Las nacionalizaciones de Evo Morales, a favor de la burguesía y veneno para el proletariado

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El 1 de mayo de este año el nuevo gobierno boliviano de “izquierda” de Evo Morales, cuya formación política proviene de sus funciones como sindicalista de los cocaleros y cuya adhesión al Movimiento al Socialismo (MAS) lo han catapultado a la presidencia en medio de una convulsa situación política, anunció pomposamente la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos. Esta medida tomada por Evo Morales es una de las promesas de campaña del MAS. Este tipo de medidas cobraron viabilidad política a partir de las protestas de 2003 y las cuales motivaron la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada. Estas medidas junto al “decreto de aumento salarial” son temas de discusión en la clase obrera y sus minorías en búsqueda. En el marco apretado de este artículo tomaremos posición al respecto denunciando el carácter burgués de las medidas de Evo Morales y de la naturaleza antiobrera de las mismas.

 

Nacionalización y crisis: patadas de ahogado de una burguesía en bancarrota

La nacionalización de los hidrocarburos es presentada a la clase obrera de Bolivia y del resto del mundo como una “conquista”, como una “acto soberano” (Chirac y Lula) y el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, respaldó la nacionalización comparándola con “la recuperación de un bien robado”. El mensaje que toda la burguesía y sus corifeos intenta machacar es que habría un “beneficio” para los explotados de Bolivia y que el control de los hidrocarburos por el Estado burgués boliviano redundaría en “mejoras a las condiciones de vida” del proletariado de la región…¡mentiras crueles!

En México se han nacionalizado los ferrocarriles, el teléfono, la electricidad, el petróleo y hasta los bancos (en 1981)1 y los trabajadores siguen tan explotados como en cualquier otro sector de la economía. Las nacionalizaciones son medidas de capitalismo de Estado, sobre todo ahí donde la penuria de capital es más extrema. No es pues casual que las nacionalizaciones sean un fenómeno de los países “en vías de desarrollo”. La burguesía de estas débiles economías encuentra en las nacionalizaciones una “respuesta” para controlar ramas de la producción. Sin embargo, estas medidas han revelado su ineficacia y su absurdez desde el punto de vista económico burgués. Las nacionalizaciones son poco redituables en el largo plazo ya que la “sanción del mercado” es contrarrestada por el “Estado protector” y aunque asegura su posicionamiento en el mercado, no puede sostenerse por mucho tiempo, la carga de la competencia, agudizada con la crisis, pone al desnudo que el cambio de propiedad ni genera mejoras para los trabajadores, ni logra romper las secuelas y causas de la crisis.

La nacionalización no significa, ni ha significado en la historia, un paso adelante para los trabajadores. La experiencia de Rusia lo demuestra y cientos de ejemplos más en el continente lo confirman: las nacionalizaciones no han liberado en ningún lado a la clase obrera de la explotación asalariada. A lo sumo,  jurídicamente han pasado de un “patrón privado” a un patrón despersonalizado por la estructura estatal.

La Izquierda Comunista Francesa, hace una aportación importante a resaltar para entender estas medidas realizadas por el capital: “... no está determinado por la posesión privada de los medios de producción –lo que en realidad no es mas que una forma, propia de un periodo dado del capitalismo, el capitalismo liberal- sino por la separación existente entre los medios de producción y el productor (…) Lo que determina el carácter capitalista de la producción es la existencia de capital, es decir, de trabajo acumulado en manos de unos, que impone el traspaso del trabajo vivo de otros para la producción de plusvalía. La transferencia de capital de manos privadas individuales a manos del Estado no es una modificación, no es un cambio del capitalismo al no-capitalismo, sino estrictamente una concentración de capital para asegurar más racionalmente, con mayor perfección, la explotación de la fuerza de trabajo (…) La propiedad privada y la de los medios de producción existían igualmente tanto en la sociedad esclavista como en la feudal. Lo que hace que la producción sea una producción capitalista es la separación de los medios de producción de los productores, su transformación en medios de adquisición  y dominio del trabajo vivo con objeto de hacerle producir un excedente, la plusvalía”2.

Bolivia está catalogado hoy como el país sudamericano más pobre, la miseria campea y el hambre amenaza con azotar bastas regiones. Las dificultades de la burguesía para “gestionar” esta crisis, enmarcadas en congénitas debilidades políticas,  ocasionaron hace poco una situación social caótica. Evo Morales surgió de ese caos como una “esperanza”. La burguesía boliviana ha encontrado en él la personalidad para empujar un programa “de izquierda” que le ayude a gobernar. Sus propuestas de “nacionalización de hidrocarburos” contienen una renegociación de contratos ya establecidos con empresas internacionales (Rapsol, Petrobras, etc.) en mejores condiciones para el Estado boliviano, más ahora que los precios de los energéticos están a la alza a diferencia de hace 10 años. Hay que recordar que para la burguesía boliviana era fundamental “recuperar” el terreno en esta materia. Además, el discurso de la nacionalización contiene un potente somnífero social: hacer creer a los trabajadores que son “dueños de las riquezas”, y genera la ilusión de que habrá beneficios inmediatos para los proletarios, amordazando la conciencia obrera... la burguesía sabe bien que las ilusiones son un antídoto efectivo para adormecer las fuerzas de la clase trabajadora, por eso la llegada de Evo Morales es un respiro para la burguesía, no para el proletariado.

