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Hemos recibido correspondencia de un lector (GR) que nos indica que en RM 92, en el artículo “Ejemplar lucha de la joven generación en Francia y el fiasco zapatista en México”, escrita por el simpatizante B, se dice: “el aparato izquierdista de la burguesía fracciona al proletariado en una pléyade de actores sin porvenir: sindicatos, ecologistas, homosexuales, indígenas…” lo cual, señala, podría leerse: “los homosexuales no tienen porvenir”. Ni el camarada B (hemos hablado ya con él sobre esta frase), ni nosotros tenemos una actitud de desprecio a los homosexuales (no ha sido esa la postura de los comunistas[1]) es otro aspecto lo que se intentó decir, y la misma correspondencia de GR nos permitirá esclarecerlo.
Antes de abordarlo, señalemos otros elementos que plantea el compañero GR. Nos dice: “la extrema derecha internacional ha enderezado todas sus baterías contra la comunidad lesbico-gay-transgénero. Durante el nazismo, también los homosexuales fueron víctimas del Holocausto…” Aunque reconoce que este desprecio a la homosexualidad no proviene sólo de la derecha, sino es una ideología que la clase dominante extiende, así nos dice: “Heterosexuales y no pocos bisexuales de clóset pequeños burgueses, proletarios y principalmente lúmpenes, previamente fanatizados, diariamente asesinan brutalmente a gays de cualquier clase social, en aras de la "religión" o de "la moral", azuzados por la burguesía derechista… [incluso] los regímenes izquierdistas también han oprimido a la comunidad lésbico-gay-transgénero. Stalin, Mao y Castro, criminalizaron la homosexualidad y muchos murieron en los gulags…”
La misma correspondencia profundiza sobre cómo se reproduce esta ideología por parte del izquierdismo: “En México, el auto denominado "Partido Comunista de México, Maoísta", durante los últimos años, desde las páginas de su revista oficial "Bandera Roja" ha declarado que "la homosexualidad es una degeneración (sic) burguesa", que es "un problema social (sic), que tiene sus causas en la putrefacción del capitalismo", que en el caso de las mujeres lesbianas habría que reeducarlas, "para que tengan una relación correcta hombre-mujer"…”
Estas ideas las concluye con un argumento, que compartimos en lo general: “…la discriminación, persecución, violencia, abusos, asesinatos y el sida que actualmente padece la comunidad lesbico, gay, bisexual y transgénero bajo el yugo burgués hetero-supremacista, sólo finalizarán con la revolución obrera mundial del futuro.” (el subrayado es nuestro).
Hay sin embargo argumentos que contradicen su conclusión; por ejemplo, cuando reivindica a los enfrentamientos de los parroquianos de un club gay de Stonewall, Nueva York (1969), por ser el inicio de un movimiento “que buscan que se respeten los derechos humanos de las personas con una orientación distinta a la heterosexual”, está validando el argumento de la clase dominante que hace pensar que mediante el respeto a derechos humanos u otorgando derechos civiles a minorías el capitalismo podría ser “mejor”. Esta idea incluso la fortalece cuando afirma que el reconocimiento por la Organización Mundial de la Salud (instrumento de la ONU, la cual es continuadora de la Sociedad de la Naciones, a la que Lenin, con justeza llamara “cueva de ladrones”) de que la homosexualidad no es una enfermedad mental ayuda “… en gran manera al inicio del fin del racismo homofóbico…”
Pero hay algo que es importante tener presente en el proceso de reflexión de la clase obrera, y que consiste justamente en ubicar lo que define su carácter revolucionario. El camarada GR, a pesar de tener claro que la persecución y maltrato hacia los homosexuales (y habría que agregar a la mujer, a los niños, animales y la depredación del medio ambiente) no puede eliminarse sino se elimina antes el sistema capitalista, no deja de acunar la vieja idea que la burguesía y pequeñaburguesía repiten una y otra vez (lo mismo a través de sociólogos y periodistas a sueldo que de sus voceros de izquierda, como lo es el guerrillero Marcos), y que consiste en hablar de los “movimientos marginales” (ecologistas, feministas, indigenistas, homosexuales...) como los nuevos sujetos del cambio...
“Luchas parciales”, medios de confusión para los trabajadores
Cuando se habla de movimientos sin porvenir, como el de homosexuales se pretende mostrar que la clase trabajadora, en tanto explotada, no puede actuar discriminando y parcializando su combate. Un trabajador lo mismo es explotado si es mujer u hombre, o si tiene una preferencia sexual u origen étnico, y aunque puede haber mayor carga opresiva hacia la mujer, los homosexuales... no es posible darles solución dentro del capitalismo, por ello estos movimientos no sólo no tienen porvenir, son además utilizados por el capital para extender la confusión y división entre los asalariados.
La condición de los trabajadores presentes como una clase despojada con tan sólo su fuerza de trabajo para vender, la hace ser una clase singular en la historia que sintetiza el desarrollo y penurias de la humanidad. Esta clase es la primera en la historia que al enfrentar su condición de explotada no busca perpetuarse como tal, ni crear nuevas formas de opresión, dado que, como señalara Marx, “...no puede emanciparse sin superar sus propias condiciones de vida. Y no puede superar sus propias condiciones de vida, sin superar al mismo tiempo, todas las condiciones inhumanas de vida de la sociedad que se cifran y compendian en su situación...” (La sagrada familia). Esto nos dice que el proletariado es la UNICA clase que al criticar su condición de explotada, critica al sistema en general. Esos argumentos nos permiten comprender porqué el proletariado es la única clase revolucionaria, y al mismo tiempo ubicar que la lucha en contra del capitalismo no puede llevarse mediante el “ataque” a los argumentos “superestructurales” (costumbres, ideologías, forma de vida...), que aunque son cargas que sufre, no pueden enfrentarse de forma parcial, sin eliminarse antes los fundamentos económicos.
Sigamos esta idea y conectémosla con el hecho real de que existen grupos de la población que tienen como preferencia sexual la homosexualidad. En este grupo se encuentran lo mismo proletarios, burgueses y pequeñoburgués, ante los que, como lo dice GR, hay una agresión continua (aunque esta se presenta incluso en modos de producción del pasado). La pregunta inicial es ¿podemos suponer que esa minoría, definida por su preferencia sexual, puede por ese motivo ser un “sujeto revolucionario”?.
Para responder iniciemos recordando que Ernst Röm, jefe de las SA (secciones de asalto) nazis, era homosexual, lo mismo que el economista y funcionario inglés Keynes, o el padre Maciel, fundador de los legionarios de cristo, todos ellos son fieles servidores del capital, y su preferencia sexual en nada define su actuación, es decir que la homosexualidad, o la condición de marginalidad per se, no da a un individuo el carácter de revolucionario.
Podría pensarse que en su condición individual no representan tal fuerza, pero podría expresarla mediante grupos o movimientos de homosexuales.
Hay diversas agrupaciones homosexuales, desde las que plantean simplemente la obtención de derechos civiles (hay los que incluso plantean como un “logro” el hecho de que los homosexuales sean aceptados en el ejército), las que son clubes sociales contraculturales, hasta las que se plantean, como dice el compañero GR, un “... acercamiento con las diferentes agrupaciones comunistas...” Pero ninguna de estas representa una alternativa, ni para combatir la agresión a los homosexuales, ni para el desarrollo de la lucha proletaria.
Las dos primeras no hacen sino fomentar la idea de que la “tolerancia” y la actuación “incluyente” en el capitalismo ayudaría a hacerlo más humano[2]. Los otros grupos referidos, aunque pretenden usar un discurso radical, no hacen sino validar la posibilidad de una solución a la agresión contra homosexuales dentro del capitalismo, y por otra parte se vuelven un mecanismo útil para dispersar a los trabajadores, es decir que no vean en su condición de explotados un motivo de unión, sino cada quien se agrupe por alguna afinidad... y si la burguesía, mediante la estructura sindical empuja a la separación de los trabajadores por oficio, por rama, etc., las agrupaciones marginalistas profundizan esta tarea de sabotaje al impulsar su separación por color de la piel, por la condición étnica, por el sexo, o por la preferencia sexual.
De manera que las luchas parciales, entre ellas las de movimiento feministas u homosexuales, como lo señalamos en nuestra Plataforma: “... lejos de reforzar la necesaria autonomía de la clase obrera tienden por el contrario a diluirla en la confusión de categorías particulares e invertebradas... Por ello constituyen un auténtico instrumento de la contrarrevolución que los gobiernos burgueses han aprendido a utilizar eficazmente.”
Tatlin/febrero-2007
Notas:
[1] Ante el proceso llevado en contra de Oscar Wilde (1895) por tener relaciones homosexuales, los revolucionarios de entonces lo toman como una preocupación, aún cuando muestran ciertas debilidades. Bernstein (antes de asumir abiertamente su postura oportunista y revisionista) aclaraba: “Por más que la conducta sexual pueda no ser de la máxima importancia para la lucha política y económica… [tampoco es] del todo irrelevante…” Explicando más abajo que, hablar de las relaciones homosexuales como “antinaturales”, “…induce ya de pos sí un error…” (El modo de juzgar la relación sexual anormal, 1895)
[2] La socialdemocracia alemana al fundar la Republica de Weimar (1919-33) otorga derechos civiles y sociales a las mujeres y homosexuales, lo cual es simple hipocresía, dado que ese refinamiento de las leyes burguesas trataban de esconder que fue la misma socialdemocracia la que aplastó la insurrección obrera y asesinó arteramente a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht.