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A partir del anuncio de la denominada "reforma energética", que tiene como sustento la privatización y concesión de segmentos de la industria petrolera, se ha desatado toda una polémica dirigida por la burguesía, pretendiendo llevar a los trabajadores a tomar partido entre la privatización o el rescate del proyecto de la industria petrolera de propiedad estatal. Esta diferencia FORMAL entre proyectos, no significa que se presente una fracción burguesa "progresista y nacionalista" y otra "liberal y entreguista" (como lo pretende mostrar la prensa), ambas fracciones son igual de reaccionarias, sin embargo no definen una acuerdo que les permita establecer una propuesta homogénea para encarar a la crisis y con ello pretender relanzar el proceso de acumulación (y que les permitiría cumplir así con sus sueños de crecimiento continuo del PIB), pero además se enfrentan por definir cómo ha de distribuirse entre sus diferentes fracciones la renta generada por el petróleo (combinando en este reparto los amarres políticos y económicos con diferentes fuerzas imperialistas).
En este asunto, todas las fuerzas de la burguesía se han involucrado, aunque es a través de sus partidos y los medios de divulgación que tienden el tinglado. La propuesta privatizadora del gobierno de Calderón es apoyada, como es obvio, por su partido el PAN, pero también por el PRI (y sectores del PRD), lo cual ha dado oportunidad para que la mayoría del PRD con Obrador a la cabeza (y los demás partidos que forman el Frente Amplio Progresista) lancen proclamas con un tono radical, llamando a la defensa de la industria petrolera nacional, de la "soberanía" y de "la patria" (hay que ver el protagonismo que ha tomado el Congreso con la toma de la tribuna por el FAP). El escándalo que han formado ha logrado que las consignas patrioteras claramente burguesas sometan las preocupaciones y el coraje que a fines del 2007 e inicios de este año se notaba entre los trabajadores por el incremento de los precios, la elevación de impuestos, la aplicación de la ley del ISSSTE y la imposición de topes salariales. De esa manera la clase dominante ha logrado, por el momento, esterilizar el descontento al dirigirlo todo hacia la falsa disyuntiva entre privatizar o no. Este mismo ruido lleva a que sectores de proletarios, aún cuando pueden estar claros del significado burgués de las consignas patrioteras, sean envueltos por la idea de que su situación como explotados puede verse afectada, y así esa preocupación honesta, los conduce a suponer que para enfrentar la degradación de sus condiciones de vida, su lucha tiene que pasar forzosamente por una defensa, aunque indirecta, de la empresa estatal; incluso su preocupación es utilizada por la burguesía para llevarlos a suponer que un cambio de políticas o la activación de un proceso de "industrialización nacionalista", sustentado en un uso "racional" de los recursos, "transparente", respetuoso de la constitución y dirigido por el Estado podría mejorar la condición de los asalariados. Es un peligro que el proletariado sea desarmado políticamente y siga mansamente las consignas burguesas, ya que en vez de usar el descontento para colocarse a la ofensiva en la lucha de clases, queda sometido a los lineamientos de una fracción de la clase dominante. El proletariado no puede olvidar que el capitalismo tiene como objetivo central la ganancia y para protegerla requiere incrementar los niveles de explotación, por eso cuando la crisis se agudiza las políticas aplicadas tienden a golpear aún más, pero esto no se puede detener pugnando por una política mejor y un capitalismo "más humano", sino es indispensable luchar directamente en la defensa de las condiciones de vida, reconocer su condición de explotado y unificar sus luchas, después de todo, los trabajadores no tienen más armas para enfrentar al sistema que su ACCIONAR CONCIENTE Y MASIVO y su ORGANIZACIÓN.
