Enviado por Revolucion Mundial el
PAN, PRI o PRD en el poder…
¡De todos modos empeorarán nuestras condiciones de vida!
Ya empezaron las acusaciones de un candidato contra el otro, los adjetivos, las descalificaciones… la guerra sin cuartel sale a la luz sin pudor alguno. Todos prometen un paraíso, todos acabarán con la miseria. Todos desde la derecha a la izquierda nos quieren hacer creer que piensan en nosotros, que sus energías se dedicarán a solucionar la vida de millones de miserables (más de 60 millones de pobres en México), todos esos “proyectos” esconden en realidad un solo rostro: el de la burguesía. Gane quien gane la explotación del trabajo asalariado seguirá tan campante como hasta ahora y no solo eso, las condiciones de los trabajadores van a empeorar porque todos van a defender al capital en contra del trabajo. “Hacer productivo al país”, “ser competitivos” significa abaratar costos de producción y eso, aquí y en China, significa atacar sin piedad las condiciones de vida y de trabajo de los explotados y sus familias. En las elecciones solo gana la burguesía. Cualquiera que sea el elegido, de izquierda o derecha, el gobierno electo va inexorablemente a atacar nuestras condiciones de vida y de trabajo en interés de la capital nacional mexicano. Todas las promesas de esta campaña, todas sin excepción, se van a evaporar y el único programa que será aplicado realmente llevará por nombre austeridad: reducción de empleados, disminución de las pensiones de jubilación, deterioro de los derechos de los desempleados (abaratamiento de los despidos lo cual es un eje de la Reforma Laboral) y empeoramiento de los servicios de salud, aumento de los trabajos temporales y la flexibilidad del mercado laboral, aumento de precios… Entre la derecha y la izquierda, sólo cambian los discursos, los actos siguen siendo los mismos. Hoy López Obrador nos quiere hacer creer que votar por él pondría fin a la corrupción y a las injusticias, México crecería en armonía. Vázquez Mota sería ahora una heroína de los miserables y Peña Nieto sigue en el rancio discurso de una burguesía que solo sabe prometer. Pequeñas frases de unos y otros completamente despreciables e insoportables.
¡Dicen lo que no van a hacer y ocultan lo que realmente harán!
No podemos olvidar de donde viene la “izquierda mexicana”, el PRD ha sido una emanación directa del PRI. Primero bajo el Frente Cardenista y después con las siglas del PRD se agrupó a los socialistas, a los del PC mexicano y a todos aquellos que justificaron durante años la mentira del socialismo en la URSS o en Cuba, son los mismos que llevaron a los trabajadores del ISSSTE y del IMSS a aceptar las reformas y a recurrir a los “amparos” como formas de lucha; el resultado ha sido aplastante: las reformas se impusieron y los trabajadores acabaron derrotados. Hay que decir también que el PRD no “acuerda” con la Reforma Laboral ya que ¡le faltaría humanizarla! Tampoco podemos hacernos ilusiones en el PAN, un partido que se nutre en las ideologías más reaccionarias (homofóbicas, racistas, etc.) y que en el 2000 levantó ilusiones en un “cambio social” con la llegada de Vicente Fox al poder… ya todos sabemos lo que pasó. El PAN es el más férreo defensor de la Reforma Laboral, una reforma que es a todas luces un ataque en regla contra los trabajadores. Además, en estos 12 años de panismo hemos podido comprobar que cantan la misma canción y tienen en su haber el nada honroso galardón de haber ejecutado el mayor despido en masa de nuestra historia contemporánea al liquidar a los trabajadores de Luz y Fuerza del Centro (más de 40 mil). La tragedia de la mina de Pasta de Conchos quedó en el olvido, el “Pemex Gate” en la impunidad y el Plan Puebla Panamá en un espejismo cruel. Del PRI no hay novedades a decir, cada estado gobernado por este partido ha sido un ejemplo de corrupción, atropellos y ataques a los trabajadores (recordemos Oaxaca). La negación del PRI de aprobar la Reforma Laboral no se debe a que esté pensando en defender a los obreros en contra de los patrones, ¡no!, se debe llanamente a un cálculo político para ganar electores y después veremos cómo, con otros argumentos, no solo la apoyará sino que la puede hacer más feroz todavía.
Todos los partidos hoy despilfarran millones y millones en tratar de convencernos de que el capitalismo funcionará mejor con ellos, pero ninguno, absolutamente ninguno cuestionarán la explotación asalariada.
La derecha o la izquierda podrán estar en el poder mañana, lo seguro para nosotros es que la vida será más difícil que hoy. No hay ninguna ilusión que tener. Para utilizar una cruda pero explícita fórmula de los indignados de España: “¡Derecha, izquierda, la misma mierda!”.
Nos bombardean hoy con una lluvia de anuncios y mensajes para decirnos que las elecciones son la vía para mejorar nuestras condiciones de existencia. Sin embargo, las elecciones no expresan el “deseo popular”, el voto no es una decisión consciente y colectiva sino la suma de muchos individuos atomizados, manipulados, influenciados e inducidos en cierta dirección a través de spots, encuestas de todo tipo, publicidad y todos los chupatintas de intelectuales y periodistas que defienden este sistema y que solo critican sus corruptelas superficiales y sus aberraciones obvias (ver artículo en este número). Hablar de elecciones es hablar del Estado, y éste no representa la voluntad de todos sino la de una minoría rica y explotadora, no es neutral, es la máquina de dominación de una minoría privilegiada y excluyente. El estado justifica su poder cada 6 años a través de lecciones donde nos prometen lo que no harán y nos ocultan lo que realmente tienen que hacer como defensores del capital.
