Enviado por Revista Interna... el
XIIº Congreso de la CCI
Tras 4 años de combate por la defensa de la organización
El reforzamiento político de la CCI
El XIIº Congreso de la CCI -Abril de 1997- ha marcado una etapa fundamental en la vida de una organización internacional como lo es la nuestra. Este Congreso ha cerrado un período de casi 4 años de discusiones sobre cuestiones de funcionamiento de la organización y de combate por reconstruir su unidad y cohesión, adoptando una orientación de trabajo que pone de relieve que: «... la CCI ha acabado con la convalecencia y puede, en este Congreso internacional, darse la perspectiva de la vuelta a un equilibrio del conjunto de actividades, tomando a cargo el conjunto de tareas para las que el proletariado la ha hecho surgir, en el medio político proletario...» ([1]).
La defensa de la organización
Desde finales de 1993 la CCI, aún manteniendo sus actividades regulares de análisis de la situación internacional y de intervención a través de la prensa, se ha dedicado prioritariamente a la tarea de la defensa de la organización ante los ataques a su integridad organizativa desarrollados en su interior y contra una ofensiva sin precedentes del parasitismo político desde el exterior.
Este combate que nada tiene que ver con una supuesta paranoia que se habría apoderado de la CCI, como han insistido los rumores de los adeptos del parasitismo y ciertos grupos y elementos del medio político proletario, ha tenido diferentes fases. En un principio consistió en el examen crítico y sin concesiones de todos los aspectos de la vida organizativa que pudieran manifestar una asimilación insuficiente de la concepción marxista de la organización revolucionaria y al mismo tiempo una penetración de comportamientos ajenos a ella. En esta fase, la CCI se vio ante la necesidad de poner en evidencia el nefasto papel de los «clanes» en la organización. Herencia de las condiciones en las que la CCI se formó y desarrolló, es decir a partir de círculos y grupos, estos agrupamientos de militantes sobre bases afinitarias, en lugar de fundirse en el conjunto de la organización concebida como una unidad internacional centralizada, han subsistido con su propia dinámica, hasta el punto de mantener un insidioso funcionamiento paralelo en el seno de la organización.
En el contexto general de una comprensión profunda de la necesidad de luchar permanentemente contra el espíritu de circulo y por la instauración de un espíritu de partido en la organización, el XIº Congreso internacional de la CCI, celebrado en 1995, puso en evidencia el papel devastador de un clan que había extendido su influencia en diferentes secciones territoriales y en su órgano central internacional. Este Congreso consiguió, como resultado de una larga encuesta interna, desenmascarar al principal inspirador de ese clan, el individuo JJ, elemento que había desarrollado una política sistemática de sabotaje, por medio de múltiples maniobras ocultas, rematadas por la constitución de una red de «iniciados» al esoterismo dentro de la organización. Las delegaciones y participantes en el XIº Congreso se pronunciaron unánimemente a favor de la exclusión de este individuo.
El XIº Congreso internacional permitió clarificar la naturaleza de los malos funcionamientos internos. A partir de una política de discusión sistemática sobre ellos y de una puesta en evidencia de las diferentes responsabilidades en el desarrollo de comportamientos antiorganizativos, realizando un examen crítico de la historia de la CCI, y todo ello a la luz de la reapropiación de las lecciones de la historia del movimiento obrero en materia de organización, la CCI consideró que había hecho frente a la principal amenaza que hacía peligrar su existencia, reinstaurando en su seno los principios marxistas en materia de organización y funcionamiento. Sin embargo, no había llegado aún la hora de poner fin al debate y el combate sobre la cuestión organizativa. Por ello, el Informe de Actividades del XIIº Congreso Internacional, debía someter a la discusión internacional el balance de la «convalecencia» de la organización.
