Enviado por Revolucion Mundial el
Narcotráfico y descomposición del capitalismo
Hay cálculos que concluyen que de diciembre del
2006 a abril del 2011 la "guerra contra el narco" ha dejado un saldo de más de
40 mil muertos (entre narcos, militares y civiles) y son incalculables los
casos de tortura y robos que en el contexto de tal guerra realizan lo mismo los
sicarios a sueldo de las mafias que policías y militares... pero aunque la
burguesía pretende hacer pasar esto como un problema ajeno a su sistema, la
realidad expone que la droga y los crímenes que se expanden provienen, como en
cualquier guerra de la concurrencia capitalista por ganar mercados y de la
dificultad de esta misma clase para poder cohesionarse y ordenar sus
relaciones. Este descontrol político de la burguesía que proviene del
desgarramiento de las relaciones de la clase dominante, expone de forma clara y
brutal, el avance de la descomposición del capitalismo.
Es cierto que el peso de la descomposición toma
dimensiones crecientes en los países de menor desarrollo, en tanto que la
burguesía es menos capaz de controlar sus diferencias. Por eso vemos en
regiones como Colombia, Rusia o México que la mafia se funde con las
estructuras gubernamentales, de tal forma que cada grupo mafioso se asocia con
algún sector de la burguesía y al defender sus intereses se enfrenta con las
otras fracciones, tomando como terreno de combate las mismas estructuras del
Estado, extendiéndose así una lucha de "todos contra todos", pudriendo el
ambiente social.
Esto por supuesto no supone que los países
industrializados se encuentran ajenos al proceso de descomposición. Aunque la
burguesía de estos países, por el momento, puede en gran parte trasladar
algunos de los aspectos de la descomposición hacia la periferia y actuar -de
manera relativa- más ordenadamente para apaciguar sus diferencias, no están exentos
de esta tendencia dominante; si el espectro del narcotráfico no se vuelve una
pesada losa aún para estos, son otras aristas sobre las que avanza ese mismo
proceso, por ejemplo el terrorismo. Es preciso comprender que el avance de la
descomposición, aún cuando domina al conjunto del sistema capitalista, no se
presenta de forma homogéneo, no obstante, dadas las circunstancias que se viven
en el mundo, bien podemos afirmar que la degradación social que se vive en
países como México marca la perspectiva a la que se dirige el mundo.
Sin duda es el avance de la barbarie lo que domina
en la actualidad, lo cual sumado a la pauperización que acelera la crisis, hace
ver que el capitalismo es sinónimo de miseria y guerra.
Avance de la descomposición del capitalismo
Al inicio de la década de los noventa definíamos
que "entre las características más importantes de la descomposición de la
sociedad capitalista, hay que subrayar la creciente dificultad de la burguesía
para controlar la evolución de la situación en el plano político" ([1]). Y la razón de ello se
halla en la dificultad que la clase dominante tiene para asegurar su unidad
política. Las diversas fracciones que dividen a la burguesía se encuentran
enfrentadas, no sólo en el plano de la concurrencia, sino también (y
fundamentalmente) en lo político y en la actuales condiciones en la que no
existe bloques, no encuentran un "enemigo común" para invocar como argumentos
para justificar alianzas duraderas. Así podemos ver que de frente a la crisis
logra, mediante el Estado, unir criterios, pero sólo con objetivos económicos
de corto plazo, no así para la conducción política, incluso al agudizarse la
competencia que la crisis provoca, hace que la dispersión de fuerzas se amplíe,
llevando a una lucha de "todos contra todos" y una indisciplina generalizada en
el plano de la política, impidiendo repetir el orden presente durante el
dominio de los bloques políticos que definieron el entorno de la "guerra fría".
La situación de "todos contra todos y cada uno a la suya" que define el perfil
de la situación mundial, se repite en la actuación de la burguesía al interior
de sus países, por eso es solamente en ese marco que se puede explicar la
dinámica expansiva que sigue el narcotráfico.
La apertura de la descomposición no se produce de
un día para otro, una serie de fenómenos propios de esta fase se exponen en
momentos anteriores del desarrollo capitalista, será sin duda durante la
decadencia del capitalismo cuando toman mayor dimensión, pero sobre todo es en
las últimas décadas del siglo xx
que se han magnificado e incluso se vuelven dominantes. El caso del narcotráfico
ejemplifica adecuadamente este avance.
Incluso a mediados del siglo xix, durante la fase de ascenso del
capitalismo, el impacto que tiene el negocio del narcotráfico a través de
algunas drogas como el opio, crea dificultades políticas que conduce a guerras,
pero en este asunto los Estados están involucrados directamente y la clase
dominante no presenta desquebrajamientos por ese motivo. Esa circunstancia hace
que la "guerra del opio" -desatada centralmente por el Estado británico- aunque
marca un referente en la historia del capitalismo, no es un fenómeno que domine
durante esa etapa.
La importancia de la droga y la formación de grupos
mafiosos con una vida soterrada (con conexión con el Estado, pero de forma
secreta), se tornan más relevantes en la fase de decadencia del capitalismo,
aunque tampoco es desde el inicio de ella que toma las actuales dimensiones. Es
cierto que es en las primeras décadas del siglo xx
que la burguesía trata de limitar y ajustar con leyes y reglamentos el cultivo,
la preparación y el tráfico de algunas drogas, pero sólo es por la búsqueda de
llevar un mejor control de esta mercancía.
Por eso si se piensa que la "rama de droga" queda
como una actividad repudiada por la burguesía y su Estado, es algo falso. Es
esta misma clase la que se encarga de extender su uso y aprovecharse de ello.
La metanfetamina, por ejemplo, aunque es una droga
diseñada en Japón en 1919, expande su producción y uso durante la Segunda
Guerra Mundial al ser utilizada por los ejércitos tanto de "países aliados"
como por los japoneses para atrofiar las capacidades de los soldados y
exacerbar sus actitudes bélicas.
Hasta los tres cuartos del siglo xx, los Estados logran
sin muchos problemas mantener el control de la droga. Así, en los años sesenta,
cuando la guerra de Vietnam, algunos derivados de la cocaína son aplicados en
los perros de ataque, pero luego pasan a distribuir la heroína entre la tropa
para apaciguar su desmoralización y al mismo tiempo aprovechar la ferocidad que
despierta. Con este uso que hace el Tío Sam se incrementaba la demanda de
droga, y es el mismo gobierno norteamericano quien lo soluciona impulsando la
producción de drogas en los países de la periferia e incluso usando sus mismos
laboratorios.
Y aunque el efecto dedegradación social empieza a tomar dimensiones en los EUA, aún no preocupa
mucho a la burguesía... si es cierto que el presidente Nixon en 1971 proclama la
"guerra contra la droga", sabe que el grueso de la producción y su
comercialización está todavía bajo su control y la de los Estados nacionales
que están alineados bajo el bloque que comandaban los EUA.
Los Estados en el control de la droga
Al entrar la mitad del siglo xx en México, la importancia
que tiene la producción y distribución de la droga aún no es relevante, no
obstante se mantiene un estricto control por parte de las instancias
gubernamentales. No solo la policía vigila y protege a la incipiente mafia
(como el caso de "Lola la Chata", afamada distribuidora de droga en el DF
durante la década de los cuarenta), sino incluso confunde las estructuras del
Estado con las mafiosas. Por ejemplo, personajes como Nazario Ortiz, que
fungiera como gobernador de Coahuila, fuera fundador del PNR y Secretario de
Agricultura, aprovecha su "investidura" para ejercer libremente la distribución
del opio. La misma DFS (Dirección Federal de Seguridad, que cubría las tareas
de policía política) nace encabezada por militares que tienen como sus negocios
personales (obtenidos como prebendas) el control de la droga.
Durante los años ochenta, es
el Estado norteamericano, otra vez, quien alienta el incremento de la
producción y consumo de la droga. En el "caso
Irán-contras" (1986), sale a la luz que el gobierno de Reagan al ver limitado
el presupuesto para apoyar a los grupos militares opositores al gobierno de
Nicaragua (conocidos como los "contras"), utiliza recursos provenientes de la
venta de armas en Irán, pero sobre todo, a través de la CIA y la DEA obtienen
recursos que provienen de la droga. En este enredo, el gobierno de los EUA
empuja a las mafias colombianas a ampliar su producción, al tiempo que asegura
el apoyo material y logístico de los gobiernos de Panamá, México, Honduras, El
Salvador, Colombia y Guatemala. La propia burguesía para "ampliar su mercado"
produce "derivados" de la cocaína que además de resultar más baratos y por
tanto más fácil de comercializar, son mucho más destructivos.
Eso mismo que el gran capo utiliza para obtener
recursos para llevar a cabo sus aventuras golpistas, se repite en América
latina. En México la denominada "guerra sucia" -es decir la guerra de
exterminio que el Estado durante los setenta y ochenta libró en contra de la
guerrilla, y que fue encabezada por el ejército y por grupos paramilitares que
contaban con carta blanca para asesinar, secuestrar y torturar- fue sustentada
con ingresos que provenían de la droga. Proyectos como la "operación Cóndor"
que se presentaban como acciones contra la producción de droga, eran usadas
para enfrentar a la guerrilla y proteger los cultivos. Durante ese período,
según los datos de la periodista Anabel Hernandez, era el mismo ejército y la
policía federal quien, en asociación con los grupos mafiosos controlaban las
operaciones relacionadas con la droga ([2]).
