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El capitalismo sigue descargando su barbarie militarista en Ucrania con miles de muertos y destrucciones irreversibles, lo que se une al peligro nuclear, bien por “accidentes” en las numerosas centrales que hay en territorio ucraniano, bien por el despliegue de armas nucleares tácticas. El capitalismo lleva a la DESTRUCCION DE LA HUMANIDAD.
Este es el primer polo de las contradicciones del capitalismo. El polo de la barbarie y la destrucción encarnado por el capitalismo.
Pero el otro polo es la LUCHA DE CLASE DEL PROLETARIADO. El proletariado como clase histórica tiene la potencialidad y la fuerza para destruir el capitalismo acabando con la guerra, la miseria, la destrucción ecológica, la barbarie.
Esta capacidad ha empezado a manifestarse, aún de forma embrionaria y con grandes debilidades, con las huelgas en Gran Bretaña, que, junto con otras luchas en Alemania, Chile, Túnez, Bélgica, España etc., muestra que ante la brutalidad de la inflación y el aluvión de ataque a sus condiciones de vida comienza a superar la resignación y la pasividad, desarrolla la respuesta como clase.
Sabemos que el camino que debe recorrer el proletariado es aún muy largo, muy difícil, lleno de obstáculos, trampas, que opone la clase dominante más perversa y cínica de la historia. Todo esto llevará a derrotas y sufrimientos, sin embargo, es necesario comprender que la lucha es la escuela que el proletariado tiene para forjar su capacidad revolucionaria contando siempre con la intervención de sus organizaciones comunistas internacionalistas. La primera victoria es romper la indolencia y la división, la primera victoria es la lucha misma.
Para discutir de esta situación histórica grave, para ver como contribuir a que el proletariado desarrolle su fuerza, su unidad, su solidaridad, su conciencia, proponemos la REUNION PUBLICA como medio.
Animamos a participar. Se puede asistir:
CASAL OBRERO Y POPULAR calle Olympia Arozamena Torres 42 bajo VALENCIA 46018, metro Avenida del Cid.
Fecha: sábado 1 de octubre 2022 a las 18:00 horas
los interesados que nos envíen su correo a [email protected] [2] para que les proveamos del enlace para participar en la discusión
Todos los que deseen hacer contribuciones por escrito nos lo pueden remitir al correo antes mencionado. Leeremos su contribución en el curso de la reunión si no pueden estar presentes.
Textos de interés:
Dossier: Contra la Guerra Imperialista en Ucrania por la Lucha de Clases Internacional
El verano de la ira en Gran Bretaña: la burguesía impone nuevos sacrificios, la clase obrera responde con la lucha
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La muerte de la reina Isabel II ha sido la señal para que toda la burguesía se lance a un frenesí de propaganda, repitiendo una y otra vez la importancia del "deber, el sacrificio y la resistencia" al "servicio" de la unidad nacional, ya sea en boca del político tory más derechista o del líder sindical más izquierdista, ya sea en las páginas del reaccionario Daily Mail o del liberal Guardian. La Iglesia de Inglaterra, desde el arzobispo de Canterbury hasta el vicario local, ha cantado la misma melodía. Casi todos los que están en el ojo público, todos los que tienen alguna conexión privilegiada con la clase dominante o quieren tenerla -académicos, novelistas, historiadores, artistas, actores, deportistas, columnistas de periódicos- están añadiendo su pequeña contribución a este carnaval de dolor de 10 días, y al hacerlo revelan que no son tan independientes como pretenden, sino lacayos tanto como los lacayos de la familia real.
Pero esta avalancha de propaganda contiene una lección saludable para los trabajadores con conciencia de clase: a pesar de todas sus numerosas divisiones y conflictos secundarios, todas las partes de la clase dominante y del aparato estatal, izquierda y derecha, liberales y populistas, monárquicos y sindicalistas, se unen como un solo hombre en la defensa de la nación en la que la clase obrera no tiene ninguna participación ni interés.
