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Revolución Mundial nº 107, Noviembre-Diciembre 2008

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En México, como en el mundo la burguesía carga la crisis en las espaldas de los trabajadores

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Desde hace cuatro décadas la crisis económica viene sometiendo al capitalismo, y a lo largo de esos 40 años la burguesía ha echado mano a diversas estrategias económicas presumiendo en cada ocasión haber encontrado la receta para asegurar la salud de la economía. No obstante la reaparición de las secuelas recesivas (estancamiento, inflación, devaluación...), les golpea el rostro continuamente y tienen que volver a buscar el tipo de discurso y política que les permita afirmar que estos sucesos son producto de «choques externos» o de una mala conducción de la política. Así los expertos nos explicaban que la recesión de los 70 tuvo como causa el uso excesivo del Estado durante los 50 y 60, y que además se combinó con el crecimiento desmedido de los precios del petróleo, por eso para enfrentar los problemas recetaban (desde los años 80) medidas «liberalistas» (o «neoliberales») con dosis de «menos Estado», ahora se dice que los problemas que han profundizado la crisis provienen de la escasa regulación de los nuevos instrumentos del mercado de capitales, el crédito creciente, las bajas tasas de interés que anima la especulación y la posterior falta de liquidez, por lo que desempolvando su viejo recetario prescriben el rescate del sistema financiero mediante la intervención directa del Estado, el uso intensivo del gasto público, reducción de la tasa de interés para aminorar la carga de las deudas y mayores dosis de crédito. De manera que, una forma de negar que el capitalismo vive una crisis crónica (propia de un sistema en decadencia) es presentar los momentos de recesión como defectos de mercado de corto plazo causados por el uso inadecuado de la política económica, por los funcionarios o los administradores.

 

Ninguna región está a salvo de la crisis

Los voceros del gobierno mexicano, hace apenas unos meses, se ufanaban del «blindaje» de la economía ante la recesión que ya se anunciaba, incluso en un acto de fanfarronería el presidente Calderón predecía que la economía mexicana se vería beneficiada con la recesión de los EUA. Por eso haciendo gala de filisteísmo decía: «A mi esto del escenario preocupante de 2008, realmente me emociona (... porque) estamos hechos a la adversidad...». Pero como se ha visto la crisis arrasa a todas las regiones del planeta y los discursos que siguen anunciando la fortaleza del sistema, no son sino palabras huecas que ni aún la visión falsificada de la burguesía -que los hace creer que el capitalismo es un sistema eterno- les da algún valor. Basta sólo ver que mientras Carstens, el secretario de hacienda, anunciaba el 9 de octubre que el peso mexicano era «una de las mejores opciones para invertir» (en tanto confiaba en el monto de las reservas internacionales que se vieron incrementadas durante los últimos cinco años por los altos precios del petróleo) la desesperación de la burguesía por salvar su ganancia queda expuesta a la vista de todos, así:

- se agudiza la competencia, recurriendo al uso de especulación con dólares y al retiro de capitales (llevándolos a regiones donde puedan perder menos), volatizando con ello en tan solo 3 días cerca del 11% de las reservas internacionales, y auque favoreció a algunos capitales individuales que aprovecharon esa masa de dólares, no logra dar una solución real al proceso devaluatorio,

- al mismo tiempo la Corporación Durango (principal empresa productora de papel y cartón) y la Comercial Mexicana (tercer cadena de supermercados más importante del país) anuncian su procesos de quiebra, como efecto de la incapacidad del pago de los compromisos pactadas mediante créditos y como resultado del uso de instrumentos de especulación basados en la paridad.

Y aunque los discursos optimistas del gobierno quieran pintar un mundo en orden y equilibrio, la realidad una y otra vez dice que ante la expansión y profundidad de la crisis ninguna región puede mantenerse a salvo, y menos aún México, en donde los peligros se asoman en sus empresas industriales más representativas, como Vitro, CEMEX y Grupo Industrial Saltillo, que han visto derrumbarse sus acciones en la bolsa de valores.

De esta forma queda claro que ante la amenaza de la extensión de la insolvencia, el Estado (en todo el mundo) se prepara el rescate. Como se ve, estos acontecimientos aún cuando exponen la gravedad de la crisis, hace notar que la burguesía en todas las regiones (incluyendo México) toma las enseñanzas que le dejó 1929 para administrar la crisis y evitar un colapso general, por eso se pone de relieve que la expresión del capitalismo de Estado es la forma que el capital ha utilizado para organizar al sistema en su fase de decadencia (abierta en 1914) y que no ha dejado de estar presente aún cuando los discursos neoliberales de la clase dominante (a coro con el aparato de izquierda del capital) pretendiera que el Estado había dejado de tener el papel principal en la conducción y ordenamiento de la explotación, después de todo el Estado, en la fase de decadencia, corrobora en toda su magnitud lo que dijera Engels sobre el Estado moderno, es decir que éste no es sino la representación del «capital total ideal».

 

La burguesía llama a la unidad nacional para impedir la repuesta proletaria

La magnitud que la crisis viene tomando es sin duda la expresión de un sistema decadente que muestra que no tiene otra cosa que ofrecer sino mayor explotación y miseria. Si bien las diversas publicaciones periodísticas de la burguesía presentan las cifras del proceso en picada de la economía, se cuidan de no referir que la estrategia «anti-recesiva» está sustentada en el incremento de los niveles de explotación y en la extensión de la miseria de los asalariados. El mismo aparato de izquierda del capital, al buscar un «culpable» de la crisis, y encontrar que fue la política neoliberal o determinados capitalistas individuales dedicados a la especulación, le facilita la tarea a la burguesía en tanto extiende la confusión entre los trabajadores, alejándolos del reconocimiento del significado del sistema y sometiéndolos a una preocupación falaz y una respuesta aún más falsa: suponer que la crisis capitalista abierta a fines de los 60 (y que no es por ello, dicho sea de paso, tan solo una «crisis financiera») puede encontrar una salida duradera implorando a la burguesía un «giro» en la política y en el establecimiento de la unidad nacional para la defensa de los «intereses de la patria».

Si alguien tenía duda del perverso papel que juega López Obrador, puede observarlo fácilmente en la convocatoria que hace a las diversas fracciones de la burguesía a estar unidas ante la crisis, y buscar al mismo tiempo que los trabajadores se coloquen mansamente a las órdenes del capital. En su «Carta a la opinión pública» López Obrador, entre el revoltijo de recomendaciones que hace a la burguesía para que puedan sobrevivir a la crisis, convoca a los trabajadores a recibir sumisamente el peso de la recesión sobre sus espaldas y a ver en sus hermanos de clase a un enemigo con el que no debe buscar unir sus fuerzas ni solidarizarse para impulsar la lucha. Así, de forma mañosa, intentando aparentar una preocupación por los explotados les pide apoyar al capital nacional y consumir productos mexicanos, pero sobre todo: «Esmérate en tu trabajo, porque habrá más competencia y despidos» (La jornada 9-10-08). De manera que, ante la crisis ¿los trabajadores deben de unir sus intereses a los del capitalista y procurar elevar de forma voluntaria y sumisa los ritmos de productividad? La respuesta es NO. En cada proceso de agudización de la crisis las condiciones de vida de los trabajadores se ve afectada, apenas en los dos últimos años más del 22% de la capacidad de compra del salario de los trabajadores en México se ha perdido y la aceleración de la inflación lo va corroyendo cada día más, el crecimiento del desempleo es una carga que miles de proletarios sufren, sin tener ya ni siquiera la falsa esperanza de huir hacia los EUA, de la misma forma las cargas y cadencias productivas se incrementan día con día, llegando a niveles tan increíbles de imponer jornadas de 12 y 16 horas en labores tan duras como las realizadas en las minas... La miseria a la que la burguesía lleva a los trabajadores (y que amenaza con profundizarse al ritmo en que se agudiza la crisis) debe ser ante todo, momento de reflexión de que el capitalismo es un sistema sustentado en la explotación del trabajo asalariado que no ofrece sino miseria y represión, por eso ante la agudización de la crisis, no hay otro camino que la lucha unida de los trabajadores.

 

A luchar unidos fuera del control del sindicato

El ensanchamiento del desempleo y la miseria, abre sin duda el coraje de los asalariados, no obstante la clase dominante mediante su aparato sindical y de izquierda se esfuerzan ampliamente para evitar surjan respuestas combativas. Mientras el PRD y López Obrador alientan la defensa de la nación y el olvido de la condición de explotados de los trabajadores mediante su campaña de defensa de PEMEX, el aparato sindical tanto oficial como «independiente» o «radical», desgasta y desvía el coraje de los trabajadores hacia reivindicaciones inútiles, como la democratización sindical o más directamente, como lo hace la CNTE, orientando el coraje hacia la impugnación de grotescos personajes, como Esther Gordillo, que aún cuando su actuación efectivamente sea escandalosamente corrupta y represora, no es sino un personaje del capital, que tan sólo personifica temporalmente al sistema y que mientras exista el capital existirán engendros de ese tipo. Antes fue Jongitud Barrios y el sistema mismo lo cambio para renovar la careta sindical del SNTE, que de nuevo ahora requiere una maquillada democrática. Pero si todo el descontento se detiene sobre eso, el sindicato logrará su propósito, es decir, impedir que el coraje por la degradación de las condiciones de vida se nulifique y que las luchas se queden aisladas, imposibilitando que toda la combatividad se exprese en movilizaciones en las que TODOS los trabajadores, sin importar el oficio, la rama o su condición de desempleado se integren en una unidad masiva y conciente. Mientras el sindicato y la izquierda del capital imponga movilizaciones aisladas y consignas falsas, la burguesía tendrá un camino fácil para sacar toda su bestialidad represora como lo ha hecho con los maestros de Morelos, de manera que de frente a la crisis que va acompañada de ataques directos contra las condiciones de vida de los trabajadores y ante las acciones represoras, no hay más camino que las luchas unificadas, en las que se sumen las fuerzas y se sometan las orientaciones que la clase dominante dicta a través de sindicatos y su aparato de izquierda.

Tatlin/octubre-2008

 

 

Situación nacional: 

  • Mexico [1]
  • Situación económica [2]

Las elecciones capitalistas contra la clase obrera

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Por supuesto es lo que siempre dicen de las elecciones presidenciales. Es el gran teatro y no tiene nada que ver con la realidad. Es difícil recordar la última vez que los medios de comunicación nos dijeron que la elección presidencial era sin importancia, que se ofrecía una elección entre adversarios no distinguidos, o que sin importar quien gane nada cambiará.

Y por supuesto este año es aún más histórico de lo usual - el primer candidato afroamericano nombrado para presidente por un partido importante y una mujer que se postula para la Vicepresidencia por el Partido Republicano por primera vez en la historia. Los medios de comunicación burgueses nos dicen que sin importar quien gane, ésta será una elección histórica.

Para la clase obrera, la realidad es muy diferente de la mitología mediática. Sin importar quién gane, sin importar quién habite la Casa Blanca, la situación de la clase será la misma;

- nuestros hijos e hijas serán llamados a derramar su sangre para el imperialismo estadounidense que será forzado a recurrir cada vez más a intervenciones militares en todo el mundo;

- la crisis económica continuará implacablemente atacando nuestros salarios, nuestro nivel de vida, nuestra atención médica, nuestras pensiones, nuestras condiciones de vivienda y servicios sociales;

- las divisiones sociales que existen en EUA continuarán empeorando; los ricos se harán más ricos y los pobres más pobres;

- el número de desempleados continuará creciendo;

- el futuro continuará sombrío.

Por supuesto la gran «noticia» en esta elección es Obama, un candidato a la presidencia afroamericano y con una retórica sobre el cambio que está atrayendo a millones de jóvenes a su candidatura. Sin embargo, ya sea negro o blanco o biracial, Obama es sólo otro político capitalista como cualquiera. A pesar de su oposición desde el inicio a la guerra en Irak, no significa que sea un candidato pacifista. Lo hizo evidente en su discurso de aceptación del compromiso a usar su poderío militar para defender los intereses imperialistas estadounidenses como cualquier otro político capitalista. No quiere regresar a casa a los soldados de Irak; quiere trasladar a soldados a la guerra en Afganistán y lanzar incursiones militares a Pakistán, y prepararse para desencadenar la guerra en otro lugar. Su crítica principal a la política de Bush es que el ejército americano esté tan disperso que es incapaz de responder a otras amenazas a su hegemonía, como en Georgia. Obama simplemente es tan belicista como McCain. En el aspecto económico, ninguna de sus políticas pueden enfrentar el hecho de que el problema con la economía no son los errores de la política de Bush, sino la crisis mundial del capitalismo, que es un sistema históricamente anacrónico, ante lo cual Obama es incapaz de hacer algo.

Para el capitalismo, la campaña electoral es un elemento crucial en la mistificación democrática, la estafa ideológica que extiende el mito de que en una democracia capitalista todos son iguales y tienen la oportunidad de decir lo que piensan, de que todos pueden participar para tomar la decisión de cómo dirigir la sociedad. La clase dominante inyecta cientos de millones de dólares en la campaña, y moviliza sus medios masivos de comunicación, sus sindicatos, sus instituciones de enseñanza, sus organizaciones políticas de izquierda y derecha para reforzar este mito y atraer a los trabajadores al circo electoral. Para la clase gobernante, las elecciones son una herramienta valiosa para el engaño de los trabajadores, atándolos al Estado, desviándolos de la lucha de clases, y engatusándolos para que crean que son «libres» - libres de elegir a sus opresores para los próximos cuatro años.

Las elecciones capitalistas no siempre fueron una farsa vacía. En el siglo XIX cuando el capitalismo todavía era un sistema en desarrollo e históricamente progresivo, capaz de desarrollar las fuerzas productivas, las elecciones constituían el lugar donde la clase capitalista decidía su «comité ejecutivo» para controlar el gobierno y controlar la sociedad. Diversas fracciones de la clase dominante, defendiendo tendencias programáticas diferentes, intereses económicos diferentes como el capital financiero, los ferrocarriles o la industria petrolera, competían entre sí por el control del Estado. En este período, cuando el capitalismo todavía estaba en expansión y era por tanto todavía posible conseguir a duras penas reformas importantes del sistema, tenía sentido para el movimiento obrero participar en las elecciones y aprovechar las disputas entre las fracciones de la clase dominante para obtener ganancias para la clase obrera, como la jornada de ocho horas y el fin del trabajo de los niños.

Pero esta situación cambió dramáticamente a principios del siglo XX con la terminación del mercado mundial, cuando el capitalismo alcanzó la cumbre de su desarrollo histórico y se convirtió en una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas. Con el sistema en decadencia, la posibilidad de conseguir reformas sociales duraderas del sistema capitalista ya no existía, y la orientación del movimiento obrero hacia las elecciones capitalistas se modificó básicamente. La determinación de la política recae definitivamente en las manos del poder ejecutivo, en particular, la burocracia permanente gobierna en interés del capital nacional.

 

Las elecciones capitalistas contra la clase obrera  se preparan constantemente para la mortal competencia con sus naciones rivales.

Con la desaparición de las condiciones históricas que hicieron las elecciones relevantes para el movimiento obrero, el electoralismo se convirtió en un instrumento de la mistificación política inevitablemente, una estafa ideológica para perpetuar el mito democrático oscureciendo la verdadera naturaleza de la dictadura de la clase capitalista y promoviendo la ilusión de que los trabajadores pueden participar en la determinación de las políticas gubernamentales.

