El PRD en crisis: el Estado burgués obligado a rescatar a su izquierda

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Después de las elecciones internas del 16 de marzo pasado para elegir presidente nacional del Partido de la Revolución democrática (PRD), este organismo político de la burguesía resiente una de sus crisis más profundas desde que fue creado en 1989, a raíz de las pugnas irresolubles entre dos de sus tribus más importantes, los llamados chuchos y los pejistas, las cuales no ceden en sus pretensiones de apoderarse del partido y se acusan mutuamente de haber hecho fraude y del cochinero en que se han convertido los procesos electorales del PRD (casi para cerrar esta edición, las pugnas suben de color con la renuncia de los integrantes de la Comisión electoral de ese partido). Los medios del Estado aprovechan para desplegar una vez más su campaña democrática, llamando a rectificar los errores para así perfeccionar la democracia electoral; por todos lados se comenta si podría desaparecer el PRD, si debe reformarse, si la derecha entronizada en el gobierno federal los estaría liquidando, si sería un peligro el que quedara sólo la derecha y el PRI como las únicas alternativas para ser elegidas. Además, se oyen voces lamentándose de esta miseria cívica (La Jornada, 7 de abril del 2008) de un partido que debería mantener la esperanza de los desposeídos y que después de su quiebra moral dejaría en la orfandad política a millones de mexicanos, etc. Como siempre la propaganda burguesa, de todas las filias ideológicas, lo hace todo para esconder la realidad y evitar que la clase obrera tome conciencia cabal de los acontecimientos.

El régimen de partidos es vital para la burguesía

Este "debate" promovido en todos lados y a cada momento esconde el hecho de que los partidos políticos dentro del capitalismo son imprescindibles para la democracia burguesa, es decir, para su dictadura. Habiendo surgido primero en los países avanzados durante el siglo XVIII, a la par del establecimiento del marco político representativo y habiéndose consolidado en el siglo XIX a partir del desarrollo del parlamentarismo y la democratización del Estado liberal al extenderse el derecho del sufragio, resultados directos de la disgregación de la sociedad feudal y su paso a la sociedad industrial aportando formas de organización política que sustituyeran a las estamentarias, los partidos políticos de la burguesía; a la vuelta del siglo XX, a diferencia de la ascendencia del sistema cuando eran representantes de las clases dentro del Estado, se convierten con el advenimiento de la decadencia del sistema en los instrumentos del Estado encargados de hacer valer los intereses de la clase dominante dentro de la llamada sociedad civil, debido a la fuerza totalitaria del Estado que interviene a todos los niveles controlándolo todo. En este contexto, El poder político se desplaza del legislativo al ejecutivo y el parlamento burgués acabará siendo un cascarón vacío sin poder de decisión. En esta nueva situación los partidos y su participación en el juego parlamentario y electoral son sostenidos con descomunales cantidades de dinero por parte del Estado pues a través de este circo mantienen la mistificación ante el proletariado de que mediante la participación parlamentaria y electoral pueden mejorar y aún transformar su situación de miseria siempre creciente.

En México, aunque con marcadas diferencias, producto de su pasado colonial y de que su desarrollo capitalista se dio demasiado tarde con relación a las grandes metrópolis, podemos encontrar el mismo esquema durante el siglo XIX (estudio que abordaremos en el periodo que viene con motivo de los "festejos" de la burguesía por el bicentenario) y sobre todo en el siglo XX cuando el Estado nacional a partir de la creación del partido único de Estado el Partido Nacional Revolucionario (PNR-1929) y sus sucesores el Partido de la Revolución mexicana (PRM-1938), y el PRI (1948), y luego la promoción también desde algunos grupos de poder estatal del Partido Acción Nacional (PAN) en 1938 y a continuación el resto de partidos que suman casi medio centenar de siglas que en su momento formaron parte del abanico de fuerzas políticas de la burguesía para encuadrar a los trabajadores aunque, dado el régimen tan rígido del sistema político mexicano, el resto de los partidos sólo pululaban alrededor del PRI.

El PRD un baluarte del proyecto político de la burguesía 

Desde el surgimiento del PRD lo ubicamos como un partido surgido desde las entrañas mismas del Estado mexicano como parte de todo el proyecto político (y también económico, que no vamos a tocar aquí) "modernizador" de la "transición democrática" que daría un impulso al nuevo juego de partidos y representó hace casi veinte años (mayo de 1989) el intento más serio de la burguesía para darse una izquierda más fuerte frente a las carencias perennes de tantos partidos que no habían logrado cuajar un producto aceptable hasta ese momento. Recuérdese cómo sus antecesores inmediatos el Partido Comunista Mexicano (PCM) y el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) se habían fusionado en el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y luego, en 1988, este último devendría en el Partido Mexicano Socialista (PMS), pero sin consolidar un partido y un liderazgo aceptable para arrastrar a las masas tras la mistificación electoral. El parto esperado fue en mayo de 1989 cuando buena parte del PMS junto con la "disidencia" del PRI (los Cárdenas, los Muñoz Ledos...) dieron lugar al PRD, registrándose en la Comisión Federal Electoral. La burguesía cantaba loas al nuevo partido de izquierda que vendría a renovar su fachada democrática tan desdibujada con más de sesenta años de partido único de Estado.

¿Qué significado tienen los conflictos en el PRD?

Sin embargo, muy pronto se manifestaron los genes del  nuevo crío del Estado capitalista: las pugnas de los diversos grupos ("tribus") que integraron al partido, y que suman una decena aproximadamente, se han enfrascado desde el principio en una interminable competencia por la parte más jugosa del pastel, provocando un desgaste y un desprestigio importante de la izquierda. Esta situación se debe a no se sabe que atributo exclusivo de la izquierda mexicana como les gusta presentarlo a toda clase de ideólogos aduladores del sistema capitalista, sino que está determinada precisamente, primero, por la competencia capitalista por la parte del león y, ahora al unísono, por la descomposición capitalista que se ha convertido, desde hace ya veinte años, en la tendencia dominante de la sociedad capitalista y en particular de la vida política de la burguesía, manifestándose, como ya lo hemos evidenciado, en la impulsión profunda e irrefrenable al "sálvese quien pueda", al "cada quien a lo suyo", resultando en mayores dificultades para el Estado en cuanto a mantener la disciplina en sus partidos políticos para que prime el interés general de la burguesía por encima de los intereses de cada grupo. Pero no se crea que esta situación es privativa de la izquierda del capital sino que se presenta también en los otros partidos, baste revisar someramente su historia de los últimos años para corroborarlo (en RM hemos dado seguimiento a este fenómeno desde 1989, véase en particular RM 77, nov-dic 2003). 

Concretando el análisis en el caso del PRD, su último desaguisado ilustra lo que hemos dicho: los dos grupos que polarizan las pugnas en su interior alineando tras de sí al resto, los Chuchos y los Amlos han chocado en una elección que muestra cómo todos los partidos de la burguesía tanto los de la derecha como los de la izquierda, utilizan los mismos mecanismos para conseguir sus objetivos, no se trata de un conflicto por cuestiones ideológicas distintas; el fraude es consustancial a la moral y la práctica de todas las fracciones de la burguesía y corresponde al Estado procurar las mejores pantallas para que sus activos políticos no se desprestigien demasiado; este antídoto lo encuentra, otra vez, en la campaña democrática poniendo por delante siempre los anhelos de una democracia madura a la cual toda la sociedad debería encaminarse, dado que en el pensamiento burgués la democracia es el sistema ideal al fin encontrado y al que es necesario perfeccionar indefinidamente, por los siglos de los siglos.

La izquierda es imprescindible para el Estado burgués

Dicho esto, hay que constatar que en este momento el conjunto del PRD está siendo expuesto a una abrumadora campaña de desprestigio de una parte del PAN que se imagina que debe saldar cuentas más bien con López Obrador, incapaz de comprender que este personaje es a todas luces el mayor activo, en este momento, de la izquierda de la burguesía; sin embargo, no es, por supuesto, la convicción general de la clase dominante, la cual, mediante su Estado, está obligada a rescatar al PRD pues no puede permitir que su ala de izquierda se hunda dado que es una pieza fundamental de su juego político parlamentario y electoral que tiene la función de mantener la ilusión en la clase trabajadora de que son los diputados y senadores de los partidos de izquierda quienes defienden sus intereses en el Congreso de la Unión y que, también, son los personajes de la izquierda quienes encarnan sus intereses y anhelos en las elecciones que periódicamente organiza el Estado burgués para renovar la esperanza de los explotados de que es a través del voto democrático que se puede elegir a un gobernante o representante de su clase para mejorar sus condiciones de vida. ¡Que se recuerden esas promesas e ilusiones de los últimos cien años!

El Estado mexicano está obligado a robustecer a su izquierda, arma insustituible, junto con los sindicatos, para mantener su dominio de clase. Nada más ridículo que aquéllas versiones agitando el espantajo de la ofensiva totalitaria de la derecha entronizada en el gobierno para acabar con la izquierda; por el contrario, el Estado capitalista, como representante colectivo del conjunto de la clase capitalista, por encima de cualquier filia política y de cualquier pretensión de tal o cual fracción burguesa, está ya ocupándose de orientar e inducir el reforzamiento de la fracción del PRD que le conviene más para su juego de partidos. Al contrario de lo que se afirma en los medios, a la burguesía le convendría sobremanera que se robusteciera aquella fracción del PRD cuyas características son más bien de "independencia", de "no negociación" y de "enfrentamiento" con respecto al gobierno, es decir, la tribu del Peje y los encinas, quienes desde hace ya varios años han estado pronunciándose como la vanguardia defensora del patrimonio nacional; un posicionamiento muy ad hoc con la coyuntura actual y que se va a requerir en los años venideros como un gancho político patriótico de arrastre para enmascarar las verdaderas preocupaciones de clase del proletariado.

En esta prospectiva no podemos ser absolutos, es posible que, al contrario de los intereses de la burguesía, los resultados no le favorezcan conforme a sus planes e incluso se presente el escenario de una ruptura profunda dentro del PRD que amenace su desaparición. Sin embargo, tenemos una certeza: el Estado capitalista está obligado a rescatar, renovar o recrear su ala de izquierda sin la cual, junto con los sindicatos, no podría sostenerse por mucho tiempo. 

RR / abril del 2008

Situación nacional: