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En la primera parte de esta serie1 analizamos la preparación y el accionar de la burguesía argentina para colocar, en su primera ocasión, a Perón en el gobierno (1946-52), logrando con ello la consolidación del control de la clase obrera, que, mediante la actuación del aparato sindical (principalmente la CGT), remata la cadena represiva que durante la década de los veinte el Estado argentino desató en contra de las movilizaciones obreras. Un segundo aspecto que la burguesía obtuvo con el gobierno de Perón fue un momento de unidad, necesario para poder llevar a cabo su proyecto de industrialización. Sin embargo, como veíamos en la parte última del artículo, la unidad se rompe con la crisis que se abrió al finalizar la 2ªGM, en tanto acentúa la competencia económica y política, llevando a un choque de intereses, que en 1955 lleva al golpe de Estado, impidiendo que Perón terminara su segundo gobierno (programado a finalizar en 1958). En ese ajuste de cuentas llevado entre las diversas fracciones burguesas, aunque la clase obrera no tenía ningún interés común con alguna de ellas, quedó atrapada en medio del enfrentamiento, siendo utilizada como carne de cañón…
Militares “libertadores”, peronistas, clero… todas las fracciones burguesas son reaccionarias y sanguinarias
Al finalizar la 2ªGM las principales diferencias que se presentaban entre los diversos grupos de la burguesía en Argentina (y en gran parte de América Latina), se enfocaban en definir el perfil que debía de tomar el Estado para la organización económica y política del sistema. Mientras que Perón postulaba la permanencia de un gobierno totalitario, con dominio militar, revestido con un discurso democrático, intervencionista, corporativista y con la tarea de empujar a la industrialización, otros sectores, entre los que se destacaban algunas de las facciones del partido radical (principalmente la encabezada por Frondizi), aunque coinciden en continuar con la industrialización, consideraban debía de enfocarse en la industria pesada, contando con una presencia mayor del capital foráneo, limitando la propiedad estatal, pero además desconcentrando el control del Estado, de manera que, los militares compartieran el dominio político con otros grupos burgueses civiles y religiosos.
Variaciones de esas propuestas se presentaban, no obstante, al final, en una amalgama diversa, los opositores al gobierno de Perón, formado por militares, empresarios, clero católico y los partidos radical, conservador y “socialista”, llevan a cabo el golpe de Estado, no sin antes mostrar que detrás de sus discursos religiosos y su careta de “libertadores” (como se denominaban), se encontraban fracciones burguesas tan reaccionarias y criminales como el mismo peronismo… En una acción que buscaba sembrar el terror, el 16 de junio de 1955 (tres meses antes de consumarse el golpe de Estado), aviones de ataque de la marina, bombardean la plaza de mayo arrojando cerca de 14 toneladas de bombas y disparando continuas ráfagas de fusiles, causando cientos de heridos y la muerte de más de 300 civiles, entre los que se encontraban niños.
De frente a un acto de barbarie como este y ante el ambiente de preparación del golpe militar, marcado por atentados y enfrentamientos, Perón inicialmente llama a la concordia, sin embargo, los “anti peronistas” rechazan el diálogo, por lo que, en un intento de colocarse a la ofensiva, alienta a la estructura sindical a lanzar a los trabajadores a enfrentar a los opositores. Así, en la manifestación del 13 de agosto de 1955, ordena a sus seguidores: “La consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización ¡es contestar a una acción violenta con otra más violenta! ¡Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos!”. Se trataba de una respuesta desesperada en la que pretendía, una vez más, usar como carne de cañón a los trabajadores, después de todo, el proletariado para Perón (como para todo burgués), eran solo peones de ajedrez, a los que podía sacrificar según convenía a su estrategia. Solamente el 16 de septiembre, ante la amenaza de los militares alzados, de atacar la refinería petrolera de La Plata, los objetivos militares de la Capital y la Casa Rosada, Perón toma la decisión de renunciar y salvar así los “bienes de la Nación”.
Pero si el caudillo depuesto era obligado a dejar el poder, sectores de la misma burguesía, que habían impulsado al gobierno de Perón o que se vieron favorecidos por este, no encuentran una alternativa en la llamada “revolución libertadora” encabezada por el general Eduardo Lonardi. Había en el conjunto de la burguesía, como decíamos arriba, una gran división política; incluso en las filas de los militares existían fracturas. Hay sectores de la marina que no reconocen la autoridad de miembros del ejército que forman parte del gobierno, así mismo, algunos empresarios de la industria y sobre todo del sector agrícola, pugnan por la eliminación total del proyecto de industrialización y, en el plano político, el “anti peronismo” también está dividido, porque mientras un sector (tanto de militares como de empresarios) buscan conciliar con la CGT y los grupos peronistas, pero sin Perón, otro sector desea la eliminación total de esa expresión. Eso explica que dos meses después de efectuarse el golpe de Estado, quitaran del gobierno a Lonardi para colocar al general Pedro E. Aramburu2 (manteniendo el cargo de noviembre-1955 a mayo-1958).