En este contexto, el circo electoral representa una gran maniobra ideológica de la burguesía. Gran parte del siglo pasado la burguesía estadounidense ha sido particularmente capaz de controlar las campañas presidenciales para colocar equipos políticos capaces de implementar sus tendencias estratégicas y promover la credibilidad en el circo electoral. El partido en el poder en la Casa Blanca generalmente fue determinado por una cuidadosa  manipulación de los procesos electorales por los medios de comunicación para generar los resultados deseados. Bajo la disciplina política dentro de la clase gobernante, los principales partidos y sus candidatos podían ser convencidos a aceptar la división del trabajo determinada por las fracciones dominantes. Los factores en juego al determinar la división del trabajo izquierda-derecha  al nivel del Estado nacional podían variar dependiendo de las circunstancias nacionales o internacionales predominantes. Esta habilidad para controlar los resultados de las elecciones y mantener la disciplina dentro de sus propias filas empezó a deteriorarse después del fracaso del sistema de bloque a nivel internacional, llevando a los resultados vergonzosos de la administración Bush en la elección robada del año 2000, que no sirvió a los intereses de la clase dominante.

Actualmente hay dos objetivos políticos fundamentales por las fracciones dominantes de la clase capitalista estadounidense en la elección presidencial próxima:

- una rectificación de las desastrosas metidas de pata de la política imperialista de la administración Bush para restituir la autoridad estadounidense significativamente sobre el nivel internacional y permitir que intervenga militarmente en otras partes del mundo;

- una renovación total de la mistificación democrática, que ha sido tremendamente golpeada desde el año 2000.

La clase dominante ya ha hecho grandes progresos al colocar el escenario para reparar el gran lío que la administración Bush ha provocado con su política imperialista. La propuesta de Obama de retirada de Irak durante los próximos dos años ya ha sido acordada entre el régimen iraquí y la Casa Blanca. Este trabajo preliminar prepara el terreno para una política imperialista más sofisticada y «multilateral», eso disminuirá el creciente aislamiento del imperialismo estadounidense y restablecerá su autoridad en la arena internacional.

En términos de resucitar la mistificación electoral, Obama evidentemente desempeña mejor los intereses de la clase dominante. Sus carismáticos pero vacíos discursos sobre el cambio han provocado un verdadero entusiasmo entre las jóvenes generaciones de votantes que han sido en gran parte apáticos a los procesos políticos capitalistas, implicándolos en la política electoral en gran número por primera vez en muchos años. Los expertos políticos capitalistas han promovido el fenómeno de Obama como «un movimiento social», una fuente de «esperanza» y un deseo de cambio.

Pero lo que estamos presenciando no es un movimiento social, sino una campaña ideológica sumamente exitosa que revive la mistificación electoral. Sin embargo, la candidatura de Obama arriesga con agravar los problemas que la burguesía busca solucionar. Si pierde las elecciones generales, la desilusión se dibujará en millones de jóvenes. Si gana la elección, le será imposible realizar cualquier cambio importante, lo cual extenderá igualmente la decepción y desilusión.

Para la clase obrera las elecciones son una desviación completa de su lucha. La única manera de defender nuestros intereses es la lucha de clases, en las calles y en los centros de trabajo - contra las reducciones de salario y despidos, contra los ataques sobre nuestras condiciones de vida, contra la guerra imperialista. Esta lucha diaria por defender los intereses de clase obrera contra el capitalismo lleva en sí las semillas del desarrollo de la conciencia de clase, de un movimiento de la clase obrera que será capaz de enfrentar al capitalismo y destituir este sistema social basado en la explotación del hombre por el hombre por un orden controlado por los mismos trabajadores, donde la satisfacción de las necesidades sociales sea la fuerza motriz.

 

CCI /septiembre del 2008. 

Geografía: 

  • Estados Unidos [3]

Noticias y actualidad: 

  • Elecciones en EEUU [4]

Ataque terrorista en Morelia: la burguesía en su conjunto es la responsable de la barbarie

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El brutal y  sangriento ataque a cientos a personas con granadas de mortero en plena plaza principal de la ciudad de Morelia Michoacán[1], atestada con motivo del Grito de Independencia que la burguesía organiza religiosamente cada año, en todo el país, para reforzar la ideología nacionalista, fue precedido por actos de barbarie igualmente irracionales como las decenas de decapitados, los ejecutados y apilados en parques y colonias en prácticamente todos los estados del país. Hechos que se repercuten a cada minuto en todos los diarios escritos y los noticieros electrónicos contribuyendo a crear una atmósfera de inseguridad, angustia y miedo sin precedentes entre la población.  

 

La escalada de los enfrentamientos entre las diferentes bandas de la llamada «delincuencia organizada» no hace sino confirmar que el enfrentamiento del gobierno contra el narcotráfico y la delincuencia organizada esconde en realidad las pugnas al interior de la burguesía y de su Estado; por ejemplo, el ataque criminal en Morelia, según las investigaciones periodísticas de las revistas como Proceso o Zeta, fue perpetrado por aquellas fracciones de la burguesía inconformes por el trato preferencial que el Estado ha brindado a otros grupos desde hace ya varios años. Es esta la realidad cruda y descarnada del accionar faccioso y criminal del Estado capitalista, el mismo que dice «luchar contra la delincuencia para proteger a los ciudadanos».           

 

La aceleración de la descomposición y la barbarie capitalistas

Estamos ante una agravación de la tendencia generalizada de la descomposición social del capitalismo que está alcanzando, a saltos, cuotas de barbarie inusitadas; produciendo al por mayor a fracciones burguesas de lo más irresponsables e irracionales que son el vivero del que se nutren las bandas terroristas, los gángsteres regionales y locales ligados a tal o cual estructura del Estado donde encuentran poderosos «padrinos» y a quienes este tipo de actos les benefician sobremanera para sus fines; confirmando por enésima ocasión la tendencia irreversible del «sálvese quien pueda» y «del cada quien a lo suyo», que es ahora dominante en la dinámica del capitalismo. En México, asistimos a la inauguración[2] de un fenómeno que, al menos desde los 60, se ha evidenciado como un instrumento utilizado por alguna fracción de la burguesía ante sus rivales, llevando a cabo así  masacres indiscriminadas contra la población civil. Con esta actitud se nota un cambio cualitativo en la barbarie que hemos vivido en los últimos años, ensañándose principalmente contra la masa de explotados.

La intención muy clara de matar al mayor número de personas amplificando así los efectos grotescos del horror y del terror, tenía el cálculo (aparte del político y social, como lo veremos más adelante) de lograr la caída, al menos, del titular de la SSP a quien se ha señalado reiteradamente como el principal protector del Chapo Guzmán, o también del gobernador perredista de Michoacán, quien habría incumplido un trato...  Pero ¿y la vida de las familias enteras de explotados que alegraban la fiesta de la burguesía? Poco importan, ¡sólo son daños colaterales inevitables en sus disputas! Todas las evidencias recogidas en algunos medios de prensa y por testigos presenciales en el momento del atentado y en los días siguientes apuntan a que estuvieron involucrados directa o indirectamente corporaciones policiacas y militares, lo cual no es sorprendente si tenemos en cuenta la relación orgánica que existe entre la llamada delincuencia organizada y las estructuras policiacas y militares del Estado; en otras ocasiones hemos ya denunciado también por ejemplo, cómo los servicios secretos pueden desempeñar un papel directo en los conflictos y los ajustes de cuentas en el interior de la burguesía nacional[3].

 

La campaña burguesa de condena a la violencia genérica: una cínica mistificación en toda la línea

Por principio de cuentas negamos de nuevo a la burguesía el derecho de llorar a los trabajadores que caen muertos en medio de sus guerras internas, pues sus lágrimas hipócritas de cocodrilo quieren esconder cínicamente, su responsabilidad plena de sus crímenes. En efecto, después del asesinato masivo de niños, jóvenes, adultos y ancianos todas las fracciones de la burguesía se han empeñado en condenar la «violencia», pero la violencia la ejerce la clase dominante de forma cotidiana y ahora toma de rehenes a la población entera en su pugna interna. Esas almas impías que hoy lloran y condenan la violencia, jamás dirán que la característica esencial del sistema capitalista es que cuenta con el terror, para prolongar su sistema de explotación. Estos hechos que aparecen como actos de violencia episódicos o circunstanciales, provienen de las entrañas mismas de la vida interna de la burguesía y su sistema capitalista.

