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La irrupción del populismo en la primera potencia mundial que se coronó con el triunfo de Donald Trump en 2016 trajo 4 años de decisiones contradictorias y erráticas, de denostación de las instituciones y acuerdos internacionales que aceleraron aún más el caos mundial y condujeron a un mayor debilitamiento y descrédito de la potencia americana, acelerando así su declive histórico. La situación se torna cada vez más grave y afloran abiertamente dificultades y divisiones internas en la vida social americana. A ello se agrega una pandemia cuyo manejo mostró la enorme irresponsabilidad del enfoque populista, llamando a no tomar en cuenta las medidas preventivas propuestas por los equipos de científicos, al grado que USA concentra el triste record de muertes por Covid-19 en el mundo. Terror del Estado, violencia en manifestaciones antirracistas (BLM), auge de grupos supremacistas armados, incremento de la criminalidad y como parte de esa escalada feroz de los acontecimientos, el 6 de enero de 2021, las huestes trumpistas tomaron el Capitolio, el “símbolo del orden democrático”, para tratar de echar abajo la legalización del resultado favorable a la fracción Biden[1]. La pandemia aceleró las tendencias a la pérdida de control de la situación social, las divisiones internas de la burguesía americana se agudizaron en unas elecciones donde por primera vez en la historia el mismo presidente y candidato a reelegirse acusa la existencia de una “fraude electoral”, al mejor estilo de una “república bananera”. Los USA se encuentran ahora en el epicentro de la descomposición social.
Para poder explicar desde un análisis marxista esta “nueva” situación de la otrora superpotencia debemos asumir un enfoque histórico. Hay que explicar primero cómo fue que los USA se convirtieron en la primera potencia mundial, en el país que dominó el comercio, la política, la guerra y que su moneda se convertiría en la moneda mundial. En una primera parte de este artículo veremos el discurrir histórico de los USA desde su fundación hasta su culmen, su auge como indiscutible gendarme mundial, es decir, abordaremos acontecimientos que van de finales del siglo XVIII hasta la caída del bloque del Este en 1989. Este es el periodo histórico que ha sido marcado por la primacía del capitalismo americano a nivel mundial. A partir del derrumbe del bloque del Este se abre una fase terminal en la evolución del capitalismo: la Descomposición social[2]. Con ello empieza también un declive del liderazgo americano y el hundimiento de todo el sistema burgués en el caos y la barbarie. La segunda parte de este artículo abordará el periodo que va de inicios de los 90´s hasta el año en curso. En 30 años de pudrimiento en pie de la sociedad burguesa los USA han pasado a ser un factor de agravación del caos, su liderazgo mundial no será recuperado por más que el equipo Biden lo proclame en sus discursos, no es una cuestión de deseos, son las características de esta fase final del capitalismo lo que determina el rumbo de las tendencias y el abismo al que nos conduce el capitalismo si el proletariado no le pone fin a través de la revolución comunista mundial.
1.-Formación de los USA: Del sueño americano a la realidad del capitalismo
Cuando Marx escribió “Trabajo asalariado y capital”, y sobre todo la gran obra del marxismo “El Capital”, tomó como referencia el proceso interno del país capitalista más desarrollado de su época: Inglaterra, el país de la Revolución Industrial y cuna del capitalismo moderno. Para el siglo XVIII, los USA apenas empezaban a consolidarse como país en el nuevo continente. La independencia de las 13 Colonias el 4 de julio de 1776 y la elaboración de la Constitución de la “Unión Americana” darían arranque a un vertiginoso desarrollo del capitalismo en Norte América.
En el marco de este artículo no vamos a desarrollar la historia de la independencia de las “13 Colonias inglesas”. Sin embargo, queremos subrayar que una de las grandes inconformidades de los colonos se desarrolló a partir de los aumentos a los impuestos y la falta de “representación”, por ello la consigna era, “un hombre un voto” o “No taxation without representation” (“No impuestos sin representación”). La democracia empezaba a despuntar como el mejor marco para el desarrollo de la “libre empresa y la propiedad privada”, no es casual que los USA se empezaron a considerar a sí mismos como los garantes de la democracia en el mundo.
El siglo XVIII estaba dominado por los grandes países colonialistas: Inglaterra, Francia, España y en menor medida Holanda y Portugal. Por ello el reconocimiento de la independencia de los USA se acuerda bajo el ambiente de rivalidades y luchas por territorios entre esos potentados. El “Tratado de Paris” (1783) reconoce la independencia de los USA y su derecho a expandirse hasta el Mississippi. Francia poseía Luisiana y toda la cuenca del Mississippi, España dominaba Florida y aún tenía el dominio absoluto sobre el “Virreinato de la Nueva España” que después sería México.
En 1787 la Convención decide dotarse de una Constitución para los nuevos “13 estados” eliminando así los enfrentamientos entre ellos (New Jersey y New York por ejemplo) y solucionar el problema de las arcas vacías para hacer frente a las invasiones que desde el oeste mantenían Gran Bretaña y España. Junto a la aprobación de la Constitución en 1789 se aprueba también la “declaración de derechos”. Al ser la burguesía naciente una nueva clase explotadora y el capitalismo un sistema de extracción de plusvalía de la clase trabajadora, todas esas declaraciones sobre “derechos” como en la revolución francesa “libertad, igualdad y fraternidad” eran sólo tapaderas ideológicas para justificar las modernas relaciones de explotación capitalista, un programa para rematar la consolidación del capitalismo en contra el viejo régimen feudal y sus secuelas. Estas rimbombantes “declaraciones” pronto se convertirían en meros taparrabos de una explotación rapaz y sin asomo de trato humano: la esclavitud, el racismo y la lucha por derechos civiles en USA son una demostración del abismo que hay entre los “postulados” de la democracia y la realidad de la vida bajo el capitalismo.
Los barcos llegaban a los puertos del Este americano repletos de emigrantes que aspiraban a nuevas y fértiles tierras, emprender negocios propios, en otras palabras, el “sueño americano” fue una posibilidad para millones de emigrados de mejorar su situación. Las leyes permitían la emigración y muchos europeos se lanzaron a la colonización del oeste americano. La población americana creció enormemente gracias a la emigración. En 1850 había 23 millones de habitantes y para 1910 se alcanzaría la cifra de 92 millones, superior a la población de Inglaterra y Francia juntas. En la etapa ascendente del capitalismo, la emigración tenía una naturaleza distinta a las emigraciones de hoy. En los tiempos de expansión del capitalismo la posibilidad de mejorar las condiciones de vida era real, hoy es una simple huida ciega y suicida, un verdadero callejón sin salida. Por ejemplo, las caravanas de miles migrantes que salen desde Centroamérica e intentan llegar por tierra a los USA se enfrentan al hambre, las pandillas de traficantes y la represión estatal, la mayoría de ellos solo encuentran el sufrimiento indecible o la muerte pura y llana.
La expansión del capitalismo hacia el Oeste es conocida como el “Destino manifiesto”, el capitalismo se expandía y abría camino a punta de cañonazos y winchester en mano, los nativos fueron desplazados o exterminados y los sobrevivientes que resultaron de esta violenta expropiación terminaron recluidos en “reservas”. “La Frontera” se iba expandiendo a lo largo del siglo XVIII “por la Autoridad Divina o de Dios”. El Destino Manifiesto expresaba la idea de los primeros colonos, protestantes y puritanos, en concebirse como una nación “elegida” y destinada a expandirse desde el Atlántico hasta el Pacífico. Esta expansión llevaba consigo los trenes[3], el telégrafo y se incrementaban las necesidades de suministros de mercancías. Parecería que el capitalismo vivía un ascenso sin límites temporales, de ahí que las históricas posturas aislacionistas abrevaban en esta idea de un progreso permanente bajo un estado casi autárquico. Esa “expansión interior” termina y se consolida a principios del siglo XX.
A principios del siglo XIX, la joven república estadounidense se dota de una doctrina que marcará su historia: La Doctrina Monroe, “América para los americanos”. Elaborada en 1823 por Q. Adams y presentada al congreso de la Unión por James Monroe ha sido piedra angular en la política exterior americana que traduce esta doctrina como “América para los estadounidenses”. Desde entonces se perfilaba ya que los USA iban a poner un alto a los europeos en América y que tal Doctrina en realidad se quedó corta en relación a los territorios que los USA iban a dominar alrededor del planeta.
Esa mítica “frontera” conoció una expansión vertiginosa en el siglo XIX. Napoleón Bonaparte vendió Luisiana y toda la cuenca del Mississippi, luego los americanos compraron Florida a España (1821) y la guerra contra México en 1846 la ganan y se agencian más de la mitad del territorio mexicano y alcanzaron así las costas del Pacífico. Más tarde en 1898 la guerra entre USA y España se saldó con la victoria norteamericana obteniendo el control sobre Cuba, otras islas del Caribe y la lejana Filipinas. Ello mostraba ya el claro declive del “imperio español” y el ascenso ya de los USA como potencia regional[4]. “…El mismo año que Jorge Washington ascendía a la presidencia de los Estados Unidos, se vieron llegar quince buques cargados con seda y té del exótico y legendario puerto asiático de Cantón, mientras los navíos de New York, Boston y Philadelphia penetraban valerosamente en el área del monopolio de la Compañía de las Indias Orientales. Y en menos de quince años los barcos de bandera norteamericana, tripulados por sus valerosos marinos, recalaban en Batavia, Calcuta, Filipinas, Japón, Turquía, Egipto y Marruecos. Comenzaba en forma espectacular la historia del comercio exterior de los Estados Unidos”[5]. En el Pacifico desde la mitad del siglo XIX los EEUU empezaron a manifestar su presencia contribuyendo a la “apertura” de Japón al capitalismo. Al mismo tiempo Gran Bretaña penetraba en China y sentaba sus relaciones en ese país asiático, sin embargo, en aquella fase los EEUU todavía no tenían la presión de extender su presencia y defender sus posesiones, esto empezó a ocurrir sobre todo en los albores del siglo XX.
El largo proceso de integración de los Estados de la Unión inició desde 1787 hasta las últimas integraciones en 1959. Alaska fue comprada a los rusos en 1867 pero es hasta enero de 1959 cuando Alaska se convirtió en el Estado número 49 y Hawai emergió como el Estado número 50 en agosto de ese mismo año. Estamos hablando de más de 170 años, tiempo en el cual se ha ido extendiendo el territorio hasta conquistar la “última frontera”, es decir, hasta alcanzar las costas del Pacífico californiano. En el avance frenético del capitalismo en el inmenso territorio de Norte América había que hacer frente a los Estados esclavistas del sur por dos razones: consolidar la unidad del Estado Nacional poniendo un alto a los secesionistas que constantemente amenazaban con independizarse y permitir, por otro lado, eliminar el arcaico sistema esclavista que no permitía la existencia de “ciudadanos libres” … ¡libres de vender su fuerza de trabajo asalariada! Ello era más necesario en tanto que en USA, al menos hasta la I Guerra Mundial, sufrió casi permanentemente de una escasez de mano de obra.
Los USA se convirtieron en el siglo XIX en el mayor importador de esclavos. El trabajo agrícola con mano de obra esclava estaba focalizado en los estados del sur. En cambio, el norte industrializado basaba su desarrollo en la explotación del trabajo asalariado, por tanto, se planteaba un problema para el capitalismo: La industria domina al campo y la mano de obra debe “circular libremente” para que el capital pueda hacer uso de ella indiscriminadamente[6]. Los propietarios de esclavos oponían resistencia a esa lógica del capital y trataron de separarse del norte industrial. La sangrienta Guerra de Secesión (1861-1865) fue el triunfo total del capitalismo y se impuso una dura lección a las próximas tentaciones separatistas. Este avance del capitalismo ha sido saludado por el marxismo ya que las relaciones de producción burguesas traen aparejadas a sus enterradores: el proletariado moderno. Por eso “En el mensaje de saludo al Sr Lincoln con motivo de su reelección a la presidencia, hemos expresado nuestro convencimiento de que la guerra civil de América tendría una significación tan grande para el progreso de la clase obrera como la que tuvo para el progreso de la burguesía la guerra de independencia americana”[7].
Mientras los USA estaban enfrascados en su Guerra de Secesión, en México Francia había impuesto a un miembro de casa de los Habsburgo como emperador mexicano, Napoleón III pretendía disputarle el patio trasero a los Estados Unidos. No se trataba de una complacencia del “Tío Sam” o que la Doctrina Monroe fuese un sueño guajiro, no, simplemente estaban ocupados con su guerra interna pero una vez terminada la guerra de secesión Washington estuvo en condiciones de expulsar a los franceses de su zona de influencia natural. Para dar una lección a los europeos y que guardaran sus futuras pretensiones bajo llave, los USA hicieron fusilar a Maximiliano de Habsburgo a pesar de los ruegos de la aristocracia europea y de artistas como Víctor Hugo. Un episodio más que mostraba quién, de ahí en adelante, marcaría el paso en la política mundial.
Para inicios del siglo XX “los Estados unidos habían constituido la sociedad capitalista más vigorosa del mundo y organizado la producción industrial la más potente (…) La productividad del trabajo creció de manera más fuerte que en otros lados, de la misma manera las ganancias, los salarios y el ingreso nacional”. “Pero desde la época de la muerte de Marx, durante los años 1800, el capitalismo americano alcanzaba y superaba las cifras de la producción industrial inglesas, desde esta época América asume pues el primer rango entre los países industrializados. (…) La Primer Guerra Mundial, al mismo tiempo que ocasionaba una fuerte reducción de la producción europea, iba a acentuar aún más el progreso de la economía americana, de manera que en el momento en que estalla la Revolución de Octubre los USA producían ya casi la totalidad de bienes y mercancías que toda Europa junta”[8].
Para la burguesía americana y todos sus ideólogos parecía que la bonaza capitalista era casi una “característica natural” del sistema, sin embargo, la realidad se basaba en la conquista de un vasto territorio que, a medida que “la frontera” avanzaba al oeste, se ampliaba la demanda de toda clase de suministros y mercancías, un proceso capaz de absorber también grandes cantidades de emigrantes y empujaba todas las cifras de crecimiento al alza, los préstamos que apuntalaban esa expansión fluían desde Europa. En 1893 Chicago se convierte en sede de la “Exposición Universal” lo cual metía a los USA directamente en la lista de las potencias industriales. El “sueño americano” empero tocaba sus límites, el inicio de siglo XX y la I Guerra Mundial anunciaban la entrada del capitalismo en su decadencia histórica y nuevas condiciones iban a entrar en escena para explicar la evolución de los USA que empezaba a despuntar como potencia mundial.
2.-La I Guerra Mundial y la Gran depresión de 1929
La I Guerra Mundial marcaba la necesidad de “un nuevo reparto del mundo”. Potencias industriales como Alemania llegaron tarde al reparto de ese mercado mundial. Mientras que Francia e Inglaterra se habían servido con la cuchara grande a nivel de la conquista de colonias, mientras que los USA dominaban el continente americano y consolidaban su expansión de Este a Oeste, Alemania no tenía nada y necesitaba replantear ese reparto. Bajo el capitalismo no hay otro medio de enfrentar la búsqueda de un “espacio vital” que no sea la guerra y a partir de 1914 la guerra se convierte en la forma de vida del capitalismo decadente[9].
El conflicto de “La gran Guerra” arrastró a toda Europa a la destrucción, a las masacres, a la barbarie pura y simple. Alemania estalla las hostilidades, por primera vez en la era moderna Europa se ve confrontada a tan dramática situación.
