Submitted by Revista Interna... on
Como explicamos en los artículos anteriores de esta serie, la degeneración de la Internacional Comunista no se desarrolló sin provocar una respuesta. Frente a esta degeneración, las fracciones comunistas de izquierda se levantaron y defendieron enérgicamente los principios abandonados por la IC y, al mismo tiempo, intentaron responder a las nuevas interrogantes que planteaba la entrada del capitalismo en su fase de decadencia. Todos estos grupos fueron excluidos y reprimidos uno tras otro, mientras la degeneración oportunista devoraba las filas de la Internacional y los Partidos Comunistas traicionaban el campo proletario.
Este último artículo de la serie destaca la trayectoria de los principales grupos y sobre todo las lecciones fundamentales que podemos sacar de su combate.
1. La reacción al oportunismo en el seno de la IC: el acta de nacimiento de la Izquierda Comunista
En la segunda parte de esta serie mostramos las bases sobre las que surgieron los grupos de izquierda dentro de la Internacional Comunista. Como recordamos, el Congreso de fundación estuvo marcado por algunos avances fundamentales en la comprensión de las condiciones del nuevo período histórico. Sin embargo, para la mayoría, los revolucionarios seguían marcados por el peso del pasado y comenzaron a retroceder en congresos posteriores en varias cuestiones. Este desarrollo, que anunciaba la degeneración oportunista de la IC, tuvo consecuencias desastrosas para la conciencia revolucionaria de la clase obrera internacionalmente. Pero, del mismo modo que el desarrollo del oportunismo dentro de la Segunda Internacional dio lugar a una respuesta proletaria en forma de corrientes de izquierda, el crecimiento del oportunismo en la Tercera Internacional encontró la resistencia de la izquierda comunista, muchos de cuyos portavoces, como Pannekoek y Bordiga, ya habían demostrado en la vieja Internacional estar entre los mejores defensores del marxismo. Esta última fue esencialmente una corriente internacional y tuvo expresiones en numerosos países, desde Bulgaria hasta Gran Bretaña, desde Estados Unidos hasta Sudáfrica. Sin embargo, sus representantes más importantes se encontraban en los países donde las tradiciones del marxismo eran más fuertes: Alemania, Italia y Rusia.
Y si estos grupos no alcanzaron el mismo nivel de claridad y cohesión, todos buscaban una alternativa a la degeneración de la IC y trataron de defender los principios comunistas y el programa comunista frente a las nuevas interrogantes que trajo consigo la entrada del capitalismo en su período de decadencia: cuestiones como, ¿Los sindicatos siguen siendo órganos de la clase obrera o se han enredado en los engranajes del estado burgués? ¿Era necesario acabar con la táctica “parlamentaria”? ¿Cómo entender las luchas de liberación nacional en la era del imperialismo global? ¿Cuáles eran las perspectivas para el nuevo estado ruso? La puesta en evidencia de todos estos problemas expresaba la voluntad de armar a la Internacional que por sí misma era incapaz de comprender todas las implicaciones del nuevo período de “guerras y revoluciones”.
Pero las izquierdas en la IC permanecieron dispersas, teniendo pocos vínculos entre sí. En consecuencia, no estaban realmente en condiciones de asumir el papel de una corriente internacional de la izquierda comunista y así emprender la verdadera lucha de una fracción dentro de la IC. Estas izquierdas fueron además gradualmente excluidas de las filas de la IC, bajo el yugo de la represión estalinista. Este fue particularmente el caso del Grupo Obrero, formado en 1922, que fue la única reacción real dentro del Partido Comunista de Rusia parecida a una fracción que sería capaz de formular sus críticas, no en el marco de Rusia, sino contra la IC como tal1, expresando así una clara voluntad de involucrarse en el combate a nivel internacional. Pero muy pronto se convirtió en víctima de la represión desde 1923; sus principales elementos fueron encarcelados por la GPU, impidiendo así que el grupo se desarrollara y cumpliera su función.