 

Frente al chantaje estatal, no a la unidad nacional

No hay que dejarnos engañar por los medios de difusión de la burguesía, sus intelectuales, «especialistas», políticos profesionales, sindicalistas, etc., pues aprovechan los efectos reales que tiene la descomposición social generalizada del capitalismo para lanzarlos contra su enemigo de clase (p. ej. el sospechoso interés del Estado en que se conozcan de manera tan amplia cada detalle de las ejecuciones diarias por todo el país); así, la justa indignación del proletariado contra el abominable atentado y su solidaridad con las víctimas se ha manipulado por el Estado capitalista para desviarla hacia sus intereses y objetivos políticos presentándose precisamente como el baluarte contra la «violencia irracional». Los tintes bestiales que hoy toma la pelea presente entre las mismas filas de la burguesía, permite percibir de forma descarnada el avance de la  descomposición del sistema capitalista. La evidente multiplicación y disgregación en bandas armadas que luchan entre sí, hace que el Estado tenga cada vez más dificultad para retomar el control.

Por eso, los cínicos y criminales llamados a cerrar filas en torno al «Estado», aprovechándose del sentimiento de inseguridad permanente, de miedo e impotencia inducidos por este tipo de actos de barbarie en la inmensa mayoría de los trabajadores, no son más que un asqueroso chantaje para que los explotados y oprimidos sigan resignados y atados a la maquinaria estatal y acepten -casi exigiendo- las únicas medidas concretas que el Gobierno puede tomar contra el «terrorismo y la inseguridad»: un brutal reforzamiento del aparato represivo que está destinado ante todo y, sobre todo, al aumento y el perfeccionamiento de los medios de control y vigilancia de cualquier expresión de cuestionamiento real proveniente de las filas de la clase obrera, es decir a militarizar las ciudades. Vale resaltar el caso de la represión al sector magisterial de Morelos, en el que se utiliza todo el aparato de «seguridad» (incluyendo al ejército), con lo cual la burguesía manda un mensaje disuasivo a toda los trabajadores del país en el sentido de que cualquier movilización contra los designios del capital y sus órganos de encuadramiento sindicales y políticos será reprimido sin miramientos, sobre todo ahora que se hace cada vez más necesario luchar ante los ataques a sus condiciones de vida cada vez más insoportables.

 

 

 

La verdadera alternativa es la lucha de clases

El proletariado ante la abundancia de hechos empíricos, cada vez más intuye que efectivamente hay una relación orgánica entre el Estado y la delincuencia organizada, sin embargo, todavía tiene que elevar esta constatación a una toma de conciencia de clase acerca de la alternativa histórica ante esta barbarie, acerca de la necesidad de su lucha por la abolición de este sistema que se haya gangrenado desde sus cimientos; una comprensión radical de que si no logra esto último la barbarie capitalista como se conoce hasta ahora, degenerará aún más de manera dramática y brutal. Efectivamente, la verdadera amenaza al orden burgués proviene de la lucha de la clase obrera y sobre todo de la posibilidad de  su toma de conciencia de la relación que existe entre la penuria diaria de su existencia y la barbarie de este tipo que son en realidad una unidad dentro del capitalismo, de la posibilidad muy concreta de que pueda tomar conciencia de la necesidad de cuestionar al mismo sistema capitalista y plantearse seriamente la necesidad de su destrucción revolucionaria.

 

RR/octubre del 2008

 


Notas:



[1] Sobre los cuales, por cierto, la TV no informó inmediatamente, ejemplo del control democrático

del Estado sobre los medios de comunicación

[2] Es cierto que hasta hace poco más de un año grupos arma

dos como el EPR habían puesto bombas en algunas instalaciones de PEMEX sin embargo, no pasaban de la pretensión de un efectismo mediático en abono de sus aspiraciones políticas.

[3] Los casos son muy conocidos en la historia reciente: asesinatos políticos de Estado de mediados de los 90

Situación nacional: 

  • Mexico [1]
  • Conflictos interburgueses [5]

El hundimiento del capitalismo norteamericano

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Por casi un año el capitalismo americano ha resentido un malestar económico prolongado de proporciones no vistas desde la gran depresión de 1929-35. No pasa un mes sin un nuevo acontecimiento dramático en la vida del sistema, con giros en los mercados bursátiles, hasta la quiebra de las instituciones financieras más reputadas, símbolos ayer de la supuesta vitalidad del capitalismo. ¡Y las cosas solamente empeoraron desde el verano¡ En las semanas recientes ha habido una agravación de la crisis económica que ha sacudido la confianza de los adoradores más acérrimos del capitalismo americano.

Lo que comenzó como el estallido de la infame burbuja inmobiliaria a principios de 2007, se ha convertido en el desastre financiero más grande desde hace 70 años. El número de instituciones en problemas está creciendo a diario: los bancos de inversión Bear Stearns, Merrill Lynch y Lehman Brothers; las hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae; la compañía de seguros más grande del mundo, AIG; la Washington Mutual, casa de préstamos y ahorros más grande y el banco comercial Wachovia - solo para mencionar los casos más famosos. El conjunto del sistema financiero está en el marasmo.

Aún cuando el centro de la tormenta es la economía de EU, sus efectos están extendiéndose rápidamente a través del mundo. En Europa central, Rusia, Japón, Asia.... por todas partes, el sistema financiero va a la quiebra, forzando a los gobiernos a acudir al rescate, repitiendo la experiencia americana, a excepción de especificidades locales.  Ante una situación que empeora dramáticamente, el "capitalista colectivo", el Estado, ha hecho todo lo posible para manejar la crisis económica. Pero el balance hasta hoy es  negativo. El Estado ha probado de nuevo su incapacidad para detener la sangría. Y la llamada "salida del apuro" del sistema financiero al costo de 700 mil millones de dólares podrían tomar el mismo camino que otras medidas que se tomaron el año pasado.

Detrás de la crisis financiera, la crisis económica del capitalismo

Los reporteros, columnistas económicos, comentaristas de la TV y toda la clase de "expertos económicos" compiten en su colorida descripción de la tormenta que arruina los altos templos del sistema financiero americano. El mensaje es de gran alarma. La visión predominante es que el sistema financiero está a punto del colapso y el crédito - la sangre del sistema - se está terminando, poniendo en peligro el bienestar de todos. En fin, la agitación en Wall Street, el sistema financiero, amenaza ahora a Main Street, la verdadera economía. Hay muchas expresiones contra los "excesos" y la "avaricia" de la gente de Wall Street que atrajo esta calamidad hacia sí misma y el resto de la sociedad. Es muy cómico pues esta condena viene de los mismos medios que no hace tiempo de manera servil celebraban las ganancias aparentemente sin límites que hacía de Wall Street una industria del alto vuelo y del estilo de vida pródigo de banqueros, inversionistas, comerciantes, especuladores de fondos, corredores de hipoteca sin escrúpulos y otros supuestos empresarios parásitos.

 Cuatro décadas de crisis económica

La cadena de acontecimientos inmediatamente anteriores a la crisis financiera actual es muy conocida. La burguesía americana salió de la recesión de 2001 justo de la misma manera que hizo durante recesiones anteriores: con políticas de capitalismo de Estado de créditos baratos y políticas fiscales laxas. Y así como durante otras "recuperaciones,» estas políticas alimentaron la ilusión de crecimiento y finalmente terminaron creando las condiciones para un nuevo desplome. Así, el celebrado boom de la vivienda se convirtió en la actual quiebra de las hipotecarias, tal como la "revolución" del internet terminó en la burbuja punto.com que estalló en el 2001. Ésta es la breve historia de cómo la economía americana terminó donde se encuentra hoy: con un sistema financiero en desorden total, aplastada por una onda imparable de ejecuciones hipotecarias, baja de precio de las propiedades inmobiliarias que descienden en espiral.

En realidad, lo que da a la actual crisis financiera sus proporciones históricas es el hecho de que expresa la acumulación de décadas de contradicciones de un sistema económico decadente que se ha convertido en todos los sentidos en una amenaza a la misma supervivencia de la humanidad. Un estado permanente de guerra y crisis económica, con un empeoramiento implacable de los niveles de vida, desempleo crónico, inflación desenfrenada y aumento de la inseguridad para la clase obrera y otros sectores no explotadores de la población - ésta ha sido la historia del capitalismo para la mayor parte de el siglo pasado. Éste es un sistema que ha hecho pasar a la humanidad a través de dos guerras mundiales devastadoras y la gran depresión, una terrible crisis mundial con la cual comparan la situación actual.

 Después del breve respiro durante el periodo de reconstrucción posterior a la Segunda Guerra mundial, la crisis económica apareció nuevamente al frente, rompiendo la visión de la prosperidad sin límites, libre de crisis propuesta por los acólitos del sistema basados en los récords del crecimiento económico del período de posguerra en los países centrales del capitalismo. El deterioro económico que empezó a fines de los años 60 estalló en una verdadera crisis económica mundial a principios de los años 70 y ha persistido desde entonces como un cáncer Terminal que crece en el centro del cuerpo del capitalismo.

 No es un accidente que la economía de E.E.U.U. esté hoy, tal como estaba en el años 70, en el centro de la tormenta. En agosto de 1971 Richard Nixon rompió los acuerdos de Breton Woods de 1943 que habían garantizado la convertibilidad del dólar al oro y que había dado a los sistemas financieros y comerciales de la posguerra una apariencia de estabilidad. Este giro de la burguesía americana dejó el uso del dólar como moneda mundial sin una racionalidad económica y ha contribuido en gran parte a la fragilidad del sistema financiero mundial que se manifiesta en la crisis de hoy. Los bancos mundiales son inundados con dólares de papel. Las reservas monetarias de la mayoría de los países se conservan sobre todo en dólares. De hecho,  hay más dólares circulando alrededor del mundo que en la economía de E.E.U.U. Esta situación insana se basa en una ilusión colectiva simple: detrás del dólar está la llamada "completa fe y crédito" del gobierno de E.E.U.U., que llega a una sobrestimación abierta de la capacidad acreedora de EU.

 La falta de demanda solvente en relación a las necesidades de la acumulación capitalista -la raíz de la crisis abierta actual del capitalismo que data de finales de los años 60- se ilustra por una doble característica de la vida del capitalismo en décadas recientes: la perversión del crédito y la explosión de la especulación. Enfrentado a una carencia de mercados solventes para absorber su producción, el capitalismo ha encontrado la manera de ajustar el círculo: dar crédito. No un crédito económicamente racional basado en una expectativa razonable de reembolso de una deuda con un beneficio - una práctica normal del capitalista y una herramienta de gran alcance para el desarrollo del capitalismo - sino que por el contrario, el crédito como forma de mantener el sistema artificialmente y prevenir su colapso bajo el peso de su crisis histórica. Ésta es la razón detrás de la imprudente explosión en las décadas recientes de la deuda individual (tarjetas de crédito, préstamos para auto, préstamos para estudiar, préstamos personales, hipotecas) y de la deuda corporativa y pública (que en muchos casos nunca serán reembolsadas).

 Además, ante una reducción de la tasa de ganancia en el proceso de producción, el capital ha dado la vuelta hacia la esfera de la especulación, creando una economía virtual de casino. ¡Todo esto sin la fastidiosa creación y venta de mercancías  en el proceso de producción y circulación que definen al capitalismo como un modo de producción! Gracias al colapso de la burbuja inmobiliaria y la agitación financiera actual, se ha abierto una ventana al mundo secreto de las jugadas de alto riesgo. No es ninguna maravilla que esté cayendo el sistema financiero. Seguro, la especulación ha sido siempre un componente del capitalismo, pero la cantidad de capital implicada en ella hoy, su peso en la economía en su totalidad, el grado al cual ha logrado impregnar a capas cada vez más grandes de la sociedad -incluso el futuro sustento de la clase obrera se está haciendo dependiente de las inversiones de fondos de jubilación en esquemas especulativos- no tiene precedente y en sí condena al capitalismo como modo viable de producción para la sociedad.

 El show debe continuar

¿Qué ha logrado el Estado y qué se puede esperar de las políticas propuestas hasta ahora?

La primera cosa que hay que notar sobre la respuesta de la burguesía a las primeras muestras de que el boom de las inmobiliarias había llegado a su auge 2007, fue, juzgando por sus acciones, que había una subestimación total de la gravedad de la situación que se iba a desencadenar. Luego del inicio de la quiebra de las inmobiliarias y el sistema financiero durante el 2007, la Reserva Federal respondió con su convencional política de manipulación monetaria, reduciendo agudamente en tiempo récord las tasas de interés para bajar el costo del crédito y bombeando toneladas de dinero directamente al sistema financiero, tratando de apuntalar las deterioradas finanzas de los bancos y de otras instituciones financieras. Por su parte la Casa Blanca y el Congreso también hicieron uso de sus tradicionales herramientas fiscales  para manejar la crisis. Al principios de 2008, pasaron un "paquete de estímulos" integrado por las rebajas de impuestos para los consumidores, suspensión de impuestos para los negocios y otras medidas que supuestamente eran para evitar una recesión. Como el pronóstico económico de Bernanke a mediados de febrero planteaba, "Mi perspectiva implica un período de crecimiento inactivo, seguido por un paso algo más fuerte del crecimiento que comenzará más adelante este mismo año en tanto que el efecto (de la Fed) y el estímulo fiscal comience a sentirse" (USA Today, 15 de febrero de 2008).

Algunos días más adelante, el derrumbamiento del oso Stearns, el quinto banco de inversión más grande del país, dio la voz de alarma y prevería el tsunami financiero actual que ha arruinado el sistema financiero americano y global y que ha cambiado totalmente el paisaje financiero de Wall Street. Según las declaraciones públicas que emanan de todas las esquinas del Estado, la burguesía ahora se preocupa de los peligros planteados a su sistema por la situación actual y ha decidido traer las grandes armas del Estado para arreglar la situación. Éste es el sentido de los 700 mil millones dólares, programa urgente en que la clase dominante finalmente ha acordado. Este programa es una tentativa de hacer pagar a la clase obrera -las generaciones actuales y futuras-  por el desastre financiero. Por otra parte, este desembolso urgente, que esencialmente será financiado en corto plazo por la deuda pública, podría explotar, proveyendo de combustible a la inflación y fomentar fácilmente el desorden económico. Finalmente, hay una cosa más importante a subrayar en lo referente a las políticas de la burguesía del año pasado: por un lado ponen en claro el carecer puramente ideológico de la llamada economía de "libre mercado" americana, y por otro, demuestran abiertamente el papel dominante del Estado en la economía - qué los revolucionarios desde hace tiempo han caracterizado como capitalismo de Estado.

¡¿Y la clase obrera?!

Ante la crisis económica que se profundiza, el mensaje de los medios burgueses a la sociedad es que "estamos todos juntos en esto". Sí, dice, algunos son culpables de excesos y de avaricia, pero TODOS somos más o menos responsables del lío financiero. "Cada uno" aprovechó los buenos días de crédito fácil y barato, de la economía funcionamiento con la deuda y todos tenemos que alinearnos en un esfuerzo común detrás de los esfuerzos del Estado para salvar la economía. Esto es absurdo. La clase obrera no tiene nada que decir sobre cómo debe administrar la burguesía su sistema decadente. El hecho es que la condición de la clase obrera no ha conocido ninguna mejora durante las cuatro décadas pasadas de trucos de la burguesía dirigidos a mantener su sistema económico a flote. A menos que deseen considerar todas las deudas que sofocan - tarjetas de crédito, préstamos para auto, préstamos a estudiantes, hipotecas altísimas, etc.

