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Tras la muerte por apuñalamiento de tres niños en Southport el 29 de julio, elementos de extrema derecha utilizaron las redes sociales para explotar la situación. Difundiendo información falsa y rumores, se aprovecharon inmediatamente de este terrible crimen, señalando como chivos expiatorios a los inmigrantes. Los ataques racistas se intensificaron rápidamente en el Reino Unido entre el 30 de julio y el 5 de agosto, teniendo como objetivo los lugares donde se alojan solicitantes de asilo y abogados de inmigración, mezquitas y tiendas pertenecientes a inmigrantes.
Los disturbios se extendieron por más de 35 localidades, incluidas ciudades y pueblos de Irlanda del Norte. Aunque hubo una clara influencia ideológica de la Liga de Defensa Inglesa (ahora oficialmente disuelta), las manifestaciones no se organizaron de forma centralizada, sino que surgieron a través de las redes de extrema derecha existentes en Internet. Fueron los peores disturbios desde 2011 y pusieron de manifiesto las profundas divisiones existentes en la sociedad británica.
Esta oleada de ataques racistas no es un caso aislado. En los últimos años, la retórica anti-migrante y los delitos motivados por el odio se han hecho cada vez más frecuentes en el Reino Unido. Tales erupciones se han convertido también en un fenómeno mundial. En muchos países del mundo, de Chile a Kirguistán y de Suecia a la India, se están produciendo ataques brutales contra inmigrantes y refugiados por parte de turbas violentas compuestas en su mayoría por los sectores socialmente más desfavorecidos de la población.
Algunos ejemplos destacados:
- En Chemnitz (Alemania), los días 26 y 27 de agosto de 2018, dos días de manifestaciones violentas de extrema derecha degeneraron en la persecución de personas que se creía que eran migrantes. Una turba enfurecida de 8,000 personas ondeando banderas alemanas, y algunas realizando saludos nazis, se abrió paso por las calles, cazando en manada, atacando a transeúntes de piel oscura e incitando a otros individuos a unirse a la acción. Este ataque, en respuesta al apuñalamiento mortal de un alemán a manos de un inmigrante sirio, expresó el resurgimiento del odio y el espíritu de pogromo.
- En Turquía, el 30 de junio de 2024 marcó el comienzo de tres noches de odio y ataques racistas contra los refugiados sirios y sus propiedades. En Kayseri, el resentimiento inicial se convirtió en un pogromo, en el que se incendiaron viviendas de refugiados, se destrozaron y quemaron vehículos, se saquearon y dañaron comercios, todo ello acompañado de consignas contra los refugiados. En los días siguientes, los ataques se extendieron a otras ciudades, donde los sirios fueron de nuevo aterrorizados. En Antalya, un sirio de 17 años murió y dos de sus amigos resultaron gravemente heridos. El motivo de estos atentados fue totalmente inventado.
- En septiembre de 2019, inmigrantes dentro de Sudáfrica fueron brutalmente atacados y sus propiedades destruidas por ciudadanos locales en varias ciudades y provincias del país. Los ataques comenzaron en forma de manifestación con cánticos que exigían que los extranjeros regresaran a su lugar de origen. Durante la manifestación, las turbas empezaron a saquear propiedades, destruyendo e incendiando negocios propiedad de inmigrantes africanos. También atacaron a quienes intentaban proteger o impedir el saqueo o la destrucción de sus comercios. Como resultado de estos ataques, doce inmigrantes africanos murieron y miles resultaron heridos.
El fruto de años de campaña contra los inmigrantes
La escalada de ataques contra inmigrantes, árabes y personas negras no se está produciendo de forma aislada: es el resultado de años de políticas y lenguaje racistas propagados por políticos de partidos tanto de derecha como de izquierda. La clase dirigente siempre ha jugado la carta racista cuando le ha convenido. Pero los populistas y la extrema derecha son siempre los portavoces más virulentos y brutales de la retórica anti-migrante, presentando al "otro" como una amenaza para el bienestar de la población autóctona. El odio profundamente arraigado que alimentan contra ellos encuentra un terreno cada vez más fértil en una sociedad capitalista que se pudre de raíz.
Según esta visión distorsionada del mundo, los inmigrantes son responsables del sufrimiento de todos los demás. Este chivo expiatorio implica un acto de deshumanización, en el que el discurso de extrema derecha y populista presenta a los refugiados como una especie alienígena. Marine Le Pen, de Rassemblement National (Agrupación Nacional), por ejemplo, ha comparado la afluencia de refugiados a Europa con la invasión de bárbaros. Laurence Fox, del partido Reclaim[[1]]sugirió que los musulmanes son invasores. Jarosław Kaczyński, líder del partido polaco Ley y Justicia, advirtió de que los inmigrantes podrían traer todo tipo de plagas. Donald Trump ha dicho que la mayoría de los inmigrantes procedentes de México son violadores, narcotraficantes y delincuentes.
La burguesía también utiliza los disturbios para legitimar la ampliación y el refuerzo de su aparato represivo. El jefe de la Federación de Policía (los sindicatos de agentes de policía) del Reino Unido utilizó los disturbios para pedir que se dieran más poderes a la policía. Tras los disturbios, el gobierno británico anunció medidas policiales para combatir a la extrema derecha, incluida la creación de un "ejército permanente" de agentes de policía especializados que podrían ser desplegados rápidamente en zonas de disturbios y violencia generalizados de extrema derecha. Pero como decíamos en un artículo anterior "¡No al divide y vencerás! Nuestra única defensa es la lucha de clases![[2]]": Las medidas de refuerzo de la represión se utilizarán inevitablemente contra las futuras luchas de la clase obrera.
