencia de un modo de producción y, en ese marco, por más de 40 años, una crisis agónica del capitalismo, sin salida y cada tramo de tiempo que pasa hace más insoportable esa crisis. Esta decadencia está ahora en grave estado de descomposición, las clases fundamentales de la sociedad (burguesía y proletariado) no han dado respuesta a esta decadencia y entonces la sociedad se hunde en una descomposición social atroz. Ésta se refleja en unas condiciones de vida donde los hijos dependen de los padres y no tienen perspectivas de independizarse, el futuro de los “viejos” es ser arrojados a la miseria, la niñez sometida a programas educativos que solo los adocenan y someten a espejismos de estereotipos de “hacerse rico sin trabajar”, las mujeres marginadas y discriminadas, los de preferencias sexuales diferentes sufren vivir en una sociedad hipócrita, en fin, una sociedad cuyo futuro es cada vez más negro se ve arrojada a las falsas quimeras, a las puertas falsas y a las “felicidades” efímeras. Lo más terrible que le puede pasar a un ser humano es tener una vida sin futuro y sin sueños, lo cual ciertamente ha llevado a miles de jóvenes a deslizarse por las laderas del nihilismo. Hoy el consumo de drogas adquiere una nueva dimensión: “la imparable marea de la drogadicción, fenómeno hoy de masas, poderosa causa de la corrupción de los Estados y de los organismos financieros, que afecta a todas las partes del mundo y, en especial, a la juventud, un fenómeno que expresa cada vez menos la huida hacia mundos quiméricos, que se parece cada día más a la locura y al suicidio” ([1]). Todos estos efectos son la manifestación cruda de la decadencia del capitalismo que se pudre de raíz. Es por ello que es ridículo presentar la detención de un capo como “un avance” para la sociedad.
Las pugnas interburguesas se agudizan en todos los planos
“Como cualquier otro capitalista el narcotraficante no tiene más objetivo que la ganancia” ([2]) y como tal, están condenados a “crecer” o sucumbir ante la competencia del cártel vecino. Antes los cárteles estaban localizados en ciertas regiones, hoy todos luchan contra todos en cada palmo de terreno y, como ya lo hemos denunciado antes, esta actividad no es posible que se desarrolle al margen del Estado: “Cada grupo de la mafia surge bajo el cobijo de una de las fracciones de la burguesía, pero la propia competencia económica y la disputa política hacen que el conflicto crezca” (…) “Cada fracción en el poder protege y empuja al crecimiento de un cártel según su interés, por eso la actuación de la mafia es con tanta impunidad y con tanta animosidad” ([3]). Pensar que el Estado es neutral es ingenuidad, pensar que el gobierno busca limpiar la vida social de mafias sería tanto como suponer que acabarán los corruptos con la corrupción. La llegada del PRI al poder después de 12 años de “ausencia” ha desatado las pugnas a todos los niveles: atentados en Pemex, castigo a la fracción Gordillo, pleitos a muerte por el control de los partidos políticos, destape de casos de corrupción en Oceanografía y línea 12 del metro en el DF… todo esto que aparece como “aplicación de la ley” es en realidad una cara de los ajustes de cuentas entre fracciones. Las cosas se pondrán peor.
Con la descomposición del capitalismo las divisiones en la clase dominante, las tendencias a la pérdida del control político y el hundimiento en el caos son características propias de estos tiempos históricos. La captura de tal o cual capo, de tal o cual sicario o “administrador” de un cártel obedece a la expresión de este agudizamiento de pugnas entre fracciones rivales.
¡El negocio seguirá viento en popa!
Nos quieren hacer creer que deteniendo a tal o cual “cabeza” de un cártel estaríamos en la presencia de “un combate contra las drogas”. El tráfico de drogas representa en México entre el 7 y 8 por ciento del PIB (UNAM, citado en Revista Internacional no 150), la fortuna de Slim representa el 6 % del PIB, un negocio de esa magnitud no se deja en manos de fanáticos religiosos o campesinos carismáticos, ellos figurarán siempre como los “gerentes del negocio” pero el verdadero patrón despacha en otra oficina. Como “gerentes del negocio” son sacrificables como lo son en ramas enteras de la producción para el capitalismo cuando éste ya no las necesita. En el mismo tenor, cuando un capitalista remueve a su “gerente” otro vendrá en su lugar, pero el negocio no se para y si, por desgracia para esta fracción, son barridos del mercado, un nuevo “equipo” tomará su lugar y seguirá distribuyendo “mercancía” a diestra y siniestra. “Esas inmensas fortunas construidas sobre vidas humanas y sobre la explotación, encuentran colocación, claro está, en los “paraísos fiscales”, pero también en la utilización directa por parte de capitales “legales” que hacen el trabajo de ‘lavado”” ([4]). Nos quieren hoy meter en la cabeza que la captura de un capo es “combatir el tráfico de drogas”, al igual que sus promesas de mejorar nuestras condiciones de vida, al igual que sus promesas sobre “salud para todos”, etc., son meros artilugios ideológicos para esconder las verdaderas intenciones y razones. La sociedad burguesa se encuentra ante una contradicción flagrante, por una lado la clase capitalista hace gala de su doble moral al “condenar oficialmente” las drogas y su tráfico y por otro, esta actividad es ya un pilar fundamental de su economía, por tanto, la lógica del capital con las drogas es la misma que con cualquier mercancía: defenderá sus ganancias así sea al precio de destruir a la humanidad a través de este flagelo. Este es justamente el drama que plantea la dinámica misma de la descomposición capitalista: el futuro de la humanidad está en juego.
Finalmente, en una situación así el golpe a un cártel no significa “restar”, es decir, no quiere decir menos malos, sino más enfrentamientos. “La salida pacífica a tal situación es muy improbable habida cuenta de la división tan aguda de la burguesía en México, de modo que resulta difícil creer que pueda alcanzar al menos una cohesión temporal que permita la pacificación. Es el avance de la barbarie lo que parece ser la tendencia dominante…” ([5]). Es el proletariado el que sufre la descomposición de este sistema, es el proletariado un rehén de la “lucha contra el narcotráfico”, las medidas de terror del Estado de una fracción contra otra arrasa con todo… incluyendo a los trabajadores… y ante esto el futuro no está en las autodefensas (ver artículo en esta edición) sino en la lucha de clase, en la lucha por derribar este sistema podrido que nos arrebata la vida y el futuro.
Marsan, 13-03-12
[1] Revista Internacional no 62 “Tesis sobre la descomposición del capitalismo”, 1990
[2] Revista Internacional no 150, México: “Entre crisis y narcotráfico”, 2012
[3] Ídem.
[4] Ídem.
[5] Ídem.