Los USA mantuvieron una “neutralidad” hasta 1917. Recordemos el enorme peso que tenía la ilusión de un desarrollo capitalista ilimitado y alejado de los problemas europeos. A pesar del hundimiento del RMS Lusitania por submarinos alemanes en 1915, el presidente Woodrow Wilson mantuvo la “neutralidad”. Una neutralidad muy conveniente, los USA aumentaron su producción de forma notable, empezaron a convertirse en los grandes proveedores de la Entente de municiones, pertrechos militares de todo tipo, alimentos, etc. Los barcos americanos no dejaban de transitar el Atlántico cargados de mercancías para abastecer el frente de guerra. Por eso los alemanes sabían que había que hacer la guerra a los USA para poner un alto a ese enorme apoyo logístico a Inglaterra y Francia. Alemania vuelve a declarar en 1917 la reanudación de los ataques submarinos sin restricciones. A ello hay que agregar la injerencia alemana en México aprovechando las convulsiones sociales en este país y Berlín le propone al gobierno mexicano que declare la guerra a los USA y la victoria del lado alemán significaría para México la recuperación de los territorios perdidos[10]. Para poder mantener su papel de gran proveedor y defender sus barcos, su canal de Panamá y su convulso traspatio la “neutralidad” era ya inservible y la entrada en la guerra era una necesidad impostergable para la burguesía americana…a pesar de los intentos de Wilson de impedir ese camino. Al final se impuso la lógica del capital en contra de las puritanas y cándidas intenciones de la paz.
“La entrada en la guerra de los USA provocó un cambio fundamental en las relaciones de fuerza industrial y militar entre los beligerantes. Sin los Estados Unidos, el potencial industrial anglo-francés y el de las Potencias Centrales se mantenían más o menos en equilibrio; con América, las Potencias Occidentales poseían sobre sus adversarios una superioridad de tres a uno, lo que hacía imposible la victoria para éstos últimos”[11]. Los USA enviaron un millón de hombres al frente, al único frente en el que lucharon, su industria fue la gran arma estratégica para que Alemania se rindiera y el Tratado de Versalles estableciera las condiciones para que los vencidos pagaran los daños de guerra. Fueron los USA los que empujaron a la creación de la Sociedad de las Naciones teniendo como base los “14 puntos de Wilson”, sin embargo, los USA no entraron en ese organismo para seguir conservando su “neutralidad” ante futuros conflictos.
Mientras que los centros industriales de Europa junto con su población se vieron sumamente afectados por las destrucciones y las masacres, los USA, a miles de kilómetros de los campos de batalla, mantuvieron una industria en ascenso trabajando a todo vapor y una población alejada de los sufrimientos directos producidos por la guerra. Los países “vencedores” como Francia e Inglaterra no recuperaron su fuerza industrial, para 1919 todos los beligerantes europeos habían disminuido su producción en más de un tercio mientras que los USA salieron de esta guerra fortalecidos y con una concentración de oro en sus arcas como nunca. A mitad del siglo XIX, Inglaterra era la potencia mundial incuestionable y su imperio, “donde no se ponía el sol”, estaba ahí para demostrarlo, pero después de la I Guerra Mundial tendrá que ir a remolque y a regañadientes detrás de los estadounidenses. Los USA pasaron de ser deudores para convertirse en la primera posguerra en los mayores acreedores y prestamistas de Europa. La decadencia del capitalismo inauguraba una nueva organización en las constelaciones imperialistas.
“La difícil situación de la economía británica, que había sido la más poderosa, es típica de aquel contexto cuando en 1926 tiene que recurrir a bajas de salarios para intentar recuperar en vano su ventaja en la competencia del mercado mundial (…) El único verdadero boom se produjo en Estados Unidos, país que, a la vez, se benefició de las dificultades de sus antiguos rivales y del desarrollo acelerado de la producción en serie, cuyo símbolo eran las cadenas de montaje de Detroit donde se producía el Ford T. La coronación de Estados Unidos como primera potencia económica mundial permitió además sacar a la economía alemana del marasmo gracias a la inyección de préstamos masivos.”[12]
En realidad, no hubo después de la guerra un relanzamiento mundial de la economía y tampoco una ampliación de nuevos mercados. Para los USA fue gracias a la guerra que aumentaron sus exportaciones masivas a Europa y al haber mantenido intacta su planta industrial se reforzó el pensamiento de la burguesía americana de un “crecimiento ilimitado”. Sin embargo, 1929 y la Gran Depresión aboyaron esa ideología de los “felices 20´s” y recordaron a todos que el capitalismo había entrado en su decadencia y que las crisis y las guerras eran ya su forma de vida.
Como plagas bíblicas los flagelos de la Gran depresión azotaron suelo americano. El desempleo masivo, las quiebras de empresas, el hambre en las calles…imágenes de desolación se repiten por todo el país y los estragos se propagan por el resto del mundo, claro, con diferentes niveles de afectación. El Estado americano, bajo Franklin D. Roosevelt, decide intervenir. El capitalismo de Estado que se perfiló desde la I Guerra Mundial hace acto omnipresente e interviene para salvar la economía. El “New Deal” no es otra cosa que keynesianismo, el Estado debe invertir en infraestructura para volver a dinamizar toda la industria. Hubo tardanza en la aplicación del plan y los efectos positivos que se esperaban tardaron en llegar. Así, la década de los 30 iba a significar que la burguesía mundial buscaría dar a esta situación una salida, la única salida que puede el capital poner en marcha: una nueva guerra mundial sólo posible gracias al aplastamiento del proletariado. Esta vez la guerra sería más devastadora y cruel y de la que los USA saldrían aún mejor posicionados como la potencia mundial indiscutible.