El uso de esta campaña como garrote para golpear a la clase trabajadora se puso de manifiesto poco después de que se anunciara la muerte de la Reina, cuando tres sindicatos implicados en la actual oleada de huelgas en Gran Bretaña -el RMT (ferrocarril), el CWU (correos) y el TSSA (transporte)- anunciaron que suspenderían las acciones de huelga previstas durante el periodo de luto nacional. Como dijo el líder "radical" del RMT, Mick Lynch "RMT se une a toda la nación para presentar sus respetos a la Reina Isabel. Se suspende la huelga ferroviaria prevista para los días 15 y 17 de septiembre. Expresamos nuestras más profundas condolencias a su familia, a sus amigos y al país".
El TUC, la dirección de todos los sindicatos ha pospuesto su Congreso, en el que iba a pretender coordinar las huelgas, a octubre o noviembre.
El respeto a la unidad nacional en tiempos de crisis ha sido el distintivo de los sindicatos desde 1914, cuando servían para reclutar trabajadores para los campos de batalla imperialistas, por lo que esta "suspensión" de la lucha de clases no es en absoluto una excepción.
Asimismo, el Partido Laborista, desde la derecha hasta la izquierda, siempre ha jurado su lealtad al monarca constitucional. El exlíder izquierdista del Partido Laborista de la oposición, Jeremy Corbyn -que fue apoyado ávidamente por los trotskistas y otros izquierdistas- declaró en 2017 que "la abolición de la monarquía no estaba en su agenda", y reapareció hace unos días para asistir a uno de los homenajes oficiales a la Reina.
La burguesía nunca pierde la oportunidad de beneficiarse de una crisis y espera que los himnos y sermones, las procesiones, las salvas de cañón, los conmovedores homenajes, inculquen, a una combativa clase obrera, la importancia de dejarlo todo por el interés nacional, es decir, por las ganancias capitalistas y las guerras imperialistas.
Y mientras la clase dominante pretende utilizar esta campaña para ocultar las divisiones de clase sobre las que se fundamenta esta sociedad, también pretende tapar algunas de las profundas grietas de su propia posición imperialista, grietas amplificadas por el auge del populismo y el desastre del Brexit, que amenaza la existencia del propio Reino Unido. No es casualidad que, ante la amenaza de la independencia de Escocia y la desintegración de la relación de Gran Bretaña con Irlanda del Norte, las sombrías ceremonias de la semana de luto comenzaran con el desfile del féretro de la reina por las calles de Edimburgo, y que la primera tarea del nuevo rey fuera visitar el castillo de Hillsborough, en Irlanda del Norte.
Pero ¿qué pasa con la burguesía mundial, es decir, la clase dominante de esas naciones en competencia mortal con Gran Bretaña, por qué también se unen a esta mascarada de luto y ondean sus propias banderas a media asta? Incluso Vladimir Putin ha enviado sus condolencias.
La respuesta es que la Reina no sólo representaba la continuidad nacional, la estabilidad y la longevidad para la clase dominante británica, sino también para el capitalismo mundial en su conjunto, para toda burguesía enfrentada a su enemigo de clase, el proletariado. Ella y la familia real británica eran la fachada humana y “atrayente” del orden burgués en todas partes, ocultando, pero justificando silenciosamente las atrocidades coloniales, la carnicería imperialista, la devastadora crisis económica, la explotación y la pauperización de las masas trabajadoras en todas partes en nombre de la unidad y el servicio a la "comunidad de naciones".
En una época en la que el capitalismo mundial se está derrumbando, el reinado de la reina Isabel se utilizó para simbolizar la pretensión de un orden y una continuidad burguesa fundamental, la ilusión de que el actual modo de producción podría continuar en las buenas y en las malas. Pero su muerte, a su vez, es un símbolo de la realidad del empeoramiento de la inestabilidad del capitalismo mundial, de la avalancha de catástrofes a todos los niveles.
Cuando la burguesía británica llegó al poder durante la revolución inglesa, el rey Carlos I, representante y defensor de la monarquía absoluta, fue decapitado en 1649 por los parlamentarios revolucionarios. Pero la burguesía británica ascendente se dio cuenta posteriormente de que su dominio no podía mantenerse y estabilizarse mediante una maquinaria estatal completamente nueva. Había que recuperar la monarquía, junto con la larga experiencia diplomática, política y militar de la aristocracia, pero esta vez limitada constitucionalmente y supeditada al parlamento burgués.
