Enviado por Accion Proletaria el
Durante semanas y meses los trabajadores españoles hemos soportado la matraca electoral que por una u otra vía venía a decirnos que nuestro futuro se jugaba en que saliera elegido mengano o zutano. La verdad es que, como denunciamos más explícitamente en otro artículo de este mismo número de AP, las elecciones han resultado la enésima demostración de la farsa democrática y que gobierne quien gobierne el Estado, su principal misión es la salvaguarda de los intereses de la clase explotadora y, por consiguiente, el creciente sacrificio de las condiciones de vida y trabajo de los explotados.
Por eso tiene muchísimo significado que la apabullante "campaña electoral" no haya supuesto un momento de "paz social. Todo lo contrario. A lo largo de los últimos meses se han desarrollado en España luchas tales como la lucha que se arrastra desde principios de Febrero de los trabajadores de la Administración de Justicia, las movilizaciones muy ampliamente secundadas por los maestros en Cataluña - ver en "CCI on line": "Huelga y manifestación en la enseñanza en Cataluña: una expresión de la maduración de la lucha obrera" - las luchas en el sector de la limpieza en Madrid, y también las movilizaciones muy radicales de los trabajadores de los transportes urbanos en Barcelona, Madrid y Valencia, que sobre todo en el caso de la primera han contado con la SOLIDARIDAD ACTIVA de usuarios y trabajadores de otros sectores, y especialmente de los estudiantes universitarios que también a lo largo de estos meses han protagonizado asambleas y manifestaciones contra la degradación de la educación mediante el llamado "proceso de Bolonia". Como vimos por ejemplo en las movilizaciones que tuvieron lugar en Francia el pasado mes de Noviembre - véase AP nº 198 ó "Luchas en Francia: ¡Hay que luchar unidos!" - esta confluencia pone de manifiesto un hecho trascendental para la perspectiva de la lucha de clases: LA INCORPORACION A LA LUCHA DE LA NUEVA GENERACION DE TRABAJADORES. Que este "bautismo de fuego" de la nueva generación obrera tenga lugar precisamente en un terreno de movilizaciones por solidaridad, superando el peso del "cada uno a la suya", del corporativismo, o la división que la clase enemiga trata de sembrar en nuestras filas tiene además un importante valor añadido, ya que la solidaridad es un aspecto vital de la toma de conciencia de la pertenencia a una misma clase con unos mismos intereses comunes de lucha contra los explotadores, y con una misma perspectiva unitaria - la construcción de la comunidad humana mundial - opuesta a la destrucción engendrada por la sociedad basada en la explotación, en la defensa de los intereses de una minoría.
La creciente inquietud de los explotados por el futuro no puede ser contenida por las "promesas" de los explotadores
Allí donde acudía a dar un mitin el Ministro de Justicia, el Sr. Bermejo, muy aficionado a presumir de "rojerío" y a anunciar «un futuro en colores» (¡sic!), allá que acudían los trabajadores de los juzgados a reclamar una subida salarial que les permitiría superar los "grises" mil euros que tienen, como media, en nómina. Mientras la cabeza de lista de los "socialistas" catalanes, la ministra Chacón, se aparecía cual hada madrina que vela por «los sueños de los jóvenes y los desfavorecidos» (¡sic!), los conductores de autobuses de Barcelona han recordado una y otra vez como el alcalde "socialista" de Barcelona les somete a la pesadilla de una infernal jornada laboral que les impide descansar dos días seguidos a la semana.
Hacía mucho tiempo que una campaña electoral no se veía salpicada de un desarrollo tal de la conflictividad social. Con ello no pretendemos negar el impacto que tiene aún entre los trabajadores la mistificación democrática que se ha puesto en evidencia con la tasa de participación del 9-M. Pero resulta igualmente incuestionable que hacía mucho tiempo, prácticamente 20 años, que una campaña electoral no "coincidía" con tal número de huelgas y movilizaciones es decir que el "circo" electoral no ha conseguido acallar las luchas de los trabajadores o silenciar sus reivindicaciones. Puede parecer un dato circunstancial, pero no lo es. Sumado a las noticias de las luchas que se suceden en multitud de países - desde Egipto como analizamos en el anterior número de AP hasta el corazón del capitalismo en Alemania como vemos en éste - es un dato más que confirma el cambio de "clima" que se respira en las filas de los trabajadores de todo el mundo en el último lustro - ver nuestro análisis en "Por el mundo entero, ante los ataques del capitalismo en crisis - ¡Una misma clase obrera, la misma lucha de clases!" - . Detrás de ese avance de la combatividad, y en cierto modo también de la toma de conciencia del proletariado - se haya, como decimos en el artículo referido una creciente inquietud por el futuro en el que se anuncia nítidamente un brutal empeoramiento de las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera.