La crisis es mundial… ¡los ataques también!
Cuando en México nos hablan de Reforma Laboral parecería como algo excepcional o local, las reformas a la ley del ISSSTE o del IMSS aparecerían como caprichos de funcionarios que no saben gestionar, la realidad es que esos ataques a nuestras condiciones de vida son solo la versión mexicana de algo que esta pasando en todo el mundo. Los trabajadores de todo el mundo están hoy confrontados a ataques sin precedentes. Desempleo que no baja en EUA, en Gran Bretaña el la desocupación alcanza el 8.1 % (13.5 millones de personas sin trabajo en el país de las olimpiadas y otrora imperio donde “nunca se ponía el sol”), la pobreza en aumento vertiginosos en los países desarrollados. En España se ha aprobado el abaratamiento de los despidos, se congelan los sueldos de empleados públicos hasta el 2014 y proliferan los atrasos en pagos de sueldos... ni que decir de Grecia, Italia, Francia y un largo etcétera (ver en este número artículos sobre Grecia y Ecuador) del que no escapa nación alguna y donde todo se resume en: desempleo en aumento con despidos masivos (todas las grandes corporaciones internacionales anuncian recortes de personal), reducción de las pensiones, aumento en los años de trabajo para poder jubilarse, aumento de los empleos eventuales, una flexibilidad laboral que significa castigo a las faltas por enfermedades, sobre todo de enfermedades ligadas al estrés y a la depresión (en México los primeros 3 días de incapacidad ¡no te los paga nadie!); hay un aumento de impuestos terrible, en España significa una reducción de entre e 3 y el 5 % del salario y en estos días el gobierno español acaba de aprobar que todo mundo deberá pagar sus medicinas… ¡jubilados incluidos! Entretanto, su monarquía (parte entera de una clase dominante en decadencia) derrocha dinero en actividades aberrantes como la caza de elefantes en Botswana.
Tanto el sector público como privado están siendo atacados sin distinción. La amenaza de vivir con un salario que cada vez alcanza para menos es un hecho del que ningún trabajador escapa, la reducción de los salarios ya sea porque no aumentan o lo hacen a un ritmo menor que la inflación, es una amenaza constante y generalizada del mismo calibre que el despido y el desempleo. Los golpes y las reformas laborales no son expresiones de realidades diferentes, son parte de un ataque global contra todos los trabajadores en todo el mundo.
¿Qué hacer?
Los cambios en el gobierno no cambiarán en nada los ataques que nos esperan. Hoy las fracciones de la burguesía están peleadas a muerte pero están siempre unidas en cuanto a la implementación de los planes de austeridad y en las medidas a tomar para hacer productivo al país, es decir, para mejor explotar a los trabajadores. Las elecciones no han sido ni serán el “cambio verdadero”, serán, como siempre, un medio para apuntalar esta democracia que justifica esta sociedad en decadencia.
Para la burguesía nada puede salirse de las urnas. No puede haber “buenos candidatos” para los explotados en una elección organizada por y para la burguesía. Nunca. La razón es simple: el capitalismo se hunde, la crisis económica lo conduce gradualmente hacia el fondo. Este sistema no tiene ya nada que aportar a la humanidad, solo más miseria y guerra. La única salida posible es poner fin a la explotación y la división del mundo en naciones competidoras. Ninguna elección, ningún referéndum puede conducir a este resultado. Por el contrario, cada vez que la burguesía nos solicita votar en las elecciones presidenciales, lo que en realidad nos impone es elegir al que estará a la cabeza del Estado para continuar con este sistema, elegir al que mejor defenderá los intereses capitalistas del país. Por lo tanto, no es sólo que “izquierda-derecha sean los mismo”, sino algo más profundo, que la democracia está buscando, a través de sus elecciones, mantener el sistema capitalista y los privilegios de una minoría sobre la mayoría. Para ello necesita que todos nosotros nos traguemos el cuento de que un partido o su candidato serán la solución al dilema histórico, la burguesía necesita que veamos en las elecciones el “único camino”. Saben muy bien los ideólogos del capital que entre más piensen los explotados en elecciones más se alejará el peligro de pensar en cambiar el mundo. Debemos reflexionar en el sentido de lo declarado por algunos Indignados de España: “Lo llaman democracia y no lo es, es una dictadura y no es ve”.
Luchar, salir a la calle, realizar asambleas para discutir y decidir juntos sobre cómo enfrentar esta terrible situación que nos arrastra al desastre. Luchar sí, pero no detrás de los diputados o partidos políticos que sólo buscan engañarnos; luchar sí, pero no detrás de los sindicatos que nos los pintan como la “única organización de trabajadores”, luchemos sin esperar que nos solucionen las cosas, la clase trabajadora solo cuanta con ella misma, por ello su fuerza esta en la unidad y la reflexión política colectiva. Divididos vamos a la derrota.
CCI. 20-04-12