Si el Estado burgués gobierna en interés de la clase dominante capitalista, tiene que aparecer, sin embargo, como el representante de toda la población, y fingir que siempre ha estado ahí desde el principio de los tiempos, en lugar de, como en la realidad, llegar al poder hace relativamente poco tiempo a través de una revolución violenta. El Estado debe aparecer, pues, como elevado por encima de los intereses de las clases rivales, para evitar que la sociedad se desgarre. Los explotadores y guerreros no deben aparecer como tales ante los explotados, sino, en última instancia, como una familia, de carne y hueso, con sentimientos humanos, como tú y yo[1]. Aquí es donde la preservación de las instituciones feudales, como la monarquía, han tenido su importancia porque en la sociedad capitalista, donde rige el "pago insensible al contado", la esclavitud asalariada puede ser apaciguada por la ilusión de que incluso ellos, los explotados, son parte de una familia nacional.
La monarquía constitucional de Gran Bretaña ha estado perfeccionando esta fachada de unidad patriarcal durante más de tres siglos. Pero las contradicciones del capitalismo mundial están llegando a un nivel en el que incluso las fachadas están desgastadas. Los comentaristas aduladores del fallecimiento de la reina Isabel II reconocen que sus herederos no podrán reproducir las ilusiones de su reinado. El nuevo Rey, que como Príncipe de Gales siempre fue propenso a inmiscuirse en la política, nunca ha sido popular entre ciertos sectores de la burguesía y, por lo tanto, le resultará mucho más difícil posar como símbolo de unidad por encima de las divisiones políticas.
El actual carnaval de unidad nacional se produce cuando la carnicería Inter capitalista en Ucrania, en la que la Gran Bretaña imperialista es un actor entusiasta, ha revelado la hipocresía y el anacronismo de toda defensa nacional y orgullo patriótico. El futuro está en una clase sin intereses nacionales, una clase internacional: el proletariado mundial.
Como
[1] Sin embargo, no debemos olvidar que la religión capitalista de la unidad nacional no se basa únicamente en la manipulación de ideas y sentimientos. Nunca tarda en recurrir a la ayuda de la policía. Dos manifestantes que asistían a las ceremonias de Londres y Edimburgo fueron detenidos por llevar pancartas con lemas como "abolir la monarquía" y "mi rey no". Para justificar las detenciones se invocó la Ley de Policía, Delincuencia, Condenas y Tribunales de 2022, que limita severamente la posibilidad de manifestarse en las calles.
En momentos en que se preparan las elecciones generales en Brasil, la burguesía intensifica su propaganda, reforzando la mistificación democrática a través de sus "alternativas", escenificando el duelo entre Lula, que representa a la cara democrática de la izquierda, por un lado, y el actual presidente Bolsonaro, por el otro, una caricatura del populismo y la extrema derecha (una especie de trumpista sudamericano).
Los argumentos presentados por los partidos políticos o los candidatos en la carrera para convencer a los electores de que les den su voto suelen reducirse a esto, en Brasil, como en cualquier otro país: las elecciones son un momento en el que los "ciudadanos" se enfrentan a una elección de la que dependería la evolución de la sociedad y, en consecuencia, sus futuras condiciones de vida. Gracias a la democracia, cada ciudadano tendría la oportunidad de participar en las principales decisiones de la sociedad. Según ellos, el voto sería el instrumento de transformación política y social que definiría el futuro del país.
Pero esta no es la realidad, ya que la sociedad está dividida en clases sociales con intereses perfectamente antagónicos. Una de ellas, la burguesía, ejerce su dominio sobre toda la sociedad a través de la apropiación de la riqueza y, gracias a su Estado, sobre toda la institución democrática, los medios de comunicación, el sistema electoral, etc. Así, puede imponer permanentemente su propio orden a la sociedad y sus ideas y propaganda a los explotados en general, y a la clase trabajadora en particular. Esta última, por el contrario, es la única clase que, a través de sus luchas, es capaz de desafiar la hegemonía de la burguesía y acabar con su sistema de explotación.
El capitalismo, el sistema de producción que domina el planeta y todos sus países, se hunde en un estado de descomposición avanzada. Un siglo de decadencia está llegando a su etapa final, amenazando la supervivencia de la humanidad mediante una espiral de guerras sin sentido, depresión económica, desastres ecológicos y pandemias devastadoras.
