Enviado por Revolucion Mundial el
Entre los medios de difusión se ha comentado que la saña con que se ataca a los trabajadores del centro se debe a la maniobra de la burguesía para realizar un gran negocio con la venta de la fibra óptica. En el intento de renovar la imagen del sindicato, afirman que ese negocio no podría ser realizado mientras existiera el sindicato de trabajadores electricistas (SME). No se duda ni por un momento que tales negociaciones están previstas por el Estado, y en su intento de relanzar el proceso de acumulación buscarán otorgar al capital privado su operación, favoreciendo a una fracción de la burguesía o incluso a un capitalista individual, pero si se remarca tanto sobre esto es justamente para cubrir que los verdaderos golpeados en esta acción son los trabajadores que han sido despedidos. En su intento por impedir la reflexión y la solidaridad real con los trabajadores de la electricidad, la burguesía anima, sobre todo a través de su aparato de izquierda, la defensa del sindicato, de la empresa, de los recursos económicos y de la nación, es decir por la defensa de intereses ajenos a todos los trabajadores.
Con el golpe a los trabajadores de LyF nos golpean a todos
El golpe dado a los trabajadores de la luz, fue preparado cuidadosamente por la burguesía porque no quería golpear solamente a 44 mil trabajadores, sino que este golpe tuviera un efecto global en los asalariados. Nadie puede creer que como lo afirman los voceros del gobierno, la decisión fue tomada el 28 de septiembre. La burguesía midió los tiempos y preparó las condiciones: alentando primero un conflicto sindical y así al dar el golpe, hace aparecer que el objetivo era el SME y poder encausar el descontento a la defensa del sindicato, y los añadidos que vienen con este, es decir la defensa de la patria... Unido a esto, se lanza una campaña de desprestigio, acusando a los trabajadores de la electricidad de "privilegiados". Estas acusaciones son una estratagema muy usada por la burguesía para crear un clima de linchamiento. Eso se hizo para justificar la "ley del ISSSTE" y golpear las pensiones y jubilaciones, pero también lo ha hecho en Venezuela el gobernante Hugo Chávez, promotor del "socialismo del siglo XXI". En el mismo tono usado por Calderón, Chávez ha acusado de "privilegiados" a aquellos sectores a los que se prepara a golpear, así lo hizo con los trabajadores del petróleo, que exigían incremento salarial, el mismo adjetivo usó contra los trabajadores de la televisora estatal y contra los obreros de la empresa estatal SIDOR, a los que terminó reprimiendo con la misma saña con que actúan los gobiernos de derecha.
De manera que con el golpe a LyF el gobierno busca dar una "lección" al conjunto de los trabajadores: hacer ver que ante los mandatos de la burguesía nada se puede hacer, buscando así extender la desmoralización. En ese sentido es que gobierno y sindicato combinan sus fuerzas: uno golpea directamente, el otro contiene y desvía el descontento.
Así pues, el objetivo de la clase dominante es paralizar al conjunto de explotados mediante el temor y la impotencia. Pero sabe también que estos ataques generan coraje y son motivo y detonante hacia una unificación de los trabajadores, por eso empantana el camino con consignas que anulan cualquier posibilidad de animar la solidaridad y de romper con las cadenas del sindicato. Es por ello que la estrategia que está llevando el SME busca el aislamiento de los trabajadores de Luz y Fuerza, impidiendo que el movimiento salga de su control y se extienda, pero además se encarga de desviar el coraje real presente entre una creciente masa de trabajadores (como se mostró en la marcha del 15 de octubre).
Una vieja práctica del sindicato para aislar, desmoralizar y desgastar a los trabajadores, es sumirlos en manifestaciones controladas, en las que no hay posibilidad de que ese descontento se transforme en una solidaridad real, y que la toma de las calles se torne en un encuentro de trabajadores extendiendo la reflexión colectiva. Sin duda la masividad que pueden alcanzar expresan el coraje existente, pero el sindicato esteriliza estos actos convirtiéndolos en procesiones pasivas, que pueden ganarse las fotos de primera plana de la prensa burguesa, pero no logran concretar la unificación real de las fuerzas solidarias del proletariado.
Los sindicatos son, sin duda, maestros en el control y la maniobra y conocen de memoria sus viejas trampas de contención. Una muy recurrente en su práctica, es atar el coraje y la indignación de los trabajadores a la esperanza en la justicia que se imparten por los tribunales de la burguesía. Como siguiendo un guión ya conocido para llevar a la derrota, el SME se ha encargado de promover los recursos legaloides de los amparos y la controversia constitucional. Nada importa que esos caminos hayan mostrado que llevan a derrotas como lo saben muy bien los trabajadores que abandonaron la movilización en contra de la "ley del ISSSTE", esperanzados en la justicia. Esos procedimientos sólo son patrañas para desgastar y desmovilizar.
Pero, hay otra arista que la burguesía contempla en su estrategia: el uso de la provocación para llevar a los trabajadores a acciones desesperadas, que evite que el proceso de reflexión colectiva y la posibilidad de expresar la verdadera fuerza de la clase trabajadora, que es a través de su acción masiva y conciente... La burguesía prepara su ataque por todos los flancos, con su inactivismo legaloide o su radicalidad desesperada e inconsciente, al final, intentarán hacernos tragar la idea de que la lucha no sirve.
¿Defender a la empresa o defender a los trabajadores y sus condiciones de vida?
Para impedir que en esta experiencia los trabajadores reconozcan a sus enemigos y desarrollen de forma autónoma sus fuerzas, encaminando su coraje en contra del sistema de explotación, la burguesía tiende una campaña que apuntala muy bien con su aparato de izquierda (lo mismo el PRD y el PT, como aquellos grupos estalinistas y trotskistas que van a la cola de esta izquierda oficial), pues como una sola voz repiten que luchar contra el despido de los electricistas, es sinónimo de defensa de la empresa, de los recursos nacionales y del SME. Esta lógica tramposa pretende hacer creer que los trabajadores y el Estado tienen coincidencias de intereses que confluirían en la defensa de la economía nacional.
Cuando en la década de los sesenta del siglo pasado las empresas dedicadas al suministro eléctrico fueron compradas por el Estado a los empresarios extranjeros, el objetivo era facilitar el proceso de industrialización mediante un apuntalamiento del capital nacional y por tanto impulsar la dinámica de acumulación capitalista, y en este proceso las necesidades de los trabajadores se encuentran sometidas a las necesidades de acumulación del capital, de tal manera que su condición de explotados perdura. Ninguna diferencia esencial existe cuando los trabajadores tienen un patrón de la iniciativa privada (nacional o extranjero) o cuando el Estado asume su papel de propietario del capital, en ambos casos son explotados, sólo que la burguesía en su proceso de refinamiento de los controles ideológicos de dominio, se ha dado la tarea de repetir continuamente que la empresa estatal representa un logro de los trabajadores y la actuación siempre puntual del sindicato (como en el caso concreto del SME) remarcando esto ha permitido crear esa confusión. El aparato de izquierda del capital con el propósito de impedir que los trabajadores se reconozcan como una clase explotada que nada gana con los logros económicos que obtiene el Estado-nación, se empeña en afirmar que los trabajadores tienen una patria que defender, que es la misma de los explotadores, de manera que si desean ser patriotas tienen el deber de defender los intereses de la burguesía nacional.
Aprovechando el peso de esa campaña de confusión, la burguesía intenta evitar que la solidaridad de los explotados se exprese hacia los obreros de la electricidad que han sido despedidos, y dirigirla hacia la defensa de la industria nacional y de la empresa. Pero la defensa de las condiciones de vida de los trabajadores y la lucha contra el despido masivo de los electricistas no significa defender los intereses de la nación o el rescate de la empresa.
¿Se puede luchar fuera del sindicato?
Cuando el aparato de izquierda del capital plantea que la defensa de los trabajadores implica la defensa del sindicato, está llevando la idea de que el sindicato no es una estructura que está engranada al aparato estatal y por ello es la única forma que tiene para luchar. Esta misma idea, aunque presente de forma más burda, es la que se expresa cuando se plantea que ante las agresiones que los trabajadores reciben tienen en el voto electoral el único camino para mostrar su descontento. Las diversas experiencias de la clase obrera muestran que cuando su descontento es sometido por los instrumentos del Estado su final predecible es la derrota. En cambio la fuerza combativa expuesta de forma autónoma, rompiendo las ataduras del sindicato y partidos burgueses, orientan y fortalecen las fuerzas proletarias. La expresión de estas fuerzas mediante Asambleas Generales abiertas a todos los explotados, sin importar la empresa a la que pertenezcan, si se trata de un jubilado o desempleado, y controladas por los trabajadores, son medios que los explotados han diseñado para imponer sus orientaciones al combate y enfrentar al sabotaje.
Un ejemplo importante para entender de la naturaleza anti obrera del sindicato y la posibilidad de organizarse y luchar fuera de esta estructura, lo encontramos en las huelgas en Polonia llevadas a cabo en los años 80 del siglo pasado. Los obreros polacos de forma espontánea y autónoma instauraban asambleas, elegían delegados y organizaban comités inter-empresas (denominados MKS) para coordinar y hacer más eficaces sus acciones, logrando imponer sus reivindicaciones. Y solamente el Estado polaco pudo detener esta fuerza transformando los MKS en estructuras sindicales (MKZ) que después darían forma a Solidarnosc, con Walesa a la cabeza.
Experiencias como la de los obreros polacos, nos muestran que no solamente es necesario luchar fuera del dominio sindical, sino que además es posible. Por eso el coraje presente por el golpe a los trabajadores de Luz y Fuerza, para transformarse en una lucha real, tendrá que rebasar la estructura sindical y desechar la basura patriotera para imponer en primer plano la defensa de los trabajadores y sus condiciones de vida.
RM. 30/Octubre/2009