Hospitales matadero: un testimonio escalofriante

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El 27 de enero una enfermera del antiguo hospital La Fe de Valencia, rehabilitado como “hospital de campaña” para los enfermos de COVID, hizo circular una carta anónima sobre las condiciones de los enfermos y del trabajo del personal sanitario[1].

Hospitales matadero

La trabajadora redacta su testimonio a partir de su trabajo en el hospital Antigua Fe de Valencia rehabilitado como Hospital de Campaña Ernest Lluch y pomposamente anunciado como una “gran y rápida medida en la lucha contra el COVID”.

Pero detrás de la luz cegadora de la propaganda encontramos la tenebrosa realidad: “Todos los pacientes que están allí son ancianos, personas olvidadas por la sociedad, ya que no son productivas y no aportan nada a la economía. Son pacientes derivados desde todos los hospitales de València para “desahogar a los hospitales”, pero lo que realmente significa es que los mandan a este centro para no ver el problema

La ratio enfermera – paciente en los hospitales COVID es 1 para 6, esto trae como consecuencia “Por norma general, entras a las habitaciones tres veces si tu turno es de 12h diurnas, a no ser que ocurra alguna urgencia y el paciente sea capaz de tocar el timbre para avisarnos. Digo lo de ser capaz, porque ha sucedido más de una vez que al paciente le ha pasado algo grave, y por no poder avisarnos no nos hemos enterado. El paciente ha acabado en el suelo muerto y ni nosotros sabíamos cuánto tiempo había estado así”.

Dada la sobrecarga de trabajo, los enfermos quedan desatendidos por la noche con consecuencias macabras: “Además, si su edad se encuentra entorno a los 70 años en adelante, la mayoría de los pacientes ni son reanimables ni intensivables, por lo que, si por la noche tienen una saturación baja, sabiendo cual va a ser su destino (la muerte), no se vuelve a entrar a esa habitación hasta las 7 de la mañana. Así, se confirma lo que al inicio del turno se pensaba y se deja morir sola a una persona”.

La carta denuncia que “Nos falta material, espacio para trabajar y, sobre todo, faltan recursos humanos. Las personas que estamos trabajando allí, a pesar de todo el cansancio físico y mental, hacemos todo lo que podemos. Si quieres llegar a todo, acabas siendo una mera administradora de medicación que toma constantes y pincha insulinas”. Como resultado, “las muertes se normalizan y, sobre todo aquí, internamente se agradecen, porque la vida que les damos en el “hospital" no es vida “.

Se está practicando, como denunciamos al principio de la pandemia[2], una velada eugenesia, como denuncia la carta: “Ahora mismo está siendo palpable como la gente mayor es población prescindible para nuestra sociedad, y si además eres COVID positivo se te castiga por ello

Los trabajadores de dicho centro en declaraciones a un periódico corroboran el testimonio “Lo que describe sobre cómo está muriendo la gente aquí se ajusta a lo que está pasando. Pero no solo aquí, en muchísimos lugares de España o del mundo ¿O es que pensabas que la pandemia era una broma?”, espetó una de las sanitarias que atendió a este periódico”.  “Desde luego que nos encontramos fallecidos al ir a verlos por las mañanas. Y por las tardes y a cualquier hora”[3].

Condiciones espantosas de hospitalización

Las condiciones en las que se encuentran los enfermos son espantosas: “No tienen agua caliente para ducharse, los telefonillos no funcionan y suenan en el control de enfermería, pero no puedes comunicarte con ellos, por lo que tienes que imaginarte lo que les pasa. La gran mayoría de habitaciones son minúsculas, pero dentro hay dos pacientes en camas de no se sabe qué año, una basura donde se tiran los pañales y empapadores y no hay ventilación. No os podéis imaginar el olor que hay ahí dentro y lo cargado que está el ambiente. No tienen televisión para hacerles las horas algo amenas y una gran parte de ellos están atados. Sí, habéis leído bien, atados. La justificación es que están desorientados, se quitan la vía y no damos abasto. Pero ¿hay algo más inhumano y desolador que sujetar a una persona de las muñecas? ¿Cómo nos sentiríamos nosotros si estuviéramos en esas condiciones y encima nos ataran? No se pueden ni rascar, por lo que no hablemos de si tienen sed”.

Otros sanitarios confirman esta barbarie: ““Claro que inmovilizamos a pacientes. Es durísimo, pero a veces es la única solución cuando están fuera de sí y se arrancan las vías”. “Se está haciendo una sanidad de guerra. Los pacientes están muriendo solos y mal atendidos, porque la ratio de profesionales es bajísima. Los sanitarios están haciendo todo lo que pueden, pero cuando son tantos los pacientes, que encima tienen que estar solos, ocurre esto”.

No hay nadie allí que vaya a darles conversación, no tienen visitas de sus seres queridos. Muchos de ellos no saben ni usar un móvil. Te piden ayuda y la grandísima mayoría de veces no puedes dársela porque tienes diez pacientes más a tu cargo y no llegas a todo. Aunque se les hace el aseo, que es cambiarles el pañal y colocarlos bien en la cama dos veces por turno, están sucios. Se les acumulan las legañas, las bocas sucias, las lenguas llenas de mugre incrustada por la falta de higiene. Aparecen úlceras por la cantidad de horas que están en la misma posición”. Como consecuencia “Las personas ingresadas lloran por el desconsuelo de estar allí, se revuelven en las camas, muchas de ellas pierden el norte, acaban desorientadas y con la fuerza muscular de una lechuga, ya que no hay nadie que vaya a hacerles rehabilitación en condiciones. Solo se contrata a una fisioterapeuta para todo el hospital y las visitas que puede hacer a las personas con cierta movilidad son de 5 minutos”. Los que no mueren vuelven a sus casas en sillas de ruedas incapaces de moverse.

 “Tengo pacientes que me han pedido que los matara, porque no podían soportar estar en esas condiciones. Me piden que los desate, que los dejemos irse a sus casas”. Para que no protesten “se les droga con haloperidol. Los que aún mantienen cierta cordura te gritan que no hay derecho a tenerlos así y yo no puedo hacer otra cosa que darles la mano y la razón”.

El relato de la hija de un anciano muerto por COVID en el hospital Ernest Lluch va en la misma línea “Lavaban a mi padre con agua fría porque no había agua caliente en el hospital”. “El personal estaba totalmente sobrepasado por la situación”. “Hacía pipi o caca y tardaban hora y media en ir a cambiarle el pañal”. “Se quedó dos veces sin comer. Una porque se le rompió el cubierto de plástico y el chico se fue a por otro, pero nunca volvió”.

Los trabajadores de la sanidad en una situación límite

La enfermera recuerda su trabajo temporal en Residencias de Ancianos donde la situación es horrorosa: “Esto se queda en nada cuando vas a una residencia de ancianos (que también he estado) de las que “interviene Conselleria” para ayudar a limpiarla de coronavirus. Es inhumano y desolador ver cómo, por falta de personal, los ancianos, que siguen siendo personas, se pasan el día encarados a una pared, con los pañales llenos de heces y orín durante horas. Con asistencia enfermera escasa porque ni siquiera el material para medir las constantes son fiables y porque si hay poco personal de TCAES, hay mucho menos de enfermería. El tiempo que estuve allí fuimos 2 enfermeras para 80 residentes[4]”.

Esta situación inhumana supone un trauma tremendo para los trabajadores de la sanidad, obligados a horarios de más de 12 horas, sin medios, sin protección, el sufrimiento que expresa la carta es un grito que sale de las entrañas de estos proletarios: “Lloro en mi casa, antes de entrar a mi trabajo, a la salida y me muerdo la lengua para no llorar delante de ellos (…) El trauma psicológico que se nos está creando al personal sanitario que estamos trabajando allí es importante, yo misma he pedido ayuda psicológica por ansiedad”.

Gobierno, partidos y sindicatos que los llamaba “héroes”, que los presentaba como “soldados de la guerra contra el COVID”, los ignora y humilla: “Da igual que informemos a los superiores o a los sindicatos. Llevamos de pelea con ellos desde hace meses por las condiciones laborales y la respuesta es que no pueden hacer nada. Conselleria se lava las manos y el gobierno aún más”.