El control de la producción y comercialización de
estupefacientes para estas fechas sigue estando bajo el control de los Estados,
eso, como hemos visto ha sido una constante y lo que muestra el cambio
cualitativo y cuantitativo es la indisciplina que se presenta entre los
diferentes grupos de la burguesía que integran el aparato estatal. El
desarrollo de la guerra fría estuvo asociado en México con el poder monolítico
impuesto desde el PRI; el cual desde su fundación (1929) se da a la tarea de
aglutinar a la "familia revolucionaria" distribuyendo canonjías y fragmentos de
poder que le posibilita a la burguesía una "armoniosa" convivencia y una
disciplina férrea. De forma que al romperse el esquema internacional de
alineamiento de las diversas fuerzas imperialistas, se repite al interior de
cada país (con matices particulares) la fractura. En el caso de México se
expresa, en general, mediante la disputa abierta de las fracciones de la
burguesía, la cual busca ser remediada mediante el cambio de partido en el
poder y la "descentralización" de los mandos de orden; de manera que los
gobernadores de estados y presidentes municipales declaran su poder regional,
asociándose cada uno, según su interés, con un bando de la mafia, empujando así
al crecimiento de estos grupos, pero al mismo tiempo animando los
enfrentamientos.
¿Tiene solución la descomposición capitalista?
La aceleración de la barbarie que desata el
narcotráfico y la "guerra" asociada a él, acarrea muerte y dolor para muchos y
altas ganancias para pocos, es un gran mal que el capitalismo ha engendrado. En
este conflicto, sin duda toda la clase dominante está envuelta, lo cual no
implica que ella misma sufra las consecuencias, no obstante sabe trasladar lo
peor de sus efectos hacia los trabajadores y además utilizar sus consecuencias
para asegurar el control de los explotados. Así vemos que los asesinados y las
masas de pobladores que han abandonado territorios por el temor o la amenaza
directa, son siempre masas de explotados. Pero este mismo ambiente la burguesía
lo aprovecha para sembrar el miedo, paralizar todo descontento o encaminarlo
hacia respuestas desesperadas.
La burguesía, metida en su mundo mistificado,
considera que la existencia de este problema puede tener solución rectificando
las políticas y las estrategias contra la drogas. Ejemplo de ello es la
propuesta de "Global Comission on Drug Policy", que luego de criticar las
políticas patrocinadas por los EUA desde los años setenta, propone como
solución la revisión y la reforma de la clasificación de drogas, con el fin de
legitimar el consumo de algunas y controlar mejor su producción y distribución.
Otras propuestas, provenientes incluso de sectores no explotadores, como la del
movimiento por la paz que encabeza Javier Sicilia, aunque es una expresión real
de descontento y repudio a la barbarie que se vive, expresa solo desesperación
que conduce a caminos sin salida. Su declaración del 4 de junio, lo
ejemplifica, dado que dice buscar que su llamado "... llegue al corazón de la
clase política, que llegue al corazón de criminales y que vuelvan
a transformar su vida en función del ser humano que es el servicio a nosotros.
Ellos tienen la posibilidad de cambiar si cambian su corazón..." De manera
que aunque su dolor y descontento es real, como el de muchos que acompañan esa
caravana, no hacen sino afianzar la confianza en que la misma burguesía por un
acto compasivo puede solucionar el pudrimiento que avanza en su sistema.
Pero la única solución que la burguesía podría
tener para limitar lo más explosivo de la barbarie es la consolidación de una
cohesión alrededor de uno de los grupos de la mafia y así poder marginar al
resto de ellos. Eso es lo que en Colombia se hizo para lograr la disminución de
los crímenes y atentados. La burguesía, desde el gobierno, impulsó a uno de los
cárteles logrando así el control de la situación nacional de mejor manera... pero
eso no significa una solución de la barbarie, tan sólo es alejar de una región
el descontrol y lanzarlo hacia otros países. Para el caso de México, la
burguesía tendrá que buscar la conciliación de intereses, pero en tanto más
cerca se encuentra el proceso electoral (2012) que reproduce una pugna mayor
por el control económico y político a nivel nacional, más se animan las
diferencias y la lucha de "todos contra todos", presagiando por ello una mayor
aceleración de las disputas en todos los terrenos.
De manera que no es posible esperar que la
burguesía encuentre una solución a la descomposición que avanza y corroe al
sistema, solo la actuación revolucionaria de la clase obrera podrá poner fin a
la pesadilla que se vive. La disyuntiva que dijera Engels (1892) enfrenta la
humanidad, hoy más que nunca muestra su vigencia: "el socialismo o la
barbarie".
Tatlin,
junio del 2011
[1])
"La descomposición: fase última de la decadencia del capitalismo",
punto 9, Revista Internacional no 62,
junio-septiembre 1990.
[2]) Los
Señores del narco, Editorial Grijalbo, 2010.