Esta fragmentación aumentaba a medida que se excluían los diferentes grupos. “Al momento de la muerte de la IC, la izquierda alemana, que ya estaba dispersa en varias partes, cayó en el activismo y el aventurerismo, y fue eliminada bajo los golpes de una sangrienta represión; la izquierda rusa estaba dentro de las prisiones de Stalin; las débiles izquierdas británica y estadounidense habían desaparecido hacía mucho tiempo. Fuera del trotskismo, sería esencialmente la izquierda italiana y lo que quedaba de la izquierda holandesa la que, a partir de 1928, mantendría una actividad política proletaria -sin Bordiga y sin Pannekoek- haciendo cada una, una valoración diferente de la experiencia que habían vivido”2 Realmente podemos ver hasta qué punto el reflujo de la oleada revolucionaria durante la década de 1920 y los primeros golpes de la contrarrevolución fueron una prueba terrible que acabó con gran parte de las minorías revolucionarias. Pero sean cuales sean las fortalezas y debilidades de las izquierdas, es esencial considerarlas todas como intentos del proletariado de desarrollar, a nivel histórico, una conciencia de las condiciones de su combate revolucionario para derrocar al capitalismo. Además, todos tenían en común la característica de sumarse a la defensa intransigente del terreno de clase del proletariado. Del mismo modo, el comunismo de izquierda no surgió de la nada sino del movimiento revolucionario de la época. Por el contrario, constituyó una reacción orgánica al abandono de principios por parte de la IC y su antigua vanguardia, el Partido Bolchevique. Por lo tanto, era normal que, como en Rusia, Italia, Alemania y otros lugares, los diferentes grupos de la izquierda comunista provinieran del interior de los Partidos Comunistas. Era hora pues, de la lucha de la fracción para enderezar a la IC que se doblegaba bajo el peso creciente del oportunismo: “Es responsabilidad de la minoría, que sostiene el programa revolucionario, llevar a cabo una lucha organizada por su victoria dentro del partido. O triunfa la Fracción, triunfan sus principios y se salva el partido, o el partido sigue degenerando y pasando con armas y bagaje al campo burgués. El momento en que el partido proletario pasa al campo burgués no es fácil de determinar. Sin embargo, uno de los signos más importantes de este pasaje es el hecho de que ya no aparece vida política proletaria dentro del partido. Es responsabilidad de la Fracción de Izquierda continuar la lucha dentro del partido mientras exista alguna esperanza de revertirla; por eso, a fines de la década de 1920 y principios de la de 1930, las corrientes de izquierda no abandonaron los partidos de la IC, sino que fueron excluidas, muchas veces mediante sórdidas maniobras”3
No se trata aquí de preguntar por qué las fracciones de izquierda no estuvieron a la altura de “ganar” el combate, ni por qué, mientras la IC notaba el reflujo en la oleada revolucionaria, la necesidad de replegarse en orden y preparar las condiciones para el resurgimiento de un futuro partido no se entendía ampliamente en sus filas. ¡Como dice el refrán, con suficientes sisa, se podría poner a París en una botella! Lo que nos importa es más bien la forma en que las fracciones de izquierda emprendieron la lucha contra la degeneración oportunista de la IC. Como vimos arriba, no todos ellos harían la misma contribución a la lucha histórica del proletariado contra la explotación capitalista y la dominación de la burguesía.
Es pues indispensable poder extraer todas las lecciones de sus trayectorias y la evolución que atravesaron durante el período contrarrevolucionario que se abrió a fines de la década de 1920.
2. La contribución fundamental de la Izquierda italiana
“Ante la muerte de la IC, se plantea el problema de la formación de cuadros capaces de reconstruir la organización internacional del proletariado. Con este fin es necesario constituir fracciones de izquierda en cada país. La base política de las mismas debe buscarse, en primer lugar, en los cimientos mismos de la IC y perfeccionarse tras una crítica de todos los acontecimientos posteriores a la guerra. Esta crítica debe representar la contribución específica de cada proletariado a los problemas que la IC no supo resolver en el momento de su fundación”4. Tal fue la orientación propuesta por la Fracción de Izquierda del Partido Comunista de Italia a todas las fuerzas de la oposición proletaria. Esto fue en 1933, y la Fracción Italiana, constando la muerte de la IC, hizo un llamado a sacar todas las lecciones del retroceso de la oleada revolucionaria para armar al proletariado para futuras batallas y asumir la continuidad política hasta el momento en que se dieran las condiciones favorables para el surgimiento de un nuevo partido de clase. En otras palabras, se trataba de asumir el trabajo real de una fracción.
Entre todos los grupos de izquierda involucrados en la lucha contra la degeneración oportunista de la IC a finales de los años 20, la Fracción de Izquierda del Partido Comunista de Italia hizo la contribución más rica. ¿Por qué? Porque fue la única en asimilar en profundidad el aporte del Partido Bolchevique dentro de la II Internacional entre 1903 y 1917; y porque entendió que se trataba de poner en marcha un trabajo similar frente al camino suicida emprendido por la IC. Se trataba entonces de presentarse como: “una organización dentro del partido que no está unida por el lugar de trabajo, por el idioma o por cualquier otra condición objetiva, sino por un sistema de concepciones comunes sobre los problemas que se le plantean al partido”. Lo que aquí nos parece esencial no reside en el contenido de los debates en sí, sino en el método con el que la Izquierda Italiana trató de defender sus posiciones con el objetivo de “reenderezar” a la Internacional. Los desacuerdos entre la IC y el PC de Italia aparecieron muy pronto, entre 1920 y 1921, cuando la IC decretaba la consigna del “Frente único”, “gobierno obrero” y la creación de partidos de masas a través de la fusión del PC con varias corrientes centristas. Hasta 1925, la mayoría del PC de Italia, animada en particular por Amadeo Bordiga, resultó ser la más decidida a contrarrestar todo este oportunismo político. Pero el proceso de “bolchevización” de los Partidos Comunistas cambió las condiciones en que la izquierda pudo emprender la lucha, ya que a mediados de abril de 1925 el Ejecutivo ampliado de la IC ordenó la eliminación de la “tendencia Bordiga” para el III Congreso del PC de Italia. A pesar de esta maniobra política, la nueva “minoría” del PC italiano trató de dotarse de todos los medios para proseguir el combate dentro de la Internacional Comunista. Es lo que hizo en el Congreso de Pantin de abril de 1928 al constituirse como “Fracción de Izquierda de la Internacional Comunista” y no sólo del PC italiano. Frente a las presiones, maniobras y denigraciones que se convirtieron en la norma dentro de los Partidos Comunistas, la Fracción nunca se rindió y supo defender los principios del programa comunista tanto a través de la prensa – publicación quincenal (mensual desde 1933) del periódico Prometeo – como a través de intervenciones en las fábricas y manifestaciones. También fue muy activa en la apertura al trabajo común con grupos a nivel internacional a través de la confrontación de posiciones con miras al reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias sobre la base de principios claros y un programa claro.
Esta labor se hizo aún más crucial a partir de 1933 cuando el desarme del proletariado internacional ante la victoria del nazismo en Alemania consagró en gran medida la victoria de la contrarrevolución. Ya no era el momento de luchar por revertir la IC sino de sacar las lecciones de la derrota de la revolución y la degeneración de la Internacional para fortalecer al proletariado mundial y preparar las condiciones para el resurgimiento del futuro partido. Para que eso sucediera era importante no eludir ningún cuestionamiento y enfrentar los problemas fundamentales enfrentados por el proletariado y sus organizaciones desde octubre de 1917. Este trabajo teórico y político, ejemplificado por Bilan, no hubiera sido posible sin una profunda comprensión de las demandas del trabajo de una fracción. En 1935, asumiendo el paso definitivo del PC al campo de la contrarrevolución, se vio en adelante como una fracción externa para seguir al frente de la lucha por el comunismo: “Esta situación especial de la Tercera Internacional ya ha resultado en un gran número de capitulaciones provenientes principalmente del hecho de que los militantes creen que lo esencial es mantener los vínculos orgánicos con los Partidos Comunistas, y que no han entendido que lo esencial es construir el organismo que exige la nueva situación, y que ha de encontrar una solución comunista a los mismos problemas que han dado origen al centrismo5”6
¡La contribución teórica y política de la Fracción Italiana hasta 1944-1945 será posteriormente continuada y enriquecida por la Izquierda Comunista de Francia hasta 1952 y la Corriente Comunista Internacional a partir de 19757!
3. El fracaso del KAPD para asumir la lucha de una fracción
Desafortunadamente, la izquierda alemana no pudo seguir la misma trayectoria. Si muy pronto el KAPD defendió posiciones claras sobre el rechazo al trabajo parlamentario o la participación en los sindicatos8, no pudo alcanzar la misma coherencia organizativa de la izquierda italiana, que se consideraba en continuidad orgánica con el viejo partido. Muy al contrario, toda su trayectoria tras su exclusión de la IC en su III Congreso de septiembre de 1921, se caracterizaría incluso por cuestionar el carácter puramente proletario de la revolución en Rusia (y del Partido Bolchevique) en beneficio de una visión de una “revolución dual”, tanto burguesa como proletaria; burguesa, porque suprimió el feudalismo para llevar el capitalismo al campo; proletario, porque suprimió el capitalismo en las ciudades. La misma incomprensión del proceso gradual de degeneración se encuentra en su análisis de la III Internacional, que ya se consideraba totalmente absorbida por el Estado ruso. Así, el KAPD pensó que todas las secciones de la IC (los Partidos Comunistas) estaban definitivamente perdidas. Esto implicaba que no podían surgir fracciones revolucionarias ni dentro de ésta ni dentro de los Partidos Comunistas. Todo este andamiaje teórico justificó la proclamación de una Internacional Comunista de los Trabajadores (KAI). Esta fundación totalmente artificial y voluntarista de una Internacional alternativa condujo a la división del partido (entre partidarios y opositores de la KAI) y su desintegración numérica.
Revelaba una falta de comprensión del papel del partido dentro de la clase y la relación entre fracción y partido que sólo podía conducir al fracaso.
Esta política suicida iba a tener graves consecuencias para el movimiento revolucionario, ya que debilitó considerablemente la capacidad de las fracciones comunistas de izquierda de agruparse para llevar hasta el final la lucha contra la degeneración de la IC9. La Izquierda holandesa, que posteriormente retomó el espíritu teórico de la Izquierda alemana, pasó a amplificar estos errores en la cuestión organizativa. La corriente consejista, a imagen del Grupo de Comunistas Internacionalistas (fundado en 1927), vino a negar pura y simplemente la necesidad de las organizaciones revolucionarias como factor activo de la lucha de clases y del desarrollo de la conciencia. Esto fue en beneficio de una federación de “grupos de trabajo” reducidos al único papel de dar una opinión. Esta fue una verdadera regresión en la cuestión de la organización dentro de la izquierda comunista, ya que esta última se redujo a una mera adición decorativa a la clase. Además, el siglo que acaba de pasar está ahí para presenciar la debilidad de la corriente consejista frente a los desafíos planteados a los revolucionarios en la decadencia del capitalismo.
4. Trotsky y la Oposición de Izquierda: una política catastrófica
“En el pasado, hemos defendido la noción fundamental de la 'fracción' contra la idea de una 'oposición'. Por fracción entendemos el organismo que construye los cuadros para asegurar la continuidad de la lucha revolucionaria y que está llamado a convertirse en protagonista de la victoria proletaria. Contra nosotros, el concepto de “oposición” ha triunfado dentro de la Oposición de Izquierda Internacional. Este último ha afirmado que no se debe proclamar la necesidad de la formación de cuadros: la clave de los hechos está en manos del centrismo y no en manos de la fracción. Esta divergencia adquiere ahora un nuevo aspecto: el contraste básico es el mismo, aunque a primera vista parece que el problema hoy es este: a favor o en contra de nuevos partidos. Por segunda vez el camarada Trotsky descuida totalmente el trabajo de formación de cuadros, creyendo posible pasar inmediatamente a la construcción de nuevos partidos y de una nueva Internacional”. Esta declaración hecha por la Fracción de Izquierda del Partido Comunista de Italia en el primer número de su revista teórica Bilan contiene la pregunta central planteada a todas las organizaciones comprometidas en la reacción a la degeneración de la IC: “¿Cuáles son las tareas del momento? ¿La lucha de la fracción o la creación de un nuevo partido?”. Estos dos enfoques discordantes expresan una gran divergencia entre la Fracción de Izquierda y la Oposición de Izquierda dirigida por Trotsky.
Como describimos en el artículo anterior, los años 1921-1922 estuvieron marcados por el combate encabezado por Lenin contra el ascenso dentro del Partido Comunista de Rusia, y entonces de la IC, de la facción burocrática dirigida por Stalin. Aunque los medios utilizados expresaban una clara incapacidad para remediar la situación, Lenin comprendía bien que la dirección tomada por el PCR se alejaba cada día un poco más del campo proletario.
Sin embargo, puso toda su energía política en una batalla desesperada contra el crecimiento del estalinismo y le pidió a Trotsky que se uniera a él en la lucha contra el burocratismo en general y contra Stalin en particular.10
Pero a partir de 1923, y su forzado retiro de la vida política, estalló una verdadera crisis abierta dentro del PCR. Por un lado, la facción burocrática consolidó su dominio, inicialmente bajo la forma de un “triunvirato” formado por Stalin, Zinoviev y Kamenev, cuyo principal cimiento era su necesidad de aislar a Trotsky. Esta empresa se manifestó en forma de una verdadera conspiración contra “lo mejor de los bolcheviques”, como recuerda en su autobiografía: “Lenin descansaba en Gorki; yo mismo en el Kremlin. Los epígonos agrandaban los círculos del complot (...) Se creó toda una nueva ciencia: la fabricación de reputaciones artificiales, la fabricación de biografías fantasiosas, pretensiones de un liderazgo designado de antemano. (...) Posteriormente, cuando Zinoviev y Kamenev combatieron a Stalin, los secretos de este primer período fueron revelados por los propios cómplices de la trama; porque realmente era una conspiración. Se creó un buró político secreto al que pertenecían todos los miembros del buró político oficial excepto yo. (...) Los líderes en el partido y el estado fueron elegidos sistemáticamente de acuerdo a un solo criterio: 'contra Trotsky'. (...) Así se determinó un cierto tipo de 'carrerismo' que luego se llamó abiertamente 'antitrotskismo'. (...) A fines de 1923, en todas las secciones de la Internacional Comunista, se emprendió el mismo trabajo: se removió a los líderes, otros se mantuvieron en sus lugares de acuerdo con la actitud que habían tomado hacia Trotsky”11.
Desde entonces, durante el transcurso de 1923, apareció una oposición en las filas del PCR. Tomó la forma de una plataforma política firmada por 46 militantes cercanos a Trotsky o provenientes del grupo Centralismo Democrático. Esta “Plataforma de los 46” expresaba sobre todo dos cosas:
- la necesidad de una mayor planificación estatal en el dominio económico;
- una advertencia contra la asfixia de la vida interna del partido.
Pero, al mismo tiempo, la plataforma se distanció públicamente de los comunistas de izquierda dentro del PCR, calificándolos de “poco saludables”12
Aunque Trotsky no firmó la Plataforma, tomó parte abiertamente en esta oposición de izquierda y varias veces mostró vacilaciones para comprometerse en la lucha contra la facción estalinista de manera decidida e intransigente, revelando así una tendencia hacia el centrismo que lo hizo cada vez más incapaz de defender principios esenciales. Esta indecisión se manifestó en el V Congreso de la IC (junio de 1924) cuando Bordiga lo presionó para que se convirtiera en el vocero de una Oposición de Izquierda a nivel internacional. Trotsky se negó, incluso le pidió a Bordiga que aprobara la moción del XIII Congreso del PCR para no ser excluido.
Si bien siempre podemos invocar características individuales, la razón esencial de la timidez de Trotsky radica en su incapacidad:
- para entender que el estalinismo constituyó la contrarrevolución burguesa en Rusia:
- para sacar lecciones de cómo la política emprendida por el partido (en la que había participado ampliamente) había acelerado el curso de su degeneración.
En otras palabras, Trotsky y la oposición en Rusia no entendieron en absoluto el significado de la lucha que se iba a librar, a saber, el trabajo de fracción destinado a reenderezar al partido de su curso oportunista. En lugar de eso, la Oposición siguió defendiendo con uñas y dientes la “proscripción de las fracciones” adoptada en el X Congreso del PCR en 1921. En consecuencia, “en la medida en que se ve a sí misma, no como una fracción revolucionaria que intenta salvaguardar las conquistas teóricas y organizativas de la Revolución de Octubre, sino como oposición leal al Partido Comunista Ruso, no irá más allá de cierto 'maniobrismo', realizando alianzas sin escrúpulos con el objetivo de cambiar un partido casi completamente gangrenado (por ejemplo, Trotsky buscando el apoyo de Zinoviev y Kamenev, quienes lo habían calumniado continuamente desde 1923). Por todas estas razones, se podría decir que la “oposición de izquierda” de Trotsky en Rusia siempre cayó por debajo de las oposiciones proletarias que aparecieron a partir de 1918”13
Sin embargo, la tendencia opositora logró organizarse internacionalmente, pero de manera dispersa, sin ningún rigor real a nivel organizativo. Fue sólo a partir de 1929 y con la expulsión de Trotsky de la URSS que se organizó una Oposición de Izquierda Internacional de manera más centralizada sin poder ir más allá de los errores y confusiones acarreados por la IC14.
En consecuencia, “constituyó en más de un sentido la extensión de lo que había sido representado por el establecimiento y la lucha de la 'Oposición de Izquierda' en Rusia. Retrocedió en las ideas principales y reivindicó los cuatro primeros congresos de la IC. Además, perpetuó el “maniobrismo” que ya caracterizaba a la “Oposición de Izquierda” en Rusia. En muchos sentidos, esta 'Oposición' fue un reagrupamiento sin principios de todos aquellos que querían hacer una crítica de izquierda al estalinismo. Prohibió toda clarificación política real dentro de sus filas y dejó a Trotsky, visto como un símbolo vivo de la Revolución de Octubre, la tarea de convertirse en su vocero y “teórico”. En estas condiciones muy pronto se mostró incapaz de resistir los efectos de la contrarrevolución que se desarrollaba a escala mundial sobre la base de una derrota del proletariado internacional.”15
La incapacidad de la corriente trotskista de involucrarse en el trabajo de una fracción de izquierda, restringiéndose al papel de simple “oposición” al estalinismo, la llevó igualmente a ver la construcción del partido como una cuestión de “voluntad” sin tomar en consideración “las condiciones de la lucha de clases, que dependen del desarrollo histórico y la relación de fuerzas de las clases existentes”.16
Así, lejos de aportar alguna contribución creíble a las filas de una clase obrera que sufre los embates de la contrarrevolución con toda su fuerza, el trotskismo asumió un buen número de posiciones oportunistas desarrolladas en el seno de la IC, participando activamente en la desorientación del proletariado mundial y terminando por capitular y abandonar el internacionalismo proletario en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial en nombre del antifascismo y la defensa del “Estado proletario”.17
Conclusión
La fundación de la Internacional Comunista en marzo de 1919 fue la empresa más profunda de los revolucionarios que dotó a la clase obrera de una organización capaz de conducirla a la victoria. Un siglo después, la historia de este momento heroico de la lucha del proletariado, y las lecciones que de ella han sacado los revolucionarios, no deben exhibirse como mercancías en un escaparate. Todo lo contrario; todo este legado debe estar en el centro de las preocupaciones de los revolucionarios de hoy para que puedan defender la concepción más clara de cómo debe construirse el partido del mañana. Esperamos que el esfuerzo de profundización de las cuestiones emprendidas a lo largo de esta serie de artículos ofrezca un aporte pertinente a la reflexión y a la discusión en todo el medio revolucionario sobre un tema de tanta trascendencia para los combates futuros. Por lo pronto, creemos que podemos afirmar algunas lecciones importantes sobre las condiciones políticas en las que deberá surgir el partido:
1. La base del partido debe estar determinada por las condiciones de la lucha de clases.
2. La necesidad de que el partido esté constituido antes del estallido de una oleada revolucionaria.
3. El reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias debe basarse en el programa de clarificación de principios y no en la simple voluntad de participar en la lucha revolucionaria. Como decía Bordiga, el partido es ante todo “un cuerpo programático y una voluntad de actuar”.
4. En el período anterior a la fundación del partido, el tipo de trabajo fraccionario es la única forma organizativa que permite a los revolucionarios prepararse para su construcción.
Nadjek (11 de noviembre de 2022).
1Para una visión más completa y global de las Fracciones de Izquierda en Rusia ver:
- “La Izquierda Comunista en Rusia: (1918-1930), 1ra parte)” Revista Internacional n° 8.
- “La Izquierda Comunista en Rusia: (1918-1930, 2ª parte)” Revista Internacional n° 9.
2“Convulsiones en el medio revolucionario: el PCI (Programa Comunista) en un punto de inflexión en su historia”. Revista Internacional n° 32 (1er trimestre 1983).
3Polémica: Orígenes de la CCI y el BIPR (primera parte)- La Fracción Italiana y la Izquierda Comunista Francesa” Revista Internacional n° 90 (tercer trimestre, 1997).
4“Proyecto de constitución de un Buró Internacional de Información”, Bilan n° 1, noviembre de 1933.
5En esta época, lo que se llamó erróneamente “centrismo” en el seno de la IC estaba representado por la fracción burocrática estaliniana que en la realidad era la encarnación de la contrarrevolución.
6“La necesidad de la Fracción de Izquierda del Partido Comunista”, Bulletin d’information de la Fraction de Gauche italienne no 6.
7Ver especialmente, “Informe sobre el papel de la CCI como ‘Fracción’”, Revista Internacional no 156 (invierno 2016).
8Ver “Cien años después de la fundación de la Internacional Comunista, ¿Qué lecciones para las luchas futuras? (parte 2)”, Revista Internacional n° 163, (segundo trimestre, 2019).
9No podemos detenernos aquí en los detalles de la historia del KAPD. Para un mayor desarrollo al respecto ver:
-“La concepción de la organización en la izquierda holandesa y alemana” Revista Internacional n° 37 (tercer trimestre 1984).
-“Tesis sobre el papel del partido en la revolución”, Revista Internacional n° 41 (segundo trimestre de 1985).
-“La Izquierda Holandesa, Contribución a la historia del movimiento revolucionario”. Capítulo V: Gorter, la Izquierda Comunista y la fundación de la KAI” Libro de la CCI.
10Para más detalles sobre esto ver el artículo “Cómo entender la derrota de la revolución rusa, 1922-1023: Fracciones comunistas contra el crecimiento de la contrarrevolución”, Revista Internacional n° 101, 4° trimestre 2000.
11León Trotsky, Mi Vida, “La Conspiración de los Epígonos”, Capítulo XL, Editorial Gallimard.
12En realidad, los comunistas de izquierda rusos, en particular el Grupo de Trabajadores de Miasnikov, expresaron la visión más clara en Rusia sobre cómo luchar contra la degeneración del PCR y la IC.
13“El trotskismo, producto de la contrarrevolución”, El trotskismo contra la clase obrera, folleto de la CCI.
14La oposición de izquierda reivindicó notablemente los cuatro primeros congresos de la IC.
15“El trotskismo, producto de la contrarrevolución” de; El trotskismo contra la clase obrera”, folleto de la CCI.
16“Los métodos del comunismo de izquierda y los del trotskismo”, Internationalisme n° 23 (junio de 1947).
17Para mayor precisión sobre la evolución del trotskismo, ver nuestro folleto: El Trotskismo contra la clase obrera.