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Ante las nuevas convocatorias de “huelgas generales” de 24 horas (para el 31 de octubre por parte de CGT y para el 14 de noviembre por 5 sindicatos encabezados por el dúo CCOO-UGT), los compañeros Asamblearios – Trabajadores Indignados y Auto-organizados de Alicante, han difundido una declaración titulada Ante los “paros de 24 horas” ¿Qué huelga queremos?: la huelga de masas.
Los compañeros que llevan una trayectoria de lucha activa de más de 2 años han tenido el mérito de denunciar unas movilizaciones que no hacen otra cosa que desmovilizar y desmoralizar, que son el complemento a los golpes del gobierno Rajoy. Pero no se han quedado ahí, han planteado una perspectiva, el combate por la huelga de masas, que frente a la desmovilización sindical es la orientación que tienden a tomar las luchas obreras desde la Revolución Rusa de 1905.
Es falso que no hay alternativa a las “movilizaciones para desmovilizar” de los sindicatos. Siguiendo el paso que han dado los compañeros de Alicante creemos que un debate se debe desarrollar para clarificar la alternativa que históricamente tiene el proletariado desde 1905. En ese sentido van dos contribuciones de dos compañeros.
Saludamos la declaración y las contribuciones y animamos a que otros compañeros, colectivos, hagan sus aportaciones.
CCI 1-11-12
Ante los “paros de 24 horas”
¿Qué huelga queremos?: la huelga de masas
¿Por qué un paro de 24 horas es una huelga? Mucho más importante, ¿cómo un paro de 24 horas va a beneficiar a la clase obrera?
Nuestra posición política, se identifica con el internacionalismo y la autonomía proletaria, entendemos que toda acción de las minorías conscientes debe ir encaminada a favorecer la generación de conciencia, unidad y autoorganización de la clase obrera.
Sabemos que han sido muchas las movilizaciones en los últimos tiempos y muchos los esfuerzos de parte del proletariado por organizarse. Este periodo de nuevas movilizaciones masivas que se inician, simbólicamente, en mayo de 2011, y que viene a ser la respuesta a los ataques cada vez más brutales contra las condiciones de vida de la población, no es lineal y pasa por distintos momentos. En un principio hay serios impulsos hacia la autoorganización generándose un movimiento asambleario difuso y aún embrionario. Posteriormente, y aprovechando el cansancio y la notable disminución de la participación masiva, retoman el protagonismo los sindicatos y los grupos de izquierdas, llevando las movilizaciones por los derroteros típicos: movilizaciones controladas, movilizaciones desunidas y sectoriales, movilizaciones desmotivadoras donde no se consigue nada y el sentimiento de soledad y hastío de los participantes es patente. Ante todo esto creemos que es lógica la falta de participación de la mayoría de los trabajadores en movilizaciones que consideran ajenas a sus propios intereses y es lógico que se abra un impasse reflexivo.
Necesitamos pensar, aprender de lo que ha pasado y buscar los caminos para nuestra autoorganización, algo que no se dará por decisión de vanguardias clarividentes o por impulsos ansiosos, aunque sean con la mejor intención.
La huelga que sabemos eficaz y sentimos necesaria, deberían auto convocarla los trabajadores y extenderse por toda la sociedad, apropiándonos de todos los espacios, ocupando todos los lugares, creando un nuevo tipo de relación y comunicación social. Esa huelga no detiene la vida, la inicia, esa huelga es la huelga de masas que durante el último siglo se ha expresado sobradamente y que todos sus enemigos (todas las burguesías públicas y privadas) han silenciado concienzudamente hasta enturbiar su recuerdo. Tanto es el miedo que le tienen, tanta es la fuerza que supone para el proletariado.
Una verdadera huelga es un movimiento masivo e integral que no sólo consiste en un paro laboral. Es el arma fundamental de la clase obrera que toma el control de sus vidas y lo expresa en todos los aspectos de la sociedad que combate, expresando a la vez todos los aspectos de la sociedad humana a la que aspira. Pero desde luego no es algo que pueda convocar nadie (ni siquiera con la mejor intención) forma parte de un proceso de conciencia y lucha de los trabajadores. No se trata de que dure 24 horas, 48 o sea indefinida, su radicalidad no es una cuestión de tiempo. Su radicalidad estriba en que es y forma parte del movimiento real de los trabajadores, que se organizan y dirigen a sí mismos.
¿Qué es la huelga de masas?
La huelga de masas es el resultado de una etapa particular en el desarrollo del capitalismo, la etapa que inicia el siglo XX. Fue ampliamente desarrollado por Rosa Luxemburg a partir del movimiento revolucionario de los trabajadores en Rusia en 1905. La huelga de masas “es un fenómeno histórico producido en un momento dado por una necesidad histórica que surge de las condiciones sociales”.
La huelga de masas no es algo accidental; no es el resultado ni de propaganda ni de preparativos que tendrían lugar de antemano; no se puede crear artificialmente; es el producto de una etapa definida de la evolución de las contradicciones del capitalismo.
La condiciones económicas que generaron la huelga de masas, no se circunscribían a un país, sino que tenían un significado internacional. Esas condiciones hacen surgir un tipo de lucha con dimensiones históricas, una lucha que era un aspecto esencial del surgimiento de las revoluciones proletarias. En resumidas cuentas, la huelga de masas “no es sino la forma universal de la lucha de clases proletaria resultado de la presente etapa del desarrollo capitalista y de sus relaciones de producción”.
Esa “etapa presente” consistía en que el capitalismo estaba viviendo sus últimos años de prosperidad. El desarrollo de los conflictos interimperialistas y la amenaza de la guerra mundial, el fin de cualquier mejora gradual de las condiciones de vida de la clase obrera, resumiendo, la creciente amenaza contra la misma existencia de la clase obrera en el capitalismo, esas eran las nuevas circunstancias históricas que acompañaban el advenimiento de la huelga de masas.
La huelga de masas es un producto del cambio en las condiciones económicas a un nivel histórico, condiciones que hoy día sabemos son las del final de la ascendencia capitalista, condiciones que prefiguraban las de la decadencia capitalista.
Ya existían entonces las fuertes concentraciones de obreros en los países capitalistas avanzados, acostumbrados a la lucha colectiva, y cuyas condiciones de vida y de trabajo eran las mismas en todas partes. Y, consecuencia del desarrollo económico, la burguesía se iba volviendo una clase más concentrada y se iba identificando de manera creciente con el aparato de Estado. Igual que el proletariado, los capitalistas habían aprendido a hacer frente, juntos, a su enemigo de clase. De la misma manera que las condiciones económicas hacían más difícil para los obreros el obtener reformas a nivel de la producción, también las “ruinas de la democracia burguesa”, hacían cada vez más difícil para el proletariado la consolidación de lo ganado a nivel parlamentario. Así pues, el contexto político, igual que el contexto económico de la huelga de masas, no era el contexto del absolutismo ruso sino el de la decadencia creciente de la dominación burguesa en todos los países.
En lo económico, en lo social, en lo político, el capitalismo había puesto las bases para grandes enfrentamientos de clase a escala mundial.
La forma de la huelga de masas
La meta de la forma de organización sindical (obtener mejoras en el seno del sistema) resulta cada vez más difícil de realizar en el capitalismo decadente. En este período, el proletariado no emprende una lucha con la perspectiva segura de ganar verdaderas mejoras. Las huelga de hoy, las grandes manifestaciones, no consiguen nada.
Por consiguiente el papel de los sindicatos, obtener mejoras económicas en el seno del sistema capitalista, desaparecía. Hay otras implicaciones revolucionarias derivadas de la dislocación de los sindicatos por la huelga de masas:
1) La huelga de masas no se podía preparar de antemano, surgió sin plan del estilo de “método de movimiento de la masa proletaria”. Los sindicatos, dedicados a una organización permanente, preocupados por sus cuentas bancarias y sus listas de adhesiones no podían ni siquiera plantearse el estar a la altura de la organización de la huelgas de masas, forma que evoluciona en y por la lucha misma.
2) Los sindicatos dividieron a los obreros y sus intereses entre todos los diferentes ramos industriales mientras que la huelga de masas “fusionó a partir de diferentes puntos particulares, causas diferentes”, y de esta manera tendió a eliminar todas las divisiones en el proletariado.
3) Los sindicatos sólo organizaban a una minoría de la clase obrera mientras que la huelga de masas juntó a todas las capas de la clase sindicados y no sindicados.
Decadencia del capitalismo
La lucha va unida a la realidad en la que se da, no se puede plantear por separado. Desde principios del siglo pasado la decadencia de un sistema que ha agotado los mercados extracapitalistas y limitado así su necesidad insaciable de crecimiento se hace patente provocando una crisis constate y constantes cataclismos sociales (guerras y miserias sin precedentes para la humanidad)
El período desde 1968 expresa el punto de culminación de la crisis permanente del capitalismo, la imposibilidad de expansión del sistema, la aceleración de los antagonismos interimperialistas; cuyas consecuencias amenazan a toda la civilización humana.
En todas partes, el Estado, con la terrible extensión de su arsenal represivo, toma a cargo suyo los intereses de la burguesía. Frente a él, encuentra a una clase obrera que aunque debilitada numéricamente con relación al resto de la sociedad desde los años 1900, está aún más concentrada, y cuyas condiciones de existencia se han ido igualando en todos los países hasta un grado sin precedentes. A nivel político, la “ruina de la democracia burguesa” es tan evidente que apenas si puede ocultar su verdadera función de cortina de humo del terror de Estado capitalista.
¿De qué modo corresponden las condiciones objetivas de la actual lucha de clases a las condiciones de la huelga de masas?. Su identidad reside en que las características del actual período constituyen el punto más agudo alcanzado por las tendencias del desarrollo capitalista, que empezaban a prevalecer en los años 1900.
Las huelgas de masas de los primeros años de este siglo eran una respuesta al final de la era de ascendencia capitalista y al amanecer de las condiciones de la decadencia del capitalismo.
Si se tiene en cuenta que estas condiciones han llegado a ser absolutamente patentes y crónicas hoy día, se puede pensar que lo que objetivamente impulsa hacia la huelga de masas es mil veces más amplio y fuerte hoy.
Los “resultados generales del desarrollo capitalista internacional” que, eran la raíz del surgimiento histórico de la huelga de masas, no han dejado de madurar desde principios del siglo.
Que podemos hacer
¿Como podemos favorecer el desarrollo de la huelga de masas, de la autoorganización internacional del proletariado, de su necesaria unidad?
Nuestras contribuciones no serán más que eso contribuciones de una parte consciente dentro de nuestra clase. No podemos aspirar a más, tampoco a menos.
Una de esas contribuciones es esto mismo, criticar las acciones erróneas que suponen trabas a la autoorganización y la profundización de la conciencia. Aún desde la mejor intención por parte de sus militantes: el activismo, el sindicalismo de base, el izquierdismo,… forman parte de las barreras que los trabajadores debemos superar para alcanzar nuestra autonomía de clase.
Otra contribución será alentar la reflexión, la clarificación de lo vivido.
También la extensión de las luchas genuinas, su coordinación e información, así como el encuentro y la organización de los revolucionarios.
Y otra más, recuperar la memoria de nuestras luchas y sus herramientas fundamentales, como es la huelga de masas.
ALACANT 2012
ASAMBLEARIAS
Trabajadores Indignados y Autoorganizados “por un 15 M obrero y anticapitalista”
Análisis y reflexiones en torno al espacio (bloque) critico asambleario de Alicante1
A finales de 2011 los compañeros de Trabajadores Indignados y Autoorganizados2 (todavía comisión de Toma La Plaza) lanzamos la idea de colaborar con diversos grupos de carácter asambleario, hicimos la propuesta a TLP y nos referíamos principalmente a organizaciones como CNT, CGT y SO que habían realizado acciones conjuntas y teóricamente apostaban por el asamblearismo. A aquella “cosa”, a aquel intento, lo llamamos “extensión del movimiento asambleario” y se trataba de un proyecto que incentivara lo que el propio nombre indica, desde la unidad de los explotados por encima de las divisiones partidistas. Lo pusimos por escrito e hicimos unos primeros intentos y contactos. Para la huelga del 29M hace su aparición un Bloque Critico Asambleario, que venía a plasmar nuestra idea de unir iniciativas (por encima de siglas) para extender un movimiento asambleario de trabajadores (en su sentido amplio) y cuestionador del actual estado de cosas. En las asambleas que se realizaron en esta jornada se dieron las primeras pinceladas para seguir trabajando.
Desde esas pinceladas se tomaron rutas dispares e incompletas: unas que propugnaba la autogestión, otras que se centraban en la organización y la lucha de los trabajadores. En esta segunda (donde yo participé) se esbozaron no pocas cosas: una comisión de solidaridad con los trabajadores que acudiera a los centros de trabajo, una caja de resistencia (continua con ella la TIA), protocolos para la realización de asambleas tras las movilizaciones masivas (se hicieron varias asambleas), protocolos para responder a la represión…
El verano de 2012, la TIA trata de relanzar el Bloque a través de encuentros estivales centrados en debates en el Hort Comunitario de Carolinas. La idea inicial era encontrarnos trabajadores y militantes para compartir experiencias y ver si surgían actividades. Así fue el primer encuentro, donde la pertenencia de unos u otros a tal o cual grupo careció por completo de importancia. Todo esto cambia a partir de la propuesta por parte de un grupo (que hasta ese momento no había asistido a ninguna reunión) de participar en la jornada de lucha del 26 se septiembre, dentro de la jornada de lucha estatal organizada por varias organizaciones.
El último acto de ese bloque convertido en “Espacio”, fue la jornada de lucha del 26 de septiembre. Esta jornada supone un cambio profundo en el sentido que para mí tenía el bloque (no por el cambio de nombre, este me gusta más) si no por todo lo que ha conllevado y la contradicción que supone con la idea inicial, recuerdo: “extensión del movimiento asambleario”.
Y que pasó en esa jornada. Bueno podemos analizarlo en dos partes (tal como se plantearon los actos).
Por un lado la asamblea. Fue participativa, en momentos dispersa (como suele pasar), se habló de muchas cosas y poco del tema principal (“medios de lucha de los trabajadores”), no aparecieron sigla ni partidismos, fue respetuosa y en momentos emotiva. Dio un sentido de unidad y de búsqueda de una reflexión colectiva que está por hacer.
La manifestación. Muchas siglas, bloques separados y muy significados, esteticismo “radical” y falta de planteamientos comunes más allá del panfleto común (lo mejor para mí de la mani), totalmente alejada de las pocas personas que en la calle nos miraban con extrañeza. La sensación: de desconexión con la realidad y desunión.
Justo ambos actos respondían a posiciones bien distintas por parte de los convocantes y que dieron pie a largos debates previos que se saldaron con un consenso de ocasión para salvar una (para mí) falsa unidad.
Por un lado estábamos los que nos planteamos nuestra actuación como una contribución a la generación de conciencia, unidad y autoorganización de los trabajadores y consideramos que el espacio privilegiado para esto es la asamblea. Para nosotros el movimiento es el movimiento autónomo del proletariado, y nadie puede suplantarlo ni dirigirlo más que el mismo. Es obvio que ese movimiento no se muestra hoy día salvo en pequeñas y cortas explosiones pero eso no deja de hacer más cierto que la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos o no será. Por ello (y aunque estamos dispuestos a colaborar con compañeros que pertenecen a organizaciones con sus siglas y sus ideología) priorizamos espacios horizontales y sin siglas donde busquemos todo lo que podemos poner y tener en común.
Por otro, los que defienden que son las organizaciones de la “izquierda radical” las que deben unirse, porque ellas son las que representan a los trabajadores, y aspiran a un frente común con un programa mínimo común aunque cada cual preserve sus (muchas) diferencias y peculiaridades y también sus propias actividades.
Es fácil saber quien estaba por la asamblea y quien por la mani. Quien quería siglas y quienes se oponían a ellas. Quienes valoraban por encima de todo un nombre genérico común (con el cual cualquier trabajador se pudiera identificar) y quienes no daban demasiada importancia a un nombre común y si a las siglas particulares.
Tras todo esto es necesario plantearnos que queremos hacer con esto del ECA y como ya el debate quedó in albis antes del 26, muy “sabiamente” dejamos las disputas para después y pospusimos una valoración y definición del ECA que está pendiente. Una valoración que necesariamente implica una confrontación de las dos tendencias que aparecen y que difícilmente pueden estar consensuándose eternamente.
Pero una valoración seria implica entender la realidad en la que nos desenvolvemos y responder a varias preguntas, ¿por qué cambia la concepción del BKA?, ¿cómo se pasa de un planteamiento de espacio reflexivo, al frentismo izquierdista de un día para otro?, ¿Cómo podemos llegar a considerar un éxito a dar un paseo nocturno con 500 personas más?
Ciertamente las cosas han cambiado. Cuando el BKA recogía la idea de extender un movimiento asambleario se veía como posible, dado el número de luchas masivas que se estaban dando y cierta tendencia a la autoorganización de las mismas (primeras asambleas del 15M, primeros momentos en las movilizaciones de los docentes,…) Pero la situación de base ha cambiado y las movilizaciones han sido primero controladas (sindicatos y demás) y posteriormente desmovilizadas o llevadas a callejones sin salida.
La extrema izquierda ve este momento como el suyo, donde ellos deben tomar el relevo y denunciar el papel de los malos dirigentes para crear un polo de atracción hacia sus posiciones. Desde esta perspectiva este tipo de movilizaciones tiene un sentido.
Para nosotros, NO.
Si los trabajadores no se movilizan en estos momentos es porque saben que nada van a conseguir (con esos “jefes” y esas “luchas”) aunque necesitan cambiar las cosas,… pero aún no saben cómo. Para nosotros es un momento de reflexión colectiva. Debemos contribuir a que los trabajadores encuentren la seguridad y el camino de su organización autónoma y de su propia dirección de las futuras luchas. Es el momento de sacar lecciones y ser fieles a nuestra clase y no suplantar a las masas.
Hace un año (o menos) hubiera sido impensable la jornada del 26 porque las masas la hubieran superado y por que las masas no hubieran permitido el protagonismo de ninguna organización. Si hoy estas organizaciones se muestran y tratan de sustituir (en miniatura) el protagonismo de las masas, es precisamente porque estas no están dispuestas a movilizarse por nada. No entender esto es no entender nada y seguir eternamente en la dinámica del activismo ansioso que nada tiene que ver con el verdadero ritmo de la lucha de la clase obrera.
Quizás algunos nos hayamos sentido más acompañados en estos actos que estando en nuestros pequeños grupos, pero la compañía no es un imperativo político, al menos para una política del proletariado, sí lo son la coherencia y la honestidad. Los revolucionarios no estamos solos, formamos parte de una clase que necesita y puede cambiar el mundo. Fuera de ella carecemos de sentido y nos convertimos en otra cosa.
¿Cómo podría darse una colaboración permanente entre compañeros de diversos grupos? Entiéndase dos cosas:
Hablo de colaboración permanente, no de colaborar ocasionalmente y sobre cuestiones tácticas.
Hablo de compañeros honestos con los que tenemos serias diferencias pero de los que no dudamos de su compromiso con la causa de los explotados.
Pues bueno dicho de forma más precisa, como podría para mí ser el ECA un espacio permanente de encuentro. Pues asumiendo las siguientes premisas:
- Que sea un espacio de debate, lucha y encuentro donde participan compañeros que pueden o no pertenecer a otras organizaciones pero priorizan la creación de espacios organizativos comunes para la clase obrera.
- Es un espacio asambleario tanto en la forma como en el contenido. No sólo se organiza como una asamblea, si no que busca trasladar ese modelo a la lucha obrera como anticipo de una futura sociedad.
- Un espacio radicalmente crítico al sistema capitalista y que busca de forma constante la forma de trasformar la realidad para crear una sociedad capaz de satisfacer todas las necesidades humanas.
- Es un espacio unitario por que busca a su vez la unidad de los trabajadores por encima de fronteras, categorías, sectores, u organizaciones. Es en coherencia un espacio sin siglas
- Es un espacio internacionalista, ya que los obreros nos unimos como una comunidad mundial que defiende intereses humanos. Pertenecemos a una misma clase, no ha una patria, bandera, ideología u organización.
Sé que estas premisas no se dan hoy y no pretendo llegar a un acuerdo que supongo que todos cedamos en cuestiones que consideramos fundamentales, esa es la falsa unidad a la que me refería antes. Si considero que estas posiciones son necesarias y básicas para la lucha de nuestra clase es obvio que no puedo renunciar a ellas a través de un consenso.
¿Cuando considero que se darán estas premisas?, cuando la dinámica propia y autónoma del proletariado las imponga y discutir sobre las mismas sea un absurdo.
Hasta entonces, hasta el momento en que la historia decida, solo podemos seguir hablando, discutiendo (aunque sea tácitamente absurdo) todo lo anterior y muchas otras cosas. Creo que el ECA no puede aspirar a más en el tiempo presente, pero tampoco a menos.
V
Reflexiones sobre la situación actual y los métodos de lucha
En el marco de la situación actual, y aprovechando los recientes textos sobre “La organización del proletariado fuera de los periodos de luchas abiertas” y el del “Análisis y reflexión en torno al ECA de Alicante” adjunto algunas reflexiones incompletas:
La situación actual presenta, en lo que se refiere a la lucha proletaria, una característica principal: el retraso tanto en su capacidad política (naturaleza y profundidad de la crisis; papel del Estado y la “democracia”) como en su capacidad de lucha (herramientas y métodos proletarios de lucha, capacidad de autoorganización). Ambos planos -el político y la capacidad de lucha- están interrelacionados y se retroalimentan, ya sea en círculo vicioso, ya sea en un círculo virtuoso.
Este retraso de momento no aparece como una derrota: pese a la gran confusión y miedo, no existe una total y callada aceptación y comprensión hacia las “necesidades de la economía”; ni la atomización y la descomposición social ha alcanzado aún los niveles de deshumanización que dejarían las manos completamente libres a la burguesía.
Como terreno fértil para la reaparición histórica de la lucha proletaria está, sin lugar a dudas, la profundidad de la crisis, la agudización de los antagonismos sociales y el desgaste del cuerpo ideológico, político y sindical burgués.
En la época inmediatamente anterior de grandes luchas proletarias (del mayo francés a Polonia), que en casos puntuales y locales alcanzan niveles pre-insurreccionales, el retraso del que hablábamos arriba no se da de la misma forma. Mientras existía un importante retraso a nivel político (ilusiones democráticas, hacia los sindicatos y los partidos “obreros”, en la autogestión o la cogestión, nacionalismos, etc) este hecho no impedía una gran capacidad para la lucha y para el desarrollo de métodos proletarios (asambleas obreras, delegados revocables, extensión de la lucha, autoorganización, etc). Es necesario también comentar que ni la crisis ni el paro presentaban entonces, a nivel general, la gravedad que presentan ahora, y por lo tanto no eran un freno tan grande para la lucha (ni por supuesto muchos Estados contaban con el arsenal de canalización anti-proletario con el que cuentan hoy).
Aproximadamente 40 años después de esa oleada de luchas, con una dramática ruptura (a la vez producto de la crisis capitalista y el paro, y a la vez de una estrategia burguesa y sindical “multidisciplinar” -a nivel ideológico, social, laboral, urbanístico, ...- contra la amenaza de la lucha proletaria) de tejido social y obrero; con un “olvido” de los métodos de lucha proletaria; con una gran atomización y despolitización; con inmensos niveles de precariedad y paro... ¿se puede esperar en la fase actual que, pese a un desarrollo tan desigual de ambos planos del combate, aparecieran grandes luchas proletarias?, ¿bastaría en la fase actual un, digamos, “instinto de clase” sin un mínimo de capacidad política para el desarrollo de luchas, como en épocas anteriores?
En mi opinión no. El periodo actual del capitalismo decadente le exige a la lucha que ambos planos vayan mucho más paralelos que en épocas anteriores. O expresado de forma más concreta: el desarrollo de luchas con métodos proletarios (que vayan más allá de explosiones de cólera o desesperación puntuales) le exige a la clase trabajadora mucha más capacidad política (un mínimo de comprensión del terreno que se pisa; de nuestros aliados, de nuestros enemigos y de nuestros falsos amigos), por las razones arriba expresadas y por la mayor sofisticación y reparto de tares en el seno de la burguesía, que en el pasado.
De esta forma, lo político, lo “intelectual”, por las dificultades y la gravedad de la situación, va a jugar un papel decisivo en este periodo: ¿se puede ser capaz de hacer frente a la “austeridad” y la miseria, presentadas como fatalidades, sin un mínimo de comprensión de la realidad?, ¿se puede, bajo circunstancias tan difíciles, encontrar el camino de la lucha minimamente eficaz, sin cuestionar el papel sindical y para-sindical...? El volcán sobre el que se asienta la sociedad burguesa está más caliente que nunca, pero el cráter está obstruido por una losa que requiere más que voluntad, cólera e indignación para ser retirada.
En ese sentido, las minorías que surgen del seno del proletariado buscando las herramientas teórico-prácticas, políticas, para enfrentarse al sistema capitalista son expresión también de una lucha contra lo existente; de un enfrentamiento soterrado fuera de los periodos de luchas abiertas – y también en este-, y son de una gran importancia como vanguardia política del proletariado. Infravalorar su papel e importancia es negar que la clase obrera también reflexiona, también “hace política”, y que ese elemento es crucial en su lucha, tanto para sus “intereses económicos” como para los políticos. Negarles a esas minorías otro papel que el de diluirse en movimientos confusos, o en artificiales “órganos unitarios” copados por el sindicalismo “radical” y por la extrema izquierda, es contribuir a desarmar al proletariado y a allanar el camino a la peor de las políticas y al peor de los “sustitucionismos”: al de la burguesía, sus sindicatos y su izquierda.
Por lo tanto, mi opinión es que los elementos políticamente más avanzados son parte del proletariado y de su lucha contra el capitalismo; que los órganos unitarios del proletariado no se pueden crear ni preparar artificialmente porque surgen por y para la lucha; que las minorías tienen un papel importante a jugar en el camino que lleve a la autoorganización y a la conciencia de clase, pero que ese papel se neutralizará si se diluyen en “espacios”, “coordinadoras”, etc, e incluso en genuinos órganos surgidos de la lucha proletaria, y se auto-limitan en defender posiciones proletarias (por supuesto de acuerdo a un contexto y a las necesidades del momento). En este caso, estas minorías no actuarían como revolucionarios (casi siempre en ínfima minoría; casi siempre a contracorriente; casi siempre vistos como “ajenos” a las masas), y se convertirían en otra cosa.
Draba
1 El Bloque Crítico Asambleario es un espacio donde confluyen desde la última huelga general (29M) compañeros de distintas organizaciones o sin organización en Alicante, desde una perspectiva asamblearia. Nace queriendo dar respuesta a las huelgas convocadas por los sindicatos y con la intención de extender el movimiento asambleario. El 26 de septiembre desde este bloque se realiza una jornada de lucha (en consonancia con la huelga convocada en Euskadi y la jornada de lucha a nivel estatal convocada por sindicatos “de base”) donde por primera vez aparecen siglas de organizaciones. Esta jornada ha sido precedida por largos debates donde se expresan corrientes muy distintas sobre que es y debiera ser el bloque. Para la ocasión el bloque cambia de nombre pasándose a llamar “espacio crítico asambleario”.
2 La TIA es un colectivo que nace de la agrupación espontanea de compañeros del ámbito asambleario y autónomo en Alicante alrededor de las asambleas multitudinarias de mayo de 2011. En ese entorno se encargarán de la “estructura organizativa” del movimiento y confluirán con otros compañeros llegando a planteamientos comunes al asamblearismo, el anticapitalismo y el internacionalismo proletario. Las muchas diferencias con los restos del 15M les llevaran a separarse formalmente de las organizaciones que se apropian este nombre y a funcionar independientemente. La incorporación al grupo de compañeros procedentes de las Asambleas Abiertas de Trabajadores hace que el grupo se denomine: Asamblearios – TIA.