Aunque la dictadura con Aramburo logró cohesionar mejor a la burguesía, no logró eliminar la división existente sobre qué política llevar en relación al peronismo y por tanto hasta que nivel llevar la “desperonización” o la negociación. Tal duda la expresaban porque Perón seguía representando una fuerza política importante para la burguesía argentina. No es extraño que después de 17 años de exilio, al inicio de la década de los setenta, cuando las movilizaciones de los trabajadores amenazaban romper el control sindical, la clase dominante no dudó en organizar su retorno a Argentina.
La “resistencia peronista”, un callejón sin salida para los trabajadores argentinos
En la campaña electoral que permitió a Perón ascender al gobierno por segunda ocasión, arrastró a una parte muy importante de la clase obrera a las urnas. Las migajas ofrecidas en su primer gobierno y los discursos demagógicos lograron ese efecto, sin embargo, el capitalismo en su decadencia, no puede asegurar que esas mejoras relativas sean duraderas. La recesión que estalló en Argentina entre 1949-52, llevó al gobierno de Perón a instaurar un “plan de emergencia económica”, afectando particularmente a los salarios reales, que caen, entre 1950 y 1952 en 25%. En 1954 los salarios quedan congelados y se impulsa el aumento de los ritmos productivos. Aunque la estructura sindical hacía pasar estas medidas sin permitir las respuestas abiertas de descontento de los trabajadores, el descrédito del peronismo se exponía y solo podían expresar su malestar pasivamente, alejándose de las “estructuras peronistas de base”; no obstante, cuando empezaron a incrementarse los atentados de los grupos “antiperonistas” y luego el golpe militar, se presenta una renovación de las simpatías de los trabajadores hacia el gobierno, en tanto que su golpeada conciencia, luego de más de una década de medidas de sometimiento por la llamada “revolución justicialista”, creando ilusiones en el sindicato y el gobierno, impide que el descontento a esas medidas empujen a la movilización controlada y dirigida por los trabajadores. Este proceso se continúa después del golpe, al ordenar a la marina3, por parte de Aramburu, la ocupación de la CGT, con el fin de limitar la presencia del principal brazo político del peronismo, en ese mismo sentido ordena la disolución del partido peronista, la imposición del decreto 4,161, con el que prohibía cualquier mención a Perón y al peronismo4, e incluso robando el cadáver de Eva Perón. Otra vez, estas medidas se volvieron propulsoras del peronismo.
No podemos dejar de considerar que este momento histórico al que nos hemos estado refiriendo, tiene como telón de fondo el desarrollo de la contrarrevolución, abierta a partir de la derrota de la oleada revolucionaria (que tuvo como expresiones más desarrolladas la revolución en Rusia en 1917 y Alemania en 1919), extendiéndose por todo el planeta desde la década de los 30, culminando hasta fines de los años 60. Se vuelve crucial tomar en cuenta esta situación, en tanto el aislamiento y aplastamiento de las rebeliones proletarias, hizo que la clase obrera perdiera temporalmente sus perspectivas de combate y fuera presa fácil del control ideológico, como ocurrió justamente en Argentina durante todo este período de luchas internas de la clase dominante. En ese contexto es que, en Argentina, la burguesía, logró involucrar al proletariado en la pugna burguesa, polarizada entre los que buscaban “desperonizar la sociedad” y los que tenían como consigna el “retorno de Perón”.
Inicialmente fue al interior de las filas militares en las que se presentaron los planes conspirativos en contra de la dictadura, como la encabezada por el general Juan José Valle, que, aunque no formaba parte del peronismo, algunas decenas de miembros de estructuras peronista se integraron al levantamiento del 9 de junio de 1956. El movimiento fue derrotado el mismo día, pero, de cualquier forma, representó un golpe ideológico en contra de la conciencia proletaria, en tanto que, en el aislamiento y la represión que se vive, estas acciones desvían su reflexión hacia senderos que nada tienen que ver con su condición de clase explotada.
