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El 31 de enero, a dos meses de haberse iniciado el presente sexenio, se realizó la primera gran manifestación sindical. Decenas de organizaciones sindicales, campesinas, sociales, así como de corrientes de PRD, PT, Convergencia e inclusive del PRI, llenaron el zócalo en la llamada “Marcha por la Soberanía Alimentaria, la Defensa del Salario y del Empleo”. Fueron dos movilizaciones, la primera organizada por el Frente Sindical Mexicano, la Unión Nacional de Trabajadores y el Congreso Agrario Permanente; la segunda por grupos que simpatizan con López Obrador. En esta gran manifestación las organizaciones adoptaron la rimbombante Declaración del Zócalo y llamaron a ''construir la amplia unidad social'' y establecer un ''nuevo pacto social''. Aunque fue en el Distrito Federal donde se realizó la marcha más grande y donde se dieron cita principalmente todas estas agrupaciones, se realizaron otras tantas en la mayoría de los estados del país, destacando las marchas de Morelia Michoacán con 10 mil asistentes y la de Puebla con 6 mil.
Todas estas siglas y personajes políticos pertenecen a la burguesía y tienen el objetivo común de prevenir que el descontento generalizado de la clase trabajadora producto de la multiplicación de los ataques a sus condiciones de vida que la burguesía le ha asestado en estos últimos meses derive en un crecimiento de la combatividad que busque alternativas propias por encima de los organismos políticos, sociales y sindicales de la clase capitalista; todavía más, esta estrategia tiene el propósito de impedir a toda costa que la clase proletaria logre cristalizar una conciencia, aunque sea mínima de las causas reales de su miseria y, por lo tanto, por ese medio, que logre vislumbrar la perspectiva comunista. Es en estos términos que se plantea la cuestión, contra todas aquellas fábulas de la izquierda y el izquierdismo radical de la burguesía que buscan embaucar a los trabajadores en un terreno totalmente minado.
Las organizaciones políticas y sindicales participantes en la marcha enarbolaron sobre todo su rechazo a “la carestía” y se pronunciaron por la construcción de un pacto social incluyente, que defienda la soberanía nacional, alimentaria, el empleo y el salario; es decir, otra vez los reclamos de que el capitalismo sea “más humano” y que sepa dar más migajas a los explotados. Por su parte, López Obrador señaló la necesidad de luchar por algunas cuestiones que en nada se diferencian del programa de política económica de todos los partidos de la burguesía, que pone el acento en los esfuerzos para mejorar el funcionamiento de la economía nacional, es decir, de la economía burguesa, para lograr una mejor competitividad en el mercado internacional frente a otros estados nacionales.
Las trampas renovadas del PRD y el sindicato
Desde finales del 2006 (RM95) denunciamos esta estrategia del Estado que se ha venido perfeccionando al pasar de los meses hasta confeccionar, como lo hemos advertido, todo un tinglado político y sindical que no sólo está dirigido a administrar el descontento de los trabajadores por los golpes inmediatos de los últimos meses sino también y sobre todo a maniatar a estos mismos ante los ataques inminentes que ya se preparan, por ejemplo, al sistema de pensiones y de seguridad social no sólo del IMSS donde el golpe ya ha dado pasos avanzados sino del ISSSTE al cual están afiliados igualmente millones de trabajadores en activo, pensionados y jubilados.
Entre otras cosas, la izquierda del capital planea convocar a una asamblea de la convención nacional democrática (CND) que va a celebrarse en el Distrito Federal del 21 al 24 de marzo, para continuar con este tipo de acciones. Por ejemplo, ya se está hablando de un posible paro de labores nacional, el próximo 2 de mayo, durante el cual no sólo se suspendan labores sino que haya bloqueos de carreteras y otras acciones de las llamadas “radicales”, ni que decir del gran carnaval que la burguesía está impulsando para el 1º de mayo para acentuar aún más la confusión en las filas de los trabajadores. En este tenor, tienen contempladas infinidad de actividades relacionadas con el frente político sindical autollamado de “Izquierda Progresista” el cual desde mediados de diciembre del 2006 suscribió un acuerdo para “defender el patrimonio nacional”: impedir la privatización del sector energético, impulsar la reforma del Estado –en particular las reformas electorales-, impulsar reformas que favorezcan la competitividad de la economía… Es decir, fortalecer la economía burguesa.
Toda la alharaca dirigida al restablecimiento de las instituciones democráticas “refritea” los libelos de siempre, las trampas contra el proletariado para apartarlo de su reflexión de clase ante la quiebra del capitalismo buscando impedir, como ya decíamos, que el descontento generalizado ante los brutales ataques derive en el desarrollo de su combatividad lo que llevaría al estallamiento de luchas masivas y generalizadas posibilitadas por el hecho de que los ataques se han dado en esta misma escala.
Hay que recordar que la división de tareas dentro del aparato político estatal de la burguesía se está orientando a convencer a los trabajadores de que la causa de su miseria se debe a que el gobierno es de derecha y que por tanto deberán acercarse a los partidos y las organizaciones de izquierda, un engaño descomunal que busca una vez más maniatarlos de pies y manos para hacer pasar los ataques económicos que necesita la burguesía para mantener sus ganancias. Efectivamente. Qué mejor embaucador que aquellos que se dicen defender a los obreros y dispuestos a “luchar” a su lado. No por nada, este tipo de organismos y partidos jamás dejan abandonado el terreno social donde saben que irán los trabajadores desilusionados por las promesas incumplidas de los partidos en las campañas electorales.
En adelante, los trabajadores tendrán que redoblar su esfuerzo para tratar de clarificar sobre las motivaciones de la burguesía (partidos, organizaciones, sindicatos…) para organizar este tipo de eventos donde la organización, el control y del mismo y las resoluciones para el futuro están siempre en las manos de su enemigo de clase. Luego, hay que tener en cuenta que la avalancha de pretendidas demandas sociales que la burguesía amontona sin cesar enfrente de los obreros no son sino distractores que les impiden identificarse como clase y, por tanto, que les obstaculizan tomar el control de su propia lucha de clase.
RR/febrero del 2007