Privatizaciones: mecanismo desesperado de la burguesía para enfrentar la crisis
El objetivo de las políticas de corte neoliberal (como antes lo fueron las de corte keynesiano) es, ante todo, enfrentar a la crisis capitalista, y para ello echan mano de medidas cada vez más brutales contra la clase obrera, por eso es claro que todas estas tienen implicaciones directas en la vida de los trabajadores, ha limitado los servicios médicos, la pensión y jubilación, aumenta ritmos de trabajo, restringe posibilidad de contar con empleo fijo, comprime salarios, desemplea de manera constante a masas de asalariados, y condena a la miseria y el hambre a millones; y la venta de las empresas estatales restringirá también la vida de los obreros, no sólo a los trabajadores de PEMEX, sino el conjunto de asalariados se verán golpeados, no porque le quitan su "patrimonio", sino simplemente porque el gobierno al perder la principal fuente de ingresos tendrá que implementar políticas de recorte. Esto no quiere decir que toda la renta generada por PEMEX se traslada como beneficio a la población trabajadora, si esto fuera cierto resultaría que el gasto de gobierno y el gobierno mismo viven para servir a los explotados. Aún estando PEMEX en manos del Estado se han implementado feroces programas que atentan contra la condición de vida de los trabajadores, pero suponer que es posible frenar estas medidas reciclando las viejas políticas populistas o nacionalistas (utilizada en otros años), significa sembrar esperanzas en el capitalismo e impedir que los trabajadores puedan comprender que ante la degradación de sus condiciones de vida el único camino que tienen es la unificación de sus luchas, y la orientación de sus consignas en un terreno de su clase, es decir, poniendo al centro la defensa del nivel de su salario y de sus condiciones de trabajo, rechazando cualquier intento por hacerlos abrazar una demanda ajena a sus intereses.
Es necesario no perder de vista que así como los procesos de nacionalización fueron mecanismos impulsados por la burguesía -a través de los diversos Estados-nación- para fomentar la acumulación capitalista, de la misma forma, ante la agudización de la crisis la clase dominante de forma desesperada busca crear, de manera un tanto ficticia, "nuevas" áreas de acumulación, sustentada en una mutilación del mismo Estado "liberando" así espacios económicos que el capital privado puede ocupar y dar así un breve respiro a sus dificultades económicas, aparentando con ello un relanzamiento de la economía. El mismo objetivo que movió a Lázaro Cárdenas en 1938 a nacionalizar y estatizar el petróleo, a saber: el impulso de la industrialización y la conexión de la economía mexicana con la industria de los EUA (que en ese momento de preparación de la 2ª Guerra requería los insumos energéticos necesarios), es el mismo que la burguesía actualmente, salvo que ahora es una medida desesperada dado que actualmente se vive una profunda crisis que alcanza 40 años de extensión.
El Estado en años anteriores se presentaba como propietario de medios de producción con el fin de organizar más adecuadamente el proceso de explotación, sin embargo las políticas económicas que implementa la clase dominante, no pueden desterrar de forma permanente las contradicciones internas con las que se desarrolla el capitalismo, por eso cuando la crisis económica, desde fines de los 60, vuelve a tomar dominio del escenario internacional, la misma burguesía que antes proclamara como la panacea a las nacionalizaciones y estatizaciones, desde la década de los 80 proclama la privatización como el mejor instrumento. Pero, pese a su empeño en suponer que esta política es su salvación, es sabido que la estrategia privatizadora no puede solucionar la crisis capitalista. Aunque aparenta (como decimos arriba) un "relanzamiento" de la economía, pronto se transforma en un peso extra para el propio sistema y un nuevo problema que se agrega, lo cual obliga al Estado a "rescatar" lo privatizado (ejemplo: la Banca, las carreteras, los ingenios, la industria del acero...).
En ese nivel, supeditar la lucha de los trabajadores a la disyuntiva: privatizar o no, es colocarla ante la elección de cual es la "mejor" forma de ser explotado.
Los trabajadores no tienen patria
En nombre de la defensa de la patria el aparato de izquierda del capital convoca a los trabajadores a defender el petróleo. Si se da en concesión el petróleo al capital privado o extranjero, nos dicen, se viola la constitución, se vulnera la soberanía, se entrega el patrimonio nacional y se traiciona a la patria, todos estos discursos intentan hacer que los proletarios olviden que son explotados y sus intereses no tienen nada que ver con la defensa de la patria burguesa, ni la constitución ni las instituciones del sistema responden a sus necesidades, y menos aún que les pertenecen las riquezas que su trabajo genera y que pasa a manos de un empresario individual o del Estado. Por eso, todos los trabajadores para enfrentar los golpes que el sistema le impone y que cada día degradan más su condición de vida y la de su familia, requieren unir su descontento, reconocer sus necesidades y las de sus hermanos de clase, y enfrentar al capital, sin permitir ser involucrados en luchas ajenas, como la defensa de PEMEX, en las que se convierten en simple carne de cañón sin posibilidad de reconocerse como la clase revolucionaria que está llamada a derrocar al capitalismo y llevar adelante su propio proyecto histórico.
Tatlin/15-abril-2008