Así por ejemplo la rabia que late detrás de las movilizaciones de los estudiantes universitarios es el porvenir que se barruntan muchos de ellos de verse atrapados en unos "estudios basura" en unas Facultades abandonadas a su suerte en los presupuestos públicos. Eso explica igualmente que, como también ha sucedido en Francia, profesores y otros trabajadores de las universidades se hayan manifestado en solidaridad con los estudiantes. Otro tanto cabe decir de los trabajadores de los servicios de limpieza de Madrid que alentados por el ejemplo que les dio la lucha del personal de limpieza del Metro de Madrid en Diciembre-Enero pasado se han lanzado ahora a la huelga, conscientes de que poco se puede confiar en las interminables "negociaciones" sindicales. Otro tanto han debido pensar, como veíamos, los conductores de autobuses de Barcelona que han decidido movilizarse inmediatamente por los dos días de descanso semanales sin obedecer las instrucciones de UGT y CCOO que les llamaban a "integrar" esta reivindicación en las interminables negociaciones del convenio colectivo. Una vez más, el detonante de esta explosión de combatividad ha sido la comprobación de que las condiciones laborales empeoraban cada día más - por ejemplo con traslados de un día para otro de la ruta de trabajo - y esa ha sido también la base que ha servido para la solidaridad de los propios usuarios que son, en su inmensa mayoría, trabajadores sometidos a ataques y amenazas similares.
Con este desarrollo de las luchas reivindicativas se pone de manifiesto sin duda la creciente desconfianza de los trabajadores en las instituciones del Estado "democrático". Así por ejemplo los periodistas que seguían las movilizaciones de los conductores de autobús en Barcelona, se extrañaban de que a diferencia de otras manifestaciones en esta ocasión los trabajadores no desfilaran tras la clásica "sopa de letras" de los sindicatos. No deberían extrañarse puesto que UGT y CCOO son los baluartes sindicales de los partidos del gobierno municipal de Barcelona, que es la propia patronal de la empresa de transporte urbano. Pero ese distanciamiento no puede explicarse únicamente por estas particularidades, pues es algo que vemos desarrollarse también entre otros trabajadores como los ferroviarios franceses - véase "Francia: gobierno y sindicatos unidos contra la clase obrera" - o los empleados públicos en Alemania - ver artículo en este mismo número de AP -.
Y es que por mucho que esas instituciones "democráticas" se llenen la boca de promesas de atender nuestros intereses, lo único que de verdad "ofrecen" ante nuestras reivindicaciones son LA CALUMNIA Y LA REPRESION.
La calumnia ha ido en esta ocasión más allá de la acusación a los huelguistas de "egoístas" e "insolidarios" que con sus desmedidas reclamaciones amenazarían los presupuestos públicos (cuando por ejemplo el ministro de Justicia ha gastado 250 mil euros de las arcas públicas en reformarse un apartamento en Madrid), u ocasionarían un grave daño a los ciudadanos usuarios. En su afán de crear un verdadero "cordón sanitario" para aislar las luchas, los medios de comunicación han insinuado que estas estarían siendo instrumentalizadas como "arma electoral". Y del mismo modo que la prensa afín a Esperanza Aguirre y el PP veía la larga mano del PSOE tras las movilizaciones de los empleados de limpieza en Madrid; la prensa que suspira por ZP catalogaba a los trabajadores de la Justicia que se concentraban ante los mítines del PSOE como "tontos útiles" pero "servidores objetivos" de los intereses de la Derecha.
Y cuando el linchamiento "moral" de los huelguistas no ha sido bastante, los defensores del orden han recurrido al apaleamiento físico y a otros instrumentos de represión como las sanciones y las multas. Así, por ejemplo, los "mossos d'esquadra" (la policía autónoma catalana) entraron brutalmente a desalojar a los estudiantes concentrados en la Universidad Autónoma de Barcelona el pasado 4 de Marzo ocasionando cerca de una decena de heridos. Por ejemplo también esa misma policía la emprendió a palos contra un miembro de un piquete informativo de la huelga de autobuses de Barcelona. A los trabajadores de la Administración de Justicia les llueven estos días sanciones de hasta un 50% del salario por haber hecho huelga cuatro o cinco días laborables. Los conductores de autobuses de Barcelona deben hacer frente a multas por incumplir unos "servicios mínimos" que alcanzan a menudo hasta el 80% de los trabajadores y que son fijados por las mismas autoridades que se niegan a satisfacer las reivindicaciones obreras.