3.- La II Guerra mundial
Nuevamente es Alemania la que tiene que volver a cuestionar el statu quo. La anexión de Austria primero y la “guerra relámpago” para invadir Polonia en 1939 abrieron de nuevo las hostilidades. Los USA con su territorio al abrigo de los campos de batalla mantienen de nuevo su neutralidad. Con una Francia invadida por las tropas de ocupación y una Inglaterra sometida a bombardeos alemanes, los USA volvieron a reactivar su papel de proveedor del frente de guerra, se absorbió el desempleo y la industria americana regresó a una producción frenética, no fue el New Deal sino de nuevo la guerra lo que posibilitó que la planta industrial americana recobrara su pujanza.
La Alemania parecía imparable. Al interior de los USA había una fuerte resistencia a una posible entrada de los USA en el conflicto mundial, el ala “aislacionista” normalmente concentrada en el partido republicano no estaba de acuerdo en la entrada de los USA en el conflicto y existían fuertes simpatías de sectores de la sociedad americana hacia las potencias del Eje, en particular hacia Alemania. La burguesía americana sabía que Alemania iba a tomar el control de Europa si no intervenían. A diferencia de la I Guerra Mundial, esta vez Japón, que ya había extendido sus ambiciones imperialistas a Manchuria y ocupaba grandes partes de China. entró inmediatamente a la guerra al lado del Eje (Berlín-Roma-Tokio) y trató de dominar el Pacífico.
Para poder entrar a la guerra no sólo había que doblegar a los aislacionistas, sino que había que convencer a la población y neutralizar a la clase obrera detrás de la bandera de las barras y las estrellas. Para ello se necesitaba un ataque que justificara, sin resistencias, la entrada en la guerra. Las provocaciones de la burguesía americana a los japoneses rindieron sus frutos y en diciembre de 1941 el imperio de Hirohito mordió el anzuelo y atacó Pearl Harbour en Hawái. El maquiavelismo de la burguesía americana es digno de estudio, no importan las vidas de nadie y las pérdidas materiales son secundarias cuando se trata de alcanzar objetivos imperialistas.[13] Nuevamente la entrada de los USA en la guerra inclinó la balanza en favor de los aliados y toda su industria se dedicó a proveer de armas y pertrechos a los aliados. El New Deal no había cumplido con su promesa de pleno empleo: en 1938 había 11 millones de desempleados y para 1941 la cifra todavía rondaba los más de 6 millones. Es hasta que toda la planta industrial se aboca a cumplir con los requerimientos de la guerra cuando el desempleo finalmente cedió. El espejismo de haber superado la crisis volvió a aparecer en el horizonte americano.
La burguesía americana había construido un moderno ejército capaz de intervenir en cualquier parte del mundo y sus científicos experimentaban ya con el uso de la fisión nuclear. La pacífica “neutralidad” estaba armada hasta los dientes. Ser potencia económica va íntimamente ligado a la capacidad del estado nación para defender esos intereses y extenderlos por el mundo. “No existe una oposición fundamental en el régimen capitalista entre guerra y paz, sino que existe una diferencia entre dos fases, una ascendente y otra decadente, de la sociedad capitalista y, por lo tanto, una diferencia de función de la guerra (en relación a la guerra y a la paz) entre estas dos fases respectivas. Si durante la primera fase, la guerra tiene por función asegurar la ampliación del mercado de cara a una más amplia producción de bienes de consumo, durante la segunda fase, la producción gravita esencialmente sobre la producción de medios de destrucción, es decir para la guerra. La decadencia de la sociedad capitalista encuentra su expresión más impactante en que a diferencia de las guerras para el desarrollo económico (período ascendente), la actividad económica se limita esencialmente a la guerra (período decadente). Esto no quiere decir que la guerra se haya convertido en el fin de la producción capitalista, el fin sigue siendo para el capitalismo la producción de plusvalor, lo que significa que la guerra adquiere un carácter permanente, y se ha convertido en el modo de vida del capitalismo decadente”.[14]
La II Guerra Mundial fue obviamente mucho más devastadora que la Primera, la cantidad de muertos en el mundo alcanzó los 50 millones de muertos, incluyendo gran cantidad de civiles. La destrucción de las fábricas del enemigo y de los barrios obreros es un elemento nuevo para debilitar la capacidad del adversario, era imprescindible destruir los centros de fuerzas de trabajo y las fábricas de alimentos, de medicamentos, municiones, etc. La devastación de Europa provocó el ascenso de una potencia de segundo orden como la URSS cuyos apetitos imperialistas parecían insaciables. Los USA tienen que hacer uso de su poderío militar recién descubierto, la bomba atómica, para negociar con posición de fuerza ante Stalin. Es por ello que en Yalta en febrero de 1945 cuando los americanos aún no terminaban de construir sus armas atómicas, Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill dejaron temas ambiguos ante la URSS, los rusos querían invadir Japón para mayo. Ya bajo Harry S. Truman se realiza el acuerdo de Potsdam a inicios de agosto del 45, pero Truman recibió telegramas confirmando el éxito de los ensayos en Nuevo México con la bomba atómica y Truman fue capaz de hablar más fuerte a los soviéticos, sabía que tenían ya el arma que los ponía por encima de la URSS. Los USA lanzaron sus armas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki cuando en realidad no eran para vencer a Japón que en los hechos ya no representaba una amenaza para los aliados, los bombardeos atómicos fueron para detener las ambiciones soviéticas. Aún no terminaba la II Guerra Mundial y la guerra fría había ya asomado su nariz.
4.-La guerra Fría: corolario del “siglo americano”.