El accionar encabezado por el general Valle, fue criticada por el propio Perón, por su ingenuidad, pues, decía en su carta a Cooke, era “una acción que, de antemano podía predecirse como un fracaso…” Pero sobre todo por la desconfianza que tenía hacia los militares que no lo habían apoyado con firmeza cuando el golpe de Estado, por eso advertía: “Yo vengo repitiendo, a los mismos peronistas precipitados, que no haremos camino detrás de los militares que nos prometen revoluciones cada fin de semana. Ellos ven el estado popular y quieren aprovecharlo para sus fines…”
Líneas más abajo de la misma carta que hemos estado citando, define que la resistencia, “no depende en sus resultados de realizar grandes acciones de sabotaje, sino miles de acciones de todo tipo realizadas por todos individual y colectivamente…” Por eso, pretendiendo desmarcar a la “resistencia” de las aventuras militares, expone: “En vez de pensar en revoluciones militares, es decir oponer la fuerza a la fuerza en una decisión de conjunto, el pueblo tiene que hacer guerra de guerrillas…”5
No obstante, la crítica que hace a los medios usados por la revuelta de Valle y la definición que hace de su convocatoria a la “resistencia”, son esencialmente iguales; ambas propuestas mantienen la forma conspirativa, individualista y desesperada, pero también comparten los mismos fines: reivindicación de la democracia y las elecciones libres como alternativa… pero, sobre todo, el principal punto en común se encuentra en que ambos proyectos buscaban la continuidad del capitalismo.
La historia mostró la tragedia a que fue sometido el proletariado en Argentina, por el accionar conjunto de los gobiernos y el peronismo. La falta de perspectivas entre los explotados los llevó a verse envueltos en actos de violencia individualista, sin más argumento que su coraje, se lanzaron de forma individual a realizar “actos de sabotaje”, lo mismo atacando la maquinaria de una fábrica que colocando “caños” (explosivos caseros), en edificios públicos o empresas. Tales actos representaban solamente desesperación, porque no causaban un daño material de importancia para el capital, mucho menos ayudaban a la reflexión, al avance en la conciencia y organización de los trabajadores, por el contrario, se volvieron mecanismos de confusión, que desviaban de sus objetivos de clase.
Nuevamente el proletariado, al involucrarse en la “resistencia” convocada por el peronismo, fue utilizado como carne de cañón. Para ampliar el control, Perón designó al Comando Nacional Peronista (CNP), con el cual buscaba coordinar la “resistencia”, sin embargo, tiene corta vida y poca actividad, pasando a ser impulsadas esas acciones por el “Comando de Organización de la Juventud Peronista”. De esta forma el peronismo va a dirigir las actividades de los trabajadores y de los jóvenes, desgastando sus fuerzas e impidiendo la reflexión sobre su condición de explotados y del significado anti proletario de los objetivos y las acciones de la “resistencia peronista”.
Esas medidas de control que ejerce el peronismo, apostando la vida de trabajadores y jóvenes en aventuras sin objetivos, permitieron a Perón llevar a cabo acuerdos con diferentes grupos de la burguesía, colocando a sus fuerzas en mejores condiciones políticas. De esa forma, en las votaciones electorales de 1958, lleva un pacto con Frondizi y su partido, la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) para asegurar su triunfo de la presidencia y de paso evitar subieran a la palestra electorera, personajes del “neoperonismo” que, de obtener un alto número de votos, mostrarían la posibilidad de un “peronismo sin Perón”6. Sabiendo el control que tenía de los trabajadores y el repudio de estos hacia la “libertadora”, Perón le ofrece a Frondizi los votos de sus seguidores, a cambio que en su gobierno cumpla con la legalización de la CGT y de su partido, la amnistía a los presos y para afianzar el control de los trabajadores, un aumento salarial. Al final se cumplió el pacto7, demostrando que el peronismo podía controlar a los trabajadores, empujándolos lo mismo a poner “caños”, que a enredarse en la mascarada electorera.
Pero incluso los intentos de los trabajadores por movilizarse en defensa de sus condiciones de vida, son copados e integrados al marco de la “resistencia peronista”, como sucedió en la ocupación del Frigorífico Lisandro de la Torre8 (en enero de 1959), en la que el peronismo toma el control de la movilización, evitando que la defensa de las condiciones de vida de los trabajadores se colocara en primer plano de la protesta, llevándola a la “defensa de los recursos nacionales”. La movilización, aunque tuvo el apoyo solidario de los pobladores del barrio de Mataderos de la Ciudad de Buenos Aires, terminó ocupado por las fuerzas militares y con el despido de 5,000 trabajadores de los 9,000 que formaban la plantilla laboral.
El avance de la confusión del conjunto de explotados en Argentina, causada por el peronismo, se amplificó y se extendió por sucesos que son producto de la guerra fría, como lo fue la llamada “revolución cubana”9 y el mito guevarista10, además de la difusión que toman los argumentos religiosos a través del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Todo ello combinado, crea el ambiente para la formación de agrupaciones guerrilleras argentinas, como los Montoneros, las FAP o las FAR, que no solo fueron el producto del dominio de la ideología burguesa y expresión de la desesperación pequeñoburguesa, sino además fueron difusores de esos mismos argumentos anti proletarios.
Guerrilla e izquierda, aparatos de la burguesía para someter al proletariado
El centro de las preocupaciones políticas del peronismo se enfocaba en la búsqueda de las formas que permitieran al Estado nacional tener un mejor funcionamiento, pero la falta de unidad política de la burguesía argentina, condujo a una intensa confrontación. Para explicar su proyecto político de defensa del Estado nacional, Perón se posicionaba en lo que definía como la “tercera posición”, con ello pretendía exponer su distancia de los lineamientos hegemónicos de los Estados Unidos y la Unión Soviética durante la guerra fría. Este argumento le daba el marco para puntualizar cuales eran los ejes de su proyecto para fortalecer al Estado argentino, a saber: independencia económica, justicia social y soberanía política. Esta forma de defensa del Estado y la nación, define el centro del programa del movimiento que él mismo nombra como “justicialista”, el cual asegura, tiene un carácter de “socialismo nacional”11. Este embrollo de argumentos lo único que dejan claro es que, el verdadero objetivo de Perón, era la defensa del capitalismo, y su actuación respondía a unas circunstancias en que existía una disputa del poder entre diferentes bandos burgueses. Por eso es un burdo engaño afirmar que en la práctica de Perón había preocupaciones proletarias. Buscarle “coincidencias” con el marxismo, no solo resulta una aberración, sino además representa un ataque dirigido contra la clase obrera. Justamente eso significaron las elucubraciones “teóricas” de John Williams Cooke (ex diputado peronista y representante político por un tiempo de Perón), así como la formación del grupo guerrillero las FAR, que se decían defender al marxismo, al tiempo que buscaban integrarse en la esfera peronista. Pero resultan también aberrantes, los intentos por “radicalizar” el proyecto peronista, aún sin tomar al marxismo, presentándose como “anticapitalistas”, completando la idea de Perón sobre el “socialismo nacional”. Estos argumentos se encuentran en la base de la formación de las agrupaciones que formaran la llamada “Tendencia Revolucionaria” del peronismo12.
El proletariado en el mundo a partir de la década de los treinta, como o decíamos renglones arriba, sufrió la contrarrevolución, que tomó su representación más brutal en la forma del estalinismo y el nazismo (impuestos precisamente en los países donde la oleada revolucionaria había tomado mayor fuerza); en algunas regiones del planeta se representó con acciones más sutiles (pero no por ello menos agresivas contra la conciencia obrera), desde la democracia, y en Argentina, sin duda, los gobiernos militares y el peronismo, como fuerzas burguesas complementarias, fueron la expresión del dominio de la contrarrevolución.
Justamente a finales de los sesenta, cuando la crisis económica reaparece en el mundo, los trabajadores también retornaban al escenario social con amplias movilizaciones, poniendo fin a la contrarrevolución que se abriera años atrás. El mayo francés de 1968 fue la expresión más relevante de ese proceso, y el Cordobazo de 1969 en Argentina13, fue indudablemente un eslabón importante de la cadena de movilizaciones. Pero a la par que la clase obrera retomaba la movilización, la burguesía creaba o impulsaba nuevas trampas para evitar el fortalecimiento de la conciencia obrera. No es extraño que sea a finales de los años sesenta e inicios de los setenta, que surgen los grupos que retoman los postulados del peronismo, para pretender renovarlos, incluso revistiéndose de argumentos pretendidamente marxistas; evidentemente, –insistimos lo dicho arriba–, lo que se obtiene de esa mezcla es una construcción ideológica burguesa, con la que se busca renovar la vestimenta del peronismo y continuar extendiendo la confusión entre los explotados. De manera que ni Montoneros, ni las FAR, ni las otras agrupaciones guerrilleras con menor dimensión formadas alrededor del peronismo, representaron un esfuerzo de la clase trabajadora14. Su accionar, marcado por el robo, los secuestros y los asesinatos, revela su alejamiento de la práctica proletaria revolucionaria, dichas acciones, solamente fueron aprovechados por Perón, en sus relaciones con otros grupos burgueses, como él mismo lo declaraba: “Cada vez que los muchachos dan un golpe patean para nuestro lado la mesa de negociaciones y fortalecen la posición de los que buscan una salida electoral limpia y clara…”15
Pero si el proletariado tenía un enemigo en el peronismo y sus grupos de la “resistencia”, el aparato de izquierda tampoco se encontraba como fuerza propulsora de la conciencia de los explotados. No solamente el Partido “Comunista” de la Argentina (PCA), se presentaba como fuerza burguesa en contra de los trabajadores, también estaban en ese mismo terreno las agrupaciones trotskistas.
El PCA, aunque su formación en 1918 representó un esfuerzo del proletariado, muy pronto entró en un proceso de degeneración. Para 1946, cuando se da la primer candidatura de Perón a la presidencia, el PCA se presenta como su opositor, pero no lo hace desde las filas y los argumentos del proletariado, sino desde su integración en un frente electoral, junto a partidos burgueses que forman la “Unidad Democrática” (UD, además del PCA estaba formada por la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista, y el Partido Demócrata Progresista). Luego, variará su posición en diversas ocasiones, durante la campaña preparatoria del golpe de Estado, entrada la década de los cincuenta, se acercará al gobierno de Perón para formar un “Frente Popular”. El propio dirigente, Victorio Cordovilla (miembro de la burocracia de la degenerada 3ª Internacional, conocido por servir puntualmente los dictados de Stalin), en 1952, declaraba: “…la base esencial de nuestra política es la unidad de acción entre comunistas y peronistas”. Después, el PCA volverá a tener giros en su postura, apoyando o denostando, según lo dictara la coyuntura y las necesidades políticas del bloque estalinista, manteniéndose siempre fuera del terreno de la lucha proletaria.
Los grupos trotskistas, en el período de la 2ª posguerra, eran ya una corriente burguesa16, y en Argentina llevaban ya algunos años en un trabajo destinado a introducir la confusión entre los proletarios. Las agrupaciones con mayor actividad eran: Grupo Obrero Marxista (GOM, dirigida por Nahuel Moreno), Grupo Cuarta Internacional (GCI, dirigida por J. Posadas) y la Unión Obrera Revolucionaria (UO, dirigida por Miguel Posse). Todas ellas coincidían en caracterizar al peronismo como un movimiento nacionalista burgués, y critican el control sindical que ejerce con la CGT, y aunque cada uno saca conclusiones diferentes de eso, sus posturas son semejantes con matices, de manera que van desde el llamado a participar en los sindicatos peronistas para transformarlos o apuntalarlos, hasta el de crear una nueva central sindical, es decir, en cualquiera de los casos empujan a los trabajadores a mantenerse atados a la estructura sindical. Pero en lo que se destacan las diversas corrientes del trotskismo, es en la creación de argumentos para justificar su apoyo al peronismo.
Mientras que los “posadistas” del GCI se pliegan abiertamente, argumentando (desde 1948) que el peronismo era “un movimiento nacionalista antimperialista, que expresaba el curso de la revolución, resultado del triunfo de la Unión Soviética en la guerra. Y que había que apoyarlo para impulsarlo y desenvolverlo. Esta era la forma en que se expresaba el curso de la revolución.”17
Por su parte los “morenista” del GOM, llaman al entrismo en el peronismo. El historiador argentino Daniel Gaido, resume así la política que llevó el GOM hasta llegar a la práctica entrista: “…la organización de Moreno se incorporó al Comité Internacional [de la IV Internacional] y quedó como defensora del ‘trotskismo ortodoxo’ en América Latina…” Posteriormente, integra al GOM “en 1953 al Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN), una escisión del Partido Socialista liderada por Enrique Dickmann que rápidamente se transformó en una colectora de votos para el Partido Justicialista. Esta fue sólo la antesala de su entrismo en el peronismo entre 1957 y 1964...”18
Como podemos ver la clase obrera en Argentina se encontraba aislada y acechada por un lado por las fuerzas gubernamentales y por todos lados por el peronismo y sus diversos brazos políticos, además del estalinismo y el trotskismo… a pesar de ello, su fuerza se revelaba como peligrosa, al grado que la burguesía requirió del retorno de Perón.
Perón retorna del exilio para combatir al proletariado
Durante toda la década de los cincuenta del siglo XX, las diferencias al interior de la burguesía crecen sin apaciguarse, los golpes de Estado se repiten una y otra vez, El cuartelazo que derrocó y exilió a Perón, autoproclamado como la “revolución libertadora”, estuvo representado en tres gobiernos, el de Lonardi, que duró unos meses, el de Aramburo con una duración de tres años (1955-58), finalizando con el gobierno de Frondizi (1958-62), que fue depuesto en marzo de 1962, por otro golpe militar, esta vez, con el jefe del senado, José María Guido, los militares establecen un gobierno provisional civil, dándole continuidad con el gobierno de Arturo Illia (postulado por la UCRP), que inició sus funciones el 12 de octubre de 1963 y culminándolas abruptamente el 28 de junio de 1966, por un nuevo golpe de Estado, encabezado por el general Juan Carlos Onganía. Los militares nombraron a este acto la “revolución argentina”; esta dictadura militar se extendió con los gobiernos de los generales Roberto Marcelo Levingston (1970-71) y Alejandro Lanusse (1971-73).
Después de casi dos décadas desde la expulsión de Perón, la burguesía se encontraba fracturada, las estructuras civiles y militares continuamente se rompían, llevando por ello a golpes militares. La división también se presentó en los partidos burgueses más importantes: el Radical se partió en UCR del pueblo e intransigente y el Socialista en PS y PSRN; de la misma forma, las fuerzas armadas se dividieron políticamente en dos bandos: “azules y colorados”, e incluso la CGT, la principal estructura sindical, se bifurca ente la “CGT de Vandor” (o CGT Azopardo, la cual era reconocida por el gobierno militar) y la “CGT combativa” (oficialmente llamada CGT de los Argentinos, CGTA).
Ese complejo ambiente estaba cruzado por el avance de la crisis económica que se materializa en ataques directos a los trabajadores, que, para hacerlos pasar, eran aplicados sector por sector. Por ejemplo, a los trabajadores del petróleo, se pretendió aumentarles la jornada de 6 a 8 horas, modificando además su régimen jubilatorio. Ante estos ataques, el 25 de septiembre de 1968, se paralizan las actividades por 62 días. Aunque había poca tradición de lucha de los petroleros y hubo una labor de sabotaje y desgaste por parte de la CGT de Vandor y la CGT combativa, buscando (sobre todo por esta última), desviar la lucha hacia la defensa de la empresa estatal (YPF), los trabajadores desarrollaron una fuerza muy combativa, que de alguna manera eran el anuncio de la incorporación del proletariado argentino a la oleada de luchas que se extendía por el mundo. Unos meses después, a mediados de mayo de 1969, en respuesta al despido masivo en los ingenios azucareros (por su desmantelamiento), en la Provincia de Tucumán, se presenta una combativa movilización. Un par de semanas después será Córdoba19 el escenario de una verdadera rebelión obrera. Pero si el “Cordobazo” fue la expresión mas importante de las movilizaciones obreras en Argentina, el descontento ante la represión del gobierno militar, pero sobre todo el repudio a las medidas contra la crisis económica, alientan a la realización de amplias movilizaciones, como aconteció en Mendoza en abril de 1972, en respuesta a la elevación de las tarifas eléctricas, e incluso problemas de administración municipal, como fue el caso en General Roca en julio de 1972, termina en enfrentamientos con las fuerzas del Estado.
El descrédito de la dictadura y la dificultad para mantener el control político por los militares, conduce inicialmente a hacer un cambio de gobernante, relevando a Levingston por Lanusse, sin embargo, las condiciones son graves, por lo que acuerdan buscar dar un giro en las relaciones de la burguesía. Mandatan por ello al nuevo gobierno a la formación de un “Gran Acuerdo Nacional”, que fue presentado oficialmente en julio de 1971. Con él, se pretendía llegar a una conciliación, retirar gradualmente al ejército del manejo del Estado y obtener las condiciones para poder asegurar el control de los trabajadores. Justamente ese último aspecto, es por lo que se hacía relevante incluir al peronismo. Y Perón está dispuesto a aprovechar la situación ampliamente; así vemos que a pesar de que se negara a firmar ese acuerdo, logró le levantaran el veto a su partido, le devolvieran su grado militar y sus respectivos pagos retrasados, así como la entrega del cadáver de Eva Perón, secuestrado años atrás por los militares. Conociendo lo importante que era para la burguesía, Perón, prepara su retorno reacomodando sus fuerzas, de tal forma que mantuviera líneas de intervención desde la derecha hasta la izquierda. Desde la derecha opera su centro duro, encabezado por López Rega (el “brujo”), y Cámpora como mediador con los partidos que conforman el FREJULI (Frente Justicialista de Liberación20), y desde la izquierda lo hace a través de su estructura sindical y la “Tendencia”, incluyendo sus “Formaciones especiales” (como designaba a los grupos armados).
Bajo ese arreglo es que retorna a Argentina el 11 de marzo de 1973. El mismo día de su llegada realiza, a través de López Rega, la “Masacre de Ezeiza”, confirmando así que su presencia en Argentina era para lograr el orden social y para lograrlo no importaban los medios. Por eso, cuando Perón tomó posesión del gobierno por tercera ocasión, el 12 de octubre de 1973, convoca inmediatamente a la realización de un “Pacto Social”, preparando así el control del descontento obrero, que ante el crecimiento de la inflación y por tanto la degradación de su salario real, no dejaban de responder con huelgas.
La actitud inicial que toma ante el fracaso de su “pacto”, fue usar el chantaje y amenazar con su renuncia. Así, el 12 de julio de 1974, en su discurso televisado recordaba que al tomar la presidencia asumía un sacrificio, pero, si llegaba “a percibir el menor indicio que haga inútil ese sacrificio, no titubearé un instante en dejar este lugar a quienes lo puedan llenar con mejores probabilidades”. Inmediatamente la CGT llamó a “movilizarse” para cerrar filas en torno al gobierno. Una semana después, el 17 de junio, Perón respondía a esa incondicionalidad de la CGT, mandatándola a ejercer la violencia en contra de los que estaban generando violencia (y no solo se refería a la guerrilla), sus palabras textuales fueron: “Tenemos que erradicarlo de una o de otra manera. Intentamos hacerlo pacíficamente con la ley. Pero si eso no fuera suficiente, tendríamos que emplear una represión un poco más fuerte y más violenta también…”21
Finalmente, el 1 de julio de 1974 muere Perón, pero el peronismo permanece en activo en contra de los trabajadores. Hereda formalmente el cargo, Estela Martínez de Perón (llamada Isabel) pero asume el control López Rega. Este gobierno se mantiene de julio de 1974 al 24 de marzo de 1976, fecha en que se decreta el golpe de Estado. El gobierno, con esa configuración, se encuentra políticamente débil, ya que sin Perón se rompen los lazos que se estaban estableciendo con los militares, pero, además, la agudización de la crisis económica hace que la burguesía se torne más exigente en las respuestas del gobierno. En ese marco es que intentando dar respuestas, el gobierno de Isabel agudiza el descontento de diversas facciones de la clase en el poder. Así, en junio de 1975, aplica un feroz plan de “ajuste económico”, para intentar salvar las ganancias, sobre todo del sector agro exportador, pero a costa de una mayor degradación de los salarios. A este proyecto se le conoce como el “Rodrigazo”, llamado así en referencia al secretario de economía, Celestino Rodrigo.
Por una parte, el gobierno de Isabel busca cumplir su papel de vigilante del capital, pero también requiere contener el coraje obrero, que amenaza con crecer, como lo evidenciaba la combatividad obrera expuesta en las diversas huelgas llevadas a cabo en Rosario y Córdoba.
Ante esa aceleración de las respuestas obreras, la política represiva del gobierno peronista también requiere crecer, empujando por ello a la estructura sindical a tener una actuación más activa. Para hacerlo requiere limitar las diferencias políticas entre la CGT y el gobierno de Isabel, presentes luego de la muerte del caudillo. Una forma de hacerlo era, concertar la exclusión del gobierno de Celestino Rodrigo y de José López Rega (lo cual se concreta en julio de 1975). Con este hecho, la CGT obtiene cierto prestigio ante los obreros, en tanto se presenta como la fuerza opositora de aquellos que llevan una “mala política”, pero además para detener el avance de las movilizaciones, la CGT y el gobierno posponen algunas de las medidas del “programa de ajuste”, lo cual, por la misma fractura prente en la burguesía, es visto con disgusto por algunos de los grupos capitalistas, a pesar que a partir de esto, se apuntala el trabajo de control de la CGT y se complementará con el accionar del cuerpo paramilitar conocido como la “Triple A” (Alianza Anticomunista Argentina). Este grupo fue formado por López Rega, aunque con el conocimiento de Perón, con el objetivo de llevar una “depuración interna del justicialismo”, lo que implicaba, inicialmente, usar a esta agrupación para quitar del camino a individuos “molestos”, que incluso formaran parte de alguna institución del mismo Estado, luego se enfocaron en reprimir a la guerrilla, pero no tardaron en extender su actuación represivo hacia los trabajadores.
Así, el peronismo, lograba desarticular las movilizaciones obreras, abriendo el paso para el arribo de una nueva dictadura militar encabezada por Videla.
Cumplía así el peronismo su tarea de contención del avance del proletariado argentino, pero eso no significa que terminaba su vida como instrumento de la burguesía. La clase en el poder sigue reciclando al viejo peronismo en años más recientes. Este aspecto lo analizaremos en la ultima parte de esta serie.
Tatlin / 22-junio-2022
1 La Parte I de esta serie, “El capitalismo de Estado en las raíces del peronismo” puede leerla en: https://es.internationalism.org/content/4790/argentina-el-peronismo-un-arma-de-la-burguesia-contra-la-clase-obrera-parte-i
2 La propuesta de industrializar el país llevada a cabo por Perón la mantiene la dictadura “libertadora”, aun cuando los gobiernos que surgieron de esta no eran homogéneos. Tanto Lonardi y Aramburu recurren al apoyo del secretario de la CEPAL, el economista Raúl Prebisch, para llevar a cabo sus proyectos, sin embargo, el primero de estos, buscaba mantener el alineamiento de la economía argentina con las necesidades de la británica, mientras que con Aramburu se define una completa alineación con los intereses económicos y políticos de Washington. La primera acción que sella la relación es la integración de Argentina al FMI. En el marco la “guerra fría”, la burguesía latinoamericana y sus Estados, estaban obligados a cerrar filas en torno a los EEUU
3 Como efecto de la intervención de la CGT, se encarceló a muchos de sus miembros. Dichas acciones represivas no fueron motivadas porque la CGT fuera una organización proletaria, sino porque era el instrumento político de un grupo opositor. Siendo los sindicatos un engrane del Estado capitalista, el gobierno golpista requirió de una estructura sindical, por ello impulsó la creación del sindicato oficialista los “32 Gremios Democráticos” y dejó pasar la formación de la “Comisión intersindical” (animada desde el Partido “Comunista” Argentino), relevo de la CGT y de la que surgirá “62 Organizaciones”; con estas agrupaciones la dictadura se ayudó para mantener cierta relación con el peronismo y asegurar el control de los explotados hasta que se estableció la “normalización de la CGT” (i.e., cuando se legaliza su actividad), lo que sucedió en 1963
4 El decretó fue expedido el 5 de marzo de 1956 y tuvo aplicación hasta el 18 noviembre de 1964
5 Carta de Perón a John Williams Cooke, del 12-junio-1956
6 Tanto el partido Unión Popular (UP), como el Partido Populista (PP), recogían la ideología peronista, pero en ambos casos exponían el rechazo implícito del liderazgo de Perón
7 De parte de Frondizi, cumplió el acuerdo de forma gradual y solo parcialmente. Esta situación condujo a que, tiempo después, tuviera disputas con las fuerzas armadas, provocando el golpe de Estado el 29 de marzo de 1962
8 Aunque Frondizi era quien implementaría su venta, era un proyecto que provenía del gobierno saliente de Aramburo.
9 Para abundar sobre el carácter burgués de la “revolución cubana”, recomendamos nuestros artículos:
-Sobre la falsa identidad del capitalismo de Estado con el comunismo (https://es.internationalism.org/cci-online/201102/3057/sobre-la-falsa-id...)
10 Para profundizar sobre Guevara recomendamos leer:
-Che Guevara: mito y realidad (https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200711/2097/che-guevar...)
-El mito del Che Guevara (https://es.internationalism.org/rm/2007/101_che)
-Guevarismo, una ideología contrarrevolucionaria (https://es.internationalism.org/RM/89_Guevarismo.html)
11 Cfr. Perón, La revolución justicialista (1971), película documental dirigida por Fernando Solanas y Octavio Getino
12 La denominada “Tendencia” la encabezaban las agrupaciones armadas, Montoneros (que termina integrando a las FAR), junto a estas se desplegaba una serie de organizaciones: Juventud Peronista (JP), Agrupación Evita (AE), Juventud Universitaria Peronista (JUP), Juventud Trabajadora Peronista (JTP), Unión de Estudiantes Secundarios (UES), Movimiento Villero Peronistas (MVP), Movimiento de Inquilinos Peronistas… Algunas de ellas decían recuperar además de las ideas peronistas y cristianas a los argumentos marxistas
13 La oleada se extendió, demostrando el fin de la contrarrevolución, con el Otoño Caliente italiano en 1969; en ese mismo año se presentan las movilizaciones de los trabajadores en Israel, se continúan en Polonia en 1970, en España, Egipto y Gran Bretaña en 1972…
14 No hay el espacio para ampliar argumentos, pero se precisa decir que, agrupaciones guerrilleras como el PRT-ERP, aunque no tiene una conexión formal con el peronismo y se declaraba “marxista”, mantiene la misma naturaleza burguesa, que expone en su programa y práctica
15 Entrevista a Perón, publicada en la revista Panorama, junio-1971, citada por Rocío Oteros. Montoneros y Perón ¿un diálogo de sordos?
16 Para ampliar los argumentos en torno a esta corriente política, remitimos a los lectores a nuestro folleto, “El trotskismo contra la clase obrera”: https://es.internationalism.org/cci/200605/911/el-trotskismo-contra-la-clase-obrera
17 J. Posadas. La función de las internacionales. Ediciones Ciencia Cultura y Política
18 Daniel Gaido. Los orígenes del Pablismo: La Cuarta Internacional en la posguerra y la escisión de 1953, Ariadna Ediciones
19 Para profundizar sobre estas movilizaciones en Córdoba, recomendamos la lectura del artículo, “El Cordobazo argentino - mayo 1969, eslabón de una cadena de movilizaciones obreras por el mundo” (https://es.internationalism.org/content/4462/el-cordobazo-argentino-mayo...)
20 A través de este cohesiona a sectores del partido radical (agrupados por Frondizi), de la democracia cristiana e incluso del partido conservador
21 Cita tomada de: www.infobae.com/sociedad/2020/10/03/peron-la-triple-a-y-cinco-oscuros-pe...