Que la burguesía recurra cada vez más a la represión - como, por otra parte, también hemos denunciado en las luchas que han tenido lugar en Francia el pasado mes de Noviembre - es un síntoma evidente del recorte de su margen de maniobra que le viene impuesto por la agravación de la crisis mundial y que le empuja inexorablemente a atacar a muerte las condiciones de vida de los trabajadores en todo el planeta y a enfrentarse sin contemplaciones a la lucha de estos contra esos hachazos. Lo que ponen una vez más de manifiesto las luchas que se han vivido recientemente en España es que esa brutalidad represora no es patrimonio exclusivo del "Sarkozy" de turno o de los gobiernos de la Derechona. Precisamente el clima de persecución que viven las huelgas en Barcelona - donde la policía obedece las órdenes de Saura, máximo dirigente de los ¿ex?-estalinistas, viene a confirmar por enésima vez que en lo tocante a la represión de las luchas obreras, la Izquierda nada tiene que envidiar a la Derecha.
La solidaridad de clase es la única defensa de las luchas
El empeño precisamente de esos mismos partidos de Izquierdas ha sido el de convencernos que, con sus "fallos", constituían sin embargo un "mal menor" respecto a la Derecha. Sabemos, sin embargo, que LOS DOS SON PEOR. Que ninguna fracción de la clase explotadora va a dejar de sacrificar las condiciones de vida obreras en el altar de los intereses del capital nacional. Que la única fuerza de los trabajadores es que nosotros nos unamos y tomemos conciencia del abismo de clase que nos separa de nuestros explotadores. Por ello decimos que lo único que defiende al obrero es el desarrollo de la solidaridad de clase.
Y eso es algo que poco a poco va ganando peso en las luchas obreras. Precisamente para hacer frente a la campaña de acoso mediático y difamación, los trabajadores se van habituando a explicar a través de hojas y manifestaciones abiertas a otros sectores, cual es el verdadero significado de su lucha, y por qué sus reivindicaciones pueden sentirse como propias o cercanas por cualquier otro proletario. Así hemos visto como los conductores de autobuses de Barcelona han logrado no sólo parar la campaña de auténtico linchamiento moral que les acusaba de los sufrimientos de los usuarios, sino ganarse la simpatía de éstos mostrando que es la propia patronal quien pone en peligro su seguridad acentuando la precariedad de las condiciones de trabajo de los autobuseros. Eso explica que en manifestaciones convocadas por estos hayan participado vecinos de barrios obreros ("Nou Barris") y trabajadores de otros sectores, especialmente aquellos que, como los universitarios, se encontraban también en lucha. En una de estas manifestaciones, la del 9 de Febrero, se difundió una octavilla en las que usuarios de TMB (Transportes Metropolitanos de Barcelona, adaptado para la ocasión como Transportes "de mierda" de Barcelona) señalaban - traducimos del catalán- : «Como usuarios de TMB, como trabajadores rebeldes y como cómplices de las movilizaciones de los conductores de autobuses de la ciudad de Barcelona queremos expresar toda nuestra solidaridad con los conductores en luchas, con los expedientados por la empresa, con el agredido y el denunciado por los mossos d'esquadra" (...) ¿Quién es el responsable de esta situación?: el impotente alcalde de Barcelona Jordi Hereu y su panda de amiguetes de la administración de TMB, el sindicalismo colaboracionista y de despachos, los buenos demócratas que protestan como esquiroles creyéndose las mentiras de la prensa,..».
La burguesía va a tratar de desacreditar estas movilizaciones diciéndonos calificándolas de hechos insignificantes cuando lo relevante sería que los trabajadores han acudido masivamente a votar, y que lo han hecho refrendando, por ejemplo en Cataluña, a ese mismo Partido "socialista" al que denuncian en sus luchas. Ese discurso que pulula en todas las tertulias radiofónicas y análisis de sesudos comentaristas políticos tiene una "pizca" de verdad. Y es que la burguesía sabe, y así lo explota con todas sus fuerzas,
que en el terreno electoral, es decir con los trabajadores atomizados como individuos , el peso de la influencia de la ideología de la burguesa es mucho mayor que el que ejerce cuando los trabajadores viven su propia fuerza colectiva a través de la lucha y la solidaridad de clase. Por ello, ante la avalancha de ataques antiobreros que se avecinan contra los trabajadores de todos los sectores podemos afirmar que el podrido mundo de las mentirosas promesas electorales quedará atrás y que el futuro está preñado de combatividad, solidaridad y desarrollo de la conciencia de la clase revolucionaria.
Etsoem (20/3/2008).