Me encuentro en un estado de ansiedad frente al trabajo que no había sentido nunca. Siento desesperación y desesperanza por la humanidad. Las condiciones que les estamos dando en Ernest Lluch son iguales que las de cualquier matadero y, aunque intento dar lo mejor de mí, desde Conselleria y, por consecuencia, la Dirección de mi hospital se me obliga a trabajar de una manera que me hace sentir cómplice de este maltrato. Si esto significa ser enfermera, no quiero serlo. Si esto significa la vocación, la he perdido. No se puede olvidar que estamos hablando de personas que han luchado, amado, llorado, jugado y sentido. Son personas con una vida muy larga y no tenemos derecho a tirársela a la basura de esta manera

Un problema mundial que necesita la respuesta mundial del proletariado

El fenómeno criminal que denunciamos no se limita a Valencia, es un problema mundial. En Madrid el hospital Zendal, presentado por el PP como modelo, tiene las mismas carencias “déficit de personal cualificado, insuficiencia y falta de dotación de carros de paradas, disfunción del suministro de gases medicinales, no funcionamiento o inadecuación de los aseos, alteración del suministro de agua corriente, falta de intimidad de los pacientes[5].

En Italia se hizo macabramente famoso el video donde “Un hombre de 84 años aparece muerto en el lavabo del hospital Cardarelli de Nápoles. Era un posible caso de coronavirus que estaba en una sala de urgencias abarrotada, a la espera de un test después de que su estado se agravase en los últimos días (…) los centros hospitalarios están al borde del colapso, por falta de personal y falta de camas ante la vertiginosa propagación de la Covid-19. En muchas regiones las tasas de ocupación de los hospitales están por encima del 100%. El hospital Valduce de Como, por ejemplo, ha tenido que cerrar durante 12 horas su sala de urgencias porque no podían atender a más pacientes (…) En Nápoles hay pacientes que están siendo tratados con oxígeno en sus propios coches mientras esperan a ser atendidos[6]

En Gran Bretaña, la BBC ha publicado el testimonio de una doctora: “La Unidad de Cuidados Intensivos está llena de pacientes infectados por el coronavirus. Todas las cirugías que no son urgentes han sido aplazadas, incluso las que tienen que ver con pacientes con cáncer. Falta personal y camas para cuidados intensivos y a ello se le suma la escasez de antibióticos y respiradores mecánicos (…) los médicos y enfermeros que atienden a los pacientes más graves en turnos de hasta 13 horas deben utilizar bolsas para residuos hospitalarios, delantales de plástico desechables y lentes de esquiar como protección. Mientras que a las personas se les exige una distancia social de por lo menos dos metros, los médicos examinan a los más enfermos a unos 20 cms de sus rostros sin el resguardo adecuado (…) Las enfermeras de la Unidad de Cuidados Intensivos están en riesgo de contagiarse todo el tiempo, pero les han dicho que utilicen las mascarillas abiertas por los costados, lo que no les provee una protección adecuada, por eso nos tenemos que poner bolsas de basura en la cabeza (…) Las máscaras de protección que tenemos ahora tienen las fechas de vencimiento alteradas. Ayer encontré una con tres etiquetas superpuestas: un sello de vencimiento de 2009, otro de 2013 y otro encima de 2021

Podríamos seguir: los cadáveres abandonados en las calles de Guayaquil en marzo pasado; las enormes fosas donde se amontonan las muertes "no reclamadas" en el estado de Nueva York, en la isla de Hart; las residencias de ancianos en Francia, España, Gran Bretaña y otros países “privilegiados” convertidas en ratoneras donde los mayores caen como moscas y, al mismo tiempo, sus cuidadores se infectan y muchos mueren… Es el rostro de la barbarie que nos enseña el capitalismo que se presenta como el más “civilizado” y “democrático”. Nada podemos esperar del capital, de sus Estados, de sus partidos, de sus gobiernos, únicamente el desarrollo de la lucha de clase del proletariado y su politización revolucionaria mundial podrá abrir la solución.

Smolny 12-2-21

Cuestiones teóricas: