Enviado por Revolucion Mundial el
Desde que el Estado mexicano inicio con su famosa "reforma energética" se desato una verdadera avalancha de veneno nacionalista contra la clase obrera, tanto por parte de la derecha que llama a defender la economía nacional a través de la "modernización" de la paraestatal; como por parte de la izquierda que llama a "defender a Pemex" y defender también al "petróleo que es nuestro" (sic!). Estas posturas se han desarrollado a través de una guerra mediática y una costosa y ensordecedora campaña.
Reforma del Estado: derecha e izquierda defienden al capital
En nuestras páginas hemos ya abordado el asunto de las nacionalizaciones y las razones a las cuales responde el fenómeno de las privatizaciones. Recordemos simplemente que tanto la derecha como la izquierda son parte indefectible del sistema capitalista y que ambas expresiones políticas defienden un solo campo: el de la burguesía. "Esta diferencia FORMAL entre proyectos, no significa que se presente una fracción burguesa «progresista y nacionalista» y otra «liberal y entreguista» (como lo pretende mostrar la prensa), ambas fracciones son igual de reaccionarias, sin embargo no definen un acuerdo que les permita establecer una propuesta homogénea para encarar a la crisis y con ello pretender relanzar el proceso de acumulación (y que les permitiría cumplir así con sus sueños de crecimiento continuo del PIB), pero además se enfrentan por definir cómo ha de distribuirse entre sus diferentes fracciones la renta generada por el petróleo" (RM 105). El aspecto de enconada oposición que se aprecia entre la "reforma calderonista", los "matices del PRI" y la reforma que presentará la izquierda (en particular el Frente Amplio Progresista (FAP) de López Obrador) esconde en realidad una pugna terrible por ver qué fracción de la burguesía sale más beneficiada de este asunto. Todos los discursos sobre los "beneficios para los mexicanos" son sólo manipulaciones ideológicas para disfrazar sus pugnas internas.
Recordemos que en el marco de la famosa "Reforma del Estado" la burguesía mexicana emprendió, desde la década de los 80, una serie de esfuerzos para adaptar su aparato estatal al desarrollo de la crisis mundial y a una situación social donde los trabajadores empezaron a desarrollar protestas importantes. En este sentido se planteó una reforma electoral (la creación del IFE) para reforzar una democracia asentada sobre una credibilidad ya casi nula, se reformó también el marco sindical (creación de la UNT -Unión nacional de trabajadores- y se destituyó a viejos caciques sindicales: La "Quina" en Pemex, y Jongitud Barrios en el magisterio) para adaptar y flexibilizar su aparto de control sindical, existe también la reforma laboral, reforma de la seguridad social, reforma económica y energética. No debemos perder de vista que este proyecto de "reforma del Estado" encierra varios aspectos en los que sobresalen dos: necesidad para la burguesía mexicana de enfrentar la crisis mundial y necesidad de reforzar sus instrumentos de dominio contra el proletariado. La burguesía, con sus resistencias y dramáticas convulsiones (asesinatos de Estado, escándalos de corrupción, ajustes de cuentas, etc.) venía avanzando en ese trayecto; sin embargo, la última década está marcada por serias dificultades de la burguesía para consolidar su proyecto. Por ejemplo, los esfuerzos alrededor de la reforma electoral han sido cuestionados abiertamente por una de sus fracciones y la credibilidad en el IFE es atacada por los mismos partidos políticos (el PRD en primer lugar) acusando abiertamente a este "organismo ciudadano" de corrupto y fraudulento. Por otro lado la reforma sindical se ha visto entorpecida por la mezcla de intereses de unas fracciones que sacan provecho del apoyo electoral de ciertos caciques sindicales (la maestra Gordillo , lideresa vitalicia de los maestros, vaya ejemplo de modernización!!).
Por otro lado a nivel económico, la burguesía había avanzado sin mucho tropiezo por el camino de la privatización de sectores enteros de la economía: ferrocarriles, puertos, televisoras, teléfonos de México e incluso petroquímica secundaria, todo ello sin provocar la rasgadura de las vestiduras de alguna fracción. Evidentemente, salvo el griterío y la simulaciòn de la izquierda que siempre asume su función de «oponerse» a las medidas como estas para después legitimar ante los trabajadores su labor al lado de la defensa del capital. A finales de los 80 y principios de los noventa la burguesía estaba de acuerdo, globalmente, con estas medidas y todas las fracciones, con sus diferentes lenguajes, apoyaban las privatizaciones ya que les permitía:
-aliviar un poco el alto déficit en el presupuesto estatal, les permitía mantener la nariz fuera del agua;
-rentabilizar ramas de la producción que habían caído en el abandono casi total;
-evitaba así que el Estado apareciera directamente como el "patrón" en los conflictos sociales que la misma crisis anunciaba.
Las divergencias entre las fracciones de la burguesía empezaron a agudizarse conforme la crisis y la descomposición social han avanzado a pasos acelerados y donde la misma reforma del estado planteaba reacomodos y redistribuciones de las fracciones del capital. Los beneficios se reducen y los beneficiarios también, cada gobierno en turno saquean porque sabe que tal vez no regrese al poder o para cuando lo haga sabe que habrá menos. Las disputas electorales no son por ver "quién sirve mejor al pueblo" sino que representan verdaderas pugnas por ver que fracción toma el timón del Estado y con ello, beneficiará a una parte de capitalistas.
Desde la transición de Fox a Calderón las cosas se dividieron al extremo y las fracciones se disputan cada coto de poder. Es por ello que la reforma de Pemex (luego vendrá la inversión privada en la generación de energía eléctrica) ha generado tantos dimes y diretes, el contexto es diferente a los 80 y hoy el descontento social está al borde de la explosión.
La consulta del FAP: la izquierda del capital en acción
El descontento social es innegable y la burguesía es capaz de aprovechar hasta sus pugnas para revertir lanzar contra el proletariado una campaña nacionalista de dimensiones que sólo se pueden explicar por las necesidades de control y mistificación del capital. "La burguesía requiere afianzar su control mediante la extensión de una campaña de confusión, para ello viene alentando un ambiente nacionalista, para que en nombre del rescate de la nación se someta el descontento proletario, evitando entonces que los asalariados y las clases no explotadoras (como los campesinos pobres) que también se han visto afectadas por las medidas gubernamentales, desplieguen movilizaciones en defensa de sus condiciones, quedándose atadas a las consignas como la defensa de PEMEX y del mercado nacional, esterilizando así cualquier movilización" (RM 103). En esta tarea la izquierda es una herramienta fundamental en el arsenal del Estado.
Recientemente el FAP ha empezado a desplegar una serie de campañas a través de las famosas "consultas ciudadanas", bajo la forma de preguntas cerradas que impiden cualquier reflexión la izquierda ha iniciado una campaña para involucrar a los trabajadores en la defensa de la economía nacional, este "programa" se reforzará con "movilizaciones pacíficas" (en agosto la primera), el objetivo: defender PEMEX!. Recordemos que la función social que el capital ha dado a la izquierda es el encuadramiento de la clase obrera y para ello es importante que lo haga desde la oposición. A nivel de su lenguaje si bien ya no hay un lenguaje "marxista y obrero", éste se ha convertido en un lenguaje democrático y de defensa de las causas ciudadanas. Sin embargo, en momentos en que las luchas obreras se desarrollen y radicalicen no deberá sorprendernos que ese lenguaje cambie y le salga lo "proletario".
Detrás de la consulta del FAP está un ataque brutal contra la conciencia de los trabajadores:
-elimina la noción de clase explotada y la sustituye por ciudadanos, atacando la identidad del proletariado;
-mete a los obreros en una lucha por reformar al capital para ocultar así la necesidad de su abolición;
-alimenta la defensa de la democracia y sus instituciones para enterrar la idea de revolución. AMLO defiende abiertamente la idea de un cambio "a través de las elecciones";
-la defensa de PEMEX y "nuestro petróleo" conduce a la defensa de la nación, a la defensa de la economía nacional, es decir, mientras la clase obrera a nivel mundial hace esfuerzos por reconocerse como una clase mundial, el FAP y la derecha se encargan de hundir al proletariado en la ciénaga nacionalista lo cual evita que los trabajadores de la región se reconozcan en sus hermanos del resto del mundo.
Los ataques contra nuestras condiciones de vida van a continuar; los esfuerzos de la burguesía para impedir que los trabajadores reflexionen sobre cómo y con qué medios responder se van a potenciar. El camino de la discusión y de la reflexión colectiva es un instrumento que los trabajadores debemos poner en marcha para empezar a crear las condiciones de una respuesta colectiva y unida a estas embestidas del capital.
Marsan. 13-08-08