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En los primeros días de mayo y hasta cumplido casi un mes, estudiantes de secundaria apoyados por universitarios suspendieron labores en protesta contra el cobro de exámenes y contra la ley de educación (LOCE) que limita los recursos a las escuelas públicas e impulsa mediante subsidios estatales a las escuelas privadas.
Estas acciones exponen aristas diversas: por un lado, deja ver que la crisis que domina al conjunto del sistema conduce a que el capital de manera inmediata cargue sobre los trabajadores sus efectos, de manera que el “ejemplo” que la burguesía en América Latina hace de la economía chilena, no es sino una trampa más con la cual pretende seducir a los trabajadores para aceptar amistosamente el incremento de los niveles de explotación. Debemos anotar que, el hecho de limitar económicamente a las escuelas públicas, significa de manera directa la disminución de las posibilidades de que los trabajadores y sus hijos puedan tener acceso a este servicio. Pero el reconocer que esto representa un golpe al salario de los trabajadores (en su llamada forma indirecta), no significa aceptar la maniobra del izquierdismo, en particular del estalinismo, que invoca como solución a este problema el estatismo, y aunque con un aparente lenguaje radical empuja a los estudiantes, en realidad busca someterlos a la lógica del capital, que limita toda critica radical al sistema, y lo conduce hacia la elección de una “mejor” política, colocando así a la defensa de la propiedad estatal y de las medidas de corte keynesiano como expresiones alternativas.
Otro de los aspectos que de estas movilizaciones resaltan, es que, más allá de los actos de minorías o “encapuchados” (como peyorativamente los funcionarios chilenos designan a los estudiantes involucrados en estas prácticas), enfrentando a la policía y saqueando comercios, es que estas movilizaciones lograron incorporar a profesores y trabajadores administrativos. Evidentemente el ambiente creado por las movilizaciones no alcanzan a definir un avance claro, no obstante logran avivar ciertas expresiones solidarias entre los trabajadores que se incorporan, es de resaltar que incluso hay una participación de profesores de las escuelas privadas, lo cual causa evidente malestar a la clase dominante, tan es así, que se adelanta en buscar la forma de evitar que los trabajadores se integren. No es por ello que el gobierno tiene que limitar en 80% el pago de exámenes y abrir una “mesa de discusión” de la LOCE (con lo que por cierto logra sacar el conflicto reivindicativo y de repudio a la precariedad de las condiciones de vida de los trabajadores, hacia una “discusión” de la “política educativa”)... donde se nota de forma más clara la desesperación de la burguesía al ver a sectores de asalariados ocupando la escena, es en el llamado que hace el estalinsta Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), invocando a los trabajadores de la educación para “fortalecer, democratizar y federar al sindicato de la educación” (www.mir-chile.cl) es decir, que ante el más mínimo intento de expresar su descontento, el sindicato aparece como “alternativa”, y así poder sabotear e imponer su control.
Pero lo que se hace necesario destacar ante todo es la respuesta represiva del gobierno de izquierda dirigido por Michelle Bachelet. Mucha propaganda se hizo por todo América sobre el asenso de Bachelet, refiriendo su pasado “antipinochetista”, de la presión que vivió durante la dictadura militar, de su “preocupación” por los problemas sociales y demás “cualidades”, sin embargo la realidad ha mostrado que su respuesta lleva el mismo tenor que el de los gobiernos de derecha: la represión. Esta respuesta no es por la perversión particular de Bachelet, sino por la condición natural del capitalismo. Fue el gobierno de Bachelet, con menos de un semestre de vida, que dejó claro que ante las expresiones de descontento actuaría con “mano dura”, y así lo hizo, hordas de carabineros fueron lanzadas en contra de las manifestaciones... y si luego de ver los resultados de su orden –es decir, centenares de heridos y presos– se deslinda de los hechos y hace renunciar a un jefezuelo de la policía, no es sino la demostración de la hipocresía de la burguesía.
Es importante que los asalariados de todo el mundo no dejen de reflexionar sobre las manifestaciones de los estudiantes chilenos, pero no para agitar las campanas como lo hace el estalinismo y decir que las movilizaciones fueron un éxito en tanto pusieron en “la agenda pública” los problemas de la educación, sino para reconocer la actuación represiva de los gobiernos sin importar si son de izquierda o de derecha. Por ello no puede sembrar sus esperanzas en un gobierno, todos los gobiernos, sin importar su color son expresiones del capital, por ello el verdadero combate de los trabajadores NO se encuentra en el cambio de un “mal” gobierno, ni en el mejoramiento de las leyes y las políticas, sino en la defensa diaria de sus condiciones de vida, que son ya manifestaciones críticas al sistema capitalista y eslabones de un combate hacia la revolución comunista.
Cloe, 14-junio-2006