Enviado por Revolucion Mundial el
Fuga de combustible y explosión en San Martín Texmelucan, Puebla
El capitalismo es un infierno
El estallido fue pavoroso, todo se empezó a quemar en un radio de más de dos kilómetros, el fuego salía lo mismo de las alcantarillas de las calles que corría por el caudal del río Atoyac inundado de gasolina; la ola expansiva se sintió a varios kilómetros y el humo y la ceniza cubrió un extenso territorio a la redonda... un verdadero infierno que obligó a miles de familias a huir despavoridas de la ciudad que siempre ha estado bajo la espada de Damocles de las instalaciones de Pemex que por años han registrado incidentes graves pero que siguen ahí conviviendo con los pobladores.
No, no es una película de horror, es algo real y peor, es la enésima tragedia de su tipo sucedida el domingo 19 de diciembre a las 5:30 a.m. en la ciudad de San Martín Texmelucan, Puebla, y al decir del gobierno federal, estatal y local, se debió a una "ordeña" ilegal de combustible, fuera del control de la empresa paraestatal. Hasta la fecha, esas mismas fuentes sostienen que han sido unas 29 personas las que fallecieron y decenas las damnificadas por la pérdida de casas, vehículos, etc.
Como siempre, las lágrimas de cocodrilo de la burguesía brotan por doquier amplificándose hasta el hartazgo en sus cajas de resonancia como la TV, la radio, los diarios, las explicaciones "racionales" que piden justicia y castigo para los culpables, esos "malhechores desalmados" que aparte de robarse la riqueza nacional ponen en peligro a las poblaciones y, como ahora, provocan verdaderos asesinatos masivos. Los gobiernos por su parte reeditan la misma cantaleta: "se aplicará todo el peso de la ley y... lamentamos las vidas perdidas..." Palabras tan criminales como los hechos sucedidos.
La responsabilidad es totalmente de la burguesía
Este nuevo crimen se suma al largo rosario de crímenes que hay que endosar a la cuenta del capitalismo en todos los rincones del globo: sustancias tóxicas que contaminan cientos de kilómetros cuadrados y acaban con ríos y fuentes de agua para siempre, explosiones de plantas nucleares, desplome de puentes, caída de aviones... todos estos "accidentes" tienen como denominador común el de ser el resultado inexorable de la actitud criminal del capital que en aras de la ganancia recorta el presupuesto para la seguridad y el mantenimiento sin importarle en lo más mínimo la suerte de la población y en particular de los trabajadores con un desprecio absoluto hacia la vida de las masas obreras que, al fin y al cabo, son mero insumo para efectos de su acumulación.
En efecto, en el caso de Pemex, por décadas se han ido construyendo instalaciones de alto riesgo en lugares donde se asientan grandes masas de personas y sobre todo los trabajadores que son obligados por su pobreza a edificar sus humildes viviendas en estas zonas. Para la burguesía, esta convivencia de refinerías, bodegas de combustible, oleoductos, etc., con las masas hacinadas no tiene mayor problema pues no le interesa en lo más mínimo la suerte de las familias obreras. Recuérdese, por ejemplo, el estallido de varias salchichas de combustible en San Juan Ixhuatepec, México, en noviembre de 1984 que incendió en segundos centenares de casas obreras calcinando en el acto a cientos de personas y dejando mutiladas a otros más. O también el estallido de las alcantarillas del drenaje anegadas de gasolina en Guadalajara, Jalisco en 1992. En fin, la lista es interminable y se ampliará aún más indudablemente.
En cuanto a las famosas "ordeñas" clandestinas de las tuberías de combustible, es del dominio común el que son los mismos funcionarios de la empresa estatal y del sindicato quienes han administrado esta actividad por décadas y han sido protegidos por las mismas autoridades policiacas, que una tal práctica es imposible para algún particular "independiente" no sólo por el equipo empleado sino por la cobertura que hay que tener para realizar esto en la escala en que se hace. Así, no sólo la empresa enriquece al sector de la burguesía que la controla en determinado momento mediante las participaciones legales que aparecen en la contabilidad formal sino también por medio de estas acciones que representan ganancias millonarias. La mismas personas afectadas denunciaron que es precisamente esa área siniestrada la que registra al año el mayor porcentaje de tomas clandestinas y que necesariamente todas las autoridades lo han sabido por años pero que sospechosamente nunca han hecho nada.
La Ley de la Ganancia vuelve a cobrar vidas en estas catástrofes desnudando la naturaleza destructora del sistema capitalista que es una permanente amenaza para la humanidad pues cada minuto que se mantiene en pie es sinónimo de incontables sacrificios mortales para las masas explotadas y oprimidas.
¡Hay que destruir al capitalismo
antes que destruya el planeta entero!
21 de diciembre de 2010, RR