Tras el XIº Congreso, la CCI tomó conciencia de la amplitud de los ataques de que era objeto. Por un lado el individuo JJ, inmediatamente después del XIº Congreso, pasó a desarrollar una nueva ofensiva, ejerciendo una considerable presión sobre los «amigos» que seguían en la organización, así como sobre los militantes aún indecisos sobre la validez de la política de la CCI. Por otra parte, y coincidiendo en el tiempo con la anterior, «esta nueva ofensiva se alternaba en el plano externo con renovados ataques del parasitismo, a escala internacional, contra la CCI» (ibid).
Así, la CCI pasó a una segunda fase de su combate sobre la cuestión organizativa: no se trataba tan solo de hacer frente a los problemas de funcionamiento interno, además debía «pasar del combate de defensa interna de la organización al de su defensa hacía el exterior (...) respondiendo a todos los niveles del ataque concentrado de la burguesía contra la CCI y el conjunto de la Izquierda comunista...» (Ibíd.).
El XIIº Congreso ha sacado un balance positivo de esa fase del combate. Contrariamente a las calumnias y rumores persistentes sobre la «crisis» y la «hemorragia» de dimisiones que conocería la CCI, la política de defensa y construcción desarrollada por ésta ha permitido, por un lado, consolidar las bases de un funcionamiento interno colectivo, sano y eficaz, lo que ha posibilitado nuevas integraciones, y por otro convertirse en un factor considerable de reforzamiento de las relaciones políticas de la organización con los elementos en búsqueda, contactos y simpatizantes, que se aproximan a posiciones revolucionarias.
Puede parecer sorprendente que una organización revolucionaria internacional, con más de 20 años de existencia, haya debido dedicar tanto tiempo y de forma prioritaria a la defensa de la organización. Pero esto solo puede sorprender a aquellos que creen que esta es una cuestión secundaria que se desprende automáticamente de las posiciones políticas programáticas. En realidad, la cuestión de la organización es una cuestión plenamente política, que condiciona en última instancia más que ninguna otra la existencia de la organización y el cumplimiento de todas sus tareas cotidianas. Exige de los revolucionarios una vigilancia permanente y un combate contra todos los aspectos de la represión directa o de la presión indirecta de la ideología y el poder de la burguesía. El combate por la defensa de la organización contra la burguesía es una constante de toda la historia del movimiento obrero. Fue librado por Marx y Engels en la Primera Internacional contra las influencias de la pequeña burguesía y también contra las intrigas del bakuninismo. Igualmente, Rosa Luxemburgo batalló contra el aburguesamiento de la socialdemocracia alemana y el reformismo en el seno de la IIª Internacional; Lenin libró un combate contra el funcionamiento en «círculos» que reinaba en el seno del Partido obrero socialdemócrata ruso, defendiendo una concepción de partido disciplinado y centralizado. También, la Izquierda comunista combatió la degeneración de la IIIª Internacional, especialmente gracias a la labor de fracción desarrollada por la Izquierda comunista de Italia.
La CCI viene librando este combate desde su formación en los años 70, luchando por el reagrupamiento de los revolucionarios, defendiendo la concepción de una organización internacional, unida y centralizada, contra las concepciones antiorganizativas que prevalecían en el resurgir de la lucha de clases y de las posiciones revolucionarias en esa época. En los años 80, la CCI luchó contra las concepciones académicas y el peso del «consejismo». Actualmente, toda la ideología de la burguesía y de la pequeña burguesía en descomposición hace reinar un ambiente general de denigración y denuncia del comunismo y de las nociones mismas de organización revolucionaria y de militancia. Ambiente que es sistemáticamente favorecido por la burguesía, que no cesa de lanzar campañas ideológicas sobre la «muerte del comunismo» y de organizar un ataque directo contra la herencia de la Izquierda comunista, intentando presentarla como una corriente extremista de tipo «fascista», o como una constelación de pequeñas sectas de iluminados.
Por todo ello, la defensa de la idea marxista de la organización debe ser una preocupación constante de las organizaciones de la Izquierda comunista. «La CCI ha ganado una batalla, ha ganado no sin dificultades el combate que la oponía a una tendencia destructiva en el seno de la organización. Sin embargo, no ha ganado la guerra. Porque nuestra guerra es la guerra de clases, la que opone proletariado y burguesía, una lucha a muerte que no dará respiro a la débil vanguardia comunista, de la que la CCI es hoy su principal componente. Por ello, si bien las perspectivas, deben evaluarse en razón de lo que la organización ha sido capaz de cumplir en los dos últimos años –y más generalmente desde su constitución– para poder medir la realidad de las adquisiciones del combate y el estado real de las fuerzas, éstas deben estar igualmente determinadas por las exigencias de la lucha general de la clase obrera, y en su seno por la necesidad de la lucha por la construcción del partido mundial, arma indispensable de su lucha revolucionaria» (Ibíd.).
El medio político proletario
El XIIº Congreso ha afirmado, una vez más, el concepto que desde su fundación ha defendido la CCI de la existencia de un medio político proletario. Contrariamente a los concepciones que aún existen en el propio medio, principalmente entre los herederos «bordiguistas» de la corriente de la Izquierda comunista de Italia, la CCI no se considera como la única organización comunista, y mucho menos aún como «el Partido». Pero la CCI defiende la absoluta necesidad de la construcción de un partido mundial indispensable para la lucha revolucionaria del proletariado, en tanto que expresión más avanzada y factor activo en la toma de conciencia. Para la CCI, en la tarea a largo plazo de la construcción del partido, hay que basarse en las organizaciones del período histórico actual, las organizaciones continuadoras de las antiguas corrientes de Izquierda de la IIIª Internacional y en los nuevos grupos que puedan surgir con posiciones de clase al calor de la lucha proletaria. Esta construcción no será el producto espontáneo del «movimiento» de la clase que vendría a agregarse automáticamente al «partido histórico» de la concepción bordiguista, mediante el «reconocimiento» de su «programa invariante». Tampoco será el resultado de un agrupamiento sin principios, basado en mutuas concesiones y oportunismo entre diferentes organizaciones dispuestas a liquidar sus posiciones. Será el resultado de toda una actividad consciente de las organizaciones revolucionarias que debe desarrollarse desde hoy mismo a partir de la concepción según la cual el medio político proletario (o lo que el PC Internacionalista llama el «campo internacionalista») «... es una expresión de la vida de la clase, de su proceso de toma de conciencia...» ([2]).
El XIIº Congreso ha reafirmado por tanto que la política de la CCI de confrontación sistemática con las posiciones de otras organizaciones del medio político proletario no debe perder jamás de vista que su objetivo no es en sí la denuncia de los errores, sino que fundamentalmente es la necesidad de clarificación ante la clase obrera: «... Nuestro objetivo último es ir hacia la unificación política de nuestra clase y de sus revolucionarios, unificación que se expresa en la construcción del partido y en el desarrollo de la conciencia de la clase obrera. En ese proceso, la clarificación política es el elemento central y es lo que siempre ha guiado la política de la CCI en el medio político proletario. Incluso cuando en un grupo de este medio, la escisión es inevitable por la invasión de corrientes burguesas, es necesario que ésa sea el fruto de tal clarificación para que pueda servir realmente a los intereses de la clase obrera y no a los de la burguesía...» (Ibid).
El XIIº Congreso ha vuelto a insistir sobre la noción de «parasitismo» profundizada a lo largo de estos últimos años. Ha subrayado, especialmente, la necesidad de una neta demarcación del medio político proletario de esa nebulosa de grupos, publicaciones e individuos que, reivindicándose más o menos de una filiación con el medio revolucionario, por sus posiciones programáticas o por su actividad hacia el medio, tienen como función extender la confusión y en última instancia hacer el juego de la burguesía contra el medio político proletario.
«... El parasitismo no forma parte del Medio político proletario. La noción de parasitismo político no es una innovación de la CCI. Al contrario, pertenece a la historia del movimiento obrero. En ningún caso el parasitismo es expresión del esfuerzo de toma de conciencia de la clase, tan solo representa una tentativa para hacer abortar este esfuerzo. En ese sentido, su actividad completa el trabajo de las fuerzas burguesas que lo hacen todo por sabotear la intervención de las organizaciones revolucionarias en el seno de la clase.
Lo que anima y determina la existencia de grupos parásitos, no es en modo alguno la defensa de los principios de clase del proletariado, la clarificación de las posiciones políticas, sino que en el mejor de los casos, es el mantenimiento de espíritu de capilla o de circulo de “amigos”, la afirmación del individualismo y de su individualidad respecto al medio político proletario. En ese sentido, lo que caracteriza al parasitismo moderno no es la defensa de una plataforma programática, sino una actitud política de destrucción frente a las organizaciones revolucionarias...» (Ibíd.).
Por ello el XIIº Congreso ha definido que una de las prioridades de la actividad de la CCI es «... la defensa del medio político proletario contra la ofensiva destructora de la burguesía y las acciones del parasitismo...» y «... el hacer vivir al medio político proletario que comprende también a nuestros contactos y simpatizantes...» como «... una expresión de la vida de la clase, y de su proceso de toma de conciencia...» (Ibíd.).
La situación internacional y las perspectivas de la lucha de clases
El XIIº Congreso internacional ha debatido, igualmente en profundidad, sobre la situación internacional, la aceleración de la crisis económica, la agravación de las tensiones imperialistas, y el desarrollo de la lucha de clases. Esta discusión ha representado un esfuerzo particularmente importante por el hecho de que, el caos que se desarrolla actualmente en todos los aspectos de la sociedad capitalista bajo el peso de la presión de la descomposición y la confusión que efectúa la burguesía para ocultar la quiebra de su sistema, ponen en peligro la capacidad de desarrollar por parte de los grupos revolucionarios un cuadro marxista de análisis y de perspectivas justas para el desarrollo de la lucha de clases.
En el plano de la crisis económica, el XIIº Congreso ha reafirmado la necesidad de apoyarse en las adquisiciones del marxismo para poder hacer frente de forma eficaz a todos los discursos mistificadores que la burguesía destila. No hay que limitarse tan solo al examen empírico de los «indicadores económicos», cada día más falsificados por los «especialistas» de la economía burguesa. Ante todo, hay que situar de forma permanente el examen de la situación actual en el marco de la teoría marxista del hundimiento del capitalismo: «... Por eso es la responsabilidad de los revolucionarios, de los marxistas, denunciar permanentemente las mentiras burguesas sobre las pretendidas posibilidades del capitalismo para «salir de la crisis» y ajustarle las cuentas a los «argumentos» utilizados para «demostrar» tales posibilidades» ([3]).
Sobre las tensiones imperialistas, el XIIº Congreso se ha esforzado en analizar y precisar las características del caos actual, de los golpes bajos entre las grandes potencias, ocultados tras el pretexto de intervenciones «humanitarias» o de «mantenimiento de la paz», que llevan al desarrollo de la barbarie guerrera que afecta cada vez más a un número creciente de regiones del planeta. «... La tendencia del cada uno para sí ha tomado la delantera a la tendencia a la reconstrucción de alianzas estables que prefiguren futuros bloques imperialistas, lo que ha contribuido a multiplicar y agravar los enfrentamientos militares...» (Ibíd.).
Finalmente, las perspectivas de la lucha de clases han sido objeto de la discusión más importante en este punto del Congreso. Realmente, la clase obrera se encuentra hoy en día en una situación de dificultad ya que sufre plenamente el impacto de ataques muy brutales a sus condiciones de vida en el contexto de una desorientación ideológica de la que no se ha recuperado y que la burguesía intenta perpetuar con campañas mediáticas y maniobras de todo tipo.