Los USA aseguraron el control mundial al final de la II Guerra Mundial. La creación de la ONU, los acuerdos de Bretton Woods (en 1945 el 80% del oro mundial se encontraba en los USA), el Banco Mundial, FMI, GATT, la OTAN…toda una arquitectura organizativa que aseguraba la afluencia mundial americana en lo económico, político y, sobre todo, en lo militar. Las bases americanas se multiplicaron alrededor del planeta, 800 bases militares más las bases secretas que hay seguramente en países como Israel y Arabia Saudita. En la II Guerra Mundial había 12 millones de hombres sirviendo en el ejército, EE.UU duplicó su producto nacional bruto (PNB), y a finales de la guerra poseía “la mitad de la capacidad manufacturera mundial, la mayor parte de sus excedentes en abastecimiento y la casi totalidad de sus reservas financieras. Estados Unidos era líder de una serie de tecnologías esenciales para la guerra moderna y la prosperidad económica. La posesión de grandes reservas petrolíferas interiores y el control de las de América Latina y de Oriente Medio contribuyeron a su posición dominante global” (DS Painter, Encyclopedia of US Foreign Policy.). “El poderío americano se vio favorecido por las ventajas debidas a su relativo aislamiento geográfico. Distante de los escenarios centrales de ambas guerras mundiales, la nación norteamericana no sufrió ninguna destrucción masiva de sus principales centros de producción como le ocurrió a Europa, y su población civil estuvo al margen del terror de las incursiones aéreas, los bombardeos, las deportaciones y los campos de concentración que provocaron la muerte de millones de civiles en Europa (se estima que sólo en Rusia perecieron más de 20 millones de civiles) [15].
Durante la Guerra Fría, el gran eje de la política exterior norteamericana desde 1945 fue la de “contención de la URSS” y su falsamente llamado bloque “comunista”. Las pretensiones de la URSS pronto se vieron abiertamente: literalmente se tragó los países Bálticos, puso un gobierno a su modo en Polonia, negoció con Turquía un acceso al Mar Negro, alimentó la guerra civil en Grecia y no ocultaba sus pretensiones hacia Japón y las islas Kuriles, con ello dominaría desde Europa hasta el Pacífico. Es hasta 1947 que los USA diseñan la estrategia del “Plan Marshall”, más de 12 500 millones de dólares de esa época para reconstruir ciudades, parar mitigar el hambre, surtir de mercancías a toda Europa, en fin, gran parte de los créditos del Plan Marshall será para que los europeos siguieran consumiendo mercancías americanas. Sin embargo, el objetivo central era impedir que en Europa se desarrollaran condiciones para que la URSS y los Partidos Comunistas fieles a Moscú alborotaran el ambiente social convulso y consiguieran nuevos integrantes para el bloque ruso, el caso de Checoslovaquia fue una lección elocuente que no se podía repetir[16].
Al final de la guerra George Marshall llega a China para tratar de formar una coalición, sin embargo, Mao Tse Toung del PCCh y Chiang Kai-Shec del Koumitang, asesorados por Moscú dejaron de lado sus rivalidades para hacer frente común contra los americanos y reventaron las negociaciones en la primavera del 46. La guerra fría mostraba sus tempranas confrontaciones.
Al finalizar la 2a guerra mundial la URSS y los USA acordaron dividir Corea a partir del paralelo 36, sin embargo, en 1950 el norte, apoyado por los rusos invaden Corea del sur la cual estaba bajo la tutela americana. El horror de la Guerra Fría mostrada su macabro destino[17], la guerra duró 3 años con 3 millones de muertos, familias divididas y angustia permanente en la población coreana. Los USA logran imponerse, hacen retroceder a las fuerzas de Corea del norte a la frontera originalmente pactada. Esta guerra marcaría el inicio de una escalada en la que los USA se afirmarían por los siguientes 40 años como la primera potencia mundial indiscutible.
Europa quedaba dividida por el “telón de acero”. La OTAN se crea en 1949 para la protección militar de Europa occidental, después los rusos responden con el Pacto de Varsovia (1955). El mundo se sume en una amenaza permanente de conflicto, los misiles y toda clase de armamento ya no desaparecerían del paisaje, la paz del capitalismo es la nueva espada de Damocles.
Poco a poco los USA fueron imponiendo su ley. En 1956 cuando GB y Francia en contubernio con Israel quisieron poner en práctica sus pequeñas veleidades y volver a controlar el canal de Suez, los americanos impusieron la disciplina y relegaron a Francia y a GB a su papel de segundones detrás de los USA.
El único enfrentamiento directo entre las dos cabezas de bloque, USA-URSS, fue la “crisis de los misiles en Cuba” en 1962.Todo se saldó con un acuerdo secreto entre la administración Kennedy y Nikita Jrushchov. El resto de los enfrentamientos de este periodo se hizo a través de intermediarios.
El tropiezo más importante durante el “siglo americano” fue la guerra de Vietnam. Vietnam estaba dividido en norte y sur, el Sur bajo influencia de Washington y el Norte apoyado por la URSS y China. Hubo muchas divisiones en el seno de la burguesía americana sobre esta guerra y el “atasco” en el pantano vietnamita, más los avances de Moscú en sus influencias en Medio Oriente, obligaron a los americanos a desistir de esta guerra y reorientar su política exterior. A pesar de haber enviado más de 500 mil hombres en 1968 a Vietnam tuvieron que abandonar territorios otrora controlados por la Francia colonial y en 1973 se firman los “Acuerdos de Paris” que estipulan la salida de los estadounidenses de Vietnam del sur. Esto pronto significaría la retoma de Saigón por Vietnam del Norte (1975) y una reunificación bajo la égida “comunista” con el pomposo nombre de República Socialista de Vietnam (1975).
Aparte de este fiasco que no fue “la guerra por el arroz”, los americanos lograron llegar a La luna y ponerse a la cabeza de la tecnología y la investigación científica en el campo militar. En esta carrera contra el bloque “comunista” logra contener a la URSS en todo el continente americano. Lo de Cuba fue una excepción que Washington se encargaría de que no se repitiera, la Doctrina Monroe fue aplicada a pie juntillas. La influencia cubana se limitó entonces al romanticismo alrededor de “la revolución de los barbudos” para alimentar el izquierdismo guerrillero gracias a su emblema el Che Guevara. En Medio Oriente hicieron de Israel su cabeza de puente para contener los coqueteos árabes con Moscú. En el lejano Oriente, el fracaso de Vietnam trajo sin embargo algo positivo para Washington: logró atraer a China al bloque occidental y ésta rompió definitivamente con los rusos. Claro, los USA tuvieron que abandonar su postura de reconocer a Taiwán como el “gobierno continental”, en política imperialista el rubor y la vergüenza son especies extintas, lo que prima es el cálculo frio de los intereses más sórdidos con tal de seguir asegurando el poder y el control sobre los otros. Fueron 4 décadas de malabares imperialistas en la Guerra Fría, se pasó de la “contención” (containment) a la distensión y finalmente al cerco a la URSS.
Los USA no intervinieron en la sublevación de Hungría en 1956, pero cuando la URSS invade Afganistán a principios de los 80 se ve forzada a apoyar y subvencionar a la “resistencia” contra la invasión soviética dando nacimiento a la resistencia de los muyahidines y a lo que después sería Al Qaeda y Osama Bin Laden que sirvieron del lado de los americanos. A inicios del siglo XXI todos estos “aliados” empezaron a jugar por su cuenta al grado de atreverse rebelarse y a atacar a sus antiguos patrones.
Conclusión
La formación de los USA les permitió, desde el siglo XVIII, conquistar un inmenso territorio y acoger una emigración constante. La industrialización del norte venció sobre el anacrónico sistema esclavista del sur y, con ello, el capitalismo consolida las bases para su expansión. A finales del siglo XIX los USA eran ya un país cuyo territorio abarcaba desde el Atlántico hasta el Pacífico. Hay que hacer notar que la “Unión americana” es literalmente una suma de estados y ello genera una unidad nacional mantenida bajo coerción. Pero el “Destino Manifiesto” era que los USA se expandieran a todo el mundo porque, a fin de cuentas, ese “destino” era el del capitalismo americano y el cual se expresó en filigrana en la ilusión de los primeros pioneros. El fin de la expansión americana en su territorio y el haber delimitado su zona de influencia (Doctrina Monroe) en el continente ante el resto de las potencias europeas coincidió con la entrada al siglo XX y el inicio de la decadencia del capitalismo, la I Guerra Mundial fue la expresión abierta de que se había terminado la etapa progresista del capitalismo y empezaba su ocaso histórico.
Los USA salieron fortalecidos de la I Guerra Mundial, los prestamistas de ayer eran ahora le debían dinero, a diferencia de Europa donde hasta los ganadores, GB y Francia, nunca recuperaron su posición en el concierto de naciones, EEUU se posicionaría como primera potencia mundial gracias a convertirse en el gran proveedor de la Entente y, al estar alejada geográficamente de los campos de batalla, su planta industrial y su población permanecieron intactas y abocadas a producir para abastecer el frente de guerra. La Gran Depresión marcó cómo el capitalismo de Estado era ya el regente de toda la vida económica, política, social y militar. Aunque el New Deal no resolvió el fondo de la crisis puso de manifiesto ese papel del estado. La II Guerra Mundial confirmó con creces el papel de los USA como la potencia mundial, esta vez su papel de abastecedor se incrementó, las reservas de oro se concentraron en las arcas americanas y su ejército dio muestras de estar presente en todo el planeta por cielo, mar y tierra. Todo su aparato productivo y científico se supeditó a los requerimientos de guerra. Al finalizar la II Guerra mundial asistimos a la coronación del gran ganador de ambas guerras mundiales: los USA. La Guerra Fría fue dominada completamente por los americanos, el bloque ruso implosionó en 1989 sin disparos ni misiles de occidente. Pero la dominación americana venía sustentada en arenas movedizas, todo su imperio estaba penetrado por el cáncer del militarismo. Mientras al bloque soviético con Rusia a su cabeza se agotó y se dislocó debido al agotamiento de su aparato productivo sometido durante décadas a la carrera armamentista, los EEUU mismos fueron socavando también su supremacía bajo el peso de una economía sometida a los requerimientos de guerra. El lugar de primera potencia mundial no se defiende a base de poesía sino a través del mantenimiento y expansión de un poderoso ejército. Es hasta en este periodo que termina el “siglo americano”. Así como los gastos militares terminaron hundiendo a la URSS ya que la industria del armamento es un terreno de despilfarro puro y simple para el capital global, analizaremos en la segunda parte cómo este rubro también ha jugado negativamente en la capacidad competitiva del capital estadounidense.
Los USA podemos considerarlo como el país emblema de la decadencia del capitalismo. Si Gran Bretaña y Francia fueron las potencias de la ascendencia del capitalismo, los USA se convertirían en la gran potencia debido a condiciones creadas por la decadencia del capitalismo, en particular, las guerras como “modo de vida” de un sistema en declive. En esta decadencia se ha abierto ya su fase terminal, la descomposición social, que desde finales de los 80 ha marcado una agudización cualitativa de las contradicciones de este modo de producción. 30 años de descomposición social han llevado a los países centrales del capitalismo, pero sobre todo a los USA, a convertirse en motor acelerador del caos.
Marsan
[1] Ver Asalto del Capitolio en Washington: Los Estados Unidos en el centro de la descomposición mundial del capitalismo https://es.internationalism.org/content/4635/asalto-del-capitolio-en-washington-los-estados-unidos-en-el-centro-de-la-descomposicion
[2] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[3] El 1 de julio de 1862, el presidente Abraham Lincoln convirtió en ley el proyecto Pacific Railroad Act. La ley daba a dos empresas, Union Pacific Railroad y Central Pacific Railroad, la responsabilidad de completar el ferrocarril transcontinental.
[4] El pretexto para esta guerra fue el hundimiento en la Habana del acorazado americano Maine el 15 de febrero de 1898. España se negaba a vender Cuba a los americanos y la operación que consistió en enviar al Maine sin avisar previamente a España era una abierta provocación. Aún se sigue especulando sobre “quién hundió al Maine”. Lo cierto es que “el crimen benefició” a los USA y después de la guerra contra España controlaron Cuba, Puerto Rico y hasta Filipinas. El maquiavelismo de la burguesía americana tiene larga data.
[5] Eugenio Pereira Salas. Los primeros contactos entre Chile y los Estados Unidos. 1778-1809 (Santiago: Ed. Andrés
Bello, 1971),
[6] Para ver cómo el capital norteamericano utilizó primero la esclavitud y luego el racismo como medios de acumulación capitalista se puede leer Esclavitud y racismo, herramientas de la explotación capitalista https://es.internationalism.org/content/4591/esclavitud-y-racismo-herramientas-de-la-explotacion-capitalista
[7] “El Mensaje a la Unión Obrera Nacional de los Estados Unidos” fue escrito por Marx y leído por él mismo en reunión del Consejo General de la AIT en mayo de 1869.
Véase también “A Abraham Lincoln Presidente de los Estados Unidos de América” escrito por Marx en diciembre de 1864.
[8] Le Conflit du siècle : capitalisme et socialisme a l’épreuve de l’histoire. Fritz Sternberg, Ed. Seuil, 1958.
[9] Revista Internacional n° 52 - 1er trimestre de 1988 :”Guerras, militarismo y bloques imperialistas en la decadencia del capitalismo” Guerras, militarismo y bloques imperialistas en la decadencia del capitalismo | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org). En este artículo se explica, a partir de los análisis de la Izquierda Comunista de Francia, la diferencia entre las guerras en la ascendencia y en la decadencia del capitalismo.
[10] Ver “La burguesía mexicana en la historia del imperialismo” https://es.internationalism.org/revista-internacional/200704/1850/la-burguesia-mexicana-en-la-historia-del-imperialismo y el libro “La guerra secreta en México” de Katz.
[11] Le Conflit du siècle : capitalisme et socialisme à l’épreuve de l’histoire. Fritz Sternberg, Ed. Seuil, 1958.
[12] Revista Internacional 146 del 2011. Decadencia del capitalismo (X) – Para los revolucionarios, la Gran Depresión confirma la caducidad del capitalismo. https://es.internationalism.org/revista-internacional/201108/3170/decadencia-del-capitalismo-x-para-los-revolucionarios-la-gran-depr
[13] Para comprender mejor cómo los media norteamericanos compararon los hechos del 11 de septiembre del 2001 y Pearl Harbor, ver la Rev. Internacional nº 108, 1er trimestre 2002 Pearl Harbor 1941, 'Torres Gemelas' 2001 : El maquiavelismo de la burguesía. Pearl Harbor 1941, 'Torres Gemelas' 2001 : El maquiavelismo de la burguesía | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
[14] Informe de la Conferencia de julio de 1945 de la Gauche Communiste de France, recogido en el informe sobre el Curso Histórico adoptado durante el 3º Congreso de la CCI, Revista Internacional nº 18, 3º trimestre de 1979. Citado en Revista Internacional n° 52 - 1er trimestre de 1988 “Guerras, militarismo y bloques imperialistas en la decadencia del capitalismo”.
[15] Rev. Internacional nº 113, 2º trimestre 2003 “La política extranjera de los Estados Unidos tras la 2ª Guerra Mundial” La política extranjera de los Estados Unidos tras la 2ª Guerra Mundial | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
[16] Los tratados de Yalta (1944) deciden juntar a checos y eslovacos en una sola república. Con un gobierno aprobado por los aliados (Edvar Benes). La idea era que los soviéticos permitieran que Checoslovaquia fungiera como “puente” pero Stalin actuó para radicalizar al Partido Sociademócrata Checo (KSC), ocuparon el ministerios del interior y el puesto de primer ministro (Gottwald), entre otros. Organizaron un “golpe de estado legal”, hubo intrigas, “suicidios”(Jan Masaryk, ministro de asuntos exteriores), milicias, etc para finalmente en febrero 1948 los comunistas se hacen del poder total. Los USA no reaccionaron a tiempo, algo de lo que siempre Winston Churchill se quejó.
[17] El tonelaje de las bombas atómicas superaba ya a las de la II GM y el uso de químicos como el napalm en Vietnam fue una dramática confirmación de una Guerra Fría cuya barbarie iba en escalada.