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Artículo publicado por primera vez en Internationalisme nº 7 - Año 1946 órgano de la Gauche Communiste de France
Para estimular la discusión sobre la formación del futuro partido mundial de la revolución, publicamos a continuación dos capítulos de un artículo de Internationalisme nº 7 de enero de 1946, titulado “À propos du 1er congrès du Parti communiste internationaliste d’Italie’’ (Acerca del primer congreso del Partido Comunista Internacionalista de Italia) La revista Internationalisme era el órgano teórico de la Fracción Francesa de la Izquierda Comunista (FFGC), es decir, el grupo más claro políticamente del período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. A finales de 1945, la Fracción se transformó en Izquierda Comunista de France (GCF) para evitar confusiones con una escisión formada por militantes franceses que la habían abandonado y que habían tomado el mismo nombre (FFGC- bis).
Este artículo (que publicaremos íntegramente en nuestra página web) desarrolla, a partir de las lecciones de la degeneración de la Tercera Internacional, los criterios que deben regir la constitución de un futuro partido mundial. Los dos capítulos publicados en esta Revista -el primero "La Fracción de Izquierda" y el sexto "Método de formación del Partido" - ofrecen una visión general de los temas políticos que surgieron desde la fundación de la III Internacional con una argumentación coherente. Son como un puente entre el período de la primera posguerra y el de la segunda, basándose en la valoración hecha por la Fracción italiana en los años treinta, mientras que los demás capítulos están más bien dedicados a la polémica con posiciones y corrientes más específicas de los años cuarenta, como el RKD (Revolutionäre Kommunisten Deutschlands, ex-trotskistas austriacos) y Vercesi (esos capítulos son también muy interesantes pero no pueden incluirse en la revista impresa).
Resumiendo, brevemente, los criterios para la fundación del partido son, por un lado, un camino abierto hacia la reanudación de la lucha ofensiva del proletariado y, por otro, la existencia de una base programática sólida para el nuevo partido.
En aquellos años, después de la reunión del primer congreso del Partido Comunista Internacionalista de Italia en Turín a finales de diciembre de 1945, la GCF consideró que se había cumplido la primera condición: un nuevo curso favorable. Por lo tanto, sobre esa base, saluda la transformación de la Fracción de Izquierda italiana "al dar nacimiento al nuevo Partido del Proletariado" (capítulo "La Fracción de Izquierda"). Pero, poco más tarde, en 1946, la GCF se dio cuenta de que el período de la contrarrevolución no había terminado y que, por lo tanto, no se daban las condiciones objetivas para la formación del Partido. Por ello dejó de publicar su revista de agitación L'Étincelle, creyendo que la perspectiva de una reanudación histórica de la lucha de clases no estaba al orden del día. La última publicación de L'Etincelle data de noviembre de 1946.
Además, la GCF critica severamente el método utilizado para formar el partido italiano, mediante la "adición de corrientes y tendencias" sobre una base programática heterogénea (capítulo "Método de formación del partido"), de la misma manera que había criticado (en el mismo capítulo) el método de formación de la IC, al hacer una "amalgama en torno a un programa deliberadamente inacabado” y oportunista[1], que daba así la espalda al método que construcción del partido bolchevique.
El mérito del artículo de Internationalisme es haber insistido en el rigor necesario en el programa, un rigor ausente en el partido recién constituido en Italia. El artículo, escrito unos 25 años después de la fundación de la Comintern, y unas semanas después del congreso de PCInt es sin lugar a duda la crítica más consistente al método del Partido Bolchevique para fundar la Internacional Comunista. Internationalisme fue también la única publicación del movimiento de la Izquierda Comunista de aquel entonces en poner de relieve el método oportunista del PCInt.
La GCF es, en este sentido, un ejemplo de continuidad con el método de Marx y Engels cuando se fundó el Partido Socialdemócrata Alemán en Gotha en 1875 (ver la Crítica al programa de Gotha), un método que rechazaba las bases confusas y oportunistas en las que se fundó el SAPD[2]. Continuidad también con la actitud de Rosa Luxemburg hacia el oportunismo del revisionista Bernstein en la Socialdemocracia alemana 25 años después, pero también continuidad con la de Lenin hacia los mencheviques en lo que a principios organizativos se refiere. Finalmente, continuidad con la actitud de Bilan frente al oportunismo de la corriente trotskista durante los años 30. Fue gracias a esa intransigencia en defensa de las posiciones programáticas y de los principios organizativos que hubo gente procedente de la corriente trotskista (como los RKD) que pudo orientarse hacia la defensa del internacionalismo durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, mantener bien alta la bandera del internacionalismo en contra de los "partisanos", defender la intransigencia contra el oportunismo fue una condición para que las fuerzas internacionalistas encontraran una brújula política.
En esta presentación debemos precisar una formulación sobre la lucha de la Spartakusbund (Liga Espartaquista) durante la Primera Guerra Mundial. El artículo dice en el capítulo 6: "La experiencia de Spartakusbund es esclarecedora al respecto. Su fusión con los Independientes no condujo, como esperaban, a la creación de un partido de clase fuerte, sino que acabó en la asfixia de Spartakusbund por los independientes y el debilitamiento del proletariado alemán. Rosa Luxemburg, antes de ser asesinada, y otros líderes de Spartakusbund parecían haberse dado cuenta de ese error de haberse fusionado con los Independientes y tendían a corregirlo. Pero ese error no sólo fue mantenido por la IC en Alemania, sino que se convirtió en el método practicado, impuesto por la IC, en todos los países para la formación de los partidos comunistas". No es cierto que se hubiera producido una fusión de la Spartakusbund con el USPD. El partido USPD fue fundado por el SAG (Sozialistische Arbeitsgemeinschaft, Grupo de Trabajo Socialista); el grupo "Die Internationale" (Spartakusbund) pasó a formar parte de él. Pero no fue una fusión como tal, pues ésta implicaría la disolución de la organización que se fusiona con la otra. De hecho, los espartaquistas mantuvieron su independencia organizativa y su capacidad de acción al tiempo que se proponían el objetivo de atraer a la izquierda de aquella formación a sus posiciones. Muy diferente fue el método de la IC a través de la fusión de diferentes grupos en un solo partido, "abandonando" la selección necesaria en aras de la "adición", "sacrificando los principios en aras de la cantidad".
Hay que rectificar también un error factual en este artículo. Se dice: "En Inglaterra, la IC obligará a los grupos comunistas a unirse al Partido Laborista Independiente para formar una oposición revolucionaria masiva dentro de ese partido reformista”. En realidad, lo que exigió la IC fue ni más ni menos que la integración pura y simple de los comunistas en el Partido Laborista. Este error de detalle no altera la sustancia del argumento de Internationalisme.
(14 de mayo de 2019)
La fracción de izquierda
(Internationalisme 1946)
A finales de 1945 se celebró el primer Congreso del recién formado Partido Comunista Internacionalista de Italia.
Este nuevo Partido del proletariado no surgió espontáneamente de la nada. Es el resultado de un proceso que comienza con la degeneración del antiguo Partido Comunista y de la Internacional Comunista. Esta degeneración oportunista hizo surgir dentro del propio partido la respuesta histórica de la clase: la Fracción de Izquierda.
Como todos los partidos comunistas formados después de la Primera Guerra Mundial, el Partido Comunista de Italia se componía de corrientes oportunistas y de corrientes revolucionarias en el momento de su formación.
La victoria revolucionaria del proletariado ruso y del Partido Bolchevique de Lenin en octubre de 1917, mediante su influencia decisiva en el movimiento obrero internacional, aceleró el proceso completándolo y precipitando la diferenciación y delimitación organizativa y política entre revolucionarios y oportunistas que convivían en los antiguos partidos socialistas de la II Internacional. La guerra de 1914 rompió esa unidad imposible que existía en los viejos partidos.
La Revolución de Octubre tuvo que acelerar la constitución de los nuevos partidos del proletariado. Pero esta influencia positiva de la Revolución de Octubre también contenía elementos negativos.
Al apresurar la formación de nuevos partidos, se impidió que la construcción se llevara a cabo basándose en la claridad de principios y un programa revolucionario. Estos sólo pueden ser elaborados después de una lucha política franca e inflexible para eliminar las corrientes oportunistas y los residuos de la ideología burguesa.
Al no haberse concluido el programa de la revolución, los antiguos Partidos Comunistas, construidos demasiado apresuradamente sobre la base de un apego sentimental a la Revolución de Octubre, ofrecieron demasiadas grietas a la penetración del oportunismo en los nuevos partidos del proletariado.
Además, la IC y los partidos comunistas de los distintos países verán, desde su fundación, cómo vuelve a resurgir la lucha entre revolucionarios y oportunistas. La lucha ideológica (que tenía que haberse hecho de antemano y haber sido la condición para la construcción del partido, que sólo puede protegerse de la gangrena oportunista mediante la formulación de principios y la construcción del programa) no se produjo sino después de la constitución de los partidos. De hecho, los antiguos partidos comunistas no sólo introdujeron la semilla del oportunismo en su seno a causa de su propia constitución, sino que además hicieron más difícil la lucha de las corrientes revolucionarias contra el oportunismo superviviente y camuflado dentro del propio nuevo Partido. Cada derrota del proletariado, al modificar la relación de fuerzas entre clases en contra de éste, promovió inevitablemente el fortalecimiento de las posiciones del oportunismo en el Partido, lo que a su vez se convirtió en un factor adicional de las derrotas posteriores del proletariado.
Si el desarrollo de la lucha entre las corrientes en el Partido alcanzó rápidamente un nivel tan alto de agudeza, ello se debe al período histórico en que vivimos. La Revolución proletaria salió fuera de las esferas de la especulación teórica. De haber sido ayer un ideal lejano se ha convertido hoy en un problema de actividad práctica e inmediata.
El oportunismo ya no se manifiesta en elucubraciones teóricas librescas que actúan como un veneno lento en el cerebro de los proletarios. En el momento actual de aguda lucha de clases, el oportunismo tiene una repercusión inmediata y se paga con millones de vidas de proletarios y de derrotas sangrientas de la Revolución. El oportunismo que surgió y se fortaleció en la IC y sus partidos fue la baza y el auxiliar principal del capitalismo contra la revolución al ser la extensión del enemigo de clase dentro del órgano tan decisivo del proletariado. Los revolucionarios no podían oponerse al Partido sino era consolidando su Fracción y proclamando la lucha abierta y a muerte contra él. La constitución de la Fracción significa que el Partido se convirtió en el teatro donde las expresiones de clases opuestas y antagónicas se enfrentan entre sí.
Significó el grito de guerra de los revolucionarios para salvaguardar al Partido de y para la clase, contra el capitalismo y sus agentes oportunistas y centristas, que tendían a apoderarse de él y convertirlo en un instrumento contra el proletariado.
La lucha entre la Fracción Comunista de Izquierda y las fracciones de centro y derecha por el Partido no es una lucha por la "dirección" del aparato, sino esencialmente programática; es un aspecto de la lucha general entre revolución y contrarrevolución, entre capitalismo y proletariado.
Esta lucha sigue el curso objetivo de las situaciones, los cambios en el equilibrio de poder entre las clases y está condicionada por ellas.
La única alternativa es: o triunfa el programa de la Fracción de Izquierda y queda eliminado el oportunismo, o, si no, es la traición abierta del Partido puesto al servicio del capitalismo. Pero cualquiera que sea el resultado de esa alternativa, el surgimiento de la Fracción significa que la continuidad histórica y política de la clase ha pasado definitivamente del Partido a la fracción y que ésta es la única que, desde entonces, expresa y representa a la clase.
De igual modo que el viejo Partido sólo pudo ser salvarse por el triunfo de la Fracción; de igual modo que la alternativa a la traición del viejo Partido, que remataba así su curso irremediable bajo la dirección del centrismo, el nuevo partido de clase sólo puede formarse sobre las bases programáticas de la Fracción.
La continuidad histórica de la clase se realiza mediante la sucesión Partido-fracción-Partido. Es ésa una de las nociones fundamentales de la Izquierda Comunista Internacional. Esta posición ha sido durante mucho tiempo un postulado teórico. La formación del PCInt de Italia y su Primer Congreso confirman históricamente la exactitud de este postulado.
La Fracción de Izquierda italiana, después de 20 años de lucha contra el centrismo, ha completado su función histórica transformándose y haciendo surgir el nuevo Partido del Proletariado.
Internationalisme nº 7
Método de formación del partido
Si bien es cierto que la constitución del Partido está determinada por condiciones objetivas y no puede ser el resultado de la voluntad individual, el método utilizado para tal constitución ha dependido más directamente de un "subjetivismo" de los grupos y militantes que en él han participado. Son ellos los que sienten la necesidad de la constitución del Partido y la traducen en sus acciones. El elemento subjetivo también se convierte en un factor determinante en el proceso y lo sigue; e imprime una orientación para el desarrollo ulterior del Partido. Sin caer en un fatalismo impotente, sería muy peligroso ignorar las graves consecuencias que se derivan de la forma en que los hombres realizan y llevan a cabo las tareas de cuya necesidad objetiva han tomado conciencia.
La experiencia nos enseña la importancia decisiva del problema del método de constitución del Partido. Sólo los ignorantes o los descerebrados, aquellos para quienes la historia comienza sólo con su propia actividad, pueden darse el lujo de ignorar toda la rica y dolorosa experiencia de la Tercera Internacional. Y no es menos grave que ver a militantes muy jóvenes, que apenas han entrado en el movimiento obrero y en la Izquierda Comunista, no sólo contentarse con su ignorancia y acomodarse a ella, sino que la convierten en la base de su pretenciosa arrogancia.
El movimiento obrero tras la primera guerra imperialista mundial se encuentra en un estado de división extrema. La guerra imperialista rompió la unidad formal de las organizaciones políticas que reivindicaban al proletariado. La crisis del movimiento obrero, que ya existía antes, alcanzó su punto más álgido debido a la guerra mundial y a las posiciones que había que adoptar en respuesta a ella. Todos los partidos y organizaciones anarquistas, sindicales y marxistas se vieron violentamente zarandeadas. Se multiplicaron las divisiones. Surgieron nuevos grupos. Se produjo una delimitación política. La minoría revolucionaria de la II Internacional representada por los bolcheviques, la izquierda alemana de R. Luxemburg y los tribunistas holandeses, ya de por sí poco homogénea, dejó de estar frente a un bloque oportunista, pues entre ella y los oportunistas había un arco iris de grupos políticos y tendencias más o menos confusas, más o menos centristas, más o menos revolucionarias, que representaban un desplazamiento general de las masas que estaban separándose de la guerra, rompiendo con la unión sagrada, con la traición de los antiguos partidos socialdemócratas. Se asistió entonces al proceso de liquidación de los antiguos partidos cuyo desmoronamiento engendró una multitud de grupos. Estos grupos no eran tanto la expresión del proceso de formación del nuevo Partido, sino más bien el proceso de dislocación, liquidación y muerte del viejo Partido. Esos grupos contenían sin duda elementos para la formación del nuevo partido, pero no eran, en modo alguno, la base de tal formación. Aquellas corrientes expresaban esencialmente la negación del pasado y no la afirmación positiva del futuro. La base del nuevo Partido de clase no era sino la de la vieja izquierda y su labor crítica y constructiva, en las posiciones teóricas, en los principios programáticos que había elaborado durante los 20 años de su existencia y de su lucha fraccionaria dentro del antiguo Partido.
La revolución de octubre de 1917 en Rusia enardeció el entusiasmo entre las masas y aceleró el proceso de liquidación de los antiguos partidos, de la traición. Al mismo tiempo, planteó, de manera candente, el problema de la constitución del nuevo Partido y de la nueva Internacional. La antigua izquierda, los bolcheviques, los espartaquistas, se vieron abrumados por el rápido desarrollo de la situación objetiva, por el empuje revolucionario de las masas. Su precipitación en la construcción del nuevo Partido correspondía y era el resultado de la precipitación de acontecimientos revolucionarios en el mundo. Es innegable que una de las causas históricas de la victoria de la revolución en Rusia y su derrota en Alemania, Hungría e Italia radica en la existencia del Partido revolucionario en el momento decisivo en aquel país y en su ausencia o inexistencia en éstos últimos. Por eso, los revolucionarios trataron de cerrar la brecha entre la madurez de la situación objetiva y la inmadurez del factor subjetivo (la ausencia del Partido) mediante una amplia confluencia de grupos y corrientes políticamente heterogéneos, proclamando tal reunión como nuevo Partido.
El método "estrecho" (la selección basada en los principios más precisos, sin fijarse en los éxitos numéricos inmediatos) había permitido a los bolcheviques construir el Partido que, en el momento decisivo, fue capaz de integrar en su seno y asimilar todas las energías y militantes revolucionarios de las demás corrientes y, en última instancia, dirigir al proletariado hacia la victoria. El método "amplio", en cambio, preocupado sobre todo por reunir inmediatamente al mayor número de miembros a expensas de la precisión programática y de principios, debía conducir a la constitución de los Partidos de masas, colosos con pies de barro que acabarían cayendo, ante la primera derrota, en manos del oportunismo. La formación del Partido de clase es infinitamente más difícil en los países capitalistas avanzados -donde la burguesía conoce mil maneras de corromper la conciencia del proletariado- que en Rusia.
La IC creía que podía superar las dificultades utilizando métodos distintos al que había ganado en Rusia. La construcción del partido no es un problema de habilidades, sino esencialmente un problema de solidez programática.
Contra la mayor fuerza ideológica corruptora del capitalismo y sus agentes, lo único que el proletariado puede oponer es una mayor severidad e intransigencia de principios de su programa de clase. Por muy lento que parezca ese camino hacia la construcción del Partido, a los revolucionarios no les queda otro, sino es, como la experiencia ha demostrado, el que conduce a la bancarrota.
La experiencia de Spartakusbund es esclarecedora al respecto. Su fusión con los Independientes no condujo, como esperaban, a la creación de un partido de clase fuerte, sino que acabó en la asfixia de Spartakusbund por los independientes y el debilitamiento del proletariado alemán. Rosa Luxemburg, antes de ser asesinada, y otros líderes de Spartakusbund parecían haberse dado cuenta de ese error de haberse fusionado con los Independientes y tendían a corregirlo. Pero ese error no sólo fue mantenido por la IC en Alemania, sino que se convirtió en el método practicado, impuesto por la IC, en todos los países para la formación de los partidos comunistas.
En Francia, la IC "hará" un Partido Comunista mediante la fusión y unificación impuesta entre grupos de sindicalistas revolucionarios, grupos internacionalistas del Partido Socialista y la tendencia centrista, corrupta y podrida de los parlamentarios, dirigida por Frossard y Cachin.
En Italia, la IC también exigirá a la Fracción Abstencionista de Bordiga fundar una sola organización con las tendencias centristas y oportunistas de Ordine Nuovo y Serrati.
En Inglaterra, la IC obligará a los grupos comunistas a unirse al Partido Laborista Independiente para formar una oposición revolucionaria masiva dentro de ese partido reformista.
En resumen, el método que utilizará la IC para "construir" los partidos comunistas será el contrario al método utilizado y comprobado en la construcción del Partido Bolchevique.
Ya no es la lucha ideológica en torno al programa, la eliminación progresiva de las posiciones oportunistas lo que, mediante el triunfo de la Fracción Revolucionaria coherente, servirá de base para la construcción del Partido, sino la suma de diferentes tendencias, una amalgama en torno a un programa deliberadamente inacabado lo que servirá de base. Se abandonará la selección a favor de la suma, y se sacrificarán los principios en aras de la cantidad.
¿Cómo pudieron los bolcheviques y Lenin tomar el camino que ellos mismos habían condenado y combatido durante 20 años en Rusia? ¿Cómo puede explicarse el cambio en el método de formación del Partido, para los bolcheviques, entre antes y después de 1917? Lenin no se hacía ilusiones sobre los líderes oportunistas y centristas, sobre la conversión de los Frossard y otros Ledebour a la revolución, sobre la valía de los revolucionarios de última hora. Lenin no podía ignorar el peligro que representaba la admisión de toda aquella escoria en los partidos comunistas. Si decidió admitirlos, es porque estaba sometido a la precipitación de los acontecimientos, porque creía que esos elementos, en el desarrollo mismo de los acontecimientos, serían eliminados gradual y definitivamente del Partido. Lo que permitió a Lenin inaugurar el nuevo método es que se basaba en dos nuevos hechos que, en su opinión, ofrecían una garantía suficiente: la preponderancia política del Partido Bolchevique en la IC y el desarrollo objetivo del curso revolucionario. La experiencia ha demostrado desde entonces que Lenin cometió un error colosal al subestimar el peligro de una degeneración oportunista, siempre posible, de un partido revolucionario y tanto más favorecida cuando la formación del Partido no se basa en la eliminación de las tendencias oportunistas sino en camuflarlas, sumarlas, incorporarlas como elementos constitutivos del nuevo Partido.
Contra el método "amplio" de agregar que triunfó en la IC, la izquierda recordó con energía el método de seleccionar que era el de Lenin antes de la Revolución de Octubre. Y es uno de los mayores méritos de Bordiga y su fracción el haber luchado con la mayor energía contra el método de la IC y haber puesto de relieve el error del método de formación del Partido y las graves consecuencias que tuvo para el desarrollo ulterior de los partidos comunistas. Si la fracción de Bordiga finalmente aceptó formar el Partido Comunista de Italia junto con la facción "Ordine Nuovo", lo hizo sometiéndose a la decisión de la IC, después de haber formulado las críticas más severas y haber mantenido sus posiciones, unas posiciones que la fracción mantuvo en espera de hacerlas triunfar en las crisis inevitables dentro del Partido y tras la propia experiencia histórica viva y concreta.
Se puede decir hoy [1946] que de igual modo que la ausencia de partidos comunistas durante la primera ola de la revolución de 1918-20 fue una de las causas de su fracaso, el método de formación de los partidos en 1920-21, fue también una de las causas principales de la degeneración de los PC y la IC.
No es de extrañar que hoy, 23 años después de la discusión entre Bordiga y Lenin, se repita el mismo error en la propia formación del PCInt de Italia. El método de la IC, tan violentamente combatido por la Fracción de Izquierda (de Bordiga) y cuyas consecuencias fueron catastróficas para el proletariado, es hoy asumido por la propia Fracción para la construcción del PCInt de Italia.
Muchos camaradas de la Izquierda Comunista Internacional parecen estar sufriendo de amnesia política. Y, en caso de que recuerden las posiciones críticas de la izquierda sobre la constitución del Partido, quizás ahora crean que pueden saltárselas. Creen que el peligro de ese método está circunscrito y hasta totalmente anulado porque lo aplica la Fracción de Izquierda, es decir, el organismo que fue capaz de resistir a la degeneración oportunista de la IC durante 25 años. Volvemos así a caer en los argumentos de los bolcheviques. Lenin y los bolcheviques también creían que, como eran ellos los que aplicaban tal método, estaba garantizado. La historia demuestra que no hay infalibilidad. Ningún partido, sea cual sea su pasado revolucionario, está inmunizado contra la degeneración oportunista. Los bolcheviques tenían como mínimo tantos títulos revolucionarios que hacer valer como la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista. No sólo habían resistido al oportunismo de la II Internacional, la traición ante la guerra imperialista, no sólo habían formado el Partido, sino que también habían conducido al proletariado a la victoria. Pero todo este glorioso pasado -que ninguna otra fracción tiene todavía en su haber- no inmunizó al Partido Bolchevique. Cada error es una brecha en la armadura del Partido a través del cual se infiltra la influencia del enemigo de clase. Los errores tienen sus consecuencias lógicas.
El Partido Comunista Internacional de Italia se "construye" mediante la fusión, la adhesión de grupos y tendencias tan opuestos políticamente entre sí como lo eran la Fracción Abstencionista de Bordiga y "Ordine Nuovo" cuando se fundó el PC en 1921. En el nuevo Partido ocupan sus lugares, en igualdad de condiciones, la Fracción italiana y la Fracción Vercesi, la cual había sido excluida por su participación en el Comité de Coalición Antifascista. No es ya sólo una repetición del error metodológico de hace 25 años, sino incluso una repetición agravada.
Al formular nuestra crítica al método de creación del PCInt de Italia, nos limitamos a adoptar la posición de la Fracción Italiana, que ahora abandona. Y así como Bordiga seguía a Lenin contra el propio error de Lenin, lo único que hacemos es seguir la política de Lenin y Bordiga ante el abandono de sus posiciones por parte de la Fracción Italiana.
El nuevo partido no es una unidad política, sino un conglomerado, una suma de tendencias que inevitablemente habrán de emerger y chocar entre sí. El armisticio actual será muy temporal. La eliminación de una u otra corriente es inevitable. Tarde o temprano, será necesaria una delimitación política y organizativa. De nuevo, como hace 25 años, el problema es: ¿Quién saldrá vencedor?