El aumento salarial otorgado“por decreto” por Evo Morales, tanto para trabajadores del sector público como privado, es pintado por izquierda e izquierdistas como “un ejemplo” del carácter “obrero” del gobierno de Morales. La clase obrera en México ya conoce los “beneficios” de tales medidas, a principios de los 80 el presidente José López Portillo “decretó” un 30 % de aumento salarial (al mismo tiempo que la nacionalización de la banca) el cual no recuperó el poder adquisitivo ya perdido de antemano y dicho aumento del 30% se hizo añicos en tres meses bajo los efectos de una inflación galopante. El aumento decretado por Evo Morales ha sido del 13.63 % en el salario mínimo, el cual se ubicó en 500 bolivianos, es decir, casi los 62 dólares mensuales. Este anuncio fue hecho el 1 de mayo para darle todavía una connotación aún “más proletaria”. Así, el mínimo pasó de 440 a 500 bolivianos, aunque la misma Central Obrera Boliviana (COB) que se caracteriza (como todos los sindicatos) por su carácter antiobrero, considera necesario para recuperar la degradación del salario, un aumento de 1,500 bolivianos, después de todo, este incremento se da después de 7 años sin aumentos salariales, en pocas palabras, no se recupera ni siquiera el poder adquisitivo perdido…¡Vaya con los defiende obreros!

Con este “incremento” el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, proclamó “la  muerte del neoliberalismo y el inicio de la economía social de mercado”3, este mismo señor promotor de un Estado “con preferencia hacia el trabajador”, no tuvo empacho en admitir que un aumento del 50% “hubiera implicado el tener que pedir limosna del exterior”…y de nuevo la misma promesa: ¡cuando los dividendos de los hidrocarburos lleguen, habrá beneficios para todos! El cinismo supera las expectativas cuando estos señores proclaman: “¡Nunca más una economía sin dignidad maltratando los derechos de los trabajadores!” (Ídem). Durante los últimos tres años los salarios estuvieron prácticamente congelados, por eso el verdadero objetivo de este aumento no es mejorar el nivel de vida de los trabajadores, sino calmar la ira social.

 

La “Alternativa bolivariana” no es una alternativa para el proletariado

En abril pasado Hugo Chávez, Fidel Castro y Evo Morales firmaron la creación de un pacto económico y político llamado “Alternativa Bolivariana para las Américas” (ALBA) en una clara oposición a los acuerdos de libre comercio impulsados por EUA en Latinoamérica. Fidel Castro perdió, con la desaparición de la URSS, a su socio comercial y a su padrino ideológico. Sólo le quedó su postura “antinorteamericana”4 que ha encajado a las mil maravillas con los intereses de la fracción burguesa de Chávez en Venezuela. Sin embargo, ambos parten de situaciones diferentes. Mientras que Cuba busca aliados que le ayuden a sacar la nariz del atolladero económico, Venezuela trata de jugar un papel de “dirigente regional”, es decir, Venezuela trata de desplazar a Brasil y a Argentina para asumir el “mando” en la región. Las actuales ganancias del petróleo han permitido a la burguesía venezolana el ofrecer préstamos a cambio de fidelidades políticas.

En este marco ha surgido Evo Morales, con una plataforma ideológica que también viene a “encajar” en el discurso “bolivariano” y se aferra a las promesas de préstamo de Chávez como el ahogado que se aferra a un tronco. El lenguaje “antiamericano” de Evo Morales no llega, por supuesto, hasta la exigencia de expulsar las bases militares de EUA en ese país (“mientras respeten la Constitución, ¡se quedan!”). Sin embargo, su postura “anti-gringa” sí le permite correr a Europa, inmediatamente después de las elecciones, para empezar a pedir préstamos y “colaboración económica”. En sus giras por Europa la consigna de Evo era “pasar de las protestas a las propuestas” lo cual pone en evidencia, por si alguien tenía dudas, del estrecho marco burgués en el que se mueve el MAS y Evo Morales.

El presidente de EUA, George W. Bush, declaró recientemente que la alianza de Bolivia y Venezuela representaba una “erosión para la democracia”. Para Evo Morales esa alianza es un “eje del bien”. Para la clase obrera está claro que ALBA, Mercosur o ALCA son proyectos que reflejan los intereses de unas burguesías contra otras, para el proletariado ninguno de esos proyectos encarnan una solución a su situación de explotación y miseria.

Dan, 2-junio-2006

 

Notas

1 El Presidente López Portillo los nacionalizó bajo la consigna “¡México ha sido saqueado, no nos volverán a saquear!” achacando todos la causa de la crisis económica de principio de los 80 a la “voracidad de los banqueros”. En los 90 los bancos no sólo se “reprivatizan” sino que el mercado financiero se abre a todos los bancos extranjeros. El lenguaje patriotero de la burguesía se hace añicos ante la necesidad de “atraer inversiones”.

2 “La experiencia rusa”, Internationalisme no. 10, Izquierda Comunista de Francia, 1946. Revista Internacional No. 61.

3 [email protected]

4 El izquierdismo ha hecho una “identificación” entre EUA e imperialismo, lo cual es una mentira que oculta el carácter igualmente imperialista del resto de países del mundo. Ver RM 89 “Guevarismo: una ideología contrarrevolucionaria”.

 

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