Todos los Estados nación del planeta están comprometidos con el mantenimiento de este sistema moribundo. Todo gobierno, democrático o dictatorial, abiertamente pro-capitalista o engañosamente "socialista", existe para defender los verdaderos objetivos del capital: el aumento de las ganancias a costa del único futuro posible para nuestra especie, una comunidad global donde la producción tenga un solo objetivo: la satisfacción de las necesidades humanas.
Pero, nos dicen, que esta vez en Brasil lo que está en juego es diferente. Volver a nombrar a Bolsonaro, o participar en su reelección no votando, sería avalar todas las políticas que ha llevado a cabo durante sus cuatro años de mandato.
Es cierto que Bolsonaro, como fue el caso de Trump, es un defensor a ultranza del sistema capitalista: intensificación de la explotación, en la aplicación de las "reformas" laborales y de las pensiones, en la continuación de las medidas de austeridad que han ampliado los recortes en educación, sanidad, etc. Pero no solamente es un clásico defensor del capitalismo, sino que ha demostrado ser un defensor de todo lo que está podrido en el capitalismo, una caricatura del populismo: su negación de la realidad de COVID-19 y del cambio climático, su fomento de la brutalidad policial en nombre de la ley y el orden, sus apelaciones al racismo y a la extrema derecha, su repugnante comportamiento personal de carácter homófobo y misógino, ... Pero el hecho de que sea un delincuente y un racista no ha impedido que grandes fracciones de la clase capitalista lo apoyen porque sus políticas de restricción de los controles medioambientales y sanitarios sirven para aumentar sus beneficios.
Si, como es probable que Lula sea elegido, no será para mejorar la situación de la clase trabajadora, sino para ser más eficaz de lo que ha sido Bolsonaro al servicio de la defensa del capital nacional, que siempre se realiza a costa de los intereses de la clase trabajadora.
Para la izquierda del capital, la elección de Lula constituye una tarea primordial, primero para sacar a Bolsonaro de "Planalto" (palacio presidencial), segundo para defender la democracia. En este sentido, el PT (Partido de los Trabajadores, el aparato político al servicio de Lula) ha conseguido articular un amplio frente de izquierdas, además de formar coaliciones con partidos de centro-derecha.
Una mayor claridad sobre lo que representan Lula y Bolsonaro es tanto más necesaria cuanto que las amenazas de Bolsonaro de desconocer el veredicto de las urnas -como fue el caso de Trump- podrían llevar, si se concretan, a enfrentamientos violentos entre fracciones de la burguesía, o incluso a un intento de golpe de Estado. Si esto ocurre, es de la mayor importancia para el futuro de la lucha de clases en Brasil que ninguna fracción del proletariado se deje involucrar en la defensa de ninguno de los dos bandos enfrentados. Ambos son enemigos del proletariado, pero Lula, apoyado por los partidos de izquierda de la burguesía, es más capaz de engañar a la clase obrera. Esta es otra razón para ser particularmente cauteloso con él.
Revolução Internacional (27 de septiembre de 2022)
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/reunion_publica_de_la_cci_gb-ucrania.pdf
[2] mailto:[email protected]
[3] https://es.internationalism.org/content/4820/dossier-contra-la-guerra-imperialista-en-ucrania-por-la-lucha-de-clases-internacional
[4] https://es.internationalism.org/content/4858/el-verano-de-la-ira-en-gran-bretana-la-burguesia-impone-nuevos-sacrificios-la-clase
[5] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/reuniones-publicas
[6] https://es.internationalism.org/en/tag/2/29/la-lucha-del-proletariado
[7] https://es.internationalism.org/en/tag/3/47/guerra
[8] https://es.internationalism.org/files/es/deading_the_queen.pdf
[9] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/gran-bretana
[10] https://es.internationalism.org/en/tag/2/33/la-cuestion-nacional
[11] https://es.internationalism.org/files/es/ni_el_bando_de_lula_ni_el_de_bolsonaro_ni_ningun_otro_contra_todos_los_bandos_capitalistas_el_unico_futuro_esta_en_el_desarrollo_de_la_lucha_de_clases_del_proletariado.pdf
[12] https://es.internationalism.org/en/tag/4/401/brasil
[13] https://es.internationalism.org/en/tag/cuestiones-teoricas/parlamentarismo