«Para la clase dominante, totalmente consciente de que los ataques crecientes contra la clase obrera van a provocar necesariamente respuestas de gran amplitud, se trata de tomar la delantera mientras la combatividad todavía sigue embrionaria, mientras todavía siguen pesando fuertemente sobre las conciencias las secuelas del hundimiento de los regímenes pretendidamente socialistas, para así mojar la pólvora y reforzar al máximo su arsenal de mistificaciones sindicalistas y democráticas.» (Ibíd.).
Esta situación tiene implicaciones muy importantes para la intervención de la organización. En la apreciación de la situación, se trata ante todo de no equivocarse. Los importantes obstáculos que opone la burguesía al desarrollo de la lucha de clases no significan, en absoluto, que el proletariado se encuentre en una situación de derrota similar a la que se dio en los años 30.
«Sin embargo, mientras que (las campañas) en los años 30:
– se desarrollaban en un marco de derrota histórica del proletariado, de victoria total de la contrarrevolución,
– tenían como objetivo claro alistar a los obreros en la guerra mundial que estaba preparándose,
– se apoyaban en una realidad brutal, duradera y palpable, la de los regímenes fascistas en Italia, Alemania y la amenaza en España,
las campañas actuales:
– se desarrollan en un marco en que el proletariado ha superado la contrarrevolución, en el que no ha conocido derrota decisiva que cuestione el curso hacia los enfrentamientos decisivos de clase;
– tienen como objetivo sabotear el curso ascendente de combatividad y de conciencia en la clase obrera;
– no se pueden apoyar en una justificación única y bien definida, así que están en la obligación de recurrir a temas disparatados e incluso circunstanciales (terrorismo, “peligro fascista”, redes de pedofilia, corrupción de la justicia...), lo que limita su alcance internacional e histórico» (Ibíd.).
En el mismo sentido, de no equivocarse en los análisis, había que evitar caer en la euforia como la que se desarrolló tras el «movimiento» de huelgas en Francia de diciembre del 95. Esta maniobra preventiva de la burguesía ha hecho creer, a más de uno, que el camino hacia nuevas movilizaciones obreras significativas estaba abierto y de paso, les ha hecho subestimar enormemente las actuales dificultades de la clase obrera. «Sólo un avance significativo de la conciencia en la clase obrera le permitirá rechazar ese tipo de mistificaciones. Y semejante esfuerzo no podrá resultar sino del desarrollo masivo de las luchas obreras que cuestione, como ya lo hizo durante los años 80, a los instrumentos más importantes de la burguesía en la clase obrera, los sindicatos y el sindicalismo» (Ibíd.)
En ese contexto, el XIIº Congreso ha dado como otra de sus prioridades de actividad de la organización «... la intervención en el desarrollo de la lucha de clases (...)
Las perspectivas de nuestra intervención no serán de forma general las de una participación activa, directa y de agitación en una tendencia al desarrollo de la lucha de clases que se separaría claramente del control sindical para afirmarse en su propio terreno, dándose la tarea de impulsar la extensión y el control de la lucha por la clase obrera misma.
«... De manera general nuestra intervención en la lucha de clases, aun prosiguiendo con la defensa de la perspectiva histórica del proletariado (defensa del comunismo contra las campañas de la burguesía), tendrá como cometido principal el trabajo paciente y tenaz de denuncia y explicación de las maniobras de la burguesía, de los sindicatos y el sindicalismo de base contra el descontento y la combatividad creciente de la clase obrera, una intervención “a contracorriente” de la tendencia a dejarse atrapar en las trampas de la división y del radicalismo corporativista del sindicalismo...» («Resolución de actividades», op. cit.).
El trabajo cumplido en este XIIo Congreso de la CCI para marcar las perspectivas de los años venideros ha sido un trabajo importante del que solo podemos dar aquí un rápido resumen. Nuestros lectores y simpatizantes podrán encontrar esas perspectivas en la «Resolución sobre la situación internacional» publicada integra aquí, y las implicaciones de esas perspectivas en nuestra prensa y nuestras intervenciones futuras.
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