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Publicamos a continuación un llamamiento que hizo nuestra organización, pocos días antes de celebrarse el referéndum del 15A. El análisis y los planteamientos que en él hicimos siguen teniendo plena vigencia, después de declararse el triunfo de Chávez.
El llamamiento tuvo como objetivo principal, alertar a la clase obrera venezolana y mundial sobre una situación de confrontación violenta que se podría presentar entre los bandos chavistas y de oposición ante unos resultados electorales que apuntaban a ser bastante parejos. Sin embargo, la amenaza de una confrontación violenta se disipó a las pocas horas de concluidas las elecciones: se logró imponer la estrategia del oficialismo, quien superó a la oposición con un diferencia de 18%, situación que la sorprendió, ya que antes de las elecciones las encuestadoras mas serias daban un empate técnico o un pequeño margen a favor del chavismo (1). El rápido reconocimiento de los resultados electorales dados por el CNE, por parte del Centro Carter y la OEA, así como la parálisis de la Coordinadora Democrática (CD) ante el impacto de los resultados, impidieron que se caldearan los ánimos. Una pequeña manifestación de protesta convocada por algunos dirigentes de la oposición al día siguiente de las elecciones, fue salvajemente reprimida por las bandas de choque chavistas con saldo de un muerto y más de una decena de heridos.
Las fuerzas de oposición, y en particular la CD, han quedado desmembradas y han puesto al desnudo los conflictos de intereses que reinan en su seno (debilidad muy bien aprovechada por el chavismo), así como la dificultad para desarrollar una estrategia creíble ante los sectores mas empobrecidos de la población. Hoy, la oposición se presenta como un conjunto de fuerzas dispersas y sin una estrategia, debilitadas para enfrentar a un chavismo envalentonado y aparentemente mejor posicionado ante las próximas elecciones de alcaldes y gobernadores.
A pesar de este balance de fuerzas favorable al chavismo, la confrontación entre las facciones políticas chavistas y antichavistas no va a desaparecer, debido a que tal como lo planteamos en el llamamiento, el proyecto chavista se corresponde con la necesidad del sector del capital nacional ahora en el gobierno de crear una “nueva burguesía nacional” que intenta excluir de toda vida económica, política y social a los sectores de la burguesía que se le oponen. En este sentido, sería una ilusión pensar que se abre un período de “diálogo y reconciliación”, tal como lo pregonan las campañas del oficialismo y de algunos sectores de la oposición. Bajo el capitalismo en descomposición, es cada vez más difícil para las fracciones de la burguesía garantizar la gobernabilidad, principalmente en países como Venezuela, históricamente débiles en los planos económico, político y social.
El acercamiento del gobierno con algunos sectores del capital privado y de la oposición, es un “dialogo” forzado, donde el chavismo hace uso de su musculatura política para chantajear y humillar al contrario. En este sentido observamos que aunque la confrontación ha bajado de intensidad, volverá a tomar vigor en cuanto las fuerzas de oposición se recompongan. De hecho, con muy pocas excepciones, todas las fuerzas de la oposición comparten la tesis del fraude electoral, lo que expresa un estado de confrontación latente.
La perspectiva es que las facciones burguesas en pugna continúen su estrategia de polarización y división entre los trabajadores, a favor de las opciones burguesas de uno u otro bando.
Un aspecto no menos importante, que tendrá una influencia directa sobre la lucha de clases, es la acentuación de los ataques a las condiciones de vida de la clase obrera. Esta es una necesidad ineludible para cada burguesía nacional para poder enfrentar los efectos de la crisis económica que sacude al capitalismo a nivel mundial; y la burguesía venezolana no es la excepción, se trate de la “nueva” burguesía chavista o de la “vieja” burguesía que controló el poder en el pasado reciente. El proletariado venezolano, a través del desempleo y una creciente pauperización, ha padecido las consecuencias de una crisis económica que asume proporciones gigantescas debido a la confrontación entre las facciones burguesas en pugna. Después del revocatorio esta situación no hará sino acentuarse: el chavismo, requerirá mantener la ilusión populista de las misiones con miras a ganarse el apoyo de la población ante las elecciones regionales, parlamentarias y las presidenciales de 2006; misiones que se han sustentado en la explotación y un ataque sin cuartel a las condiciones de vida de los trabajadores, a través de la congelación de contratos colectivos, incremento de impuestos, altos niveles de inflación, deterioro de los servicios públicos, etc. Ahora la burguesía con un chavismo “guapo y apoyado”, tiene las manos libres para acentuar sus ataques contra el proletariado, en particular contra los empleados públicos (2).
Tal como lo planteamos en el llamamiento, el proletariado venezolano no tendrá otro camino que confrontar a la burguesía de capital privado o estatal, tal como lo hizo durante los gobiernos de Caldera, Carlos Andrés Pérez, etc. Debe tener claro que el gobierno chavista, a pesar de su verborrea “revolucionaria” y de autocalificarse cuando le conviene de “gobierno obrero”, es el encargado de llevar adelante la gestión del estado venezolano, que como todo estado capitalista se sustenta sobre la explotación y sometimiento de la clase obrera. Del lado de los burgueses y políticos de la oposición, el “mundo mejor” que nos ofrecen, no son sino cantos de sirena para buscar el apoyo de las masas trabajadoras, mientras también nos sumen en la miseria.
Es por ello que la lucha de los trabajadores debe romper con la trampa de quedar encerradas en la confrontación chavismo-antichavismo, ya que de esta forma se divide a los trabajadores y se socava la solidaridad de clase. Los trabajadores deben basarse en sus propias fuerzas y en sus propios medios de lucha, tal como lo hicieron los trabajadores del Metro, quienes a finales de septiembre paralizaron el servicio, debido a que sus contratos colectivos tienen 6 años sin revisión; o, los obreros de la siderúrgica SIDOR en Guayana, quienes paralizaron la producción reclamando el pago de beneficios económicos previamente acordados y mejores condiciones de seguridad industrial; o, los trabajadores de los servicios de salud dependientes de la Alcaldía Metropolitana, cansados del peloteo entre chavistas y opositores, han acentuado sus protestas exigiendo dotación para los hospitales y contra el retraso en sus pagos y bonificaciones; o, los jubilados y pensionados de esa misma Alcaldía y de la CANTV, quienes protestan indignados por las pensiones de hambre que reciben.
La lucha combativa de los trabajadores, es el único camino que puede abrir las puertas a que se desarrolle la solidaridad de clase y la confianza en sus propias fuerzas. De esta manera, se abrirían puertas para que los trabajadores se pueden ganar para su causa a esas masas empobrecidas que por ahora no tienen otra opción que aferrarse a las ilusiones que le presentan los sectores de la burguesía, tanto del oficialismo como de la oposición. En Venezuela, como en todo el mundo, el futuro depende de la lucha solidaria y conciente de los trabajadores.
Internacionalismo. 28-09-04
(1)Aunque la oposición utiliza las denuncias de fraude para hacerse de un espacio político después de la contundente derrota que le ha dado el oficialismo, no se debe descartar esta opción. El fraude ha sido una constante en las elecciones en Venezuela; la gran diferencia es que éste habría sido masivo e ingenioso.
(2)En una concentración con integrantes de las misiones 2 semanas después del revocatorio, Chávez dijo “Nosotros debemos terminar el viejo Estado burocrático, inepto e incapaz que recibimos hace 5 años y medio, el viejo Estado cuartorrepublicano, corrompido, ineficiente, que nunca sirvió para solucionar los problemas del país”. Obviamente, no se refería a los altos burócratas y dirigentes del chavismo, que forman parte de los “nuevos ricos”, privilegiados que ganan sueldos decenas de veces el salario mínimo, sino a la masa de empleados públicos, amenazados de despido por el gobierno Chávez, tal como lo estuvieron durante los gobiernos anteriores.