 Los políticos, particularmente los que pertenecen a la izquierda del capital, quisieran hacer creer a los trabajadores que ellos están preocupados por el sufrimiento de la clase obrera. Tanto la izquierda como la derecha quisiera que creyéramos que la respuesta al desempleo creciente, los sueldos que se erosionan, el estado lamentable del sistema de servicio médico y las pensiones que se deterioran están en las urnas electorales, que lo que se necesita es el presidente o el miembro del Congreso adecuado. Sin embargo la realidad es que la burguesía no tiene ninguna solución a la crisis de su sistema y ningún futuro para ofrecer a sociedad a excepción de una crisis cada vez más devastadora y guerras imperialistas mortales.

 La cruda realidad es que los trabajadores han estado pagando por años los costos de la crisis irremediable del capitalismo. Y hoy enfrenta toda una andanada de ataques de todas direcciones que no tienen ninguna opción más que oponerse a los ataques del capitalismo a sus condiciones de vida y trabajo en su propio terreno, el terreno de la lucha de clases - luchando contra la lógica de la explotación capitalista. Contra el futuro del capitalismo de crisis y de guerra, la clase obrera debe proponer su propia perspectiva de una sociedad basada sobre necesidades humanas.

 

Eduardo Smith, 3 de octubre de 2008.

Geografía: 

  • Estados Unidos [3]
  • Norteamérica [6]

Noticias y actualidad: 

  • Crisis económica [7]

¿Existen diferencias entre las revueltas del hambre de hoy y las revueltas sociales de ayer?

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Desde el comienzo del año, la crisis económica mundial, que revela el callejón sin salida en el que se encuentra el sistema capitalista, ha provocado en numerosos países revueltas de hambre, mientras que se desarrollaban luchas obreras por aumento de salarios, especialmente frente a la escalada de los precios. El denominador común de las revueltas de hambre que han estallado desde este año por todas partes: en Haití, Filipinas, Egipto, es precisamente el aumento de precios de los productos alimenticios o su tremenda escasez que ha golpeado brutalmente a las poblaciones pobres y obreras de estos países.

Los saqueos de almacenes son una reacción completamente comprensible frente a una situación insoportable, de supervivencia, para los actores de tales actos y su familia. En este sentido, las revueltas de hambre, aún cuando provocan destrucciones y violencia, no se pueden poner en el mismo plano y no tienen el mismo significado que las revueltas que hemos visto anteriormente en centros urbanos como las de Brixton en Gran Bretaña en 1981 y las de los suburbios franceses en 2005, o las revueltas raciales, como las de Los Ángeles en 1992[1].

Aunque alteran «el orden público» y provocan estragos materiales, estas últimas no sirven al fin y al cabo más que a los intereses de la burguesía que es completamente capaz de volverlas no sólo contra los propios amotinados, sino también contra el conjunto de la clase obrera. En particular, estas manifestaciones de violencia desesperada, y en las que frecuentemente están implicados elementos lumpenizados, brindan siempre una ocasión a la clase dominante para reforzar su aparato de represión. Este tipo de revueltas es un producto puro de la descomposición del sistema capitalista. Son una expresión de la desesperación y del «no futuro» que engendra y que se manifiesta totalmente por su carácter absurdo. Son de ello ejemplo las revueltas que han abrasado los suburbios en Francia en noviembre de 2005 en las que no fueron de ninguna manera los barrios ricos habitados por los explotadores donde los jóvenes han desencadenado sus acciones violentas, sino que fueron sus propios barrios de obreros e inmigrantes pobres, los que fueron atacados y se volvieron más siniestros e inhóspitos que antes. Además, el hecho que sean sus propias familias y vecinos las principales víctimas de la depredación revela totalmente el carácter ciego, desesperado y suicida de este tipo de revueltas. Los coches de los obreros que viven en estos barrios fueron los incendiados, las escuelas o los gimnasios frecuentados por sus hermanos, sus hermanas o los hijos de sus vecinos los que fueron destruidos. Y es justamente debido a lo absurdo de estas revueltas que la burguesía las ha podido utilizar y volverlas contra la clase obrera. Así es como la mediatización ha permitido, a ultranza, a la clase dominante empujar a la mayoría  de obreros de los barrios populares a considerar a los jóvenes amotinados no como las víctimas del capitalismo en crisis, sino como «vagos desgraciados». Este tipo de revuelta no puede más que sabotear toda reacción de solidaridad de la clase obrera hacia estos jóvenes.

Para su parte, las revueltas de hambre son ante todo una expresión de la quiebra de la economía capitalista y de la irracionalidad de su producción. Ésta se traduce hoy en una crisis alimenticia que golpea no sólo las zonas más desfavorecidas de los países «pobres» sino cada vez más a los asalariados, incluso en los llamados países «desarrollados». No es por azar si la gran mayoría de las luchas obreras que se desarrollan hoy en las cuatro esquinas del planeta tiene como reinvindicación esencial los aumentos de salario. La inflación galopante, la escalada de los precios de los productos de primera necesidad conjugadas a la bajada de los salarios reales y de las pensiones de jubilación recortadas por la inflación, y unidas a la precariedad del empleo y a las olas de despidos son de las manifestaciones de la crisis que contienen todos los ingredientes para que la cuestión del hambre, de la lucha por la supervivencia, empiece a plantearse dentro de la clase obrera. Y es justamente por que la cuestión de la crisis alimenticia golpea ya a los obreros de los países «pobres», y tocará cada vez más a los países centrales del capitalismo, que la burguesía tendrá las más grandes dificultades para explotar las revueltas de hambre contra la lucha de clase del proletariado.

Evidentemente estas revueltas son, también, reacciones de desesperación de las masas más empobrecidas de los países «pobres» y no llevan en sí mismas ninguna perspectiva de destrucción del capitalismo. Pero, contrariamente a las revueltas urbanas o raciales, las revueltas de hambre constituyen un pozo en donde se concentra la miseria absoluta en el cual el capitalismo sumerge a capas cada vez más grandes de la humanidad.

En este sentido, estas revueltas pueden contribuir a la toma de conciencia del proletariado de la quiebra irremediable de la economía capitalista. Muestran, en fin, con qué cinismo y ferocidad la clase dominante contesta a las explosiones de cólera de aquéllos que se entregan al saqueo de almacenes para no morirse de hambre: la represión, los gases lacrimógenos, las macanas y la metralla.

Por otro lado, al contrario de las revueltas de los suburbios, estas revueltas de hambre no son un factor de división de la clase obrera. Por el contrario, a pesar de la violencia y las destrucciones que pueden causar, las revueltas de hambre tienden espontáneamente a suscitar un sentimiento de solidaridad de parte de los obreros en la medida en que estos últimos son también las principales víctimas de la crisis alimenticia y tienen cada vez más dificultad para alimentar a su familia. En este sentido, las revueltas del hambre son mucho más difíciles de explotar por la burguesía para poner a los obreros unos contra los otros o para crear divisiones en los barrios populares.

Con la agravación de la crisis, las revueltas de hambre y las luchas obreras se multiplicarán sin duda de manera cada vez más generalizada y simultánea. Estas dos expresiones de descontento no contienen, sin embargo, el mismo potencial. En efecto, sólo el combate del proletariado, sobre su propio terreno de clase, puede poner un término a la miseria, a la carestía generalizada derrocando al capitalismo y creando una nueva sociedad sin miseria, sin carestía y sin guerras. Los grupos revolucionarios tienen un papel decisivo para poner en claro que al contrario de las respuesta inmediatas frente al hambre, sólo la lucha del proletariado basada en la conciencia, la unidad, y la organización plantea una solución definitiva a la miseria y la barbarie capitalista.

