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Todos los gobiernos están recortando trabajos, servicios y salarios en un intento por reducir su deuda interna. A veces todavía aumentan préstamos, pero esa es otra historia.
En Gran Bretaña, en agosto, el gobierno anunció el éxito en sus ahorros durante el año 2011/12. Incluido en la lista de los ahorros estaban la reducción de gastos en asesores, recorte de personal, recorte de servicios, suspensión de proyectos, haciendo más procesos digitales, renegociar con proveedores, reducción de costos de edificios, evitando grandes proyectos, y otras formas de ahorrar gastos.
En la campaña contra el derroche en el sector público ha realizado la introducción generalizada de lo que se conoce como prácticas Lean. Estas se basan en el sistema de producción Toyota. Se podría argumentar que la necesidad de recoger millones de vehículos Toyota en los últimos años no sería una buena publicidad para tal forma de trabajar, pero los gobiernos tienen la costumbre de seguir las modas en este tipo de cosas.
En relación con el despilfarro, el enfoque Lean-Toyota significa eliminar, entre otras cosas: movimientos innecesarios de producto, archivos, movimiento de personas más de lo necesario, esperas innecesarias, sobreproducción, duplicación de procesos y defectos que deben ser reparados (hacerlo bien la primera vez). En la práctica significa un estudio de todas las prácticas de tiempo y movimientos de todos los procesos del trabajo, de tal manera que este tiempo se use más y más a la actividad productiva. Los ahorros por eficiencia terminan por enfocarse en los trabajadores individuales y cuánto puede el patrón obtener de ellos.
Taylor contra la pereza
Los ahorros por eficiencia debería estar entre las consignas de los gobiernos modernos no sorprenderían a Frederick Winslow Taylor cuyo libro: Principios de gestión científica se publicó en Estados Unidos hace alrededor de cien años, en 1911. El enfoque de Taylor para obtener el máximo de los trabajadores era brutal pero eficaz. En la década de 1880 fue capaz de reducir el número de trabajadores paleando carbón en la Bethelem Steel Works desde 500 a 140 sin pérdida de producción. Cada parte de un proceso de trabajo fue programado con el fin de identificar qué parte podría omitirse y qué trabajadores deben asumir qué tarea.
En los principios Taylor tenía una opinión muy baja de los trabajadores : “la pereza natural del hombre es grave”. Pero también sabía que la represión directa no era la mejor forma de explotar a los trabajadores. Describió su enfoque como científico, pero era sobre todo ideológico: “uno de los primeros requisitos para un hombre apto para manejar la pala como ocupación regular es que sea tan estúpido y tan flemático que él parezca a lo más cercano al buey que a cualquier otra cosa. (…) Por lo tanto el trabajador que se adapta mejor a la manipulación de la pala es incapaz de entender la ciencia real de hacer esta clase de trabajo.” En el caso de la manipulación de la pala el mejor candidato para el trabajo “era un hombre tan estúpido que incluso era incapaz de hacer otros tipos de trabajo”.
Los críticos del método taylorista lo vieron como deshumanizante por la forma de explotar, incapacitar y alienar a los trabajadores. En realidad “el manejo científico no aseguró –como pretendía Taylor– que los trabajadores vieran a sus patronos como los mejores amigos del mundo (¡!) Al contrario, sembraron los conflictos de clase a una escala épica” (). Al describir la ola de huelgas en los Estados Unidos entre 1909 y 1913 Davis dice que “Es particularmente significativo que los centros de la tormenta de estas huelgas estuvieran ubicados en las industrias controladas por la administración científica y la introducción de nuevas tecnologías de ensamble masivo”. No es de sorprender que Taylor quería que los trabajadores “hagan lo que se les dice rápido y sin hacer preguntas o cualquier sugerencia” (). Esto va contra la naturaleza humana: a diferencia de las máquinas, las personas son curiosas y creativas. No por nada Lenin denunció el taylorismo como la “esclavitud del hombre a la máquina”.
Explotación y eficiencia
Sin embargo, tras el derrocamiento del Estado ruso en 1917, Lenin pensó que podrían adoptarse métodos de producción capitalista. En “Las tareas inmediatas del gobierno soviético”, Lenin escribió: “el Ruso es un mal trabajador comparado con los obreros de los países avanzados. No podía ser de otra manera bajo el régimen zarista y en vista de la persistencia de la resaca de la servidumbre. La tarea que el gobierno soviético debe señalar a los trabajadores en todo su alcance es : aprender a trabajar. El sistema de Taylor, la última palabra del capitalismo en este sentido, como todo progreso capitalista, es una combinación de la refinada brutalidad de la explotación burguesa y varios de los mayores logros científicos en el campo del análisis de los movimientos mecánicos durante el trabajo, la eliminación de movimientos superfluos y torpes, la elaboración de métodos correctos de trabajo, la introducción de los mejores sistemas de contabilidad y control, etc. La República Soviética debe a toda costa adoptar todo lo valioso de los logros de la ciencia y la tecnología en este campo.” Este enfoque, junto con la militarización de la gestión laboral y la administración de un hombre, parecía apropiado para algunos bolcheviques en un periodo cuando la joven República Soviética fue rodeada y luchaba por su vida en la guerra contra los ejércitos blancos y sus partidarios imperialistas. Otros bolcheviques, especialmente los Comunistas de izquierda como Osinski, se opusieron a la introducción de tales métodos, que socava la capacidad de la clase obrera para dirigir la producción y fue uno de los factores que agravó el abismo y, en última instancia, el conflicto entre los trabajadores y el Estado soviético.
El taylorismo fue dictado por las necesidades de la explotación capitalista, pero en su forma pura demostró ser ineficiente en la extracción del talento y potencial de los trabajadores. En su época la burguesía reconoció la insuficiencia del taylorismo y los crudos métodos tayloristas principalmente fueron considerados obsoletos por la década de 1930. Sin embargo, esto no significó el final de la medición del tiempo y el movimiento.
Entre las nuevas teorías de administración la teoría X y Y que fueron introducidas por Douglas Mc Gregor en la década de 1960. La teoría X asume que los trabajadores son perezosos y sólo responderán a la zanahoria y el garrote, a la recompensa y el castigo. La teoría Y se basa en la motivación de los trabajadores. Los trabajadores tienen que identificarse con las necesidades de sus patronos y traer sus propias iniciativas para el proceso de trabajo, por lo que terminan por tomar la iniciativa en su propia explotación.
Hoy, con las prácticas Lean introducidas en los principales departamentos del servicio civil británico (incluyendo oficinas recaudadoras de impuestos, Ministerio de justicia y Ministerio de defensa), los trabajadores tienen “ahorros de eficiencia” como parte integral de su trabajo. Hay reuniones periódicas (en ocasiones diarias) sobre las prioridades del trabajo; estas se realizan de pie, por razones de eficiencia. Los trabajadores toman los tiempos de los procesos de trabajo, identifican formas de desperdicio y proponen cambios en las prácticas de trabajo. Este enfoque va junto al énfasis creciente en la gestión de los administradores que se describen como “líderes”. Los ahorros se realizan por sugerencias de los trabajadores, los “líderes” intentan imponer objetivos imposibles y decide cuál puesto es el siguiente a eliminar.
Como parte de la precariedad del empleo los trabajadores ahora deben preocuparse no sólo por perder sus puestos de trabajo, sino también tienen que proponer medidas que, en nombre de la eficiencia, podrían ponerlos fuera del trabajo. El ingenio y la creatividad humana pueden orientarse hacia el mayor de los logros, pero son manipulados o aplastados en la brutalidad de las relaciones sociales capitalistas.
Car, 7 de septiembre