Crisis migratoria mundial
Este crecimiento de la retórica anti-inmigración está ligado al creciente número de desplazados que huyen a las regiones más seguras del mundo, así como a la incapacidad de las burguesías nacionales para organizar su acogida e integración en el país de llegada. Pero también es importante señalar que al Estado le resulta cada vez más difícil contrarrestar la mentalidad de “sálvese quien pueda” en la sociedad, la fragmentación y la profunda erosión de la cohesión social. En tales condiciones, el descontento se expresa a menudo más fácilmente a través de la violencia indiscriminada, que sirve de válvula de escape a los habitantes de las regiones más afectadas por los fenómenos de descomposición.
Junto a todo esto tenemos la indignación generalizada que despierta el trato inhumano que reciben los inmigrantes, y que se traduce en movilizaciones para hacer frente al problema: manifestaciones que denuncian las políticas racistas del gobierno y de los partidos políticos, acciones de minorías para defender las viviendas de los inmigrantes o bloqueos para impedir la expulsión de los inmigrantes. Sin embargo, ciertos sectores de la burguesía seguirán intentando convertir esta indignación en una defensa de la democracia burguesa, señalando la supuesta amenaza de las organizaciones de extrema derecha o fascistas.
El peligro de la ideología antifascista
La etiqueta "fascista", aplicada a las organizaciones que llaman a realizar, y en algunos casos, llevan a cabo ataques racistas, pretende movilizar a la población, incluidos los trabajadores, contra la amenaza que las organizaciones de extrema derecha representan para la democracia. Frente a la llamada amenaza fascista, los partidos políticos, desde la derecha moderada hasta la extrema izquierda, suelen trabajar juntos para movilizar a la población detrás del Estado burgués.
Una maniobra de este tipo se llevó a cabo a principios de 2024 durante las manifestaciones en Alemania en reacción a Alternativa para Alemania y el Movimiento Identitario, que habían debatido un plan de deportación masiva de solicitantes de asilo. Ante la llamada a la movilización de una alianza de movimientos de derechos civiles, sindicatos y partidos políticos, cientos de miles de personas salieron a la calle para protestar, apoyadas activamente por la mayoría de las organizaciones de izquierda durante tres fines de semana consecutivos contra lo que el canciller alemán, Olaf Scholz, había calificado de "ataque a nuestra democracia".
Estas movilizaciones contra el racismo se quedan en el plano de las luchas parciales o "monotemáticas", que "se manifiestan primordialmente en el plano superestructural, sus reivindicaciones se centran en sujetos que no cuestionan los fundamentos de la sociedad capitalista, aunque puedan señalar con el dedo acusador al capitalismo" [[3]].
Cuando la cuestión no tiene que ver abiertamente con una reivindicación de derechos democráticos, las fuerzas políticas de la clase dominante harán todo lo posible para impedir que los trabajadores establezcan el vínculo crucial entre la lucha contra el racismo y todas las formas de segregación o explotación (contra las mujeres, los homosexuales, etc.) y la lucha histórica de la clase obrera. El objetivo es siempre desviar la cuestión hacia el terreno de los derechos democráticos y la peligrosa ilusión de que el Estado burgués puede dar una respuesta a todos estos atropellos criminales. Contrariamente a lo que afirman los grupos de la izquierda burguesa, la lucha antirracista nunca puede ser el comienzo de una lucha contra el sistema capitalista.
La democracia es sólo una expresión de la dictadura del capital. La lucha por la democracia no resuelve el problema del racismo en la sociedad y sólo conduce a la continuación de la explotación y la dominación capitalistas. Pero la burguesía aprovecha cualquier oportunidad para desviar a la clase obrera de la lucha en su propio terreno y llevarla a un callejón sin salida. Se trata de una maniobra deliberada, como ocurrió con las movilizaciones de principios de año en Alemania, para desviar a los trabajadores de la lucha de clases, que es el único terreno en el que puede expresarse una verdadera solidaridad con los miserables del planeta.
La clase obrera británica tiene una rica historia; estuvo en el origen del movimiento obrero internacional y luchó por la unidad internacional de todos los trabajadores, cualquiera que fuera su origen.
- El 31 de diciembre de 1862, miles de trabajadores se reunieron en Manchester y fueron los primeros en expresar su simpatía por los estados del norte de Estados Unidos y en pedir al presidente Lincoln la abolición de la esclavitud.
- En 2022-2023, trabajadores de todos los colores, religiones y etnias lucharon juntos para defender sus condiciones de vida frente a la crisis del coste de la vida.
- En agosto de este año, cuando casi el 20% del personal del NHS (Servicio Nacional de Salud) es de origen no británico, hubo muestras de solidaridad con los trabajadores sanitarios inmigrantes, que son los más vulnerables en el desempeño de sus funciones.
Este tipo de luchas son la clave para superar el racismo y todas las demás divisiones venenosas de la sociedad.
Dennis, 5 de septiembre de 2024
[1] El Reclaim Party es un partido populista de derecha del Reino Unido que fue fundado por el ex actor Laurence Fox en 2020.
[2] Disturbios racistas en Gran Bretaña. ¡No al divide y vencerás! ¡Nuestra única defensa es la lucha de clases!, CCI agosto 2024
[3] Informe sobre la lucha de clases internacional al XXIV Congreso de la CCI, Revista Internacional 167.