LE. Octubre del 2008

Nota



[1] Referente a las revueltas raciales de Los Ángeles, ver nuestro artículo «Frente al caos y las matanzas, únicamente la clase obrera puede traer una respuesta» en la Revista Internacional  núm. 70. Sobre las revueltas en los suburbios franceses del otoño 2005, leer «Revueltas sociales: Argentina 2001, Francia 2005... Únicamente la lucha de clase del proletariado es portadora de porvenir », Revista Internacional núm. 124, y «Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera 2006 en Francia», Revista Internacional núm. 125.

 

Noticias y actualidad: 

  • Revueltas del hambre [8]

Alianza POR LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN (ACE): Sindicatos y Estado pactan contra los trabajadores

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El capitalismo mundial arremete contra los trabajadores en todas partes

La carta ubica esta "alianza" en el marco mundial, cuestión que por método (de hecho todo el texto es un ejemplo de un buen manejo del método marxista) es de saludar ya que todo el aparato de la izquierda del capital y sus acólitos no dejan de machacar la idea según la cual todo sería una simple maniobra de la "maestra" Gordillo y, por consecuencia, la "alianza" sería un mero fenómeno producto de la corrupción del Estado y de sus facciones ocultando sus conexiones con la crisis mundial del capitalismo.

"La Alianza por la Calidad de la Educación (la Alianza), forma parte del conjunto de reformas que el Estado mexicano (y mundial) ha venido imponiendo en el sistema educativo desde los años setenta, justamente en el periodo en el que estalla de manera profunda la crisis del capitalismo mundial. En el ámbito laboral, la Alianza significa una disminución de las condiciones de vida de los trabajadores, del salario en sus diferentes formas, con el objetivo de aumentar el grado de explotación; y, en lo político, reforzar el control que el Estado ejerce sobre los trabajadores de la educación a través del Sindicato (SNTE), instrumento central en el control político-ideológico. Sin embargo, la Alianza es parte,   sólo  eso, de un proceso histórico."  (...) Para el capital, era necesario ajustar la economía mediante una serie de medidas básicas: reducir el salario social, eliminar subsidios a los productos básicos, incidir fuertemente hacia la caída de los salarios, reducir los apoyos sectoriales, otorgar libertad de movimiento de los precios y capitales según las leyes del mercado y, finalmente, iniciar un proceso de privatización para consolidar a los grupos financieros." (Carta de GCLR).

Todas las reformas emprendidas por el capital desde finales de los 60, se inscriben en la necesidad de abaratar los costos de producción y, al mismo tiempo, extraer una plusvalía mayor a la clase trabajadora. Eso pasa por un ataque frontal a las condiciones de vida de los trabajadores que se ha traducido en un desmantelamiento mundial del famoso "Estado de bienestar", las prestaciones sociales van a la baja en todo el planeta y ello no significa otra cosa que un ataque directo al salario social (menos gasto estatal en educación, salud, pensiones, etc.).

La Alianza: una continuidad en los ataques a los trabajadores

Desde que la crisis reapareció de nuevo en la vida del capitalismo, su lógica ha sido la misma: más trabajo y menos salarios! "En ese contexto se inscribe el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB, 20 de mayo de 1992) complementada con la reforma a la Ley General de Educación. Los elementos básicos de los acuerdos y alianzas posteriores son:

 a) la descentralización educativa y la conformación de los consejos de participación social (en distintos niveles) para que sea la "sociedad", a través de dichos Consejos la que vigile y se haga cargo del sostenimiento de los centros educativos, es decir, al mismo tiempo que el Estado disminuye el salario social en educación, establece que los trabajadores (padres de familia, dicen) destinen una parte de sus salarios al mantenimiento de las escuelas;

b) el establecimiento de Carrera Magisterial, como mecanismo de estratificación del magisterio, provocando que cada fuerza de trabajo individual (cada profesor) compitiera contra los otros en el mercado de " puntos acumulables" de capacitación y de rendimiento, buscando el ascenso en la escala salarial, a partir de una mayor productividad del trabajo y, con ello, el Estado-Sindicato avanzaba gradualmente en el rompimiento de la solidaridad de clase, de la solidaridad entre los trabajadores;

 c) la temporalidad de los contratos de trabajo para el magisterio, la fusión de grupos que implica una mayor carga de trabajo para los profesores y el contrato por rendimiento son elementos claves en los documentos mencionados, y forman parte de lo que la burguesía llama "flexibilidad laboral";

d) la evaluación de la labor docente es otro de los aspectos contenidos en las reformas y es parte nodal en la actual Alianza-ACE (2008) establecida entre Estado y Sindicato. La Alianza es la continuación de la misma política con otro nombre. (...)Claro, no esperaríamos que el capital lanzara cartitas de amor a los trabajadores de la educación, ni en México ni en Cuba ni China. El capital hace su trabajo para aumentar los niveles de ganancia."  (ibid)

La "Alianza" es, en efecto, una alianza del Estado y sus instancias en contra de los trabajadores en línea directa con una continuidad de ataques que duran ya 40 años. La burguesía mexicana está preocupada porque los estándares de sus sistemas educacionales están "reprobados" a nivel mundial, lo cual significa que  su  mano de obra y los productos que produce son también, menos competitivos en el mercado mundial. Para realizar esta faena el capital debe hacer uso de sus instrumentos: los sindicatos. En México, los sindicatos en el ramo magisterial se reparten las tareas entre "oficiales" (SNTE) y "disidentes" (CNTE), ambos laboran al servicio del capital.

 

SNTE y CNTE amordazan y desgastan la lucha de los trabajadores

La CNTE surgió en 1979 y significó una nueva camisa de fuerza para todos aquellos sectores de trabajadores que no confiaban más en el sindicato oficial (SNTE), el cual aparecía directa y orgánicamente ligado al Estado (el famoso "corporativismo" ligado al  periodo del "partido único"). Si bien al principio la CNTE atrajo a muchos trabajadores pronto mostró su verdadero rostro. "En el caso particular de la forma de organización primigenia (asambleas de reflexión y critica desde los centros de trabajo) bajo la cual surgió la Coordinadora fue abandonada de manera temprana. Si bien es cierto que en sus orígenes la Coordinadora se planteó el combate frente al capital para mejorar las condiciones de vida de sus agremiados (aumento de salario y defensa de sus derechos laborales), también es cierto que estableció como objetivo fundamental de su actuar político la "democratización del Sindicato"". Así, la CNTE se hizo portavoz ideal de una consigna enteramente capitalista: "el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores solo sería posible en la "vida democrática" de la sociedad, de un estado democrático. Esta fue la oferta que les hizo la burguesía a todas las expresiones políticas a fines de los setenta" (Ibid).

 

El Estado mexicano, sobre todo después de la II Guerra mundial,  terminó por integrar y consolidar todo su aparato político, marcado, desde luego, por su debilidad congénita: rector de una economía débil no podía sino producir un aparato político débil, caracterizado por su rigidez, por su partido único, sus sindicatos oficiales, sus disidencias insoportables primero y necesarias después;  y un aparato represor de los más brutales del planeta. El Estado  "primero, utilizó todos los mecanismos represivos sobre los trabajadores para permitir el recambio del capitalismo, en medio de la crisis mundial: destruyó militarmente a los movimientos guerrilleros en el campo y en la ciudad, aniquiló a la disidencia dentro de los sindicatos; utilizó el ejército para masacrar estudiantes, realizó una guerra sucia contra los movimientos sociales (más allá de los proyectos equivocados que todas estas expresiones enarbolaban, esa es otra discusión) (Ibid). Mucho más trabajo le costaría a la burguesía mexicana el crear un aparato de izquierda acorde a su modelo democrático (hasta la fecha esas dificultades continúan)."La Coordinadora se planteó que su espacio natural era el sindicato y que habría que democratizarlo. En esa lógica, se abocó a la conquista de espacios sindicales, lo que dio como resultado ganar la dirección de comités ejecutivos seccionales del SNTE-Sindicato. Ahí tenemos los casos de Secciones como las de Chiapas, Oaxaca, Distrito Federal y Michoacán, entre otras, donde llegó el movimiento "democrático" magisterial a sus direcciones para dar un carácter democrático a estructuras fosilizadas del Estado (...)  Y en esa lógica, la Coordinadora se encargó de hacerle el trabajo al capital.

Sin duda, en el actual movimiento magisterial iniciado en el presente ciclo escolar contra la Alianza y que ha tenido su epicentro en la sección 19 de Morelos, extendiéndose hacia otras secciones sindicales, los trabajadores de la educación de base se oponen a las reformas señaladas concientes de que éstas profundizan la disminución de sus condiciones de vida, que atacan directamente a sus condiciones laborales. La honestidad y solidaridad de los trabajadores de base es incuestionable. En esa lógica podemos decir que la rebelión se justifica contra las reformas del capital.

Sin embargo, considerando las tácticas de lucha utilizadas por la burocracia de la CNTE, es muy posible que en la presente coyuntura (y con la posible huelga nacional propuesta para estallar el 26 de octubre) las distintas corrientes que conviven en la dirección de la Coordinadora (ahora aliados con los "charros" seccionales del SNTE) conduzcan al movimiento a su desgaste y a su derrota. A menos que las masas sean capaces de desbordar a sus burocracias, sean "charras" o "democráticas", y retomen el destino de su movimiento desde las asambleas de base y logren vincular al magisterio con otros contingentes del proletariado." (Ibid).

En efecto, todo el aparato sindical, "democráticos y charros" se repartirá tareas para someter a los trabajadores y hacerlos aceptar estos nuevos ataques. El SNTE defenderá la viabilidad del la "Alianza" mientras que los democráticos tratarán de desviar todo el descontento social hacia el linchamiento de Elba Esther Gordillo (el asunto de las camionetas Hummers es sólo un escándalo que evita ver el fondo del problema).  Ambos mantendrán incuestionable la dominación del capital sobre el trabajo, ambos defenderán la necesidad del capital de una "mejor educación", ambos abogarán por una "justicia social" y una "vida más justa"...pero nunca cuestionarán la dominación del capital sobre el trabajo.

Ejemplos concretos de cómo el SNTE y sobre todo la CNTE dividen y sabotean la lucha de los maestros lo vemos en:

- el mantenimiento de la lucha en el sector, a toda costa impidiendo que los maestros busquen extender su descontento a otros sectores de trabajadores; la división de la clase obrera es la especialidad de los sindicatos.

- la exposición a la represión mediante las acciones como los bloqueos y toma de instalaciones, lo que por si fuera poco, entorpecen la solidaridad de otros trabajadores y al contrario generan un rechazo;

- el mantenimiento de luchas largas y encerradas en sí mismas (como Morelos) que van generando el desgaste y la división al interior de los trabajadores en paro;

- las consignas en el terreno económico (con las cuales podrían identificarse el resto del proletariado) son cambiadas por "¡fuera Elba Esther!" y minucias tan corporatistas que el resto de la clase no entiende.

El sindicato hace parte de los defensores del capitalismo y sólo desaparecerá con éste. Toda lucha debe empezar por plantearse el tomar colectivamente cada huelga en manos de los trabajadores mismos. Los sindicatos nos llevan sólo a las derrotas.

RM/octubre del 2008

Vida de la CCI: 

  • Cartas de los lectores [9]

160 años después del Manifiesto, Marx hace siempre temblar a la burguesía

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El verano pasado, Correo internacional publicó una serie de recopilación de artículos de prensa consagrados a Karl Marx (Nos. 924, 925, 926 del 17 de julio al 20 de agosto) sobre el tema «Marx: el regreso» con motivo del 190 aniversario de su nacimiento y el 125 de su muerte y también del 160 aniversario del Manifiesto Comunista. Ya en octubre de 2003, el Nuevo observador había publicado un número especial titulado «Marx, el pensador del tercer milenio ¿?» y Jacques Attali, fiel consejero de la burguesía desde la era Mitterrand, publicó en 2005 una biografía de Marx en la cual, a golpes de citas cortadas, se esforzaba en presentar a Marx como un gran partidario y un profundo admirador de la «democracia burguesa».

La burguesía y su prensa a sus órdenes se preocupan «por la vuelta del pensamiento marxista « o por «la actualidad de Marx y por el marxismo» menos de veinte años después de haber declarado triunfalmente «la muerte del marxismo y el comunismo» y haber pretendido enterrarlos con grandes pompas después del hundimiento del bloque del Este y de los regímenes estalinistas. Que tiemblen de nuevo no tiene nada de asombroso cuando, ante el desencadenamiento de la crisis y los horrores monstruosos perpetrados por este sistema en pudrición, el aumento internacional de las luchas empuja a los proletarios hacia la toma de conciencia de que existe una perspectiva para sacar a la humanidad del callejón sin salida a donde los hunde el capitalismo.

Algunos escupen su veneno declarando abiertamente su terror ancestral y su aversión fóbica hacia Marx y a los revolucionarios y siguen cubriéndolos de lodo y las peores calumnias. Vuelven a poner al estilo actual la mayor mentira de la historia propagada a lo largo del siglo XX: la definición de Marx, el marxismo, el comunismo y la clase obrera, a una de las peores formas de la contrarrevolución, el terror estalinista. Como serpientes de cascabel, siguen agitando frenéticamente sus apéndices ideológicos y se mueven alrededor de el «retorno a la peligrosa ideología totalitaria», corolario, a su modo de ver, de los «excesos del liberalismo» y del aumento manifiesto de las desigualdades sociales. Y es básicamente el mismo miedo a la revolución proletaria que anima hoy a todos los que se ponen a invocar a Marx para exorcizarlo intentando recuperarlo. Asi pues, se ve a cada vez más periodistas o universitarios que no vacilan invocarlo para convertirlo en el antepasado y padre profetice tutelar de los «altermundialistas», o también el precursor de la ecología. Ellos vienen a ilustrar una vez más la advertencia que Lenin enunciaba con lucidez:

«A los grandes revolucionarios, vivos, las clases de opresores los recompensan con incesantes persecuciones; acogen su doctrina con la furia más salvaje, el odio más feroz, con las más locas campañas de mentiras y calumnias. Tras su muerte, se intenta hacerlos iconos inofensivos, canonizarlos por así decirlo, rodear su nombre de una determinada aureola con el fin de «confortar» a las clases oprimidas y mistificarlos; al hacerlo, se vacía su doctrina revolucionaria de su contenido, se le degrada y se mella el filo revolucionario» (El Estado y la Revolución, capítulo 1).

Esta cita casi profética se reveló con toda su pertinencia en la mentira permanente de que todos los regímenes estalinistas del planeta que prevalecieron durante cincuenta años han utilizado para justificar la explotación salvaje de los proletarios levantando alabanzas a los grandes revolucionarios. Al servirse de Marx y Engels, al momificarlos como Stalin hizo con Lenin, construyendo estatuas, procuraron sistemáticamente mellar, vaciar o deformar el contenido revolucionario de sus ideas y sus acciones, con la ayuda activa de las burguesías «democráticas» que vienen en su refuerzo para hacer una publicidad abierta y máxima del absolutismo y la represión «marxistas» de los países estalinizados.

Y si la burguesía pretende aún hoy hacer de Marx un «icono inofensivo», es porque éste era un auténtico revolucionario que desarrolló a lo largo de su vida el combate más encarnizado contra el capitalismo hasta el punto que su obra, y su método resultan de tal potencia revolucionaria que se afirman aún hoy como el arma más esencial para el combate de los proletarios para destruir el capitalismo. Para toda la burguesía, más que nunca, como ya lo declaraba la primera frase de Manifiesto, «Un espectro recorre Europa [y hoy el mundo entero]: es el espectro del comunismo.»

W. (20 de septiembre 08)

 

 

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • El marxismo: la teoría revolucionaria [10]

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